Capítulo 42

¡Hola!, la imagen que les añadí en la parte de arriba, recuérdenla, les ayudará a entender una parte del capítulo. Disfruten su lectura. 

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Astrid al cabo de unos días, comenzó a hartarse de estar en cama, y de depender de los demás para hacer sus cosas, sin embargo, sabía que no le quedaba de otra, solo pensar en que pronto acabaría esa situación. Como sea, para tratar de despejarse esa mañana, se dispuso a hojear un álbum de fotos que tomó de su librero, el cual contenía principalmente recuerdos de su niñez junto a sus padres; algo que le hizo sonreír con melancolía, pues el no poder ir a visitarlos, le estaba carcomiendo por dentro. Su familia y amigos la estaban sobreprotegiendo tanto tras el accidente que, si les pedía que la llevaran al cementerio, se negarían de inmediato.

Al pensar en ello, soltó un pesado suspiro; no podía enojarse con nadie realmente, debido a que estaba consciente de que solo querían cuidarla, pero necesitaba con urgencia que alguien saliera de esa mentalidad para cumplir su objetivo, y para su suerte, tras darle varias vueltas al asunto, pensó que la única persona que podía hacerlo era el adorable Toothless. Así que, rápidamente tomó su celular para llamarlo, esperando que mientras conversaba con él, no llegara Hipo, quién solo había salido de casa para hablar con los dueños del restaurante en el que trabajaría los próximos días.

- ¿Astrid?, ¿Estás bien? -preguntó el pelinegro al otro lado de la línea.

-Sí Tooth, ¿estás solo? es que quiero hablar contigo de algo importante.

-Claro, dime en que puedo ayudarte.

-Quería saber si me podías ayudar a... -intentó decir, pero este la interrumpió sutilmente.

-As, si me estás queriendo pedir que te lleve al cementerio, no puedo, si lo hago, todos van a venirse contra mí.

-Lo sé, pero están demasiado preocupados por mí, más de lo que deberían; el miedo los cegó. Y créeme, no se los reprocho, al contrario, lo agradezco, pero, me siento inútil al no poder hacer las cosas por mí misma y he intentado ser paciente, pero es demasiado. Además, extraño mucho a mis papás.

-Ay Astrid, es que me pones entre la espada y la pared. Sabes que te quiero mucho, sé que eres fuerte y que los demás están siendo muy paranoicos con tu recuperación, pero no lo sé; no suena como a la mejor de las ideas.

-Toothless, han pasado más de 10 años desde que mis papás murieron, e ir al cementerio, llena un poco el vacío de mi corazón por su pérdida. Tan solo pido dos minutos con ellos, por favor; de ser necesario, me arrodillaré para que me ayudes; eres mi salvación.

-Dioses, no llores, por favor- suplicó al escucharla sollozar por lo bajo- está bien, te voy a llevar, pero ya no llores- añadió soltando un suspiro al saber en el problema en el que se metería, pese a tener presente que era lo correcto.

- ¿De verdad?

-Sí, mañana voy a ir a "cuidarte" en lo que los demás se van a hacer sus cosas, y en el momento en que tengamos oportunidad, nos vamos, ¿te parece?

- ¡Sí! muchas gracias, jamás podré pagarte este favor, así que estoy en deuda contigo para lo que necesites.

-No es necesario que me pagues, solo pido que me protejas por si alguien desea matarme al sacarte de casa- solicitó risueño.

-Dalo por hecho, nos vemos mañana. Tengo que colgar, acabo de escuchar a Hipo en la planta baja.

-Bien, te veo mañana.

Astrid acomodó las fotografías que había sacado del álbum, para luego dejarlo en su mesita de noche. Se recostó de lado y, como no quería que Hipo descubriera que había llorado al tener ligeramente los ojos hinchados, optó por cerrarlos para fingir que estaba dormida. Al escucharlo entrar a su cuarto, reguló su respiración para hacerle creer que llevaba rato descansando, pero cuando este se sentó al borde de la cama para quitarle unos mechones rebeldes que le cubrían el rostro, tuvo que emplear todo su autocontrol para no sonreír enternecida.

No obstante, al sentir mucho movimiento, entreabrió los ojos para darse cuenta de que se estaba quitando su chamarra de piel y calzado, lo que provocó que ahora sí sonriera tenuemente antes de volver a cerrar los ojos, pues infirió que iba recostarse junto a ella para acompañarla en su pequeña "siesta".

