Capítulo 10

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La rubia recién terminó de cambiarse de ropa para estar más cómoda, pues tras dejar la pista de hielo, había quedado agotada y con los músculos entumecidos. Mientras estaba cepillándose el cabello, recibió una llamada, en la que después de leer el nombre de Hipo en la pantalla, respondió con una sonrisa.

-Hola Hipo, ¿qué tal? -saludó amenamente yendo a sentarse en el sillón pegado a su ventanal y recorriendo su cortina para poder verlo.

- ¡Hola Astrid!, ¿Estás ocupada? -preguntó con una sonrisa nerviosa.

-No, tranquilo. No hago nada en particular- aseguró guiñándole un ojo- ¿qué pasa?, ¿tu padre no aceptó que entraras al concurso? -añadió con tristeza al ver que se había quedado callado.

-Dijo que lo pensaría, pero no le doy muchas esperanzas a que esté de acuerdo.

-Lamento escucharlo, pero aún vas a entrar, ¿verdad?

-No, creo que me rendiré.

- ¿¡Qué tú qué?! -gritó horrorizada levantándose bruscamente del sillón, lo que provocó que se cayera de espaldas- ¡maldición!

- ¡Astrid!, ¿¡Estás bien!?

-Apenas...- habló una vez que se reincorporó y que tomara asiento de nuevo- ¿estás hablando en serio?

-No, lo siento, te lo estaba diciendo de broma- aseguró ruborizado, pero intentando retener la risa que comenzaba a crecer en su interior por las expresiones de la rubia.

- ¡Me las vas a pagar Haddock, eso te lo aseguro! -exclamó entrecerrando los ojos.

-Está bien, está bien, me lo merezco- dijo alzando las manos a modo de rendición antes de que ambos estallaran en risa.

Una vez que recobraron la compostura, siguieron hablando por un rato más hasta que, el sueño comenzó a hacerse presente. Así que antes de quedarse profundamente dormidos, se despidieron, no sin antes prometer que retomarían su conversación apenas llegaran a la Universidad.

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Miércoles, mitad de semana y Astrid ya se sentía agotada. Especialmente porque el día anterior tuvo que quedarse despierta hasta tarde por avanzar una tarea que debía entregar el viernes; así que al menos esperaba obtener buena nota por el empeño que le estaba dedicando.

- ¡Wow!, te ves terrible, ¿no dormiste ayer? -le preguntó Hipo cuando llegó al salón de Literatura.

-Creo que me veo como me siento- respondió somnolienta sentándose a su lado.

-Ten, necesitarás esto- indicó con amabilidad ofreciéndole un vaso de café. 

-Oh, gracias Hipo- sinceró abriendo los ojos con sorpresa para luego tomar un sorbo de la bebida- mmm... perfecto.

-No es nada, así me aseguro que aguantarás estar despierta todo el día.

La rubia sonrió de lado al escucharlo, pues claro que había notado cuán atento había sido desde el primer día que se conocieron; era inevitable no sentirse enternecida por sus acciones. Y quizá esa fue la razón principal por la cual se le quedó mirando a los ojos más tiempo del usual.

-Oye Astrid, ¿cómo va Storm con tu vestuario?

-Va bien, está muy emocionada- respondió con torpeza, pues a pesar de que Hipo no había reparado en que se había perdido en sus pensamientos, se ruborizó tenuemente- a propósito, ¿cómo fue que te inspiraste para crear tus bocetos, y con eso, ayudar a Storm?

-La pieza que escogiste es increíble, tiene un gran ritmo, además de que a mi parecer, el compositor supo transmitir muy bien lo que quería en tan solo un par de minutos. Y cuando te vi patinar, me di cuenta de que juntas hacían una armonía perfecta- explicó con honestidad, a lo que la Hofferson le agradeció con una bonita sonrisa- Astrid, tengo curiosidad... ¿por qué esa canción?

-Bailé The Dream cuando tenía 10 años aproximadamente. Fergus la había elegido al azar por su sencillez, pero a mí me encantó, aunque la razón principal por la cual volveré a bailarla es por los recuerdos que me trae al ser la última presentación a la que mis padres asistieron antes de... bueno, ya sabes- dijo con cierta extrañeza, pues era la primera vez que decía el hecho en voz alta.

-Astrid, a pesar de que no tuve el placer de conocerlos, sé que estarían muy felices por ti. Debió ser muy duro escuchar la melodía durante un tiempo, pero siento que se convirtió en su homenaje; así que esta es una gran oportunidad para honrarlos.

-Siempre sabes qué decir, gracias- soltó rodeándolo en un abrazo y besándole en la mejilla.

-No hay de qué; cuentas conmigo para lo que necesites.

Dicho eso, ninguno dijo otra cosa, solo hubo un intercambio de miradas que les hizo creer que el tiempo se había detenido. Ya que se había creado un silencio cómodo, donde solo les importó ver más allá de la profundidad del color celeste y esmeralda; o al menos así fue hasta que la profesora Vinter entró al salón de clases, pues provocó que ambos desviaran la mirada sonrojados al notar que se habían acercado demasiado entre sí.

Y horas más tarde, cuando ambos se encontraban caminando por el pasillo que conducía a la salida de la Universidad, el castaño de repente se frenó en seco.

- ¿Qué ocurre Hipo?

-Olvidé que tengo que pasar a la biblioteca antes de las 3 pm a devolver unos libros. ¡Maldición!, lo siento Astrid, tengo que...

-Tranquilo, anda, corre- le interrumpió suavemente- te mando mensaje cuando llegue a casa, ¿te parece?

-Está bien, ve con cuidado- acordó agachándose para ser ahora él quién tomara la iniciativa de despedirse.

-También tú, ahora vete- despidió levantándose de puntitas para que la pudiera besar en la mejilla sin problemas.

