Capítulo 40

Antes de que empiecen con su lectura, quiero agradecerle a todos aquellos que me han apoyado dejando sus votos, comentando que las historias les han gustado o con el simple hecho de que las lean. Significa mucho para mí y es mi única paga... ¡Los quiero!

Pd. recuerden, no deben matar a su escritora por lo que están a punto de leer jaja.

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Llegado el momento de decirle al matrimonio Hofferson sobre lo ocurrido con su hija, Toothless acompañó a la chica para consolarla en todo momento, sin embargo, lo que jamás esperó de los adultos fue que lo recibieran con miles de agradecimientos, ya que eso lo hizo sentirse más tranquilo con respecto a su sentimiento de culpa, además de que "su suegro" lo terminó de liberar con un breve discurso: "Tannlos, como hombre, puedo pagarte de muchas maneras por lo que hiciste, pero, como padre, jamás podré darte lo que mereces por haber salvado a mi hija".

A la mañana siguiente, la Hofferson menor fue a levantar la denuncia en contra de Harald en compañía de sus seres queridos, dónde por supuesto, su novio testificó a su favor para que la denuncia tomara fuerza y pronto se hiciera justicia; tanto que, esa misma tarde dieron con el chico, quién además de tener que enfrentar cargos por intento de abuso sexual, tuvo el infortunio de ser atacado por una furiosa rubia que se le lanzó apenas puso un pie en la estación de policía.

Astrid al tener mucha energía que sacar, lo golpeó incontables veces en el rostro, hasta detenerse solo por la intervención de Hipo. El castaño había llegado al rescate de Harald no porque le tuviera lástima, sino que se debió a una advertencia de los oficiales hacia su lady de pasar 24 horas encerrada si seguía ejerciendo violencia, pues era sabido que no se podía hacer justicia por mano propia. 

En los días posteriores, Storm decidió asistir a terapia para tener la seguridad de que muy pronto volvería a estar bien, ya que la primera noche tras el incidente, le fue imposible conciliar el sueño sin despertarse por alguna pesadilla, además de necesitar que alguien estuviera a su lado para consolarla. En aquella ocasión, no molestó a su familia con tal petición, especialmente a Astrid, puesto que al día siguiente tenía entrenamiento a las 4 am, y lo menos que deseaba era desvelarla por su causa. Sin embargo, como le fue imposible permanecer sola, tomó su celular para enviarle un mensaje a Toothless; quién en menos de cinco minutos, tocó a su ventana tras haberse trepado a una escalera para preguntarle: "¿princesa, quieres que duerma contigo?", dónde al darle un asentimiento, se refugió en su pecho antes de quedarse profundamente dormida.

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Los hermanos Haddock tras días de recuperarse de la falta de sueño y alimento, retomaron la mayoría de sus actividades, así como de también asistir a terapia para volver a sentirse bien consigo mismos y, afrontar como era debido el caso de su padre. Y debido a la rápida recuperación que tuvo Hipo, aceptó la invitación de ir nuevamente a las prácticas de su rubia, pues como esta le había contado toda la semana que había avanzado muchísimo en su coreografía, quiso verla con sus propios ojos, además, estaba el hecho de que no quería perderse ni un minuto más estando lejos de ella. Era por eso que ese día por la mañana, un orgulloso y contento castaño, estaba sentado en las gradas admirando a su novia patinar.

- ¿Qué tal Hipo? me alegra verte de nuevo por aquí- le comentó Magnus llegando a su lado.

-Hola Magnus, estoy bastante bien, gracias, ¿qué tal tú? ¿vienes a entrenar? -preguntó con curiosidad y mostrándole una sonrisa.

-Todo bien, pero no vengo a entrenar, solo vine para que papá me dé sus llaves de la casa, olvidé donde dejé mi juego- respondió con gracia.

-Eso también me suele pasar seguido, tanto que Astrid sacó un juego de llaves de mi casa para asegurarse de que nunca me quedaré afuera.

- ¡Oh Thor! entonces ya no me sentiré mal por ser olvidadizo. ¡Pero ahora mira eso!, no querrás perdértelo, estás a punto de presenciar un Triple Axel- explicó con emoción señalando a la chica.

- ¿No es de los saltos más arriesgados de ejecutar? -inquirió con temor.

-Sí, pero la rubia ha estado practicando mucho; confía en su habilidad- pidió sonriente, obteniendo un pequeño asentimiento como respuesta antes de que ambos fijaran la mirada al frente.

Una vez que Fergus dio la indicación del salto a su ahijada, todo pasó demasiado rápido. Esta logró ejecutar las tres vueltas que se requerían, pero jamás se percató de que estaba muy cerca de la orilla, por lo que, al aterrizar, además de no lograr quedarse de pie, se golpeó la cabeza contra la pared de la pista, dejándola tendida sobre el hielo completamente inconsciente.

