Capítulo 41

Disfruten su lectura :)

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-Mi lady, siento raro que me digas así- confesó avergonzado.

- ¿Por qué?, ¿Acaso no te consideras atractivo? -preguntó desconcertada, pero al no recibir una respuesta, notó que el castaño prefirió beber su jugo, que decirle algo- ay Hipo, pero sí eres un hombre muy guapo.

-Eso lo dices porque eres mi novia; tú me ves atractivo porque estás enamorada de mí- aseguró jugando cariñosamente con su mano.

-No es verdad, mira, préstame tu celular.

Haddock la miró sin entender, pero le tendió su teléfono de igual forma, dejando que Astrid lo desbloqueara para hacer una búsqueda rápida que había descubierto dos días atrás.

-Lee esto para que veas que no solo te lo digo porque eres mi novio- pidió devolviéndole el aparato y esbozando una sonrisa, a lo que este lo tomó con extrañeza y asombro al ver el encabezado de la nota: "el artista en ascenso; Hipo Haddock, no ha dejado de derretir corazones".

"Desde que Haddock ha confirmado estar en una relación con Astrid Hofferson, parece ser que para las jóvenes ciudadanas de Berk, el chico se ha convertido en uno de sus más grandes amores platónicos; y si no creen en nuestra palabra, lean el siguiente fragmento de una encuesta que se realizó hace poco.

- ¿Hipo Haddock? ¡Dios! claro que es guapísimo; su cara parece tallada por los mismos ángeles. Si tan solo lo hubiera conocido antes que Astrid Hofferson, hubiera sido realmente afortunada.

Pero, a pesar de que hay muchos más comentarios de este estilo, él únicamente tiene ojos para nuestra patinadora favorita, ¿acaso no es bonito el amor?".

- ¿Sigues creyendo que no eres guapo?

-Espera, ¿estás bien? -preguntó angustiado al notar que le hablaba muy bajito y con los ojos cerrados.

-No, las luces me están mareando, hacen que me duela la cabeza.

Ante ello, el chico dejó su celular para correr a apagar las luces, además de ayudarla a enderezarse con la intención de que tomara agua, esperando que de ese modo se sintiera mejor. Posteriormente, permanecieron en silencio para dejar que se recuperara, en lo que él le acariciaba la mejilla.

- ¿Ya te sientes mejor, o quieres que le hable a Howard?

-Tranquilo, estoy bien- respondió dándole una sonrisa que le fue devuelta- pero no te hagas el desentendido, responde mi pregunta.

-Es raro escucharlo de otras mujeres, pero solo me importa lo que digas tú. Así que, si dices que soy guapo, pues... lo soy, ¿feliz? -aceptó ruborizado.

-Sí, y mucho- sinceró jalándolo del cuello para besarle la punta de la nariz.

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Más tarde, Hipo encendió el televisor por indicación de su novia, ya que esta deseó saber cómo fue que la prensa había dado a conocer su accidente, esperando no encontrarse con alguna sorpresa.

-Al menos no lo dramatizaron- comentó el castaño una vez se informaron lo suficiente.

-Supongo- atinó a decir la rubia con extrañeza, pues de repente se comenzó a dar cobertura a un reportero que estaba junto a una de sus colegas; Elin Holt.

-Señorita Holt, siendo este un espacio dedicado a Astrid Hofferson, ¿hay algo que le gustaría decirle?

-Desde luego, que tome el descanso que sea necesario. Astrid, si estás viendo esto, no te apresures en forzar las cosas. Todo a su tiempo, la pista de patinaje te esperará hasta que estés lista; recupérate, y espero verte pronto.

-Están entrevistando a tus compañeros, que buen detalle- le mencionó con una sonrisa, pero enseguida frunció el ceño al ver que ahora el reportero se acercaba a Axe Carlson.

- ¿Y usted, joven Carlson? ¿Tiene algunas palabras para su colega?

-Supongo. Hofferson y yo hemos tenido muchas diferencias a lo largo de los años, y por ello no nos consideramos cercanos, pero como el deportista que soy, le deseo que se recupere pronto; eso es todo.

-Vaya, eso no me lo esperaba- admitió la mencionada en shock- y no parece estar bajo los efectos del alcohol, así que no sé qué decir- agregó, a lo que su novio estuvo de acuerdo.

