Capítulo 47
Disfruten la actualización.
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Al día siguiente, Astrid se despertó cerca de las 5:30 am, dónde tras dejar la cama sin despertar a su castaño que dormía plácidamente a su lado, calentó por un par de minutos, para luego revisar con la respiración agitada que estaban por ser las seis de la mañana; tiempo justo para arreglarse e ir a la Universidad. Una vez observó sonriente el inicio del amanecer a través de su ventana, eligió la ropa que usaría antes de hincarse frente a Hipo.
-Babe, despierta- lo saludó cariñosamente acariciándole la mejilla.
-Cinco minutos más- balbuceó el castaño con la voz ronca.
-No, se nos hará tarde- negó besándolo en los labios para terminar de despertarlo- ¿cómo te sientes?
-Presiento que hoy será un gran día, ¿tú cómo te sientes? -cuestionó tras tallarse los ojos.
-Bien. Vamos, ve a bañarte mientras yo voy con Storm a aplicarle su siguiente inyección.
-De acuerdo, sirve que entro primero que Toothless. A él le gusta bañarse con agua demasiado caliente y siempre deja todo el cuarto lleno de vapor- mencionó levantándose de la cama y atrapando sus labios con los suyos- no te había saludado apropiadamente- agregó con una sonrisa antes de abandonar la habitación.
Astrid se quedó de pie con una sonrisa tonta, para enseguida agitar la cabeza y dirigirse al cuarto de su prima, dónde antes de entrar, tocó a la puerta. No obstante, como no recibió respuesta, se adentró sin hacer ruido; lo que la llevó a encontrarse con una tierna escena; Storm dormida hecha bolita sobre el pecho de Toothless mientras este le rodeaba la cintura.
-¡¡Despierten, Romeo, Julieta!! -gritó con fuerza, haciendo que la pareja se despertara de golpe.
Del susto, la Hofferson menor pegó un brinco, y por acto de reflejo, trató de sujetarse de la playera de su novio para no caerse, sin embargo, como aquella acción lo tomó desprevenido, no tuvo la fuerza suficiente para sostenerla, así que ambos fueron a dar al suelo.
- ¡¡Astrid!!, ¿¡Qué crueldad es esta!? -soltó la furiosa Storm, a la vez que sobaba dulcemente la espalda de su adolorido pelinegro debido a que él estaba más dormido que despierto como para reaccionar.
-Ya es tarde, y necesito inyectarte- mencionó señalando la jeringa que llevaba consigo.
-Ay no, prefiero que me despiertes como ahorita cien veces más antes que ver esa aguja.
-Vamos, no será tan malo esta vez, lo prometo.
La rubia de mechones azules tragó saliva con pesadez, pero al sentir un dulce tacto en su mejilla, desvió la mirada de la aguja, al menos por un momento.
-Amor, no hay nada que temer. Además, recuerda que tienes que sentirte mejor para presentar tu proyecto final- comentó tiernamente Toothless una vez logró despertarse por completo.
-Gracias corazón- susurró besándolo en la frente.
- ¿Te quedas o te vas Tooth? -preguntó Astrid con una sonrisa acercándose a ellos.
-Ehh, no, no, te dejo con ella- mencionó este levantándose torpemente- ya sabes, para no estorbarte y que sea rápido, yo-yo iré a molestar a Hipo.
-Tu hermano se está bañando- comentó con burla.
-Entonces voy por comida, ¡sí, voy a la cocina! -afirmó saliendo de la habitación hecho un rayo.
-Con que aún no llegan a más... ¿no te sientes lista? ¿o sientes que Toothless no es el indicado? -curioseó la rubia para intentar distraerla.
-No, todavía no llegamos a eso. Lo he pensado mucho y claro que deseo que mi primera vez sea con él, pero no ha surgido una oportunidad como la que tuvimos en San Valentín- admitió recostándose boca abajo en la cama; lista para recibir el pinchazo de la aguja.
-Tranquila, tampoco te presiones a buscarlo; el momento llega por sí solo.
- ¿Cómo supieron Hipo y tú que estaban listos?
-Mi corazón fue el que me guio en esa decisión; como no tenía dudas de mi amor por Hipo, todo lo demás se dio de manera automática, y como sabía que él también lo quería, acordamos subir de nivel- dijo esbozando una sonrisa al recordar lo sucedido cuando se alojaron en la cabañita alejada de la ciudad- listo, he terminado.
- ¿De verdad? -preguntó incrédula.
-En serio, ¿ves cómo esta vez ya no te dolió?
-Muchas gracias, y también por todos los consejos que me das; te juro que los valoro muchísimo- sinceró levantándose para buscar la ropa que usaría.
-De nada, ahora apresúrate.
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Estando en la Universidad, Hipo y Astrid tomaron clases por separado hasta que, a las once de la mañana; llegó la clase de Literatura. La rubia se dirigió campantemente al salón mientras tomaba su cotidiano chocolate caliente y, una vez estuvo adentro, se acercó al castaño mirándolo enternecida al percatarse de que se había quedado dormido recargando la cabeza y los brazos en la paleta de la butaca.
Tomó asiento a su lado, y tras revisar que todavía faltaban diez minutos para que la profesora llegara, decidió dejarlo dormir, así también aprovecharía el tiempo para responder algunos de sus mensajes de texto. No obstante, en cuanto escuchó a uno de sus compañeros decir que Vinter venía en camino, se acercó al oído de su novio para despertarlo.
-Babe, la clase está por iniciar- susurró acariciándole el cabello, pero a pesar de que le había hablado despacito, vio que sus músculos se tensaron.
- ¡¡Presente profesora!! -gritó Hipo enderezándose abruptamente y golpeándola accidentalmente en el rostro con su cabeza.
