37. Cameron - Te quiero

Se oyen gritos y se ven luces que parpadean en medio del atardecer, haciéndome parpadear. Miro hacia arriba y compruebo que el cielo está completamente rojizo, adquiriendo unas suaves tonalidades anaranjadas en el horizonte. Deben de ser ya las siete de la tarde y aquí hace un calor casi asfixiante. Un poco de sudor cae por mi cuello y me abanico con la mano. Demasiada gente aplaudiendo, saltando y chillando frente a un escenario al aire libre. El nivel del ruido se dispara cuando aparecen cinco tíos en el escenario. Uno se coloca detrás de la batería, otro coge el bajo, otros dos salen ya con la guitarra colgada del hombro y el último se coloca frente al micrófono para saludar a la marea de gente con un brazo en alto. Todo el mundo se vuelve loco en ese instante y Cody emite un silbido agudo.

Una mano inesperada rodea la mía y me lleva unos instantes comprender que es Olivia quien me sujeta y aprieta su palma contra la mía. La miro. Como no podía ser de otra manera, luce realmente preciosa. Lleva un vestido verde y sus torneadas piernas se adhieren al tejido como una segunda piel. Siento la boca como un estropajo, algo hormiguea en mi entrepierna y saco la lengua como un acto reflejo para relamerme los labios. No puede gustarme más.

¿Cómo es posible que sea tan insegura? Si es toda una Diosa... Para mí, ninguna otra chica se compara a ella. Las hay más delgadas, más altas, más bronceadas, más morenas, más jóvenes... pero repito, ninguna es comparable a ella. Me gusta desde la punta del cabello hasta la punta de los pies y, además, me encanta cómo es. Adoro su sonrisa, sus enfados, sus besos, su voz... todo.

Olivia me mira, me sonríe arrugando su pequeña nariz y yo me derrito como un idiota. Tiro de su mano y la atraigo contra mi pecho. Su increíblemente suave y delicado perfume penetra en mis fosas nasales y aspiro en profundidad para impregnarme de él. Adoro este olor tan sutil a vainilla y coco.

Lo que dura el concierto, nos lo pasamos genial los cuatro. Saltamos, nos abrazamos, aplaudimos, gritamos y cantamos inventándonos literalmente la letra de las canciones, porque no conocemos ninguna canción. El mundo en este instante parece un lugar feliz y alegre, y desearía enormemente poder detener el tiempo para quedarme aquí atrapado, con ella. Para siempre. Por siempre.

Cuando estamos secos de tanto gritar, Cody trae bebidas. Birras para todos y un vodka azul para Olivia.

—¡Qué chica más dura! —bromeo, señalando su vaso con el líquido azulado cubierto de cubitos de hielo y decorado con una rodaja de limón.

Ella suelta una carcajada y le da un trago a su bebida servida en vaso transparente.

—No me gusta la cerveza y, además, el vodka azul tiene un extraño poder sobre mí.

—¡Oh! ¿Es como una poción mágica? —pregunto divertido.

Olivia asiente una vez y a continuación, la rodeo con mi brazo antes de darle un trago a mi cerveza bien fría.

En el descanso del concierto, los músicos se retiran a sus caravanas para descansar, la gente se dispersa y Cody se va con Grace a por más cervezas en la caseta que hay junto al acceso principal al recinto. Aprovecho el momento que estamos solos Olivia y yo para besarla. Sentir sus labios sobre los míos es una locura que me lleva al límite y no puedo dejar de hacerlo. Sabe tan jodidamente bien... como a fresas, fruta fresca, azúcar, dulce... y, maldita sea, me encanta.

Tampoco soy capaz de olvidar su atrevimiento de esta tarde y sólo de recordarlo me vuelvo a poner duro como una piedra. ¡Joder! ¡A la mierda! No puedo esperar más. ¿A quién demonios le importa este grupo de rock cuando tienes a la chica de tus sueños a tu lado?

—Ven, vámonos —le digo, guiándola de la mano hacia la salida del recinto.

Juntos sorteamos a la multitud y Olivia me sigue sin poner objeción alguna. Salimos al descampado donde están todos los coches aparcados, hasta que llegamos al nuestro que, por cierto, está bastante alejado del concierto y del gentío. Casi no hay nadie por aquí y prácticamente ha oscurecido por completo.