-Él ya no tiene más palabras para Astrid, pero yo sí, y muchas- habló de repente una chica rubia metiéndose a la toma y haciendo a un lado a Axe.

La Hofferson ante ello, se enderezó sin quitarle la mirada al televisor, y sintiendo como su ritmo cardiaco se aceleraba, pues lo único que su mente pudo registrar fue la pregunta: ¿qué demonios hacía ella en Berk?

-Señorita Carlson, es un gusto verla después de tantos años, ¿qué la trae por acá? -preguntó el reportero amablemente.

-Vine a visitar a mi hermano- mencionó esta jalando por el cuello al incómodo Axe- además que, me enteré del terrible accidente de Hofferson, y por eso estoy aquí.

-Me parece excelente, ¿qué le gustaría decirle?

-Mucho- soltó acercándose al micrófono, a pesar de que Axe la intentó detener- seré breve, ya que, por lo visto, mi hermano no desea que comparta lo que pienso de todo esto.

-Camicazi, ni se te ocurra; no hagas el ridículo- pidió el chico negándole con la cabeza, pero eso solo la motivó a acomodarse vanidosamente el cabello, antes de darle a la cámara una de las sonrisas más falsas que pudieran existir.

-Querida Astrid, aún recuerdo que cuando niñas, competíamos en paz... al menos así fue hasta que, la escuela de patinaje me vetó por tu culpa. ¡¡Yo soy la que debería estar representando a Noruega, no tú!! y cómo te dije hace años: "¡tú no eres más que una patética huérfana con aires de grandeza!", ¡me alegra toda la desgracia que ha llegado a tu vida!"; qué lástima que no partiste al Valhalla, hubiera sido lo mejor.

- ¡Camicazi, ya basta! -gritó alejándola del micrófono y del impactado reportero- lo siento mucho, ya nos vamos- añadió llevándose a rastras a su hermana que gritaba a los cuatro vientos: "te odio Hofferson".

Hipo en ese momento, tomó el control remoto para apagar el televisor, ya que no quería seguir escuchando como es que insultaban a su lady.

-Astrid, lo siento; no tenías que haber escuchado eso.

-Está bien, no importa- dijo antes de recostarse dándole la espalda.

- ¿Mi lady?, ¿Estás bien? -cuestionó recostándose frente a ella.

-Sí, es solo que... jamás se los dije.

- ¿Qué cosa?

-Camicazi Carlson es una patinadora muy problemática, ya que cuando teníamos 13 años, me lastimó el tobillo intencionalmente con la cuchilla de su patín; por eso la escuela de patinaje la expulsó. Hasta donde supe, después del altercado, sus padres la mandaron fuera del país para conseguirle otra oportunidad de volver a patinar, pero el día antes de irse, fue a buscarme para confrontarme; esa vez le eché en cara que me había lastimado apropósito y que lo que le pasó, se lo ganó a pulso, sin embargo, lo que jamás me esperé es que me diera donde más me dolía; mis padres. Su insulto sobre que soy una huérfana con aires de grandeza, no es algo nuevo, me lo ha dicho tantas veces que, está grabado en mi cabeza, quizá por eso nunca lo conté; quise normalizarlo. Sé que está mal, y más porque sí me afecta, aunque eso pasa a un segundo plano, lo que me importa en este momento es que, debido a su boca floja, ahora todo el medio del espectáculo sabe que mis padres están muertos. El secreto que mi familia me ayudó a guardar y proteger por tantos años, se ha ido al carajo por culpa suya- explicó antes de que su voz la traicionara empezándole a temblar al estar tan enojada, y debido a su vulnerabilidad, sus ojos se cristalizaron.

-Astrid, mírame- pidió sosteniéndola por el mentón, y aunque al principio esta se resistió, terminó cediendo- sé que a veces las palabras duelen más que las acciones, pero que eso no te afecte. Es evidente que Camicazi te ha envidiado desde siempre; porque hasta donde veo, quiere parecerse a ti en todos los sentidos, pero jamás podrá ser ni la mitad de lo que eres. El que se aprovechara de tu pérdida hasta el día de hoy para hacerte la vida imposible, habla mucho de quién es, sí, tus padres no están aquí físicamente, pero siguen cuidándote a cada paso que das; después de todo, jamás has dejado de ser su hija. Y no te preocupes, lidiaremos con lo que sea para mantener a salvo su memoria; te prometo que la prensa no interferirá en el tema, ¿de acuerdo?