- ¡Carajo Hipo, soy yo! -chilló la adolorida rubia tocándose la nariz.
- ¿Astrid? -preguntó desconcertado- ¡perdón, perdón!, ¿te hice daño? -agregó preocupado, haciendo que esta se descubriera el rostro, dejándole ver que había un hilo de sangre brotando de su nariz.
Al verla, se puso de pie en un brinco, sacó papel que llevaba en su mochila y comenzó a limpiarla con cuidado. Y posteriormente, le colocó un taponcito con el papel para evitar que siguiera saliendo más líquido rojo.
-Perdóname Mi lady, soy el peor novio del mundo- se disculpó hincándose y tomándola de la mano, pues hasta algunas de sus compañeras se habían acercado a asegurarse que estuviera bien.
-Tranquilo, fue un accidente, lo sabes.
- ¡No!, te acabo de golpear, te lastimé y te hice sangrar, perdóname- volvió a decir con culpa y un nudo en la garganta- dioses, me dan ganas de ir con tu tío a que me mate de una vez.
-No seas tonto, no pasó nada- insistió tomándolo del mentón y quitándose el papel de la nariz al ya no sentir la sangre fluyendo.
-Buenos días, chicos- saludó Mala entrando al aula, e impidiéndole a la pareja seguir conversando- señorita Hofferson, ¿se encuentra bien? -preguntó al ver los papeles llenos de sangre en su butaca.
-Sí profesora, un pequeño percance, no se preocupe.
- ¿Segura? -preguntó viendo con algo de recelo al castaño que seguía hincado a sus pies.
- ¡No profesora, yo la lastimé! -soltó el dramático Hipo con voz chillona- ¡expúlseme!
Astrid rodó los ojos al escucharlo, por lo que inmediatamente le dio un codazo para que se callara y no se metiera en problemas, y luego, miró a la furiosa Vinter que estaba a nada de sacarlo del salón. Rápidamente le explicó como habían pasado las cosas realmente, y al reafirmarle que Hipo era el hombre más pacifista sobre la faz del Midgard, la vio suavizar su mirada y echarse a reír. Después de eso, la clase empezó sin ningún altercado.
-Al menos déjame cargar tu mochila por hoy- pidió Haddock con súplica cuando acabó la clase, pues a ella siempre le había gustado cargar sus cosas, a pesar de que él se ofrecía a llevarlas.
-Bien- concedió al ver todavía algo de culpa reflejada en sus ojos, para luego tomarlo de la mano con cariño, y abandonar el aula.
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Astrid aguardaba sentada bajo la copa del árbol que Hipo y ella solían elegir para estudiar o pasar el rato a que este regresara, pues se había ido a la cafetería a comprarle algo por lo que ocurrió en la clase. A pesar de que le insistió que no era necesario, lo dejó marcharse; así que mientras lo esperaba, se puso a leer un artículo que le habían dejado de tarea antes de escuchar que alguien la llamaba desde la lejanía.
- ¡Hey rubia!
Al reconocer esa voz, despegó la vista de su lectura mostrando una sonrisa, pues Dagur se acercaba a ella con paso apresurado, quién apenas llegó a su lado, la envolvió en un abrazo que le fue correspondido.
-Hola, felicidades por tu compromiso- mencionó con emoción.
-Muchas gracias, todavía no me la creo, pero es la segunda mejor decisión que he tomado en mi vida.
- ¿Cuál fue la primera?
-Entrar al mundo del patinaje, ¿qué más? -aludió echándose a reír escandalosamente.
-Tenía que ser. Y, ¿vienes a buscar a tu prometida?
- ¿Cómo sabes que vengo a buscarla?, si ni siquiera te la he presentado formalmente- comentó extrañado.
-Es que el mundo es muy pequeño mi querido amigo; tu prometida es mi profesora de Literatura.
- ¿Mala es tu profesora? que locura- sinceró asombrado- pero, aun así, debo presentártela. Por cierto, el fin de semana estaré repartiendo las invitaciones de la boda, espero tengas día libre para asistir.
-Claro que sí, no me lo perdería por nada.
-Perfecto. ¿Y mi hermano no vino o porqué no está contigo? -preguntó refiriéndose a Hipo, puesto que en el tiempo que llevaban conociéndose, habían creado una interesante amistad, en la que lo veía como su hermano menor.
-Sí vino, solo que fue a comprar unas cosas. Mira, allá viene- dijo señalando a lo lejos a su novio, quién apenas los percibió, aceleró el paso para saludar a Dagur y entregarle a ella una ensalada de frutos rojos, gelatina light y un té de canela.
-Felicidades por tu compromiso, me alegro por ti- mencionó el castaño con una sonrisa.
-Gracias hermano. Le comentaba a tu rubia que en unos días les daré su invitación, espero puedan ir.
-Claro que sí, con mucho gusto, gracias por la invitación.
-Por cierto, Astrid me dijo que conoce a mi prometida, ¿no me está tomando por tonto, verdad? -preguntó con diversión.
-No lo hace, tu prometida también es mi profesora- reveló risueño.
-Entonces espero hayan sido buenos alumnos para que no los saque de la boda- bromeó antes de desviar la mirada un segundo- discúlpenme, ya vuelo- agregó echándose a correr hacia su prometida al verla a lo lejos para estrecharla entre sus brazos- ¡¡Esquimal, mi Malapu!! -gritó sin temor a que alguien le escuchara.
- ¡Mariposa, Dagur de mi corazón! -respondió la enternecida Mala.
-Prométeme que jamás seremos como ellos- pidió Astrid mirando horrorizada la miel que derrochaba la pareja.
- ¿Qué acaso no quieres que te diga "eres la reina de mi reino"? -preguntó Hipo estallando en risa.
