Capítulo Veinte
Yugyeom y Taehyung estaban seguros que Jungkook tenía demasiada energía para estar embarazado de casi seis meses de mellizos y seguir caminando como si nada. Habían ido desde el Centro Financiero hasta Gangnam en un taxi, pero al final, habían decidido caminar, pues el tráfico era insoportable. Ninguno de los amigos del omega sabían exactamente dónde estaba el dichoso taller donde había mandado a hacer el regalo para su alfa. Pero no se habían podido negar ante la curiosidad por verlo. El problema era que ya habían ocupado una buena cantidad del tiempo de su almuerzo, después de todo era un día de trabajo.
—Kookie, necesito volver a la universidad. A las cuatro y media tengo un paciente y luego tengo una reunión con hyung..., ¿no dijiste cuando nos bajamos del taxi, que sólo era una cuadra? Tengo la sensación que hemos caminado dos o tres Tae comenzaba a impacientarse al ver la hora transcurrir. Jimin ya lo había llamado y lo había regañado por caminar tanto, considerando que su estado de salud estaba un poco resentido producto de la anemia que todavía no superaba.
—Además, Mark podría volver de esa reunión con tu padre y si no ve a ninguno de los dos ahí, comenzará con su ansiedad. Ambos omegas habían aprovechado la inesperada reunión que Jeon Hyuk había pedido con Mark Tuan para huir y tomar "su hora de almuerzo"
Jungkook miró a sus amigos y finalmente se compadeció. La verdad era que también estaba muy cansado. El compraba todo por internet, incluyendo su ropa y zapatos. Pero el regalo para su alfa quería que fuera especial. Y había encontrado este pequeño taller que trabajaba con piedras preciosas y había mandado hacer el regalo perfecto. Finalmente se detuvo frente a una pequeña puerta de vidrio con sólo un cartel que indicaba "Taller de Joyas".
Cuando entraron, Taehyung que estaba muy sensible a los aromas, pudo distinguir un suave aroma a lavanda, que se intensificó cuando un hombre pequeño de edad avanzada se asomó desde la parte trasera de la pequeña tienda.
—Jungkook-ah, has venido por tu pequeño lobo...y veo que con compañía—. El hombre a pesar de su edad y caminar encorvado, se movía con agilidad.
—Señor Yook, ellos son mi amigos Yugyeom y Taehyung—. Ambos omegas hicieron una reverencia, y el anciano sonrió, para luego perderse detrás de una misteriosa cortina.
Unos minutos después traía una pequeña bolsita de terciopelo, desde donde sacó lo que Jungkook había ido a buscar. Era un colgante fino de oro. Pero lo que realmente llamó la atención de los tres, fue la figura que colgaba de él. Un lobo. La cabeza de un lobo alfa y en el centro de su cuello, un topacio.
—El topacio es la piedra de Jin. Por eso la escogí. Quería darle algo significativo y lo que representa para mí. Es mi alfa, mi guardián. El señor Yook hizo uno más pequeño para mí. Así lo llevaré siempre conmigo.
—Es hermosa Jungkook. Estoy seguro que Seokjin lo apreciará—. Ambos omegas quedaron encantados con el regalo y ahora entendían que el ir hasta allá, había valido la pena. Sin embargo, lo más curioso se dio cuando iban saliendo. El viejo Yook tomó la mano de Tae y lo miró a los ojos.
—Felicidades para ti y tu alfa. Son tres—El omega no entendía a qué se refería y miró al joyero con un gran signo de interrogación en su rostro. Justo en ese momento Jungkook comenzó a reír.
—Son tres cachorros, pequeño. Cuando Jungkook-ah vino aquí hace dos meses, le dije que eran dos cachorritos...se sorprendió, igual que tú. Cuídate mucho.
Jungkook tomó a Tae y a Yugyeom que seguían mirando al señor Yook con la boca abierta y los sacó de ahí. Era verdad, había adivinado sin que él dijera nada, que eran dos bebés. ¿Estaría equivocado con Tae?
