Capítulo 48

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Cuando Astrid logró calmar a su agitado corazón, se dispuso a ayudarle a Magnus y Fergus con los niños, hasta que dos horas después, las lecciones concluyeron. Mientras todos los pequeños comenzaban a cambiarse y retirarse, Lena se le acercó con una sonrisa.

-Gracias por la clase señorita Hofferson. Mañana es mi cumpleaños, así que patinar juntas fue el mejor regalo que pude recibir; le prometo que me esforzaré mucho para algún día ser como usted.

-Muchas felicidades- aseguró agachándose para hablarle mejor- pero ¿te digo algo?, no tienes que ser como yo; puedes ser mucho mejor. Confío en que algún día, serás mi sucesora para representar al país.

- ¿En serio lo cree?, es que quiero que mis papis estén orgullosos de mí.

-Créeme que ya lo están- afirmó dulcemente- he visto cómo te mira tu mamá, ella te adora.

- ¿Su mami también la mira así? -preguntó con inocencia de la realidad de la vida familiar de Astrid.

-Los dioses se la llevaron hace mucho tiempo- confesó con media sonrisa tras haber meditado un segundo su respuesta- pero, cuando era niña, me miraba como la persona más feliz del Midgard; sé que estaba orgullosa cada que me veía entrenar y competir.

-Tenga por seguro que así es. Sabe, mi mami siempre me dice que las personas buenas como usted, se merecen la felicidad máxima, y yo digo que es cierto, así que espero que lo sea, aunque su mami no esté a su lado.

-Muchas gracias pequeña. Y sí, soy bastante feliz- comentó con cierto asombro en la voz por ver la madurez que reflejaba pese a su edad.

- ¿Su novio bonito también la hace feliz?

-Mucho.

- ¿Es su príncipe azul? -preguntó con un brillito especial en los ojos.

-Claro que sí- dijo en una dulce risa, pues a pesar de que Lena era muy madura, no dejaba de ser una niña que creía en los cuentos de hadas- mi novio es mi príncipe de blanca armadura.

-Ay, qué bonito, ¿y viene a visitarla montado en un corcel blanco? -prosiguió con emoción, ocasionando que la chica volviera a reír, ya que su imaginación se había disparado a concentrarse más en fantasías que en la vida real.

-Lena, cariño, es hora de irnos- intervino sutilmente la madre de la pequeña entrando al lugar y dándose cuenta de que todavía no se cambiaba para ir a casa- lo siento por entretenerla señorita Astrid- añadió con pena dirigiéndose a la patinadora.

-No se preocupe, Lena es muy buena hablando- halagó mirándola con una sonrisa antes de guiñarle un ojo a la niña a modo de despedida- cuídate, nos vemos después.

Y, en cuanto madre e hija caminaron a la salida, Astrid se acercó a la orilla de la pista para quedárseles viendo pensativamente.

-La niña me recuerda a ti -comentó Magnus de repente llegando a su lado.

-Supongo... es una niña muy curiosa.

-Aunque, sé que en lo que más piensas es en Bertha cuando ves a su madre.

-No es un secreto para nadie. Sabes, es cómo sacar un recuerdo agridulce de mis memorias, estoy viendo un recuerdo de lo que viví alguna vez. Aunque claro, este es diferente porque Lena sigue teniendo a su mamá.

-Bertha sigue estando contigo- le recordó jalándola a modo de darle un abrazo- aún eres su hija.

-Gracias por levantarme el ánimo.

-Eres mi pequeña hermana, es mi trabajo hacerlo- comentó cariñosamente, recibiendo a cambio una sonrisa agradecida.

-Hablemos de temas menos tristes- pidió separándose de él- casi olvidaba preguntarte, ¿vas a llevar a tu chica a la boda de Dagur?

- ¿Por qué ese interés de repente por ella?

-Tiene mucho que no la veo, es todo- dijo alzándose de hombros.

-Ajá, y yo nací ayer. Sé que tramas algo, ¿acaso quieres vengarte por lo que le hice pasar a tu "novio bonito"?

- ¿Quizá, quizá no?

-De acuerdo, sí, sí la voy a llevar. Ella también ha preguntado por ti- informó rodando los ojos con diversión- ¿contenta?

-Muchísimo.

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Mientras tanto con Hipo

Hacía varios minutos que el chico miraba a su padrino con aburrimiento; debido a que como hablaba mucho, todavía no terminaba de hacer el encargo por el que había ido apenas salió de clases. Se suponía que lo iba a tener listo una hora atrás, pero, así como veía la situación, se iba a tardar mucho más. Pero eso no fue lo peor, sino que darse cuenta que no tenía datos móviles para responder sus mensajes o navegar por las redes sociales para distraerse. Tras dejarse caer con desgane en el respaldo de la silla donde había estado sentado, soltó un suspiro antes de ver que enfrente del taller, había un local de globos de helio.

Sonrió con ilusión, tanto que, una vez le dijo a Bocón que saldría por unos minutos, echó a correr al otro lado de la calle. Sin embargo, al cruzar la puerta, se sintió perdido al ver tantos globos de colores y formas distintas, y mucho más cuando al adentrarse en cada pasillo, encontraba modelos nuevos. Todo aquello también le provocó hacer una mueca, pero tuvo que dejar sus pensamientos de lado cuando su celular sonó.

- ¡Hey Hipo!

- ¡Hola Storm!, ¿Qué pasa?

-Ya compré tus acuarelas. El lugar que te comenté la otra vez es increíble; es el paraíso mismo, por favor, acompáñame la siguiente ocasión, prometo que te vas a enamorar.

-Gracias por haberlas comprado, me salvaste la vida. Y claro, no dudo en tu palabra, la otra semana acomodo mis horarios, y vamos. Por cierto ¿cuánto te debo por las acuarelas?

-Nada, son mi regalo para ti.

- ¿¡Qué!?, no puedo aceptar eso.

