Capítulo 54

Hola, lamento el retraso, pero espero disfruten de estas últimas actualizaciones al igual que yo. Antes de iniciar, anexo la imagen del vestuario y maquillaje de Astrid para el campeonato, por si en la explicación no me doy a entender xd. 

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Hipo sonrió una vez más antes de guardar la cajita pues, aunque la prensa casi le arruinó su sorpresa, debido al modo en que dijeron la noticia, pareció más una suposición hecha por fans que la verdad. Por lo tanto, al estar completamente tranquilo, se dirigió a la habitación de su hermano para hablar con él.

-Hola Tooth- lo saludó con alegría desde el marco de la puerta, pero al verlo cabizbajo, borró la sonrisa de su rostro- hey ¿qué tienes?

- ¿Hipo?, ay, ¿en qué momento entraste? -preguntó el pelinegro limpiándose con rudeza las pequeñas lágrimas que habían brotado de sus ojos.

- ¿Estás bien? -cuestionó sentándose a su lado.

-Sí- dijo en un hilo de voz, pero como sabía que no le había creído, resopló con cansancio- no, es que, ya casi es el primer aniversario de papá y el primer Snoggletog sin él... y no sé, será raro.

-Lo sé- contestó consolándolo con un abrazo- también lo extraño y todavía me cuesta creer que ya no está aquí.

-No puedo dejar de pensar en que esa mañana pudimos...

-No Tannlos, no te hagas esto- pidió interrumpiéndolo con sutileza- tienes que recordar que hizo lo que tenía que hacer para mantenernos a salvo; decisión que no podemos cuestionarle, porque ahora ya no se puede defender.

-Lo tengo presente- aceptó abrazándose más a él- pero ¿por qué tiene que doler tanto amar?

-Porque es parte del trato, papá siempre solía decirlo, ¿recuerdas? -soltó y al recibir un tenue asentimiento, sonrió al ver que Storm había llegado y entrado al cuarto- pero también tienes que recordar que no hay mayor regalo que eso- agregó soltándolo y poniéndose de pie para que la Hofferson tomara su lugar.

En cuanto Toothless vio a su novia, no dudó en refugiarse en su pecho mientras esta le acariciaba el cabello con cariño. Hipo ante esa escena, decidió dejarlos a solas, no obstante, regresó un rato después para saber si su hermano se sentía mejor.

- ¿Y Toothless? -preguntó extrañado al ver solamente a Storm recostada en la cama.

-Aquí- le anunció la chica quitando la manta que la cubría de la cintura para abajo, revelando así al pelinegro, quién estaba plácidamente dormido en su regazo.

- ¿Ya está mejor?

-Sí, se había puesto melancólico por haber soñado con su cumpleaños número 13. Me dijo que fue uno de los mejores días de su vida, ¿a qué se debió?

-Lo sorprendimos llevándolo a un parque acuático... esos fueron buenos tiempos- explicó con media sonrisa.

-Entiendo, pero quédate tranquilo, está bien, solo le avergonzó venirse abajo frente a ti.

- ¿Por qué? es decir, es mi hermano- dijo sin entender.

-Quiere protegerte y tomar un poco el papel de tu padre.

-Ay, ¡por el amor a Thor!, ese no es su trabajo, sino el mío. Cuando puedas, díselo por favor.

- ¿Estás seguro de querer cargar con esa responsabilidad solo? -cuestionó con asombro.

-No es ninguna carga cuidar de mi familia. Mi padre me dio la tarea personalmente de velar por ellos si llegaba a faltar algún día, así que, no voy a decepcionarlo.

-De acuerdo, se lo diré. Aparte, es más que obvio que siempre serás el modelo a seguir de Toothless.

- ¿Él te dijo eso?

-Sí, pero no le digas que yo te dije, porque lo negará para evitar avergonzarse- pidió risueña.

-Gracias Storm, bueno, pero hablando de responsabilidades, tengo algo que hacer. Te veo después, ah, y si tienen hambre para cuando el bello durmiente despierte, en la cocina hay pasta y cordero.

-Te lo agradezco. Oye, más tarde veremos una película, por favor acompáñanos, ya que tu hermano de seguro elegirá una de terror y todavía no me repongo de la última vez- suplicó, pues como Astrid y Toothless amaban el cine de terror a diferencia de Hipo y ella, en una ocasión fueron víctimas de una broma en la cual les hicieron creer que estaban viviendo un poltergeist pasando la media noche.

-Seguro, tampoco lo he olvidado; debemos estar juntos en esto- prometió sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al recordar que por esa noche no pudo dormir hasta que empezó a alumbrarle la luz del amanecer.

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Llegado el viernes, Hipo se dirigió a la empresa Haddock a ayudarle a su madre, pese a estar deseoso de disfrutar el fin de semana para reponer sus horas de sueño. Aunque, suspiró con tristeza al recordar que normalmente esos días eran los que más aprovechaba para estar con Astrid, a quién cada día extrañaba más. Resultó ser que el mensaje que le mandó antes de irse al museo, fue lo último que supo de ella, ya que, desde entonces, Francia estipuló la restricción de celulares para los patinadores por considerarse un distractor, pues de tenerlos navegando en las redes sociales a ponerlos a hacer actividades recreativas, eligieron lo segundo. Así que aquello le dejó con un horrible vacío en el pecho, en especial porque jamás habían dejado de hablar desde que se conocieron.