Horas más tarde, cuando Jungkook llegó a su casa, fue directo a la ducha. Sus cachorritos habían estado muy inquietos y estaba agotado. Al llegar a la oficina luego de ir por el regalo de Jin, Mark le había dado una noticia que lo había sorprendido. Por eso ahora, todo lo que quería era ponerse un pijama cómodo e ir hasta su nido para esperar a su alfa. Era viernes y tenía clases hasta tarde, pero, el sábado lo tendría libre e irían a casa de las madres de Seokjin.
Cerca de las once de la noche, sintió que la puerta de su departamento se abría. Se había quedado dormido en su cómodo sofá, rodeado de las prendas del alfa y su delicioso aroma.
—Bebé lindo, ya llegué—. Jin había dado unos pequeños golpecitos en la puerta del cuarto. Él nunca había dejado que el alfa entrara, pero ya era hora.
—Pasa cariño—. Ni siquiera se levantó. El esperaba que su alfa entrara y se acostara a su lado.
—¿Estás seguro Ggukie? —Seokjin sentía que su corazón palpitaba muy rápido. Entrar al nido de un omega era un gran honor y demostraba una confianza y lazo muy grande entre los lobos. Con timidez abrió la puerta. El aroma y la calidez del lugar lo golpearon de inmediato. Era perfecto.
Un equilibrio perfecto, entre las flores de cerezo, el chocolate y café y el limón. Se sintió mareado, por la emoción. Su lobo aulló dentro de él.
Jungkook estiró sus brazos, todavía recostado entre la calidez de sus mantitas y prendas del alfa, en una invitación que Seokjin no dudó en aceptar.
—Mi amor...—El alfa aspiró el aroma de su Jungkookie. Acarició su vientre, donde los pequeñitos revoloteaban y cerró sus ojos. Quería llorar por ese momento. Nunca imaginó que podría llegar a sentirse así de vivo y feliz. Junto a su precioso omega. Nada podía compararse a este momento. Su lobo acurrucado junto al lobo blanco, en una comunicación que no necesitaba ni siquiera la presencia del lazo. Seokjin quería morder el cuello de Jungkook. Sus colmillos asomaron y mordió con suavidad. Jungkook no lo rechazó. No iba a ser una marca permanente, pero era un símbolo en ese momento de lo que ambos estaban experimentando.
—Feliz Cumpleaños, cariño...—Jungkook tomó las manos del alfa y las mantuvo sobre su vientre, acariciándolas suavemente. Con su cuello hormigueando por la suave y nueva mordida. Si se sentía así de maravillosa un roce apenas, imaginaba cómo sería cuando al fin Jin lo marcara y fuera final y oficialmente su omega.
—Este es el mejor regalo que me han dado en la vida. Estar aquí contigo. Que me hayas permitido compartir tu nido. Huele tan bien. Se siente tanta paz..., me encanta como lo decoraste...
Jungkook había pintado las paredes de la habitación en suaves tonos pasteles, pero el lugar estaba lleno de cojines multicolores. Sus mantas que cubrían los dos sofás instalados también eran de muchos colores y la habitación parecía llena de vida.
—No creas que no te tengo un regalo y quiero dártelo—. El omega se enderezó aun con Jin reclamando, pues se sentía demasiado cómodo para dejarlo ir. Abrió una cajonera y extrajo la caja donde el viejo señor Yook, había puesto el medallón—. Toma, este es mi regalo.
Seokjin abrió la cajita y quedó asombrado. Era hermoso, con el precioso Topacio brillando en medio de la cabeza del lobo.
—yo tengo una réplica pequeña —. Jungkook le mostró el pequeño colgante que tenía alrededor de su cuello—. Este eres tú y lo que representas para mí. La fuerza de tu lobo y la protección que me brindas. Nunca creí que sería tan bueno sentirse así con una alfa. Toda mi vida creí que yo debía arreglármelas por mí mismo y no depender de nadie.
