Capítulo Diecinueve

No es que Seokjin nunca hubiera estado en una cena elegante. Frecuentemente asistía junto a Hoseok y Yoongi a cenas de la Sociedad Médica de Seúl, además de reuniones aburridas de negocio con laboratorios farmacéuticos, que no escatimaban en gastos para atender a los médicos y convencerlos de usar sus productos. Pero nunca había estado en un lugar así de elegante. Era la máxima expresión del poder económico de Corea, representada por una cantidad impresionante de empresarios. Todos ellos encabezados por su casi suegro Jeon Hyuk.

Después de todo, una de cada tres casas en el país, tenían algún aparato tecnológico que venía de las empresas Jeon. Hasta él. Tragó saliva cuando entró al salón, con su omega tomado de la mano.

Le gustaba la seguridad de Jungkook al encontrar todos esos ojos sobre él. Apenas pusieron un pie en el salón, todas las miradas fueron directo al vientre semi abultado del omega. Seokjin apretó un poco su mano, pero su chico era un ganador. Hizo sendas reverencias para saludar y dirigirse con una gran sonrisa hacia donde se encontraban sus padres.

—¡Hijo, te ves precioso! —. Su papá lo miraba encantado. Orgulloso del hombre en que se había convertido su pequeñito, el mismo que había llevado en su vientre y que casi le había costado la vida. ¡Había valido la pena!

—¡Tú también estás tan guapo papá! Imagino que estás orgulloso de tu compañero—Jungkook miró a su padre, que sonreía ampliamente.

—Tu papá con los años, no ha perdido ninguno de los encantos que me conquistaron. Para mí siempre será hermoso. Me alegro que estén aquí—Se dirigió entonces a Seokjin—. Es un gusto volver a verte Seokjin y gracias por acompañar a nuestro hijo.

Seokjin no se esperaba que el mismísimo Jeon Hyuk le diera un abrazo cálido. Quedó un poco paralizado, para luego reaccionar de la misma manera, palmeando su espalda.

—Antes que nada, necesito advertirte algo—Jeon Hyuk los llevó a ambos a un lugar un poco más apartado y la pareja lo miró un poco preocupado—. Hoy nos enteramos que las empresas de Park Sang Yeob no están nada bien. No me extrañaría que enviara a su hijo para hacer alguna jugada sucia contigo—miró a Jungkook—. Ellos no han llegado, pero no quiero que te tome por sorpresa.

Park Sang Yeob era el padre de Sang-Ho y desde hacía varios meses sus negocios no iban bien. Y al parecer habían llegado a un punto de quiebre. El padre de Jungkook temía que intentaran acercarse a su hijo, con intereses nada buenos.

Seokjin miró a Jungkook. Sabía que podía ser tonto de su parte, pero todavía tenía un pequeño temor en su corazón. A pesar de toda la declaración de amor de Jungkook antes de salir, todavía desconfiaba de lo que el destino podía hacer con ellos. Una voz conocida que lo llamaba, lo sacó de sus oscuros pensamiento. Era Hoseok.

—¡Al fin los encontré! Mi padre no quería soltarme...oh...—Detuvo sus palabras cuando vio al padre de Jungkook con sus amigos—. Lo siento, no quise interrumpir.

—¡Hyung!, este es mi padre Jeon Hyuk. Padre, él es Jung Hoseok, el responsable de esto...—apuntó hacia su vientre, haciendo que el pobre Hobi, se pusiera de todos los colores posibles.

—En realidad yo sólo hice el procedimiento. No es que en realidad yo..., es decir, él es mi compañero...Min Yoongi.

El padre de Jungkook sonrió ante el aturdimiento del médico y saludó con un apretón de mano a ambos. En ese momento también llegó el papá de Kook, quien saludó a todos, pues ya los había visto varias veces en la clínica.

—Bueno, ahora que Seokjin está más acompañado, me robaré un rato a mi compañero y a Jungkook. Lo siento, pero es necesario para las relaciones públicas...

Jungkook se acercó a su alfa y restregó su nariz en su cuello. Odiaba dejarlo solo, pero tal como decía su padre, para eso eran estas reuniones y él como futuro heredero, necesitaba mostrarse y demostrar que más allá de su denominación, era un líder en quien podían confiar.