- ¡¡Astrid!! -gritó el horrorizado Hipo teniendo la intención de ir con ella, sin embargo, apenas logró bajar la última grada, el Hansen menor lo frenó sosteniéndolo con fuerza por la cintura- ¿¡qué demonios haces!?, ¡déjame ir con ella!, ¡¡Astrid!! -pidió con dolor intentando zafarse inútilmente de su agarre.

- ¡No puedo dejarte hacerlo!, si la mueves, podrías lastimarla, o peor, ¡podría morir! ...tienes que esperar a que mi padre la revise para saber si reacciona- le explicó el alterado Magnus, pues él igualmente quería estar con ella.

¿Morir?, ¡No! su lady no podía irse, sencillamente no podía dejarlo solo.

-No...- musitó dejándose caer de rodillas antes de comenzar a llorar con fuerza- ella me había prometido que no se la llevaría, la valkiria me lo juró -susurró para sí mismo mientras trataba de hacer despertar a su novia mirándola con súplica.

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Fue inevitable que a Fergus le temblaran las manos mientras revisaba a la Hofferson con delicadeza, pues los gritos agudos de dolor de Hipo no le dejaban concentrarse, mucho menos el hecho de que la rubia no mostrara signos de querer despertarse. Pero al menos le tranquilizaba el no haber encontrado algún sangrado detrás de la cabeza debido al golpe.

-Astrid, ¿me oyes? -susurró con esperanza mientras le inmovilizaba el cuello, para que no hiciera movimientos bruscos al despertar. Afortunadamente, tras unos agobiantes segundos, esta soltó un quejido- As, no te muevas, solo aprieta mi mano si escuchas mi voz- pidió conservando la calma, dónde enseguida sintió un ligerito apretón a uno de sus dedos- muy bien, sé que te duele la cabeza, pero por favor, no te duermas.

No obstante, antes de siquiera esperar alguna clase de respuesta, Fergus le hizo una señal a su hijo para que soltara al lloroso castaño, quién apenas fue liberado, corrió por la pista con tal desesperación que, ni siquiera se resbaló.

-Hipo, escúchame, está consiente, pero no vayas a moverla, ni le hables fuerte, porque la cabeza le duele mucho- ordenó deteniéndolo por los hombros al verlo tan acelerado y con el rostro empapado de lágrimas- ven aquí...- agregó acercándolo a Astrid- sujétale el cuello suavemente para que no mueva la cabeza en lo que traigo un collarín, Magnus ya debe estar llamando a emergencias, así que solo te pido que la mantengas despierta en lo que llega la ambulancia, ¿de acuerdo?

-Sí, yo me encargo- le aseguró el chico una vez sostuvo el cuello de su lady como le había dicho, y para cuando lo vio irse, miró a su rubia con pesar- Mi lady, háblame, por favor, o abre tus ojos, lo que sea, te lo suplico- agregó en un hilo de voz mientras más lágrimas rodaban por sus mejillas.

- ¿Hi...po? -preguntó muy apenas con la voz ronca antes de soltar otro quejido.

-Sí As, soy Hipo. Aquí estoy contigo, por favor; no te duermas, te lo pido. La ayuda ya viene en camino, pronto te sentirás mejor- susurró sintiendo como su labio inferior temblaba desenfrenadamente.

Para cuando Fergus llegó a donde ellos, le colocó a Astrid el collarín, mientras el castaño la sostenía de la mano pidiéndole con ternura que no se durmiera. Pero al momento de arribar la ambulancia y que los paramédicos entraran a la pista, Hipo tuvo que hacerse a un lado muy a su pesar para que atendieran a su lady como era debido.

-Lo lamento, pero solo la puede acompañar una persona, de preferencia que sea algún familiar para que me brinde los datos de su seguro médico- pidió uno de los paramédicos en lo que subían a la rubia a la ambulancia.

Al escuchar esas palabras, Haddock miró a Fergus con súplica para que lo dejase ir en su lugar, ya que, de entre todos, él era el familiar más directo de la chica por ser su padrino.

-Anda Hipo, ve con ella, nosotros los seguimos en el auto- le confirmó Hansen al captar su petición, haciendo que el mencionado se subiera a la ambulancia de un brinco, no sin antes darle una mirada agradecida.

Cuando las puertas del vehículo se cerraron, el castaño vio como su rubia con mucho trabajo, intentó levantar la mano hacia su dirección, ya que, a pesar de no ver con claridad, podía percibir el olor de su perfume.

-Hi-po...- llamó débilmente.

-Tranquila, aquí estoy- musitó con cariño tomándola rápidamente de la mano.

De camino al hospital, a Astrid le regularon la presión arterial, pues debido al golpe, se le había bajado, provocando que no pudiese hablar, moverse, ni respirar con normalidad. Posteriormente, uno de los paramédicos miró al novio de esta en búsqueda de información, pues en la llamada que había realizado Magnus, no había obtenido suficientes datos.