En fin, bufó por lo bajo cuando completó un bonche de facturas, pues ni el trabajo lo hacía quitarse de la cabeza los ojos azules de su lady. Pero debía hacerlo, porque ella estaba disfrutando de su estadía en Francia como para que él estuviera con aire taciturno todo el día. Al terminar la parte más complicada, bostezó y se estiró perezosamente sobre su silla mientras internamente agradecía haber concluido la carrera técnica que tomó por obligación de su padre, pues de no haberlo hecho, su madre habría tenido mucho trabajo para ella sola. No obstante, harto de ver ya tantos números, fue por una botella de agua, pero al volver a su lugar, abrió los ojos con sorpresa al ver que estaba recibiendo una llamada de la rubia, la cual aceptó de inmediato.

- ¡Mi lady! no tienes idea de cuanto anhelaba escucharte, ¿cómo estás?

-Hola Babe, ¿ocupado? -preguntó la chica sin muchos ánimos, a diferencia de él.

-No, ¿pero qué pasa?, te escucho diferente.

-Nada, solo estoy estresada. Fergus y Magnus han tratado de tranquilizarme, pero la verdad es que es inútil; esto está siendo más fuerte que yo.

-Astrid, toda tu vida te has enfrentado a las críticas, y conforme a los años, has demostrado que estas no te representan. Mereces estar en el campeonato, porque eres una sobreviviente. Tienes que continuar en la lucha, mostrar tu historia y demostrarle al mundo que sí se puede hacer lo imposible.

-Gracias. Me hacía tanta falta escuchar tu voz... no sabes cuanto te extraño, Hipo.

-Yo también te extraño y mucho- confesó con un nudo en la garganta.

-Pero, una semana más y podré verte- comentó más entusiasmada- por cierto, por ahí me enteré de que el mural de los equinos está quedando muy bonito.

- ¿Cómo lo sabes? ... ¡Espera!, ¿Fuiste tú quién envió a los gemelos a espiarme?

-En mi defensa yo solo les pedí que fueran a verte un ratito, pero quizá mis instrucciones se distorsionaron en el camino, ya que, le pedí a Magnus que le dijera a Storm que les dijera a los gemelos que hacer, lo siento- explicó con gracia.

- ¡Pues vaya que así fue!, parecían mis guardaespaldas y solo corriendo a refugiarme en la empresa fue como me dejaron en paz. Gracias por eso- devolvió en una carcajada.

-Ya, bueno. A la siguiente te mando otros espías más calificados.

-Sabes que puedes preguntármelo directamente a mí, ¿verdad?

-Lo sé, pero no quiero distraerte de tu trabajo... oye.

- ¿Sí?

-Te amo.

-También te amo.

-Me tengo que ir, me encerré en el baño para poder hablarte y, si te soy honesta, no es muy cómodo aquí. Trataré de mandarte un mensaje más tarde, ¿está bien?

-Sí, pero no te preocupes por eso, no te metas en problemas. Me alegra que pudiéramos hablar.

-A mí también, gracias por estar para mí.

-Siempre.

A pesar de que la llamada fue efímera, fue lo necesaria para ya no sentir ni una pisca de vacío, por lo que, con ese nuevo estado de ánimo, terminó de juntar las actualizaciones que le daría a su madre sobre el seguimiento de los movimientos financieros de la empresa.

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Dos días después, Hipo se dirigió al museo, dónde tras saludar a los dueños, se puso los audífonos y sin más distractores a la vista, comenzó a trabajar. Las líneas base habían sido completadas desde hacía mucho, y dado a que ya estaba terminando los detalles de luz en los equinos, optó por prestarle atención al paisaje, teniendo siempre a su lado como referencia la pintura original para no equivocarse.

De tan concentrado que estuvo en su labor, no fue consciente del tiempo, solo hasta que su estómago le demandó ingerir algo de alimento. Al guardar sus cosas y mostrarle a sus "jefes" que la réplica estaba casi lista, abandonó el lugar, pero mientras se dirigía a casa, sonrió al ver un mensaje de su hermano en el que le agradecía por ayudarlo en los últimos detalles de su aniversario con Storm, el cual se estaba llevando a cabo justo ahora. Tras ir a un restaurante, los chicos irían a la heladería donde fue su primera cita como amigos, para luego acabar la velada en un hotel; una vez le respondió, guardó su celular y, apenas llegó a su hogar, comió rápidamente antes de quedarse profundamente dormido al tocar la cama.

Al día siguiente, el castaño se despertó mucho antes de lo habitual y con más energía, tanto que se preparó un desayuno digno de la creación de un chef. Debido a que estaba solo y que hacía mucho frío, al prepararse una taza de café, fue a sentarse a la sala para empezar a leer el segundo libro de la trilogía que había comprado. Sin embargo, cuando estaba por llegar a la página veinticinco, escuchó como abrían la puerta lentamente, para luego ver a un Toothless y Storm entrar a untaditas.

-Vaya, ¿ya acabaron? -les preguntó con burla a fin de hacerles saber de su presencia.

- ¡¡Hipo, esas cosas no se dicen así sin más!! -exclamó el avergonzado pelinegro.

- ¿Qué?, es una simple pregunta- respondió tranquilamente mientras pasaba a la siguiente hoja de su lectura.

-Yo te la contesto, pero primero, me voy a sentar- dictaminó Storm dejándose caer en uno de los sillones- ya que alguien hizo que amaneciera con un horrible dolor de piernas que no me deja caminar con decencia- agregó en reproche.

- ¡¡Siri!!, dijiste que no ibas a decirle sobre eso y que buscaríamos una solución solos- regañó Toothless sumamente ruborizado.

-Lo siento amor, pero no quiero que mi padre te mate por saber lo que hicimos. Prefiero pedirle ayuda a un profesional, a quién mi padre considera un santo, cuando no lo es.

-Bueno sí, mejor cuéntale. No quiero morir hoy- aceptó apurado.

