Capítulo 43
¡Hola!, nueva actualización, disfrútenla.
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Con Toothless y Storm
Después de diez minutos de espera, el pelinegro consiguió pasar a ver a su novia. Sin duda, el lugar era demasiado lúgubre como para que permaneciera allí; tenía que sacarla a como fuera. Cuando llegó a la celda que le correspondía, la vio con el cabello revuelto y el maquillaje corrido. Y, justo a su lado, se encontraba Camicazi en peores condiciones, pues ella hasta había perdido uno de sus zapatos de tacón en el camino a la estación.
-Amor, ¿estás bien? -preguntó tomándola de las manos en cuanto esta se acercó a los barrotes.
-Lo estoy corazón, perdón por lo que pasó; arruiné nuestra cita- respondió la avergonzada chica.
-Tranquila, no te preocupes- contestó pasando la mano por los barrotes para tomarla por el mentón- estoy por sacarte de aquí.
- ¿¡De verdad te crees que la van a dejar salir!?, Siri Hofferson está loca; ella se me abalanzó como un perro rabioso, así que a la que deben dejar salir es a mí, no a ella- contestó la enfurecida Camicazi metiéndose en la plática.
-Disculpa, ¿pero a ti quién te habló? -preguntó el pelinegro secamente.
-Yo me meto donde me plazca. Así que, escúchame bien, si no puedo hacer miserable la vida de Astrid, al menos arruinaré la de su patética prima, ¿no crees que es una buena idea Siri? -soltó con cinismo.
- ¡¡Maldita bruja, deja a mi familia en paz!! -gritó Storm dispuesta a golpearla de nueva cuenta a pesar de los barrotes que las separaban, sin embargo, Carlson se alejó lo suficiente para que no la tocara sonriéndole con diversión.
-Aunque, a decir verdad, supongo que ya le fastidié un poco más la vida; arruiné su relación, no creo que después de que se entere que Hipo y yo nos besamos, quiera seguir con él.
- ¡Mientes! mi hermano jamás le haría eso- soltó el furioso Haddock menor- ¡no voy a creer una sola palabra de una arpía como tú!
-Oh, con que tú eres su hermanito- comentó con burla antes de ver al castaño cruzar la puerta- pero miren, hablando de Roma. Hola Hipo, ¿ya cambiaste de opinión?, ¿decidiste aceptar mi propuesta? -añadió guiñándole un ojo ante la atónita mirada de la pareja.
- ¡Ni muerto, ya te lo había dejado en claro en el restaurante! -escupió el mencionado con desprecio- ni siquiera me dirijas la palabra- agregó, para luego darle la espalda y acercarse a su hermano- acompáñame, encontré una forma de sacar a Storm ya mismo.
El chico le asintió rápidamente, pero antes de ir tras él, le acarició la mejilla a su novia para tranquilizarla. Y, una vez lo alcanzó en uno de los pasillos de la zona administrativa, se aclaró la garganta para hablar.
- ¿Es cierto que te besaste con Camicazi? -inquirió con cautela, haciéndolo frenarse en seco.
-No, ella se lanzó a besarme- corrigió abruptamente sintiendo como su estómago se revolvía de nuevo al recordar la sensación de los labios de la chica sobre su piel.
- ¿Y Astrid lo sabe? -cuestionó con temor.
-Sí, de hecho, estuvo presente al momento del beso; pero descuida, no está enojada conmigo, sabe perfectamente lo que siento por ella.
-Menos mal, de verdad que es una desvergonzada, no llevaba ni diez minutos escuchándola, y ya me había hartado.
-Lo sé, por eso hay que sacar a Storm antes de que la vuelva loca- opinó con una sonrisa.
-Por favor, que la pobre ya debe estar mareada de sus palabrerías.
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Tras permanecer unos exhaustivos minutos dialogando pacíficamente a favor de una fianza para la liberación de la menor de los Hofferson, Hipo lo consiguió; devolviéndole al pelinegro el alma al cuerpo. Durante todo ese tiempo, la rubia había aguardado en la sala de espera, no porqué no supiera sobre temas legales, sino que su novio le había pedido de favor que le dejara manejar el caso, pues como sabía que su método era pasivo-agresivo, no quería que hiciera un sobreesfuerzo por estar todavía en recuperación. Aunque, claro que el chico se fue con la advertencia de que, si en una hora no liberaba a su prima, ella misma metería manos a la obra para sacarla.
Estando cerca del tiempo límite, Astrid ya estaba aburridísima, no obstante, en un momento que se quedó mirando a la puerta, vio con asombro a Axe Carlson ingresar al lugar; ya había olvidado que la hermana menor de este también estaba allí. Debido a que no tenía nada que hacer más que esperar, lo siguió con la mirada, dándose cuenta de que a él solo le bastaron unos segundos para que un policía fuera por Camicazi. Seguramente lo sobornó; pensó rodando los ojos con fastidio, pues como asumía que su castaño estaba haciendo todo por la vía legal y pacífica, iba a tardarse mucho más tiempo en lograr un acuerdo.