-Chico, ¿cuál es su nombre completo, edad y qué relación tienes con ella?

-Se llama Astrid Hofferson, tiene 21 años... y es mi novia- habló con un nudo en la garganta.

- ¿Sabes si es alérgica a algún medicamento?

-No, no padece de alergias.

-Necesito que me des el número de algún familiar directo para que vaya al hospital de inmediato, más que nada por si se necesita su firma del consentimiento informado para una intervención quirúrgica.

Pese a estar muy disperso en sus pensamientos, Hipo consiguió brindarle el número telefónico de Gylda, además de declarar otros datos médicos. Al llegar a su destino, abrieron las puertas de la ambulancia para bajar la camilla con rapidez, teniendo todavía al castaño sosteniendo a Astrid de la mano hasta que, llegaron a una zona restringida de urgencias, dónde una enfermera lo frenó mientras la camilla seguía avanzando hasta entrar a un cuarto.

-Ya no puedes pasar más allá chico, tienes que quedarte aquí.

-Pero, no lo entiende, tengo que estar con...- intentó decir, pero se calló apenas alguien lo tomó del brazo.

-Yo me encargo de él señorita, muchas gracias- comentó Magnus haciendo que Hipo retrocediera unos pasos y la dejara marcharse.

Dolor. Eso era lo único que podía sentir Haddock, a tal grado que incluso respirar le estaba costando demasiado esfuerzo.

-Vamos, tenemos que sentarnos y esperar a que los médicos nos digan algo.

-Magnus, no puedo perderla también- musitó en un chillido- te juro que, si ella ya no está, no tiene sentido que esté aquí tampoco.

-Hey escúchame, ella estará bien. Por favor no pienses eso, no quiero ni imaginármelo, ¿de acuerdo? -suplicó tomándolo por los hombros, para después abrazarlo con fuerza, intentando tranquilizarlo.

-Fergus ¿¡dónde está Astrid!? -gritó Gylda apenas llegó al hospital.

El castaño al alzar la mirada, se topó con que la tía de su novia estaba interrogando entre lágrimas al Hansen mayor mientras este trataba de calmarla, pues detrás de ella venían Finn, Storm y su hermano.

- ¿¡Qué demonios pasó!? -les preguntó un desesperado Finn a Hipo y Magnus, en lo que Toothless trataba de calmar los nervios de su novia; pues de lo afectada que estaba, apenas y podía permanecer de pie.

Hipo no tuvo la fuerza para decir una sola palabra, solo fue capaz de abrazarse a sus piernas para llorar en silencio, dejándole al Hansen menor la difícil tarea de comunicarles a los recién llegados lo que había pasado, ya que estaba igual de afectado que todos los demás.

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Había pasado una hora desde que ingresaron a Astrid a urgencias y, desde ese momento, no habían recibido noticias de su estado de salud. Haddock durante ese tiempo, había preferido permanecer callado con la mirada fija en la puerta donde la estaban atendiendo al no ser la mejor compañía para nadie, pues simplemente no tenía ganas de nada; solo quería que un maldito doctor saliera a decirle que su lady estaba bien.

Pero mientras el tiempo seguía transcurriendo, sintió una mano temblorosa posarse en la suya, así que, al girarse, se encontró con los ojos preocupados de Storm, quién se sentó a su lado para recargársele en el hombro, e Hipo en respuesta, se recargó en su cabeza, además de soltar un pesado suspiro. Toothless por su parte, se unió a ellos poco después rodeándolos en un abrazo reconfortante, al saber todo el sufrimiento que había detrás de su silencio, pues no había persona allí que no estuviera preocupado por la rubia.

- ¿Hay algún familiar de Astrid Hofferson? -cuestionó de repente el médico a cargo del caso una vez abrió la puerta.

Fuera de que le hubiera tranquilizado aquella pregunta al castaño después de tanto tiempo sin saber nada, le causó mayor ansiedad a la que ya tenía, pues le recordó a cuando recibió la noticia de que su padre había fallecido, así que, la idea de que podía perder al amor de su vida, lo invadió nuevamente; algo que lo destrozó por dentro.

- ¿¡Cómo está mi sobrina!? -preguntó Gylda desesperadamente por todos los presentes.

-Tranquilos, ella está bien, logramos estabilizarla.

Alivio. Eso fue lo que sintió el castaño apenas supo que su lady estaba bien; la opresión de su corazón disminuyó, y con gusto, le devolvió a Storm el abrazo que le dio en un chillido de emoción.

-Pero tengo una duda, ¿sufrió alguna pérdida de memoria? -cuestionó Finn sin sentirse completamente tranquilo.