-Sabes algo, si me hubieran preguntado a los 15 años si creía que iba a terminar siendo el novio de la chica más hermosa de Berk, les habría dicho que estaban locos- musitó risueño mientras le acariciaba la mejilla- pero ahora solo puedo sentirme bendecido por tenerte a mi lado, por haberme elegido entre un millón de chicos que habrían querido estar en mi lugar, por amarme como yo te amo. Eres lo mejor de mi vida y, por eso mismo, quiero disculparme...- confesó deslizando la mano para entrelazarla con la suya- sé qué quieres ir al cementerio, lo veo en tus ojos. Te pido perdón por ser un cobarde y no poder llevarte, pero el miedo me tiene acorralado. El día de tu accidente, mi mundo se vino abajo; nada me importó más que estuvieras bien, y quizá por eso estoy siendo demasiado sobreprotector contigo; no quiero que te sobreesfuerces; no quiero perderte. Por favor no pienses que soy egoísta, de verdad quiero llevarte, pero no puedo; ni siquiera me he atrevido a ir a visitar a papá, con eso te digo todo; en este momento, es mucho para mí.

La rubia estuvo tentada a abrir los ojos para estrujarlo en un abrazo, pero se contuvo al pensar que, si Hipo le había hecho aquella confesión en silencio, era porque todavía no estaba preparado para hacerlo de frente, y dado a que no quería presionarlo a afrontar el tema, solo dejó que la rodeara por la cintura. 

Al sentir su respiración acompasada, así como que el agarre de su abrazo se aflojaba, enseguida supo que se había quedado dormido; sonrió una vez más y, al acurrucarse en su pecho, le imitó. Y, horas más tarde, cuando se despertó, notó que él lo había hecho primero, sin embargo, este no había caído en cuenta de su presencia por estar perdido en sus pensamientos, así que tuvo que darle un pequeño tironcito en la camisa para que hiciera contacto visual con ella.

- ¿Dormiste bien? -preguntó él esbozando una sonrisa.

-Sí, ¿cuándo llegaste?

-Hace unas horas, pero no supe en qué momento me quedé dormido.

-No importa, me alegro que te quedaras conmigo- aseguró abrazándose a él, pero sintiéndose mal por dentro al tener que ocultarle el pacto que había hecho con Toothless para el día siguiente, pero había tomado una decisión, iría al cementerio sin importar qué.

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Siendo de mañana, el Haddock menor entró a la casa Hofferson agradeciendo que hubieran cerrado ese día la escuela por el mal clima que azotaba en Berk, pues por nada en el mundo habría soportado sus clases de teoría teniendo las manos congeladas por el frío. Por lo que, cuando llegó a la habitación de Astrid, además de entrar en calor, vio que su hermano estaba abrazando y besando a la chica con suavidad en los labios.

-Ya Hipo, solo te vas a ir unas horas, deja que Astrid respire de ti- soltó el pelinegro con diversión, provocando que el mencionado lo fulminara con la mirada y que ella se echara a reír.

No obstante, al castaño no le quedó más que darle un último beso a su lady antes de ayudarla a recostarse en la cama. Se puso de pie, y al estar frente a su hermano, lo abrazó para hablarle en un susurro.

-Cuídala mucho.

-Tranquilo, estará bien conmigo- aseguró con una sonrisa, para luego verlo marcharse de la habitación, y solo tras revisar por la ventana que ya se había subido a la moto, se permitió soltar una bocanada de aire- ¡dios! para la tarde seré hombre muerto.

-No Tooth, calma; yo te cuido- contestó la rubia sentándose lentamente en la cama.

-Bueno, vámonos antes de que empiece a divagar en las formas en las que me pueden matar. Pero ya te aviso que el viaje será bajo mis condiciones, ¿de acuerdo? -informó al verla tan alegre.

- ¿Y cuáles son? -cuestionó arrugando la nariz.

-Vas a cubrirte bien del frío, usarás el collarín y, para caminar, vas a apoyarte en mí.

-Bien, todo con tal de que me lleves.

Cuando la rubia estuvo lista, bajaron las escaleras y salieron de casa. Sin embargo, mientras se acercaban al auto, esta escuchó a sus espaldas el sonido de una puerta abriéndose. Al darse la vuelta despacio, se encontró con una sonriente Valka.

-Tranquila As, no te asustes. Toothless me contó su plan, y como no podía con todo, decidí ayudarlo- avisó la castaña al percatarse que la chica la miraba con sorpresa.