- ¡No! -indicó arrugando la nariz y propinándole un golpe en el hombro- si vuelves a llamarme tan melosamente, olvídate de pintarme desnuda y del sexo.
- ¿Por qué castigarme con el sexo? no es justo -expresó mirándola con diversión.
-Ya estás advertido Hipi; mi corazón de melón.
-Está bien, tú ganas, es demasiada miel. Regresemos sin represalias al "Mi lady" y "Babe".
-Gracias- dijo besándolo en la mejilla y viendo que Dagur y Mala se acercaban a ellos.
-Reina mía, ya sé que estos chicos son tus alumnos, pero quiero presentártelos como mis amigos- comentó el sonriente Berserker- ellos son los soldaditos del amor que protagonizan los hashtags más altos de las notas del espectáculo de la sección de deportes. Astrid es mi colega y amiga del patinaje, por tanto, la conozco desde hace muchos años, e Hipo, a pesar de que llevamos poco tiempo conociéndonos, es como mi hermano menor; es de los pocos que creen que no estoy tan loco- añadió risueño.
Después de la presentación, Mala y los chicos se saludaron nuevamente, y tras un intercambio de palabras, Dagur recibió un mensaje de texto, en el cual le pedían asistir a una entrevista de último minuto, por lo que, Vinter y él se despidieron apresuradamente para lograr llegar a la reunión. Así que, cuando la pareja más joven se sentó bajo la copa del árbol a disfrutar un rato de la tranquilidad que les ofrecían los alrededores, la rubia se entretuvo mirándolo dibujar en la libreta que le había regalado mientras comía todo lo que le había comprado.
- ¿Puedo ver? -preguntó con curiosidad cuando terminó de comer, obteniendo como respuesta, una tímida sonrisa por su parte antes de entregarle la libreta, dejándole ver que había dibujado una rosa adornada por las gotas del rocío de la mañana- ojalá pudiera tener tus manos para dibujar así- halagó mirándolo orgullosa.
-Y yo desearía poder tener tus pies para patinar como lo haces en cada competencia- devolvió sonriente, para luego acercarse y besarla- por cierto, olvidé decirte que tengo que ir al restaurante a terminar el mural, ya que el señor Throk quiere hacer la inauguración el jueves en la noche... ¿quieres acompañarme, o te llevo a casa? -añadió en un susurro.
-Voy contigo- musitó sin intensión de apartarse de su lado pronto.
-Perfecto- dijo por último antes de atacar correctamente a sus labios.
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Llegando al restaurante, Hipo inmediatamente empezó a sacar sus pinceles mientras que Astrid optó por sentarse cerca de él y retomar la lectura que había dejado pendiente en la Universidad.
-Mi lady, ya no enfoco bien, ¿desde lejos se ve bien el degradado del cielo? -preguntó el chico estando a la altura del techo, trepado en una escalera.
-Se ven bien los tonos claros Babe, quizá solo te falta ponerle un azul más oscuro en los bordes- le aclaró una vez se alejó del mural para apreciarlo mejor.
Tras agradecerle su ayuda, continuó pintando en silencio aproximadamente dos horas antes de finalmente colocar en un costado de la pared su firma. Cuando se alejó para apreciar la obra, no paró de sonreír, pues hasta hacía poco, jamás había ideado hasta donde era capaz de llegar, pero al ver los resultados, solo pudo sentirse orgulloso de sí mismo.
- ¿Qué te puedo decir que no lo haya hecho ya antes? -expresó cariñosamente la rubia abrazándolo por la espalda- naciste para ser un artista; nunca lo olvides, estoy tan orgullosa de ti.
-Muchas gracias, de verdad- atinó a decir enternecido y sin saber que otras palabras usar para trasmitir todo lo que su corazón sentía.
-No hay de qué.
-Joven Haddock, estoy maravillado con lo que veo ante mí- intervino de repente una tercera voz.
-Señor Throk, ¿cómo está?, ¿le gustó el resultado? -preguntó el nervioso Hipo alejándose de su lady para acudir con él.
-Claro que sí, entregó más de lo que había prometido; muchas gracias- mencionó el hombre analizando cada detalle del mural- acompáñeme, debo entregarle lo que resta del pago- añadió dirigiéndose a su oficina.
La Hofferson sonrió al ver a su novio seguirle el paso a Throk apresuradamente, pues debido a que seguía nervioso las piernas no habían querido responderle, para luego recogerle sus materiales de trabajo mientras lo esperaba, ya que, una vez se reuniera con ella, irían a casa.
- ¿Hipo? -cuestionó con una ceja alzada cuando se le acercó con un semblante serio, sin embargo, este no emitió una respuesta, únicamente le entregó un cheque.
Al tomarlo, y leer la cifra escrita, se quedó boquiabierta; le acababan de pagar a su castaño una cantidad mayor a la que había accedido inicialmente.
-As... necesito que me golpees para saber que esto es real.
-Si insistes- dijo propinándole un golpe en el brazo, que lo hizo salir del trance en el que se había absorto.
- ¡Auch! gracias- mencionó sobándose la zona afectada, provocando que ella se echara a reír, para luego tomarlo de la mano y guiarlo a la salida.
- ¡Haddock, espere! -gritó Throk al salir deprisa de su oficina.
- ¿Ocurre algo? -preguntó el mencionado dándose la vuelta.
-Había olvidado darle esto- explicó entregándole un sobre- es una invitación para la cena de este jueves. El evento contará con cupo limitado por ser la reinauguración y por tener temática de gala, pero mis socios y yo estuvimos de acuerdo en que asistiera junto a su familia.
-No sé qué decir- sinceró teniendo un tinte rojizo en las mejillas.
-Podría decir que acepta venir a la cena- comentó con humor.
