33. Olivia - Todo me pasa a mí
En la vida de cualquier persona, hay momentos muy buenos, sencillamente buenos, regulares, bastante malos y muy malos. Hay momentos en los que parece que la suerte brilla a tu favor y que todo es como de colores vibrantes e intensos, y momentos donde te hundes en un pozo que parece no tener fondo y del que parece que jamás vas a poder volver a salir. Yo creo que he vivido bastantes cosas malas en estos veintitrés años de vida. He crecido sin el amor y el apoyo de una madre, he convivido con un padre que no sabe dar cariño y que todo lo arregla con dinero, también he sufrido por amor, porque tengo tan mala suerte que justamente me fui a enamorar de mi hermanastro que, si ya de por si es un amor prohibido o mal visto socialmente, había que sumarle el drama de cuando creímos que éramos hermanos de sangre. Por lo tanto, he sufrido también por eso y he tenido que empezar de cero cuando todo se desmoronó en mi vida con su partida. No lo negaré, últimamente estaba viviendo una vida muy monótona; sin altos ni bajos. Simplemente me volqué en los estudios y después en el trabajo. Todo eso cambió drásticamente desde que Cameron entró en mi vida como un elefante en una cacharrería. Él lo ha puesto todo patas arriba, ha sacudido mi monotonía y ha pintado mis zonas grises con colores que no sabía que existan en la escala cromática.
¿Que sí me arrepiento de haber dado este paso? No, no me puedo arrepentir por lo que ha sucedido esta noche. Si todo esto ha sido un error, desde luego considero que ha sido el mejor error de mi vida.
Miro a un lado de la cama y lo veo profundamente dormido, con la sábana cubriendo su cuerpo de cintura para abajo. Sé que está desnudo porque anoche, después de hacerlo por primera vez, volvíamos a hacer el amor dos veces más y nos quedamos dormidos por agotamiento. La primera vez fue pausado y tranquilo. Yo estaba demasiado nerviosa y él trataba de tranquilizarme en todo momento, marcando el ritmo de los dos y procurando no lastimarme al moverse entre mis piernas. Fue precioso por su actitud, porque me hizo sentir muy especial. No estaba centrado en buscar su propio placer, sino en hacerme sentir bien a mí; preocupado en todo momento por mí. La segunda vez fue mucho mejor que la primera, porque yo ya no estaba tan tensa como y empecé a tener una participación más activa en lo que estábamos haciendo. La tercera vez... Dios mío, la tercera vez, fue increíble. Era como si mi cuerpo ya se hubiese acostumbrado y adaptado al suyo, como si ya nos conociésemos íntimamente de mucho tiempo atrás. Lo disfruté a cada segundo y con los cinco sentidos puestos en él. No podíamos dejar de mirarnos a los ojos, de susurrarnos cosas al oído, de besarnos, de abrazarnos, de sentirnos piel con piel. Sólo de recordarlo, una sonrisa boba aflora en mis labios. Ha sido tan atento y cuidadoso conmigo, que en todo momento me ha hecho sentir que estaba entre algodones. Aún puedo sentir sus labios cubriendo los míos, sus manos recorriendo y reclamando cada parte de mi cuerpo, su aliento rozando el mío. Dios mío, Cameron haciendo el amor es una cosa como de otro mundo. Verlo en ese momento de plena entrega, poder mirarlo a los ojos y ver cómo de frágil puede llegar a ser en la vulnerabilidad de un orgasmo, ha sido maravilloso.
Estiro la mano y le retiro un mechón de pelo rubio de su frente para poder contemplarlo mejor. Es un chico asquerosamente guapo, todo hay que decirlo. Todo de él me tiene fascinada. Su físico, su atractivo, su masculinidad, su vitalidad, su carácter, su jovialidad, su alegría, su sentido del humor e incluso lo cabrón que puede llegar a ser a veces.
Mi Atractivo Cabrón.
Sigo admirándolo y pienso que, en este momento, mi vida es perfecta junto a él. Me encantaría poder quedarme aquí, en Los Hamptons, en su casa, en su cama, para siempre, él y yo y sin que importe el resto del mundo. ¿Podríamos hacerlo? ¿Podríamos darle la espalda al mundo? No, por desgracia todo esto también llegará a su fin.
—Eres guapísimo, pequeño cabronazo —susurro, recorriendo con mis dedos la forma alargada de su cara.
