Capítulo 34

¡Hola!, tengan listos sus pañuelitos; disfruten la actualización.

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Cuando la rubia abrió los ojos, esbozó una sonrisa, ya que ayer había sido de los mejores días de su vida. Y al agachar la mirada, pudo apreciar la belleza que Hipo poseía a la luz de la mañana al seguir abrazados; por lo que, para seguir deleitándose con su imagen, le pasó la mano por la barbilla y abdomen.

El castaño, quién seguía muerto del sueño, no se inmutó por sus caricias, únicamente siguió roncando. Pero como Astrid no deseaba despertarlo, optó por recargarse en su brazo para seguir admirándolo mientras pensaba en la extraña posición en la que durmieron, debido a que las mantas estaban regadas por todo el piso, y solo una sábana les estaba cubriendo la mitad del cuerpo; aunque no precisamente la inferior, lo que le dio la oportunidad de apreciar su muñón con una sonrisa enamorada, pues el que Hipo hubiera dejado que lo mirara sin la prótesis, había significado mucho.

Así que, a cómo pudo, logró jalar algunas mantas para cubrirlos, pues, aunque no iba a volver a dormir, tampoco dejaría la cama, ni mucho menos sus brazos; por lo que, para pasar el rato, empezó a contar las pequitas de su rostro. Y, pasando una hora aproximadamente, el castaño comenzó a removerse perezosamente hasta abrir los ojos, topándose de inmediato con esos ojos azules que tanto amaba.

-Buenos días Mi lady- saludó con la voz ronca.

-Buen día Babe- respondió besándolo tiernamente en los labios.

- ¿Desde a qué hora estás despierta? -preguntó adormilado después de haberle correspondido torpemente, ya que, como bien se sabía, no solía despertarse temprano.

-Llevo un rato, pero el tiempo me fue pasajero al entretenerme con algo.

- ¿En qué?

-En apreciar tu belleza y contar cada una de tus pequitas.

- ¿En serio? ¿No había algo más entretenido qué hacer? -cuestionó avergonzado, pese a mostrarle una sonrisa divertida.

-No- soltó sin más con una sonrisa- pero, también puedo hacer otras cosas.

- ¿Cómo qué?

-No te muevas.

El castaño no sabía que se traía su novia entre manos, puesto que, al terminar de hablarle, únicamente sintió cómo le daba tironcitos en el cabello, pero en realidad, le tenía sin cuidado, solo quería verla feliz.

- ¡Listo! -exclamó con emoción cuando terminó su trabajo.

- ¿Puedo ver?

-Claro- dijo levantándose de la cama para tomar su celular que se encontraba en su bolsa.

Aunque, al hacerlo, se olvidó por completo que seguía desnuda, provocando que Hipo se atragantara con su saliva al verla, además de sonrojarse al saber que estaba maravillado con contemplarla de esa manera, tanto que, el día anterior se había convertido en los mejores de su vida.

-No me digas que ahora te vas a sonrojar al verme desnuda. Porque te recuerdo que ayer estabas fascinado tocando todo esto- comentó ella con burla señalándose a sí misma al atraparlo admirándola.

- ¡Astrid! no seas así, apiádate de este pobre chico de una pierna que tiene a una hermosa valkiria a su lado- pidió atrayéndola a sus brazos en cuanto volvió a recostarse en la cama.

-No importa, no es como que me moleste que te sonrojes. En fin, aprecia mi trabajo- comentó entregándole su celular para que se viera en el reflejo de la pantalla.

Al tomar el aparato, Hipo pudo ver que su lady le había hecho dos trencitas al costado, se sentía extraño teniéndolas, pero al enfocar su mirada en ella, percibió la ilusión de sus ojos.

-Me encantan- aseguró sonriente.

- ¡Me alegra, porque a mí también!

Y a pesar de que se la estaban pasando bien, al poco rato, tuvieron que abandonar la cama, ya que había llegado la hora de regresar a casa.

- ¡Por Thor! ¿Dónde dejé esa maldita prótesis? -preguntó Haddock en voz alta, más para sí mismo que para Astrid, pero, aun así, esta al escucharlo, se levantó con rapidez una vez se puso su blusa, para ayudarlo a buscarla.