Seokjin besó su frente y lo dejó ir. Con cierta preocupación, pero se distrajo rápidamente cuando Hoseok lo tomó para que saludara a su padre.

Después de media hora, había perdido la cuenta de todas las personas que había conocido. Algunos los conocía, de sus cenas médicas, pero otras personas eran totalmente desconocidas. Era increíble que la mayoría de aquellos empresarios eran alfas. Hombres y mujeres que desbordaban feromonas de seguridad y hasta cierta arrogancia. Ahora entendía, por qué el padre de Jungkook lo había criado de la forma como lo hizo. Imaginaba al pequeño y juguetón lobito blanco de su omega en medio de toda esa jauría de lobos grandes y amenazadores. Sin embargo, viéndolo a su lado, hablando de su embarazo no convencional, y además presentando a su alfa de un modo seguro e imponiendo su presencia, no podía dejar de sentirse orgulloso. Probablemente esa era una de las características que más curiosidad había causado en él, al conocerlo. Le gustaba esa dualidad de JungKook. En la intimidad del hogar, era un pequeño cachorrito, que le gustaba enrollarse en sus brazos, pero aquí en la selva, era un lobo fuerte y seguro de sí mismo.

—Lo siento cariño, pero ese jugo de frutas hizo estragos en mi vejiga. Debo ir a los servicios antes de la cena—. Le habló al oído de su alfa, que conversaba animadamente con una pareja de empresarios que acababa de conocer.

—¿Quieres que te acompañe? —. Jungkook puso los ojos en blanco. Ahí estaba su extra-ultra-sobreprotector alfa.

—Estoy completamente seguro que esto es algo que puedo hacer solo. Tú quédate aquí y volveré en un momento—. Besó con suavidad sus labios y se dirigió hacia el fondo del salón, para salir y buscar los servicios higiénicos.

Cuando Jungkook vació con alivio su vejiga y salía del baño, que estaba al final del pasillo donde estaba el salón de la cena, su lobo se puso en alerta. Ese aroma..., aroma a canela. Su corazón se aceleró, cuando al fin lo vio. Ahí en el pasillo estaba Park Sang-Ho. Había pasado más de un año desde la última que habían estado frente a frente, cuando salió del departamento del alfa, luego que éste terminara su relación. Ahí parado a sólo un metro, estaba su destinado, aquel alfa que debía ser su compañero ideal, con quien compartiría el resto de su vida. Aquel con quien debía complementarse..., ahí frente a él estaba el hombre y el lobo de quien había estado enamorado y con quien había convivido por dos años.

—Buenas noches, Jungkook. Te he estado buscando y al fin te encuentro—Sang-Ho, fijó su vista en el vientre abultado del omega y éste instintivamente se llevó sus manos ahí. Como un acto de protección a sus cachorros.

El lobo de Jungkook estaba un poco confundido. El aroma del alfa frente a él, lo hacía sentir bien, y sabía que de alguna manera lo estaba llamando, para que fuera a su encuentro. Sin embargo, era otro aroma el que buscaba. Simplemente se sentó y esperó a que su humano tomara el control.

Jungkook se acercó cautelosamente. Él simplemente podría ignorarlo, pero no era así. Después de todo habían estado juntos por tanto tiempo y realmente necesitaba cerrar cualquier duda que hubiera.

—Buenas noches Sang-Ho ¿Por qué me buscabas? Que yo recuerde no hay ningún tema pendiente entre nosotros.

Al tenerlo tan cerca y mirar a sus ojos, pudo ver expectación en el lobo de su ex pareja, pero a la vez rechazo, cuando éste lo olfateó y notó el aroma de sus cachorros. Sang-Ho también lo miraba con cierta indiferencia y rechazo, aun así, mantenía una sonrisa que era demasiado falsa para sostenerse.

—Veo que seguiste adelante con tu loca idea de ser padre. Entonces los rumores son ciertos...te embarazaste de un donante.

—Lo que yo haga en mi vida privada, no es de tu incumbencia. Sin embargo, para aplacar tu curiosidad y ante esta evidencia—apuntó hacia su vientre—no lo voy a negar. Estoy esperando dos hermosos cachorros.