Anoche no tuvimos la precaución de bajar las persianas, así que ahora toda la luz solar se filtra por los dos grandes ventanales y se ilumina de lleno toda la estancia. Cameron abre un ojo con pereza y sonríe de una forma que podría derretir los polos. Parece un Ángel despertándose, con su pelo rubio tan rebelde, y su piel tan blanca y perfecta, todo ello combinado con un cuerpo atlético y fuerte. Mi corazón empieza a latir a mil por hora.
—Buenos días, preciosa. —Su voz es completamente ronca—. ¿Acabas de decir que soy un cabrón guapísimo o lo he soñado?
Me río y Cameron rápidamente tira de mi brazo para acercarme hasta él. Pego mi cuerpo también desnudo al suyo y me encanta porque lo hacemos parecer la cosa más natural del mundo. Hundo mi cara en la almohada, mientras que él juguetea con mi pelo suelto y algo revuelto entre sus dedos, apartándolo a un lado para poder mirarme a los ojos.
—Creo que todavía estás soñando —murmuro entre risas para burlarme de él.
Cameron rodea mi cadera con su pierna y noto como alguien más se despierta y presiona mi muslo desnudo. Levanto la sábana y miró hacia abajo con una risita traviesa.
—Mis sueños contigo no son tan puros, rubia —se justifica encogiéndose de hombros y en un tono que trata de sonar inocente.
No puedo evitar soltar una carcajada rápida y Cameron, cubre mi boca con su mano tratando de silenciarme, mientras se ríe conmigo. Nuestras risas lo abarcan todo. Le doy un pequeño mordisco en la palma de la mano y lo oigo gruñir tirando con fuerza de mi cuerpo sobre el suyo, hasta colocarme sobre su regazo.
—¿Me has mordido? Pues ahora verás —amenaza inmovilizándome con su fuerza.
Me hace cosquillas y me retuerzo muriéndome de la risa. Siento sus manos recorriendo mis costillas. ¡Dios! Empiezo a chillar como una loca poseída y a sacudir mi cuerpo con violencia. ¡Qué manía con hacerme cosquillas!
Me ahogo de la risa, porque tengo la piel extremadamente sensible y cualquier roce me hace desternillarme de la risa. Luego se detiene, tira de mis muñecas hacia él y termino por apoyar mi mejilla en su hombro mientras me abraza, con su pecho todavía sacudiéndoselos de la risa bajo el mío. Sonrío porque en este momento soy plenamente feliz, porque Cameron ha sido y es muy dulce conmigo, porque adoro la forma en que su cuerpo se enreda con el mío sintiendo toda su desnudez, porque al fin vuelvo a sentir mariposas y fuegos artificiales en el estómago, al fin siento que quiero un todo con alguien. Quiero un todo con él.
¿Qué significa todo esto que siento? ¿Acaso ya estoy enamorada de Cameron? No lo sé... Supongo que es pronto para determinar algo así y creo que es mejor que eso sea algo que vaya descubriendo poco a poco, pero sí puedo afirmar y afirmo con total seguridad, que estamos por el buen camino.
Le beso el cuello y acaricio su piel con la punta de mi nariz.
—Me encanta como hueles —murmuro, incapaz de dejar de aspirar su aroma y dejándome embriagar por él.
Esa magnífica e inconfundible fragancia a sandía que desprende de forma constante. Ese olor tan sexy en él y que tanto me gusta.
—Es el champú que utilizo —contesta con una sonrisa pilla.
—Lo sé y me encanta. —Presiono mis labios contra su cuello.
Cameron se echa a un lado, sin dejar de abrazarme y me mira con profundidad.
—A mí me encantan tus ojos —dice en voz baja y sensual—. Son verdes, pero cuando les da el sol, cambian a un precioso color aguamarina y brillan tanto que parecen dos piedras preciosas. Nunca he visto algo igual. Tus ojos son únicos. Luego, cuando te enfadas, se apagan y pierden ese brillo natural que tienen, y luego, he visto que cuando te hago el amor, resplandecen de una forma maravillosa. Se dilatan hasta casi perder todo el color y es un auténtico privilegio poder contemplarlos en ese momento en el que sucumbes al placer de una forma genuina y te liberas.
Lo miro con cierta vergüenza mientras que él me dedica su mejor sonrisa. Acaba de describir mi mirada cuando hacemos... Oh, por Dios. El fuego se instala en mis mejillas.
—Tú también tienes unos ojos preciosos —comento, y rozo con mis dedos la parte baja de su mandíbula ligeramente rasposa y cubierta por diminutos pelitos rubios.
—Solo son marrones.
—De eso nada —protesto, sacudiendo la cabeza—. Son marrones, sí, pero... pero...