-Muchas gracias Valka, no sé cómo pagárselo.

-No te preocupes querida, ten, te hice un chocolate caliente para el camino- dijo dándole un termo, el cual la Hofferson tomó agradecida- vamos, váyanse, antes de que Hipo regrese.

Una vez los chicos se despidieron de la mujer agitando la mano, se subieron al auto para dirigirse hacia la tranquilidad de la rubia, y a la condena segura del pelinegro; el cementerio.

- ¿Y por qué decidiste ayudarme Tooth?

-Ya te dije, porqué te quiero rubia; estoy haciendo lo que a mí me gustaría recibir de estar en tu lugar- confesó sonriente sin despegar la vista del frente.

-Muchas gracias, yo también te quiero.

Pasando diez minutos, el chico aparcó el auto. Al bajarse, fue del lado del copiloto para ayudarle a su cuñada a salir, además de encaminarla hasta dar con la tumba de Erick y Bertha Hofferson.

-Anda, ve a verlo, prometo que no me voy a mover de aquí- pidió cuando este la ayudó a sentarse, ya que había notado que miraba distraídamente el lugar donde descansaban los restos de Estoico.

-De acuerdo, no me tardo.

-Oye, gracias nuevamente por haberme traído- le recordó antes de que se marchara.

-De nada- contestó con una sonrisa que fue correspondida.

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El tiempo transcurrió demasiado rápido mientras estuvieron allí, tanto que para cuando el pelinegro se sorbió la nariz tras hablar con su padre un buen rato, sintió que su celular comenzó a sonar. Estando algo desorientado, sacó el aparato del bolsillo de su pantalón para ver que era su madre; y solo hasta ese momento se percató de que ya habían pasado dos horas; había llegado el momento de sudar en frío.

- ¿Mamá?

-Hijo, Storm e Hipo van para allá.

-Ay dioses, está bien, gracias mamá, te veo en casa.

-De acuerdo, con cuidado.

-Perdón As, pero ya vienen para acá- le informó con pena una vez regresó a su lado.

-Está bien, ¿nos intentamos mover o los esperamos aquí?

-Es mejor aguardar aquí- comentó con nerviosismo- ¡¡dioses!! ya llegaron- soltó en un chillido- Astrid... si muero, recuérdame como lo que fui- agregó con dramatismo al ver que su hermano y novia se acercaban a ellos.

-Antes van a tener que enfrentarse a mí, no te preocupes.

- ¿¡En qué estabas pensando trayéndola aquí!? -gritó la rubia de mechones azules apenas tuvo de frente a su novio.

- ¡Tannlos, no ves que todavía es peligroso que salga! y más aún, sin haberle dicho nada a Gylda y Finn como mínimo; agradece que no se han enterado- exclamó Hipo sin llegar a gritarle, pero eso no quería decir que no estuviese molesto.

-Yo solo quise ayudar...- atinó a decir el pelinegro cohibiéndose al instante.

- ¡Déjenlo en paz!, ¡Él solamente me ayudó con lo que ninguno de ustedes quiso hacer por miedo! Toothless fue muy cuidadoso al traerme hasta acá, para que el miserable dolor de mi corazón por la pérdida de mis padres se fuera, y ni se les ocurra decir una palabra a mis tíos, que no tengo que rendir cuentas con nadie de lo que hago o no- escupió la Hofferson mayor con furia, haciendo que Hipo y Storm retrocedieran un paso- bien, en vista de que no van a seguir diciendo disparates, me retiro, ¿me ayudas Tooth? -agregó mirando al Haddock menor con una sonrisa.

El mencionado le asintió algo sorprendido de las reacciones de los demás, pero como no quería arriesgarse a ser regañado de nueva cuenta, llevó a la rubia hasta la entrada del cementerio, y una vez estuvieron dentro del auto, se aclaró la garganta para hablar.

- ¿Cómo hiciste eso?

-Ellos saben que cuando me enojo, es mejor no llevarme la contra, ¿crees que fui muy dura?

-No lo sé, pero era lo que sentías en ese momento; nadie tendría porque reclamarte eso- reconfortó dándole un apretón en la mano.

-Gracias, pues... vámonos a casa.

Al arribar al vecindario, Toothless vio a Hipo y Storm intentar conversar con la rubia, o a ayudarla a caminar a su cuarto, pero dado a que esta se negó en rotundo a su oferta, él fue quien terminó acercándose para llevarla al segundo piso, dónde una vez bajó las escaleras, se los topó de frente.

