38. Olivia - Epílogo
Todo lo bueno se acaba, o eso dicen... y como no podía ser de otra manera, mis días en Los Hampton junto a Cameron se terminaron. Hoy debemos regresar a casa y yo he de ponerme urgentemente al día con algunos asuntos del trabajo.
Reviso el correo desde mi teléfono móvil, sentada en la cama de la habitación de Cameron, mientras que él termina de doblar ropa y hacer su maleta. Es horrible ver que tengo más de cien mensajes sin leer y no son mensajes de estos automáticos o con ofertas publicitarias, no. Son correos importantes de clientes, de mi equipo de trabajo, del departamento de contrataciones, de facturación y por supuesto de mi padre. En uno de los correos me pide que pase por su casa a recoger unos documentos importantes para entregar mañana en la agencia de publicidad y se excusa por su ausencia unos cuantos días más.
Frunzo los labios, lamentando tener que regresar a la maldita realidad de mi vida.
—¿Por qué pones esa cara? —oigo la voz de Cameron interrumpiendo mis pensamientos.
Levanto la vista y cruzo mirada con él, que sigue doblando ropa sin muchas ganas, ayudándose de la barbilla. Suspiro dejando el teléfono a un lado.
—No es nada... —Me encojo de hombros—. Simplemnete me lo he pasado demasiado bien aquí... contigo.
Cameron lanza una camiseta doblada dentro de la maleta, que permanece abierta en el suelo, mientras una preciosa sonrisa se abre paso en su rostro.
—¿Y por qué lo dices como si esto fuese un final? —pregunta sentándose a mi lado sobre la cama y hundiendo el coclchón con su propio peso.
—Bueno, es que es el final de nuestro tiempo aquí, supongo.
Sonrío algo nerviosa y Cameron coloca su mano sobre la mía.
—Pero nuestro tiempo juntos acaba de empezar —comenta entusiasmado.
Mis mejillas se encieden con un intenso color rojo.
—Sí, ya, pero me refiero a que no será igual —replico.
—Tienes razón, no será igual... —comenta amplificando su sonrisa—, será mucho mejor.
Cameron se inclina sobre mi cabeza y me da un beso sin rastro de lujuria. Un beso sano y natural. Despues me rodea con sus brazos y me aprieta contra su pecho.
—Me encanta tu optimismo —digo sintiéndome muy bien en su abrazo.
—Me gusta serlo.
Con la mejilla pegada a su pecho, me relajo mientras él me traza círculos en la espalda. Tengo la mirada perdida en la pared y noto el latido de su corazón bajo mi oreja. Me hace sentir bien y consigue hacerme creer que de verdad vamos a empezar algo bueno fuera de esta casa. Algo bueno y auténtico en nuestras vidas reales. Esas donde yo soy directora del departamento de modas en la agencia de publicidad de mi padre y él es un bailarín erótico.
—Tenemos que ponernos en marcha —anuncia poniéndose en pie para cerrar su maleta.
Salgo de la habitación y bajo mi equipaje al coche junto a Grace, que no para de hablar de Cody y de lo bien que se lo pasaron anoche, hasta que mi teléfono vibra en mi mano. Tomo asiento en el coche y compruebo la pantalla iluminada. En efecto, tengo una notificación de facebook.
Abro la aplicación y entro en la bandeja de mensajes.
Gary: He visto lo que haces...
¿Qué?
Me quedo congelada en el asiento del vehículo, mientras Grace me dice algo que no escucho y se aleja de nuevo hasta la casa. Yo solo puedo mirar la pantalla de mi teléfono con los ojos como platos. Un intenso escalofrío me recorre la columna vertebral y se me eriza todo el vello.
Este tipo otra vez...
¿Por qué me escribe ahora?
Olivia: ¿A qué te refieres?
Gary: Lo que hiciste anoche, en el coche.
Un jadeo de terror escapa de mi boca de forma incontrolada y un miedo helado me envuelve el corazón. Automáticamente levanto la vista del móvil para mirar alrededor del coche. Hago un barrido por toda la calle y miro las majestuosas casas que se alzan al otro lado de la acera. No sé por qué, pero me siento observada.
Olivia: ¿Quién eres? —Tecleo con el pulso errático.
Gary: Muy pronto lo desubrirás.
Me quedo sin aliento por la conmoción y el tipo de desconecta antes de poder seguir con la conversación. Aturdida, vuelvo a comprobar el exterior del coche, esperando encontrarme a algún loco escondido detrás de un matorral, pero no veo a nadie. Estoy sola.
