Capítulo 20
Nueva actualización.
.
Al regreso del cementerio, Astrid fue a su habitación a sentarse frente a su ventanal para mirar el cielo con tranquilidad. La visita a sus padres le hizo olvidar los malos recuerdos de urgencias, sin embargo, se vio invadida por la nostalgia. A veces se le hacía increíble que hubiera pasado poco más de una década desde la última vez que los vio. Pero era cierto que, con el pasar de los meses, había aprendido a no lamentarse por el tiempo que no tuvo con ellos, sino agradecer por los años que le hicieron compañía.
En fin, volviendo al presente y lejos de la melancolía, por haberse dejado atrapar de sus recuerdos y demás pensamientos, se sobresaltó al sentir como su celular vibró sobre sus piernas. Rio por lo bajo al haberse asustado, y negando con la cabeza, lo desbloqueó para leer el mensaje que recibió.
-Astrid, ¿estás bien? no pienses que te espío o algo así, pero acabo de pasar por mi ventana y te vi algo pensativa.
La chica sonrió ante el tierno mensaje de Hipo, pero antes de poder responderle de vuelta, recibió otro.
- ¡Ay dioses!... mejor olvida que te mandé el mensaje anterior, lo siento mucho; solo estaba preocupado por ti y talvez exageré.
Rio con fuerza, pues el castaño a veces podía pasarse de encantador y solo le daban ganas de estrujarlo en un fuerte abrazo, o de incluso robarle un beso. Pero, retomando la compostura, tecleó su respuesta.
-Estoy bien Hipo, muchas gracias. Mañana te cuento lo que pasó este fin de semana. Y descuida, agradezco que te preocupes por mí.
Por otra parte, cuando el castaño recibió la respuesta de la Hofferson, su alma regresó a su cuerpo. Pues, no habría querido que pensara que la observaba a cada minuto del día, fue mera coincidencia. Se había levantado de su escritorio para estirar las piernas y masajearse el cuello, debido a que llevaba dos horas arreglando el marco de su pintura, además de tomar las medidas para el vidrio que la protegería.
Así que, una vez que le dijo que la vería el lunes, regresó la mirada a su obra, donde al mirarla desde lejos con detenimiento, se sintió satisfecho; había hecho lo mejor posible para que fuera perfecta, salvo un pequeño detalle, que no se sentía tranquilo por seguir ocultándosela a Astrid. Suspiró pesadamente, además de pasarse la mano por el cabello, ya que había tomado una deliberada decisión pese a tener todavía una pelea interna sobre si era correcta o no. Tomaría valor para invitarla a que viera la pintura, y en el momento en que le pidiera explicaciones del porqué de su aparición en esta, le diría la verdad; que estaba enamorado de ella, pues guardar el secreto en su corazón ya le estaba generando demasiada ansiedad y dolor.
.
A mitad de semana, Toothless pensaba que debería comenzar a hacer una lista con todas las vergüenzas que llevaba atravesando desde los últimos meses, ya que parecía que los dioses lo odiaban cuando estaba cerca de Storm. Por ejemplo, el día que la conoció, chocó contra el auto de su familia, cuando se enfrentó a Harald en una pelea por defenderla, dio a parar a urgencias y, el fin de semana que había ido a la pista de hielo, terminó patinando sin control delante de ella. ¿Qué acaso Storm tenía que verlo en sus peores momentos? se cuestionó maldiciendo por lo bajo mientras caminaba hacia su salón, sin percatarse de que había tomado el pasillo donde estaban los laboratorios de Ciencias.
Algo que lamentaría horas después, debido a que como se había quedado inmerso en sus pensamientos, no se dio cuenta de que, en una de las aulas, estaban realizando un experimento que salió mal, ya que causó una gran explosión. El laboratorio y el pasillo se llenaron de humo rápidamente, por lo que se alejó de allí corriendo, sin embargo, sintió que su cabeza estaba caliente.
Al tocarse el cabello, percibió que este echaba humo; y por fortuna o no de pasar por una nueva vergüenza con algún conocido, uno de sus amigos llegó a auxiliarlo apagando el humo. Luego, lo acompañó a la enfermería para verificar que no hubiera sufrido de una quemadura, pero estando allí, el pelinegro le dijo que debía irse, ya que las clases aún no terminaban y no quería que le llamaran la atención por su retraso. Al menos Storm no estaba presente en esta ocasión; ese fue su único consuelo una vez estuvo solo.