Y sí, fue una inseminación artificial, con un donante. ¿He satisfecho tu curiosidad?, porque si me disculpas, mi padre y mi alfa me esperan.

Al decir esto último, Sang-Ho abrió sus ojos y sus feromonas se alteraron. Eso sí que era nuevo. Su padre no le había hablado que su omega tuviera un alfa.

—¿Tu alfa? No veo ninguna marca en tu cuello y hasta donde sé, yo soy tu alfa. Y era precisamente por eso que te buscaba. Creo que hemos estado demasiado tiempo separados y es hora de retomar nuestra relación. Incluso estoy dispuesto a aceptar a tus hijos.

El omega no podía creer el descaro del alfa. Y todavía se preguntaba cómo era que ellos podían ser destinados. Su lobo comenzaba a sentirse inquieto e incómodo frente a la presencia de Sang-Ho. Él quería sentir el aroma a chocolate y café que tanto lo reconfortaba.

—¡¿Estás loco?! No te he visto en más de un año y te presentas aquí como si nada, diciéndome ¿qué debemos volver a estar juntos? Sang- Ho, entre nosotros no existe nada. Y lo sabes. Terminó hace un año. Y aunque no tengo una marca, si hay alguien en mi vida. Un alfa al que amo.

—Pero tú y yo somos destinados Jungkook. ¿No era eso lo que siempre decías? Bueno ahora vengo a ti y ya te dije, mi familia y yo estamos dispuestos a aceptar a esos cachorros como unos Park, aun cuando podrían ser hijos de cualquiera...

—Sé por qué haces esto...tu padre está a punto de quebrar y te envió para que mediante nuestra unión, pueda salvar su fortuna...eso es muy bajo...y todavía lo es más que tu haya aceptado. Y sí, éramos destinados, tal vez nuestra química era perfecta..., pero eso cambió Sang-Ho. Nunca me amaste y ahora es tarde, porque yo no siento nada por ti. Tampoco quiero tu apellido para mis hijos ¡son míos!

Al escuchar la forma como Jungkook le hablaba, se acercó al omega y tomó sus brazos con fuerza y comenzó a sacudirlo—¡Serás la vergüenza de la sociedad si no me aceptas! ¡¿Crees que ese alfa con el que te acuestas va a aceptar a esos cachorros bastardos?!

—¡SUELTA A MI OMEGA DE INMEDIATO! —Aquello no había sido una voz, había sido un rugido. Jungkook miró hacia Seokjin y pudo ver sus ojos rojos de ira. En un segundo, su alfa tenía a Sang-Ho entre sus fuertes manos, tirando de él. Y cómo asomaban sus colmillos.

—¡Suéltame imbécil! No me importa quien seas, pero Jungkook me pertenece, es mi omega. E incluso esos cachorros bastardos serán míos.

Sin soltarlo, Seokjin se acercó todavía más al otro alfa, propinándole un gran golpe en el rostro, tirándolo al suelo.

—¡Jungkook no es un objeto! ¡Él no te pertenece! ¡Tampoco es tu omega! Y, por último, ¡no vuelvas a referirte a mis hijos como "bastardos" o te romperé no solo la cara! —Seokjin lo alzó del suelo, con facilidad, ante la mirada asustada del alfa—. Vas a salir de este pasillo ahora mismo. Vas a desaparecer de mi vida, de la vida de Jungkook y si te vuelvo a encontrar tocándolo o tan solo hablándole ¡te mato!

—¡Seokjin, suéltalo, no vale la pena! —la voz autoritaria de Hoseok, hizo que Seokjin reaccionara y soltara al otro alfa que ahora temblaba de miedo.

—Es increíble como te has rodeado de esta clase de alfas...Jungkook..., ni siquiera recuperar la fortuna de mi padre vale el estar con un omega que ha caído tan bajo, como tú.

—Esta clase de alfas como los llamas son mi manada—el alfa se rio burlonamente—sí, sé que tu mente estrecha y "moderna" no lo va a entender. Pero ahora no estoy solo. En realidad, nunca lo estuve, porque tengo a mi familia y tenía a Jimin y Taehyung, pero ahora, hay una fuerza más poderosa todavía, que nos une a mí y a un grupo de personas que nos hace fuertes. ¡No quiero verte más! Tú y yo no tenemos nada en común, más que una triste compatibilidad química. ¡DESAPARECE DE MI VIDA!