-Gracias Babe, no sabes lo tranquila que me deja escuchar eso, especialmente de ti- sinceró limpiándose el rostro para acurrucarse en sus brazos.

-Siempre Mi lady.

Llegado el atardecer, Howard entró a la habitación, junto a Fergus, Finn y Storm, quiénes le habían suplicado que por lo menos los dejara saludar a la rubia, pues el hospital no permitiría que tanta gente se quedara en el turno nocturno. No obstante, les fue imposible cumplir su cometido, ya que Hipo y Astrid se habían quedado dormidos; él estando casi al borde de la cama para dejarla descansar, y ella encontrando refugio en la calidez de su pecho. No les quedó más que esbozar una sonrisa.

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Siendo de mañana, el castaño miraba distraídamente por la ventana de su salón mientras pensaba en lo odioso que era el hecho de que fuese lunes, ya que su lady le obligó a asistir a la Universidad, a pesar de que él le insistió que quería quedarse con ella, sin embargo, como ya todos sabían, no pudo ganarle la batalla. Además de que, le encomendó la misión de tomar los apuntes de las clases que compartían para pasárselos, e ir con el resto de sus profesores a pedirles las tareas que debía entregar. Al menos, mientras estaba lejos de ella, permaneció calmado sabiendo que Magnus la acompañaba, al ser el único con disponibilidad en lunes por solo tomar clase dos días a la semana para el diplomado que le daría la titulación de su carrera.

Pero, en fin, una vez terminaron las clases, salió con prisa y dispuesto a ir al hospital nuevamente, aunque apenas llegó al estacionamiento, recibió una llamada de su hermano.

- ¿Qué pasa Tooth?

-Hipo, hay dos cosas importantes que debo decirte. La primera es que hoy programaron la lectura del testamento de papá.

- ¿¡Qué!? ¿Por qué?, sabes que quería ir al hospital. ¿Por qué mamá accedió a que lo leyeran hoy?

-Es que... lo encontraron, encontraron a Krogan- soltó con cautela, haciendo que se frenara en seco.

-De acuerdo, voy para allá.

Cuando cortó la llamada, se sintió atrapado. A la vez, quería ir al hospital a estar con su rubia y, por otro lado, deseaba estar con su familia para confrontar al asesino de su padre. Afortunadamente, como si hubiese sido una especie de señal para decidirse, su celular volvió a sonar, dejándole ver que era Storm.

-Hipo, estoy con tu rubia. Tannlos nos acaba de comentar lo que pasó, así que no te mates pensando a donde debes ir, ve con tu hermano, yo cuido de ella mientras tanto.

-No lo sé Storm, es que...

-Hipo- llamó la Hofferson mayor interrumpiéndolo al estar en altavoz- ve con tu familia; te necesitan, yo estoy bien. Más tarde hablamos, ¿de acuerdo?

-Bueno, pero cualquier cosa, me llaman, por favor.

-Tranquilo, todo estará bien- comentó por último la rubia de mechones azules antes de colgar.

Ante ese escenario, al castaño no le quedó más que únicamente irse a casa, dónde se encontró con su madre, hermano y Bocón esperándolo para marcharse. Rápidamente fue a su habitación a cambiarse de ropa a una más formal y, apenas se subió al auto, se dirigieron con el notario que leería el testamento de Estoico Haddock.

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-Hipo, quédate quieto, que estás poniendo a mamá más nerviosa- le regañó Toothless dándole un codazo, debido a que desde que llegaron a la sala de espera de la notaría, su hermano no había dejado de moverse en su lugar.

-Perdón, es que, el tiempo está avanzando muy lento, y todavía nos queda ir a la estación de policía, además, ¿qué tanto puede estar haciendo el notario como para que no nos deje pasar a su oficina?

-No lo sé, pero, ¿ya te diste cuenta de que hoy quedará sellado nuestro destino por las palabras de papá? puede que ya haya dejado escrito que seamos jefes de la compañía.

-Demonios, no me acordé de eso- sinceró en un bufido- no quiero, tú mejor que nadie sabes cuantas discusiones tuve con él para jamás tomar su lugar, además, me esforcé mucho estos meses por cumplir mi sueño, como para que ahora se vaya al carajo si me nombra jefe.

