Capítulo 53

Disfruten el capítulo, y ya saben, cuando aparezca este simbolito (🔥) ustedes deciden si leer o no esa parte.

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Aprovechando que Hipo no le había quitado la mirada de encima, Astrid se pasó las manos por los muslos provocativamente antes de darse la vuelta para que pudiera echarle un vistazo a sus glúteos. Le miró de reojo y tras lanzarle una sonrisa traviesa, se sentó frente a él en una silla, sin embargo, al asegurarse de que tenía toda su atención, de un movimiento rápido, abrió las piernas.

(🔥) Ella sabía cómo provocar a un hombre, por tanto, sonrió satisfecha al ver un bulto asomándose por la entrepierna de su castaño, y aprovechándose de la situación con el propósito de confirmar que había ganado en dar el mejor regalo de aniversario, se tocó todo el cuerpo antes de detenerse en sus pechos para sujetar el listón que permitía que estuvieran cubiertos por la lencería. Deshizo el nudo con lentitud para deleite suyo, ya que al verlo cruzarse de piernas tratando de ocultar su evidente erección, supo que estaba exasperado. Al escucharlo quejarse por lo bajo, liberó sus pechos, y una vez se relamió los labios, sencillamente se recargó en el respaldo de la silla.

-Por favor, ya déjame tocarte, me tienes aquí hecho un idiota deseándote- pidió mirándola con las pupilas dilatadas.

-Pues corre, nadie te está deteniendo- le dijo burlonamente mientras pasaba un dedo por la zona de su pezón izquierdo despreocupadamente.

Haddock trató de no mostrarse tan urgido de sexo en cuanto se puso de pie, pero antes de siquiera dar un paso al frente, la rubia lo detuvo en seco, haciéndolo desesperarse aún más.

-¡¡Astrid!!, no me hagas esto.

-Desnúdate, ponte el preservativo y yo me acerco a ti.

Al chico no le quedó de otra más que acatar sus órdenes, las cuales apenas cumplió, se sentó en la orilla de la cama esperando a que esta quisiera abandonar la silla mientras se desabrochaba la parte de la lencería que cubría su parte íntima.

-Shhh, tranquilo, ya estoy aquí- le susurró sentándose a horcajadas sobre él e introduciendo su miembro en ella- tócame- agregó tras escucharlo gruñir contra su oído.

En lo que él disfrutaba de lamer y jugar con sus pechos, Astrid comenzó a guiar los movimientos de las estocadas, pero al escucharlo jadear, apretó las piernas para hacerse más estrecha, provocando que se estremeciera ante su acto. Posteriormente, le besó el hombro mientras dirigía las manos a sus glúteos, cuello y torso, y solo cuando sintió que ya no podía permanecer sentada, lo hizo recostarse a la vez que ella se deshacía del resto de la lencería. Habían entrado en una increíble atmósfera de placer, sin embargo, antes de llegar al clímax, rotaron posiciones.

El castaño queriendo escucharla gemir hasta el cansancio, la embistió con fuerza hasta hacerla quedar con la cabeza colgando al borde de la cama. Y al ahora sí alcanzar el clímax, se recostó sobre su pecho para recuperar el aliento, al menos hasta que ella lo jaló del cuello buscando su boca. Ninguno fue consiente del tiempo que se besaron, pero al sentir el ardor de sus labios, se separaron, además de darse cuenta de que estaban manchados de labial rojo, algo que realmente no les importó.

-Te estás volviendo un experto en esto de hacer el amor.

- ¿Ah, sí?

-Sí, ¿crees que podamos recrear otra de tus fantasías? -preguntó con ilusión.

- ¿Justo ahora? -cuestionó nervioso.

-Sí, ¿por qué?, ¿acaso todavía te da vergüenza contarme sobre esto? -respondió sin entender, pero al verlo salir de ella para luego levantarse de la cama, agachó la cabeza con pesar.

- ¿Creíste que iba a decirte que no? -le susurró al oído un segundo después recostándose detrás suyo y lamiéndole el lóbulo de la oreja.

-Quizá.

-Lo siento, solo me estaba llenando de valor para hacerlo, no quise hacerte creer otra cosa.

-Está bien, entonces... ¿qué tengo que hacer? -pidió sonriente.

-Levanta la pierna y ponla sobre mi cadera.

La rubia le obedeció sin rechistar, por lo que Hipo teniendo el control absoluto de la situación, pasó una mano por sobre su hombro, de tal forma que pudiera acariciarle los pechos mientras que la otra se encargaba de introducir su miembro en ella. Al unirse, Astrid hizo la cabeza hacia atrás, lo que le permitió besarla en el cuello y escucharla gemirle al oído por elevarle la pierna para embestirla más profundo. Tras un par de minutos, sus cuerpos se estremecieron y soltando un sonoro jadeo, volvieron a llegar al clímax, el cual los dejó agotados, pues este solo logró salir de ella antes de ceder todos sus músculos a la ligereza de la cama. (🔥)

-Gracias- murmuró uniendo su frente a la suya.

- ¿Sí te gustó? -preguntó viéndola a los ojos y tras recibir un asentimiento, sonrió con ternura- de nada. Oye, ¿y quieres hacer algo más antes de que se acabe el día?

-Podemos ver una película y bañarnos en el jacuzzi, ¿qué dices?

-Hagámoslo.

Tras meterse bajo las mantas, la rubia se encargó de buscar la película perfecta para culminar la celebración de su aniversario, pero al no querer caer en el cliché de que fuera una romántica, decidió irse por una de ciencia ficción.

- ¿Qué? -soltó de repente al sentir su mirada sobre ella.

-Es que quería pedirte algo, pero creo que es tonto- admitió jugando nerviosamente con sus manos.