Hipo sudó en frío en cuanto escuchó al hombre, pues sufrir una pérdida cognitiva nunca era bueno... ¿su lady lo habría olvidado?, pensó desolado, debido a que eso sería el equivalente a que su historia de amor nunca hubiera existido. Y con ello, inevitablemente se preguntó, ¿qué tal si ya no se acordaba de él?, ¿o qué tal que se enamoraba de alguien más?, sin embargo, no pudo seguir torturándose internamente porque el médico volvió a tomar la palabra.

-Es muy pronto para saberlo, se tiene que quedar unos días para hacerle tomografías, darle medicamentos para que se le desinflame el cerebro, y por supuesto, las pruebas cognitivas para asegurarnos que todo está bien. Pero, estense tranquilos que dada la recuperación que está mostrando, es casi seguro tener resultados favorables.

-Muchas gracias, ¿podemos verla? -indagó Gylda soltando un suspiro de alivio, y quitándole las palabras de la boca al castaño, quién ya solamente pudo ver al médico con inquietud.

-Lo siento, pero, aunque ella comentó que se sentía bien, no es cierto, la cabeza le duele mucho, y no es recomendable que tenga a tanta gente a su alrededor en este momento; además, le acaban de suministrar medicamento para que pueda dormir sin dolor. Entonces, lo mejor que pueden hacer es irse a descansar, no se preocupen, está en buenas manos; estaré al pendiente de ella. Eso sí, lo único que les pido es que se organicen para que alguien se quede a cuidarla por la noche.

- ¡Yo me quedo! -exclamó la mujer con rapidez, dejando a un Hipo con frustración por nuevamente haberse quedado con las palabras en la boca, pero internamente sabía que era mejor opción que Gylda se quedara por si se tenían que tomar decisiones en caso de que Astrid no estuviera consiente para hacerlo por sí misma.

Pero eso no evitó que, al llegar el momento de retirarse del hospital, saliera sintiendo que aún le faltaba el aire, pues su rubia todavía no estaba fuera de peligro al tener que esperar a que reaccionara bien a los medicamentos. De ahí la razón por la cual se fue en completo silencio en el asiento trasero del auto de su familia que era conducido por Toothless y teniendo a Storm como copiloto, mientras acariciaba con tristeza el brazalete que recibió en San Valentín.

Al arribar al vecindario, se dirigieron al hogar Hofferson en lo que el resto los alcanzaban, ya que Finn había ido en compañía de los Hansen a recoger su auto a la pista de patinaje, debido a que había sido Astrid quién lo utilizó por la mañana junto a su novio; y hablando de este último, a pesar de haberse calmado, permaneció con la mirada perdida en su celular estando en uno de los sillones de la sala hecho un ovillo.

- ¿Hermanito? -le llamó Toothless sentándose a su lado en lo que Storm iba a darse un baño, pues esta le mencionó que quizá así se le quitaría la sensación de que pudo haber perdido a Astrid.

No obstante, el mencionado no le respondió, por lo que tuvo que acercársele para ver que miraba en su celular, dándose cuenta de que era una fotografía de su cuñada; algo que le hizo sentir una opresión en el corazón, puesto que no le gustaba ver a sus seres querido sufrir, así que inmediatamente le dio un abrazo, dónde este a manera de responderle de algún modo, comenzó a sollozar por lo bajo.

-Tranquilo, As estará bien. No puedo imaginar lo horrible que fue verla en ese momento, pero sabes que es muy fuerte; te aseguro que antes de que parpadees, la vas a tener aquí contigo.

-Fue horrible Tooth, todo mi mundo se vino abajo, nada me importó; solo que ella estuviera bien.

-Lo sé, pero, ya nada malo pasará; confía en mí- pidió dándole una sonrisa tratando de animarlo, de la cual obtuvo un pequeño asentimiento.

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En el instante en que el resto llegó al hogar Hofferson, Valka los alcanzó, puesto que su hijo menor le había hecho saber lo achicopalado que se encontraba el castaño ante el accidente; así que lo mejor que pudo hacer como madre fue ir a consolarlo. Posteriormente, todos se organizaron para preparar algo de comer en lo que esperaban alguna noticia sobre Astrid, pues nadie se movería de su lugar hasta saber la actualización de su estado de salud.

-Oigan, mamá dice que As despertó y que pidió que le hicieran una prueba de memoria- informó de repente la Hofferson menor a los presentes tras recibir un mensaje de texto- los resultados arrojaron que no recuerda que pasó antes y después del golpe. Sin embargo, el médico dijo que era algo normal dada la naturaleza de la situación; lo diagnosticó como una pérdida de memoria de corto plazo, pero que no es algo de lo que debamos preocuparnos.