-Siento mucho si los asusté, pero tuve que hacerlo, ya me voy- soltó torpemente antes de echarse a correr.

Storm al seguir a su novio con la mirada, suspiró apenada antes de ir tras él por saber que le debía una enorme disculpa. Mientras que Hipo, al encontrarse solo en la sala, subió las escaleras, hasta llegar a la puerta de la habitación de su novia.

-Astrid, soy yo, ¿puedo pasar?

-Puedes pasar- respondió la mencionada tras unos segundos agobiantes para él.

-Perdóname- dijo apenas la vio recostada en la cama dándole la espalda- soy tan cobarde y egoísta que, dejé que el miedo me dominara por encima de lo que tú querías. Soy tan patético que mi hermano tuvo que llevarte al cementerio; soy el peor novio del mundo.

-Ven aquí...- invitó hablándole sin un rastro de enojo en su voz.

Haddock parpadeó varias veces sin entender su cambio de actitud, pero no dudó en obedecerla. Se recostó detrás de ella, deslizó lentamente las manos por su cintura para abrazarla y, por último, escondió el rostro en su cuello, antes de sentirla acariciarle las manos.

-No eres el peor novio del mundo. Lo único que pasa aquí es que te cuesta trabajo enfrentarte a lo que le temes; pero nadie debería presionarte a que lo hagas de golpe; todo a su ritmo. También quiero disculparme, no debí haberte gritado, sé que solo querías lo mejor para mí.

-No lo hagas, tenías razón; estás en tu derecho a ir a donde te plazca en el momento que desees. Pero sabes... tanto es el miedo que tengo por varias cosas que, ni siquiera he ido a ver a papá.

-Lo imaginé. Por eso no fuiste egoísta ni cobarde; yo hubiera sido la egoísta si te exigía que me llevaras aun sabiendo lo difícil que era para ti; por eso le pedí ayuda a Toothless. Pero tranquilo, pronto estarás bien; te garantizo que la salida a esto, está cerca- mencionó girándose para quedar frente a él.

-Eso espero.

-Así será.

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Con Toothless y Storm

- ¡Amor, espera! -llamó la rubia de mechones azules a su novio, quién estaba a punto de llegar a la puerta de su hogar.

El chico al escucharla, se frenó en seco. Se giró y para cuando caminó hasta estar delante de ella, se quedó callado temiendo a que hubiese ido a gritarle otra cosa.

-No te voy a reclamar nada corazón, solo vine a pedirte perdón- informó abrazándolo con fuerza- no debí gritarte de esa forma, tú solo ayudaste a Astrid con lo que nosotros no pudimos hacer; perdóname por favor- añadió queriendo romper en llanto.

-Hey, hey, no llores amor- pidió besándola en la frente- entiendo a la perfección que querías cuidar de Astrid y que por eso reaccionaste así, no te disculpes, sabes que te amo, jamás podría enojarme contigo.

-Yo también te amo, ¿entonces estamos bien? -preguntó temerosa.

-Claro que sí- respondió con seguridad antes de tomarla por el mentón para besarla en los labios.

Storm sonrió entre el beso y después de pararse de puntitas para rodearle el cuello, se pegó más a él con la intención de intensificar el contacto y que le fuera más fácil probar sus labios.

-Gracias, muchas gracias.

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A la semana siguiente, la rubia finalmente consiguió dejar la cama y andar con normalidad por las calles de Berk. Todavía tenía restringido regresar a los entrenamientos, pero ya estaba mucho más tranquila al poder hacer las cosas por su propia cuenta. Por ejemplo, esa mañana que iba con una alegría infinita al restaurante donde estaba trabajando su novio, pues tras tener la pequeña pelea en el cementerio, Hipo le confesó que ya había comenzado a pintar, por lo que indudablemente iría a ver su creación. Sin embargo, cuando entró al lugar, se frenó en seco. ¿¡Qué demonios hacía Camicazi allí!?, y encima, ¿¡qué nadie le había enseñado lo que es el espacio personal!?, pensó al verla hostigar a su castaño.