-Anda, dilo, prometo que no lo será.

- ¿Te podrías poner otra vez la lencería?, es que te veías muy bonita, pero el deseo nubló mi mente y ya no pude admirarte como era debido.

-Descuida, fue mi culpa por provocarte- sinceró yendo a por el conjunto negro que había sido olvidado en el suelo- ¿te gusta? -agregó cuando terminó de ajustárselo.

-Me encanta- susurró haciéndola girar sobre su propio eje para admirarla de todos los ángulos.

-Gracias, ahora, vamos a ver la película.

-Mejor no- contradijo tomándola en brazos- eso puede esperar- soltó con picardía cerca de su boca.

-Si tú lo dices- devolvió de manera juguetona mordiéndole el labio inferior antes de perderse en el sabor de sus besos.

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El castaño aún sonreía como tonto al recordar su aniversario, pero de momento, le alegraba más saber que la rodilla de su novia había sanado casi por completo, puesto que Howard le retiró la fisioterapia a inicios de semana, al igual que el uso diario de la rodillera; ahora todo marchaba de maravilla.

-¡¡Hipo!!

Bueno, casi todo. Excepto por aquel grito ensordecedor de su hermano, quién le llamaba desde su habitación y le había hecho romper su aura de paz.

- ¿Por qué demonios estás gritando Tannlos? -le preguntó apenas llegó a la entrada de su puerta.

- ¡Me queda una semana y media!

- ¿Semana y media para qué?

- ¡¡Mi aniversario con Siri!!, dioses, mañana ya es diciembre, ¿cómo carajo me voy a organizar? -chilló queriendo mandar todo a volar por sus nervios.

-Podrías empezar por ir a cortarte el cabello, ya te creció de nuevo.

- ¿Tú crees?, entonces voy con el peluquero o mejor, ¿no ibas a ir por Astrid?, ¿crees que pueda cortármelo?, porque eso sería más rápido.

-No lo sé, iré por ella cuando acabe su entrenamiento, pero desconozco si tiene otras cosas que hacer después.

-Ay no, siento que se me va a salir el corazón del pecho a este paso- confesó tratando de no entrar en pánico.

-A ver, ¿ya tienes el lugar a donde llevarás a Storm?

-Sí, pero...

- ¿Ya tienes su regalo y lo que vas a ponerte?

-Desde hace un mes, pero...

- ¿Entonces que te preocupa? -preguntó alzando una ceja sin entender su dilema.

-Solo no quiero arruinarlo. Soy muy paranoico, no sé cómo a veces Siri me aguanta- dijo apenado.

-Es porque está enamorada de ti, tontito- explicó revolviéndole el cabello con cariño- mira, deja voy por Astrid para ver si te puede cortar el cabello. Después de eso, todo será más fácil, ¿de acuerdo?

-Sí, gracias Hipo.

-No hay de qué.

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Mientras tanto con Astrid

- ¡Hey!, ¿Qué haces aquí? -saludó la rubia con una sonrisa cuando vio a Magnus entrar a la pista.

- ¿Qué acaso ya no puedo venir a verte? -le preguntó este con diversión.

-No seas tonto.

-Ya sé que no puedes vivir sin mí- aseguró burlonamente- oye, ¿a dónde se fue mi padre?

-A atender una llamada. Pero ¡ah, mira!, ahí viene- dijo señalando al hombre que iba saliendo de los vestidores.

- ¿Todo bien? -cuestionó el chico al ver a su progenitor acercarse demasiado serio.

-No, tengo que decirles algo. Los directivos del Campeonato nos acaban de avisar que necesitan que todos los patinadores viajen cuanto antes a Francia para prepararse.

-Pero papá, la competencia es hasta dentro de dos semanas y media- comentó con extrañeza.

-Lo sé, pero allá las reglas son diferentes. Quieren monitorearlos unos días en la pista, asegurarse que estén en el peso correcto y esas cosas, ustedes entienden.

- ¿Y cuándo decidiste que debo viajar? -preguntó Astrid entrando a la conversación.

-Pasado mañana.

-Pero Fergus, todavía sigo en clases y... bueno, olvídalo, ese es mi problema. De acuerdo, hagámoslo, ya sé cómo solucionar mis cosas.

-Gracias por facilitarme la tarea, As.

- ¿Y ya pensaste cómo decirle a mamá que te vas de la ciudad?, lo digo porque al fin logró tener un fin de semana libre de deberes para pasarlo con nosotros- le cuestionó Magnus cruzándose de brazos.

-No, no lo he hecho. Sé que no se enojará por irme con Astrid, pero se decepcionará al tener que posponer nuestros planes de fin de semana.

-No, quédate. Le juré a mamá que no te lo diría, pero te tiene preparada una sorpresa. Yo puedo ir en el viaje con la rubia como su entrenador de reemplazo en lo que nos alcanzas.

- ¿Estás seguro?, ¿Lograste aprenderte toda su rutina y los cambios que pueden hacerse si algo va mal? -preguntó angustiado.

-Aprendí lo que debía. He sido patinador desde antes que ella y, prácticamente crecí con las bases de cómo ser un entrenador viendo al mejor a diario en casa- respondió esbozando una sonrisa- relájate hombre, estoy listo.

-Eso veo, perfectamente ya puedes tomar mi lugar- le aseguró mirándolo con orgullo.

-Wow, no, tampoco exageres. Te voy a relevar una semana, pero tú sigues siendo el jefe; además, el próximo año regreso a las competencias teniéndote como mi entrenador- negó con gracia dándole una palmada en la espalda.

-Está bien, lo siento; es que, no sé en qué momento creciste, porque ahora hasta te vas a casar y... ay dioses, regreso en un momento- atinó a decir alejándose avergonzado del lugar, ocasionando que su ahijada se echara a reír con ternura.