-Vaya, vaya, pero que ven mis ojos. Hasta que por fin das la cara Astrid Hofferson, que gusto me da- habló de repente Camicazi con fingida alegría parándose frente a ella, sacándola de sus pensamientos.
-Que gusto verte también Camicazi Carlson- respondió la rubia secamente poniéndose de pie para encararla.
- ¿Por qué no vamos afuera a arreglar las cosas que tenemos reservadas para la otra?
-Camicazi, acabo de sacarte de esa celda. No voy a volver a abogar por ti si te peleas con Hofferson- intervino Axe con disgusto.
-No te metas hermanito, vete a casa si quieres, Astrid y yo tenemos muchos años que recuperar, ¿no es así? -cuestionó, a lo que la mencionada le asintió sin problemas.
-Maldita sea -soltó el chico al aire al ver que las patinadoras habían abandonado la estación de policía- mejor me quedo aquí para sacar a la loca de mi hermana otra vez.
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- ¿Dónde está la loca esa? -preguntó el pelinegro una vez llegó en compañía de su hermano a la celda de Storm para que un policía la liberara.
-No sé, hace rato que se la llevaron de aquí- informó la rubia de mechones azules antes de mirar a su cuñado con temor- Hipo, ¿dónde está Astrid?
-Está en la sala de... ¡¡oh dioses!! -soltó en un chillido golpeándose la frente, ya que cayó en cuenta de que, si Camicazi había salido antes que ellos, forzosamente se había encontrado con su lady.
Para cuando los tres corrieron a la sala de espera, solo se encontraron a Axe, quién estaba bostezando mientras comía una bolsa de papitas. Hipo, sin pensárselo dos veces, se le acercó seriamente.
- ¿Dónde está Astrid? -le exigió saber arrebatándole la bolsa.
-No es mi problema saber dónde está tu novia, Haddock- escupió con desprecio tomando sus papitas de vuelta- pero, para que me dejes en paz... está afuera con mi hermana arreglando sus diferencias.
- ¿¡Qué!? -gritó cerrando los ojos con frustración, para luego abandonar la estación de policía, teniendo a la pareja más joven detrás de él.
- ¡Miren, ahí está! -afirmó Toothless señalando a su cuñada que estaba del otro lado de la acera teniendo una calurosa discusión con la rabiosa Camicazi.
Los chicos apenas y pudieron correr al otro lado de la avenida para separarlas, cuando Carlson sin previo aviso, le dio la espalda a su archienemiga para encaminarse de regreso a la estación, sabiendo que a pesar de que trató mal a su hermano, este estaría esperándola para irse a casa. Al pasar a su lado, la chica los miró con desprecio, pero sin querer gastar más palabras para ellos, se pasó de largo; estos en cambio, la ignoraron por enfocarse en Astrid, quién estaba tocándose el puente de la nariz tratando de calmar el dolor de cabeza que comenzó a invadirla; sin embargo, debido al sobresfuerzo que empleó en la disputa, le fue imposible. Howard previamente ya le había advertido que, si se exaltaba de más en su recuperación, padecería de ese malestar con frecuencia. Y, a pesar de que estaba consciente de que tras el accidente ya nada volvería a ser como antes, no creyó que pudiera sentirse tan mal; pero como fuera, ya solo le quedaba regañarse internamente al haberse dejado llevar por sus emociones, y tomar una decisión estúpida.
Hipo por su parte, jamás le quitó un ojo de encima, especialmente al observar que las piernas le estaban temblando; como si fuesen a flanquearle en cualquier segundo. Y por eso mismo, para cuando la notó con menor equilibrio, se apresuró a su encuentro, lo cual resultó oportuno, pues apenas la tuvo de frente, la rubia cayó sin fuerzas sobre él.
- ¡Astrid! hey, no, no, quédate despierta -le ordenó Haddock con inquietud al verla con la mirada perdida.
A pesar de que la rubia quiso responderle que estaba bien, de repente echó en falta el aire de sus pulmones, la fuerza de sus manos y la movilidad de sus labios. Por no olvidar mencionar que empezó a ver lucecitas de colores por todos lados y a sentir un escalofrío recorrerle la espalda; lo siguiente y último que pudo recordar, fue la voz de su castaño llamándola con desesperación.
- ¡¡Astrid!! -llamó nuevamente soltando un grito ahogado al ver que sus brazos y cabeza habían caído como peso muerto sobre él- ¡Astrid, despierta! -añadió zarandeándola sutilmente por los hombros, pero era inútil; se había desmayado.
-Rubia, despierta- chilló la inquieta Storm tomándola de la mano para seguir zarandeándola.
-No vamos a conseguir despertarla si permanecemos bajo este calor infernal- opinó Toothless, quién estaba tratando de proporcionarle algo de aire con ayuda de la hoja de la fianza de su novia.
-Necesita alcohol, vamos al auto, ella traía gel antibacterial en su bolsa- pidió el castaño poniéndose de pie con la inconsciente rubia en brazos.