-Hazlo, eso compensa lo del pago de mi fianza, ¿crees que no me enteré que fuiste tú quién dio el dinero?

- ¿El chismoso de Tannlos te lo contó?

-Sí, se le escapó mientras lo dejaba tontito por mis besos- confesó risueña- así que ya estamos a mano.

-Nada de eso, te las tengo que pagar.

-Lo siento. Si quieres seguir insistiendo, acude con la preciosa Astrid, no conmigo- dijo burlonamente.

- ¡Vamos! soy tu cuñado y primo favorito, no puedes hacerme esto- suplicó con voz chillona.

- ¿Dónde estás? porqué se escucha música salsa de fondo, y que yo sepa, tú no eres de esos gustos- preguntó para distraerlo del otro tema.

-En una tienda de globos para comprar lo que te comentó Tannlos la otra vez.

-Ah sí, la despedida de tu papá. Sí, lo tengo presente... ¿y ya los tienes?

-No, la verdad es que estoy perdido, hay tantos que no sé cuáles elegir- confesó con frustración.

-No te compliques. Yo no me iría por los más extravagantes, ni por los que mejor combinen. Yo me iría por los que representen un significado especial.

- ¿Y esos cuáles serían?

-Los de color verde, amarillo y rojo. Ya que, de acuerdo con la psicología del color, el verde representaría la esperanza por querer recuperar sus vidas, el amarillo la alegría por volver a sonreír después de los días grises, y el rojo el amor que le tendrán por siempre a Estoico.

- ¡Wow! esa idea jamás se cruzó por mi cabeza. Muchas gracias, recuérdame darte un abrazo cuando te vea.

-No hay de qué, me sorprende que no se te ocurriera antes.

-Lo sé, supongo que mi mente estaba en otro lado.

- ¿En algo o alguien de cabello rubio y ojos azules? -cuestionó con diversión.

-Sabes la respuesta- contestó con simpatía- entonces, volviendo al otro tema... ¿cuánto es de las acuarelas?

-Adiós primo y cuñado querido, te veo al rato.

-Rayos- soltó con decepción cuando la chica le colgó, pero sabiendo que no podía hacer algo más por el momento, solo se acercó a la caja a pagar los globos que había elegido.

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Una hora más tarde, Hipo regresó a casa, en dónde lo primero que hizo fue contarle a su madre y hermano lo que había comprado para la despedida de Estoico.

- ¿Y quieren que vayamos hoy a soltar los globos? -preguntó Toothless tomando hojas blancas para que cada uno escribiera su carta.

-Podemos hacerlo, ¿les parece que sea en treinta minutos? -cuestionó su madre al verlos de buen ánimo.

-Perfecto- exclamaron al unísono antes de dirigirse a sus respectivas habitaciones.

Aunque, como el castaño no sabía que escribir, se distrajo fácilmente al escuchar su celular vibrar por una llamada entrante; no obstante, al responderla, lo hizo con aire distraído, por lo que ni siquiera prestó atención al remitente.

-Conozco esa cara, ¿qué está pasando por tu cabeza?

- ¿¡Astrid!? -gritó aventando su celular del susto por caer en cuenta de que había aceptado una videollamada de su novia.

- ¡Ay!, ¿Por qué me tiras? -soltó divertida mientras este levantaba el aparato.

-Perdón, estaba distraído- respondió sonriéndole tímidamente y rascándose la nuca.

-Lo sé, por eso pregunté lo que pensabas.

-Es que vamos a ir al cementerio y estaba tratando de escribir la carta a papá, pero no sé cómo empezar, hay tantas cosas que no le dije...

- ¿Recuerdas la mañana que salimos a caminar antes de ir a la exposición en el salón de arte?

-Claro, ese día casi me daba un ataque de pánico, pero ¿eso que tiene que ver? -preguntó confundido.

-A veces tienes pésima memoria- soltó risueña- ¿recuerdas que hablaste con mi mamá para agradecerle por haberme conocido?

-Sí y también le pedí que tu padre no me matara entrando al Valhalla- prosiguió con gracia.

-Exactamente, y eso es lo que podrías hacer con la despedida para Estoico.

- ¿Qué cosa?

-Escribe la carta como si lo tuvieras de frente, tal y como hablaste con mi mamá. Será mucho más íntimo, y sé que tu padre estará allí para escucharte.

- ¿Te he dicho lo maravillosa que eres? -respondió mirándola agradecido.

-Hoy no- comentó sonriente- bueno Babe, solo te hablaba por si necesitabas algo, tengo que irme, voy a ir con Magnus a que se compre unos patines, pero llego más tarde, ¿o quieres que te acompañe al cementerio?

-No te preocupes Mi lady, vete tranquila; yo estaré bien, estoy listo. De cualquier forma, sabes que te llamaré por si me ocurre algo. ¿Tú estás bien?, estás rojita de la cara.

-Estoy perfecta, gracias. Llegando a casa te cuento todo, mi caballero de blanca armadura.

- ¿Qué acaba de ser eso? -preguntó echándose a reír.

-Te dije que te contaba al rato, nos vemos; te amo.

-Está bien, pero ya me dejaste con la curiosidad, te veo al rato; te amo.

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Cuando Hipo terminó su carta, fue el tiempo justo para dirigirse al cementerio, dónde una vez estacionaron el auto, se bajaron con los globos en mano y con un ramo de flores, para luego caminar hasta estar delante de la tumba de Estoico; aunque hubiesen pasado unos meses desde su partida, todavía se les hacía irreal ver su nombre en aquella lápida.

-Oigan, se me ocurrió algo... ¿qué tal si en vez de soltar los globos con el mensaje atado, le leemos la carta, después la quemamos y al final liberamos cada uno un globo? -opinó el pelinegro de repente, a lo que Valka e Hipo tras darse una mirada rápida, le asintieron.