- ¿Qué le picó a mi padre? -preguntó el desconcertado Magnus.

-Nada, solo se dio cuenta de que estás listo para continuar con tu vida, así que teme que ya no lo necesites más; ya eres el hombre que siempre quiso que fueras.

- ¿Eso te dijo?

-Alguna vez.

-Pero eso no es cierto, está loco, siempre lo voy a necesitar, al igual que a mamá.

-Pues ve a decírselo- contestó golpeándolo juguetonamente en el hombro.

- ¡Auch!, está bien, ya voy. Por mientras, como esto del viaje fue inesperado, ve a casa a preparar todo lo que necesites.

-A la orden entrenador.

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Al dejar la pista, Astrid tuvo oportunidad de digerir mejor la noticia, así como lo que tenía que hacer antes de siquiera pensar en salir del país. Por ello, tras enviarle un mensaje a Hipo diciéndole que llegaría a casa por su cuenta, tomó el autobús rumbo a la Universidad, esperando conseguir un permiso que justificara sus inasistencias por las próximas semanas. Afortunadamente, pese a ser sábado, los profesores estaban teniendo una junta de evaluación del desempeño del alumnado, por lo que, tras dialogar con ellos cuarenta minutos, salió del lugar soltando un suspiro de alivio al haberlo conseguido, además de un permiso para entregar sus tareas por correo electrónico.

Ahora que tenía ese peso menos sobre los hombros, venía lo más difícil; decirle a su familia e Hipo que debía marcharse. Cuando subió al autobús de regreso, pensó en la decepción que él se llevaría con la noticia, puesto que le había prometido que apenas salieran de vacaciones, se irían otra vez de viaje a las afueras de Berk. Quizá por ello se bajó dos paradas antes para caminar, despejar la cabeza y pensar cómo le diría sobre Francia, no obstante, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la figura de Niels, quién estaba sentado sobre la banqueta de la siguiente parada de autobús.

- ¿Niels? -le preguntó con cautela al percibirlo de muy bajo ánimo.

-Oh, hola Astrid- respondió el mencionado alzando levemente la mirada.

- ¿Te encuentras bien?

-No, acabo de discutir con Eret- confesó soltando un pequeño sollozo tras haber reprimido su dolor por mucho tiempo.

- ¿Qué pasó? -indagó angustiada.

-Es que me dijo lo de Francia y que no podríamos vernos hasta un día antes de la competencia. Sinceramente no me lo dijo en mi mejor momento, no es justificación, pero había llegado muy estresado de mi trabajo, así que exploté apenas comenzó a empacar. Le reclamé a gritos que iba a dejarme solo, lo hice llorar y solo atiné a salir corriendo como un cobarde para no verlo a la cara por la vergüenza que siento.

-Ay Niels, ¿y te está buscando?

-Es Eret, claro que me está buscando; es el hombre más maravilloso que he conocido en mi vida. He sufrido mucho en el pasado, y él ha sido el único que ha logrado levantarme como para que yo le pague así, siendo un terrible novio- se lamentó cubriéndose el rostro.

-Eso no es cierto. Sé que lo amas y, por eso mismo, sabes que cometiste un error, el cual es necesario arreglar cuanto antes para no hacerlo sufrir más, ¿no crees? Además, merece irse a la competencia sabiendo que está bien contigo.

-Tienes razón, tengo que llamarle y disculparme, ¿crees que darle unas flores sea mucho? -cuestionó con un rubor en las mejillas.

-Eres un romántico por naturaleza, estoy segura de que las apreciará.

-Gracias, necesitaba un consejo, eres la mejor. Qué bueno que estabas aquí, aunque, también es raro, estos no son tus rumbos.

-Ah, es que fui a poner en orden mis cosas antes de también irme a Francia.

- ¿Y ya le dijiste a Hipo sobre el viaje?

-No, justo estaba pensando cómo decirle.

-Está muy unido a ti, seguro que te va a extrañar mucho.

-Lo sé, así como yo a él.

-Pero tranquila, ambos estarán bien- aseguró con una sonrisa antes de sacar su celular- es mejor que ya hable con Eret, no quiero que piense que estoy enfadado con él.

-Así se habla, suerte; te veo después.

-Gracias, te veo en Francia.

Una vez la Hofferson siguió caminando, aclaró mejor sus pensamientos, por lo que, al llegar al frente de su casa, sacó su celular y marcó al número de su novio.

-Buenas tardes Mi lady, ¿siempre sí quieres que vaya por ti?

-Hola Babe, no, de hecho, estoy aquí afuera de tu casa, ¿puedes salir? necesito hablar contigo.

-Claro, voy ya mismo.

Como a la chica no se le ocurrió algo mejor para dar inicio a la dura conversación, al tenerlo de frente, se abrazó a él con fuerza.

-No me asustes Astrid, ¿qué pasa? -le preguntó este separándose de ella.

-Seré directa, sabes que no me gustan los rodeos. Fergus acaba de decirme que debo viajar a Francia pasado mañana. Quieren monitorearme, ver mis entrenamientos y demás estupideces; perdóname, no podré cumplir nuestra promesa.

- ¿Pero solo estarás allá unos dos días y luego regresarás antes de ir al Campeonato, verdad? -pidió con aire de esperanza de que la tendría por más tiempo a su lado.

-No Hipo, tengo que estar las dos semanas y media en Francia y solo te podré ver un día antes del evento.

El castaño ante esa respuesta, la volvió a estrujar contra su pecho, a la vez que sentía como una lágrima traicionera rodaba por su mejilla. Tras respirar hondo, se limpió el rostro con rapidez y al tomarla por el mentón, le regaló una pequeñísima sonrisa.

-Hey, no estés triste, no nos estamos diciendo adiós...