- ¿Experto yo? -preguntó Hipo con extrañeza- a ver, ¿me están queriendo preguntar qué hacer por habérseles pasado la mano ayer en la noche?

-Sí, vamos, Astrid y tú lo hacen con mucha intensidad y han sabido ocultarlo bien. Como esa vez de la boda en Berserker, no creas que no los escuchamos- reveló atreviéndose a mirarlo con burla, provocando que este abriera los ojos de par en par.

¿En qué momento se le ocurrió a su novia dejarlo solo?, pensó el pobrecito Hipo, ya que sabía que, al ella no estar disponible, Storm no tenía a quién recurrir por un consejo de ese tipo. Y bueno, con respecto a Toothless, no tenía opción; él lo orientaba en lo que necesitara.

-Los dioses me odian- susurró por lo bajo antes de mirar a la atenta pareja que esperaba su respuesta.

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El castaño se frotó el rostro por décima vez en el día al término de la conversación con Storm y Toothless, pero por suerte, no duró tanto como para sonrojarse, aun así, al estar en su cuarto, soltó un suspiro de alivio antes de escuchar el sonido de su celular.

- ¿Magnus? -llamó con cierta preocupación al aceptar la llamada- ¿Astrid está bien?

-Hola Hipo, tranquilo, ella está bien dentro de lo que cabe; han sido días difíciles.

-Lo imaginé, no hace mucho me habló por la tarde y me dijo que estaba estresada.

- ¿Cuándo?, ¿La vez que se fue al baño a mitad de un entrenamiento?

-No sabía eso, pero sí. ¿Acaso se metió en problemas?

-No, es solo que...

- ¿¡Qué Magnus!? -gritó interrumpiéndolo- odio las pausas, no me asustes. ¿Qué le ocurre?

-Está muy apagada. Ella dice que no, pero su mirada es diferente a la que conozco. Se ha concentrado tanto en hacer las cosas perfectas que no está durmiendo bien, ha bajado de peso, más que el que debía tener para la clasificación y ya no sonríe. La llevaron a una evaluación psicológica, así como al resto de concursantes y el terapeuta dictaminó que lo mejor para todos era descansar uno o dos días, según sea el nivel de estrés y ansiedad que están manejando.

- ¿Y qué le recomendaron a ella?

-Un día. Pero ya sabes lo terca que es; no quiere dejar la pista ni un minuto. Y bueno, además de contarte todo esto, también se les exigió a los organizadores del Campeonato que dejaran que algún familiar los visite antes de lo previsto para tratar de ayudarles. Y como sé que tú eres el que le hace más falta, ¿crees que puedas viajar hoy por la noche?

- ¿Astrid sabe de esto?

-No.... uhm, pero ¿sí puedes o para no presionarte quieres que le diga a alguien más que venga?

-No, no, no, claro que puedo ir, voy a ir a empacar mis cosas ahora mismo- aseguró de prisa.

-De acuerdo, muchas gracias Hipo. En un momento te mando tu boleto de avión por correo electrónico.

-Gracias a ti Magnus, te veo en Francia.

-Ten buen viaje, nos vemos.

Tras colgar, fue por su maleta y, al informarle la situación a su madre, optó por hacer un par de llamadas para arreglar unos pendientes con los dueños del museo y cuestiones escolares antes de dejar el país. Ya estando en el aeropuerto, fue despedido por su familia y, al cabo de unas horas en las que trasnochó, arribó a la terminal de Francia.

Recogió su equipaje, pero mientras buscaba a Magnus, ya que le había prometido que iría por él, por ir distraído del flanco derecho, chocó por accidente contra una persona que estaba a la salida del aeropuerto.

-Disculpe, no me fijé por donde iba- soltó de inmediato con nerviosismo.

- ¿Hipo?

- ¿Niels? -saludó con asombro- asumo que vienes por la misma situación que yo, ¿no? -preguntó a la vez que le ayudaba a recoger unos papeles que le tiró al chocar.

-Supongo que sí, nunca creí que Eret vomitaría por el estrés- le relató con tristeza- ¿cómo está Astrid?

-Padece insomnio y problemas de bajo peso.

-Ay no, pobrecita. ¿Y ya tienes un plan para tratar de hacer que se mejore?

-Pensaba llevarla a comer, ¿por qué no nos acompañan Eret y tú?

- ¡Estupenda idea!, gracias, acepto la invitación -aseguró con una sonrisa.

- ¡Odín, ya llegaron! -interrumpió Hansen corriendo a donde ellos tras haberlos buscado entre la multitud- vámonos, que ya quiero tomar un descanso de todo esto.

-Hola, te seguimos.

Dejadas las maletas en el hotel donde se hospedarían, y tras asegurarles que no había problema que se quedaran con sus respectivas parejas, Magnus los condujo a la arena de entrenamiento.

-Acabando este ensayo, Astrid y Eret son todos suyos. Son mis hermanos y los quiero, pero en este momento lo que más deseo es tenerlos lejos de mí- les confesó el patinador mientras atravesaban los pasillos- no permitan que entrenen ya hoy. Y por favor, ¡nada de sexo!, no quiero que tengan piernas de gelatina por la mañana. Así que, se me buscan otros distractores, ¿quedó claro? porque donde me entere que intimaron, los castro- añadió con el ceño fruncido, a lo que obtuvo asentimientos rápidos y avergonzados por su parte.

Después de tales aclaraciones, Hipo se adentró a la arena hasta tener en su campo de visión la perfecta imagen de su novia, quién se movía con destreza y seguridad por el hielo. Al observar que ejecutaba el famoso Triple Axel, sonrió, aunque, al verla ligeramente más demacrada que en el último entrenamiento que presenció, borró su expresión y se acercó a la pista.