Como se acordó que la castaña sería la primera en pasar a leer su carta, los chicos fueron a sentarse al césped a unos metros de allí para darle privacidad.

-Sabes, se siente diferente estar aquí hoy, porque en el funeral todo era muy gris- sinceró Toothless casi en un susurro.

-También lo siento. En el funeral, apenas y se podía respirar, pero hoy, el aire es más liviano- comentó Hipo dándole un apretón en el hombro.

-Supongo que a esto se refería Astrid con ver la luz al final del túnel, ¿no?

-Sí, eso creo.

-Hablando de ella, ¿le trajiste flores a sus papás, verdad? -indagó al ver dos ramos en sus manos.

-Sentí que debía traerles algo.

-Sabes, yo creo que sí te hubieran aceptado para ser un Hofferson más- mencionó poniéndose de pie para intercambiar lugares con su madre tras verla soltar el globo rojo.

- ¿Cómo te sientes mamá? -le preguntó Hipo cuando esta se sentó a su lado.

-Bien, fue más liberador de lo que pensé, gracias por habernos dicho tu idea.

-No me agradezcas, mereces ser feliz otra vez- contestó tomando su mano.

-También quiero que lo seas- pidió besándolo en la mejilla- anda, es tu turno- agregó después de que Toothless soltara el globo amarillo.

Una vez el primogénito de Estoico estuvo frente a su tumba, soltó un enorme suspiro antes de desdoblar con nerviosismo la carta que escribió, y, tras aclararse la garganta, comenzó a leerla en voz alta.

"Hola papá. Hay tanto que decir y las palabras nunca serán suficientes para expresar todo lo que siento... antes que nada, lamento no haber venido antes, pero no estaba listo para afrontar una vida sin ti a mi lado. Sé que tuvimos algunas diferencias estos últimos años, pero siempre pudimos salir adelante, ¿no? Fuiste un excelente padre tanto para Tooth como para mí; jamás dudes de eso, te agradezco por la increíble vida que me diste y las lecciones que me enseñabas a diario; siempre las llevaré grabadas en el corazón. Es más, todavía tengo fresca mi favorita: con el amor, viene la pérdida, es parte del trato. A veces duele, pero al final, lo vale todo; no hay mayor regalo que el amor.

No lo había entendido hasta hoy. El amor que te tengo ahora, es muy distinto al de antes. El perderte, me hizo experimentar lo doloroso que es amar a alguien, pero como bien dijiste, ese dolor vale la pena al final del día, ya que nunca podría dejar de quererte y olvidarme de que eres mi papá. Ya entendí el trato, y por eso mismo, tengo que dejarte ir... y seguir con mi vida, además, sé que eso es lo que también deseas para mí y el resto de nuestra familia. Te prometo que cuando volvamos a vernos cara a cara, te daré el abrazo que no pude darte cuando partiste al Valhalla; te amo papá, nos vemos".

Al terminar de leer, sintió un nudo en la garganta que le quemaba como el fuego mismo, pero sabiendo que solo era parte de su mismo dolor, dejó ir el globo verde, y mientras lo veía elevarse, sonrió inundándose de una paz increíble. Posteriormente, se inclinó para colocar el ramo de flores, y casi enseguida, se dirigió a la tumba de sus "suegros" para dejar el otro ramo. Lo colocó con sutileza y después de inhalar aire profundamente, fue con su familia para quemar las cartas con ayuda de un encendedor. Como el clima en Berk seguía helado, conforme el papel se fue consumiendo, las cenizas se alzaron con gracia, y se alejaron con la brisa del viento. Y cuando ya no quedó rastro de ellas, se unieron en un abrazo; el ciclo había llegado a su fin.

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- ¿Amor?, ¿Qué haces aquí afuera? -preguntó Toothless con extrañeza una vez regresaron del cementerio.

-Hola corazón, ¿me creerías si te dijera que olvidé mis llaves y que no hay nadie en casa? -respondió Storm yendo a abrazarlo para resguardarse del frío.

- ¿Astrid no ha regresado? -preguntó Hipo entrando en la conversación.

-No, al parecer comprar patines es más tardado de lo que pensé- mencionó alzándose de hombros.

-O tal vez no, ahí viene- negó el pelinegro señalando a su cuñada que se acercaba a la casa en patines, haciendo que su novia se soltara de su agarre y corriera hacia ella.

-Vaya manera de recibirme, hola Tormentita- la saludó la Hofferson mayor abrazándola con cariño, puesto que la chica prácticamente se había lanzado a sus brazos.

-Estás patinando, realmente estás patinando- dijo la mencionada con emoción.

-Lo estoy, y no sabes cuanto lo extrañé- alcanzó a decirle antes de que Hipo se acercara a saludarla.

-Me alegra que regresaras a patinar, aunque admito que casi me da un mini infarto. No me había preparado para verte así hasta mañana- susurró el castaño cuando la envolvió en sus brazos- pero ¿de dónde sacaste los patines?

-Yo también si te soy honesta- sinceró besándolo en la mejilla- los patines son regalo de Fergus, era lo que quería entregarme- añadió antes de que él la tomara por el mentón para ir guiando sus labios a los suyos- ¿y a ti cómo te fue?

-Bastante bien, gracias por ayudarme.

-Lo haría siempre- le recordó, para luego terminar con el espacio entre ambos.

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- ¡Vamos amor! dime cuanto fue de las acuarelas de Hipo, es necesario que te las pague- suplicó Toothless hincado a los pies de su novia luego de entrar a casa y acceder a ayudar a su hermano con el problema que causó por hablar de más.

-Ya te dije que no Tooth, no me insistas- mencionó Storm dándole un beso de piquito y sacando las acuarelas de su bolsa- ten Hipo, todas tuyas.

El Haddock mayor se acercó a tomarlas con culpa, y pese a que le hizo un puchero a Astrid para que le ayudara, esta simplemente se alzó de hombros.

-Lo siento Babe, no puedo obligar a Storm a recibir tu dinero.

