Capítulo 19

Siguiente actualización. 

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Con todas las emociones recorriendo su cuerpo, Hipo estuvo a nada de confesarle a Astrid lo que sentía por ella, sin embargo, al pensar con claridad lo que quería hacer, se retractó. Prefirió disfrutar de poder abrazarla, ya que, según él, era a lo máximo que podría aspirar.

-Creo que, lo importante de todo esto es que supimos tener un nuevo comienzo, ¿no lo crees? -comentó Astrid de repente separándose del abrazo.

-Supongo que sí, valió la pena los sacrificios- respondió él dándole una sonrisa.

Antes de que alguno pudiera agregar algo más, el tráfico comenzó a disiparse, así que la rubia tuvo que regresar a su asiento para poner el auto en marcha. Se fueron en un silencio cómodo que les permitió pensar en todo lo acontecido, especialmente a Hipo, quién concluyó que no solo le gustaba Astrid, si no que estaba enamorado; lo que significaba un gravísimo problema, pues se suponía que su plan era dejar de sentir amor por ella, no dejarlo crecer.

-Hipo, ¿estás bien? -cuestionó al verlo perdido en sus pensamientos.

- ¿Qué? oh sí, lo siento. Me había puesto a pensar en cosas sin sentido.

-De acuerdo, bueno, finalmente llegamos a casa.

En cuanto descendieron del vehículo, estiraron las piernas, ya que sus músculos se habían entumido por estar tanto tiempo sentados. Luego, el castaño lentamente se acercó a la Hofferson al haberse dejado atrapar por sus ojos, mientras pensaba que era la mujer más hermosa que había visto en su vida, y no solo por su físico, sabía que en su interior solo había belleza pura. Simplemente era perfecta.

- ¿Qué tienes? -inquirió ella acercándosele más y provocando que se pusiera nervioso.

- ¿Puedo abrazarte? -preguntó de repente, pero cuando estaba a punto de disculparse al ver la confusión de su rostro, esta lo interrumpió.

- ¿Por qué me preguntas eso? claro que puedes, ven aquí- concedió atrayéndolo por el cuello.

Haddock estando feliz de la respuesta, la rodeó por la cintura, a la vez que aspiraba el dulce aroma de su cabello. Deseaba con todo su ser hacer eso todos los días por el resto de su vida, sin en cambio, sabía que aquello solo se quedaría como una simple ilusión. 

En fin, cuando cada uno entró a su hogar, Astrid sonrió para sí misma al percatarse de que todas las acciones que tenía Hipo para con ella a diario, se le hacían bastante tiernas, además de encantadoras, como su última petición donde le preguntaba si podía abrazarla, siendo que no era necesario. Pero, todo eso le ayudó a reafirmar que se había enamorado de él, y no podía sentirse más feliz con ello.

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El sábado por la tarde, Hipo estaba dándole los últimos detalles a su pintura. Pero mientras seguía dando pincelazos, repasaba en su cabeza los dos miedos que tenía con respecto al cuadro; uno, que no fuera lo suficientemente bueno como para quedar en los primeros diez lugares del concurso, y dos, que a Astrid no le gustara o que se molestara por haberla incluido en la pintura sin su consentimiento, ya que, tras meditarlo unos días, había decidido que le mostraría su trabajo.

- ¡Hermanito! -llamó el pelinegro entrando a su habitación.

- ¿Qué pasa Tooth?

-He terminado de editar las fotografías de Astrid, ya se las mandé por correo, pero también quiero entregarle a Fergus una copia de ellas en físico. Mamá y papá me van a acompañar a dejárselas a la pista de hielo, y quieren aprovechar la oportunidad para patinar un ratito, ¿nos acompañas?

-Claro, vamos.

Se trasladaron sin problemas y, al estar en la pista de hielo, notaron que había muchísima gente, debido a que algunas veces cuando Astrid terminaba de entrenar, el lugar se quedaba abierto para todo el público. Toothless directamente se dirigió a la zona que estaba designada para los niños, pues Hansen le hizo saber que estaría allí para impartirles una pequeña lección. Aunque antes de irse, le aseguró a su familia que después entraría a la pista.

-Vamos por nuestros patines, mi vida- pidió Valka con emoción tomando a su esposo de la mano antes de echar a correr.

Sin embargo, Hipo reaccionó muy diferente a su madre; se quedó estático, ya que claramente no entraría a la pista, solo los había ido a acompañar. El pantalón que llevaba puesto era un poco corto de abajo como para ponerse patines, pues si lo hacía, se vería una parte de la prótesis. Así que, discretamente se fue acercando a las gradas para esconderse, pero no llegó muy lejos.