—¿A quién buscas?
Doy un respingo y suelto un grito al oir la voz de Grace a mi lado. Ella también se asusta y chilla.
—¡Joder, Grace! —grito molesta—. ¡Qué susto me has dado!
—Tú también me has asustado, guapa —se queja—. ¿Qué hacías? Estás palida.
Escondo el teléfono en mi bolso y niego con la cabeza.
—Nada. Leyendo correos de trabajo.
Me quedo en silencio, mirando por la ventana del coche como Cody, Cameron y Alan llegan hasta nosotros.
No sé quién es ese tal Gary, pero una cosa está clara. Anoche me vio con Cameron en el aparcamiento del concierto, y eso me inquieta.
Cody conduce hasta el apartamento de Grace y después vamos hasta el apartamento de los chicos, donde se bajan Alan y Cody. Me despido de ellos y Cameron vuelve a subirse al coche, sentándose en el asiento del conductor para llevarme a casa.
—Tengo que pasar un momento por la casa de mi padre —le informo volviendo a revisar mi teléfono.
Todavía estoy intranquila por culpa de ese tal Gary. Igual debería contárselo a Cameron.
Él asiente y gira el volante para atajar el camino, luego me mira mientras endereza de nuevo el coche.
—¿Pasa algo?
Parece que percibe mi preocupación.
—No, es solo que tengo que recoger algunos documentos de trabajo que tiene mi padre en su despacho. Me ha mandado un correo esta mañana para decirme que están allí y que debo llevarlos mañana por la mañana a la oficina —le aseguro.
En cuestión de quince minutos estamos frente a la enorme casa en la que un día conviví con mi padre. Una casa que cada vez me va pareciendo más y más siniestra.
—¿Te acompaño? —pregunta Cameron, apagando el motor del vehículo.
—No. Solo será un momento —le informo bajándome del coche—. Enseguida vuelvo.
Me alejo y recorro el pequeño tramo de acera vallada hasta alcanzar la verja del jardín. Observo el aura extraña que envuelve a la casa. Mi padre no está aquí y Lia tampoco, pero tengo como un presentimiento raro. Algo no me da buena espina y no pienso quedarme mucho más tiempo aquí. Cuanto antes entre y recoja los papeles, antes podré largarme a mi casa.
Abro la verja y cruzo el jardín lo más rápido que puedo. Sólo tengo que recoger los documentos del despacho y volver a salir. Cuando abro la puerta principal, mi teléfono empieza a sonar.
Es Cameron...
Sonrío como una tonta mientras descuelgo.
Olivia: —¿Ya me estás echando de menos?
Cameron: —Mucho.
Oigo como reprime una sonrisa al otro lado de la línea. Cierro la puerta y enciendo la luz del recibidor. Dejo mi bolso junto a la entrada y me acerco hasta la escalera principal, pues el despacho de mi padre está situado justo debajo.
Olivia: —No exageres. En dos segundos me tienes ahí.
Cameron: —Que sea mejor un segundo, por favor. No sé si podré soportar dos segundos de tu ausencia.
Una sonrisa torpe se apodera de mis labios. Rodeo la escalera con el teléfono todavía pegado a la oreja cuando escucho un golpe seco proveniente del piso de arriba.
La sangre se me hiela, me quedo sin aliento y salto del susto en mi lugar.
Cameron: —¿Rubia?
Olivia: —Un momento —susurro.
Cameron: —¿Qué sucede?
No le contesto. Empiezo a subir la escaleras lentamente y oigo otro ruido, como si alguien estubiese buscando algo entre cajones.
De pronto, me siento aterrorizada, pero no puedo dejar de avanzar. Sigo subiendo hasta estar en el piso de arriba, pese a que el miedo se apodera de mis entrañas, porque claramente hay alguien o algo en casa. No estoy sola y ese pensamiento me pone a temblar.
Camino por el pasillo, pegada a la pared y avanzo por la alfombra persa que decora el pasillo hasta la puerta de mi habitación que permanece abierta. Hay una tenue luz en su interior. El miedo que siento es paralizante, pero aún así empujo un poco más la puerta hasta dejarla completamente abierta.
Mi corazón late con tanta fuerza que siento como golpea bruscamente mis costillas, hasta cortarme la respiración.
Miedo...
Terror...
Pavor...
Pánico...
Y aun asi, me asomo.
El teléfono móvil se me resbala de la mano y cabe al suelo, provocando un pequeño ruido.
