Parte 4
Capitulo 4: La pitonisa
Nanami había conseguido llegar a una aldea después de varias horas de caminar siguiendo el rio.
La aldea era bulliciosa, las gente se juntaban en los distintos puestos de comida y venta que había distribuidos por las calles.
Las señoras cargaban en sus espaldas cestos con la comida para sus familias, los niños correteaban entre la gente y algunos ancianos jugaban a juegos tradicionales en las esquinas.
Nanami consiguió unos pequeños bollos calientes y agachada entre unos puestos se dispuso a comerlos.
Después de haberlos acabado, y con mejor humor, se decidió a encontrar a alguien que le explicara donde estaba o mejor aun donde podía encontrar a la pitonisa.
20 minutos después, Nanami se encontraba al final de la aldea, sentada en una piedra. Su humor había bajado tan rápido como había entrado y ahora no sabía qué hacer.
Había preguntado a varias personas si conocían a una pitonisa y al no tener ninguna pista sobre ello había acabado en aquella piedra.
Suspiro.
-Onee-chan.-Una pequeña de no más de 6 años se acerco a ella, tenía el pelo largo recogido en una coleta con un kimono desgastado de rayas. -¿Estas buscando la cueva de la pitonisa?
-¿Sabes donde esta?-Pregunto incrédula Nanami.
-Si subes a la montaña que esta al sur de la aldea encontraras un templo. Allí vive la pitonisa.
-¿Al sur?-Señalo una bifurcación que había detrás de una de las casas de la aldea. Estaba medio escondida por lo que si no te fijabas bien no podías verla.-¿Por allí?
Ante la afirmación por parte de la pequeña, Nanami corrió hacia aquella posible salvación y se interno en la montaña.
De nuevo se arrepintió de no haberse puesto mejores zapatos y por otra parte agradeció que estuviera llevando el yukata de Tomoe, que la abrigaba del frio de la montaña.
La montaña se elevaba en tres picos, rodeados de vegetación y arboles; había tres caminos, dos de ellos bastante antiguos, que no se debían de usar ya por nadie y que estaban medio cubiertos por matojos y hierbas.
Nanami cogió el camino central, bastante ancho, producido seguramente por el hombre, y lentamente fue subiendo hasta llegar a un tramo donde había varias lámparas antiguas sujetas a los arboles. Formaban un camino luminoso. Por allí debía de estar el templo de la pitonisa.
Después de contar un mínimo de 20 lámparas encontró unas imponentes escaleras que conducían a un templo, que por lo que le pareció a simple vista, era bastante más grande que el templo Mikage. Cuando llego a la entrada dos espíritus vestidos con kimonos negros y caretas de pájaro fueron a su encuentro.
-Bienvenida, Diosa de la Tierra.-Le hicieron una reverencia.-La pitonisa la está esperando.
Hicieron pasar a Nanami al interior del templo, lujosamente decorado con vasijas, telares con símbolos antiguos, mesas repletas de talismanes y al fondo, sentada sobre una silla imperial y bastante antigua había una niña, o al menos eso le pareció a Nanami.
Al acercarse más pudo apreciar que tenía el tamaño de una niña, pero su cara tapada con un bonito recogido con flores y un gran gorro negro era adulta, de rasgos suaves, como las antiguas geishas.
-Bienvenida, Diosa de la Tierra.-Hasta su voz parecía de una geisha, dulce y a la vez poderosa, como la de las profesoras cuando te van a poner una mala nota.
-S-soy Nanami Momozono-Le temblaba la voz. Intento tranquilizarse.-He vendido para pedirle ayuda, pitonisa.
-Lo sé-Respondió con rapidez, levantándose de la silla.-Tu familiar zorro se está muriendo. ¿No es así?
Nanami trago duro, asintiendo lentamente. El solo hecho de escuchar la palabra muerte ya le recorría un escalofrío por la espina dorsal.
-¿Q-que puedo hacer para salvar a Tomoe?-Pregunto sin rodeos. La pitonisa la miro, en silencio fue bajando hasta donde estaba arrodillada Nanami. Le coloco una mano en el hombro.
-Se porque has venido y también sé que aquel a quien amas esta de camino.-Hubo un momento de silencio.-Tomoe sabía a que se enfrentaba cuando vino a verme. Y por eso ahora está sufriendo.
-¡Por favor¡-Suplico Nanami, sin importarle que la pudiera ver llorar-¡Dime qué puedo hacer para salvar a Tomoe¡ ¡Haré lo que sea¡-Sus sollozos no la dejaron seguir y coloco las manos sobre los labios para acallar los sonidos que salían de sus labios.
-¿Tanto deseas salvarle?-Pregunto calmadamente la pitonisa.
-Si
-¿Deseas verle?-Pregunto de nuevo y Nanami levanto la cabeza, confusa por su pregunta. Ella continuo-El Tomoe que conoces está encerrado en el espejo de su anterior am, ¿no es así?
-Está diciendo...¿Qué puedo verle?-La pitonisa asintió lentamente y Nanami recordó el rostro de Tomoe, tan dolorido, triste y herido que le dedico antes de que Mikage lo hubiera encerrado. ¿En verdad quería verlo en aquel estado?
-Nanami-san, Tomoe tiene menos de dos días de vida. Y si en verdad quieres salvarlo, vas a tener que hacer un trato conmigo, igual que hizo él en el pasado.
-¿Un pacto? ¿Cuál?-Se apresuro a preguntar Nanami, ¿Podría salvarlo? ¿De verdad?-¡¿Qué tengo que hacer?¡
-Tomoe quería ser humano para estar junto a la mujer que amaba-Respondió la pitonisa-Para hacer un cambio equitativo, deberás darme tu vida humana a cambio de la de Tomoe.
-¿Mi vida humana?
-¿Estas dispuesta a morir "humanamente" a cambio de la vida de Tomoe?
-Yo...
-No es necesario que respondas ahora, puedes ver a Tomoe primero y luego darme tu respuesta.
-Quiero verle-Dijo con voz firme Nanami-Quiero ver a Tomoe.
Si iba a morir, quería decírselo claramente, aquellas palabras que tanto había querido decirle...
Te amo...Tomoe
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