Por otro lado, cuando Astrid llegó al final de la coreografía, se giró hacia dónde se supondría estarían los jueces, no obstante, dejó de pensar en todo lo relacionado al patinaje al ver a su querido novio frente de ella. Se aproximó a la orilla mirándolo estupefacta y, al comprobar que no se trataba de una ilusión, corrió a abrazarlo, para luego esconder el rostro en su cuello, inhalar el aroma de su perfume y sentir la calidez que siempre emanaba.

-Estás aquí- susurró débilmente la rubia sin terminar de creérsela- por Thor, de verdad estás aquí.

-Sí y no me iré a ningún lado- musitó de vuelta acariciándole el cabello.

-No he dejado de extrañarte ni un solo día.

-Tampoco yo, siempre estuviste en mis pensamientos- mencionó separándose para verla a los ojos- vamos, regálame una sonrisa- agregó cariñosamente, a lo que esta le obedeció de manera sutil- Astrid, Magnus me pidió que viniera antes porque está preocupado por ti; no quise creer lo que me dijo, pero ahora sé que es verdad. Estás más delgada, pálida y apenas y pudiste sonreír... por favor, vamos a distraernos; quiero que mi valkiria esté mejor.

-Solo si ya no te apartas de mi lado- afirmó uniendo su frente a la suya a la vez que suspiraba por lo bajo al saber que estaba siendo incongruente con los consejos que siempre le daba sobre cuidar de sí mismo.

-Estaré contigo; mis maletas ya están en tu habitación.

-Bien, deja me cambio el calzado- declaró quitándose los patines y, al hacerlo, lo tomó de la mano para dejar la arena de entrenamiento ante las miradas de los Hansen, quiénes por fin respiraron tranquilos.

Tras un breve intercambio de miradas, se encaminaron a un parque con vista a la Torre Eiffel. El castaño se sentó recargando la espalda sobre el tronco de un árbol, mientras que ella en el espacio de entre sus piernas. Al ser rodeada en un abrazo por detrás, la rubia inhaló aire con fuerza tratando de mantener sus manos quietas, pues no había parado de moverlas desde que dejó la pista.

-Mi lady, cuenta hasta diez y respira hondo. Cierra los ojos y escucha mi voz- le susurró al oído depositando besitos en su cuello- solo pon tu mente en blanco y, cuando termines de contar, hazlo de nuevo hasta que dejes de escuchar los ruidos del exterior... yo estoy aquí.

Dejándose llevar por los labios sobre su piel, Astrid se relajó hasta casi quedarse dormida, sin embargo, no lo hizo, pero sí que intentó meditar por al menos quince minutos. Mientras tanto, Hipo aprovechó la ocasión para observar su clavícula con un ceño de preocupación en el rostro al apreciar más de cerca su delgadez, es decir, todavía poseía un cuerpo envidiable, el cual a simple vista parecía normal, pero dado a que él había memorizado cada parte a través de sus manos, le era obvia la diferencia.

- ¿Te sientes mejor? -cuestionó un rato después cuando la vio estirarse perezosamente entre sus brazos.

No obstante, la rubia no respondió con palabras, sino que, atrapando sus labios con los suyos. Dioses, probar de nuevo el sabor de su boca se sentía tan bien, pensó esta esbozando una sonrisa entre el beso. Dejándose llevar un poco más, se giró para enredar las piernas en su cadera y los brazos a su cuello, mientras él la abrazaba por la espalda baja. Pero, antes de siquiera pensar en continuar, rompió el contacto; acción que la hizo sentir como sus alientos chocaban entre sí al tratar de recuperar el aliento.

-Gracias a ti, sí- comentó acariciándole la mejilla.

-Me alegro, oye ¿tienes hambre? -preguntó de forma distraída acariciándole el labio inferior con ayuda de su pulgar.

-Un poco.

-Entonces vámonos, busquemos un restaurante.

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Tras reunirse con Eret y Niels para comer, dónde incluso la rubia disfrutó de una tarta de frutos rojos, Hipo la llevó a la rueda de la fortuna. Estando en la cima, fueron testigos de cómo el sol se ocultaba y la ciudad se llenaba de luces resplandecientes que le daban vida a la noche, y al regresar al hotel, apenas este vio la cama, se recostó en lo que la esperaba a que saliera del baño, ya que había ido a ducharse.

-Dioses, tu cama es tan cómoda- sinceró soltando un suspiro de alivio cuando la vio salir en toalla y dispuesta a tomar su pijama.

No obstante, al estar a punto de desnudarse, Astrid sintió el fuerte latido de su corazón, no por estar así frente a él, sino que por estar ocultando un secreto en su cuerpo. Pero, como sabía que no podía hacer nada, bufando por lo bajo, comenzó a vestirse, o al menos hasta que el castaño la sujetó de la cintura, justo en la zona donde tenía un gran moretón a causa de una caída en el entrenamiento.

- ¿Hace cuánto tienes esto? -le preguntó con seriedad.

-Desde ayer- respondió sin atreverse a mirarlo a los ojos.

Haddock no dijo nada después de eso, únicamente se alejó para dejarla continuar con su tarea. Pero al verla querer irse a la cama con la cabeza gacha, la atrajo hacia su cuerpo con un abrazo.

-Hipo, yo...

-No tienes porqué disculparte- comentó interrumpiéndola con sutileza- entiendo la razón de quedarte callada. Ven, vamos a la cama a seguir hablando de esto.

-Gracias, pero sí tengo que confesarte algo. Estoy estresada no solo por la competencia...- sinceró una vez estuvieron bajo las mantas.

- ¿Entonces?

-El dolor en mi rodilla regresó.

- ¿Desde cuándo? -cuestionó acariciándole la mejilla.