Pero sentirse en tus brazos...bajo tu aroma...es perfecto para mí. Y he aprendido que eso no me resta valor a lo que soy y a quien soy. Creo que al fin he encontrado el equilibro en ser un omega, con una pequeña alma de alfa. Y ese sentimiento fue gracias a ti. A cómo siempre me has tratado. Aceptándome tal y como soy. Yoongi-hyung también me ayudó a recobrar el amor a mí mismo.
Seokjin sonrió con timidez. Jungkook generalmente lo abrumaba con su ternura y sus preciosas palabras. Sus ojos brillaban como siempre, con sus estrellas y su pequeño lobo asomándose.
Se colgó el collar y lo volvió a mirar. El topacio brillaba igual que los ojitos de su hermoso omega.
—Te amo. Tú eres mi regalo Ggukie. Y el que hayas querido compartir conmigo la alegría de ser padre..., ustedes son mi familia y prometo que los protegeré y amaré siempre.
—Lo sé...—Jungkook reposó su nariz en el cuello de su alfa. Su alfa, eso sonaba tan bonito y sencillo. Le gustaba sentirse así. En ese pequeño espacio. En su nido, con sus aromas, con sus bebés y con el hombre que el destino le había dado como un precioso regalo.
—Deberíamos dormir. Es tarde y no quiero que estés cansado. Mis madres están ansiosas por conocerte.
—¿Ansiosas? Yo estoy a punto de colapsar. Las mujeres siempre me han dado un poco de miedo. Jimin tiene padres, Tae tiene padres..., una mujer alfa...debe ser peligrosa...
Seokjin sonrió ante la ingenuidad de su omega. Siempre se jactaba de no ser prejuicioso, pero acababa de serlo. Sus madres eran dos mujeres sencillas, y no tenía nada que temer.
—Ven aquí pequeño omega asustado. Te prometo que mañana ellas no te comerán.
JungKook se dejó llevar por su alfa hacia el dormitorio, aun con un puchero de preocupación en los labios.
Kim Ja-in y Cho So-hyun, vivían en Gwacheon. Luego de la muerte de Jae-Hwan, quisieron sacar a Seokjin del barrio donde habían crecido juntos y volvieron a la casa familiar de los padres de la alfa. Y aunque sus hijos vivían en Seúl, había preferido mantenerse allí.
Jungkook sentía como su corazón latía a prisa cuando bajó del auto y Seokjin le sostuvo su mano. Sus feromonas estaban alteradas y el olfato del alfa captó de inmediato el intenso aroma a cerezos en flor que se expandía frente a la puerta del hogar de sus madres. Apretó con más fuerza la mano de su omega, dándole el ánimo necesario.
—Ggukie, ellas saben todo y lo han aceptado de excelente manera. Sólo quieren conocerte. Son dos mujeres sencillas y cariñosas. Además, Namjoon y Chi-Yeol estarán ahí también.
Jungkook asintió, intentando controlar su aroma. No quería golpear a sus suegras con éste, apenas llegando a su hogar. Sería como invadir su territorio. Llevó su mano a su vientre y se mordió un poco el labio cuando la puerta al fin se abrió.
—¡Seokjinnie-ah! Que alegría verte, ¡Feliz Cumpleaños! —. Jungkook observó en silencio. La omega de unos cincuenta y algo años, era bajita y de rasgos suaves, con un color mate en su piel, idéntico al que Namjoon seguramente había heredado. Unos hoyuelos se formaron en su rostro, denotando la herencia que le había traspasado a su hijo.
—¡Mamá! También me alegra verte. Este es Jeon Jungkook, mi omega y en esa barriguita están nuestros cachorritos. Bueno, cachorro y cachorra.
Jungkook no pudo evitar sentirse observado y ansioso por la reacción de la mujer ante las palabras de Jin, hizo una reverencia frente a la mujer, cuando ésta tiró de él.