-Ahora dime eso sin querer echar a llorar al igual que yo- dijo con amargura- en serio lo lamento.

-No es tu culpa. Estaremos bien, nos llamaremos para sentir que el tiempo avanza más rápido y apenas te des cuenta, volveremos a estar juntos. Sabes que todo esto es por tu sueño, hagamos que valga la pena, ¿de acuerdo?

-Está bien.

Dicho eso, Astrid prefirió no pensar en el viaje, y por suerte, cortarle el cabello al paniqueado Toothless, resultó ser la forma perfecta para ello.

-De verdad gracias cuñada; te mereces el cielo- mencionó el pelinegro una vez empezó a ser atendido.

-De nada Tooth- le contestó la rubia con una ligera sonrisa.

- ¿Y a ti qué te pasa, Hipo?, ni siquiera nos estás prestando atención, porque de hacerlo te estarías riendo de mí- preguntó con el ceño fruncido.

-Estoy bien, es solo que...-intentó expresar el mencionado, pero un nudo en la garganta le impidió decir más, por lo que prefirió apartar la mirada para mantenerse firme.

- ¿De qué me tengo que preocupar ahora? -pidió saber Toothless dirigiéndose a la rubia.

-Es mi culpa, debo irme a Francia pasado mañana, y no los veré hasta un día antes del Campeonato.

-Entiendo. Oye, hazme un favor, vete con la conciencia tranquila, pues, aunque veas a mi hermano llorar por ti, es el primero que quiere verte triunfar- solicitó dándole un abrazo, el cual fue correspondido- yo te lo cuido mientras tanto.

-Gracias, siempre es bueno escucharte. Por cierto, he terminado con tu corte, ya puedes admirarte- pidió sonriente y, al verlo correr al espejo, se fue a abrazar a su afligido novio.

-Él tiene razón, soy el primero que quiere que vayas a la competencia, pero también al que más le va a costar soltarte- confesó el castaño apenas la tuvo en sus brazos.

-Lo sé y es por eso que te amo, porque a mí también me va a doler dejarte- le musitó antes de mirar a su cuñado- ¿sí te gustó tu corte, Tooth?

-¡¡Me fascina!!, gracias cuñada mía.

-De nada Romeo, ahora ve a recoger a Julieta que ya casi sale de su curso de diseño- señaló con diversión.

- ¡No puede ser, ya me voy!, ¡Ahorita los veo! -soltó apresurado corriendo escalera abajo.

-Hipo, también tengo que irme, necesito hacer mi maleta- le confesó la chica una vez se quedaron solos.

-Vámonos, te ayudo- aseguró este besándole la mejilla.

-Pero...

-Estaré bien Astrid, prefiero ayudarte a quedarme aquí solo.

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Cuando Storm supo la noticia, todo fue un mar de llanto, pero sabiendo que no podía hacer nada para evitar que su prima se fuera, solo le quedó resignarse hasta la mañana en que esta debía partir al aeropuerto.

-As, logré terminar tu traje la semana pasada, esperaba dártelo unos días antes de la competencia, pero dada las circunstancias, te lo doy ahora- le comentó la rubia de mechones azules entregándole una caja envuelta en papel dorado antes de que abandonara su habitación.

-Gracias Tormentita, no lo abriré hasta el gran día; lo prometo- aseguró la Hofferson mayor envolviéndola en un abrazo.

-Bien, ahora vámonos antes de que haya más tráfico camino al aeropuerto- indicó sonriéndole lo mejor que pudo, ya que por dentro seguía llorando.

Al salir de la casa, la rubia se despidió de Gylda, Toothless y Valka, puesto que solo iban a acompañarla Finn, Storm e Hipo debido a que no había suficiente espacio en el auto como para que todos fueran. Cuando arribaron a su destino, la patinadora fue a registrar su equipaje, dejando un momento a solas al castaño que estaba sintiendo la horrible necesidad de querer echarse a llorar; algo que había prometido no hacer. No obstante, le estaba resultando muy difícil, especialmente cuando vio a Magnus llegar junto a la llorosa Brenda que no quería soltarlo de la mano.

- ¿Desconsolado por alejarte de Astrid? -le preguntó Fergus empáticamente poniéndose a su lado.

- ¿Se nota mucho?, porque estoy haciendo un sobresfuerzo para fingir que estoy bien- comentó Haddock soltando una bocanada de aire.

-Lo llevas mejor que el resto.

-Sí, bueno, que reconfortante.

Cuando el equipaje de los patinadores se envió al avión, dejándolos solo con el de mano, empezaron a despedirse, puesto que la gente ya estaba abordando el vuelo.

-Estate tranquilo Hipo, que cuidaré bien de ella- le aseguró Magnus al despedirse de él.

-Lo sé, tengan un buen viaje- respondió el mencionado dándole un apretón de manos y rodeando a su novia en un abrazo.

-Hipo, yo...

-Descuida As, lo sé- se adelantó a decir para evitar que su voz flanqueara- mándame mensaje cuando llegues a Francia.

-Sabes que sí, te amo- dijo sin tener el valor de besarle, pues de hacerlo, jamás podría soltarlo.

-También te amo- alcanzó a susurrarle antes de que tomara su maleta y se fuera con Magnus a la puerta de abordaje.

Sin embargo, justo cuando la rubia iba a entregar su boleto, soltó su equipaje, se dio vuelta y corrió hacia él, dónde sin pensárselo dos veces, brincó y enredó las piernas en su cadera. Por su parte, cuando el castaño la atrapó, se abrazó a ella y, sin poder resistirse más, le robó un beso en los labios.

-No quiero dejarte- exclamó derramando finalmente las lágrimas que había estado reteniendo.