-Claro que puedes, ayúdame.

-Quizá, pero no le romperé su corazoncito por querer darte un regalo de agradecimiento.

- ¿Pero qué hay de mi corazoncito, Mi lady? no serías capaz de romperlo.

-No lo hago, puedes con esto- aseguró riendo ligeramente a la vez que restregaba su nariz contra la suya.

- ¡Ahjj! -gritó cubriéndose el rostro; había perdido la batalla.

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El sábado por la mañana Astrid llegó a entrenar con el mejor de los ánimos, aunque, sin atreverse a ejecutar el Triple Axel. De todas formas, Fergus no la presionó a hacerlo, ya que tenía fe en que en el siguiente entrenamiento llegaría con la confianza de siempre.

-Rubia, deja todo lo que estás haciendo un segundo, que tienes que escuchar esto- mencionó Magnus entrando a la pista, en compañía de Dagur.

- ¿Qué pasa?

-Me caso en tres semanas- reveló el pelirrojo felizmente.

- ¿¡Qué!? ¿Ya tienes todos los preparativos?

-La mayoría, nuestras familias nos ayudarán a tener todo a tiempo, así que, ten- dijo entregándole dos sobres- al buen Magnus ya le di su invitación. Te entrego la de Hipo y tuya, y ¿me harías favor de entregarle a Storm y Toothless la suya? es que tengo que ir a varios lugares hoy y me estoy volviendo loco.

-Gracias Dagur y claro, yo se las entrego- mencionó con una sonrisa- ¡dioses! ¿la boda será en Berserker? -añadió al leer la ubicación del salón de fiestas.

-Oh sí, espero se diviertan en mi tierra. Bueno chicos, yo me retiro porque tengo más invitaciones que entregar aquí en Berk antes de ir con mi amada a su ciudad natal a repartir más- informó a la vez que corría a la salida.

-Espero que no se vuelva más loco de aquí a tres semanas- opinó el Hansen menor con humor.

-Recemos a Odín- secundó la rubia antes de ver a su novio atravesar la puerta.

- ¿Me perdí de algo? perdón por apenas llegar, pero a mamá se le dio por ir a desayunar a un restaurante- comentó Hipo saludando con un choque de puños a Magnus y a ella con un beso.

Mientras la Hofferson regresaba a su entrenamiento, los chicos se dirigieron a las gradas, dónde además de poner al tanto al castaño sobre la boda en Berserker, el patinador le habló de otras cosas para distraerlo, puesto que, en el momento en que su padre colocó Suitcase, lo vio mover la pierna frenéticamente.

-Respira, Astrid estará bien; papá está teniendo precauciones al ser este el primer entrenamiento en mucho tiempo.

-Lo sé, lo siento. Es que mi cabeza es muy paranoica, además que bueno, no he olvidado el accidente- confesó en una mueca de disgusto.

-Tampoco yo, tranquilo.

-Al menos es un alivio que ella no recuerde casi nada de ese día, así le será más sencillo retomar sus rutinas.

-Supongo que sí, fue lo mejor.

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- ¿Me estás diciendo que tengo tres semanas para conseguir mi vestido, peinado y maquillaje? -preguntó la alarmada Storm una vez se enteró de la fecha de la boda de Dagur.

-Sí, eso estoy diciendo- respondió Astrid sin prestarle mucha atención realmente, puesto que las dulces manos de Hipo le estaban masajeando la espalda y los hombros.

-¡¡Tenemos que ir a comprar las cosas!! es más, tengo que ponerme a hacer ejercicio para bajar los dos kilos que subí este mes. Toothless, lo siento mucho, pero de aquí a la boda no habrá postres, tengo que ponerte en forma también.

- ¿¡Qué!? ay, no seas así Storm- se quejó el mencionado con tristeza.

-Es mi última palabra- dijo yendo a la cocina a guardar la comida que contenía más azúcares.

- ¡No amor, no las galletas! -gritó corriendo hacia ella para detenerla.

Mientras tanto, en la sala, Astrid seguía disfrutando del masaje que le estaba brindando Hipo hasta que, en un movimiento rápido, se sentó a horcajadas sobre él para tomarlo del rostro, y sin decirle nada, atacar su boca. Cuando introdujo la lengua con la intención de incrementar la sensación de sus labios, sonrió al sentir como su lengua comenzaba a jugar con la suya, pero sin dudas, lo mejor de aquel beso fue cuando él la tomó por la nuca para profundizarlo.

- ¿A qué se debió esto? -susurró mirándola tontamente enamorado.

- ¿Qué acaso no te gustó? -cuestionó coqueta.

-Yo no dije eso, me encantan tus labios... solo que no solemos besarnos así sin que acabemos en la cama.

-Bueno, es que no pude evitarlo; eres tan irresistible.

- ¿Segura que no es la dopamina la que está hablando? -preguntó con una burla cariñosa.

-Segura- confirmó besándolo nuevamente antes de ver por el rabillo del ojo como Toothless corría hacia la puerta con la caja de galletas.

- ¡¡Hiccstrid, dejen de besarse y háganla entrar en razón!!, díganle que no tiene que tirar las galletas que compró para mí- pidió este levantando la caja lejos del alcance de su novia.

-No hagas esto más difícil, dame esas galletas- demandó la rubia de mechones azules con el ceño fruncido y saltando para tratar de quitársela.

- ¿Sabes que es bueno? -le comentó el castaño a su lady, ignorando por completo la "pelea" de la otra pareja.

- ¿Qué cosa?

-Que por fin acabamos el semestre la siguiente semana, ya necesitábamos vacaciones.

-Es verdad, ya quiero descansar de las tareas- opinó la rubia rodando los ojos.

-Yo más bien quiero levantarme tarde, ya sabes que me gusta quedarme dormido en mi cama calientito- mencionó con pereza.

- ¿Y qué pasa si te visito mientras duermes?