Tras correr al auto de los Haddock, el pelinegro le abrió la puerta trasera a su hermano para que pudiera recostar a su cuñada, además de ir al asiento del conductor a poner el aire acondicionado. Mientras tanto, Storm se encargó de ir al auto de su familia para conseguir el gel, el cual apenas tuvo en manos, corrió a dárselo al castaño, quién seguía intentando despertar a su prima.
-As, vamos, regresa- le musitó Hipo al oído acariciándole la mejilla esperando ver sus hermosos ojitos azules y acercándole la botellita de gel a la nariz para que la oliera. Por fortuna, tras esperar en silencio unos segundos, la vio parpadear, y levantar el brazo con torpeza- hey, tranquila Mi lady- añadió sujetándole la mano con cariño al notar que estaba desubicada de su ambiente y del control de los movimientos de su cuerpo.
-Astrid, ¿te sientes mejor? -preguntó con nerviosismo la Hofferson menor, sin embargo, solo recibió como respuesta un pequeño quejido.
-Todavía está algo ida para que pueda hablar, pero nos escucha; deja que se recupere amor; está bien- consoló Toothless tomándola de la mano para tranquilizarla, obteniendo un suave asentimiento.
-Tenemos que llevarla a casa- sugirió Hipo a la vez que sentaba a la débil rubia en su regazo.
La pareja más joven le asintió, y dado a que habían llegado en dos autos, Storm tuvo que manejar el vehículo de su familia al ya contar con licencia. Resultó ser que mientras su prima seguía recuperándose de su accidente, ella había dado todo de sí para aprobar el examen de conducir con ayuda de Toothless, puesto que ya no quería seguir dependiendo de alguien para ir a un lugar.
-Wow, wow, Hipo, ¿qué crees que le haces a mi cuñada? -preguntó el sonrojado pelinegro al ver por el retrovisor del auto que su hermano le estaba desabrochando los primeros botones de la blusa a la rubia.
- ¿Qué parece que hago? estoy haciendo que le dé aire en el pecho.
-Pues parece otra cosa.
-Ush, no seas idiota, tú solo concéntrate en conducir a casa- contestó rodándole los ojos con diversión al haber captado que, al descubrirle el pecho a su novia, se podía apreciar un pedacito de su sujetador azul, haciendo que la imaginación de Toothless se echara a volar por algo con toque sexual.
Al comprobar que el chico ya no les estaba prestando atención, tomó una botella de agua que había subido por la mañana al auto, sacó de la bolsa de Astrid su medicamento para colocarle una pastilla en la boca, y le entregó el agua para que se la pasara.
- ¿Te sientes mejor? -cuestionó besándola en la frente al notarla más despierta.
-Sí, gracias- musitó ella con una tenue sonrisa.
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De nuevo en el hogar Hofferson, la rubia se encontraba mucho mejor, tanto que se le abrió el apetito para degustar una gelatina de mora azul.
-Sabes Hipo, yo digo que, dada la inteligencia de mi cuñada, un día podría dejarte por el arte culinario- bromeó el pelinegro al ver que Astrid no le estaba prestando atención a nada salvo a su comida, ni siquiera a las pequeñas caricias que le brindaba su novio al estarla abrazando.
-Bueno, tendré que vivir con eso- dijo el mencionado con gracia mirando a su lady, quién enseguida partió un pedacito de su gelatina para acercársela a la boca con ayuda de una cuchara. Ante su acto tan dulce, aceptó con gusto su oferta.
-O pueden compartir su amor- corrigió el Haddock menor rascándose la barbilla, a la vez que su novia se echaba a reír por sus ocurrencias.
- ¿Cómo es que aguantas a mi hermano todo el día, Storm? -preguntó Hipo para molestar a este.
-Es que es adorable -respondió la chica restregándose contra los brazos del pelinegro.
- ¿Ves? soy irresistible para Siri- soltó Toothless con "altanería".
-Más bien eres su payaso, por eso te soporta las veinticuatro horas del día- insistió el castaño con burla, ocasionando que las Hofferson soltaran una carcajada.
- ¿Ah sí? pues yo felicito a Astrid por soportarte con todos tus cambios de humor; eres el hombre más dramático que puede existir.
- ¡Cállate Tannlos! -pidió arrojándole un cojín al rostro, el cual le fue devuelto casi enseguida.
-Oye rubia, ¿puedo preguntarte algo? -cuestionó Storm con seriedad, interrumpiendo la "pelea" de los chicos.
-Claro, ¿qué pasó?
- ¿Qué discutiste con Camicazi?
-Nada con importancia- soltó rápidamente con una mueca de fastidio.
-Astrid, por favor- pidió tomándola de la mano.
-Solo me reclamó cosas, y como perdió los estribos, al igual que yo, nos terminamos mandando rápido al Helheim. Fue algo sin relevancia, más bien, la verdadera pregunta es para ustedes, ¿qué tanto le dijeron para que estuviera tan irritable?, no es que me importe, pero estaba más furiosa que de costumbre.
-Yo solo la llamé arpía y mentirosa, no tuve mucho tiempo para decirle otra cosa- explicó Toothless alzándose de hombros.