-Gra-gracias... yo-yo...
-Disculpe a Hipo, tartamudea cuando se pone muy nervioso por algo que le emociona, pero tenga por seguro que le será un honor asistir a la cena- interrumpió sutilmente Astrid para salvarlo.
-Perfecto- respondió el hombre entregándole la invitación a ella, puesto que Hipo se había quedado estático- gracias señorita Hofferson, nos vemos después.
-Babe, vámonos- le indicó la rubia al pasmado castaño jalándolo fuera del restaurante, dónde una vez caminaron un par de cuadras, este la abrazó felizmente por sentirse un hombre realizado profesionalmente, y por comprobar nuevamente que el sacrificio, valía la pena- oye, ¿estás bien? -agregó al escucharlo soltar un leve quejido.
-No, creo que como estuve tantos días pintando en una sola posición, finalmente mi espalda lo resintió. Me duele mucho, siento todos los músculos tensados, y si le sumamos el frío, empeora- sinceró intentando tronarse la espalda para mejorar su postura.
- ¡Detente!, te vas a lastimar; vamos a mi casa- indicó haciendo que se apoyara en ella para caminar, a pesar de que este se había resistido inicialmente.
No tardaron en arribar al vecindario y al hogar Hofferson, por lo que, una vez Astrid abrió la puerta, lo ayudó a sentarse en la sala. Posteriormente, fue a su cuarto por la pomada que le ayudaba cuando tenía alguna lesión en sus entrenamientos, y al estar en la primera planta, lo vio tratando de quitarse su chaqueta, así que corrió a echarle una mano, además de posicionarse detrás suyo para hacerlo poner las manos en la nuca, y que ella lo girara del torso hasta escuchar cómo su espalda se acomodaba. Por último, le quitó la playera y lo recostó boca abajo en el sillón antes de sentarse a horcajadas sobre él; en el nacimiento de sus glúteos para untarle la pomada y empezar a darle un masaje.
- ¿Todo esto lo has aprendido en la carrera? -preguntó él en un gruñido.
-Algunas cosas, otras las aprendí con las lesiones del patinaje. Ahora relájate, que en verdad estás lastimado- pidió haciendo una ligera presión en los omóplatos que hizo que su espalda volviera a tronar.
-Ay dioses, me voy a morir- musitó en un hilo de voz, sin embargo, podía sentir como el masaje le estaba haciendo cada vez más tolerable el dolor.
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Por otro lado, a escasos metros de allí, se encontraban Storm y Toothless, quiénes después de ir a comprar un café, habían decidido ir a la casa Hofferson a ver una película.
- ¿Segura que no está tu papá, Siri? -preguntó el nervioso pelinegro.
-No, ya te dije que ahora estará saliendo más tarde después de la junta a la que tuvo que ir ayer.
-Pues espero que venga de buen humor más tarde y que no quiera desquitarse con alguien como yo si me ve en su casa con su única hija- comentó con carisma.
-A veces eres un caso, Tannlos- dijo risueña- ya te dije que papá no te matará- agregó estando por meter la llave en la cerradura de la puerta principal, sin embargo, le llamó la atención ver que, a través de las cortinas, se reflejaba una silueta que parecía ser Astrid, no obstante, se preguntó, ¿por qué estaba haciendo movimientos hacia adelante y hacia atrás sentada en el sillón?
- ¿Qué pasa amor? -cuestionó confundido al verla inmóvil- ¿Siri? -volvió a preguntar al no recibir respuesta, haciendo que esta señalara a lo que estaba viendo- dioses- chilló abriendo los ojos con sorpresa y más porque escuchó un suspiro que bien podría haber sido de Hipo.
- ¿Ellos están haciéndolo? -formuló ruborizada.
-No sería muy inteligente de su parte si lo hacen en la sala, ¿no?
- ¿Y entonces?
-Habrá que entrar para descubrirlo- propuso no muy convencido.
- ¿A la cuenta de tres?
-Sí... uno, dos...
- ¡Tres! -gritó abriendo la puerta de golpe.
-Hola chicos, cierren la puerta por favor que hace frío- pidió Astrid inocentemente de la escena que se habían imaginado en la cabeza.
-Cuñada, ¿dónde está mi hermano? -preguntó el apenado Toothless sin alejarse de la puerta.
-Aquí abajo- habló el mencionado soltando nuevamente un suspiro, lo que causó que Storm volviera a sentir como sus mejillas se teñían de rojo.
- ¿Qué se supone que hacen?, ¡¡Dioses!!
Hecha la pregunta, la rubia los miró con el ceño fruncido, para luego analizar la situación con su novio, y el sonrojo que los menores no podían ocultar. Al comprender todo, se echó a reír.
-Tranquilos, pueden acercarse. Hipo y yo no estamos teniendo sexo. Solo le estoy dando un masaje en la espalda, por eso está suspirando.
-Perdón, es que nosotros, bueno...- intentó disculparse el pelinegro sintiéndose más avergonzado al verse descubierto, al igual que su novia, quién había preferido esconderse detrás de él para no ver a Astrid a los ojos.
-No hay problema, no es necesaria su disculpa- le interrumpió gentilmente antes de volver a ejercer presión en la espalda del castaño para hacerla tronar.
-Sí que te jodiste la espalda- le soltó de repente a su hermano al notar su sufrimiento.
-No me digas- comentó el Haddock mayor con sarcasmo soltando otro quejido.
- ¿Cómo te fue con tu proyecto, Storm? -preguntó la sonriente Astrid para que su novio solo tratara de relajarse.
- ¡Oh! bastante bien, cuando puse el traje en el maniquí, se veía increíble. La profesora aún no entrega las evaluaciones, pero estoy esperanzada en que todo estará bien- contó la mencionada con emoción.