-Mi lady, vamos, estaré contigo muy pronto- prometió contagiándose rápidamente de su estado emocional, pero al escuchar por las bocinas que el vuelo estaba por salir, tuvo que limpiarse el rostro y bajarla de su cadera- escucha, trataré de ir a Francia mucho antes de la competencia -añadió, a lo que ella en respuesta, lo tomó por el cuello para volverlo a besar- anda, ya vete o perderás el avión- le suplicó al separarse dándole un último abrazo.

-Está bien, adiós Babe.

-Adiós.

Tras soltarse, la Hofferson tomó su equipaje y sin más, se adentró por la puerta hasta llegar al asiento que le asignaron pegado a la ventanilla, por la cual se percató de que aún podía ver la sala de espera, así como a su novio, quién le dijo en lenguaje de señas "te amo" apenas conectó su mirada con la de él. Al devolverle el gesto, el avión despegó y, cuando ya solo vio a las nubes decorando el cielo, cerró los ojos para tratar de dormir, pero su mente prefirió recordar una conversación bastante extraña que había tenido el día anterior.

≈Flashback≈

Astrid había tenido que correr a la plaza a comprar algunas cosas que necesitaría para el viaje, pero dado a que las estaba tomando muy deprisa de los estantes, no se dio cuenta de que alguien la había seguido, solo hasta que sintió que le daban un tironcito en el pantalón.

- ¿Lena?, hola, ¿cómo estás? -saludó sonriente en cuanto agachó la mirada.

-Algo triste señorita Astrid. En mi entrenamiento, Magnus precioso nos dijo que debían irse a Francia por la mañana y que no volverían hasta muchos días después- le respondió esta con los ojos llorosos.

-Sí, es que tengo que entrenar unos días allá antes de competir.

-Lo sé, es necesario para que gane el Campeonato, pero lo bueno es que alcancé a despedirme de usted. Ya me tengo que ir, papá me está esperando en el otro pasillo, porque no sabe qué regalarle a mamá por su cumpleaños y le estoy ayudando. ¡Le deseo mucha suerte, nos vemos!

-Cuídate mucho, adiós.

Después de eso, terminó de hacer sus compras. Y, llegando al estacionamiento, subió las cosas al auto, pero cuando estaba por irse, una voz a sus espaldas la detuvo.

- ¡Hofferson!

- ¿Carlson? -soltó con extrañeza- ¿qué necesitas?, tengo prisa.

-Lo sé, he escuchado que estás por irte a Francia.

-Sí, ¿y a ti qué con eso?, ya no tienes oportunidad de reemplazarme- respondió a la defensiva.

-Es una lástima- dijo con burla, pero al verla poner las manos en jarra con molestia, se aclaró la garganta para hablarle con más seriedad- escucha, te detesto más que a nadie en el mundo...

-Gracias por recordármelo, no sabes lo contenta que me pone escucharlo- opinó sarcásticamente y rodándole los ojos.

-Cállate y no me interrumpas. Te detesto, pero no vengo a pelear, sino a pedirte una especie de acuerdo de paz.

- ¿Cómo? -preguntó desconcertada.

-Sé que no soy la preferida de la prensa y escuela de patinaje, pese a ser más bonita y talentosa que tú. No les gusta mi personalidad y está bien, no voy a ablandarme para agradarles, aunque eso me quite patrocinadores. ¿Sí sabías que los jueces no me querían para ser tu reemplazo ni siquiera con el dinero que ofrecieron mis padres?

- ¿Y entonces?

-Nada que una buena noche de sexo con el hijo del presidente de la escuela de patinaje no solucione- contó orgullosa- como verás, puedo tener el mundo a mis pies si así lo quiero.

-Eso lo sé, pero a ver, me estoy perdiendo un poco, ¿a dónde quieres llevar esto?

-A eso iba. Pese a poder conseguir todo lo que quiero, siempre me faltará algo que tú tienes, por eso te desprecio tanto; no es secreto que envidio un poco la vida que tienes.

-Camicazi, pero no hay razón de que lo hagas. Tienes talento para patinar y a tu familia.

-Lo sé, pero tú el amor de la gente. Algo que no me dan desde el incidente con la cuchilla- sinceró con amargura- lamento haberte lastimado y lo que dije de tus padres después, lo digo en serio. ¿Aceptas que hagamos las paces?

- ¿Por qué haces esto?

-Estoy cambiando algunas cosas de mi vida. He aceptado que te desprecio, pero que también podía plantearme un escenario donde te respete como colega, porque en el pasado me porté muy mal. Y, para que veas que esto es en serio, renuncié a ser tu suplente antes de que todos supiéramos los resultados de tu segunda evaluación; si quieres puedes rectificar la información con los directivos.

-Estoy en shock, si te soy honesta... ammm, ¿y te sigue interesando mi novio? -preguntó con torpeza, pues el asunto la tomó completamente desprevenida.

- ¿Quieres que te diga que aún quiero dármelo? -devolvió con burla- sí, pero ya acepté que jamás lo voy a atrapar en mis redes; ese bomboncito tiene carácter.

- ¡Camicazi, más respeto!

-Ay, es una broma, aguafiestas- soltó sacándole la lengua.

-De acuerdo, sé que no todo puede cambiar de la noche a la mañana, pero acepto tu disculpa- acordó en un suspiro.

-Bien, entonces ya quedamos, respeto profesional y nada más.

-Sí, estoy de acuerdo.

-Ah, lo olvidaba. Rómpete una pierna en la competencia- dijo mientras comenzaba a alejarse, a lo que la rubia la miró con molestia- ¡así se dice para desear suerte, tonta!

- ¡Qué insoportable eres!

- ¡Sí, sí, lo que digas! ya me voy, tengo mejores cosas que hacer.