—A mí me gusta abrazar. No me gustan demasiado las formalidades en mi casa. Estoy feliz de al fin, conocer al muchachito que hizo que mi hijo volviera a sonreír.
Jungkook cerró sus ojos y no pudo evitar sentir el estremecimiento de la mujer al abrazarlo. Era como si algo la hubiese golpeado—. Tus bebés tienen aroma a limón...
El omega se sonrojó y asintió. Sí, ese era el aroma de sus bebitos. La omega lo miró con emoción y se quedó unos breves segundos observándolo. Su lobito blanco se asomó moviendo la cola y la loba mayor salió a su encuentro para mover también su cola. Eso significaba aceptación.
—Pero no se queden en la puerta. Ja-In aún está cocinando y creo que Namjoon la está ayudando, así que será mejor que vaya por él, antes que incendie la casa.
Jungkook sonrió. Jin le había explicado que su madre alfa era la cocinera del hogar. Y sabía que su cuñado, era un excelente psiquiatra y filósofo...no cocinero.
—Jungkook-ah...—Chi-Yeol batallaba con sus hijos, que al parecer habían estado jugando al futbol en el patio—. Es tan bueno verte... y ¿Dónde está mi cuñado de cumpleaños?
—Aquí estoy—Seokjin venía del brazo de su mamá, que no dejaba de mirar a Jungkook con una gran sonrisa.
El omega abrazó a su cuñado. Lo mismo hicieron los pequeños que con sus manitas todavía húmedas, abrazaron a su tío.
Jungkook se había quedado en medio de la sala, nervioso. La omega lo miraba y parecía que estaba todo el tiempo oliéndolo. Mordió su labio, mientras la mujer los empujaba hacia la cocina.
Ahí estaba Namjoon con un cucharon y su madre, picando verduras.
—¡Oh queridos, ya llegaron!
—Madre, me alegra estar aquí. Quiero que conozcas a mi omega. Jungkook.
Ja-In se quedó mirándolo. Los nervios traicionaron al omega y sus feromonas se dispararon.
—¡Tu aroma! es idéntico a...
—Ja-In..., creo que la carne se quema...—So-Hyun interrumpió a su compañera y la alfa se volteó a apagar la cocina—. Namjoon miró a sus madres, quienes se miraron con curiosidad y asombro. Ya les preguntaría.
—Lo siento..., es un placer conocerte Jungkook. Hemos escuchado mucho de ti. Por favor siéntete cómodo. Veo que tu embarazo va muy bien.
—Gracias señora Kim. Para mí es un gran honor estar aquí. Y sí, todo va bien. Tengo al mejor obstetra—. Jungkook miró a su alfa, quien sonrió, ante las palabras de su omega.
So-Hyun, tomó entonces al omega y lo sacó de la cocina—Ven Jungkook, pronto la comida está lista. Quiero conocerte un poco más.
La omega era dulce y se notaba que su personalidad era suave. Todo el tiempo le estaba sonriendo a Jungkook, quien le contó cómo había sido su infancia y juventud. Ella preguntó por Sang-Ho y luego de mirar a Jin y ver en sus ojos su apoyo, habló de cómo había encontrado a su destinado y como aquello no había funcionado.
—Estuvimos juntos dos años, pero nunca logramos afianzar el lazo que se supone existe. Sang-Ho decía que sería demasiado incomodo que yo pudiera meterme en su cabeza. Supongo que tenía miedo que yo viera algo que no deseaba. Realmente no sé cómo funciona eso..., pero el día que Seokjin y yo estemos enlazados, respetaré su privacidad de la misma manera que espero él lo haga.
—El amor es respeto también Jungkook. Mi esposa y yo, usamos nuestra conexión para saber cómo está la una y la otra. Para darnos apoyo cuando estamos separadas y lo necesitamos. Nunca he leído sus pensamientos más íntimos y estoy segura que Ja-in tampoco lo ha hecho. No es necesario. Confiamos plenamente en nuestro amor. Tú y nuestro Jinnie, estoy segura, que sabrán cómo manejarlo.