-Bueno señor Haddock, no se preocupe, no hubo lesiones graves en su cuero cabelludo- le anunció la enfermera una vez terminó de hacer el chequeo pertinente.
-Eso es un alivio, muchas gracias- respondió este en un suspiro, pero enseguida se preocupó por la expresión que mostraba la mujer- ¿ocurre algo?
-Sí, mire, no le pasó nada, sin embargo, ¿ya se vio al espejo? -preguntó con sutileza.
- ¿¡Qué!? -gritó exaltado acercándose al espejo, donde vio que su cabello se había maltratado y desfigurado.
-El director acaba de anunciar la suspensión de las clases esta última hora a causa de la explosión, así que puede ir a la peluquería para que le hagan un corte de cabello.
-Sí, muchas gracias- atinó a decir colgándose su mochila al hombro y poniéndose un gorro que por fortuna traía en caso de que le diera frío por los constantes cambios de clima en Berk.
Se despidió amablemente de la enfermera y, al salir de la Universidad, echó a correr a la peluquería más cercana, rezando porque no tuviera gente para que lo atendieran rápido; no obstante, estaba cerrada. Se sentía desesperado, no podía ir al otro lado de la ciudad, puesto que no traía ni la moto ni el auto, además de que la otra peluquería que conocía estaba a 40 minutos caminando. Toothless se sentó en la banqueta para pensar otra solución, pues ni de loco les hablaría a sus padres o a Hipo para que le ayudaran; era demasiado vergonzoso. Afortunadamente, cuando estaba por rendirse, una idea llegó a su cabeza, sacó su celular para enviar un mensaje rápido, donde tras recibir una respuesta afirmativa, se puso de pie para echar a correr con todas sus fuerzas a casa.
Momentos antes
Astrid e Hipo estaban tomando su última clase; Epidemiología y Fenomenología del Arte respectivamente, cuando el celular de la rubia vibró, lo que significaba que acababa de recibir un mensaje. La chica con discreción, decidió leerlo por si era una emergencia, pero se extrañó al ver que era del Haddock menor.
-Astrid, por favor ayúdame, te pagaré con lo que sea. Eres mi única salvación, tuve un problema y tengo mucha vergüenza de pedirle ayuda a mi familia, ¿puedo verte en mi casa cuando salgas de clases? por favor, ayuda a esta alma en desgracia.
Esta le respondió que iría cuanto antes y, a pesar de que el pelinegro pensaba que los dioses lo odiaban, talvez sería necesario reconsiderar la idea, pues Hipo a los pocos minutos le envió un mensaje a la Hofferson disculpándose, debido a que no podría verla en la salida al tener que asistir a una conferencia, y Storm por su parte, le dijo que también debía quedarse en su Universidad para presentar una exposición y que tomaría el transporte público para ir a casa. Por todo ello, la rubia se dirigió sin ningún impedimento al hogar de los Haddock, donde al llegar, vio una pequeña notita pegada en la puerta, la cual decía que podía pasar.
- ¿Toothless? -llamó Astrid cuando entró y no vio a nadie.
- ¡Estoy arriba! -exclamó el mencionado desde su habitación.
La chica hizo caso a la indicación, así que cuando terminó de subir las escaleras, se dirigió al cuarto del menor.
- ¿Qué pasa? ¿Estás bien o por qué las cortinas están cerradas? -cuestionó, a lo que el chico en respuesta, tocó el interruptor de la luz, para después quitarse el gorro- ¡en nombre de Thor!, ¿qué le pasó a tu cabello? -interrogó sintiéndose mal por él, ya que tenía el cabello más largo que su hermano, y en ese momento, la mayoría estaba en un pésimo estado.
El pelinegro se encogió de hombros y, tras soltar un pesado suspiro, le contó lo que pasó en el laboratorio.
-Los dioses me odian, ¿no crees? -le preguntó una vez que terminó de relatar la historia.
-No lo veas de ese modo Tooth, estoy segura de que pronto vendrán mejores tiempos- aseguró tomando unas tijeras- y bueno, no soy la mejor en esto, pero haré mi mayor esfuerzo, ¿de acuerdo?
-Sí, muchas gracias Astrid- dijo sonriéndole mientras se sentaba en la silla de su escritorio- serías una excelente cuñada...- agregó en un susurro.
- ¿Qué dijiste?
-Nada, que confío en ti- corrigió con nerviosismo.
-Bien, ahora no te muevas.