Todos se sorprendieron por la forma como Jungkook hablaba. El lobo blanco asomando se veía más grande de lo que siempre se había mostrado. Sang-Ho, todavía no salía de su asombro. Y de pronto, el alfa lo vio. Un hilo rojo, se cortaba frente a sus ojos. Un vació aún más grande que el que siempre había sentido al lado de Jungkook lo invadió. Y al fin lo entendió. Ellos no estaban más unidos por nada. Nada podía conectarlos. Jungkook estaba detrás de los dos alfas que lo protegían con sus cuerpos y sus lobos listos para atacar. Humillado los miró por última vez y salió del pasillo y de la vida del omega para siempre.

—¿Estas bien bebé? —Al escuchar la voz de su alfa, Jungkook se lanzó a sus brazos, necesitaba respirar el aroma, sentir la seguridad...

Los padres de Jungkook llegaron alertados por Yoongi, quien había salido del salón cuando vio a Jungkook y al alfa discutiendo, por lo que se devolvió para buscar a todos.

—Le he pedido a la seguridad del hotel que saquen a los Park de forma discreta. No quiero humillarlos más. Sang-Ho creo que ya recibió lo que merece—. Todos asintieron, Jungkook y su lobo al fin estaban en el lugar correcto. En los brazos correctos. Con su verdadero destinado. Con su gran amor.

A pesar que su padre había insistido para que Seokjin se llevara a Jungkook, éste último había desistido de esa idea. Él era fuerte y nadie iba a arruinar su cena. Luego de recomponerse un momento en una habitación que el hotel les proveyó, volvió abrazado a su alfa al salón, donde la cena recién se servía. Los rumores comenzaban a circular..., sobre como el omega se había enfrentado al alfa. Comentarios de admiración eran los que se escuchaban, llenando de orgullo a todos lo que estaban con Kook.

Esa noche, decidieron ir al departamento de Seokjin. Jungkook todavía se sentía un poco alterado. Luego de la cena y de los rumores, había sido el centro de atención. Todos querían hablar con un omega tan diferente y fuerte. Esa noche, muchos se convencieron que el imperio Jeon estaba asegurado en las manos del omega.

Estaban con sus pijamas puestos, como siempre abrazados y respirando el uno en el otro.

—Sabes Ggukie, siempre he sabido que existe un mundo espiritual, donde nuestros lobos se manifiestan. Todo aquello de nuestro lazo, nuestros destinados..., sé que están ahí. Pero desde que estoy contigo, todo ha sido más claro. He visto nuestro hilo dorado...y hoy vi como tu lobo crecía y rompía el hijo rojo...creo que realmente hemos hecho eso...¿del nuevo destino? ¿Crees que fue coincidencia todo? ¿Encontrarnos?

—Tal vez encontrarnos no..., pero quiero que sepas que la atracción que sentí por ti fue desde el momento que te conocí en aquel ascensor. Pero me enamoré de ti en la medida que nos fuimos conociendo..., en realidad en aquel café... ¿recuerdas? Cuando nos encontramos en el mercado.

Supongo que después de esa charla, sentí que de verdad me gustabas. No era sólo una atracción física o una "fuerza" que me impulsaba a ti. Me gustó Kim Seokjin.

—Lo recuerdo..., sí creo que ese encuentro fue importante. Aunque debo reconocer que fue cuando tomaste mi mano en la sala de procedimientos cuando me di cuenta que eras alguien especial para mí. Pero también, te fui conociendo y me gustó Jeon Jungkook.

El omega se acomodó y puso una mano sobre el pecho desnudo de Jin. Era tan agradable, recordar cómo se habían conocido y cómo poco a poco la curiosidad del uno por el otro los llevó hasta donde estaban ahora.

—Gracias por defender el honor de los cachorros...

—Nadie llamará nunca bastardos a mis hijos—Jin se quedó un silencio un momento sopesando lo siguiente que iba a decir—. Sobre eso...cuando nazcan puedes ponerle tu apellido. Yo seré su padre adoptivo..., pero...

—Nuestros hijos serán Kim. Eso es todo. No hay nada más que decir. No tengo ninguna duda respecto a eso.