No, yo no soy tan valiente. tengo demasiada cobardía como para decirle cómo son sus ojos cuando estamos en lo más íntimo. No tengo todavía tanta seguridad y confianza como para hacer ese tipo de comentarios sin que me muera de la vergüenza.
Cameron frunce ligeramente el ceño y me clava la mirada con esa intensidad que hace que justamente todo mi cuerpo se eche a temblar. ¿Cómo demonios lo hace? un estremecimiento me recorre de pies a cabeza.
—¿Pero? —Enarca sus dos cejas rubias.
—Pero son... son muy hermosos —concluyo, y desvío la mirada a un lado sintiendo un horrible calor extendiéndose por toda mi cara.
La he cagado. Tengo menos sutileza que un enfermo de párkinson robando panderetas. ¡Mierda!
Cameron desliza una de sus manos hasta mi barbilla y me obliga a volver a sostenerle la mirada. No, no lo va a dejar morir ahí.
—Mírame, Oli —ordena con dulzura y cuando lo hago, compruebo que me sostiene la mirada sin borrar la sonrisa y yo retengo la respiración durante unos segundos que se hacen eternos, casi infinitos—. Quiero que me lo digas.
—¿El qué? —Trato de parecer confundida, pero se me da fatal esto de fingir.
—Dime cómo son mis ojos cuando estoy contigo—. Su voz ahora mismo es más suave que el terciopelo—. Quiero que me digas cómo lucen cuando te estoy haciendo mía, cuando estoy en la cima del éxtasis contigo. Nunca le había hecho el amor a nadie hasta esta noche, así que no sé cómo son mis ojos en ese momento y quiero saberlo.
Se me forma un repentino nudo en la garganta.
¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!
¡Tierra trágame y escúpeme en alguna playa paradisiaca!
—Son... son muy... —Apenas reconozco mi voz torpe y titubeante saliendo de mi boca.
—¿Sí? —Me mira sin parpadear.
Seguimos en la cama; yo completamente envuelta en él, pero incapaz de dejar de mover los pies bajo las sábanas con cierto nerviosismo.
—Son muy oscuros. —Cameron asiente y se muerde el labio inferior. Mis ojos descienden fugazmente hasta ese gesto y vuelven a subir hasta conectar de nuevo con su mirada penetrante—. Se agrandan y se nublan con una negrura que parece querer engullirlo todo. Cuando... cuando alcanzas el clímax, centellean como un cuarzo negro expuesto a la luz del sol. Son hipnóticos, y es realmente muy difícil no mirarte a los ojos y perderse en ellos en ese momento. Siempre me ha parecido que tus ojos son todo un enigma.
Esboza una sonrisa que me convence de que mi atrevimiento le ha gustado. Nos quedamos callados durante un tiempo indeterminado, mirándonos como si fuésemos una de las siete maravillas del mundo, acariciándonos mutuamente y sintiendo nuestros cuerpos desnudos bajo las sábanas. Abrazándonos en ese tipo de abrazos que esconden más ganas de sexo que de arrumacos y carantoñas.
—¿Puedo pedirte algo importante? —Cameron rompe el silencio despegando su cuerpo del mío y apoyando el codo sobre la almohada para sostener su cabeza. Al sonreír de lado, unas diminutas arrugas afloran en su apuesta cara.
Me muevo un poco hacia atrás y subo la sábana hasta cubrirme el pecho con ella.
—Sí, claro.
Cameron suelta una sutil risilla cuando ve que cubro mi desnudez y después asiente con la cabeza.
—Dentro de unos meses, antes del baile para la competición, tengo una audición muy importante. —Comienza a acariciarme el pelo.
Me hace cosquillas, así que tomo su mano y la guio hasta mi boca para besarla.
—¿Una audición? —pregunto sorprendida y beso sus nudillos.
—Sí, es una audición para la Escuela Brent Street de Londres. Es una de las mejores escuelas de danza del mundo.
Nuestras manos quedan entrelazadas entre el pequeño hueco que separa nuestros cuerpos sobre el colchón.
—¿Quieres ingresar en una escuela de danza profesional? —pregunto con simple curiosidad.
Asiente y frota con el pulgar el dorso de mi mano, posando sus ojos en nuestros dedos.
—Mi vida es el baile y no precisamente el baile que hago en el Night Affair. Entiéndeme, ese tipo de baile está muy bien pagado y todo eso, pero no pienso jubilarme dedicándome al baile erótico. Es algo que me permite mantenerme económicamente en estos momentos y costearme los gastos que genero, sin tener que depender de mi familia o de tener que pedirles que me presten dinero, pero tengo mejores planes en la vida. Siempre he querido dedicarme a la danza profesional. Ese es mi verdadero sueño. Mi verdadera vocación.