Al quedarse sola, Astrid siguió sorprendida por la conversación, pero supuso que no había nada de malo en respetar el acuerdo de paz. Después de todo, su madre siempre le dijo que había bondad en las personas, aun y cuando fuera mínima; y quizá ese era el caso de Carlson, de cualquier modo, solo el tiempo le daría la razón.

≈Fin del flashback≈

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Al instante en que el castaño vio desaparecer el avión, se fue a sentar pensando en lo mucho que apestaba la situación, pues no hacía ni cinco minutos que estaba solo y ya extrañaba a Astrid.

- ¿Estás bien? -le preguntó Storm tomando asiento a su lado.

-Hoy no, pero mañana será otro día- confesó sonriéndole con amargura.

-A ella también le harás falta. Sabes, ayer me dijo que lo que más va a extrañar es escuchar el latido de tu corazón mientras duerme. Lograste lo que jamás pensé que un hombre haría; derribar hasta la más mínima barrera de protección de su alma; ya no puede imaginar una vida sin ti, así que me alegra que sea recíproco.

-Gracias, eso me ha hecho sentir mejor.

-De nada.

Una vez regresaron del aeropuerto, Hipo se fue a una librería a comprar una trilogía de fantasía que recién había salido a la venta y que estaba deseoso por obtener, pues ahora que Astrid se había ido a Francia, tendría más tiempo libre. Aunque prácticamente hacían todo juntos, ambos habían acordado tener siempre tiempo para sí mismos, debido a que no estaba en sus planes volverse dependientes de las actividades del otro; era por ello que aprovecharía la oportunidad de concentrarse de lleno en sus proyectos personales sin ser consciente de las horas que invertía en ellos.

-Disculpe.

De tan absorto que estuvo al hacer su compra, no había prestado atención a su alrededor y mucho menos a si alguien se le ponía en el camino. Por lo que, al escuchar aquel llamado, se frenó en seco, para enseguida agachar la mirada.

- ¿Lena?

-Hola novio bonito de la señorita Astrid- saludó la mencionada sonriéndole apenada.

- ¿Sabes que puedes llamarme Hipo, verdad? -incitó risueño hincándose a su altura.

-Sí, pero solo la señorita Astrid puede tutearlo así, por algo es su novia, ¿a qué no?

-Bueno, supongo que puedo validar ese argumento- aceptó con gracia- ¿necesitas algo pequeña?

-Oh sí; no crea que lo estaba siguiendo, pero lo vi saliendo de la librería- soltó con nerviosismo.

-Tranquila, dime que ocurre.

-No pude darle esta carta a la señorita Astrid antes de irse, ¿cree que pueda entregársela usted?

-Claro que sí, yo se la doy.

-Gracias... y, usted la ama, ¿verdad?

-Ella es el amor de mi vida.

-Ay, qué bonito, ¿entonces sí se van a casar como dicen en las noticias? -preguntó emocionada.

- ¿Qué noticias? -devolvió azorado.

-Ya sabe, todas las que se han trasmitido desde la semana pasada. Incluso mi revista favorita publicó en su sección de romance juvenil unas fotos de usted saliendo de una joyería; la revista asegura que le compró un anillo a la señorita Astrid.

Hipo abrió la boca con sorpresa, pero antes de poder decir algo, los padres de Lena la llamaron. Resultaba ser que, cada que la pequeña veía a lo lejos a Astrid o en este caso a él, corría simplemente gritándole a sus padres que volvería en un segundo, sin importarle si estaban ocupados como para vigilarla.

-Esos son mis papis, lo veo después. ¡Adiós!

Tras reír por el espíritu tan entusiasta de la pequeña, el chico retomó el camino a casa. Una vez en su habitación, guardó la carta, y teniendo la voz de fondo de Toothless entrando en crisis otra vez por su aniversario, dio inicio a su lectura recostado en la cama, o al menos hasta que un mensaje en la bandeja de entrada, le hizo tomar su celular y leerlo.

-Buenas tardes, señor Haddock, hemos seguido su trabajo desde que ganó el concurso de arte y por eso estamos interesados en pagar por sus servicios para el museo de Antropología haciendo una réplica de una de nuestras obras más visitadas. Si le interesa la oferta, lo esperamos el día de mañana para conversar sobre los términos del trabajo, buen día.

No fue necesario aclarar que accedió a la invitación de inmediato. Además de pensar en que, si las ofertas de trabajo le seguían llegando de esa manera, quizá no sería tan descabellado que en un futuro cercano pudiera exponer alguna colección de sus pinturas, sin embargo, de momento mantendría ese pensamiento oculto para no ilusionarse. En fin, al acordar el horario de su cita, retomó su lectura hasta que, Valka lo llamó a comer.

-Gracias por la comida mamá, estaba deliciosa, pero ¿a qué se debió que me prepararas mi platillo favorito?, digo, no es mi cumpleaños- señaló con extrañeza.

-Cuando echo de menos a tu padre, a veces me gusta preparar una comida especial que me levante el ánimo. Pensé que podría pasar lo mismo contigo ahora que Astrid no está- le confesó apenada.

-Pues funcionó, muchas gracias- aseguró regalándole una sonrisa cariñosa.

-De nada, por cierto, hablando de otras cosas, ¿la siguiente semana tienes algo importante que hacer?

-No, ¿en qué puedo ayudarte?

-Tengo que rehacer unas facturas que salieron mal y firmar unos cheques. Pero no quiero tardarme todo el día y quería saber si estabas disponible para ayudarme, ya que el pobrecito de Tannlos sigue muy nervioso por lo de su aniversario con Storm.

-Después de clases, voy a la empresa; no tengo problema. Además, vamos, de elegir entre el despistado de tu hijo menor y yo, soy la mejor opción- comentó con diversión.