Seokjin sonrió y besó los suaves labios de su omega. Se sentía perfecto. Tanto que le daba un poco de pudor ser tan feliz. Ahora respiraba más tranquilo. En unos días sabrían el género de los pequeñitos, y Jungkook conocería a sus madres. Todo era demasiado bueno.

—Jungkook no era necesario que comieras tantos chocolates—. Seokjin se horrorizó al ver la cantidad de envases vacíos que el omega estaba dejando encima de su escritorio.

—Sólo quería asegurarme que ellos mostraran sus cositas...ya sabes...si no se mueven... ¿cómo sabré su género?

—Mi amado omega, esa es una excusa demasiado barata. Yo puedo mover tu vientre para que ellos se muestren. ¡Sólo tenías antojo! No creas que no he visto tu despensa, llena de esos pequeños chocolatitos...

Jungkook mostró su preciosa sonrisa de conejo y arrugó sus ojitos. Seokjin frente a eso, simplemente se derritió. No podía con la ternura de su omega. Era inútil regañarlo o ser objetivo con él. Así que simplemente lo hizo subir a la camilla, para comenzar la ecografía, con la esperanza que sus pequeños quisieran revelarse.

Luego de lo sucedido en la cena empresarial días atrás, habían hablado largamente acerca de su futuro. Seokjin no quería que hubiera malentendidos entre ellos o dudas que quedaran en el aire. Conversaron mucho, en medio de algunas lágrimas, risas y pequeñas discusiones.

Pero finalmente habían decidido muchas cosas importantes. En un mes más, Seokjin se mudaría al departamento de Jungkook. En realidad, era la mejor opción. El omega tenía ahí su nido y estaban cerca de Tae y Jimin en caso de alguna emergencia. Una vez que nacieran los cachorros, buscarían un lugar definitivo para comenzar su hogar. Los pequeños serían inscritos con Seokjin como su padre alfa, por lo que llevarían su apellido. Jungkook se convertiría en su compañero, pues se enlazarían en cuanto el cuerpo del omega lo permitiera. Seokjin seguiría apoyando económicamente a los Lee. Esto último no molestaba a Jungkook. Lo comprendía y lamentaba en el fondo de su corazón, que la pareja de ancianos no hubiera querido ver nunca más al alfa.

—¡Es un cachorro! ¡Es un niño! —Seokjin había comenzado la ecografía y rápidamente había buscado a los pequeñitos. El más grande no había dudado en mostrar todas sus partes, por lo que fue fácil darse cuenta que era un varón.

Jungkook intentaba ver y era en esos momentos que envidiaba el ojo clínico de su pareja, que podía fácilmente distinguirlos en medio de todos esa manchas.

—¡No veo nada! —gruño el omega, él quería verle la cosita a su bebé—. Seokjin con todas su paciencia y amor, intentó mostrarle.

—Lo ves bebé, ahí están sus piernas y ahí está su pequeño pene y un saquito, donde se desarrollarán sus testículos.

Jungkook afinó su vista y algo pudo distinguir. Una pequeña lagrima salió. Estaba emocionado. Era lindo un niño, como primer hijo.

—Ahora vamos a buscar a Dotoli—. Seokjin removió un poco el vientre de Jungkook, el segundo bebé estaba escondido y reacio al parecer, a mostrar su intimidad.

Jungkook comenzó a hablarle a su cachorrito para que no fuera tan tímido y se mostrara. De pronto sintió que Jin había detenido su mano y estaba apretando su vientre.

—¡Ggukie! ¡Dotoli es una cachorrita..., ¡Oh, mi amor, lo hiciste tan bien! Ya tenemos nuestra primera parejita.

Jungkook sonrió y lloró a la vez. "Nuestra primera parejita" sonaba a una promesa de un futuro con muchos más cachorros..., un futuro que él y Seokjin estaban construyendo.

—¡Esto es maravilloso! Tenemos que contarles a todos. Lástima que ahora debo volar a una reunión en la oficina o Mark me asesinará. No quiero dejarte—Jungkook hundió su nariz una vez más en la glándula de olor de Seokjin, con sus brazos rodeando su cuello, mientras el alfa intentaba todavía limpiarle el vientre y subirle los pantalones.