- ¡Hipo! ¿A dónde crees que vas? -llamó Estoico a sus espaldas.

-A ningún lado papá- respondió cerrando los ojos con frustración por su fallido plan de escape y girándose a verlo con una falsa sonrisa.

-Vamos, tienes que entrar con nosotros.

-Pero...

-Pero nada, vamos, hazlo por nosotros- interrumpió tomándolo por los hombros.

-Bien- aceptó en derrota, pues su familia siempre se esforzaba por motivarlo a que no se limitara en hacer actividades debido a su discapacidad, a pesar de que la mayoría de las veces no funcionaba, pero no quería verlos decepcionados.

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-Toothless, ¡quedaron fenomenales! muchas gracias- exclamó Fergus, quién se estaba maravillando al ver el trabajo final del Haddock menor.

-No fue nada, de verdad; como dije, el honor fue mío; fotografiar a una patinadora tan talentosa como Astrid, fue un sueño cumplido- aseguró el mencionado con una sonrisa.

-Gracias, debes saber que te ganaste una gran recomendación con algunos colegas para que fotografíes a sus chicos, no todos son patinadores, pero son atletas- reveló guiñándole un ojo.

- ¡¡Muchísimas gracias!! -dijo en un chillido.

-No es nada, ahora ve a disfrutar de la pista de hielo. Ya vi que tu familia está aquí.

-Seguro, nos vemos después.

Cuando el pelinegro entró a la pista, le costó mucho trabajo mantener su equilibrio, además de que notó que Hipo únicamente se mantenía en la orilla al tratar de ocultar su prótesis, y que sus padres patinaban a unos metros con cuidado, pero al menos lo hacían mejor que él.

- ¡Hey! ¿Por qué no te mueves? -le preguntó a su hermano al lograr llegar a su lado.

- ¿En serio Tannlos? -soltó el castaño con obviedad.

-Oh vamos, además no es tan malo si... -intentó explicar, pero no pudo seguir al perder su centro de equilibrio- ¡¡Hipo!!, ayúdame!! -gritó patinando hacia el frente para evitar caerse, sin embargo, estaba consiguiendo el efecto contrario.

El castaño lo llamó mientras intentaba llegar a él, pero claramente por su falta de experiencia, no era sencillo. Así que cuando Toothless estuvo por tocar el suelo, cerró los ojos esperando el golpe, no obstante, este jamás llegó. A cambio, sintió unos brazos fuertes sostenerlo por detrás y que trataban de ayudarlo a enderezarse.

- ¿Te echo una mano Tooth? -preguntó la Hofferson con una sonrisa, quién lo había visto patinar sin control por media pista.

- ¿Astrid?

- ¿Quién más?, vamos, ayúdame. Endereza la espalda para que te pueda soltar, porque si no, no vamos a poder frenar.

Astrid no podía detenerse en seco, pues si lo hacía, el chico se caería de golpe, ya que no tenía la misma fuerza que ella en las piernas para resistir la ficción de los patines contra el hielo, por ello tenía que ayudarlo a bajar su velocidad. Con mucho esfuerzo, el chico pudo ponerse de pie antes de llegar al otro extremo, así que la rubia lo llevó sano y a salvo a la orilla, donde aguardaban el resto de los Haddock.

La patinadora no se detuvo para charlar con ellos, pero les hizo una seña con la mano de que volvería en un momento. Patinó con destreza por toda la pista y, cuando los Haddock la vieron de nuevo, venía acompañada de su familia. Ella ayudando a Gylda al ser la única de los Hofferson que no sabía patinar lo básico, mientras que Storm y Finn llegaron sin ayuda al tener mejor equilibrio.

- ¡Vaya! es un gusto verlos- saludó Gylda yendo a abrazar a Valka.

- ¡Igualmente! -aseguró la castaña correspondiéndole con alegría, pues en el tiempo que llevaban de conocerse, se habían hecho buenas amigas.

Los adultos al fácilmente entablar una conversación, Finn sugirió que fueran a comer a su hogar apenas terminaran de disfrutar de la pista de hielo, y como su invitación fue aceptada con gusto, se fueron a patinar sin dejar que los más jóvenes opinaran, pero no era como que estos estuvieran en contra de la idea, así que solo se concentraron en su propia charla.

-Gracias por haberme ayudado Astrid, hubiera sido una dolorosa caída- mencionó el pelinegro apenas tuvo oportunidad de hablar con la rubia.