-Lo sé, yo tampoco quiero. No estoy preparado para una responsabilidad como esa, y también porque está el hecho de que, si somos jefes, ya no podré pasar tanto tiempo con Siri, y si eso cambia, nos iremos alejando poco a poco, va a perder el interés en mí, encontrará a alguien más y finalmente...

- ¡Tannlos! ya estás divagando- exclamó de golpe al ver que estaba a punto de colapsar- Storm no te haría algo así.

-Ay, sí, lo sé, perdón. Es que esperar al notario me está volviendo loco, tienes razón, ¿por qué no sale?, te juro que, si se atoró en la tapa de su baño, no tengo problemas en ir a sacarlo- informó, pero antes de recibir una respuesta, la puerta finalmente se abrió.

-Familia Haddock, siento la demora, ya pueden pasar.

Cuando se empezaron a leer los documentos correspondientes, llegó un punto en el que Hipo se perdió entre tantas palabras, artículos y leyes que mencionaba el notario, así que solo se quedó callado hasta que, llegó a la parte importante; el testamento.

- "Yo, Estoico Haddock, en caso de perecer, dejo al frente de la empresa a mi esposa, Valka Haddock, quién tiene total libertad de ceder el cargo cuándo lo deseé. Aunque, pido que de darse el caso de que lo rechace, este pase directamente a mi socio, Bocón. Sin embargo, si mis hijos quieren tomar el liderazgo, se les deberá entregar de inmediato; de ser caso contrario, se respetará su decisión. Ellos podrán no involucrarse de lleno en la compañía, pero de alguna manera, deberán estar al tanto de todo lo que se haga; es su legado después de todo. Pero la decisión final deberá ser tomada cuando culminen sus estudios, y una vez hayan establecido su vida independiente".

-Muy bien, pues en vista de que sus hijos siguen estudiando, su decisión queda pendiente, pero, la de usted Valka, debe tomarse ahora, ¿acepta el cargo como jefa de la empresa Haddock? -preguntó el notario ante las miradas de sorpresa de los chicos, quiénes no se podían creer que su padre los hubiese dejado con la última palabra con respecto a su papel en la empresa.

-Claro, acepto el cargo con gusto- afirmó la castaña esbozando una sonrisa al ver la felicidad que reflejaban los ojos de sus hijos, puesto que había estado cargando con el secreto de la decisión de su esposo desde hacía varias semanas, con la esperanza de que pronto estos se enteraran de lo que había hecho.

Al dejar la notaría, con la intención de dirigirse a la estación de policía, los hermanos Haddock tuvieron la necesidad de llamarles a sus novias por videollamada para contarles lo que había pasado, aunque al hacerlo, se percataron de que Storm tenía todo el cabello lleno de trencitas.

-Dejen de verme como si otra cabeza me hubiera crecido- exclamó la chica frunciendo el ceño al sentirse juzgada.

-Perdona amor, pero ¿qué te pasó? -exclamó el pelinegro señalándola por completo.

-Astrid pasó. Hipo, tienes suerte de tener el cabello corto, si no, ya habrías terminado como yo- aseguró rodando los ojos.

- ¡Oye!, pero si habías dicho que te gustaron- habló de repente Astrid acercándose para que la cámara también la enfocara, ya que las dos estaban recostadas en la cama.

-Pero esto es exageración, tienes una obsesión seria con las trencitas.

-No es cierto, además, a todos se les ven bien, tan solo ve a Hipo, las trencitas que le hice se le ven maravillosas, y a él le encantaron, ¿verdad? -cuestionó mirando a su novio con ojitos coquetos.

-Claro que sí- le afirmó este mostrándole una sonrisa- oye As, ¿y cómo te sientes?

-Estoy bien, nada cambió, así que mejor dígannos, ¿cómo les fue con el testamento?

Tras aquella pregunta, los chicos las pusieron al tanto de lo que pasó en la notaría, haciendo que se alegraran inmediatamente por ellos, no obstante, les fue imposible sostener la conversación por más tiempo, debido a que los Haddock habían llegado a la estación de policía, así que solo les quedó despedirse con la promesa de que más tarde les devolverían la llamada.