-Sabes que tanto le dije, creo que no hace falta repetirlo; me resulta incómodo recordarlo- comentó Hipo mirándola apenado, pero la rubia le negó con la cabeza; no necesitaba decir más, después de todo, ella asumió que además del beso robado, Camicazi había hecho de las suyas desnudándolo con la mirada, pues no sería la primera vez que empleaba esa táctica con un hombre para conseguir lo que quería.
- ¿Y entre ustedes que pasó, Storm?
-Ay Astrid, la verdad yo sí me acerqué con la intención de discutir- reveló nerviosa- intenté dialogar pacíficamente con ella, pero fue imposible; las palabras que usó para referirse a ti fueron tan feas que, la golpeé en la mandíbula. Después de eso, me empezó a jalar el cabello, así que hice lo mismo, y dado a que traía sus extensiones, se las arruiné. Le hice todo el daño que pude hasta que el oficial nos arrestó.
- ¿Y por qué lo hiciste? - preguntó extrañada.
-Es que te hizo tanto daño físico y psicológico de niñas que, no pude soportar la idea de no darle algo de paz a la pequeña Astrid en mi cabeza. Esa arpía te atacó en el momento más vulnerable de tu vida; no fue mi intención que todo se descontrolara de esta manera.
La rubia le sonrió en respuesta, para luego pedirle que se pusiera de pie. Una vez lo hizo, la abrazó con fuerza tratando de reconfortarla, mientras en su cabeza se reproducía parte de la discusión que tuvo con Carlson.
≈Flashback≈
-Hay que hablar de los perritos falderos que te están acompañando. Empecemos por tu loca prima que me atacó como una salvaje; más te vale tenerla controlada para que no la demande por agresión física, y que mejor se meta en otros asuntos, por ejemplo, buscar otra carrera; porque para eso de la moda, no sirve. Ahora, su novio es un completo idiota, me insultó y ni siquiera me conoce, ¡dioses! que alguien le ayude con su ceguera por haber elegido a Siri, que bueno, dado a como es, es posible que ella fuera lo único que podía alcanzar; un desperdicio- soltó despectivamente Camicazi apenas tuvo oportunidad de réplica.
- ¿No te cansas de meterte con los demás?, deja de ser cobarde y ten suficiente valor para solo atacarme a mí, que es con quien tienes problemas- devolvió Astrid haciéndole una mueca- ¿sabes qué es lo que más desearías?, que todas y cada una de las estupideces que sueltas, fueran reales para que la loca y ciega no fueras tú.
-Awww, que tierna, defiendes a tus amiguitos- dijo con burla.
-Son mi familia, algo que claramente no entiendes.
-Claro, lo que digas. Mejor hablemos de lo verdaderamente importante... el bombón de Hipo Haddock. ¡Dios! ese hombre es perfecto, es un idiota por estar contigo, pero créeme, pronto se dará cuenta de lo poca cosa que eres; y cuando llegue ese momento, estaré lista para recibirlo.
-Adelante, acércate a él de nuevo; quiero ver cómo te humillas solita. Hipo es demasiado bueno para ti, jamás se iría con alguien como tú.
- ¿Con alguien mucho más bonita que tú, o con mejores curvas? -escupió con diversión.
-Puedes ser una mujer muy guapa y tener un cuerpo envidiable, lo sé, pero de aquí- dijo señalando su cabeza- te falta mucho para alcanzar la perfección, y eso querida mía, es lo que le atrae a Hipo, alguien inteligente como yo.
- ¿Sabes a cuántos hombres he logrado llevar a la cama para obtener lo que quiero?
-Imagino que, a centenares, eres astuta, de eso no tengo dudas. Pero eso no es ser inteligente; no te confundas. Porque de serlo, no habrías manchado tanto tu reputación en todos los ámbitos de tu vida; tú solita te saboteas a no ser una patinadora admirable, a no poder tener una relación estable y a no conservar los vínculos afectivos con tu familia debido a tus infantilerías.
- ¡Vete al carajo Hofferson!
- ¡Igualmente Carlson, jódete!
≈Fin del Flashback≈
-Tranquila, lo entiendo, gracias por lo que hiciste. Pero ya no te preocupes por ella; estoy bien.
- ¿Segura?
-Sí, no importa lo que diga o haga, tengo todo lo que podría pedir para ser feliz; y eso es suficiente- insistió separándose del abrazo, a lo que recibió un asentimiento.
-Oye, ¿estás bien? -intervino Hipo al ver que la Hofferson mayor se veía incómoda.
-No, me está doliendo la cabeza otra vez- sinceró en voz baja- voy a ir a descansar arriba, nos vemos más tarde chicos- añadió encaminándose a las escaleras, pero apenas subió un escalón, perdió el equilibrio. Afortunadamente, antes de darse de bruces contra el suelo, alguien la sujetó por la cintura. Al girarse, se encontró con los bonitos ojos esmeralda de su novio.
-Tranquila, yo te ayudo- prometió sujetándola con fuerza para subir el resto de escalones.
-Gracias- habló una vez se sentó en la cama de su habitación.