—¿A dónde vamos? —pregunta Olivia con gran expectación mientras mira todo a nuestro alrededor.

—A cualquier sitio donde podamos estar solos —respondo con urgencia, guiñándole un ojo y accionando la llave que abre las puertas del coche.

Las luces del vehículo se encienden y los dos nos subimos en él. De inmediato, bajo las ventanillas y una suave brisa veraniega se cuela en el interior del coche, meciendo el pelo de Olivia como si fuese una modelo de champú.

Trago saliva, nervioso. Estoy batallando entre besarla o arrancar el maldito coche de una vez y llevarla a mi casa ya mismo, para poder así retomar lo de esta tarde. No soy capaz de quitármelo de la cabeza y todavía tengo ganas de estrangular al puto Alan de los cojones. La simple idea de volver a tener su mano en mis pantalones hace que mi polla brinque de emoción.

Meto la llave en el contacto y justo cuando voy a arrancar el coche, como si hubiese podido leer mis pensamientos, la mano de Olivia se cuela en mi entrepierna, rozándome por encima del pantalón. El gesto me pilla tan desprevenido que la llave del coche sale del contacto, se me cae de las manos y me golpeo con el volante de forma torpe al tratar de evitar que lleguen al suelo.

—¿Qué.. qué haces? —balbuceo como si hubiese perdido la capacidad de hablar, mientras agacho la mirada al punto donde ella me acaricia.

Se encoje de hombros y se acerca a mí en una actitud muy mimosa, como una gatita que busca la atención de su dueño. Con la otra mano acaricia mi mejilla y me hace cosillas en el pelo que cae por encima de mi oreja. Sus ojos brillan en la oscuridad como dos faros en el mar.

¿Estará borracha? No lo parece, pero esto no es propio de ella.

—¿Para qué vamos a irnos a casa si aquí estamos bien? —sugiere sensualmente.

¿QUÉ? ¿Está hablando en serio?
Me quedo helado y hasta tengo la impresión de que he dejado de respirar, porque de inmediato me queman los pulmones.

Sus dedos bailan con delicadeza sobre la tela vaquera de mi pantalón, rozando la costura superficialmente. Por supuesto, mi amiguito de ahí abajo está encantado con su propuesta y se prepara para la batalla sin que yo le haya dado todavía una orden concreta. Instintivamente coloco una mano sobre la de Olivia para frenar sus movimientos.

—Rubia, no sé si eres consciente, pero seguimos en el parking del concierto —asevero.

Oímos unas risas a lo lejos y unas chicas pasan corriendo entre los coches, huyendo de un chico que las persigue medio borracho, gritando que ama a una tal Rosalinda.

—¿Y qué? —susurra ella antes de inclinarse un poco más y atacar mi cuello con su boca—. Eso lo hace más excitante, ¿no crees?

Me veo obligado a echarme un poco hacia atrás.

—¿Qué demonios llevaba tu vodka azul? —pregunto sorprendido.

Ella ahoga una risa sexy.

—Ya te dije que esa bebida hacía maravillas en mí. Ahora dime, ¿qué quieres que te haga?

¿¿¿QUÉ??? ¡AY, DIOS! ¿Por qué esas palabras me impulsan a la escala máxima de excitación posible? No, no, no. No es que me hayan impulsado, es que la he sobrepasado con creces. Acabo de reventar el medidor de excitación mundial, si es que eso existe.

Ahora mismo estoy imaginándome todas las cosas que quiero hacerle y...

¡Ah, joder!
Ni hablar. Esto no está bien. Me asustan mis propios pensamientos. Tengo miedo de que Olivia pueda verlos por un segundo y huya despavorida de mí, pero es que cuando se trata de ella, me pongo muy mal. ¡Qué mente más sucia tengo!

Ella, ajena a esos pensamientos lascivos, reanuda el movimiento suave de su mano y un calor sofocante trepa por mi pecho, descendiendo hasta el punto exacto donde ella toca.

—Olivia... —Y más que a una advertencia, mi voz suena como un jadeo.

¿Por qué me traicionas así maldito cuerpo? ¿Por qué? ¿No ves que estoy tratando de detenerla?

"¡Me importa una mierda!", grita mi polla con gafas de sol y un porro ficticio mientras suena Thug Life.