- ¡Hipo, acá está! -gritó estando bajo la cama.

-Gracias, ahorita me agacho por ella- se apresuró a decir tratando de levantarse, pero su novia fue más rápida.

-Tonterías, ya la saqué- comentó poniéndose de pie y acercándosele con la prótesis en mano.

-Gracias Mi lady- dijo estirando la mano para que se la diera.

-No, espera, ¿me dejarías ponértela?

- ¿Qué-é? ay Astrid, no querrás perder tu tiempo haciendo eso, créeme- intentó esquivar, pero al ver la expresión seria que le puso, agregó- está bien, si eso te hace feliz, porque no.

Con aquella frase, la Hofferson le sonrió antes de sentarse a su lado, posteriormente, le pidió que colocara la pierna en su regazo, a lo que este, con algo de timidez, obedeció. Pues aún era algo nuevo para él mostrarle a alguien su muñón, especialmente por la cicatriz que le había quedado alrededor.

- ¿Quieres que te diga cómo se pone?

-Gracias, pero no es necesario. En la carrera me han explicado cómo se colocan y, hace un tiempo, le pregunté a Toothless que de donde partía tu prótesis para saber qué hacer cuando llegara el momento en que te animaras a mostrármela por completo. Así que, comprobando hoy que sí es una transtibial, puedes dejármelo todo a mí.

Hipo la miró agradecido, ya que nunca imaginó que se tomaría su tiempo para investigar más a fondo sobre su discapacidad, pero lo apreciaba; por lo que, cuando Astrid le colocó la prótesis, terminaron de arreglarse para decirle adiós a la cabañita que fue testigo de su unión. Y para cuando llegaron a Berk antes de que el amanecer iluminara el cielo, concluyeron que el viaje había sido todo un éxito.

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Pasando unos días, Astrid recibió una invitación para grabar una entrevista centrada en los diseños de sus trajes de las competencias, donde le pareció una excelente idea llevar a Storm, así ella hablaría de viva voz sobre su trabajo, además, era una buena oportunidad para darle el reconocimiento que se merecía. Y, por otro lado, el plan para el resto del día era que, una vez finalizaran la grabación, irían a la casa Haddock, ya que allí le harían una reunión de despedida a Finn, puesto que, debido a su trabajo, debía viajar a una junta lejos de la ciudad.

Así que siendo las 7:00 am, salieron rumbo al estudio de grabación, pero antes de llegar, se detuvieron en una cafetería que tenían de paso para comprar algo de desayunar. No obstante, les sorprendió ver a Estoico cerca de la puerta cuando pagaron sus cosas.

- ¡Astrid!, ¡Storm!, que gusto me da verlas por aquí- saludó el hombre acercándoseles.

-Hola, ¿cómo se encuentra Estoico? -preguntó la sonriente Astrid.

-Todo en orden, ¿ustedes qué tal?

-Estamos bien, gracias. ¿Ya va a ir a trabajar tan temprano? -cuestionó Storm con curiosidad.

-Sí, es que debo ver una cuestión urgente en la empresa.

-Oh, ¿quiere que lo llevemos? ya que, por lo que notamos, no viene en su auto.

-Sí, no es problema, la empresa nos queda de paso al lugar al que vamos.

-Muchas gracias niñas, pero un socio ya viene por mí- negó el pelirrojo con media sonrisa- pero, ¿podrían hacerme un favor?

-Claro que sí, ¿de qué se trata?

-Verán, se me hizo tarde en la mañana y por andar de despistado, ya no pude entregarle esto a alguien en casa- informó sacando un sobre de su portafolio de trabajo- ¿podrían dárselo a cualquiera de mi familia cuando los vean?, es que, como tengo que ir a varios lugares, temo perderlo.

-Desde luego, nosotras se los entregamos más tarde- confirmó la rubia tomando el sobre para meterlo a su bolsa- pero, ¿eso quiere decir que no vendrá a comer?

-Sí voy a ir, pero llegaré mucho más tarde; no se preocupen.

-Que bueno, no sería lo mismo sin usted Estoico.