Seokjin agradeció el que su mamá le hablara con tanta confianza y cariño a Jungkook. Sabía que su omega estaba preocupado. Los lobos en toda su historia y tradiciones eran tan territoriales y posesivos.
Durante mucho tiempo las manadas eran reacias a recibir un miembro que viniera de otra. Parte de esas tradiciones estaban en el ADN de la especie y a veces era difícil aceptar hijos que no eran de la misma sangre. Pero para él, los cachorros que su omega llevaba en el vientre eran suyos. Así se lo decía su lobo, aun cuando no fuera su padre genéticamente. Entendía que el amor que tanto él como su lobo sentían hacia ellos los había hecho superar cualquier rechazo, por muy extraño que pudiera ser.
Namjoon y Chi-Yeol, llegaron también a la sala, seguidos de sus pequeños cachorros, que se lanzaron a los brazos de su abuela. Jungkook los miró y deseó de todo corazón que sus hijos también llegaran disfrutar de esos brazos. Detrás de ellos, llegó Ja-In. El pequeño Beomgyu fue hacia la alfa.
—¡Abuela! Kookie hyung tiene dos cachorros en su pancita. Mi primo y mi prima—. El pequeño apuntó hacia el vientre del omega que se sonrojó ante el comentario del pequeño.
—Ya lo sé querido. ¿No es hermoso? Serán mis nietos, igual que tú y Taeyung. Ahora la abuela y yo tendremos tres preciosos nietos y una maravillosa nena...
En ese momento la alfa se dio vuelta hacia Jungkook y pudo ver su angustia. Entendió por qué el omega estaba así. Seguramente pensaba que ellas no veían a esos cachorritos como propios. Pero no era así..., muy por el contrario.
—Jungkook...—lo miró fijamente. La alfa alzó un poco su voz, porque quería que todos escucharan lo que tenía que decir. Era firme y segura—. Sé que estás asustado por lo que pensamos acerca de tus cachorros. Cuando Jinnie nos contó de ti y de cómo se habían conocido, nos pareció una jugada muy bonita del destino. Soy creyente y creo que Diosa Luna decidió que dos corazones tan bonitos y solitarios, merecían una segunda oportunidad. Tú sufriste en manos de quien debía darte el mundo y mi hijo no alcanzó siquiera a disfrutarlo, no de la manera correcta. Sé que Jae-Hwan fue un gran amigo..., pero lo importante mi querido niño, es que esos cachorros serán ambos Kim-Jeon y mi compañera y yo estamos felices de poder llamarlos nieto y nieta. Pueden no ser nuestra sangre, pero hay un vínculo mucho más poderoso que la carne y eso es el amor que veo en tus ojos por mi hijo. No tengas miedo. Tus hijos, los hijos de Seokjin, son nuestros nietos.
Las lágrimas de Jungkook bajaban por su rostro sin poder evitarlo. El alfa fue de inmediato a su lado y lo rodeó con sus brazos.
—Gracias madre por tus palabras. Yo ya sabía que ustedes querían a los cachorritos, pero Jungkookie necesitaba escucharlo. No quería creerme.
—¡Ay no digas eso! —Jungkook continuaba llorando, mientras Chi-Yeol le entregaba pañuelos para que secaras sus lágrimas
—Bebé...te dije que ellas eran adorables. Nuestros hijos tendrán muchos abuelos y abuelas para amarlos.
—No te olvides de sus tíos y sus primos—intervino Namjoon que estaba muy emocionado. Había estado hablando antes con sus madres y necesitaba de manera urgente comprobar algo. Pero no diría nada esa noche.
—¡Tengo hambre! —el pequeño Taehyun rompió el emocionante momento y todos rieron. Por lo que rápidamente pasaron al comedor.