Momentos antes

Hipo solo tenía en mente terminar de trazar las guías a lápiz sobre una de las paredes del restaurante, las cuales le serían de utilidad para la obra que debía plasmar, pues las capas de pintura blanca que usó como base, ya estaban listas. Aunque, en realidad sus pensamientos estaban más enfocados en su lady, quién seguramente ya no tardaría en llegar para acompañarlo por el resto del día. Le agradaba bastante la idea de tener algo de compañía, ya que a pesar de que pintar a solas le traía una paz increíble, pasar momentos con Astrid era algo único. Por tanto, cuando escuchó el sonido de la puerta abriéndose, sonrió de oreja a oreja.

-Ya te habías tardado- mencionó con cariño sin aún darse la vuelta para saludarla correctamente, pero apenas se giró, su expresión de felicidad se desvaneció. Delante de él no estaba su rubia, sino que, Camicazi.

-Sé que estabas esperando por mí- respondió la vanidosa chica- oh, pero ¿dónde están mis modales? me presento, yo soy...

-Sé perfectamente quién eres, no necesitas presentarte- comentó interrumpiéndola de golpe.

-Me alegra oírlo Hipo Haddock, ¿acaso te has fijado en mí? -cuestionó con coquetería.

-No, te conozco por todos los alborotos que has causado- explicó alejándose de ella, ya que esta había comenzado a caminar hacia él.

-Eso que dicen no es cierto, son puras estupideces de los medios del espectáculo. Además, deberías sentirte halagado, escuché de ti por las recientes entrevistas a tus fans; todas decían que el primogénito de Estoico Haddock era guapísimo, así que quise comprobarlo por mí misma... y vaya que tenían razón, eres todo un bombón- agregó mirándolo de pies a cabeza sin una gota de vergüenza.

- ¿Disculpa? -preguntó sumamente incómodo.

-Perdona, ¿voy muy rápido?, no pensé que, teniendo esos atributos, fueras tan tímido. Pero descuida, eso lo hace más excitante; la verdad es que atrajiste mi atención desde el primer momento en que te vi, y por ello estoy aquí para invitarte a que vayamos a un hotel a divertirnos.

- ¿Esto es una broma, verdad? mira, no he querido ser grosero, pero te estás pasando de la raya. No te hagas la desentendida, sabes perfectamente que tengo novia y que es Astrid Hofferson- reclamó con el ceño fruncido.

- ¿Por qué tenías que mencionar a esa maldita huérfana? -preguntó rodando los ojos con fastidio- por favor, yo puedo ofrecerte mucho más de lo que ella te da. No te puedes desperdiciar así, tienes que acostarte con una verdadera mujer, no con esa que ni pechos grandes tiene, te apuesto a que ni siquiera te satisface en la cama como mereces.

-De verdad espero que los dioses te bendigan para que cambies ese pensamiento tan estúpido que tienes en la cabeza. Se nota que no ves más que las malditas apariencias, no te importan los sentimientos y mucho menos la vida de los demás, ni siquiera la de tu familia, a la cual arrastras por tus infantilerías- escupió con molestia, sin percatarse de que en ese instante había entrado su novia.

- ¡No seas imbécil! abandona a la maldita de Hofferson y aprovecha la oportunidad de sentir el verdadero placer; te prometo que te vas a divertir- declaró lanzándose a sus brazos.

No obstante, tras esa acción, Haddock ya no pudo contenerse. Había alcanzado a tomarla con fuerza de las muñecas, pero no evitó que le robara un beso cerca de la comisura de sus labios. Inmediatamente, el estómago se le revolvió por lo asqueado que se sintió, especialmente por sentir como el pigmento barato de su labial le había manchado la piel.

- ¡Ya basta! ¿¡Quién demonios te crees!? -exclamó furioso alejándola de él mientras se quitaba el labial con brusquedad- quise ser cortés contigo, pero no te lo mereces. Sin duda eres la persona más odiosa que he conocido en mi vida, ni tu hermano llega a ser como tú; ya quisieras ser al menos la sombra de Astrid, pero nunca serás capaz de eso. Siento lástima por ti, tener que venderte como un trozo de carne para que un hombre se acueste contigo, es demasiado bajo, incluso para ti. Pero, supongo que va de acuerdo a tu personalidad, que pena de verdad, ahora ¡quiero que te largues ya mismo de aquí!, ¡hazme el maldito favor de no volver a verte! y ni se te ocurra acercarte a Astrid para vengarte, o yo mismo me encargaré de que la dejes en paz. Escúchame bien, ¡jamás la dejaría, mucho menos por ti!, ¡yo la amo! pero claro, tú no comprendes lo que significan esas palabras, no tienes amor ni por ti misma- añadió tomándola del brazo para acercarla a la puerta trasera, ante la atónita mirada de la Hofferson, quién no se podía creer lo que estaba pasando- ¡no volveré a decírtelo Camicazi Carlson, lárgate de aquí!, no voy a permitir que sigas insultando a mi novia, ni mucho menos que la vuelvas a lastimar.