-De nada. Anda, duérmete un ratito; hoy pasaste por mucho.
- ¿Te quedarías conmigo?
-Claro que sí, no me iba a ir de todas formas- comentó retirándose los zapatos y la prótesis- no quiero ir abajo a hacer mal tercio con Toothfly, porque mientras subíamos las escaleras, vi que se estaban comiendo a besos.
-Awww, crecen tan rápido esos dos- dijo antes de recargarse en su pecho con las últimas fuerzas que su cuerpo le permitió emplear.
-Me dices si te sigues sintiendo mal para llevarte al médico, ¿de acuerdo? -susurró haciéndole mimos en el cabello y recostándose en la cama con ella en brazos.
-Sí, yo te aviso- atinó a responder, pues no mucho después, dejó caer todo su peso sobre él, indicio de que se había quedado dormida.
-Descansa Mi lady- musitó con cariño apartándole los mechoncitos de cabello que le impedían deleitarse con la belleza que irradiaba día con día.
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Finalmente, la última etapa del juicio contra Krogan, había llegado. Aún no se tenía la identidad del autor intelectual del crimen, pero dar sentencia a uno de los culpables, haría que los Haddock tuvieran algo de paz, quiénes una vez llegaron a la audiencia, sintiendo como la ansiedad se apoderaba de sus cuerpos, tomaron asiento en la primera fila; justo detrás de los abogados que reclamarían justicia para Estoico.
La sala fue llenándose poco a poco, pero eso solo hizo que Hipo y Toothless estuvieran más inquietos, pues el ver que tantos rostros desconocidos habían asistido a escuchar sobre la muerte de su padre, les incomodaba. Por suerte, las Hofferson llegaron casi enseguida para sentarse detrás de ellos y consolarlos hasta que, la jueza que evaluaría el caso, entró al lugar.
Tras una breve presentación e introducción a la audiencia, se solicitó la presencia de Krogan a la sala. Dónde una vez los oficiales lo llevaron al lado de su abogado, todo el público le miró con odio, al contrario del hombre, que había optado por mostrarse indiferente.
-Muy bien, como se mencionó al inicio, estamos aquí para la resolución del juicio contra Krogan Jakobsen por la acusación del asesinato en primer grado a Estoico Haddock. Puede tomar la palabra- pidió la mujer señalando al abogado de los Haddock.
-Gracias su señoría. No hay duda de que el hombre sentado frente a mí, es el responsable por la muerte de mi cliente. Entre las evidencias que fueron entregadas para este juicio, rescato el hallazgo de sus huellas dactilares en el tubo de metal que fue usado para golpear a Estoico en la cabeza, el cual le llevó a presentar una contusión y, la lesión cerebral que acabó con su vida. También hago mención de que al encontrarse rastros de sangre en las uñas del señor Haddock, se hizo una prueba de ADN, la cual coincidió con la perteneciente al acusado. Las pruebas hablan por sí mismas, así que, solo me queda solicitar que Krogan sea llamado al estrado; la familia de mi cliente jamás será la misma después de esta tragedia, pero al menos merecen saber qué pasó el día de los hechos.
Y así fue, una vez el hombre pasó al estrado, juró hablar con la verdad y nada más que eso, antes de que el abogado lo encarara para dar inicio a su testimonio.
-Krogan, ¿conocía de antes a Estoico?
-Sí, la mayoría de personas en Berk lo conocían.
-Voy a ser más específico, ¿trabajaba para él?
-No directamente, pero sí. Yo era transportista, encargado de llevar materiales que solicitaban en la empresa Haddock para sus productos, cosas sin importancia.
- ¿Y fue en la empresa dónde su compañero lo contactó para el crimen?
-Así es, el sujeto llevaba mucho tiempo planeando el fraude de finanzas, e inicialmente, solo había pedido mi ayuda para concretar el movimiento; el plan no era matar a Estoico, únicamente irnos con su dinero, pero se metió donde no debía.
- ¿Entonces podemos decir que le ofreció una buena paga por el trabajo?
-Absolutamente.
- ¿Y qué salió mal?
-Estoico me descubrió un día deambulando en la empresa; él tenía la mala costumbre de conocer a todos sus trabajadores directos, así que verme en uno de sus sectores más delicados, le fue bastante extraño. Yo le evadí para que no se metiera en nuestro camino, pero insistió. Al cabo de unos días, nos volvimos a encontrar, me confrontó diciendo que ya sabía lo que estaba haciendo, y luego me echó del lugar con una amenaza directa de que, si volvía, iba a denunciarme.
- ¿Y qué hacía usted ahí?
-Evaluar el perímetro, ya que quién me contrató quería llevarse parte de las ganancias en físico.
- ¿Qué pasó después?
-El día que Estoico me echó, acordamos matarlo. Sabíamos que dado a que estaba empeñado a descubrir al soplón que se movía desde adentro, no hablaría con las autoridades hasta ser necesario; eso estaba a nuestro favor. Y la verdad es que, las cosas se nos acomodaron solas, ya que la noche antes de morir, le pidió a mi compañero que se vieran temprano para hablar sobre un proyecto. Él le confirmó el encuentro, y ese día, cerca de las 7:30 de la mañana, lo recogió afuera de una cafetería.