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Con las Hofferson

- ¿Te sientes bien As? -preguntó Storm una vez terminaron de hablar con los chicos.

-Estoy fatigada, incluso después de haber dejado actuar el medicamento, ¿se notó en la videollamada?

-No, hiciste un buen trabajo para no preocupar a Hipo.

-Era lo menos que podía hacer- dijo con una pequeña sonrisa.

-Sí, lo sé, siempre piensas en los demás antes que en ti- comentó rodándole los ojos con diversión- por eso, yo tengo que pensar en ti, anda, duérmete un ratito, deja que el medicamento te haga efecto- pidió acomodándole la almohada y cubriéndola con la manta, a lo que la rubia le asintió tenuemente para luego caer dormida- As, sé que ya me explicaste lo del asunto con Camicazi, pero eso no quita el hecho de que siga afectándote. Por eso te prometo que apenas la vea, le arrancaré ese cabello artificial que trae para que pague por lo que te hizo- agregó en un susurro.

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Con los Haddock

-Señora Haddock, chicos, qué bueno que ya están aquí- saludó uno de los detectives que había estado llevando el caso de Estoico.

-Hola, ¿ha dicho algo? -preguntó Hipo con impaciencia.

-Me temo que no, pero síganme, necesito que lo vean para saber si lo reconocen de algún lado.

Caminaron hasta un cuarto con espejo unidireccional de la estación de policía, dónde se encontraron a Krogan siendo interrogado, pero pese a los intentos de los investigadores por sacarle algo de información, el hombre no se inmutaba con nada.

- ¿Les es familiar? -preguntó el detective después de un tiempo a la familia Haddock.

-No...- respondió Valka sin dejar de estar atenta al interrogatorio.

-Una vez más, ¿quién te ayudó en el asesinato de Estoico Haddock?

-No diré nada, es divertido ver que, aun teniéndome aquí, no encuentren las pistas más básicas- dijo con una risa cínica- además, no es que quiera proteger al sujeto, pero me pagó bien como para no decir nada por unos días.

-Estás desafiando a la autoridad, por tu propio bien, es mejor que empieces a hablar.

-No, quiero a mi abogado.

Al ver que no había nada más que hacer allí debido al conocimiento que poseía Krogan con respecto a las leyes, los Haddock tuvieron que retirarse teniendo un sinfín de pensamientos en la cabeza, tanto que hasta que llegaron a casa, se percataron de lo tarde que era. Y, para cuando los chicos tuvieron la intención de llamarles nuevamente a las Hofferson, vieron que Storm estaba en el jardín de su casa escuchando música, lo que significaba que Hipo ya no podría hablar con su rubia. Algo que lamentó, ya que, la necesitaba más que nunca, tan solo quería tenerla entre sus brazos para que su cabeza dejara de dar vueltas; tan solo necesitaba verla a los ojos para saber que todo estaría bien. Sin embargo, por esa noche, nada lo estuvo.

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Por fortuna, al cabo de una semana, se dictaminó que el caso de Estoico pasaría a la segunda fase; la presentación de pruebas, eso significaba que ya solo tendrían que esperar a que el juez a cargo, diera la fecha para el inicio del juicio. A su vez, Astrid recibió el alta médica para seguir recuperándose en un periodo de tres semanas, dónde una vez estuvo en casa, Hipo la llevó a su habitación en compañía de Storm y Toothless. Allí, la chica tuvo que confesarles avergonzada que quería comer algo especial, debido a que la comida del hospital fue terrible; la pareja más joven inmediatamente se ofreció a ir por ella, así que, tras despedirse, bajaron al primer piso, encontrándose con el castaño, quién había ido a la cocina por agua para la rubia.

-Deberían aprovechar el tiempo en lo que regresamos- le susurró Toothless con picardía a su hermano cuando Storm fue a buscar su bolsa.

- ¡Tannlos, cállate! -le regañó este golpeándolo en el hombro.

-Amor, vámonos, ya estoy lista- pidió la rubia de mechones azules desde la puerta.

-Ya voy corazón- devolvió con cariño el pelinegro estando a punto de irse, pero antes de hacerlo, miró a su hermano con picardía una vez más.

Pero, el Haddock mayor decidió ignorarlo, así que cuando escuchó que la puerta se cerró, salió de la cocina para ir a las escaleras, aunque, de camino se encontró con Gylda.