-Gracias hijo- mencionó negándole con la cabeza e intentando no echarse a reír por su comentario.

De regreso al segundo piso, Hipo continuó leyendo con entusiasmo, ya que la trilogía lo había enganchado por completo. Se trataba de una historia de brujas y hechiceros, en la que los personajes principales tras enamorarse perdidamente, se enfrentaban a cientos de desafíos que les impedían vivir su felices por siempre. No es que fuera un fanático del romance, pero desde que Astrid era su novia, había cedido un poco más a leer de buena gana ese tipo de trama, además, el libro tenía dragones, ¿acaso no podía haber algo mejor?

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¿Por qué la canción de "No matter were you are" sonaba tan fuerte y cerca de su oído?, se preguntó extrañado frunciendo el ceño. Lo dejó pasar una vez, pero apenas la escuchó de nuevo, se removió molesto en su lugar. Cuando la canción sonó por tercera ocasión, abrió los ojos de golpe; pues al parecer su cerebro de pronto quiso funcionar señalándole que la canción provenía de su celular por una llamada de la rubia y que se había quedado dormido a mitad de su lectura.

-Hola Astrid, hola Astrid, hola Astrid- saludó torpemente al aceptar la llamada.

-Hasta que me respondes, ¿acaso estabas dormido? disculpa, ya sé que es de noche y...

-No te apures, recuerda que yo te dije que me marcaras al llegar a Francia- le interrumpió esbozando una sonrisa- ¿cómo te fue?

-Me torcí el cuello en el vuelo, la prensa casi me aplasta en el aeropuerto y se me hincharon las piernas por estar sentada tantas horas, ¿le sigo? -contó riéndose de su desgracia.

- ¿Te puedo ver? -pidió con ternura, debido a que no estaban en videollamada.

-Claro, pero te advierto que estoy en ropa interior- mencionó coqueta.

-Eso será un deleite para mis ojos- aseguró emocionado antes de que ambos activaran sus cámaras- hola Mi lady- agregó más contento ahora que podía verla.

-Babe, ¿acaso estás más guapo?

-Qué cosas dices, soy un desastre.

La pareja habló cerca de cuarenta minutos sobre las demás novedades de su día, y hubieran seguido así, de no ser porque Hipo le pidió una pequeña pausa debido a que necesitaba ir al baño.

-Listo Mi lady, ¿en qué estábamos? -preguntó cuando volvió a recostarse en la cama, sin embargo, al darse cuenta de que la rubia estaba con los ojos cerrados, se desconcertó- ¿Astrid?

No obstante, la Hofferson no le respondió, ya que se había quedado dormida sosteniendo su celular, pese a solo haberlo esperado dos minutos. Hipo ante eso, solo esperó a que en Francia no hiciera frío, pues se había quedado en ropa interior y sin una manta que la cubriera, y porque no tenía corazón para despertarla dado a lo agotada que estaba del viaje. Únicamente le quedó tomar una captura de pantalla a la videollamada como recuerdo antes de despedirse en un susurro, y colgar para que ella no tuviera que despertar a bloquear su celular.

Esa noche durmió bastante bien gracias a los ánimos que le había dado la chica para emprender su nuevo trabajo, y a que lo alentó diciéndole que, si seguía por ese camino, muy pronto habría una exposición exclusivamente de su propiedad; tal y como había pensado horas antes. Así que, a pesar de levantarse temprano y sin ganas porque debía ir a su cita, sonrió al leer el mensaje que esta le envió no hacía mucho.

-¡¡Babe!! perdóname por haberme quedado dormida, prometo que te lo compensaré apenas te tenga en mis brazos. Por mientras, levántate que hoy es un buen día, estaré rezándole a Odín para que todo salga bien. Cuando dejes el museo, dime cómo te fue; y por favor, no te olvides de la calidad de trabajo que ofreces a la hora de ver tus honorarios; te amo.

Tras responderle agradecido, fue a darse una ducha, y al salir de casa, corrió a la parada del autobús, debido a que el museo estaba en el centro de la ciudad como para llevarse el auto. Y, en cuanto estuvo frente al lugar admirando hasta los pequeños detalles de la construcción, tragó con pesadez antes de atreverse a ingresar por la puerta.

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En Francia

Astrid se despertó prácticamente al alba y tras alistarse, se dirigió a la zona de entrenamiento junto a Magnus.

-Es increíble que esté aquí- susurró esta al aire aún sin creérselo.

- ¿Por qué te sorprende?, tú perteneces a este lugar- comentó Hansen con una sonrisa- venga, tengo que hacerle saber a mi padre que no se equivocó al mandarme como tu entrenador, a calentar.

-A la orden jefe.

La mañana se les pasó demasiado rápido, especialmente porque la rubia se adaptó perfectamente a la pista, por no olvidar mencionar que la rodilla ya no le representaba un problema. Así que, ante ese escenario, decidieron darse un descanso de quince minutos pasando el medio día, el cual invirtieron en recorrer las instalaciones buscando los vestidores, sin embargo, por ir tan distraídos admirando todo, no se dieron cuenta de que, al salir del área de entrenamiento, se encontraba la prensa.

-¡¡Astrid Hofferson, por aquí!!, ¿Qué tal estuvo su viaje? -preguntó una mujer abordándola de inmediato ante su cara de asombro.

-Hola, bastante bien, muchas gracias- respondió la patinadora con una sonrisa amable, esperando que la entrevista no durara mucho, ya que era demasiado tarde para huir.

- ¡Magnus Hansen, qué gusto verlo por aquí!, ¿Ahora es el entrenador de Astrid?

-Oh no, solo soy sustituto en lo que mi padre llega- explicó el mencionado del mismo modo que "su hermana menor".