-Inicios de semana. Lamento no habértelo dicho, pero creí que con el medicamento sería suficiente.

- ¿Es como al principio?

-No, duele mucho menos. Y antes de que preguntes, no, no le he dicho a nadie, más que al médico de aquí, quién me dijo que, si no había inflamación, podía seguir. Pero tengo miedo, no quiero quedar fuera un día antes de la competencia.

-No lo harás, confía en mí.

- ¿Qué te hace estar tan seguro?

-Intuición; confío en lo que veo y, eso eres tú.

-Muchas gracias...

-De nada. Ahora, vamos a dormir, ¿te parece bien?

-Sí, buenas noches Babe.

-Buenas noches Mi lady.

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- ¡Haddock, Hofferson!, ¡Arriba! -gritó Magnus desde afuera de la habitación a la mañana siguiente, dado a que ninguno respondía sus celulares- ¡voy a entrar!, ya sé que tuvieron sexo y lo pagarán caro- agregó abriendo la puerta de golpe al no recibir una respuesta, encontrándose así a un adormilado castaño que se tallaba los ojos con pereza y con una dormida rubia que se refugiaba en su pecho.

-Siento no haberme levantado a abrirte, recién voy despertando- explicó Hipo soltando un bostezo y mirándolo con ligera vergüenza por lo que dijo con respecto al sexo; sexo que claramente no hubo.

- ¿Astrid está mejor?

-El insomnio desapareció por esta noche, así que supongo que sí.

-Menos mal. Bueno, yo venía por ella para entrenar, pero puedo esperar un rato más a que despierte, ¿la llevas en una hora a la arena? -preguntó con una pequeña sonrisa.

-Claro, allí estará.

-Perfecto, gracias.

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Estando ya el castaño en las gradas viendo el entrenamiento de Astrid, se alegró al verla de mejor ánimo; lo que sea que le hubiera dicho anoche, pareció haberle sido de utilidad.

-Gracias por todo lo que estás haciendo por ella, Hipo. Desde viajar de emergencia, a aceptar quedarte a todo su entrenamiento- le comentó Magnus sentándose a su lado.

-No tienes porqué agradecerme nada, sabes que lo hago con gusto.

-Sí, sí, lo sé, lo haces por amor- dijo rodando los ojos con diversión, obteniendo una sonrisa apenada a cambio- por cierto, los Hofferson y tu familia ya llegaron a Francia, estarán aquí en una hora. Así que, si quieres darle una sorpresa a la rubia en el último día antes de la competencia, cuando acabe la práctica, llévala al restaurante Le Petit Resto, ahí estarán todos esperándolos.

-Sabes que es curioso... dices que yo hago muchas cosas por ella, cuando tú prácticamente la cuidas y proteges como tu hermana de sangre- resaltó con gracia- u organizar una comida sorpresa para que no esté estresada.

-Sí bueno, lo hago de corazón, además se lo prometí a Erick hace mucho tiempo.

- ¿Eras muy cercano a sus padres?

-Sí, eran mis padrinos. Y en cierto sentido religioso, Astrid y yo podríamos llamarnos hermanos, así que espero estar haciendo mi trabajo.

-Lo haces- aseguró dándole una palmadita en la espalda antes de ver a la chica ejecutar por quinta vez el final de su coreografía.

Tras ejecutar de manera pulcra el salto de cierre, la rubia se colocó sus protectores y al salir del hielo, le dio un enorme abrazo a su entrenador.

-Escúchame Hofferson, ya tienes dominada la pieza. Te he entrenado desde niña y no podría estar más orgulloso de ti por lo lejos que has llegado. Pase lo que pase mañana, ya eres una ganadora para mí, por tanto, no me queda más que decirte que este es el final del camino, hoy es tu último entrenamiento para esta competencia, porque mañana iremos a la batalla- externó Fergus devolviéndole el gesto con cariño.

-Gracias por seguir siendo mi guía todos estos años. Además de ser mi entrenador y padrino, sabes que eres como un padre. Mañana saldré a entregar el corazón y te prometo que daré lo mejor. Te quiero.

-Y yo te quiero a ti. Ahora ve a disfrutar del resto de la tarde.

- ¿Estarás conmigo mañana todo el tiempo, verdad?

-Hasta que salgas de la pista con la gente gritando tu nombre.

-Gracias, te veo después- mencionó sonriente antes de cambiarse y caminar hacia Hipo para dejar la arena de entrenamiento, pero no sin antes despedirse de Magnus con un abrazo.

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Cuando Astrid se reunió con Storm y sus tíos en el restaurante, no pudo evitar conmocionarse, por lo que, tras ponerse al día con ellos, especialmente con su prima, disfrutaron de la velada, la cual estaba siendo más que perfecta, o bueno, casi, puesto que apenas Toothless descubrió que tenía un gusto interesante por el vino tinto, no dejó de consumirlo y dejarse llevar por su sabor.

Sin embargo, al caer la noche, empezó a marearse. Así que, intentando no arruinar el final de la sorpresa de su cuñada, se puso de pie con el fin de ir al baño a mojarse el rostro y que el efecto del alcohol se le pasara. Pero, al caminar de regreso, estuvo a punto de caerse, de no ser por Storm que apareció por ahí para sostenerlo por la espalda; por desgracia, como la chica no contaba con la misma fuerza que la Hofferson mayor, terminaron cayéndose al suelo.

- ¡Auch!, corazón ¿estás bien? -le preguntó intentando levantarlo inútilmente.

-No sé amor, el mundo está dando vueltas; perdón por tirarte, no fue mi intención- se disculpó el pelinegro tratando de ayudarla a ponerse de pie, pero sus piernas no le respondían como quería.