Pese a escuchar aquel comentario, la mente de Hipo siguió divagando y manteniéndolo ansioso, ya que todavía no tenía la certeza de que su lady recordaba quien era. Es decir, logró llamarlo por su nombre en la pista de patinaje, pero si eso ya lo había olvidado, ¿qué seguridad tenía de lo demás?

- ¡Ya podemos festejar! As no sufrió de pérdida de memoria a largo plazo, sabe en qué año estamos, su nombre completo; recuerda a sus padres y, a todos nosotros- terminó de informar dando un brinco de emoción que contagió a los demás, para luego dirigirse al novio de su prima con la intención de hablarle en privado- para que te quedes más tranquilo, mamá me comentó que cuando le mencionaron tu nombre, le brillaron los ojitos mientras decía que eras su gran amor- añadió con una sonrisa antes de ser envuelta en un efusivo abrazo.

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Al día siguiente, cuando el castaño se despertó, lo hizo sintiendo un horrible dolor de cabeza y cuello, tanto que se vio obligado a levantarse de inmediato, dónde se percató de que no había dormido en su casa, sino que en la sala de los Hofferson. Al alzar la mirada, vio en el sillón contiguo a su hermano durmiendo plácidamente con Storm acurrucada sobre su pecho, así que, ante tal imagen, se fue a la cocina por un vaso de agua, debido a que había sentido suaves tintes de envidia al ver que Toothless sí tenía entre sus brazos a la chica que amaba, y él no. En fin, por ir nuevamente perdido en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Finn se encontraba allí hablando por teléfono.

-Cariño, es que ya le mandé cientos de mensajes a Fergus y no me responde; seguramente su celular no tiene batería o debe seguir durmiendo. A mí también ya me hablaron para presentarme al trabajo y aunque les expliqué nuestra situación, sabes que mi jefe es un infeliz cuando se trata de faltar sin previo aviso, pese a ser una emergencia, dame solo un minuto para buscar quien te releve en el hospital.

Cuando el hombre colgó la llamada, se sobó la cabeza por el estrés y carga que sentía en los hombros, pero antes de siquiera poder pensar una solución, se dio la vuelta, encontrándose de frente con Hipo.

-Perdón señor Hofferson, no era mi intención oír su llamada; solo había venido por agua- dijo el apenado chico- pero, si me lo permite, me gustaría ir a cuidar a Astrid- agregó intentando no verse tan desesperado por querer ir al hospital, sin embargo, cuando lo escuchó decir: "cariño, ya tengo a tu remplazo; Hipo va para allá", una sonrisa se escapó de sus labios antes de correr a casa para cambiarse de ropa y tomar las llaves del auto de su familia.

Mientras tanto, Finn se aseguró de dejarle una notita y algo de dinero a su dormida hija, por si ella y Toothless se despertaban hambrientos y no encontraban nada que desayunar. Y al salir de casa, notó que Hipo ya estaba esperándolo con cierto deje de impaciencia, por lo que, sin alargar más el momento, subieron a sus respectivos autos para conducir al hospital. Pero debido a que el hombre ya tenía el tiempo encima, solo alcanzó a indicarle cual era la habitación de su sobrina, pues él esperaría a su esposa afuera del establecimiento; por ende, al tener el camino libre, Haddock corrió por el lugar hasta encontrarse con Gylda en el elevador.

-Oh Hipo, muchas gracias por haber venido, y perdona por saludarte y despedirme tan rápido, pero si llego tarde al trabajo, me van a regañar- explicó la mujer dándole un beso en la mejilla.

-No se preocupe Gylda; por Astrid haría lo que fuera.

-Gracias, te la encargo mucho.

-Claro que sí- alcanzó a responderle antes de verla desaparecer por el pasillo, dejando que retomara su propio camino.

-Buenos días, así que tú eres el famoso Hipo- mencionó con amabilidad el médico que había atendido a la patinadora el día anterior, al encontrarse frente a la puerta de la habitación a la que debía ingresar.

-Ehh, buen día, supongo que sí, ¿cómo está Astrid? -preguntó con nerviosismo debido a sus palabras.

-Está estable, en un rato más le vamos a llevar el desayuno, ¿vas a estar aquí para ayudarla con lo que necesite?

-Sí, todo lo que haga falta doctor... Howard- aseguró tras leer su nombre en el gafete que llevaba puesto.

-Perfecto, tienes que saber que su tía no le dijo que serías tú quien venía, ya que deseaba darle una sorpresa. Y me imagino que así será, no la había visto tan feliz hasta que, le mencioné tu nombre ayer en la prueba de memoria- contó con tal familiaridad que llamó la atención del castaño.

-Perdón por mi pregunta tan directa, pero ¿ya conocía a Astrid?