-Me alegra, muchas felicidades.
-Gracias.
- ¿Y a ti cómo te fue, Hipo? ¿Ya acabaste el mural? -indagó Toothless con curiosidad.
-Sí, ya lo acabé, lo cual agradezco, pues mi espalda no hubiera aguantado otra semana pintando- explicó el chico con cansancio- por cierto, prepárense, el jueves vamos a ir a cenar al restaurante.
- ¿Cómo?, ¿No iba a ser una cena exclusiva y de gala?
-Así es, pero Hipo será un invitado de honor, por tanto, puede llevar invitados- informó la Hofferson mayor con orgullo.
- ¡Wow!, me alegro mucho por ti- aseguró el pelinegro con una sonrisa que su hermano le devolvió agradecido antes de verlo sentarse poco a poco, ya que su cuñada había terminado con el masaje.
-La pomada es caliente, así que no te destapes- advirtió la rubia tomando su playera para ayudarlo a ponérsela y envolviéndolo en una manta que había bajado de su recámara para mantenerlo calientito.
-Te trata igual que a un bebé- molestó el Haddock menor con burla.
-Ya quisieras que te trataran así- soltó el castaño arrugando la nariz antes de acurrucarse en el pecho de su lady, pues de repente se sintió muy cansado.
Toothless bufó por lo bajo, pero como no supo qué otra cosa responder, decidió ir a la cocina a servirse una taza de café, además, Storm hacía poco se había adentrado allí.
- ¿Te quieres dormir Hipo? -le susurró Astrid tiernamente cuando lo vio cabecear, por lo que lo ayudó a recostarse en su regazo.
-Solo quince minutos, no me dejes dormir más, por favor. ¿Sí me puedo quedar aquí en tu regazo, verdad? -preguntó tímidamente al darse cuenta que había sido muy confianzudo con invadir su espacio personal.
-Claro que sí, descansa.
-Gracias- balbuceó para luego caer en los brazos de Morfeo.
-Ay, por favor Hipo, nadie se duerme tan rápido- soltó el divertido Toothless cuando regresó a la sala.
-Por lo visto él es la excepción- comentó Storm sentándose a su lado al observar su respiración acompasada.
-Es que tenía mucho sueño desde la mañana- informó la rubia acariciándole el cabello a su novio.
- ¿Qué tanto?, él siempre tiene sueño- opinó el pelinegro en una risa para nada discreta.
-Se quedó dormido en clase- reveló, para luego relatarles lo que había pasado en Literatura.
-Hipo es un dramático.
-Amor, pero si tú también lo eres- le mencionó Storm con diversión, causando que su prima se echara a reír, pues su cara de indignación, no tuvo precio.
-No es cierto- negó agitando las manos.
-Sí lo eres Tooth- mencionó Astrid con aire distraído a la vez que le rehacía a Hipo sus trencitas- ¿no recuerdas la vez que pensaste que te mataría por el asunto del imbécil de Harald?
-Pero ahí había una razón justificada.
- ¿Y qué hay de cuándo pensaste que eras demasiado torpe como para salir conmigo? -cuestionó la Hofferson menor envolviéndolo en un abrazo.
-Ush, está bien, me rindo. ¿Ya podemos cambiar de tema?
-Desde luego.
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Jueves por la tarde. El inquieto Hipo no paraba de caminar de un lado a otro en su habitación mientras veía de vez en cuando como las manecillas del reloj avanzaban cada vez más lento, al menos hasta que se distrajo por escuchar que tocaron a la puerta.
- ¿Hijo?
-Puedes pasar, mamá.
- ¿No me digas que no has elegido que ponerte para la cena?
-Lo siento, es que estoy muy nervioso- comentó rascándose la nuca.
-Ponte este traje, se te verá muy bien- aconsejó una vez le ayudó a revisar su closet- y acompáñalo con una corbata roja.
- ¿Por qué?
-Astrid y yo concordamos en que ese es tu color, además, por ahí escuché que se va a poner un vestido rojo, ¿no te gustaría combinar con ella? -preguntó guiñándole un ojo.
-Sí, tienes razón, muchas gracias.
-No hay de qué, solo se trataba de buscar un buen traje.
-No, hablo de que gracias por estar para mí, por estar presente en cada uno de mis logros; por todo- corrigió estrechándola en un abrazo.
-Eres mi hijo- sinceró enternecida abrazándolo de vuelta- siempre me tendrás a tu lado.
Al separarse, la mujer salió de la habitación para dejarlo arreglarse y, una vez estuvo en la sala tiempo después, sonrió al verlo correr a abrir la puerta y recibir a Bocón, luego subir las escaleras a tomar su saco, y enseguida volver a la planta baja y recibir al resto de sus invitados. Astrid lo saludó con un beso de piquito antes de entrar y seguir atendiendo la llamada que había tomado desde que estaba en su casa, y tras ella, entró la sonriente Storm que se detuvo a mirarlo con burla.
-Primo y cuñado favorito, estás babeando; cuidadito con manchar tu traje.
-Eh sí, gracias- atinó a decir muerto de la pena sin saber en qué momento se había quedado boquiabierto apreciando la belleza de su valkiria.
Pero, olvidándose por un momento del incidente, cuando miró a todos aquellos que lo acompañarían esa noche, sonrió como nunca al sentirse tan apoyado y querido. Revisó su celular y, al darse cuenta de que ya casi era hora de irse, se acercó a su lady.
- ¿Todo en orden? -preguntó cuando la vio colgar su llamada.
-Sí, era Fergus. Quiere darme algo, así que mañana iré a la pista- informó mientras le acomodaba la corbata.