-No te preocupes, no me lastimé, pero tengo que ir por ayuda para llevarte al hotel.

- ¡No, amor!, no me dejes solo. La oscuridad me aterra y los espíritus de la noche y trolls me van a llevar lejos- pidió refugiándose desesperadamente en su pecho, ya que el alcohol había comenzado a hacer efecto sobre su cuerpo.

- ¿Espíritus de la noche?, ¿Trolls? -soltó risueña- tranquilo, aquí me quedo contigo para protegerte- concedió abrazándolo con ternura- ¡¡Hipo!! -gritó al ver al chico a lo lejos.

- ¿Storm?, ¿Qué pasó? -preguntó este al escuchar su llamado y dándose cuenta de que su hermano pese a seguir despierto, ya casi no se movía.

-Se pasó con el vino y no puedo cargarlo, ayúdame por favor.

-Claro, los llevo al hotel. De todas maneras, Astrid y yo ya nos íbamos.

- ¿Tooth está bien? -cuestionó la rubia llegando a dónde ellos a los pocos segundos.

-Lo está, solo bebió de más- le contó el castaño agachándose para sujetar a su hermano del torso- bueno, arriba- articuló poniéndolo de pie y pasándole un brazo sobre su hombro a fin de que se recargara en él.

Dado a que el matrimonio Hofferson y Valka se habían retirado del lugar horas antes, no tuvieron la necesidad de despedirse. Caminaron con paso lento y, al lograr llegar a la habitación dónde se hospedaban el pelinegro y la rubia de mechones azules, el Haddock mayor dejó caer a este en la cama.

- ¿Segura que puedes con él, Storm?

-Sí Hipo, anda, mejor concéntrate en el manojo de nervios llamado Astrid. Que duerma bien y yo me encargo de tu hermano, ¿trato? -le ofreció la mencionada con una sonrisa.

-Está bien, trato- concedió a modo de despedida antes de que su novia le imitara.

Cuando la puerta se cerró, Storm se perdió en sus pensamientos, o al menos hasta que, Toothless la jaló de la mano para derribarla en la cama y ponérsele encima.

-No sé cómo es que terminé aquí, pero solo me interesa una cosa- soltó medio adormilado.

- ¿Qué cosa? -preguntó divertida al verlo en ese estado.

-Hacer el amor- dijo juguetonamente robándole un beso en los labios- la ciudad del amor me pide que lo hagamos, aunque sea un cliché al final del día.

-No podemos ser más clichés que tener los apodos de Romeo y Julieta. Pero, toma una ducha y vemos que hacer- afirmó sonriéndole de manera traviesa.

-Dame cinco minutos, que este galán te sorprenderá- exclamó feliz yendo a tropiezos al baño y chocando con la puerta en el proceso.

Por otro lado, cuando Hipo y Astrid llegaron a su habitación, esta se puso su pijama rápidamente, pues apenas se miró al espejo, sus manos comenzaron a temblarle.

-Mi lady, respira profundamente y deja tus demás preocupaciones de lado, al menos por esta noche, por favor. No es bueno que te estreses así- pidió el castaño abrazándola por la espalda y guiándola a la cama para consentirla mejor.

-Lo sé, es que no puedo evitarlo, lo siento. Pero, me esforzaré en mantener mi mente en blanco.

-Gracias, vamos, cierra los ojos. Yo me quedaré despierto hasta que te hayas dormido.

- ¿Seguro?

-Sabes que sí, descansa- dijo dándole un beso de piquito.

-Hasta mañana, Babe.

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No era posible, casi no había dormido, pensó Hipo soltando un ruidoso bostezo mientras caminaba por los pasillos del hotel. Resultó ser que las estilistas de Astrid llegaron al cuarto a eso de las 5 am, por lo que, no teniendo otra opción, salió del sitio para no entorpecer el trabajo de las chicas. Y, como la mayoría seguían dormidos, decidió ir por un café a uno de los restaurantes de allí que abría desde temprano.

- ¿Qué fría mañana, no crees? -preguntó Niels llegando a su lado, quién tenía la misma cara de sueño que él.

-Sí, no se compara a las de Berk, pero está helada. ¿También te viste en la necesidad de salir del cuarto de Eret?

-Sí, no es que se lleven tanto tiempo arreglándolo, pero resultó ser que su traje se rompió del antebrazo. Llamaron a una costurera para arreglar el desastre, pero con la presión de todos en el lugar, mejor me salí antes de que me estresaran a mí- reveló con gracia.

-Razonable decisión- devolvió en el mismo tono.

-Buenos días- intervino Mala con naturalidad, para luego pedir un té, causando que Haddock casi escupiera su bebida, pues aún había días en los que olvidaba que era la esposa de Dagur.

-Buenos días, profesora Vinter, digo, profesora Berserker... ehhh ¿Mala? -le saludó torpemente.

-Tranquilo Hipo, llámame Mala- solicitó risueña- y en la escuela, profesora Berserker por mera formalidad.

-De acuerdo, lo siento, es que estoy nervioso- admitió rascándose la nuca.

-Me imagino, pero es mejor que nosotros lo estemos, a ellos- respondió con simpatía señalando al personal que estaba decorando la recepción con pancartas de las fotografías de los patinadores, ya que ahí se llevaría a cabo una rueda de prensa antes de la competencia.

-Ella tiene razón- comentó Niels una vez compró un café doble- no sé cómo lidian con el estrés, yo no podría.

-Ni yo- concordó el castaño- porque de ser ese el caso, necesitaría otro café.

Cuando inició la rueda de prensa con patinadores de diferentes países, clasificaciones, género, dúos o solistas, Hipo fue a refugiarse de ese alboroto a la habitación de su madre, dónde se quedó sentado cerca de la ventana y viendo el paisaje de Francia con aire distraído.