-Así es, pero por protocolo de la institución, no puedo hablarle ni a ella ni a sus familiares de forma casual ante los demás pacientes y personal médico, por eso el día de ayer me viste actuar como si no existiera un vínculo. Porque la realidad es que Bertha fue mi mano derecha por muchos años aquí en el hospital; fue una de las mejores enfermeras y una gran amiga, tanto que fui de los primeros en saber que estaba embarazada. De hecho, después de que Astrid nació, su madre la trajo unas cuantas veces para alegrar a los niños de pediatría, pero una vez que se quedó al cuidado de sus tíos, dejé de verla con frecuencia, aunque el contacto jamás se perdió, pues con esto que es patinadora, ha venido a sanar heridas menores. Sin embargo, cuando la vi en emergencias, me prometí salvarla, pese a no haberme sido asignado su caso inicialmente; además, Bertha me habría decapitado si no hubiera intervenido.

-Vaya, sí, eso suena a algo que haría cualquier Hofferson, gracias por haberlo hecho.

-No agradezcas, lo hice con gusto, ¿listo para verla? -preguntó sonriente, obteniendo varios asentimientos rápidos- Astrid, tienes visita- agregó tras abrir la puerta y dirigiéndose a la distraída rubia que admiraba el cielo a través de la ventana en lo que una enfermera le administraba nuevo medicamento.

La chica al escuchar su nombre, lentamente se giró, debido a que todavía debía mover la cabeza con muchísimo cuidado, pero enseguida abrió los ojos con sorpresa al ver a su castaño al lado de Howard.

- ¡Hipo! -exclamó esbozando una sonrisa y estirando una mano hacia él, haciendo que este fuera a abrazarla con desesperación, pero teniendo cuidado; a lo que ella se puso a hacerle mimos en el cabello al no contar con tanta fuerza para devolverle el gesto.

-Doctor, el pulso de la paciente va en aumento- informó de repente la enfermera, rompiendo la burbuja de amor de la pareja, ya que Haddock se separó del abrazo para girarse hacia Howard, esperando a que le explicara que pasaba con su lady.

-Tranquila, no pasa nada, su pulso se aceleró por la presencia de su novio, no por otra cosa- dijo el hombre despreocupadamente acercándoseles- Astrid, en veinte minutos vienen a traerte el desayuno; y yo vendré un poco después para darte nueva información sobre tu recuperación, ¿bien?

-Sí, muchas gracias- afirmó la mencionada antes de verlo retirarse junto a la enfermera para darles privacidad a Hipo y ella de saludarse apropiadamente, sin embargo, apenas se cerró la puerta, sintió una de sus manos húmeda; así que, extrañada, agachó la mirada, encontrándose con que su novio estaba sollozando débilmente.

-Creí que te había perdido- susurró él con dolor recordando todo lo que vivió ayer.

A pesar de que Astrid no recordaba lo sucedido, sabía que el chico la había acompañado a la práctica esa mañana; y que, por tanto, había visto el accidente en primera fila. Por lo que, rápidamente le tomó del rostro para jalarlo hacia ella, provocando que este se aferrara a su cuerpo como temiendo a que la vida volviera a alejarlo de su lado.

-Perdón, soy culpable de haberte causado tanto dolor. Sigue siendo muy reciente lo de tu padre, como para que yo hiciera esto, de verdad perdóname.

-No tengo nada que perdonarte, pero sí me sentí fatal, incluso le dije a Magnus que yo me moría si tú... ya no estabas aquí conmigo.

-Ay, no digas esas cosas- pidió limpiándole tiernamente las lágrimas que estaban empapando su rostro- ya te había dicho que jamás te dejaría solito; tenemos mucho por hacer juntos.

- ¿Puedo besarte? por favor, me hiciste mucha falta.

-Sabes que sí, solo no te muevas mucho para que no me duela la cabeza; yo también te eché de menos- alcanzó a decirle antes de que sus labios la callaran, por ende, solo le quedó cerrar los ojos para disfrutar del contacto, ya que estaba siendo besada como si fuese de cristal.

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Cuando llegó el momento en que las enfermeras le trajeron el desayuno a la rubia, Hipo queriendo cuidarla con esmero, se encargó de darle de comer en la boquita, haciendo que esta se dejara consentir por encontrar ternura en su acción; y pasando una hora más, Howard entró al cuarto.

- ¿Cómo te sientes Hofferson? -preguntó con más jovialidad al no haber personal médico presente.

-De maravilla, gracias- aseguró estrujando con cariño la mano de Haddock.

-Me alegra, porque tengo que hacerles una pregunta a ambos, la cual es probable que les incomode- explicó en un carraspeo.

-Anda, ¿qué necesitas saber?

-Mira Astrid, en este momento ya te puedes poner de pie para ir a bañarte, pero no puedes hacerlo sola, y el problema es que, a esta hora, no tenemos a tanto personal como para que alguien te auxilie, así que la pregunta es, ¿Hipo ha visto lo suficiente como para ayudarte con eso?