-De nada Toothless- aseguró esta mostrándole una sonrisa, para luego acercarse discretamente a su prima y hablarle al oído- ayúdale a patinar a tu héroe.

- ¿Qué? -chilló Storm con un notable sonrojo.

-Vamos, queremos que ambos se la pasen bien, y yo no puedo ayudarlos al mismo tiempo. Además, así cuidas que no se lastime de nuevo el rostro.

-Ush, bien, tú ganas, te aprovechas de que me importa lo suficiente como para no llevarte la contra- susurró por último antes de dirigirse al Haddock menor- vámonos Tooth, te ayudo a patinar- dijo con ternura y ofreciéndole su mano, la cual el mencionado tomó enseguida a la vez que le sonreía como tonto.

-Storm sí que trae loco a mi hermano- le comentó Hipo en una risa a Astrid cuando los menores se alejaron.

-Ya lo creo- opinó risueña- ahora ven, te ayudo.

-No, gracias As, estoy bien aquí- dijo pegándose más a la orilla.

-Haddock sabes que eso no es cierto, ven conmigo, te prometo que evitaremos el centro para que nadie te mire- pidió extendiéndole su mano, pues sabía perfectamente que el problema para no disfrutar de la pista era su prótesis.

El corazón del chico retumbó con emoción al saber que Astrid se preocupaba por él, así que no pudo negarse por más tiempo a su petición, tomó su mano y patinó junto a ella.

-Vamos a ir más rápido, agárrate bien de mí- pidió poniéndose frente a él para impulsarse hacia atrás.

Ella prácticamente estaba ejerciendo toda la fuerza para desplazarse, esquivaba a las personas que estaban cerca y se aseguraba de que el castaño no se desequilibrara. Este al principio le aterró el tener que ir más rápido, pero con la rubia sonriéndole, todo le daba igual, inclusive su pierna, solo le importaba disfrutar de su compañía. Con Toothless y Storm la situación también estaba bien, ambos patinaban lentamente mientras se reían cada que sufrían de un pequeño resbalón. Sin embargo, de lo único que nunca notaron fue que, en el transcurso de su andar, terminaron entrelazando las manos como una pareja de enamorados.

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Para cuando salieron de la pista, disfrutaron de la comida en casa de los Hofferson y, a las ocho de la noche, los Haddock se despidieron. Así que una vez que las chicas estuvieron en la habitación de la mayor, se pusieron a platicar mientras se arreglaban las uñas.

-Oye Storm...

- ¿Qué pasa As?

- ¿Me acompañas mañana?

-Tú dices a...

-Sí- interrumpió mostrándole una sonrisa, sabiendo que es lo que diría.

-Claro que sí, sabes que cuentas conmigo para lo que sea. Y otra vez me disculpo por lo que pasó en urgencias; no estaba pensando.

-No te preocupes, recuerda que ese día en la noche hablaste conmigo hasta el amanecer después de que terminé de hablar con Hipo. No tienes porqué disculparte- insistió tomándola de las manos con cariño.

-Bueno... me consuela que no estuviste sola en ese momento, tu Hipo estuvo a tu lado- aseguró con una sonrisa burlona.

-No es mío- soltó sonrojada.

-Pero te gustaría.

- ¡Oh vamos, cállate! -pidió golpeándola en el hombro, pues Storm para ese momento ya estaba al tanto de que le gustaba Hipo.

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Al día siguiente, las chicas salieron temprano de casa, la rubia condujo por una ruta tranquila de la ciudad y, para cuando llegaron a su destino, bajaron del auto con flores en mano. Posteriormente, caminaron sin prisa hasta estar delante de una lápida en la que se podía leer un bonito mensaje.

Erick Hofferson

Bertha Hofferson

Los extrañaré por toda la eternidad, pero siempre atesoraré los años que tuve a su lado, así que solo espero que algún día pueda llegar a ser como ustedes. Con amor, su hija.

La rubia se inclinó hasta tocar el césped que acompañaba a la tumba de sus padres, para después mirarla con cariño y, en silencio, depositó las flores en el jarrón que estaba al lado. Storm también colocó el ramo que traía consigo antes de retroceder unos pasos, pues a pesar de que Astrid le pedía que fuera con ella al cementerio, le daba espacio para conversar a solas con sus tíos. A pesar de que la menor no los recordaba mucho, eso no evitaba que los extrañara, en especial en las épocas festivas, pues todo el clan Hofferson siempre tuvo por tradición reunirse para celebrar; así que entendía lo difícil que era para Astrid despertar a diario sabiendo que no los vería más.

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Es todo por ahora, nos vemos pronto ;)

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