-Gracias, por cierto, te ves hermosa- comentó perdiéndose en el azul de sus ojos y en lo ajustado que estaba su vestido de la parte superior, por no olvidar mencionar el detalle de su espalda descubierta.
- ¿Este vestido también es un arma mortal? -musitó divertida acariciándole la oreja.
-Definitivamente.
Como el restaurante estaba cerca del vecindario, optaron por irse caminando, sin embargo, conforme se fueron acercando, los nervios del castaño se dirigieron a su estómago.
- ¿Emocionado? -preguntó la rubia abrazándolo por la cintura para distraerlo.
-Mucho, pero también estoy nervioso- sinceró pegándola más a él.
-Tranquilo, todo saldrá de maravilla- respondió justo al llegar al lugar- vamos al frente a mostrar tu invitación- agregó al ver a toda la gente formada para entrar, quiénes parecían ser de buen nivel económico como empresarios, dueños de grandes negocios, artistas del espectáculo y demás. Algo que no la intimidaba en lo absoluto, a diferencia de su novio que se había quedado estático.
- ¿Qué?, ¿No-no deberíamos formarnos como-mo los demás?
-No, ¿por qué lo haríamos si la invitación que tienes es un VIP? -preguntó extrañada- ya entendí, no pasa nada- añadió sonriente al comprender su dilema- no van a decir que te metiste a la fila. En este tipo de eventos, siempre hay gente que tiene asiento reservado.
-Perdón, tiene años que no vengo a una reunión de estas. Normalmente papá venía solo con mamá, ya que Tooth y yo preferíamos quedarnos a jugar en casa- explicó rascándose la nuca.
-No te preocupes, tú solo sígueme- mencionó haciéndole gestos con la mano a los demás para que se acercaran con el guardia de seguridad, quién tomó la invitación de inmediato.
- ¿Nombre?
-Hipo Haddock.
- ¿Cuántos son?
-Seis personas.
-Hoffman, a la ocho- le pidió el hombre a uno de los meseros que iba pasando por allí.
Haddock lo miró con confusión, pero no tuvo tiempo de preguntar a qué se refería, puesto que la rubia lo jaló hacia adentro, junto a sus acompañantes, quiénes estaban sorprendidos con el lugar.
-Bienvenidos, tomen asiento- invitó el mesero amablemente.
-Muchas gracias- respondió Astrid con cortesía.
-Dioses, esto es increíble. De no ser por el traje, me sentiría muy fuera de lugar- mencionó Toothless mirando con asombro toda la utilería empleada como decoración.
-Sí, yo también. Cuando estaba trabajando, no se veía tan elegante- mencionó el castaño sintiéndose algo incómodo.
-Tal vez no nos sentiríamos tan así si no estuviera toda esta gente con dinero- soltó Storm con humor para aligerar el ambiente- por cierto, me encanta el mural Hipo.
-Muchas gracias Storm.
Después de que los demás lo felicitaran por su trabajo, el mesero les llevó algo de beber en lo que esperaban a que se llenaran las mesas, pues los dueños habían programado dar un breve discurso agradeciendo la presencia de todos, antes de servir la entrada.
-Oye rubia, ¿el sujeto de allá no es el odioso que quería sacarte a bailar hace unos años? -preguntó Storm en un susurro mientras el resto mantenía una conversación amena.
- ¿Eh? -atinó a decir la mencionada antes de voltear discretamente hacia donde indicaba su prima- no me jodas, sí es él- añadió con horror.
-Creo que todo estará bien mientras no te vea.
-Lo dudo, pero espero que los dioses te escuchen, porque no quiero un escándalo; hoy es la noche de Hipo.
-Mejor coméntale, para que en dado caso de que te vea, sepas que hacer.
-No quisiera.
-Pero debes hacerlo.
-Sí, lo sé- admitió en un bufido, y tras maldecir por lo bajo, se giró para hablar con su novio, no obstante, una voz cortó toda la conversación de la mesa, incluidas sus palabras.
-Joven Haddock, me alegra que ya esté aquí- saludó Throk con amabilidad.
-Buenas noches señor Throk, el lugar se ve espectacular- halagó el chico con una sonrisa.
-Gracias, se hizo lo que estuvo en nuestras manos. ¿Quién vino con usted esta noche?
Con dicha pregunta, Hipo se puso de pie para presentar a sus invitados con emoción y, por otro lado, una vez la rubia volvió a saludar a Throk, decidió mirar por el rabillo del ojo a aquel hombre que alguna vez la incomodó en el pasado.
-Astrid, deja de prestarle atención- regañó Storm sutilmente- pero a ver, recuérdame algo, ¿por qué no puedes mandarlo al Helheim?
-Su padre es un hombre muy influyente en el patinaje, sin olvidar mencionar que cuenta con grandes cantidades de dinero. Con una sola llamada por haber tratado mal a su hijo, podría hundirme la carrera, con un solo rumor de que me inyecto cosas para bajar de peso o tener mejor rendimiento, es suficiente para que los patrocinadores me den la espalda- contó con un deje de frustración.
-Ahjj, burgueses, como los odio- confesó asqueada.
-Dímelo a mí. Además, el que sea americano le hace creer que tiene el poder absoluto sobre las cosas.
-Y sobre lo que cree que puede ser suyo, en este caso, tener a la chica más bonita de Noruega; tú.
-Pondré ese argumento a discusión después, pero de que me quiere para él, es seguro- dijo con cansancio antes de fruncir el ceño por notar que el sujeto del cual estaban hablando, la observaba- carajo, ya me vio.
-Dile a Hipo ahora, o al menos abrázalo para que el idiota no se acerque tan rápido pensando que puede invitarte un trago.