-Gracias, ¡ah! y una última cosa antes de que se vayan... solo quería agradecerles por lo que han hecho por mis hijos, desde que están con ustedes, los veo más felices. Disfrutan más de la vida y, por fin, están gozando de lo que es estar con alguien que los ama.

-No, gracias a usted. No muy seguido se encuentran a chicos como ellos, eso habla mucho de cómo los criaron, así que, gracias por ambos- sinceró la Hofferson mayor sonriéndole apenada.

-Astrid tiene razón, no es frecuente encontrar a alguien que esté dispuesto a formar un equipo y, brindar apoyo cuando la otra persona lo necesita, así que sí, muchas gracias- secundó Storm jugando con sus manos con nerviosismo, ya que para ella todavía era algo nuevo tratar a Estoico y Valka como sus suegros.

-Bueno, me alegra escuchar eso. Pero, es mejor que ya se vayan, no quiero que se les haga tarde, de todas formas, nos vemos en unas horas.

- ¡De acuerdo, nos vemos por la tarde!

Dicho eso, las chicas se despidieron agitando la mano y ofreciéndole una sonrisa antes de abandonar la cafetería, dejando a un Estoico respirando con tranquilidad, pues ahora estaba completamente seguro de que sin importar nada, sus hijos estarían bien con ellas.

La entrevista fue todo un éxito, Astrid se alegró de haber llevado a su prima, pues esta siendo muy carismática y expresiva, supo darle el ambiente adecuado al lugar, para no caer en lo aburrido y vago. Además, esa fue una buena oportunidad para que estuviera más como espectadora que, como el foco central; algo que le alivió ese día. Y, en el instante en que habían subido al auto para dirigirse a casa, su celular empezó a sonar.

- ¿Bocón?, ¿Qué pasa, todo está bien? -preguntó extrañada, ya que no era usual que ambos hablaran vía telefónica.

- ¡No! estamos en el hospital. Estoico sufrió un accidente; por favor vengan, los chicos no están bien con la noticia.

- ¿¡Qué!?, ¡Vamos para allá! -aseguró antes de cortar la llamada.

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Momentos antes

En la casa Haddock

Los chicos estaban ayudando a su madre a poner la mesa para la llegada de los Hofferson, cuando el timbre sonó, así que la castaña se acercó a abrir la puerta.

- ¿Bocón? -preguntó con extrañeza.

-Valka, es Estoico, acaba de sufrir un accidente- explicó el hombre tratando de no caer en la desesperación.

Ante tal noticia, la mujer se petrificó, para después soltar un grito desgarrador, el cual atrajo la atención de sus hijos, quiénes inmediatamente se acercaron a la puerta. Estos pidieron una explicación de lo que ocurría, así que cuando Bocón volvió a dar la noticia, corrieron al hospital. Dónde al llegar, los Haddock se bajaron del auto deprisa en lo que el hombre se estacionaba y aprovechaba el momento para llamar a las Hofferson.

- ¿¡Dónde está Estoico Haddock!?, ¡Por favor, es mi esposo! -exclamó Valka al borde de las lágrimas una vez llegaron a la recepción.

-Síganme por aquí- indicó una enfermera tras ver los registros de los pacientes ingresados, llevándolos hasta la zona de urgencias- esperen aquí, pronto les dirán lo que ocurre.

-Pero, ¿¡qué le pasó!?

-Tuvo un accidente automovilístico, solo sé eso; lo lamento mucho- informó, para después retirarse.

El tiempo los iba a matar, pues lo único que podían hacer era rezar a los dioses por el bien de Estoico, así que cuando Bocón se reunió con ellos, le contaron lo que la enfermera dijo, para luego permanecer en silencio. Mientras tanto, las Hofferson lograron llegar al lugar, quiénes entraron corriendo, sin necesidad de preguntar donde estaba la zona de urgencias, ya que, por desgracia, Astrid conocía perfectamente el camino; nunca iba a olvidarlo pese a los años.

- ¿Hay algún familiar de Estoico Haddock? -preguntó el médico en turno cuando las chicas lograron ubicar a los Haddock en la sala de espera.

- ¡Aquí! -exclamó la castaña, a lo que Astrid y Storm detuvieron el paso, pues el médico alejó a la familia un momento para hablarles en privado.