A pesar de que Hipo no estaba ejerciendo fuerza contra ella, Camicazi pudo sentir como le estaba quebrando su orgullo; se sentía humillada y más furiosa que nunca; solo deseaba tener la oportunidad de golpear a Astrid Hofferson.

- ¿Qué pasa aquí Haddock? -preguntó uno de los dueños del restaurante al escuchar el escándalo desde su oficina.

-Nada señor, solo estoy pidiéndole a esta chica que se vaya, ella no tiene nada que hacer aquí.

-Es mejor que vaya a casa señorita, deje a mi trabajador en paz, o me veré en la obligación de llamar a las autoridades correspondientes- insistió el hombre terminando de escoltar a la salida a la furiosa Camicazi- ya, tranquilícese Haddock- añadió dándole un suave apretón en el hombro una vez estuvieron solos.

-Le pido una disculpa, no soy así, mi padre siempre me enseñó a respetar a las mujeres por sobre todas las cosas, pero ella ya se había excedido. En serio, perdón por el alboroto, no volverá a repetirse, no me eche de este trabajo, por favor- añadió con temor al caer en cuenta de que no se había peleado en cualquier sitio.

-Tranquilo, escuché casi todo desde mi oficina, y lo entiendo. Además, su trabajo nos está maravillando a mis socios y a mí. Mejor respire un segundo y continúe con lo que estaba haciendo antes de esa interrupción.

-Gracias señor Throk, no se arrepentirá.

-Sé que no, aunque, creo que primero tendrá que ir a saludar a su novia- mencionó señalando a la puerta principal, que es donde aún se encontraba Astrid.

Hipo al escucharlo, abrió los ojos con sorpresa, para luego girarse bruscamente y pensar, ¿cuánto llevaba su novia allí?, y lo más importante, ¿habría visto el beso?

-Sí, gracias señor- respondió apenado.

-Voy a salir a comer Haddock, también debería darse un descanso, ya que al parecer su novia le trajo comida. Vuelvo en dos horas, así que cuando regrese, vemos su avance, ¿le parece?

-Sí, perfecto- contestó como despedida antes de verlo salir por la puerta trasera. Posteriormente, se acercó con nerviosismo a Astrid- te juro que no es lo que parece- soltó precipitadamente tomándola de las manos al verla tan seria.

Sin embargo, la rubia no le respondió enseguida, primero se tomó su tiempo para sacar un pañuelito de su bolsa para ponerle gel antibacterial y pasarlo por su rostro, con la intención de quitarle los restos del labial de Camicazi.

-Lo sé, no vi toda la pelea, pero sé que ella te besó- aseguró en un suspiro, antes de rodearlo en un abrazo- un gracias no basta para lo que hiciste por mí hoy; eres increíble, me has hecho sentir con tanta vida desde que nos conocimos y, por eso estaré eternamente agradecida contigo. Te amo con toda mi alma y solo quiero estar a tu lado por siempre.

El castaño en respuesta, depositó un besito detrás de su oreja, para luego cargarla por los muslos, con la intención de que esta enredara las piernas en su cadera. Una vez lo hizo, él se dedicó a esconder el rostro en su cuello para embriagarse del olor de su cabello.

-Sabes, papá me dijo una vez "Astrid, algún día cuando seas mayor, vas a encontrar al hombre con el que vas a compartir el resto de tu vida, y que te va a amar por sobre todas las cosas. Estarás con un hombre que se encargue de cuidarte por mí; ya que eres mi adoración, así que antes de que parta al otro mundo, quiero que lo encuentres; quiero que encuentres al hombre de tu vida"- dijo viéndolo con una sonrisa melancólica- a lo que voy con todo esto, es que papá no descansó en paz desde que partió al Valhalla antes de tiempo, sé que se fue con un enorme dolor en el pecho al dejarme solita y desprotegida, pero hoy, después de tantos años, puedo confirmarle "lo encontré; ya no voy a estar sola; no te preocupes por mí", gracias por ti.