-Continúe- pidió el abogado, a pesar que de fondo empezaron a escucharse gritos ahogados por toda la información que se iba revelando.
-Yo también iba en el Mercedes esa mañana; estaba escondido en la cajuela. El plan era simple, matarlo, dejarlo en algún lugar lejano de la ciudad, e ir a la empresa para llevarnos todo. Pero fuimos estúpidos, subestimamos su fuerza. Cuando mi compañero se alejó del tránsito, Estoico se extrañó de su comportamiento, pero antes de poder decirle algo, yo salí de la cajuela por el asiento de atrás para ahorcarlo. Tras forcejear, me aventó contra la ventana, así que mi compañero soltó el volante para meterse en la pelea. Reconozco que Estoico jamás dejó de luchar, logró tomar el control del auto por unos segundos para ir a una zona concurrida, aunque antes de llegar, lo apuñalé. Él no se inmutó ante eso, entonces me vi en la necesidad de tomar un tubo y golpearlo en la cabeza; eso lo dejó inconsciente, sin embargo, al mirar al frente, el auto ya iba en picada a un barranco, y sin poder hacer nada, nos estrellamos.
- ¿Y por qué no se llevaron el dinero?
-Porque también quedamos inconscientes en el choque; despertamos cuando escuchamos las sirenas de las patrullas acercándose a la escena. Ni siquiera nos aseguramos de que Estoico estaba muerto cuando salimos corriendo de allí. Como tuvimos que regresar a la ciudad a pie, ya no pudimos acceder a la empresa, pues como todo Berk ya se había enterado sobre el accidente, se restringió la entrada al personal por protocolo de seguridad. Lo único que nos quedó hacer por ese día fue escondernos y fingir que nada había pasado, esperando que pronto pudiéramos intentarlo de nuevo.
-Tengo una última pregunta, ¿por qué sigue sin revelarnos quién le ayudó con todo esto?
-Es que es divertido dejar la intriga hasta el final- dijo con cinismo- mi compañero fue astuto al usar guantes de cuero para no dejar huellas, pero aun así creí que lo atraparían.
-Ya basta, díganos de una vez por todas quién fue el cómplice en el asesinato de Estoico.
-Fue uno de sus principales socios; alguien a quién la familia Haddock le tenía confianza- reveló dando una pausa para mirar a la viuda y a los hijos del pelirrojo- no conozco su nombre completo, pero todos lo llaman Johan el mercader. Aunque, a partir de hoy, podrían conocerlo como Johan el traidor, le queda bien.
Con dicha confesión, se hizo un escándalo en la sala. Valka había gritado de dolor mientras Bocón trataba inútilmente de tranquilizarla. En cambio, Hipo y Toothless se quedaron en shock, ¿cómo es que no lo vieron venir?, ellos se encargaron de la investigación del fraude de finanzas por mucho tiempo, y jamás pensaron en él como sospechoso; les había visto la cara de idiotas.
-Eso es todo, puede retirarse del estrado- ordenó la jueza al ver las reacciones de los presentes.
-Espere señoría, quisiera confesar una última cosa- anunció Krogan, haciendo que todos callaran.
-Más le vale que sea importante.
-Lo es. Ya que Johan se molestó por no obtener su dinero después de trabajar tantos años para los Haddock, prometió vengarse. Al ya haberse manchado las manos una vez, dijo que no le importaría matar de nuevo.
- ¿Qué quiere decir con eso?
-Debido a que frustraron a Johan los días posteriores al deceso de Estoico, eligió acabar con la vida de dos jóvenes. No miren a los hijos de Haddock, no son a ellos a los que quiere- corrigió rodando los ojos con fastidio- es decir, claro que quiere tomar venganza contra ellos, especialmente porque una vez estuvieron cerca de descubrirlo, lo que hizo que sus planes se atrasaran un mes, pero no lo hará tomando sus vidas, sino que las de ellas- agregó apuntando a las Hofferson.
Storm palideció tras escuchar la declaración, ¿acababa de recibir una amenaza directa?, pensó antes de ver a Hipo y Toothless tratar de abalanzarse contra Krogan, no obstante, no llegaron muy lejos gracias a los oficiales presentes en el lugar; pero por todas las emociones que la invadieron en ese momento, de repente le llegaron unas enormes ganas de vomitar. Gracias a los dioses, Astrid se dio cuenta enseguida, por lo que no dudó en sacarla de la audiencia para llevarla corriendo al baño, dónde sacó todo lo que traía en el estómago.
-Tranquila Tormentita, no es verdad lo que dijo- le aseguró la rubia acariciándole la espalda.
- ¿Cómo estás tan segura? -preguntó temerosa mientras bajaba la manija de la taza de baño.
-Muchas veces estuvimos solas como para que cumpliera su amenaza, el tal Johan tuvo oportunidad para ir por nosotras, y no lo hizo. Krogan solo quiso jugar con la mente de todos; hacer sufrir a los Haddock una última vez antes de ir a prisión.