-Oye Hipo, tengo que salir a comprar el medicamento de Astrid, ¿te la puedo encargar?

-Claro que sí.

-Gracias, ah, y un favor, no sé si Astrid tenga energía, pero hace rato me dijo que quería bañarse, ¿la podrías ayudar? -preguntó despreocupadamente mientras revisaba que no se le olvidara nada, ya que iba a aprovechar que había salido temprano de trabajar para ir a comprar algunas cosas.

- ¿¡Qué-é!?

-Ay Hipo, ¿de verdad te crees que no sabemos que ya han dormido juntos? -cuestionó la mujer echándose a reír por verlo sonrojado.

- ¡Ay, dioses! ¿Fue tan obvio?, ¿Cómo es que su esposo no me ha matado? -soltó nervioso.

-No le has dado razones para hacerlo; además, Finn a regañadientes acepta que Astrid es mayor para experimentar nuevas vivencias contigo. Pero si te deja más tranquilo, le diré que yo la bañé- propuso guiñándole un ojo.

-Gra-gracias- respondió en un tartamudeo.

Una vez estuvo solo, fue a la habitación de su lady, dónde se la encontró dormitando cómodamente acurrucada entre las almohadas, por lo que, sin hacer ruido, se acercó hasta el pie de la cama para dejar el vaso de agua en su mesita de noche, pero enseguida que Astrid lo sintió cerca, abrió los ojos.

-Perdón, no quería despertarte- dijo acariciándole la mejilla.

-No estaba dormida... entonces ¿mi tía dijo que me bañaras? -preguntó con una sonrisa traviesa.

- ¡Ay, ni me lo recuerdes! no sé cómo es que todos se enteraron de nuestra vida sexual.

-Supongo que por lógica- mencionó alzándose de hombros- pero, no tienes que hacerlo.

- ¿Quieres bañarte?

-Así estoy bien.

-Astrid, una vez más, ¿quieres bañarte?

-Sí, no me gusta oler a medicamento- aceptó avergonzada al seguir sin gustarle mucho pedir ayuda.

-Entonces espérame, deja preparo las cosas y vengo por ti. Recuerda, nunca me molestará ayudarte- comentó ofreciéndole una sonrisa que le fue devuelta.

No obstante, cuando estuvo listo para llevarla al baño, hizo una mueca al ver cuán adolorida y fatigada estaba; pues sabía que los síntomas que presentaba eran a causa del accidente, y que solamente podrían ser eliminados con medicamento, el cual Gylda había ido a comprar. Así que, ante ese escenario, tuvo que tomar el plan B, preparar la bañera que afortunadamente tenía la casa Hofferson, para que su novia no tuviera que estar de pie, ya que probablemente no tendría fuerza para ello.

-Ven Mi lady, vamos al baño- musitó con cariño al pie de la cama cuando llenó la bañera.

-Perdón Babe, estoy muy cansada- admitió en un quejido.

-Lo sé, pero no te preocupes, te voy a ayudar a llegar allá.

La rubia atinó a mirarlo agradecida a la vez que con mucho esfuerzo se incorporaba, para después dejar que la cargara hasta el cuarto de baño, dónde una vez le quitó la ropa, la metió con cuidado a la bañera. Al tener contacto con el agua caliente, soltó un suspiro de alivio, sus músculos se relajaron de inmediato, y al tener las manos de su novio recorriendo su cuerpo con delicadeza, cerró los ojos para dejar que la bañara con tranquilidad.

-Sabes, voy a extrañar esto, ya no tendré una excusa para volver a darte un baño- sinceró cuando empezó a lavarle el cabello.

- ¿Quién dice que no podemos hacerlo de nuevo? -corrigió con ternura, a lo que este la besó detrás de la oreja, estando satisfecho con su respuesta.

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- ¿Están visibles Hiccstrid? -preguntó Toothless afuera del cuarto de la chica cuando Storm y él llegaron de comprar la comida.

-Sí, pueden pasar- respondió el castaño negando con la cabeza ante la idea de su hermano, pues hacia rato que había terminado de bañar y vestir a Astrid, y no habían hecho más que estar abrazados.

-Mira lo que te trajimos rubia- mencionó la Hofferson menor mostrándole su comida favorita.