-Por cierto, felicidades por su compromiso; su prometida se ve tan bonita con ese anillo- soltó la mujer con entusiasmo.

-Ahh, pues gracias, no sabía que la noticia podía correr tan rápido- comentó intentando no hablar mucho sobre Brenda, pues pese a que el medio del espectáculo la conocía, se aseguraba de que la mayoría de sus cosas se mantuvieran en secreto para proteger su privacidad.

- ¿Nos tiene algún detalle de la boda?

-No por el momento, lo siento. Es algo muy nuevo y mi prometida y yo no hemos tenido tiempo de planificar el evento, pero saben que apenas ocurra algo, se los diré.

-Está bien, bueno, pero hablando de compromiso, Astrid, ¿es cierto que Hipo Haddock ya le pidió matrimonio?

- ¿Disculpe? -balbuceó la desconcertada rubia.

-Sí, es que hace unos días lo vieron salir de una joyería, así que supusimos que le compró un anillo de compromiso.

-Ohh, no, no, se están confundiendo. Sí me dio joyería, pero no fue un anillo.

- ¿Pero sí se van a casar, verdad?

-Saben algo, ya es tarde y Astrid y yo tenemos que volver a entrenar; los vemos después, gracias por sus preguntas- intervino Magnus para su alivio jalándola del brazo con la intención de escabullirse yendo de nuevo a la arena de entrenamiento- debemos ser más cuidadosos la próxima vez, no noté que estaban ahí- agregó soltando un suspiro de alivio.

-Sí, yo estaba tan distraída que ni cuenta me di de los flashes de las cámaras.

-Oye, ¿y es cierto?

- ¿El qué?

- ¿Haddock te pidió matrimonio? -preguntó mirándola cruzado de brazos.

- ¿Ves algún anillo en mi mano? -soltó arrugando la nariz- claro que no, porque Hipo me regaló un collar por nuestro primer aniversario. Créeme, si me pidiera matrimonio, mostraría orgullosa mi anillo de compromiso.

- ¿Y tú quieres casarte con él?

- ¿Por qué me estás preguntando esto como si fuese malo? -le reprendió ligeramente molesta.

-No lo hago.

-Claro que sí, si no, no estarías tan serio. ¿Qué?, ¿Acaso te molesta algo de él como para que estés en desacuerdo con que nos casemos?

-No, solo que el matrimonio es un gran compromiso y no quisiera que te lo tomaras a juego. Además, estás muy pequeña para casarte, ni siquiera tienen empleo o una casa propia.

- ¿Qué carajo Magnus?, yo mando en mi vida y ni tú ni nadie me va a impedir hacer lo que quiera. Solo eso me faltaba, que te creas mi padre para decirme si soy responsable o no en algo que ni siquiera ha pasado. Escúchame bien, yo aprendí algo desde muy joven, algo que ni tú ni Eret han logrado hasta la fecha; aprendí a ser responsable de mis actos sabiendo que mis padres no llegarían a salvarme o darme un consejo si me equivoco; soy autosuficiente, perfectamente puedo vivir sola, casarme y tener el mundo a mis pies sin ayuda; es más, pude haber venido sola a este viaje- soltó dolida apartándose de su lado, pero sin llegar muy lejos, debido a que la sujetó de la mano- ¡suéltame, hijo de trol! -exclamó furiosa, pero antes de poder golpearlo, la rodeó en un abrazo.

-Lo siento, lo siento, no fue mi intención herirte. No quise sonar como un tonto hermano sobreprotector, solo tengo miedo; todavía no estoy listo para verte casándote y siendo independiente. Por Thor, te cargué y empecé a cuidar apenas naciste; recuerdo que ese día te vi tan chiquita y frágil con ese vestidito azul que, solo quise protegerte, sabiendo perfectamente que puedes hacerlo sola. Y no, no tengo nada en contra de Hipo para que te cases con él así sea mañana o dentro de tres años.

-Gracias, lamento haberte llamado trol. Sé que solo quieres lo mejor para mí- sinceró estrujándolo con más fuerza.

-Está bien, me lo merecía... solo respóndeme algo- pidió separándose para mirarla a los ojos.

- ¿Qué?

- ¿Realmente has pensado en el matrimonio? me refiero a... ¿te ves casada con él?

-Sí, eso me haría muy feliz.

-De acuerdo, dame unos días y me acostumbraré a esa idea.

-Los que quieras- declaró risueña al verlo frotarse el rostro con desesperación.

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De regreso en Berk, el castaño estaba más que contento cuando salió del museo, pues resultó ser que, tras escuchar los términos del trabajo, lo aceptó sin dudar, más sabiendo que la réplica que debía hacer era la pintura de unos caballos corriendo en un paisaje rodeado de montañas; algo que nunca había hecho, pues su especialidad no eran los equinos; así que lo tomaría como un reto personal.

En cuanto llegó a su hogar, rápidamente se puso a buscar imágenes de la anatomía de los caballos para tener estudiados los canon y detalles mínimos si quería entregar el trabajo de calidad que se había planteado en la cabeza. De igual modo, se puso a practicar haciendo bocetos en su libreta hasta que, consideró que había logrado tener agilidad y precisión en trazar las líneas base. Así que, dando por finalizada la tarea del día, se masajeó el cuello con delicadeza antes de dirigir la mirada a uno de los cajones de su escritorio. Lo abrió teniendo una pequeña sonrisa en el rostro, pero al sostener en sus manos una pequeña cajita de terciopelo, ensanchó su expresión.

-Espero te guste Astrid- susurró para sí mismo viendo la joya que guardaba aquella particular cajita.

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Chicos, si las cuentas no me fallan, este es oficialmente el antepenúltimo capítulo, así que espero disfruten la recta final.

Nos vemos pronto ;)

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