Haddock le asintió antes de dar media vuelta para correr con dirección a la biblioteca, pues ya faltaba poco menos de 20 minutos para que la cerraran. La chica por su parte, caminó al estacionamiento estando ligeramente sonrojada, ya que hasta ese momento había captado que Hipo le había dado un beso de despedida, siendo que normalmente era al revés. Sin embargo, sacudió la cabeza para alejar ese pequeño detalle de su mente mientras subía a su auto, ya que cuando iba a disponerse a ir por Storm, se percató de que esta le había enviado un mensaje.

-Astrid, llamé a mamá y papá para que me acompañaran a recoger algunas cosas. Ve a casa, allá te vemos.

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Una vez que estacionó el auto, le mandó un mensaje a Hipo diciéndole que ya había llegado para no preocuparlo. E inmediatamente, tuvo la intención de entrar a su hogar, no obstante, cuando estaba por abrir la puerta, se escuchó un fuerte estruendo en la casa vecina; así que rápidamente se dirigió hasta allí.

A través de la ventana, pudo ver a Valka; la madre de Hipo, quién estaba en el suelo junto a pedazos de lo que alguna vez fue un jarrón, pero la escena que más alarmó a Astrid fue ver el cómo su brazo se cubría de sangre con el pasar de los segundos; así que golpeó el vidrio para hacerle saber de su presencia. La mujer al dirigir la mirada a la fuente de ruido, visualizó que la rubia le estaba señalando la puerta para saber si podía entrar, a lo que la castaña le dio un gesto aprobatorio.

- ¡Por todos los dioses!, ¿Está bien señora Haddock? -exclamó la Hofferson agachándose a su lado para ayudarla.

-No lo sé, estaba limpiando, me resbalé y me intenté aferrar del jarrón...- pretendió relatar Valka los hechos, pero la realidad era que había entrado en shock por ver tanta sangre.

-Tranquila, yo la ayudaré; no me voy a ir de aquí, ¿de acuerdo? -le prometió mientras la llevaba a la sala para sentarla en el sofá- ¿tiene algún botiquín de primeros auxilios?

-En la cocina.

La chica inmediatamente fue a tomarlo de la esquina del lugar que mencionó, para luego correr de regreso y tomar de la mano a la castaña, tratando de tranquilizarla y hacerla salir del impacto inicial del accidente.

-Voy a limpiar esto para saber si los cortes son profundos, ¿bien? -cuestionó, a lo que la mujer únicamente pudo responderle con un leve asentimiento.

Gracias a la carrera que estaba estudiando Astrid, le era fácil ser cuidadosa con Valka para no alterarla o lastimarla, además que, debido a que su madre fue enfermera, le había enseñado algunos trucos básicos sobre su rama; de ahí la razón de que tuviera seguridad en lo que estaba haciendo. Tanto que, cuando terminó de vendarle el brazo y de asegurarse que no eran graves sus heridas, habló con confianza.

-Los cortes no son profundos señora Haddock, no hay de qué preocuparse. Aunque no está por demás ir al médico si así gusta.

-De verdad muchas gracias querida, no sé qué hubiera hecho sin ti, porque tanto mis hijos como mi esposo no llegarán hasta dentro de un rato- agradeció esta dándole un apretón de manos.

-No es nada señora, suerte que estaba por aquí- negó sonriente.

-Oh, no me llames señora, dime Valka.

-De acuerdo Valka, es un placer, soy Astrid Hofferson.

- ¡Oh! así que tú eres Astrid; que bonito nombre tienes. Es lo que pensé cuando Hipo me habló de ti- contó con simpatía.

-Ah, muchas gracias- respondió nerviosa al enterarse que el castaño ya le había contado acerca de ella.

Pero, Valka no fue consciente de ello, pues al dirigir la mirada al suelo, cayó en cuenta de que los trozos del jarrón y la sangre seguían allí. Estaba por levantarse para limpiar el desastre, no obstante, la rubia la detuvo sutilmente.

-No se preocupe, yo le ayudo a recoger esto.

- ¡Oh no querida! no podría pedírtelo- exclamó avergonzada.

-No es molestia, de verdad; además, debe cuidar su brazo.

-Bien, pero te ayudo a traer unas bolsas.

Astrid se deshizo de la sangre, y cuando Valka le pasó una bolsa de plástico, metió los pedazos del jarrón. Y posteriormente, le preparó a la mujer un té para ayudarla a calmar sus nervios.

-Muchas gracias por todas tus atenciones Astrid. Oye, ¿crees que podría pedirte un favor? -preguntó con timidez.

-Claro, ¿qué necesita?

-No quiero preocupar de más a mi familia. Claro que les diré que pasó, pero si preguntan cosas de más, ¿podrías decirles que no reaccioné mal?, es que mi esposo y mis hijos se preocupan demasiado por mí, siendo que soy más fuerte de lo que creen.

-Seguro, entiendo perfectamente la situación. Sé que a veces la familia quiere protegernos de más, inclusive cuando uno mismo no ve el peligro, además, con lo que he llegado a conocer a sus hijos, se nota que son bastante sobreprotectores.

-Gracias por entenderme- comentó respirando con tranquilidad- ¿verdad que sí exageran en algunas cosas?

- ¡Oh sí! tenga por seguro que estoy de acuerdo con usted- aseguró risueña.

Pero antes de que alguna pudiera decir algo más, fuera de la casa, se escuchó como un auto se estacionaba frente a la puerta, así que Valka le dirigió una última mirada preocupada a Astrid, quién le guiñó un ojo para que estuviera tranquila.

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Me voy dando cuenta que los primeros capítulos son realmente cortos, con razón actualizaba tan seguido xd... que tiempos jajaja.

Nos vemos pronto ;) 

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