Astrid le asintió con pesar, así que, tras contar mentalmente hasta diez para calmarse, llamó la atención de su novio con cierta vergüenza, puesto que lo estaba interrumpiendo de una plática con Bocón. Al menos agradecía que Throk ya no estuviera presente, pues eso le garantizaba que no vería algún escándalo de primera mano.
- ¿Qué ocurre Mi lady? -preguntó el sonriente Hipo besándola en la mejilla.
-Tengo que decirte algo; algo desagradable.
- ¿Qué cosa? -cuestionó desconcertado y borrando la sonrisa de su rostro.
- ¿Alcanzas a ver al sujeto que no me quita la mirada de encima? -comunicó sabiendo que no solo no le quitaba la mirada de encima, sino que, la estaba desvistiendo en un parpadeo.
Haddock frunció el ceño al encontrarse con el dichoso hombre, además de apretar la mandíbula dejando notar su molestia con lo que presenció, pero controlando el torbellino que se creó en su estómago, bajó nuevamente la mirada.
- ¿Lo conoces?
-Por desgracia. Hace dos años aproximadamente me invitaron a una cena de gala, en la que conocí a mucha gente con influencias, entre ellos, él. La velada estuvo bien la mayor parte del tiempo, pero casi al final, no paró de hostigarme con querer sacarme a bailar y con concederle una cita.
- ¿Y por qué no te lo quitaste del camino? -indagó sin entender.
-Porque no puedo. Su padre es influyente en el patinaje, mayoritariamente en Estados Unidos, algo muy malo en este caso, ya que, al ser un país de primer mundo, es dónde residen las mejores oportunidades para nosotros como atletas. Si yo llegara a hacer algo que lo ofendiera, le hablaría a su padre para hundirme la carrera y cerrarme las puertas a todo lo que pueden ofrecerme allá, por no olvidar mencionar los problemas en los que me metería aquí en Noruega.
-Entiendo, tú déjamelo a mí- aseguró atrayéndola a su pecho para abrazarla- no va a acercarse a ti. Y tranquila, no haré un escándalo, basta con hablar con él desde la distancia; es algo así como el lenguaje que tienen ustedes entre chicas.
-Gracias.
Una vez se terminó de hablar del asunto, se sirvió la cena. Hipo le pidió que se relajara y disfrutara de la noche, en dónde tras insistirle unas cuantas veces, cedió, mientras que él, cada que sentía la mirada del sujeto sobre ella, lo encaraba con molestia, dejándole en claro que la dejara en paz, no obstante, el hombre no se rindió. Sin embargo, casi llegando al final de la velada, pudo pasársela en una charla amena sin tener que preocuparse por él. Aunque, cuando los invitados comenzaron a retirarse, los dueños del lugar le pidieron que los acompañara al mural a tomarse una fotografía, algo a lo que accedió con gusto, pero teniendo presente que debía descuidarla.
-No seas tonto, ve a tomarte la foto, será solo un segundo, estaré bien- insistió la rubia con una sonrisa cuando notó la duda reflejada en sus ojos- Storm, definitivamente no tengo suerte- agregó para su prima cuando el castaño se alejó de ella.
- ¿Por qué lo dices? -cuestionó ella sin entender.
-El idiota viene para acá.
-No puede ser, y justo en este momento nos quedamos solas en la mesa, ¿qué hacemos?
-Tú nada Tormentita, yo lo resuelvo, o al menos lo voy a ...- trató de decir, pero sus palabras murieron en el aire cuando le tocaron el hombro.
-Astrid preciosa, que gusto me da verte.
-Adam- saludó retirándole la mano que había puesto sobre su piel tratando de no dejarle ver que su tacto le desagradaba.
- ¿Podemos hablar a solas? -preguntó señalando directamente a Storm.
-Supongo- concedió poniéndose de pie, a pesar de que la rubia de mechones azules le pedía que no lo hiciera.
Al alejarse de la mesa, Adam trató de tomar a Astrid de la mano, no obstante, esta logró zafarse de su agarre con disimulo, pero en cuanto amplió la distancia entre ambos, el chico la tomó del brazo con fuerza.
- ¿Qué no aprendiste la primera vez cómo funciona esto, preciosa?, te quiero para mí, ¿por qué te es tan difícil dejarte querer? -preguntó seriamente.
-Adam, estoy en una relación, no me estoy haciendo la difícil; estoy respetando a mi novio- respondió secamente y apretando los dientes por no poder soltarle un puñetazo en la cara.
- ¿Desde cuándo te juntas con la plebe? -cuestionó con burla- mira, ven conmigo para que veas la vida que podríamos tener; en Estados Unidos estarías mejor que en este horrible pueblo de quinta.
-No, gracias. Este es mi hogar, y soy feliz con mi novio.
-Escucha bonita, la primera vez dejé que te fueras y que no aceptaras bailar conmigo, pero ahora es definitivo, si no me acompañas, llamaré a mi padre y hundiré tu carrera. ¿El uso de drogas es suficiente para dañar tu reputación, no? -escupió mirándola con una sonrisa cínica que la hizo gritar de rabia en su interior, ¿qué se supone debía responder a eso?
- ¿Puedes soltar su brazo?, la estás lastimando- intervino de repente Hipo mirándolo retadoramente, luego de haber sido informado por la histérica Storm que Astrid estaba en aprietos.
-No te metas dónde no te llaman, esto es entre ella y yo, lárgate.
-Es mi novia, así que tengo derecho a meterme- insistió interponiéndose entre ambos al lograr liberar a la rubia de su agarre- vete- le susurró rápidamente a su enfurecida novia, quién, sin dudarlo, le hizo caso.
-Dejémonos de rodeos, deja a Astrid en paz- demandó el castaño una vez se quedaron solos.
-No eres nadie para decirme que hacer- escupió de vuelta- además, gracias a ti y tu bocota, me aseguraré de que su carrera se vaya al caño, pese a ser un encanto de mujer.