- ¿Qué crees que esté pasando?, ¿Qué Estoico necesite de una cirugía o que ya está recuperándose? -susurró Storm manteniendo la esperanza de que todo iría bien.

-No lo creo Tormentita, conozco esa expresión- devolvió Astrid melancólicamente- cuando un médico te ve así, solo es para darte malas noticias... es casi seguro que, Estoico haya partido al Valhalla.

Y como si hubiera sido una confirmación, en ese momento Valka se soltó a llorar en medio del pasillo antes de tirarse de rodillas, mientras Bocón trataba de consolarla. Toothless por su parte, tomó asiento para perderse en sus pensamientos, e Hipo solo pudo recargar la cabeza en la pared más cercana antes de cerrar los ojos con frustración.

-A veces tu precisión para analizar a las personas, me sorprende de sobremanera- atinó a responder la rubia de mechones azules soltando un triste suspiro- tenemos que ir con ellos, nos necesitan.

-Lo sé Storm, pero, no puedo... y me siento estúpida por sentirme intimidada- confesó retrocediendo unos pasos, causando que la menor se le acercara con preocupación- fue justo en la habitación de al lado; fue aquí donde los vi irse.

-Oye, eres la persona más fuerte que conozco, pero eso no significa que debas soportar tanto dolor... no puedo pedirte que te acerques, si no estás lista; eso sería egoísta de mi parte. Si quieres puedo intentar que Hipo se acerque aquí y...- intentó decir, pero fue interrumpida con sutileza.

-Gracias, pero no puedo anteponer lo que siento en este momento, por sobre su sufrimiento. Solo dame un minuto para tomar aire- pidió agitando las manos tratando de alejar su ansiedad, a la vez que se repetía en la cabeza una y otra vez: no seas cobarde, tú puedes.

Cuando la Hofferson mayor le aseguró a su prima que estaba lista, caminaron hacia los Haddock. Sin embargo, Astrid todavía sentía el ambiente muy pesado; además de que su mente le estaba jugando malas bromas, pues los flashbacks del día en que perdió a sus padres, llegaron de golpe a su cabeza. No obstante, no desistiría, ignoraría esos grotescos pensamientos por ahora, ya que, debía ser fuerte para Hipo. Storm por su parte, le dio una última mirada asegurándose que se encontraba bien, antes de sentarse al lado de su novio, quién había comenzado a llorar en silencio la muerte de su padre, perdido todavía en sus pensamientos, tanto que, ni siquiera la escuchó llegar.

-Amor... -le susurró con cariño y acariciándole la espalda, dónde este al escuchar su dulce voz, giró la cabeza para conectar su mirada con la suya.

-Amor... mi padre se ha ido- habló con la voz rota derramando más lágrimas.

-Lo sé corazón, ven aquí- respondió jalándolo hacia ella para darle refugio en sus brazos.

El chico se aferró a ella como si su vida dependiera de ello, para después sollozar desenfrenadamente. A lo que Storm lo abrazó con más fuerza, haciéndole saber que estaba con él, además de darle pequeños masajes en la espalda mientras pensaba en que carajo había pasado para que todo terminara así. Y, por otro lado, cuando Astrid estuvo sola, se volvió a dar ánimos mentalmente antes de acercarse a Hipo, dónde con cautela, lo tomó de la mano a modo de que supiera que estaba allí.

-Babe.

-Se fue... papá murió, Mi lady- respondió el destrozado castaño sin mirarla.

-Lo sé, vamos, date la vuelta- pidió girándolo para que quedara de frente a ella, dónde al mirar la tristeza de sus ojos, se sintió fatal- ven- añadió, siendo esa la única palabra que este necesitó para arrojarse a sus brazos- no reprimas el llanto, estoy contigo- susurró con cariño al sentirlo tensarse tratando de mantenerse firme; pero, tras unos segundos, consiguió que se desahogara.

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Pasó una hora desde que se hizo el anuncio oficial del fallecimiento de Estoico, así como de que los Haddock hubieran dejado de llorar sin control. Pero, aunque desearan irse de la sala, no era posible hasta que el médico regresara con el expediente completo del pelirrojo, pues como anteriormente les había afectado demasiado la noticia, no quisieron escuchar el informe clínico de cómo fue que murió.