-Tiene sentido, pero ¿qué pasaría si es verdad?
-Nos cuidaremos entre nosotras, somos del clan Hofferson, no lo olvides- dijo limpiándole las lágrimas que habían comenzado a brotar de sus ojos- además, te aseguro que van a contratar seguridad para mantenernos a salvo.
-Tienes razón. Bueno, vámonos, porque nadie vio a donde nos fuimos.
-Después de ti.
-Pero primero a arreglarme- comentó yendo a enjuagarse la boca varias veces, después mascó una cajita completa de chicles tratando de mejorar su aliento; se arregló el maquillaje y tras soltar un suspiro, se aclaró la garganta para hablar- listo, vámonos.
- ¡Astrid, Siri! -gritó Gylda a lo lejos, una vez las ubicó saliendo del baño. Corrió hacia ellas, y las abrazó con fuerza, junto a su esposo, quién había estado siguiéndole el paso- ¿¡por qué se fueron!?
-Es que Astrid me llevó al baño a vomitar, lo siento- sinceró la apenada Storm.
-Está bien Siri, no pasa nada; solo nos habíamos asustado al no verlas- comentó Finn soltando un suspiro de alivio.
-Lo sentimos, ¿qué pasó en nuestra ausencia? -preguntó Astrid con preocupación.
-Los Haddock enloquecieron, creo que les dio un ataque de ansiedad, así que la jueza ordenó un receso de quince minutos, y que los llevaran a una sala aparte para calmarse. También dijo que, en otras circunstancias, los habría encerrado por su mal comportamiento en la sala, pero siendo empática, aseguró que no recibirían cargos. Y solo hasta que se los llevaron, nos dimos cuenta de que no estaban con nosotros, así que salimos a buscarlas.
-Ay, perdón en serio, es que me asusté mucho con lo que pasó- explicó la menor de los Hofferson más avergonzada que antes.
-Tranquila cariño, está bien. De hecho, tu padre y yo pensamos que la amenaza es falsa- consoló Gylda dándole otro abrazo.
-Eso fue lo que le dije- comentó Astrid sintiéndose más tranquila al saber que no era la única con esa idea.
-Pero aun así vamos a pedir protección para ustedes -mencionó Finn mientras caminaban de vuelta a la audiencia, a lo que las chicas le asintieron.
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Los quince minutos pasaron bastante rápido para la familia Hofferson, quiénes habían aguardado en silencio a que se reanudara el juicio. La jueza durante ese tiempo, aprovechó la oportunidad para pedirles que no descontrolaran a los Haddock emocionalmente dándoles muestras de afecto cuando entraran a la sala; pues como ya se habían roto muchas reglas, no deseaba que se añadieran más. Así que, una vez estuvieron de acuerdo, los trajeron de vuelta, dónde apenas Hipo hizo contacto visual con su novia, soltó un pesado suspiro; ya no quería estar allí, pero sabiendo que debía esperar un poco más, le dio una mirada que esta le devolvió con una tenue sonrisa, asegurándole que estaba bien y que pronto irían a casa.
-Muy bien, para dar resolución a este caso, necesito la respuesta del jurado, ¿cómo declaran al acusado? -cuestionó la jueza.
-Culpable de todos los cargos, señoría.
-De acuerdo, señor Krogan Jakobsen, por el poder que me confiere el Estado, a partir de este momento lo declaro culpable del asesinato en primer grado de Estoico Haddock, teniendo que afrontar una pena de cadena perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.
Tras el veredicto, la jueza dio un par de instrucciones más antes de concluir el juicio. Y apenas escoltaron a Krogan a la salida, todos comenzaron a retirarse de la sala, mientras que Hipo, echó a correr a los brazos de su rubia para estrujarla en un abrazo.
-Perdóname, por mi culpa ahora estás en peligro.
-No lo es, lo sabes- le susurró mientras le acariciaba la nuca.
-La jueza ya nos concedió protección para Storm y para ti; sé que probablemente la amenaza sea falsa, pero no voy a arriesgarme a perderte. Hemos hablado con nuestros abogados y detectives, y nos aseguraron que recibirán buena seguridad, pero que para que les fuera más sencilla la tarea, lo mejor era que se quedaran en nuestra casa por unos días.
-Sí, está bien, no creo que alguien se oponga a eso- concedió abrazándolo con más fuerza, ya que, en todo el tiempo que llevaban conversando, este no había dejado de temblar por la ansiedad que recorría su cuerpo.
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De vuelta en el vecindario, los Hofferson empacaron las cosas necesarias para irse a la casa contigua, dónde para alivio de Storm, su padre no puso objeción con que ella durmiera con Toothless, puesto que Gylda y él dormirían en el cuarto de invitados, y Astrid con Hipo. Tras cenar en un silencio incómodo, la rubia de mechones azules se vio en la necesidad de despedirse para subir al segundo piso y entrar al baño. Se mojó el rostro esperando sentirse mejor, pero cuando terminó de cepillarse los dientes, notó que seguía teniendo miedo por cómo se veía su reflejo en el espejo. Bufó por lo bajo, y tras asomarse por una rendija de la ventana, observó que una patrulla custodiaba la casa. Sacudió la cabeza para despejarse de todo lo que había pasado, y al salir del baño, se dirigió a la habitación de su novio, quién estaba esperándola al pie de la cama.