- ¿Qué es lo que te inquieta hijo?, Astrid ya ha de estar arreglada muy bonita- comentó Valka de repente sacándolo de sus pensamientos.

-No es eso lo que me preocupa, mamá.

- ¿Entonces?

-El dolor de su rodilla regresó. Le dije que confiara en que no pasaría nada, pero tengo un mal presentimiento- confesó con pesar.

-Hipo, olvídate de eso por ahora; ella te necesita más que nunca para darle la confianza que ha perdido por todo lo que ha pasado, ¿de acuerdo? -pidió acariciándole las mejillas.

-Lo sé, no me hagas mucho caso, solo estoy divagando- externó con media sonrisa- por cierto, Astrid me pidió que te diera esto- agregó dándole un sobre cerrado con un sello de cera.

- ¿Qué es? -preguntó curiosa.

-No sé, pero es para ti.

La castaña al tomar el sobre, lo abrió con cuidado, revelándole que se trataba de una carta. Tras leerla con detenimiento, empezó a derramar un par de lágrimas por el sentimiento que la invadió.

- ¿Te escribió algo, verdad?

-Sí ¿cómo sabías?

-Es algo muy típico de ella... hacer llorar a la gente con sus palabras; entre ellos, a mí- confesó en una risa avergonzada- ¿puedo saber que te dijo?, claro, sin entrar en detalles.

-Me dio las gracias por apoyarla e integrarla a nuestra familia. Y por haber criado a un hombre tan especial como tú; asegura que le di el mejor regalo de su vida y que jamás podrá terminar de pagarme por ello. Por favor, espero que pronto me digas que te casarás con ella- advirtió con cariño abrazando la carta antes de ir por unos pañuelos, haciendo que su hijo simplemente le sonriera en respuesta antes de nuevamente desviar la mirada a la ventana.

.

Una vez Astrid se bañó, se puso una bata para que sus estilistas pudieran peinarla y maquillarla. Acorde a lo que habló con Fergus días previos, le hicieron una coleta alta, dejándole su característico fleco y colocándole como accesorio una peineta plateada. Pero al comenzar el maquillaje, las mujeres se miraron con duda debido a que no tenían un referente claro del cual basarse.

-Señorita Hofferson, ¿de qué color es su traje?

-A decir verdad, no sé. No lo he visto- admitió avergonzada- es que fue un regalo y prometí no verlo hasta hoy.

-Uhm, ¿y cree que podríamos verlo nosotras para guiarnos?, no es necesario que usted lo haga en este momento, puede esperar al arreglo final y así se sorprende.

-Sí, me encanta la idea.

Al lograr ver de manera rápida el vestuario, las chicas continuaron su trabajo. Como sombras, le aplicaron un tono plateado en la parte inicial del párpado y uno negro difuminado al final. Le pintaron el lagrimal de blanco, resaltaron su mirada con delineador negro y pestañas postizas; y como toque final, tiñeron sus labios de rojo. Por otro lado, al colocarse su traje frente al espejo, Astrid no dejó de temblar de las manos debido a la euforia que sentía en el pecho, especialmente al verse tan radiante llevando esa gran obra maestra de Storm.

El color blanco predominaba en casi todo el vestuario, el corsé estaba lleno de lentejuela plateada y pedrería más pequeña en los bordes; la malla de color piel que le cubría desde el cuello hasta los hombros, era discreta y transparente, mientras que una malla blanca translúcida se extendía hasta la punta de sus dedos, decorada también con lentejuela plateada en los antebrazos; junto a todo esto, le hacían juego unos elegantes guantes blancos. Por último, la falda estaba hecha de dos capas de tela tul, por encima de color blanco y por debajo de color grisáceo, la cual era adornada con pedrería que se distribuía hasta los bordes.

-Por Thor, Astrid, estás preciosa- halagó Storm viéndola con los ojos llorosos al entrar a la habitación y verla con sus patines blancos en mano mientras terminaba de despedirse de sus estilistas.

-Me encantó el traje, Tormentita, muchas gracias- le comentó apenas estuvieron solas, pero antes de recibir una respuesta, la rodeó en un abrazo- acompáñame a la recepción para que todos sepan la gran diseñadora que eres- agregó jalándola del brazo y llevándola al elevador, el cual apenas abrió sus puertas, hizo que todos los flashes de las cámaras apuntaran a su interior.

-Astrid Hofferson, luce impresionante el día de hoy- alabó una de las reporteras a modo de saludo.

-Hola a todos, muchas gracias- dijo la sonriente patinadora.

-Cuéntenos, ¿quién fue su diseñadora este año?

-La talentosa chica de siempre, Siri Hofferson- mencionó orgullosa, haciendo que la mencionada se pusiera a su lado con las mejillas ruborizadas.

Mientras a la rubia le daban palabras de aliento y esta les respondía superficialmente como había sido el proceso de adaptación de los entrenamientos en Francia, a la menor de los Hofferson le preguntaron acerca de la elaboración de su obra maestra. Pero, en cuanto Astrid se dio cuenta de la hora, se despidió amablemente por ambas partes a fin de ir con sus tíos antes de reunirse con Fergus y de que estos se fueran a las gradas junto al resto del público. Una vez que Finn y Gylda le desearon toda la suerte del mundo y asegurarle que para ellos ya era una ganadora, se dirigió a los vestidores, pero no sin antes también hablar con Valka y Toothless para llenarse de más confianza.

- ¡Astrid, espera! -le llamó Eret cuando vio que estaba por entrar al vestidor de damas- dioses, creí que no te alcanzaría- añadió estrujándola en un abrazo que le fue devuelto enseguida.