—Vamos... no hay nadie por aquí —susurra de forma tremendamente sexy.

—Hay coches y la gente, por lo general, tarde o temprano vuelve a por sus coches, ¿sabes?

Sé que estoy siendo un aguafiestas, pero no quiero problemas en nuestra última noche aquí.

—Pues entonces no perdamos más el tiempo.

Apoyo mi frente contra la suya al tiempo que mis manos recorren sus brazos. Tiene la piel de gallina.

Dios, estoy tan caliente... No me puedo creer que de verdad esté negándome a tener sexo con ella aquí, pero no es el lugar adecuado.

—Preciosa, no quiero que alguien vuelva a interrumpirnos. —Trato de sonar convincente.

—Nadie va a interrumpirnos —asegura ella, justo antes de presionar sus labios contra los míos.

Desciendo con mi mano derecha por su brazo y rozo la superficie de sus muslos, antes de colarla por debajo de su vestido verde. Olivia separa un poco las piernas para facilitarme el acceso.

¡JODER! Ahora mismo me siento como si Dios hubiese escuchado todas mis plegarias.
Voy a tener que rezarle más al vodka azul ese, porque va a ser cierto que obra milagros.

Alcanzo la tela de su ropa interior y balbuceo como un bebé cuando siento su humedad adherirse en mis dedos. Joder, está increíblemente mojada. Retiro la mano cuando creo ver a alguien a los lejos viniendo hacia aquí. Ella, al sentir el abandono de mi tacto, suelta un gruñido inaudito, ronco y desazonado que me entran ganas pedirle que repita una y otra vez.

¿Se puede ser adicto a un gruñido?
Definitivamente estas fatal, Cameron. Fatal, fatal, fatal...

—Oli, viene alguien —susurro con muchísima dificultad, porque mi respiración es ahora una serie de leves gruñidos extraños que trato de mantener bajo control.

Ella gira su cabeza, sin dejar de masajearme ahí abajo. Creo que jamás en mi vida me he tenido que esforzar tanto en autocontrolarme.

—¿Qué dices? Yo no veo a nadie.

—He visto a alguien mirándonos por allí. —Señalo a través del parabrisas—. Aunque ahora parece que ya no está. ¿Dónde se ha metido? Juro que he visto a un tipo detrás de un árbol.

Sus ojos se posan en mis labios y sonríe.

—Voy a empezar a creer que eres un poco gallina, pollito. —Esto último lo dice con cierto tonillo de burla en su voz.

Niego con la cabeza y una lenta sonrisa curva mis labios hacia arriba. Esta niña no sabe con quién se la está jugando.

—No me provoques, rubia.

—Creí que ya lo estaba haciendo. —Me mira regodeándose.

Me da un ligero apretón allí abajo y el placer aprieta con más fuerza todos los músculos de mi cuerpo. Desde luego, el ser humano tiene unos límites y yo ya he llegado al mío hace rato, así que ella gana.

CAMERON GAME OVER...

Si quiere hacerlo en el coche, lo haremos en el coche, porque ya no creo que pueda ni concentrarme en conducir hasta casa con este mástil apuntando al cielo.

—Vale, súbete el vestido, venga —le ordeno.

Sus ojos se abren como platos cuando le digo eso y después se llenan de alegría al ver mi determinación. La voz que le sale es una especie de gritito agudo cuando soy yo quien le pega un tirón hacia arriba al vestido verde que lleva puesto. Estoy muy impaciente. Tengo que confesar que desde que se lo vi puesto esta tarde, he fantaseado con arrancárselo de un tirón.

—¡Casi me rompes el vestido! —se queja.

—Te compraré cien como este, si es eso lo que quieres, pero ya no aguanto más, Oli.

Su sonrisa se ensancha.

Con dificultad, consigo desabrocharme el pantalón y bajarlo junto con el bóxer por la altura de mis muslos, no sin antes sacar el envoltorio plateado que llevo en el bolsillo trasero del vaquero. Me lo coloco en tiempo récord y después echo un último vistazo a nuestro alrededor para cerciorarme de que no hay moros en la costa. Lo último que quiero es que alguien nos vea. El tipo de Antea parece que ya no está.