El chico estuvo a punto de atragantarse con su propia saliva al escuchar la pregunta, además de sentir como su rostro se calentaba debido a su sonrojo; el cual fue en aumento por la mirada atenta del hombre.

-Vaya, esa es una buena pregunta- atinó a decir la risueña rubia, sintiéndose ligeramente avergonzada- no te preocupes, puede cumplir perfectamente con la tarea.

- ¡Perfecto!, acompáñame Hipo, para que sepas donde están las duchas- respondió intentando no reírse, pues una de las cosas que más disfrutaba de su trabajo era dar consulta a parejas jóvenes sobre temas de sexualidad, ya que siempre terminaba haciéndolos sonrojar, tartamudear e incomodar con las preguntas de rutina.

- ¿Y cómo te fue? -cuestionó la Hofferson con diversión en cuanto su ruborizado novio regresó a la habitación para ayudarla a sentarse.

-Ja, ja, que graciosa- le respondió con sarcasmo- ¡dioses, fue demasiado vergonzoso!, y más porque ya me contó que te conoce y que fue amigo de tu madre; no estaba listo para que supiera que ya tenemos sexo- agregó en lo que caminaban por el pasillo.

-No fue para tanto; era bastante obvia la respuesta, además yo contesté, tú te quedaste callado- expresó en una suave risa que terminó contagiándolo.

Una vez llegaron a las duchas, Hipo de manera "inocente" la guio a la última regadera, sin notar que su novia le había rodado los ojos con diversión al saber que lo había hecho para que nadie pudiera verla en paños menores.

-No hagas tan evidente tu falta de deseo sobre que alguien más que no seas tú, me mire desnuda- comentó pícaramente, estando sentada en un banco, en lo que lo veía acomodar el shampoo y demás cosas que había llevado para bañarla.

- ¿Quién dice que lo hago? -devolvió de la misma forma.

-Ningún otro hombre me ha visto así, lo sabes ¿verdad?

-Lo sé, es en lo único que me enorgullece ser egoísta, en disfrutar yo solito de esta preciosa valkiria que tengo frente a mí- respondió divertido y comenzando a deshacerle su trenza.

-Lástima que yo no puedo decir lo mismo; más de una mujer te vio desnudo casi por completo.

-Mi lady, las enfermeras que me ayudaron cuando fue lo de mi accidente, no cuenta; además, yo estaba inconsciente- explicó soltando una enorme carcajada- tú eres la única mujer para mí.

-Lo sé, solo quería escucharte decirlo- admitió dándole un tironcito a su playera para que se agachara y pudiera besarlo. Posteriormente, dejó que le terminara de deshacer su trenza y que le quitara la bata que llevaba puesta.

El castaño se vio en la obligación de tener fuerza de voluntad apenas su novia quedó en completa desnudez, pues estaba seguro de que, si flanqueaba, terminaría atacando sus labios, ya que Astrid le había demostrado que era un arma mortal inclusive sin un vestido que resaltara sus curvas y pechos. Abrió la llave de la regadera y, con extrema delicadeza, empezó a lavarle el cabello, mientras la veía cerrar los ojos al deleitarse con el tacto de sus manos.

La rubia por su parte, pese a saber que, su novio la estaba atendiendo con cariño, también había cierto toque de lujuria en sus movimientos, debido a que cuando llegó el lavado a su cuerpo, se detuvo cierto tiempo atendiendo a sus pechos y glúteos, lo que provocó que tuviera que morderse el labio inferior para evitar soltar un jadeo.

-No me provoques Haddock, que de no ser porque no puedo moverme mucho, ya te habría devuelto la jugada.

-No necesitas moverte para darme batalla, créeme- respondió una vez cerró la llave y que tomara una toalla para secarla.

Apenas Hipo se enteró que iba a ir a cuidar de su rubia, le preparó un cambio de ropa interior, sin necesidad de pedirle a Finn que lo dejara pasar a su habitación para tomarlo, pues le habría resultado vergonzoso; afortunadamente lo había tomado de su propia casa, ya que tanto ella como él, guardaban prendas del otro por cualquier emergencia. En fin, tras vestirla nuevamente, la llevó a su habitación, dónde la recostó antes de posicionarse a su lado.

-Gracias por haberme ayudado, siento que tuvieras que hacerlo- sinceró pasándole una mano por las trencitas que todavía llevaba en el costado.

-No lo sientas, ¿recuerdas que te dije que siempre haría cualquier cosa por ti? -preguntó y, al recibir una mirada agradecida, dejó que esta lo jalara del cuello para terminar con el espacio entre ambos, sin embargo, apenas se rozaron los labios, tocaron a la puerta.

-Disculpe molestarla Astrid, pero le han traído regalos- explicó una enfermera una vez abrió la puerta empujando un carrito lleno de flores, peluches, chocolates y cartas.