Toda mi atención se centra en la figura que se alza frente a mí, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca. Tiene las manos apoyadas en uno de los estantes de mi estantería y en el suelo hay un marco de fotos roto, justo frente a sus pies. Recuerdo esa fotografía. Es una foto de mi viaje a Paris con él...
Mi corazón se dispara, mis manos tiemblan de forma desmesurada y mi garganta se cierra. Casi no puedo ni respirar.
—Tyler... —digo, con un hilo de voz.
No puede ser... No puede estar aquí... No puede ser él...
Debo estar soñando.
En el momento en el que su rostro se levanta al escuchar mi voz, su ojos verdes barren la extensión de mi cara con asombro. Su mirada se posa en la mía e inevitablemente siento como mis ojos pican y se llenan de lágrimas. No puede ser...
No estoy alucinando. Tyler está en mi antigua habitación y es totalmente real.
—Hola. —El destello tembloroso en su voz me confunde.
Nos quedamos en silencio unos instantes; como incrédulos ante la situación de volver a vernos. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que estvimos aquí... aquí donde nos vimos también por última vez.
Tyler sigue estando igual, pero sus facciones ahora son más masculinas, más cuadradas y menos redondeadas. Tiene más aspecto de hombre y menos de chico joven. Su pelo está un poco más largo, su cara afeitada y por supuesto, sigue conservando su increíble atractivo.
Arrugo la frente.
—¿Qué... qué haces aquí? ¿Cómo...? —me las arreglo para decir.
Durante unos instantes luce aturdido y después se acerca a mí. Me encojo casi por instinto, porque me duele verlo aqui, de cuerpo presente y con tanta nitidez, cuando lloré tantísimo por su ausencia en un pasado no muy lejano.
—Yo... yo jamás debí marcharme, Oli —dice.
Sus palabra me golpean con fuerza y me producen un profundo sentimiento de indignación, porque llegan demasiado tarde.
¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que tiene que decir?
Me abrazo a mi misma mientras las lágrimas queman en mi garganta.
—¿Has venido hasta aquí solo para decirme algo tan evidente como eso? —escupo. La rabia se filtra en mi tono de voz y él me observa abatido, pero no me ablando por ello.
Mis puños se aprientan a mis costados, porque siento que tengo ganas de abofetearle, de gritarle, de vaciar toda mi rabia y frustración en él. Por todo lo que sufrí, lloré y padecí por su maldita culpa. Porque no me creyó y no quiso quedarse a luchar por lo nuestro. Necesito que sepa de mi malestar.
—Vale, tienes derecho a estar enfadada, pero escúchame....
—No, Tyler —lo corto bruscamente—. Estoy mucho más que eso, créeme. Me diste la espalda y me dejaste aquí sola. —Se me cortan las palabras, porque si trato de seguir hablando, voy a terminar gritándole.
—Ya te dije que no debí hacerlo.
Me mira arrepentido, pero no es suficiente. Nada es suficiente ya.
—Pero lo hiciste. —No pretendo que suena a reproche, pero lo hace.
Se acerca otro paso más y estira su mano para tocar mi mejilla. Su mano tiembla, al igual que su cuerpo.
—Sí, lo hice, pero no sabía lo que sé ahora. Mi madre me ha...
—No, espera. —Mi voz vibra ligeramente y retiro mi rostro antes de que llegue a alcanzarlo con sus dedos—. No te acerques más, por favor. No... no sé si estoy preparada para esto, sinceramente. Ni siquiera... ni siquiera me puedo creer que estés aquí. No puedo asimilarlo... no, no puedo.
El dolor atraviesa su mirada, pero el que siento ahora mismo en mi pecho es horroroso. Ni siquiera he tenido tiempo de pensar en esto. No esperaba encontrármelo aquí, en mi antigua casa, en mi antigua habitación. No esperaba que esto fuese a suceder ahora y mucho menos esperaba que llegase con una simple disculpa bajo el brazo.
—Estoy aquí.
Le miro, pero las lágrimas apenas me dejan ver. Una parte de mí, desea escucharle y darle un abrazo; quiere cerrar los ojos y olvidar todo el sufrimiento que he cargado sobre mis hombros durante su ausencia, pero otra parte de mí, desea mandarlo al cuerno y gritarle que no se merece ni mi atención, que no se merece ni siquiera compartir el mismo aire que yo respiro.
—Ya, pero desapareciste por mucho tiempo, Tyler —suelto con dureza.
—Lo sé y lo siento. Quiero habalar contigo de eso.
—Han pasado cinco años. Cinco malditos años —musito rota de dolor.
—Lo sé. No llores, por favor.