—Cariño...bebé...déjame arreglarte...te prometo que intentaré salir rápido de clases e ir a casa lo antes posible. Pero prométeme que no me esperarás despierto. Debes descansar Ggukie.

—Lo prometo. Pero estoy nervioso...con eso de celebrar tu cumpleaños con una cena donde tus mamás. Ellas... ¿me van a querer?

—Ellas ya te quieren. No paran de hablar de ti y de sus ganas de conocerte. Creo que hasta Chi Yeol se siente aliviado de ya no ser el foco de atención todo el tiempo.

A pesar de las palabras de Seokjin, Jungkook todavía no estaba seguro. Sabía que además de su alfa, Chi Yeol y Namjoon les habían hablado de él y de cómo los cachorritos habían sido concebidos. Y eso lo asustaba. Tal vez ellas no estarían de acuerdo en recibir como propios a dos nietos que no llevaban su sangre. Sin embargo, era un día para estar felices y no quiso dejar preocupado a su alfa, que todavía debía cumplir una larga jornada laboral, además de sus clases. Le dio un largo beso, que Seokjin respondió de inmediato, dejando suaves mordidas en su cuello. Lo acompañó fuera de su oficina, Jungkook se despidió de Hyo Yoen, no sin antes infórmale la feliz noticia.

—Jungkook-ah se ve tan feliz. Y me alegro mucho que usted también lo esté—Su secretaria lo miró con una sonrisa cómplice. Era un secreto a voces, que Jin adoptaría a los cachorritos apenas nacieran—. En unos minutos llegará su próximo paciente, pero el doctor Jung me pidió que fuera un momento a la sala de reuniones. El nuevo doctor ha llegado.

Seokjin había olvidado completamente que Choi Yeonjun se integraría al equipo. Era su compañero en el doctorado en la universidad y al fin llegaría alguien para aliviar sus pesadas agendas. Se dirigió entonces hacia el piso de la sala de reuniones. Al entrar, ya estaban Yoongi y Hoseok.

—Amigo, había olvidado que hoy llegarías. Estaba con Jungkookie. ¡Serán un cachorro y una cachorra!

Los tres fueron a felicitarlo y las risas se sentían desde afuera, por lo que cuando la puerta se cerró de manera fuerte todos voltearon a mirar.

Soobin estaba parado ahí, con el ceño fruncido. Odiaba esas demostraciones de afecto que tenían el grupito del cual él no formaba parte. Iba a decir algo desagradable, cuando se percató de la presencia de una cuarta persona.

—Doctor Choi, te estábamos esperando. Queremos presentarte a Choi Yeonjun, es el nuevo médico que se unirá a contar de hoy a Clínica Hope.

Soobin se acercó al grupo y por un momento su serio rostro se descompuso. Tenía ante él, un beta de más de un metro y ochenta centímetros, que lo miraba con una sonrisa resplandeciente.

—Buenas tardes doctor Choi, es un placer conocerlo. Hoseok me ha hablado grandes cosas acerca de usted. Me alegro mucho de tenerlo de colega.

Soobin miró a Hoseok que como siempre sonreía. Se preguntó qué es lo que le habría contado al bonito beta. ¿Sabría de todo su escandalo con Seokjin y su omega?

—Yeonjun es mi compañero de estudios—. Soobin miró entones a Seokjin y su rostro se ruborizó. Era obvio que el doctor Choi sabía todo.

—Espero que sólo haya escuchado lo bueno........ Fue todo lo que pudo salir de su boca.

—Seokjin y Hoseok me dijeron que era un gran doctor, a pesar de estar recién titulado. Si puedo ayudarlo en cualquier cosa, cuente conmigo.

El omega seguía un poco embobado con el beta. A pesar que no tenía ningún aroma, su perfume era masculino y agradable. Además de sus labios tenía unos bonitos labios.

Hobi comenzó entonces a explicarle a Yeonjun todo el funcionamiento de la clínica, pero luego de hablar por diez minutos, pudo percatarse que no estaba siendo escuchado un cien por ciento, pues al parecer, al nuevo doctor lo estaba distrayendo cierto omega. Como siempre, Yoongi con su natural percepción le dio una pequeña patada, como solía hacer, cuando quería llamar la atención de su alfa y le habló a través de su lazo, "dejemos que los nuevos tortolitos se conozcan mejor. Estoy seguro que Soobin podrá explicarle mejor que tú, cómo funciona la clínica". La intromisión en su cabeza hizo que Hobi se distrajera completamente de lo que estaba diciendo, lo que causó en Seokjin una fuerte carcajada, que hizo al omega y al beta volver del mundo al cual se habían ido....