-Papá también me dijo que algún día llegaría una mujer que iba a amarme con todo su corazón, que cuidaría de mí y que pasaría su vida entera a mi lado. Asimismo, dijo que cuando la encontrara, no debía dejarla ir. Un mes antes de que partiera al Valhalla se acercó para decirme "hijo, la has encontrado. No dejes ir a Astrid por ninguna circunstancia; ella es el amor de tu vida. Ya puedo irme tranquilo sabiendo que no estarás solo; siempre la tendrás contigo sin importar qué", gracias por eso, hiciste que se fuera muy feliz, ya que siempre quiso que tuviera algo como lo que él tuvo con mamá. Y claro que tenía razón, eres todo lo que necesito; eres mi razón de existir; te amo.

Después de eso, se unieron en un beso que les robó el aliento, la sensación era indescriptible; quizá tuvo mucho que ver la sinceridad con la que se hablaron, o el hecho de que empezaran a tocarse con inocencia. Como fuera, Hipo tuvo que sentarse en el suelo con la rubia encima, debido a que había comenzado a acariciarle los glúteos con una mano, pues la otra estaba ocupada tocándole un pecho. Astrid por su parte, no queriendo quedarse atrás, metió las manos bajo su playera para arañarle la espalda, a la vez que se restregaba con un movimiento sutil de caderas sobre su entrepierna; ocasionando que este rompiera el beso para soltar un gruñido en un oído, y que la tomara por la cintura para detenerla.

-Tenemos que parar Mi lady, no podemos hacerlo aquí- susurró con la voz ronca y acariciándole distraídamente sus carnosos labios.

-Es una lástima Babe, pero lo entiendo- concedió con una sonrisa divertida, pero tratando de no moverse de la cintura para abajo, ya que podía sentir como un bulto chocaba contra su entrepierna; al parecer había logrado excitarlo demasiado rápido.

-Acabo de tener una grandiosa idea- dijo una vez logró recuperar la compostura.

- ¿Cuál? -preguntó curiosa.

-Te la digo después, yo creo que te gustará.

-Muy bien, esperaré por ella, pero no tardes demasiado.

-Lo prometo.

Dejando pasar aquel momento, Astrid se puso de pie para darle la comida que le había llevado en una maletita, dónde una vez Hipo se la terminó, volvió a tomar sus pinceles para ponerse a trabajar. La Hofferson permaneció sentada a su lado, observando con una sonrisa orgullosa el avance de la pintura. Días atrás había visto el dibujo que se plasmaría a escala menor; así que verlo de ese tamaño, era impresionante; se trataba de un puente similar al de San Francisco, el cual estaba siendo alumbrado por algunas luces, y teniendo de fondo una gran montaña.

-Ya vi que no era mentira lo que decían las noticias, joven Haddock- mencionó Throk al regresar al restaurante.

- ¿Sobre qué señor? -preguntó Hipo cuando el hombre se posicionó a su lado.

-Sobre que su musa es la señorita Hofferson- dijo con una sonrisa- desde que llegó, ha trabajado mucho más rápido.

-Ahh, pues sí; es que usted sabe, ella es especial- confesó rascándose la nuca con nerviosismo.

-Ya me di cuenta. Pero bueno, ya trabajó mucho hoy, vaya a descansar- pidió una vez se echó a reír por verlo sonrojarse- buena tarde señorita Hofferson- añadió despidiéndose de la rubia.

-Buen día- devolvió la mencionada con amabilidad levantándose a ayudar a su novio a guardar sus cosas, para enseguida abandonar el lugar tomados de la mano- tengo que tomarme más en serio lo de ser tu musa, debo lograr ser como las demás- agregó en broma.

-Tú ya eres la musa perfecta- afirmó besándola en la mejilla antes de escuchar un grito a sus espaldas.

-¡¡Señorita Astrid, espere!! -chilló la pequeña Lena con emoción, quién había echado a correr hacia su dirección- ¡me alegro que ya se haya recuperado!, ¿recibió mi carta? -añadió al llegar a su lado.

-Sí pequeña, muchas gracias- contestó la rubia agachándose para estar a su altura, a lo que la niña le respondió dándole un efusivo abrazo.

-Pues, solo vine a saludarla. Espero que pronto regrese a entrenar para que gane esa competencia que anuncian en televisión.

-Awww, muchas gracias. Claro, en unas semanas más regresaré a la pista, y haré lo posible por pasar por el horario de tu entrenamiento para verte patinar, ¿te parece?