Olivia se desliza desde el asiento del copiloto hasta mi asiento, pasando una pierna por encima de mi regazo y se sienta sobre mí, sujetándose al reposacabezas. Yo trato de inclinar un poco el asiento hacia atrás, pero realmente tenemos muy poco espacio para movernos aquí. Por sorprendente que parezca, jamás lo había hecho en un coche, así que esta va a ser mi primera vez en algo con ella.

Le doy un besito en el cuello y luego, acerca sus labios a los míos para darme un beso increíble. Uno de esos que hay que codificar porque no es apto para todos los públicos. Mi lengua juega con la de suya, de una forma caliente, resbaladiza y perfecta. Me siento frágil y vulnerable con ella, pero sorprendentemente eso no me aterroriza. Ella es todo por lo que tanto esperé y no soy tan idiota como echarlo a perder por miedos estúpidos. La quiero. Estoy completamente enamorado de ella y no me avergüenza reconocerlo. Doy gracias a Dios de que apareciese aquella noche en el Night Affair. Solo ahora logro entender que ella era y es mi destino.

Con mucha dulzura, le aparto el pelo rubio a un lado para observar la curva del lado derecho de su cuello, tan largo, delgado y perfecto. Su belleza es tan espectacular, que por un momento me quedo sin palabras.

—Eres tan hermosa —gimo con rudeza.

Y entonces lo siento, siento el momento exacto en el que se relaja sobre mi cuerpo y se rinde a mí. Coloca una mano sobre mi hombro y con la otra mano baja hasta rodearme con los cinco dedos, bombeándome un par de veces y haciéndome cosquillas con su roce. Percibo la entrada y la penetro lentamente, mientras le sostengo la mirada. Ese momento en el que voy invadiendo su cuerpo y ella me clava sus ojos verdes, es un momento digno de no olvidar jamás. Olivia abre la boca para dejar escapar un gemido delicioso que lo inunda todo cuando me hundo completamente en ella. Me humedezco los labios y me acerco a la chica que, francamente, me ha robado el corazón.

—Con calma, rubia, o de lo contrario, en pocos minutos, tendremos aquí a todos los del concierto de público.

Ella pestañea y agacha la mirada.

Mis manos inconscientemente viajan hasta su firme y redondeado trasero y, con las dos manos, la ayudo a moverse sobre mi regazo. Me encantaría tomarme esto con calma, pero en cualquier momento puede aparecer alguien por aquí y vernos botando sospechosamente dentro de un coche, así que no hay tiempo que perder.

Echo la cabeza hacia atrás cuando el placer recorre mi espalda hasta desembocar por mis hombros que se tensan.

¡Joder, que pequeño es este coche! Olivia se clava el volante en los lumbares y si empujo las caderas hacia arriba, se golpeará la cabeza contra el techo. Tenemos muy poco espacio, pero tratamos de adaptarnos como podemos.
Me quedo quieto durante un tiempo indeterminado, dejándola a ella hacer. Sus caderas se alzan y descienden sobre mi erección, una y otra, y otra vez más, aumentado el ritmo poco a poco. Todo da vueltas a mi alrededor y ya no me importa donde estamos o si pueden descubrirnos. Lo único que quiero es estallar con ella como si de fuegos artificiales se tratase. Quiero ver su boca entreabierta y su linda cara adoptando esa expresión placentera de estar disfrutando mucho el momento. Quiero ver como pone los ojos en blanco, como su cuerpo entero tiembla cuando estoy dentro de ella y como susurra mi nombre entre jadeos. Eso quiero.

Su respiración se acelera y cuando cierra los ojos y empieza a gemir, sé que está cerca. Muy cerca.

—¡Oh, Dios! —gimotea con una leve convulsión de sus caderas y clavando los dedos en el respaldo de mi asiento.

Sigue cabalgándome más fuerte, más rápido, más intenso. Ya estamos cerca, puedo sentir como mis dedos tocan el cielo. Puedo ver como las puertas del mismísimo paraíso se abren frente a nosotros. Puedo sentir el éxtasis, incluso puedo sentir sus contracciones de placer. Calor... mucho calor

En un momento dado, su codo choca con la consola del vehículo y se enciende el reproductor de música, haciendo que una canción rompa el silencio que reinaba en el interior del vehículo.

La vaca Lola.
La vaca Lola.