-Siento haberlos hecho esperar- comentó el médico acercándoseles, ya que había estado atendiendo a otro paciente que llegó de urgencia- lamento mucho su pérdida. El señor Haddock murió a consecuencia de una fuerte lesión cerebral y lesiones internas, sin embargo, su cuerpo presenta heridas que no son propias del accidente; las cuales contribuyeron a que no pudiéramos hacer más por salvarle la vida. No quiero asustarlos, pero algo pasó momentos antes de que el auto en el que iba, se estrellara; con la autopsia tendremos más detalles, no obstante, llamé a la policía para que investigue el caso, ellos se comunicarán cuanto antes con ustedes, ¿de acuerdo? -terminó de explicar, recibiendo como única respuesta, leves asentimientos por parte de la familia, pues había sido mucha información que procesar- ¿quieren pasar a despedirse antes de que se lo lleven? -añadió con cautela.

Tras pensarlo un segundo, los Haddock aceptaron su oferta, por lo que, mientras ellos ingresaban a la habitación, Bocón y las Hofferson se quedaron en la sala de espera.

-Niñas, tengo que hacer unas llamadas para ir organizando el funeral, ¿creen que podrían estar al pendiente por si alguno necesita algo? -preguntó un afligido Bocón, que, pese a todo, se mantenía fuerte.

-Claro que sí, ve con calma. Aquí estaremos para cualquier cosa que necesiten, que tengamos que ver algún papeleo, o demás- aseguró Astrid sabiendo al pie de la letra el procedimiento que seguía.

-Gracias- atinó a decir dirigiéndose a la salida para tomar un poco de aire fresco, aclarar su cabeza y realizar las llamadas necesarias para también anunciar a los amigos y familiares cercanos, la repentina muerte de su mejor amigo.

- ¿Ya te sientes mejor As? -le preguntó Storm un rato después de permanecer en silencio, pues vaya que la zona de urgencias era el mismismo Helheim, los llantos y gritos jamás dejaban de escucharse.

-Más o menos, pero entre más pronto abandonemos este maldito lugar, mejor. Me encuentro en un bucle del pasado, te juro que de no ser porque mis pies ya no cuelgan de la silla por ya no ser una niña, sentiría que estoy viviendo otra vez ese día- sinceró mirando al techo para distraerse- sabes, la vida es muy irónica. Había prometido jamás regresar al lugar donde los vi morir, pero heme aquí, de nuevo sentada en esta silla. Sin embargo, no me arrepiento de hacerlo; hay sacrificios que estoy dispuesta a afrontar- añadió sin percatarse de que un lloroso Hipo iba saliendo de la habitación.

Pero, fue demasiado tarde para retractarse de sus palabras, pues cuando las Hofferson se dieron cuenta de su presencia, el castaño había escuchado lo suficiente para entender de que hablaban, haciendo que su rostro reflejara una enorme culpa. Tanta que, sin decir una palabra, tomó a la rubia de la mano para llevársela de allí; después de todo, había llegado la hora de abandonar el hospital.

-Perdóname Astrid, no tenía cabeza para ver donde estábamos. Perdóname por tenerte más de una hora en ese lugar; por tenerte sufriendo debido a mí- suplicó Hipo una vez se encontraron en el estacionamiento.

-No tienes porqué hacerlo, es razonable que no tengas cabeza para analizar dónde estás. Carajo, tu padre se ha ido, así que lo menos que tienes que pedirme son disculpas. Si yo me expuse a recuerdos del pasado, fue mi decisión; lo hice por ti y lo volvería a hacer por ti. Así que olvida lo que dije allá adentro, solo importa que estoy contigo, ¿de acuerdo? -explicó Astrid acariciándole las mejillas, así como limpiándole las nuevas lágrimas que habían brotado de sus ojos.

-Gracias- chilló con la voz quebrada abrazándose a ella, pues aún se le hacía irreal lo que estaba pasando.