-Sí, sí, claro. ¡Oh!, y antes de irme, quería darle esto- añadió sacando dos pequeñas rosas, las cuales había estado ocultando tras su espalda.

-Gracias, ¿las has comprado hoy?

-Sí, la vi a lo lejos, así que mamá me las compró rápido para que pudiera alcanzarla.

-Te aseguro que las pondré en un jarrón apenas llegue a casa- prometió antes de que esta le pidiera que se acercara para hablarle al oído. Tras escuchar las palabras de la niña, le sonrió divertida- claro, no te preocupes, yo se la doy- agregó ante la confundida mirada de su novio.

-Usted es más bonito en persona- sinceró Lena dirigiéndose a Haddock sin pena alguna- pero bueno, me tengo que ir, mamá me espera. ¡Adiós señorita Astrid, adiós novio bonito de la señorita Astrid! -añadió corriendo hacia la esquina, lugar donde aguardaba su progenitora.

-Hipo, ten, esto es tuyo- le comentó la Hofferson sin ya poder evitar soltar una carcajada en lo que le entregaba una de las rosas.

- ¿Có-ómo? -le preguntó en un sonrojo mientras tomaba la flor.

-Lena me dijo que era para ti, pero que no te la podía dar ella misma porque yo soy tu pareja; que porque estaba mal darles rosas a hombres guapos como tú si tenían novia- informó, haciéndolo sonrojar aun más.

-Hoy una mujer loca se me lanzó para besarme, y una pequeña mujercita coqueteó inocentemente conmigo regalándome una rosa; esa no era la vida que se imaginó el Hipo Haddock de niño- atinó a decir con diversión, causando que la rubia riera una vez más, para luego acercarlo y darle un beso.

-Bueno, pero al final del día, yo gané; obtuve lo mejor de Hipo Haddock, yo te desenvolví del papel de regalo- dijo con cara pícara.

- ¡Astrid Hofferson! qué cosas dices- comentó sintiéndose "ofendido"- pero bueno, si hablamos de desenvolver regalos, yo también lo hice contigo.

- ¡Que pervertido eres Hipo Haddock! -exclamó esbozando una sonrisa traviesa que le fue devuelta, antes de que el momento se rompiera por una llamada entrante al celular del castaño.

-Hola Tooth, ¿qué pasa?

-¡¡Hipo, ven a ayudarme por favor!! -pidió el pelinegro en un chillido desesperado.

-Wow, wow, cálmate primero, ¿qué pasó?

- ¡Finn y Gylda van a matarme cuando regresen de su viaje de trabajo!

-Respira hondo; As está conmigo; los dos vamos a ayudarte con lo que sea.

-Es que... ¡tienen a Storm en la estación de policía!

- ¿¡Qué!?, ¿¡Por qué!?

-Cuando íbamos camino a la heladería, me distraje un segundo para amarrarme las agujetas, pero eso fue lo suficiente para que Storm corriera hacia la tal Camicazi y se le lanzara encima. Habían comenzado a pelear justo cuando llegué a separarlas, pero un policía que andaba por ahí, vio todo; y dado a que él argumentó que pelear en vía pública es un delito, las arrestó. Le rogué al oficial que soltara a Siri, incluso lo soborné con una dona que había comprado, pero no funcionó, ahorita estoy en la estación esperando a que me dejen pasar a verla, pero estoy entrando en pánico, ¡ayúdame!

-Tranquilo, vamos para allá.

Al cortar la llamada, el castaño le contó a su lady lo que había ocurrido, dónde una vez esta salió de su asombro inicial, lo tomó de la mano para que apresuraran el paso y pudieran llegar cuanto antes a casa.

- ¿Por qué Storm haría algo así?

-No lo sé, ella no es violenta- respondió entrando a su hogar para tomar las llaves del auto, en lo que Haddock rápidamente ponía las rosas que les dio Lena en un jarrón para que no se marchitaran.

-Bueno, yo siempre había sido un caballero; jamás le había gritado a una mujer hasta que llegó Camicazi, supongo que también le debió haber hecho algo para sacarla de quicio- opinó mientras la ayudaba a subir al asiento del copiloto, para luego correr al del conductor.

-Es probable, aun así, no deja de ser extraño -comentó soltando un pesado suspiro- solo espero que no la dejen adentro, porque si no, voy a destruir todo el lugar.

-Tranquila, no pasará; te doy mi palabra- consoló dándole una sonrisa antes de encender el motor, y emprender el viaje.

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Nos vemos pronto ;)

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