-Pues te podrías unir a mí. Además, es mucho más acogedor abrazarte para dormir que a mi almohada- contestó risueño, causando que ella le diera un pequeño golpe en el hombro junto a una sonrisa.

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A mitad de semana, Storm les pidió que fueran a la plaza a comprar los atuendos para la fiesta, puesto que, aunque había tiempo, quería tener un pendiente menos en su lista, y más ahora que solo iban a la Universidad por calificaciones y a recoger algunos trabajos. Aunque, los hermanos Haddock debieron pensárselo mejor antes de aceptar ir, puesto que Storm no era de las chicas que elegía lo primero que veía y, a pesar de que Astrid era mucho más rápida en ese tema, se detenía mucho a comprobar la calidad de las telas.

Afortunadamente, cuando los chicos denotaron su aburrimiento, estas les dejaron intervenir eligiéndoles algunas opciones de vestidos, algo que al final resultó para bien, ya que la Hofferson menor rápidamente terminó comprando un vestido azul marino con escote de corazón, caída estilo princesa y con pedrería en el corsé, y la rubia por su parte, un vestido color vino, ceñido al cuerpo y espalda descubierta, de tirantes, y con pedrería en la cintura.

- ¿Qué hacemos en una sastrería? -preguntó el extrañado Hipo al abandonar la última tienda.

- ¿Cómo que qué hacemos aquí? se tienen que mandar a hacer un traje a la medida- mencionó Astrid con obviedad mientras su prima le informaba al dependiente lo que quería para los chicos.

El sastre les tomó medidas, y una vez se decidió que los trajes serían de tonos grisáceos, se mandó a bordar un pañuelito para el bolsillo del saco de color vino y otro azul marino, a manera de combinar con el vestido de su respectiva pareja. Y ahora sí, concluida esa compra, regresaron a casa, dónde nada más entrando al hogar Hofferson, los Haddock se echaron en los sillones con cansancio.

-Solo salieron unas horas chicos- mencionó la risueña Valka, quién estaba conversando en la cocina con Gylda.

- ¡Mamá!, Astrid y Storm nos llevaron a darle muchas vueltas a la plaza, sin contar las tiendas a las que entramos- se quejó el pelinegro en un hilo de voz.

-No exageres hijo, ten por seguro que fueron consideradas.

-Aun así, estoy demasiado adolorido- exclamó el castaño en apoyo a su hermano.

-Entonces no tienen energía ni para comer, ¿verdad? -preguntó Gylda burlonamente señalando los panquecitos que recién había horneado y que ahora descansaban en la mesa.

-Aquí nadie está cansado- exclamó Toothless parándose de un brinco.

- ¿Hipo? -llamó la castaña con diversión al ver que su primogénito no se había inmutado.

-Denle un minuto de recuperación al sujeto de una pierna- respondió este cubriéndose el rostro con su antebrazo.

-Coman ustedes, yo vuelvo enseguida- anunció la rubia antes de subir por una manta y pomada desinflamante.

Al estar de nuevo en la sala, se acercó a su novio, para luego levantarle las piernas, sentarse y colocar sus pies sobre su regazo. Posteriormente, desdobló la manta con la intención de cubrirlo de la cintura para abajo ante su mirada inquisitiva, no obstante, esta cambió radicalmente al quitarle los tenis y la prótesis.

-Tranquilo Babe, nadie verá tu pierna, por eso está la manta; solo te voy a dar un masaje para que ya no sientas dolor- le musitó con cariño.

Con esa respuesta, la expresión tensa de Hipo, se relajó. No es que no le tuviera confianza a aquellos que estaban en el hogar Hofferson, pero, decirles que usaba prótesis era una cosa, y mostrarles su muñón otra; era algo demasiado sensible e íntimo para él. Astrid era a la única que le permitía observar y tocar de más, ya que incluso a su mamá y hermano rara vez les permitía ver su muñón, pues casi siempre si no traía la prótesis, se cubría la pierna.

-Gracias Mi lady, no sabes lo mucho que me ayudó- confesó apenas sintió que su muñón dejó de estar inflamado.

-De nada- respondió esbozando una sonrisa.

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Cuando quedaron únicamente tres días para la boda Berserker, los chicos se despidieron de sus familias para embarcarse en la tan esperada aventura, en la cual Dagur les alquiló una casa en la que pudieran llegar a hospedarse desde un día antes del evento, pues considerando la distancia que había entre ciudades, no quiso hacerlos conducir de noche por carretera. Y, a petición de Valka, se llevaron su auto, ya que argumentó que podía irse a la empresa en moto o pidiendo que un chofer la pasara a recoger.

Por otro lado, los hermanos Haddock acordaron conducir por turnos, debido a que llegar a Berserker les llevaría aproximadamente cuatro horas, así que, Hipo teniendo el control del volante, Astrid tomó el lugar del copiloto, y Storm y Toothless los asientos traseros. Tras conducir por dos horas con la melodiosa voz de la Hofferson menor, quién había montado casi pleno karaoke, el castaño se estacionó en una gasolinera para que pudieran estirar las piernas y se efectuara el cambio de conductor.

-Babe, escucha- le mencionó la rubia con emoción subiéndole el volumen al estéreo cuando se quedaron solos dado a que los menores habían ido a comprar algunas bebidas al local que había al lado de la gasolinera.

Ante el comentario, Hipo agudizó el oído hasta que, sintió sus mejillas arder, ya que estaban reproduciendo no matter where you are; aquella melodía que le había dedicado y cantado en San Valentín. Antes de poder decirle algo, esta lo pegó a su cuerpo y, tras tomarlo de la playera para que se inclinara, la escuchó cantar la parte del coro.

- ¿Me grabarías nuestra canción en un disco? -pidió con dulzura robándole un beso en los labios.

-Bueno, pero la verdad no sé porqué la quieres Mi lady, mi voz es horrenda- dijo con humor antes de besarle el lóbulo de la oreja.