-Muchas gracias- chilló la mencionada teniendo un brillito especial en los ojos al recibir su comida mientras Hipo la ayudaba a recargarse en las almohadas- oigan, quiero hacer algo diferente, ¿jugamos cartas?

- ¿Segura? no hay problema si esperamos un poco más.

-Sí, además, Howard dijo que ejercitara mi memoria, y el póker es una buena opción para ello.

-Estoy de acuerdo, pero ¿qué les parece elevar el juego a otro nivel? quien pierda en cada ronda, deberá decir un secreto como castigo -ofreció el pelinegro con una sonrisa malévola, obteniendo la aprobación de todos.

Pero, apenas Toothless comenzó a mover las cartas con las que jugaría, se arrepintió totalmente de la apuesta, puesto que, sabía que con dos pares no podría llegar muy lejos en la lucha contra sus adversarios. Y efectivamente, cuando se revelaron las cartas de los demás, él quedó en el último lugar.

- ¡No! -soltó en un grito antes de mirarlos con resignación- bueno, solo puedo hacerles una confesión a Hipo y Siri, ¿recuerdan que siempre se quedaron con la duda del porqué de mi cambio de corte de cabello? -cuestionó, y al tener una confirmación, agregó- les mentí, no pasó nada de lo que dijimos As y yo esa vez... la realidad es que mi cabello se quemó gracias a que hubo una explosión en el laboratorio por el que iba pasando. Y como la peluquería estaba cerrada para arreglar mi desastre, Astrid apareció para ayudarme.

-Espera, ¿por qué no habías querido decirnos? -preguntó su desconcertada novia.

-Porque estaba avergonzado; quería que la tierra me tragara.

- ¿Sobre qué? -cuestionó ahora Hipo.

-Ya sabes qué piensa que a él le pasan las peores y más vergonzosas desgracias en el momento menos oportuno, y como en ese tiempo estaba como todo buen Romeo, intentando conquistar a Storm, no podía permitirse que alguien más allá de mí, se enterara de otro desastre por esa semana- explicó la rubia, debido a que el pelinegro le había pedido ayuda con la mirada.

-Oh Tooth, que tierno eres- dijo la rubia de mechones azules dándole un besito en la mejilla.

Siguiente ronda. Storm respiraba con tranquilidad al pensar que tendría un juego seguro, no obstante, para cuando se bajaron las cartas, soltó un chillido; había perdido gracias a que todos habían hecho un full y ella una simple corrida.

-Bien, lo único que puedo decir es... Hipo, Astrid, cuando ustedes estaban cayendo en cuenta de que se gustaban, yo había ideado un plan para que se confesaran más rápido.

- ¿¡Qué tú qué!? -preguntó el ruborizado castaño.

-Sí, quería encerrarlos en un baño hasta que se dijeran lo que sentían por el otro; me estaba dando mucha ansiedad su negación.

-Sabes que te habría matado, ¿verdad? -comentó la Hofferson mayor cruzada de brazos.

-Lo sé, y dado a que aprecio mi vida, no hice nada- sinceró con gracia.

Al iniciar una nueva partida, el Haddock mayor sudó en frío casi todo el juego, pues pese a saber que tenía un full, estaba seguro de que los demás tenían algo más fuerte por la velocidad de sus movimientos, y vaya que no se equivocó, ya que, al ver todos los juegos, se encontró con un póker y quintillas.

- ¿Por qué los dioses me odian tanto? -susurró para sí mismo cubriéndose el rostro con vergüenza, pues sus secretos solo podían hacerlo quedar mal- As, ¿recuerdas cuando te llamé para preguntarte sobre qué dibujar para la exposición del salón de arte?

- ¡Uy! ese chismecito está buenísimo- exclamó Toothless con gracia, haciendo que su hermano lo fulminara con la mirada.

-Lo recuerdo, ¿qué pasa con ese día? -preguntó la chica con curiosidad.

-Es que cuando me sugeriste que pintar, yo ya tenía parte del dibujo hecho; lo hice con maña para que me ayudaras a elegir otra cosa y no te confesara mi amor de esa manera; no me sentía listo, pero como no me diste opciones, seguí adelante.

- ¡Entonces por eso te pusiste nervioso! -soltó sonriente, y al obtener un apenado asentimiento, le pidió que se acercara para besarlo en la mejilla- pero no te agobies, no pude haber imaginado otra manera más perfecta para que declararas tus sentimientos por mí, gracias.