-No te hagas el ofendido, que el saco no te queda. En todo caso, quién debería estarlo soy yo; hostigaste a mi novia hasta incomodarla, además de amenazarla y lastimarla, y eso, no lo voy a permitir, oíste. ¿Crees que no sé quién es tu padre y cuál es el mensaje que quiere dar a la sociedad?, me bastaría con hacer una llamada para hundirte la vida; si cumples con tus amenazas infantiles, yo mismo me encargaré de que te vean como el acosador que eres. No creo que a tus padres les sea grato saber que su hijo favorito que habla de igualdad de género en sus redes sociales, reciba una demanda por ese tema. Así que ya sabes, te largas, no molestas más a Astrid, y a cambio, la denuncia la recibes sin que la prensa se entere.
- ¡Eres un imbécil!, no tienes ni idea de lo que hablas.
-No, tú eres el imbécil que no tiene ni una gota de conocimiento de los movimientos de su empresa. ¿Sabías que la organización de mi familia ayudó monetariamente a la tuya cuando estuvo por quebrar por un producto que fue un fracaso?, la influencia de mi familia también es enorme, y sería una pena que además de demandarte, tuviera que ir con tu padre a cobrarles su deuda; la cual por cierto, no pueden cubrir- mencionó despreocupadamente.
-No lo harías, perderían a un socio importante.
- ¿Quieres probarme?, ustedes tienen más que perder que nosotros- retó con burla- pero tranquilo, nada de eso tiene que pasar si haces lo que te dije. Aléjate de la estúpida idea de que Astrid puede ser tuya, y lo demás se queda en pausa por el momento- añadió antes de verlo salir hecho una furia maldiciéndolo por lo bajo junto a toda su descendencia, así como al país en el que se encontraba.
- ¿Qué pasó Hipo?, ¿Estás bien? -preguntó la Hofferson frunciendo el ceño con preocupación al verlo regresar a su lado.
-Nada, yo estoy de maravilla- aseguró tomándola de la mano- ¿tú lo estás? -agregó revisándole el brazo del cuál Adam la había sujetado.
-Sí, no te preocupes. Siento que tuvieras que resolver algo que era mi problema- sinceró avergonzada.
-No lo hagas, además, lo importante es que ya no te va a molestar- mencionó mientras la invitaba a acercarse al mural a tomarse una fotografía.
- ¿Cómo lo hiciste? -indagó con sorpresa.
-Tengo mis secretos- dijo esbozando una sonrisa confiada- ahora, sonríe a la cámara- adicionó dirigiendo la mirada al frente.
A pesar de que la chica seguía intrigada, dejó el tema por la paz imitando su acción, además de robarle un beso cuando terminaron de fotografiarlos, el cual, le hizo olvidar el mal rato que pasó, y sobre todo, a sentirse más viva que nunca.
.
Al día siguiente, después de salir de la Universidad, Hipo tuvo que ir al taller de Bocón a recoger un encargo, y Astrid por su parte, a la pista de hielo como le había comentado la noche anterior, dónde una vez entró al lugar, vio que Fergus y Magnus estaban impartiendo clases a los niños, sin embargo, el Hansen menor al darse cuenta de su presencia, fue a saludarla.
- ¡Rubia, no sabes cuanto te eché de menos!
-Yo también- dijo con alegría dándole un abrazo, para enseguida ir a saludar a su padrino.
-Hofferson, me alegra que regreses al lugar que te corresponde.
-Gracias. Oye, ¿esa es Lena? -cuestionó cuando observó mejor al grupo de niños que estaban entrenando.
- ¿Quién?, ¿La pequeña de patines morados? -indagó Fergus, y al recibir un asentimiento, chifló para que los niños se detuvieran y le prestaran atención.
- ¡Señorita Astrid! -chilló la pequeña Lena patinando hacia ella- me alegra que haya venido- añadió alegremente- ¿no vino con usted su novio bonito?
- ¿Le dice a Hipo "novio bonito"? -curioseó el risueño Magnus.
-Sí, y estoy de acuerdo con ella- confirmó Astrid con una sonrisa orgullosa.
-Señorita Astrid, ¿vino a darnos clase?
- ¿Acaso ya te aburrieron estos dos atletas? -preguntó la chica con humor.
-No es eso, Magnus precioso nos enseña bien, pero quisiera verla patinar a usted.
- ¿Magnus precioso? -preguntó discretamente con la ceja alzada.
- ¿Qué te digo?, tu novio no es el único con cutis perfecto a los ojos de la pequeña- soltó el mencionado guiñándole un ojo.
- ¿Entonces sí nos dará clase? -preguntó nuevamente la niña tras ser alentada por sus compañeros para convencerla de que patinara con ellos.
- ¿Qué dices Astrid?, ¿Entras un momento? -alentó Magnus colocándole una mano en el hombro.
La rubia quiso gritarle enseguida que sí, pero en su interior todavía había algunos tintes de nerviosismo. El volver a patinar le revolvía ligeramente el estómago, además, estaba el hecho de que no se había preparado mentalmente para ingresar a la pista ese día, sin embargo, cuando Fergus le entregó unos patines, no tuvo dudas. Se alistó más rápido de lo que había previsto y, sin pensarlo mucho, entró al hielo, dónde en un principio se sintió extraña; la sensación de no haber patinado en años, la inundó, pero apenas se deslizó hacia adelante, supo que había vuelto a casa.
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Pregunta: ¿cuántos quisieran un lemon Toothfly? como había comentado, ya estamos llegando al final de esta historia y aún contemplo un lemon Hiccstrid, pero quisiera su opinión para uno Toothfly.
Eso es todo por ahora, nos vemos pronto ;)
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