-Tu voz es hermosa, ya te lo había dicho.

-Para ti. ¡Auch! está bien, mi voz es un arte- corrigió al recibir un golpe en el hombro.

-Así me gusta.

-Listo chicos, podemos seguir- informó Storm llegando junto a Toothless- ¡Hiccstrid!, dejen los cariñitos para después- agregó al verlos enfrascados en su burbuja de amor.

Sin embargo, estos no tuvieron tiempo de separarse, ya que el pelinegro los empujó para que cayeran en el asiento trasero del auto.

-¡¡Tannlos!!, ¿Qué demonios? -exclamó Hipo mientras se aseguraba de no haber aplastado a su novia, no obstante, el chico no le respondió, solo se acercó para quitarle las llaves y cerrarle la puerta en la cara.

-Corazón, Astrid te va a matar después de esto- le advirtió la rubia de mechones azules mientras la escoltaba al asiento del copiloto.

-Lo sé amor, pero valió la pena, ¿no crees?

-Eso no puedo negártelo- admitió risueña y dándole un rápido beso de piquito.

- ¿Puedo al menos terminar de conducir antes de ser asesinado por mi cuñada favorita? -preguntó con nerviosismo cuando se subió al asiento del conductor y mirara por el retrovisor como la rubia le observaba como el cazador que acechaba a su presa.

-Puedes hacerlo- accedió la mencionada seriamente, causando que este tragara saliva con pesadez; pues si había pensado que se salvaría de haberla alejado abruptamente de los labios de su castaño, que los dioses lo ampararan, porque había estado muy equivocado.

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Pasadas las horas restantes del viaje, finalmente llegaron al sitio que Dagur alquiló para ellos, dónde al estacionar el auto, Heather fue a recibirlos. Debido a la extensión de la casa, el pelirrojo decidió que no solo los Haddock y Hofferson podían hospedarse allí, sino que también su hermana y todos sus amigos del patinaje con sus respectivas parejas. Tras conversar con la chica, supieron que nadie más había llegado, y que, Patapez recién se había convertido en su novio; a quién conocía desde un par de meses atrás, gracias a que era un viejo amigo de Hipo.

Cuando Astrid y Toothless decidieron salir a comprar comida, Hipo y Storm se pusieron a acomodar las maletas que habían llevado, sin embargo, al escuchar el sonido del auto estacionándose, pero no que abrieran la puerta, cruzaron miradas que denotaron extrañeza. Aunque, al escuchar al Haddock menor gritar, pegaron un salto, para luego ir a ayudarlo, no obstante, al cruzar la puerta, se detuvieron en seco.

-¡¡No, por favor!!, ¡¡Astrid, Astrid, no me hagas esto!! -chilló el pelinegro con súplica a su cuñada que lo llevaba cargando como un costal de papas.

-Te lo mereces por lo que hiciste en la gasolinera- le recordó esta antes de arrojarlo en la alberca que estaba en el jardín, causando un ruido estruendoso y que chorros de agua salieran por doquier- ya estamos a mano- adicionó con una sonrisa triunfante cuando lo vio salir a tomar aire.

-De acuerdo, me lo merezco- aceptó sin tener más remedio que reír y salir del agua.

-Vaya, vaya, parece que me perdí de la diversión- dijo de repente Magnus entrando en compañía de su novia, a quién tenía abrazada por la cintura- rubia, no lo mates.

-No iba a hacerlo, al menos no hoy- contestó la mencionada rodando los ojos con diversión- hola Brenda ¿cómo estás? -agregó mirando a la tímida chica que se refugiaba en los brazos de su "hermano mayor".

-Hola As, muy bien, gracias, ¿y tú? -preguntó de vuelta con nerviosismo.

- ¿Magnus tiene novia? -cuestionó el asombrado Toothless acercándose a su hermano y novia.

-Oh sí, desde hace tres años; es súper bonita y tímida- explicó Storm con ternura- le cuesta iniciar una conversación en un grupo grande de amigos, pero una vez entra en confianza, es genial. Miren, dejen se la quito a la rubia para presentárselas- agregó yendo a saludar a la chica, para luego tomarla del brazo y llevarla con ellos- mira Brenda, te presento a mi novio, Tannlos Haddock- dijo señalando a su pelinegro, quién enseguida le estiró la mano para saludarla- y él... es el milagro de los dioses; además de ser hermano de Tannlos, oficialmente es mi primo- añadió apuntando con cara pícara al castaño.

- ¿Astrid con novio?, ¿No que ningún chico era lo suficientemente bueno para ella? -preguntó Brenda con asombro y sin acabársela de creer, provocando que Hipo la mirara estando a punto de sonrojarse.

-Bueno, es que él es único en su clase- comentó la rubia en una risa acercándoseles- te presento a mi novio, Hipo Haddock- agregó orgullosa, a lo que el mencionado se terminó de sonrojar, además de saludar torpemente a Brenda.

-Oye Magnus, ¿no venía Eret contigo? -indagó Storm con curiosidad.

-Oh sí, está afuera. Es que, le da vergüenza entrar; vino con alguien- informó a la vez que volvía a abrazar a Brenda contra su pecho.

- ¿Pero por qué? -preguntó Toothless extrañado- todos venimos en pareja.

-Ohh, ¿no me digas que por fin se decidió? -preguntó la sonriente Astrid, a lo que obtuvo un asentimiento en respuesta que le hizo querer brincar de la emoción.

-Ve a decirle tú que entre, porque a mí solo me da largas; dice que como soy su mejor amigo, mi opinión está cegada al querer lo mejor para él- le pidió Magnus ante los ojos curiosos de los demás y hasta de Heather y Patapez, quiénes se habían unido a la plática no hacía mucho.