¡¿PERO QUÉ COÑO?! ¿QUÉ...?
Se produce un pequeño momento de confusión, en el que no dejamos de movernos, pero estamos descentrados.

Tiene cabeza y tiene cola.

—¡Mierda! —exclama Olivia, que se da la vuelta para intentar apagar el equipo de música, pero eso me corta el rollo por completo y no estoy dispuesto a que eso suceda.

—Déjalo. Olvídate de la canción. Vamos, vamos, preciosa —le susurro con los ojos muy abiertos, tratando de recuperar el momento en el que estábamos—. Quiero sentirte, Oli. Quiero sentirte.

La vaca Lola.
La vaca Lola.

PUTA MIERDA DE CANCIÓN... ¡ME CAGO EN LA VACA LOLA Y SU PUTA MADRE!

Ella se muerde el labio inferior y emite un gemido grave y profundo cuando se balancea de forma errática. Sus ojos se cierran con fuerza y antes de poder darme cuenta, la veo desmoronándose sobre mi regazo. Sus gemidos van directos a mi polla. La imagen hace que un orga*smo potente me sacuda entero y me deje sin aliento. Los dos hemos sido arroyados, derrotados y somos incapaces de respirar. La canción sigue sonando de fondo, mientras las réplicas de nuestros orga*mos se difuminan.

La vaca Lola
La vaca Lola
Tiene cabeza y tiene cola
Y hace muuu

Nos miramos sudados y agitados, y nos echamos a reír de forma incontrolada. Olivia apoya sus labios en mi hombro y automáticamente beso su pelo en respuesta. Todo esto entre risas.

Al fin me inclino hacia adelante y apago el reproductor de música.

—Ha sido muy exótico hacerlo con la canción de la Vaca Lola de fondo. —Sacude la cabeza, aguantándose la risa.

—A mí lo que me inquieta es que Cody lleve esa canción en el coche.

—Será mejor que olvidemos ese detalle, por favor.

—No puedo. Ya me imagino el día de mañana intentando ponerles esta canción a mis hijos y recordándote a ti, culeando dentro de un coche.

—¡Yo no estaba chuleando! —protesta cubriéndose la cara con una mano, pero yo sé la aparto entre risas.

—Oh, sí. Estabas culeando, preciosa. Cualquiera que se hubiese asomado por una de las ventanillas del coche hace un momento, habría visto tu precioso trasero botando sobre mí.

—Eso no es verdad.

Me echo a reír a carcajadas y finalmente Oli se une también. Me encanta que sepa tomarse estas bromas con sentido del humor.

—Será mejor que nos limpiemos —le susurro pegando mis labios a los suyos para darle un beso.

—Cameron.

—¿Sí? —pregunto separándome.

Ella se ruboriza un poco, pero finalmente dice:

—Te quiero.

....

Sus palabras me calientan el corazón y hacen que el pecho esté a punto de estallarme. Muchas chicas me han dicho estas palabras antes, pero son la primera vez que de verdad quería escucharlas.

—Yo también te quiero, preciosa. —Le acarició el pelo y me guardo la agradable sensación en mi memoria, para poder recordarla el resto de mi vida, que espero vivirla junto a ella.

Porque si, pienso robarle muchos mas te quiero a partir de hoy. Pienso robárselos todos.

...

Gracias a Dios el concierto termina y podemos volver a casa, pero Olivia y yo no somos capaces de ocultar nuestra felicidad.

Mientras Grace conduce y Cody canturrea una canción de rap, atraigo a Oli hasta mí y la beso de nuevo, estrechándola contra mis brazos.

Esto que estoy viviendo con ella es un sueño... uno del que no quiero despertar jamas.

Lo que no me podía imaginar, es que mi sueño terminaría a la vuelta de la esquina...

💥💥💥💥💥💥💥

¡Holi personitas!
Pues hasta aquí los capítulos. Falta el capítulo corto que lo subiré como un extra próximamente, porque es una conversación telefónica. Es el capítulo 34, así que no os asustéis si hay un salto.

Ahora sí que viene el drama.... ¿queréis el epílogo? Pues dale flow a las estrellas y los comentarios porque lo estoy horneando 🚨🙈😰😭👨‍🚒💥🔥🌪

La vuelta de la esquina es TROYA.

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