- ¡Oh! muchísimas gracias, ¿vinieron muchas personas a dejarme esto? -interrogó en lo que su novio tomaba las cartas para dárselas.

-Bastantes, pero por normas del hospital, solo se les permitió dejar las cosas en recepción.

-Lo entiendo, gracias por habérmelos traído- dijo a modo de despedida antes de que la mujer se retirara- Hipo, ¿desde a qué hora se enteraron que sufrí un accidente? -agregó mirando al castaño, quién estaba terminando de acomodar sus regalos por la habitación.

-Perdón, no tengo ni la más mínima idea, ayer no tuve cabeza como para ver las noticias sobre lo que decían de ti- admitió rascándose la nuca con nerviosismo.

-No te preocupes, solo te lo pregunté por curiosidad, ya que Fergus siempre se ocupa de esos asuntos; él se encargará de que no hagan notas amarillistas sobre el accidente.

-Oye... ¿y tienes miedo?

- ¿A volver a patinar? -indagó con extrañeza, dónde al recibir una confirmación, añadió- no, solo me preocupas tú. No quiero que te pongas mal cada que me veas volver a entrenar.

-Pues no lo hagas, este es tu sueño, no te detengas por mí. Es decir, claro que me estaré muriendo de los nervios los primeros días que regreses a la pista, por eso como solución me compraré unas pelotitas de estrés para sobrellevar la situación en lo que vuelvo a acostumbrarme.

-Gracias por apoyarme. Supongo que sabías a que te atendías al ser novio de una patinadora profesional, ¿no? -preguntó acariciándole la mejilla con cariño al darse cuenta de que aún con el miedo que reflejaban sus ojos, la incitaba a luchar por sus sueños.

-Algo así- comentó risueño- solo prométeme que no me darás más sustos de muerte.

-Te prometo tener más cuidado. Sabes, yo también sabía a lo que me enfrentaba al ser novia de un pintor; que casi siempre te vea lleno de pintura o que lienzos y pinceles estén regados por toda tu habitación- contó sonriente al señalarle que una parte de su cabello tenía pintura blanca.

-Perdón, es que ayer antes de irnos a la práctica me puse a hacer algo; ya les mandé a los dueños del restaurante mi propuesta de diseño para el mural que quieren.

- ¿De verdad? ¿Y les gustó? -cuestionó entusiasmada.

-Sí, les encantó. De hecho, me dijeron que podía ir a trabajar desde hoy, te lo iba a contar ayer.

-Espera, no entiendo, si te dijeron que ya podías trabajar, ¿qué haces aquí?

-Ay Astrid, como iba a hacerlo estando tú aquí; el día de ayer estuve muy distante de todo por no saber nada sobre ti, tanto que ni supe cuando terminé durmiéndome en tu sala, además, los dueños del restaurante se enteraron de lo que te pasó, y por ello me mandaron un mensaje hace rato para avisarme que podía presentarme cuando salieras del hospital.

-Bueno, me has dejado más tranquila con saber que no me interpuse en tu trabajo.

-Nada de eso- negó con una sonrisa antes de besarla en la frente- anda, abre tus cartas.

La rubia le asintió en respuesta, así que mientras las hojeaba para decidir cual leería primero, Hipo se dispuso a desayunar un sándwich junto a un jugo que había comprado tiempo atrás.

-Mira, ¿recuerdas a Lena? -soltó mostrándole el sobre qué le había dedicado la niña.

-Claro, tu pequeña fan, ¿qué te escribió?

-Dice "señorita Hofferson, espero que se encuentre bien, porque me dio mucho miedo escuchar que había sufrido un accidente. Le había pedido a mamá que me llevara con usted, pero me dijo que solo su familia podía entrar al hospital, así que únicamente me quedó escribir esta carta. Oiga, tengo curiosidad, ¿su novio bonito sí puede visitarla, verdad?, porque eso sería muy romántico, así como dicen los cuentos de hadas. Oh ¿y qué cree? he estado entrenando bastante, espero que pueda venir a verme pronto ¡La quiero mucho!", awww, que tierna niña, ¿verdad Babe? -preguntó con una sonrisa, pero al mirar a su novio, este no le respondió, solo se le quedó mirando con evidente sonrojo- ¿qué tienes?

-Escuché mal o ¿Lena me llamó bonito?

-No, no escuchaste mal, sí te llamó así- confirmó en un tono juguetón- y no puedo estar más que de acuerdo con ella; eres muy bonito.

- ¡Astrid, no digas cosas como esa! -exclamó cubriéndose el rostro con vergüenza, y teniendo la suave risa de su novia de fondo.

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Bueno, no pueden decir que no les compuse el capítulo al final xd.

Creo que las cosas se van resolviendo poco a poco... ¿tienen alguna duda hasta el momento?

Nos vemos pronto ;)

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