Un rato después en silencio, la chica terminó de arreglarle el cabello. Como dijo, no era la mejor estilista, pero logró dejárselo con buena forma y sin rastro alguno de los daños que se hizo en el laboratorio.
-Listo ¿qué dices? -preguntó esperanzada al ver su trabajo final.
El chico al mirarse al espejo, quedó impresionado, ya que solía peinarse como mejor se le acomodara el cabello, pues además de tener mucho volumen, siempre tenía unos mechones que le cubrían los ojos, los cuales se quitaba haciéndose el cabello para atrás. Pero ahora, lo traía un poco más corto de atrás, mientras que, de enfrente habían desaparecido los mechones rebeldes, así que se podían apreciar con claridad sus ojos color esmeralda.
- ¿Te gusta? -volvió a preguntarle temerosa de que Toothless no quedara satisfecho con el resultado.
- ¡Me encanta! -dijo girándose hacia ella- ¡gracias Astrid! -añadió abrazándola con fuerza.
-Me alegro.
- ¿Crees que así Storm quiera volver a salir conmigo? -preguntó al romper el abrazo.
-No habría razón para que no lo hiciera.
-Pero, ¿crees que el corte de cabello me dará puntos extras para que las cosas mejoren?
-Invítala y verás- soltó en una risa por sus ocurrencias.
-Que los dioses me den su bendición- rogó antes de disculparse, pues tenía que escuchar el mensaje de voz que le acababa de enviar su hermano por si necesitaba algo- ¡ay no! -atinó a decir empezando a caminar de una esquina a otra cuando terminó de oírlo.
- ¿Qué pasa? -preguntó deteniéndolo por los hombros, pero debido a que estaba demasiado nervioso, prefirió reproducir en altavoz el mensaje.
-Hey hermanito, llegaré a la casa en unos minutos. Espero resolvieras lo que tenías pendiente, porque me encontré en la parada de autobús a Storm, y viene conmigo en el auto. Mamá me dijo que también ya va a llegar, y dado a que quiere que tanto Storm como Astrid coman con nosotros, dice que vayas poniendo la mesa. Ya le avisé a Astrid sobre la comida, así que, te veo ahorita.
-No entiendo que te preocupa- comentó la rubia alzándose de hombros.
- ¿¡Cómo qué!? mamá e Hipo me atacarán con preguntas del porqué de mi cambio de look y no quiero pasar otra vergüenza delante de tu prima- dijo cubriéndose la cara.
-Tranquilo, no lo harás. Solo no des detalles, además yo te voy a cubrir; solo sígueme la corriente.
- ¿Harías eso por mí As? -preguntó con ilusión a la vez que escuchaba un auto estacionándose frente a su casa.
-Claro, quiero que mi futuro primo sobreviva esta noche- comentó con una burla cariñosa.
-Ehh... gracias, te lo pagaré después- prometió sonrojado.
-No me debes nada- afirmó cuando la puerta se abrió en la planta baja.
- ¡Por Odín!, llegaron- gritó corriendo para abrir el portón de su habitación, pero se cayó en el intento, por lo que la rubia cerró los ojos con fuerza al escuchar el golpe.
- ¿Te parece que empecemos con que no te mueras en lo que llegamos abajo? -ofreció ayudándolo a levantarse.
-Es una buena idea- opinó con el poco aire que le quedaba.
Al bajar las escaleras, se dieron cuenta de que eran Hipo y Storm junto a Valka, quién prácticamente había llegado casi al mismo tiempo que ellos. Y a pesar de que los saludaron con una sonrisa, los recién llegados se quedaron en shock al ver al pelinegro.
- ¿Qué? -preguntó Toothless con nerviosismo.
-Tu cabello, está diferente... -atinó a expresar su hermano.
-Ehh sí, quise probar algo nuevo- aseguró con una sonrisa incómoda al sentir todas las miradas sobre él, así que optó por irse a la cocina para ir por las cosas que irían en el comedor.
Astrid le hizo una señal discreta a la rubia de mechones azules para que siguiera a Toothless, a lo que esta le asintió con un rubor en las mejillas, pues ciertamente le había encantado su nuevo corte de cabello, pero dado a que se había quedado en shock, no pudo decírselo. Es decir, siempre le había gustado su cabello, sin embargo, a como lo traía ahora, era mucho mejor, ya que podía verlo a esos ojos que le hacían sentir maripositas en el estómago. Storm aún no sabía que sentía exactamente por él, pero presentía que después de ese día, lo descubriría.
.
.
Eso es todo por hoy, nos vemos pronto ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top