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Una vez en la casa Haddock, esperaron un rato hasta recibir una llamada del hospital para informarles que la autopsia estaba lista y que los servicios funerarios ya podían llevarse a Estoico para prepararlo. Así que, mientras dejaban pasar más tiempo, la familia del hombre se vistió acorde a como debían lucir para un funeral y, al momento de querer atravesar la puerta para adelantarse al cementerio, las Hofferson los frenaron, obligándolos a comer algo antes de marcharse. Lo incómodo de la situación fue que, mientras los Haddock comían sin apetito, nadie hablaba; todos parecían estar en su mundo. Y, aquello puso a Storm con los nervios de punta, lo que la hizo tener que hablar, al menos en un susurro con su prima.

-As, ¿cuándo se los vamos a dar?

- ¿Dices el sobre? -preguntó la mencionada, a lo que esta asintió- bueno, no creo que haya un momento oportuno para hacerlo, así que, vamos a dárselos de una vez.

-De acuerdo, solo espero que esto no los haga ponerse mal.

-Ni yo, pero tenemos que hacerlo. De cualquier forma, estaremos para ellos; que los dioses nos ayuden- dijo antes de que ambas se encaminaran al comedor con paso firme- oigan... Storm y yo tenemos algo que decirles- añadió para llamar su atención, dónde al obtenerla, prosiguió- Estoico nos entregó esto, dijo que era para ustedes.

Los Haddock se miraron extrañados al escucharla, más cuando la rubia les entregó el sobre que recibió horas atrás, dónde se podía leer en la portada "para mis hijos y esposa".

- ¿Cuándo se los dio? -preguntó Valka mirándolas nuevamente.

-Hoy en la mañana.

- ¿Dijo porqué no nos los dio directamente? -indagó Hipo sin estar entendiendo nada.

-Mencionó que lo había olvidado, no dijo mucho en realidad.

-Gracias por darnos esto, chicas. Después lo abriremos, porque por ahora, llegó la hora de irnos- comentó nuevamente la castaña mostrándoles una triste sonrisa.

Para cuando empezaron a tomar sus cosas, Astrid se acercó a su novio al verlo tan frustrado y vulnerable por ni siquiera poder hacer el nudo de su corbata, así como acomodarse el saco.

-Déjalo, yo lo hago- le indicó tiernamente apartándole las manos con delicadeza para ella tener control de arreglarle la corbata, acomodarle el cuello de la camisa y abrocharle el saco.

-Gracias Mi lady, me siento tonto por haber olvidado como se acomodan estas cosas- explicó cabizbajo, pero sosteniendo su cintura con ternura.

-No te preocupes Babe, para eso estoy aquí, vámonos- pidió guiándolo fuera de la casa, rumbo al cementerio.

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A pesar de que las Hofferson iban de la mano de sus novios, al llegar el féretro de Estoico al lugar donde descansaría a partir de ahora, decidieron dar un paso atrás y dejarlos estar junto a Valka, al ser la más afectada de todos los presentes. Mucha gente había asistido al funeral, Estoico Haddock había sido alguien muy amado, por tanto, pensaron en recordarlo con el honor que se merecía, así que, cuando el lugar se inundó en un silencio melancólico, Bocón se aclaró la garganta para hablar.

-Estoico, que las valkirias te den la bienvenida, y te guíen por el gran campo de batalla de Odín, que canten tu nombre con amor y furia, para que lo escuchemos alzarse desde las profundidades del Valhalla, y sepamos que has tomado el lugar que te corresponde en la mesa de los reyes. Porque ha caído un gran hombre, un guerrero, un esposo; un padre, un amigo... -dijo el hombre en un hilo de voz- Estoico era muchas cosas, muchas de las cuales jamás podremos ser, siempre amó a su familia, a su trabajo, pero, sobre todo, a la vida; y quizá podríamos llorar porque se ha ido, o reír porque ha vivido. Podríamos cerrar los ojos y rezar a los dioses para que vuelva, o podríamos abrirlos y ver todo lo que ha dejado en nosotros. Nuestro corazón podría estar vacío porque no lo vemos, o podría estar lleno del amor y de las enseñanzas que nos compartió. Podríamos simplemente llorar, cerrar nuestras mentes y sentir el vacío, pero a Estoico no le hubiera gustado eso, él hubiera preferido que sonriéramos, abriéramos los ojos, amáramos y, que siguiéramos adelante... ¡¡por Estoico!! -gritó al final con orgullo para despedir a su mejor amigo.