Unos días después, Taehyung y Jimin miraban nerviosos el monitor. Seokjin se mordía el labio y sonreía, por lo que suponían ya había descubierto algo.
—Bueno mis queridos amigos, creo que la historia que me contaron acerca del joyero es real. ¡Ahí están sus tres bebés! —. Seguramente, pensó Jimin, su querido doctor y amigo se había equivocado o él había escuchado mal.
—¡¿Dijiste tres?! —Taehyung casi se endereza de la camilla, pero Jin lo sujetó con su mano y lo hizo volver a acostarse.
—Pueden verse claramente. Ahí están las tres manchitas...—Jimin se acercó a la pantalla y efectivamente se podían identificar tres pequeños puntitos bailando.
—¡No puedo creerlo!, Es maravilloso—. Jimin besó a Taehyung que se había emocionado de sobremanera y tenía algunas lágrimas en su rostro.
Seokjin le indicó que se vistiera. Todavía debían hablar. Sus exámenes aún mostraban una anemia leve, sumado a que su presión se mantenía levemente sobre lo normal. El riesgo de desarrollar una preeclampsia se hacía cada vez más presente. Sumado al hecho que la ecografía había confirmado que eran tres cachorros los que sostenía en su vientre, por lo que era evidente que los tres pequeñitos en desarrollo estaban consumiendo todos los nutrientes de su papá omega, por lo que era urgente que Tae descansara al menos quince días.
—Pero, no puedo dejar a mis pacientes...sus terapias no pueden esperar...y hyung...estamos en plena etapa de recopilación de datos...
—Taehyung..., entiendo tus preocupaciones, pero tu salud y la de los cachorros son lo más importante ahora. Hablaremos con Namjoon, estoy seguro que puede cubrirte unos días mientras la universidad busca un sustituto que atienda tus pacientes. Es probable que este reposo se extienda si tu condición no mejora. Y puedes trabajar desde casa para la investigación.
Jimin había permanecido en silencio. La noticia inicial de los tres cachorritos lo había llenado de alegría, pero al escuchar a Seokjin hablar sobre la condición de su omega, lo había dejado en un abismo de preocupación. La sola idea de perderlo, le hizo sentir un escalofrío y una profunda tristeza.
—Tae por favor..., debes ser obediente. Tu eres médico y sabes que esto no es un juego, me prometiste qué harías lo que hyung dijera.
Taehyung asintió. Él se lo había prometido a su alfa y también a Jungkook que esperaba afuera nervioso. Había tenido curiosidad por saber cuántos cachorros eran, pero había respetado la privacidad de sus amigos. Por eso cuando vio los rostros no tan felices de sus amigos y la seriedad de su alfa, se preocupó. En pocas palabras le explicaron la situación. El omega tragó saliva y abrazó a sus amigos. Había una mezcla de sentimientos, alegría por los tres cachorros, pero también preocupación por Tae.
—Quiero que vayan a casa. Y no quiero que se vayan con esas caras tristes. Sus tres cachorros están en perfectas condiciones y Tae es joven y vigoroso. Voy a monitorearte más seguido. Vayan a celebrar la llegada de sus bebés.
—Jin tiene razón. Hay que celebrar. Prometo que después del trabajo, pasaré por el departamento para celebrar—. Jungkook no quería que sus amigos se fueran tristes. La noticia de la llegada de tres cachorritos era maravillosa.
La pareja sonrió nuevamente. Jimin besó a Taehyung y borró toda tristeza de sus ojos. El cuidaría de su omega y sus hijos, aun cuando tuviera que dejar algunas actividades en la academia. Su prioridad ahora era su familia.
Jungkook se despidió de sus amigos, prometiéndoles visitarlos más tarde. Ahora él también tenía su control, por lo que entró junto a Seokjin a su consulta.
—Dime la verdad...¿Taehyung va a estar bien? —Jungkook quería asegurarse que su alfa no se estaba guardando ninguna información, respecto al estado de su amigo.