Jungkook también sonreía cuando Seokjin le contó sobre aquello. Si de algo estaba convencido en el último tiempo, es que las cosas sucedían por alguna razón. Y aunque los betas no tenían parejas destinadas, todavía pensaba que el destino había llevado al amigo de su alfa a trabajar a la clínica. Tal vez podría convertirse en la persona que pudiese llegar a darle a Soobin, el amor que siempre había esperado.

—¿Crees que ellos puedan terminar juntos? —Jungkook estaba en la cama cómodamente recostado sobre el pecho de su alfa, quien acariciaba con cariño su cabello. Jin había terminado sus clases no tan tarde, lo que le permitió encontrar a su omega despierto.

—No lo sé. Son muy diferentes. Soobin es frío y Yeonjun es todo calidez y sonrisas. Tal vez ambos se necesitan para equilibrar sus personalidades ¿no crees?

—¿Crees que tú y yo somos muy diferentes? —preguntó Jungkook. En realidad, no era algo en lo que hubiera pensado. Sabía que con Sang-Ho si había diferencias de carácter y modos de pensar, pero con Seokjin siempre habían tenido muchas cosas en común, como el querer correr como lobos, comer cosas deliciosas, ver series en la televisión...quizás eran cosas cotidianas, pero JungKook sentía que sobre esa cotidianidad se había formado su relación. Después de todo, las pequeñas cosas eran las que importaban.

—Creo que no somos demasiado diferentes. Soy un poco más maduro que tú—Jungkook lo golpeó con cariño cuando escuchó eso—. ¡¿lo ves?! Eres un bebé...hablando en serio..., eres más testarudo que yo...más ordenado y siempre tienes tus ideas claras. Ambos nos volvimos a

levantar a pesar de perder algo que queríamos y ahora estamos aquí...juntos.

—Te amo, ¿lo sabes cierto? —Jungkook comenzó a buscar su boca para besar y Jin se la dio sin dudar. Tomó a su omega y lentamente lo acarició. Esta noche iba a hundirse en ese precioso cuerpo, iba a tomarlo y hacerle el amor. El omega se dejó acariciar. Dejó que Seokjin lamiera su cuerpo desde el cuello hasta sus muslos. Dejando suaves besos en la punta de su pene, haciéndolo estremecer. Jin sintió como el exquisito aroma al lubricante natural comenzaba a aflorar. La entrada de su Jungkook se abría y mojaba para él y no dudó en ponerlo en cuatro en la cama, para tomarlo con calma, con cariño. Cuidando esas preciosas vidas que crecían en su vientre. Acarició su espalda, besó con devoción su columna vertebral hasta que lo penetró. La humedad lo recibió con calidez y el suave apriete sobre su miembro hizo que cerrara los ojos.

Adoraba a su precioso omega. Todo en él, era perfecto, sus gemidos, su cuerpo glorioso, su entrada húmeda y apretada. Bombeó con suavidad, dejando que Jungkook disfrutara el placer de la penetración y el roce de su útero y próstata. Estaba fascinado y anonadado con el placer que estaba recibiendo. Eso era lo maravilloso en su relación con el omega.

Dar y recibir sin límites, sin egoísmos.

Jin sintió como el orgasmo los alcanzaba y apuró el ritmo. Jungkook gemía su nombre, sostenido en los brazos de su alfa. Dos embestidas y ambos vieron brillar a sus lobos y el precioso hilo dorado que los unía. El placer tocando sus cuerpos y sus almas. Seokjin no lo anudó, porque el embarazo estaba avanzado, por lo que, con cuidado, lo recostó. Lo limpió, lo besó y lo acurrucó en sus brazos.

Habían sido días difíciles, con pruebas y situaciones complicadas, pero las habían superado. Y ahora sólo quedaba esperar la llegada de los pequeñitos, que volverían a revolucionar sus vidas, pero de la mejor forma posible.









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