-Amor ¿todavía tienes el estómago revuelto? -preguntó él tomándola de las manos.
-No en realidad, corazón- confesó sentándose en su regazo- solo estoy asustada.
-Lamento haberte metido en esto- sinceró con la cabeza gacha.
-No, ya lo habíamos hablado; no fue tu culpa- corrigió abrazándose a él- tenemos que ser positivos. Pronto van a encontrar a Johan, lo van a encerrar, y así, tu padre podrá descansar en paz.
-Quisiera que eso ya fuera real.
-Lo será pronto. Además, piénsalo, una vez atravesada esta pesadilla, podrás retomar tu vida, y seguirás luchando por tu futuro conmigo a tu lado.
- ¿Es una promesa?, ¿Estaremos juntos hasta el final de los tiempos? -preguntó separándose para mirarla a los ojos.
-Sí, juntos hasta el final- confirmó sonriente, antes de que este la jalara suavemente para volver a unirse en un abrazo.
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Con Hipo y Astrid
- ¿Segura que estarás bien solamente con esto? -preguntó el castaño entrando a su habitación con una compresa de agua caliente en la mano.
-Sí, dámela ya por favor, que el dolor es insoportable- pidió la rubia hecha un ovillo en su cama.
-Perdón, toma- dijo apresuradamente entregándole la compresa.
-Ay dioses, ¿por qué me tenía que pasar esto hoy? -se quejó por lo bajo mientras se levantaba la blusa para ponerse la compresa en la zona baja de su vientre.
- ¿Pero que tienes?
- ¿Qué nunca has visto a una mujer quejarse por su periodo? -cuestionó con un toque de diversión, pese a seguir adolorida.
-No, ¿acaso eso duele? -indagó incrédulo.
-No necesariamente. Algunas veces puedes pasar simplemente por cambios de humor debido a las hormonas, pero si atraviesas periodos de estrés, obtienes esto, que te inflames y te cause dolor- explicó tranquilamente cerrando los ojos al disfrutar del calor de la compresa.
-Ay Astrid, me siento tonto al no saber sobre estas cosas. Pero, ¿puedo hacer algo por ti para que te sientas mejor? -preguntó apenado.
-No hace falta Hipo, con la compresa estoy bien- afirmó, pero debido a su silencio, abrió los ojos para agregar algo más- bueno, puedes darme un masaje para que el dolor se vaya más rápido.
Ante esa respuesta, Haddock le sonrió satisfecho. Se recostó junto a ella, y con sumo cuidado, le retiró la compresa para sustituirla por su mano, la cual empezó a masajearla haciendo pequeños círculos, causando que suspirara aliviada casi enseguida.
- ¿Cómo te sientes? -le preguntó de repente mientras seguía disfrutando de su masaje.
-Nervioso, tranquilo, molesto, no sé; pasaron muchas cosas hoy- admitió sin mirarla a los ojos.
- ¿Quieres hablar de ello?
-Estoy tranquilo al saber que Krogan comenzará a cumplir su condena. Estoy molesto por saber todo lo que sufrió papá antes de morir, y por ver que Johan me vio la cara de estúpido mucho tiempo; creí que era confiable. Y estoy nervioso por la supuesta amenaza; estoy preocupado por tu seguridad.
-Olvida la amenaza, voy a estar contigo todo el tiempo en lo que atrapan a Johan para no preocuparte; con la protección, estaré bien, ¿de acuerdo? -pidió sujetándole con cariño la mano con la que aún estaba haciéndole masaje- gracias, ya me siento mejor- añadió dándole una sonrisa, a lo que este en respuesta le asintió, además de darle un beso de piquito- Hipo... ¿quién es Johan? -inquirió con sutileza.
El castaño suspiró con pesadez al escucharla, pero antes de querer decir algo, tomó la compresa de agua nuevamente para colocársela en la zona baja del vientre, con el fin de que siguiera estando en calor y que el dolor no regresara.
-Johan es un tipo que llevaba más de 10 años trabajando para nosotros. Papá lo conoció en los primeros años que tomó el cargo, y debido a su compromiso con la empresa, rápidamente lo ascendió a un puesto importante- informó distraídamente mientras jugaba con su mano.
- ¿Lo conozco?
-No directamente, pero sí lo has visto de lejos.
- ¿En dónde?
-En el funeral de papá, el desgraciado se atrevió a ir a darnos el pésame, consuelo y a prometernos que nos apoyaría con todo lo que necesitáramos- reveló apretando los dientes y cubriéndose el rostro por estar tan enojado, dejando a su novia en completo shock, y sin saber que decirle.
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Inserto este párrafo para responder cualquier pregunta o duda que tengan.. menos si la amenaza es real o no jaja.
Nos vemos pronto ;)
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