-Pensé que ya estabas adentro- señaló sorprendida.

-No, estaba esperándote.

-Prométeme que traerás a casa una medalla.

-Lo haré siempre y cuando tú lo hagas.

-Es un trato. No olvides que te quiero y mucha suerte.

-Yo también te quiero rubia, suerte.

Después de eso, la Hofferson continuó con su camino, pero antes de poder avanzar mucho, Heather la interceptó abrazándola por la espalda.

- ¡Rubia!, qué bueno que te veo, estoy a punto de salir a la pista. Pero no quería irme sin una foto del día en que ambas nos volvimos leyendas- comentó sacando su celular y posando junto a ella a la cámara.

- ¡No sabes cuanto me alegra que sea así!, recuerda que tenemos que celebrar nuestra victoria más tarde.

-Dagur dijo que después de vencer, deberíamos ir a tomar alcohol- reveló con gracia.

- ¡No, nada de alcohol! -devolvió risueña- mucha suerte.

-Igualmente, nos vemos.

Tras despedirse, finalmente entró al cuarto dónde aguardaría hasta que la llamaran. Afortunadamente, vería la competencia desde el televisor que había allí, no obstante, eso no le impedía que sudara en frío, o al menos hasta que, abrieron la puerta de golpe, revelando que se trataba de su novio, quién con una sonrisa, corrió a abrazarla.

-Tengo muchas náuseas- le sinceró al refugiarse en su pecho y oler el perfume que desprendía su cabello.

-No las tienes, solo estás nerviosa- aseguró separándose para admirarla- te ves hermosa. Sabes, ya deberían empezar a conocerte como Valkiria en vez de Astrid Hofferson, no sé, te va bien ese sobrenombre. Por cierto, antes de que se me olvide, ten esto- añadió entregándole la carta que días atrás la pequeña Lena le había dado.

En cuanto la chica la abrió, vio que era un bonito dibujo de la niña junto a ella sosteniéndose de la mano y con una pequeña dedicatoria en la parte inferior.

-Gracias Hipo, no solo por esto, sino por todo lo demás.

-De nada As. Sabes qué haría lo que fuera por ti- le recordó dándole un beso en los labios.

-Astrid, ya tienes que dejar ir a Hipo a las gradas- solicitó Magnus entrando al cuarto de improvisto- los encargados ya se dieron cuenta de que se metió a tu vestidor a escondidas.

-Ay, ¿no puede quedarse un poco más?

-No, lo siento rubia.

-Tranquila, saldré para no meter a nadie en problemas. Solo quería venir a desearte suerte y a recordarte que no importa lo que pase, tú ya eres una increíble patinadora y digna de un maravilloso legado- respondió el castaño tomándola por el mentón a fin de llamar su atención.

-Está bien, gracias. Te veo al rato- aceptó esta estampándole un último beso de piquito antes de dejarlo marcharse.

- ¿Ya estás lista? -cuestionó Magnus tomándola por los hombros.

-Eso creo... ¿cómo fue para ti estar aquí años atrás? -le devolvió intentando distraerse de las ganas que tenía por vomitar.

-Sentí que me ahogaba en mi propio miedo, pero al salir, fui libre e hice lo que tenía que hacer. Al final reflexioné en que todo lo que hice, valió la pena, ya que traje la medalla de oro a casa y me quedé tranquilo con mi desempeño, pero tú serás mejor que yo.

-Si uno de los mejores patinadores del mundo dice eso, le creeré.

-Me halagas Hofferson, nunca cambies- contestó risueño, lo que causó que le imitara casi de manera espontánea.

La competencia inició con fuerza y, cuando los dúos terminaron su presentación, se anunció que los hermanos Berserker se llevaron el bronce. Al acabar la rama junior, comenzó la varonil, en la que después de un reñido puntaje, Eret ganó la medalla de plata, no obstante, ante ese escenario, la rubia se tensó; pero no había que malentenderla, no es que no se alegrara del éxito de sus amigos, sino que, le sería devastador no llevarse nada a casa de nuevo, más tomando en cuenta lo que ocurrió en el Campeonato pasado. Sin embargo, para no autosabotearse, prefirió hablar un minuto con sus padres en silencio pidiéndoles serenidad antes de que Fergus entrara.

-Es hora Astrid, oficialmente empezó la rama femenil- anunció el hombre, a lo que su ahijada tras despedirse presurosamente de Magnus, lo acompañó a donde el resto de las competidoras esperaban ser llamadas.

-No dejes que me caiga- le pidió al sentir como le temblaban las piernas al caminar.

-Jamás- aseguró tomándola del brazo con firmeza- anda, ponte los patines.

Esta le obedeció sin rechistar y, luego de atarse las agujetas, permanecieron en silencio presenciando la competencia hasta que, el momento por el que tanto habían esperado, llegó.

-Damas y caballeros, por favor denle la bienvenida a nuestra siguiente concursante... representando a Noruega, ¡Astrid Hofferson!

La chica soltó una enorme bocanada de aire y, al salir a la arena, todas las cámaras se enfocaron en ella mientras un grito ensordecedor venía desde las gradas. Decidió mostrar su mejor sonrisa y, al caminar hacia la pista, se repitió constantemente que no tendría miedo, pues sin importar qué, estaría dispuesta al sacrificio con tal de ganar.

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Antes de que otra cosa pase, ya está disponible en mi perfil el primer capítulo de espíritu indomable, por si gustan pasar a leerlo. Se van a entretener mucho, lo garantizo, ya que es una historia inspirada en Spirit, el corcel indomable. (Pd. tras la reedición: que bello recuerdo es este, vamos a dejarlo :3). 

Nos vemos pronto para el capítulo final de esta gran historia ;)

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