-De nada- devolvió todavía ruborizado, pero entrelazando su mano con la de ella.

En la siguiente ronda, todos tenían los ojos puestos en Astrid al ser la única que aún no perdía. Y afortunadamente, tras momentos de tensión, consiguieron que su suerte se acabara haciéndola perder con un póker.

-No tengo secretos que revelar; soy un libro abierto, y la única confesión que se me viene a la cabeza, implica que me lleve a uno de ustedes por delante.

-No importa, estamos en confianza- exclamó el pelinegro con diversión, a lo que el resto le secundó.

- ¿Seguros?

- ¡Sí!

-Bueno, es que, por accidente, miré algo que no debía... Toothless, sé de las fotos.

- ¿¡¡Qué!!? -gritó el mencionado poniéndose pálido.

-Espera, no entiendo, ¿qué fotos? -preguntó el confundido Hipo al ver que Storm estaba en las mismas condiciones que su hermano.

-Es que le hizo una sesión de fotos en lencería a Storm.

- ¿Se refiere a la de San Valentín? -cuestionó el Haddock mayor al avergonzado pelinegro que se había escondido entre las almohadas.

-Sí, son las de ese día- atinó a decir, pero sin atreverse a alzar la mirada.

-Si sirve de algo Tooth, el trabajo estuvo excelente- le aseguró Astrid intentando hacerlo sentir mejor.

- ¡Astrid, no digas esas cosas! -pidió la rubia de mechones azules antes de escuchar a su novio soltar un tenue "gracias".

-Al menos ya sabemos que ese día se la pasaron tan bien como nosotros- le susurró Hipo a su lady en lo que la otra pareja se recuperaba del bochornoso momento.

-Qué bueno, si no, me habría sentido mal por ellos, más tomando en cuenta lo cansada que me dejaste esa vez- musitó de vuelta con una traviesa sonrisa.

-Bueno, es que-e yo-o...- trató de decir, pero debido a que empezó a tartamudear, Astrid lo silenció con un beso.

-No me respondas, solo quería dejarte en claro lo mucho que disfruté ese día.

Siendo la última ronda, la rubia no se esperó volver a perder con un full, pero como ya no tenía algo que confesar, pidió que eligieran otra forma de pagar la apuesta. Al escucharla dar esa apertura, a Hipo se le iluminaron los ojitos con malicia.

-Está bien Mi lady, dado a que fui el primero en tener una idea de cómo pagarás tu derrota, no podrás negarte- le advirtió guiñándole un ojo- vas a tener que aceptar el dinero que diste por los materiales de Toothless y míos, aquella vez que Magnus vino aquí tras el funeral de papá.

- ¡No!, pídeme otra cosa- dijo negando con la cabeza al verlo chocar puños con el pelinegro en señal de victoria.

-Lo siento, no era una pregunta- informó entregándole el dinero mientras esta le hacía una mueca de disgusto.

- ¡Tramposos! -exclamó Storm antes de ser envuelta en los brazos de su novio para que ya no se enfadara.

-Vamos Mi lady, quita esa carita, fue un buen movimiento de mi parte; merezco un premio por eso- pidió el castaño abrazándola con cariño y besándola en la frente.

-Quizá, pero esto no se va a quedar así, Haddock; yo nunca pierdo, ¿querías estar en guerra?, así será entonces- amenazó seriamente, para luego jalarlo del cuello y poder besarlo, dándole así su premio por llevarle la delantera de momento. Había perdido la batalla, más no la guerra.

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Primero que nada, mil gracias de nuevo por todo el apoyo que está recibiendo la historia :')

Segundo, curiosidad de mí que nadie pidió, pero que tiene que ver con la historia xd... la razón por la cual los chicos siempre andan jugando cartas, es porque a su escritora le encanta jugar póker jaja.

Tercer punto, mi próxima historia será la vieja confiable de algunos escritores de HTTYD, escribiré una colección de one- shots en la época vikinga. Esto con el objetivo de tener tiempo para planear el desarrollo de otras historias que están por venir. (Pd. tras la reedición: que bello recuerdo de los orígenes de "¿Siempre? Siempre", dejémoslo :'3). 

Nos vemos pronto ;)

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