—Si se cuida y toma este descanso, se va a estabilizar. Depende de él y de Jimin seguir mis instrucciones. Probablemente sea un parto de alto riesgo, pero quiero que estés tranquilo, tengo mucha experiencia sobre eso. Y la clínica tiene los equipos más avanzados de Corea.
—Lo sé. Confió plenamente en ti. Por algo puse la vida de mis cachorros en tus manos.
—Sube ahora a la pesa jovencito. Ni todas tus palabras bonitas, te van a alejar de ahí.
Jungkook fue obediente y mientras se mordía el labio y se sacaba sus botas, oró al universo, para que su peso estuviera dentro de lo que su doctor esperaba. Seokjin sonrió al notar que el peso estaba dentro de los márgenes normales para la etapa de gestación. Besó la cabecita de su omega y lo felicitó. Luego tocó su vientre y los cachorros se movieron felices. Al parecer les gustaba oír la voz del alfa. ¿Sabrían los pequeños que él los amaba como si fueran sangre de su sangre?
Luego de todas las revisiones de rigor y anotar sus comentarios finales, Seokjin sentó al omega en sus piernas y se dedicó a besarlo mucho. Su olor con el pasar de los meses se intensificaba y lo hacía más deseable para el alfa. Amaba a Jungkook y daba gracias que estuviera sano y llevando tan bien su embarazo. Sus bocas estaban totalmente acopladas y sabían perfectamente cómo darse placer mutuo tan solo con sus lenguas y sus manos revoloteando suavemente por sus cuerpos.
Lamentablemente ese momento especial, fue interrumpido, cuando la secretaria le anunció a Seokjin la llegada de su último paciente.
—Lo siento bebé, pero debo trabajar. Sólo quería pedirte que antes que fueras a casa de Jimin, vayas a mi departamento. Dejé ahí unas vitaminas que serán muy buenas para Tae. ¿Puedes ir por ellas y llevárselas?
El omega asintió y volvió a besar a su alfa. Quería llevarse hasta el último aliento antes de salir de ahí. Finalmente, ambos lograron soltarse y Seokjin lo despidió.
Jungkook manejó hasta el departamento de su alfa, en busca de las vitaminas para Tae. Estaba en la pequeña oficina que tenía allí el médico, cuando sonó el citófono. El omega se acercó a contestar.
—Oh señor Jeon, lamento molestarlo, pero hay dos personas aquí, que quieren ver al señor Kim—El conserje ya conocía perfectamente al omega y sabía que había llegado solo—. Les expliqué que sólo está usted, aun así, desean que los reciba.
Jungkook se sorprendió. ¿Era extraño que a esa hora de la tarde alguien estuviera visitando a Jin—De quienes se trata señor Kim?
—Son el señor Lee Jae-Kyung y la señora Lee So-Hyun—. Jungkook quedó estupefacto. Sabía de quienes se trataba. Eran los padres de Jae- Hwan, el destinado fallecido de Jin. Se preguntó qué es lo que la pareja buscaba y por qué sabiendo que Jin no estaba ahí, insistieron en hablar con él. Pensó en llamar a Seokjin y consultarle que hacer, pero sabía que estaría ocupado. Él debía resolver la situación. Fuera lo que fuera, él podría hacerlo.
—Está bien señor Kim, déjelos subir y dele las indicaciones por favor.
Jungkook se paseó nervioso por la sala. No sabían cuál sería la reacción de los Lee al verlo. Sin embargo, habían insistido en hablar con él.
Cuando sonó el timbre, su corazón se aceleró, abrió la puerta y se encontró con los dos ancianos que lo miraban un poco sorprendidos.
—Soy Jeon Jungkook. El omega de Seokjin, por favor pasen.
La pareja entró y seguían observando al omega. Éste los hizo sentarse y esperó a que ellos hablaran. Probablemente ellos sólo querían decirle cómo su presencia en la vida de Seokjin manchaba la memoria de su hijo. Fue la omega, quien primero habló.
Y
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