La Hofferson aceptó de inmediato, por lo que, tras ir decidida a convencer a su amigo de que todo estaría bien, entró con él a la casa minutos después junto a quién parecía ser su pareja, pero sorpresa la que se llevaron todos al ver al patinador tomado de la mano de un chico. A nadie, salvo a Magnus y Astrid, les había confesado abiertamente que era homosexual, y por lo mismo, le era difícil ver las reacciones de los demás. Especialmente porqué su relación había sido muy discreta y lo más alejada del ojo público, ya que la prensa siempre le pisaba los talones por la curiosidad de verlo solo paseando en las calles, a diferencia de sus colegas.

Storm fue la primera en salir del shock inicial para acercarse y saludar a Eret con un gran abrazo, seguido de un apretón de manos a su pareja, y no mucho después, el resto se le unió.

-Y dime amigo mío, ya que te lo tenías bien guardadito para ti solo... ¿quién es y de dónde conociste a tu galán? -preguntó la Hofferson menor con picardía, provocando que la pareja de Eret se sonrojara levemente.

-Bueno... él es Niels, lo conocí hace dos años en el gimnasio, y somos novios desde hace poco más de medio año- contó el patinador con una sonrisa al sentirse bienvenido en su nueva realidad con la gente que quería, dónde no debía temer a las críticas sobre cómo vivía su vida.

-Eso es tan romántico- chilló con emoción, haciendo que Niels se sonrojara todavía más- ay hombre, sin pena- agregó divertida al ver su comportamiento- conmigo espérate todo tipo de comentarios y preguntas, ¿verdad Hipo?

-Oh, ten por seguro que sí. Mi cuñada no tiene vergüenza al preguntar las cosas que le dan curiosidad- dijo el castaño sintiendo como él mismo se ruborizaba- te acostumbrarás.

-Gracias, lo tomaré en cuenta- le respondió Niels esbozando una pequeña sonrisa al ya no sentirse tan nervioso de conocer a todos los amigos de su novio.

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-No puedo creerlo, ¿desde hace cuánto sabías que Eret era gay? -le preguntó Hipo a su novia una vez estuvieron a solas, y en la cama, listos para dormir.

-Desde hace mucho tiempo, creo que me lo confesó un año después de que nos hicimos amigos- dijo Astrid mientras los cubría con las mantas.

- ¿Y por qué jamás lo mencionaste?

-Es algo muy personal para Eret, y no me correspondía a mí hablar de ello. Así que por eso Magnus y yo optamos por fingir amnesia en el tema, además de tener la promesa de que bajo ningún escenario íbamos a hablar de sus parejas a menos que él estuviera presente.

-Y yo aquí como tonto pensando que Eret era un buen partido para ser tu novio- confesó en una risa avergonzada- ¿podrías creerme que cuando grabaste el promo para la recaudación de fondos, le dije a Tooth que jamás tendría oportunidad contigo porque merecías a alguien como él?

-Oh Babe, eso es algo muy dulce- sinceró enternecida tomándolo del rostro para besarle la nariz- pues te equivocaste, yo solo tenía ojos para ti.

-Me alegro haberlo hecho- musitó atrapando sus labios, para luego abrazarla contra su pecho, con la intención de que conciliaran el sueño, pues el día siguiente, prometía ser agotador- buenas noches Mi lady.

-Buenas noches, descansa.

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-¡¡Buenos días!!, ¡¡Despierten, que hoy es mi boda!!, ¡¡Rápido, rápido, abajo todos!! -gritó el emocionado Dagur con ayuda de un megáfono al abrir la puerta de golpe a la mañana siguiente.

Ante tal ruido, todos en la casa se despertaron alterados, y pese a que bajaron las escaleras malhumorados por tal intromisión, dejaron que el pelirrojo tuviera el control por ese día.

-La ceremonia es en cuatro horas; tiempo suficiente para arreglarse. Por favor, no lleguen tarde- pidió con súplica, a lo que obtuvo respuestas afirmativas- bueno, me tengo que ir. Solo venía a darles los buenos días.

-Vaya manera de hacerlo- susurró Magnus tras tallarse los ojos, pues aún tenía bastante sueño.

-Sí, bueno... me voy.

Una vez el Berserker abandonó el lugar, las chicas desayunaron deprisa, pues a pesar de contar con el tiempo perfecto para arreglarse, no querían hacerlo con prisa. Así que, no fue de extrañar para sus parejas que fueran las primeras en correr a las escaleras a ocupar los baños.

-Y así es como nos quedamos solos- mencionó Hansen terminándose su desayuno tranquilamente- ¿qué quieren hacer en estas cuatro horas mientras tanto?

-Mmmm pues, yo de casualidad traigo esto- dijo Toothless mostrándoles un mazo de cartas- ¿póker?

-Póker- dijeron el resto al unísono.

Al ser únicamente los hombres quienes disputaban las jugadas, decidieron llevarlas a otro nivel incluyendo castigos para los perdedores de cada ronda. En la primera vuelta, Eret resultó ser el perdedor, recibiendo como castigo beber el suero que suelen traer los quesos empaquetado, seguido de él, Magnus tuvo que beberse media botella de salsa picante; Patapez ingerir un huevo crudo; Toothless comer dos cucharadas de canela en polvo, y Niels e Hipo abrir una lata de sardina y comerse al menos uno de los pescaditos entre los dos.

Así como las partidas corrían, lo hacía el tiempo, por lo que, cuando supieron que solo podrían hacer una última vuelta antes de irse a arreglar, decidieron emplear un reto para el perdedor. Uno con mucha "madurez", el cual consistía en quitarse la playera y hacerle un pequeño baile sensual a su pareja teniendo al resto como espectadores. Todos los que estaban en la mesa se lo pensaron muy bien antes de aceptar, especialmente Patapez y Toothless, ya que ellos aún no tenían ese nivel de intimidad con sus novias, pero, dejándose llevar por el momento, entraron a la apuesta, así como el resto.