- ¡¡Por Estoico!! -secundaron todos los presentes con lágrimas en los ojos tras el hermoso discurso que se había dado, para después lanzar rosas blancas a la que ahora sería su lápida, como un símbolo de que, su recuerdo duraría para siempre en cada uno de ellos.

Los Haddock agradecieron a todos aquellos que los acompañaron, tratando de no mostrarse vulnerables, pero les fue bastante complicado retener las lágrimas cuando los abrazaban mientras les daban el pésame. Ya que, además de la familia cercana, asistieron gente de la empresa, y amigos de la Universidad y del patinaje de los chicos.

-Bocón, gracias por el discurso, fue hermoso- le mencionó Valka cuando la mayoría se había retirado.

-Sé que lo fue, pero no me des las gracias a mí, yo solamente lo leí; no fui el responsable de escribirlo- sinceró el hombre negando con la cabeza.

- ¿Entonces quién lo hizo? -preguntó Toothless con una ceja alzada.

-Alguien que los entiende- aseguró Bocón entregándoles la hojita en donde se había escrito el discurso.

-Fue Astrid- reveló Hipo con una sonrisa triste al reconocer la letra de su lady.

Para cuando solo quedaron los Haddock y Hofferson en el lugar, Toothless e Hipo se fueron a sentar un momento a una banquita que estaba a unos metros de ahí, mientras Valka y Bocón hablaban con los detectives que habían sido asignados para llevar el caso de Estoico, una vez que la policía calificó que el accidente había pasado de extraña manera. Astrid y Storm por su parte, cuando vieron a sus novios alejarse, decidieron dejarlos solos para que aclararan su mente, o al menos, lo intentaran.

-Storm, ¿me acompañas a visitar a mis padres? -preguntó la rubia, debido a que estos también se encontraban en ese cementerio.

-Claro que sí, vamos. Estaba esperando a que me lo preguntaras- confirmó la rubia de mechones azules tomando un pequeño ramo de flores que había comprado especialmente para sus tíos, algo que su prima le agradeció.

Las chicas tuvieron que pasar al lado de los Haddock, así que, al hacerlo, trataron de no hacer ruido para no molestarlos. Y, una vez llegaron a la tumba de Erick y Bertha Hofferson, la rubia les colocó su ramo de flores con cariño, a pesar de sentir las miradas de los chicos sobre ellas.

-Sabes, fue muy bonito el discurso que hiciste para Estoico- comentó de repente Storm agachándose junto a ella para quitar las hojas que cubrían la lápida.

- ¿Qué te hace pensar que lo escribí yo?

-Vamos, es obvio, hay palabras de ese discurso que están escritas en la libreta de tu madre. Además, se parece mucho al que les diste en su funeral, ya que no es muy común que se usen palabras que decían nuestros ancestros con respecto a la entrada al Valhalla.

- ¿Todavía lo recuerdas? -preguntó con asombro.

-Claro, fue algo sencillo; pero muy bonito... "ahí es donde veo a mi padre, y a mi madre, quiénes están siendo guiados por las valkirias para invitarlos a ocupar su lugar entre las paredes del Valhalla; dónde los valientes vivirán por siempre. Mamá, papá, siempre atesoraré los años que tuve a su lado y, a pesar de que los voy a extrañar toda la vida, me esforzaré para llegar a ser como ustedes algún día y, con ello, enorgullecerlos". Ya date mérito por los discursos, nadie escribe como tú -insistió sonriente.

-Está bien, sí fui yo. Era lo mínimo que podía hacer- aceptó en un suspiro- pero, no vayas a decirles, ya que vienen para acá.

-Como quieras, aunque estoy segura de que se van a terminar enterando. Después de todo, es un gesto que no cualquiera te da; palabras de consuelo para una pérdida tan grande...

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No me maten por esto; Estoico vivirá por siempre en nuestros corazoncitos xd... 

Nos vemos pronto ;)

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