Extiende su mano y la desliza por mi brazo hasta que nuestros dedos quedan entrelazados. El mero tacto de su piel contra la mía hace que me sienta al borde de un precipicio. Las lágrimas jamás me habían quemado tanto, pero abrasan mis mejillas.
¿Por qué duele tanto? ¿Por qué me duele tanto todavía?
Tyler levanta su otra mano y sus dedos pulgares trazan caricias suaves y lentas en la piel de mis mejillas, y tengo que reprimir el impulso de cerrar los ojos para disfrutar el gesto de cariño.
Cuánto lo he echado de menos... ni mi cuerpo ni mi memoria lo han olvidado y eso me molesta. He soñado tantas, pero tantas veces con este momento, que creo que voy a desfallecer aquí mismo. Mi corazón se estruja con tanta fuerza en mi interior que me mareo.
Me encantaría borrar nuestro pasado, decirle que todo está bien, que nada importa, que ya todo pasó, pero... eso no es así. Sí importa, sí importa lo que pasó, sí importa el dolor que sentí y sí importa las decisiones que tomó.
Sin darme cuenta, rodea mi nuca con su mano y tira de mí hacia su boca.
—¿Qué haces? —digo, y me aparto asustada, dando un paso hacia atrás.
¿Iba a...?
La lágrimas casi no me dejan hablar y Tyler hace una mueca de decepción.
—Perdona, yo.... —susurra mirándome angustiado—. Es que al verte después de tanto tiempo yo... —Deja caer sus hombros hacia adelante, con fatiga—. Discúlpame. No quería molestarte.
Tyler se aparta abatido, se da la vuelta hasta darme la espalda y sin yo esperarlo, golpea con el puño cerrado la puerta que cruje como si estuviese hecha de madera de balsa. Todo su cuerpo tiembla fuerte. Suelto un respingo por lo inesperado de la acción. Camina a un lado de la habitación y aprieta con fuerza sus puños mientras respira profundamente.
—A la mierda, joder, no pienso pedir perdón por esto —exclama acortando de golpe la distancia que nos separa.
Lo siguiente que siento es como la boca de Tyler se estrella sobre la mía, con un deseo crudo y palpable. Instintivamente cierro los ojos. Su lengua se cuela en mi boca de un golpe directo y profundo. Cuando entra en contacto con la mía, siento que por todas partes estallan fuegos artificiales. Nuestro contacto es deseo, fuego, anhelo en estado puro. Es increíble como mi boca recuerda a la suya y todo encaja s las mil maravillas. Todo sucede tan rápido que no soy capaz ni de pensar en lo que está sucediendo, pero sucede.
Su familiar e increíble sabor a menta me invade y estalla en mi boca con cada roce de su lengua sobe la mía, haciéndome perder el control y el sentido.
¡Dios! Esto no está bien, definitivamente no está bien, pero no puedo dejar de corresponderle el beso. Lo necesito... necesito más. Un calor familiar me traspasa al sentir mi instinto despertar con su proximidad. Su cuerpo me abrasa cuando lo pega al mío.
¡Dios mío! ¿Cómo había podido olvidar esto?
Siento sus manos rodeando mi cintura y me quedo sin aliento. Me abruma tanto todo esto, que me quedo un tanto paralizada, como en estado de shock.
Sus labios se mueven sobre los míos y su nariz acaricia mi mejilla con suavidad. Puedo sentir su respiración entrecortara y entonces lo oigo susurrar de forma ronca entre besos:
—Te amo, Oli.
Sus palabras mandan una sacudida directa a mi corazón, que se salta un latido. Mi alma me abandona, mi cuerpo se estremece, mi pecho se agita, mi garganta se cierra, mis piernas me flaquean y yo... yo me siento levitar.
—¿Qué cojones significa esto? —Nos interrumpe una voz a mis espaldas.
Salgo del trance y me separo bruscamente de Tyler, rompiendo el beso todavía entre jadeos.
—Cameron... —mi voz sale en un susurro tembloroso.
Él me observa muy serio desde el umbral de la puerta durante unos segundos. Poco a poco, su gesto se se va transformado hasta convertirse en una expresión de puro dolor que me avergüenza y me mata.
¡MIERDA!
¿Cómo es posible que haya permitido esto? ¿Cómo he podido ser tan estúpida?
¡Oh, Dios mío! Estoy metida en un gran problema.
UN GRANDÍSIMO PROBLEMA.
Continuará...
WELLCOME TO TROYA 🔥🔥🔥⭐️⭐️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top