La partida se llevó en completa tensión, pues a pesar de haber aceptado el reto, eso no significaba que quisieran pasar por aquel momento. Al comenzar a desvelar los juegos, Niels y Patapez soltaron un profundo suspiro de alivio, pues habían sacado de las cartas más altas; una quintilla. Sin embargo, los jugadores restantes, sudaron en frío, pues todos tenían un póker; y eso solo significaba que iba a perder quién tuviera los números más bajos. Toothless reveló que tenía un 12; Eret un 8, Magnus un 5 e Hipo el número 4; siendo este último el absoluto perdedor.

-Venga Hipo. Llámale a Astrid y cumple tu reto para poder irnos- animó Eret con burla al ver como el chico había escondido el rostro entre sus manos mientras negaba con la cabeza.

-Piensa en un baile de jazz, eso siempre es sensual- opinó su risueño hermano.

- ¡No, ni siquiera sé bailar!, mucho menos algo tan difícil como el jazz- soltó en un grito mientras escuchaba como su corazón se aceleraba, pero como solo escuchó que le gritaban "vamos Hipo, vamos Hipo", tuvo que levantarse y prepararse para gritarle a su novia.

Sin embargo, se quedó con las palabras en la boca, pues como si los dioses lo odiaran más que de costumbre, Astrid bajó las escaleras en ese momento.

-Hola chicos, apresúrense que en una hora nos vamos- les recordó esta con inocencia del escenario que estaba pasando, para luego adentrarse a la cocina por un vaso de agua.

Como el castaño sintió todas las miradas sobre él, tras soltar el aire que había estado reteniendo, se quitó la playera con un temblor en las manos, y al tragar saliva con pesadez, se fue adentrando con paso inseguro a la cocina. El resto mientras tanto, no pudo evitar mirar con asombro su delgado, pero bien tonificado cuerpo, especialmente el pelinegro, quién sabía qué hacía ejercicio, pero de vez en nunca por preferir pasarse las tardes leyendo o dibujando; supuso entonces que el cambio físico se debía a su cuñada, ya que muchas veces se lo llevaba a correr al parque o a los aparatos para tonificar músculo.

-Astrid... -llamó en un hilo de voz por estar muy nervioso todavía.

La rubia al escuchar su nombre, se giró esbozando una sonrisa, pero apenas vio las condiciones en las que estaba su novio, alzó una ceja dejándole ver lo confundida que estaba. Aunque, mentiría si dijera que no se puso nerviosa al verlo de esa manera, mucho más cuando se le fue acercando haciendo un movimiento lento de hombros a la vez que sus manos descansaban en la hebilla de su cinturón. No obstante, no se sonrojó al saber que había algo raro; esa actitud no era propia de él, o al menos no la tendría jamás estando en presencia de alguien más.

- ¿Qué se supone que haces? -preguntó sujetándolo por los hombros.

-Yo-o te estoy ba-bailando-o- reveló tartamudeando más que de costumbre mientras sus mejillas se encendían en un bonito color carmesí.

- ¿Tú bailándome así? -preguntó incrédula- perdiste una apuesta con los chicos, ¿verdad? -agregó, a lo que recibió un asentimiento apenado- ya veo, quieren hacerte pasar por vergüenza.

-Perdóname, no era mi intención que las apuestas llegaran a esto.

-No te preocupes. Tu lady se va a encargar de las situación- dijo coquetamente acercándose a sus labios- vamos a darles lo que quieren, porque te garantizo que al final serán ellos los avergonzados- aseguró enredando la pierna en su cadera, tal y como se hacía en un baile de jazz, para enseguida besarlo.

Al meterle la lengua a la boca, Hipo ahogó un pequeño suspiro, especialmente porque lo estaba ayudando a guiar sus manos por todo su cuerpo para aparentar que le bailaba sin una pizca de pudor, pues hasta de vez en cuando lo jalaba con su pierna, haciendo que sus partes bajas se rozaran. No obstante, la mejor parte para ella fue cuando le soltó las manos para guiar las suyas a sus glúteos y apretárselos con firmeza, antes de que, en un rápido movimiento, lo tumbara sobre la barra de la cocina y se sentara a horcajadas sobre él.

Ante ese último acto, Magnus y Eret soltaron un grito ahogado, para luego apartar bruscamente la mirada sonrojados, pues jamás en la vida se habían planteado ver a su "hermana menor" en tales condiciones. Y, los demás que todavía estaban observando a la pareja, se cubrieron el rostro cuando vieron a Astrid volver a darle un beso de lengua a Hipo; pues bien podrían haber considerado que besar así era bastante inapropiado para hacerlo en público.

-En la noche le seguimos, porque si no, te voy a querer llevar a la cama- musitó la rubia tras romper el contacto, y mostrando una nueva sonrisa victoriosa al ver por el rabillo del ojo lo incómodos que estaban los chicos- ellos ya aprendieron su lección, espero que hayas aprendido la tuya.

Después de eso, se bajó de su cintura para caminar sin pena alguna frente a ellos y subir las escaleras, ya que todavía no había terminado de peinarse y maquillarse. Y, por parte del castaño, una vez recuperó el aliento, y el control de las sensaciones de su cuerpo, especialmente la de su creciente erección, se levantó de la barra, tomó su playera y tras ponérsela, fue con los demás.

-Bueno, Hipo cumplió excepcionalmente con el reto, creo que ya podemos irnos a arreglar, ¿no? -propuso Niels al ver que nadie hablaba.

-Sí, sí, vámonos- pidió torpemente Hansen encaminándose a las escaleras, y casi enseguida, el resto le siguió, dejando a un Hipo bastante satisfecho, pues su lady no se había equivocado; el que menos había pasado vergüenza, resultó ser él.

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Sí, el juego de póker tenía que aparecer una vez más antes de acabar esta historia xd.

Chicos, ahora sí podemos ir haciendo la cuenta regresiva; ya estamos en los últimos capítulos. 

Nos vemos pronto ;)

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