—Eso está genial, Cameron —comento orgullosa, dándole un apretón en la mano.
—Sí, lo es y quiero que me acompañes a esa audición. Cody también irá, pero a él lo acompañará toda su familia, en cambio a mí no me acompañará nadie. Mi familia no apoya esto del baile y la única que vendría a verme sería mi abuela Suzanne, pero no quiero hacerla pasar por un mal trago si no me aceptan. Llevo años preparándome para ese momento y sería realmente importante para mí que estuvieses allí, apoyándome. ¿Vendrías?
Sus ojos se encienden llenos de esperanza, como un niño pequeño cuando espera a que sus padres le digan que lo llevarán al parque de atracciones.
—No tienes ni que pedírmelo, tonto —respondo, llevándome de nuevo su mano hasta mis labios para besarla fugazmente—. Por supuesto que te acompañaré. No me lo perdería por nada del mundo.
—¡Gracias! —exclama en un gesto de alegría—. No sabes lo feliz que me hace eso.
Cameron se inclina hacia mí, y esparce pequeños y ruidosos besos por toda mi mejilla. Su incipiente barba me causa cosquillas.
Sonrío.
—¿Y dónde está esa escuela de danza?
Me estudia a través de sus largas pestañas durante un par de segundos.
—E... en Londres —responde, y advierto que hasta tartamudea un poquito.
—Ah...
¿Londres?
¡Londres! Eso está a nueve horas y media en avión de aquí, a más de tres mil millas de distancia.
Me quedo estática y se me queda la mente en blanco. Sin embargo, Cameron se da cuenta del impacto que ha tenido en mí su respuesta.
—Sé lo que estás pensando, pero no quiero que le des vueltas a ese tema ahora, ¿vale? —se apresura a decir—. Si consigo esa plaza, si consigo entrar allí, te prometo que encontraré la forma de hacer que esto funcione.
Automáticamente sacudo la cabeza.
—Cameron, no prometas cosas que no sabes si podrás cumplir.
Oigo como deja escapar un suspiro y se inclina de nuevo hacia mí, abarcando mi mejilla con su mano.
—Jamás te prometería algo que no pueda cumplir. El baile es mi sueño y he soñado con conseguir esa plaza desde que era un niño y mi abuela me llevaba a clase de baile los domingos por la tarde, pero ahora tengo una nueva prioridad en mi vida. No voy a renunciar a ti bajo ningún concepto, Oli.
Niego con los ojos cerrados y sintiendo sus caricias en mi cara.
No, no, no y no. no sé si quiero que se comprometa de esa forma. No puedo dejar que aparte todo a un lado por mí. Cameron es demasiado joven todavía y debe buscarse su propio futuro. Debe luchar por sus sueños. Eso es lo único importante en la vida de un chico de dieciocho años; todo lo demás ya se verá.
—No, no digas eso. No quiero ser un obstáculo para tus... tus metas en la vida y... y... —Me flaquea la voz.
—Oye, oye... Olivia, escúchame, por favor. Escúchame —suplica, alzando mi barbilla y obligándome a sostenerle la mirada—. Tú no eres ningún obstáculo para mis metas, ¿de acuerdo? Quiero esa plaza, quiero entrar en esa escuela y darlo todo, pero también te quiero a ti en mi vida, así que te garantizo que, si consigo entrar en esa escuela de danza, encontraré la forma de hacer que lo nuestro funcione. Te prometo que lo haré y quiero que confíes en lo que te estoy diciendo, ¿de acuerdo?
Me pierdo en la oscuridad de sus ojos y en la sinceridad que desprenden sus palabras. Sé que lo haría, sé que se desviviría por mí y por conservar lo que acaba de nacer entre nosotros dos. No tengo forma de probarlo, pero sé que lo haría. El tema es que no quiero que, siendo tan joven, pierda las oportunidades de su vida por una chica; aunque esa chica sea yo. No puedo ser así de egoísta con él.
—No creo que las relaciones a distancia —murmuro.
Cameron se calla y guarda silencio durante unos segundos, como si mis palabras hubiesen supuesto un pequeño mazazo en su determinación, pero acto seguido me regala una sonrisa inocente.
—Ya bueno, hace unos meses yo tampoco creía en el amor y mírame ahora. Cada vez que abro la boca, vomito corazones rosas.
Sonrío en silencio ante su respuesta y él me devuelve la sonrisa con una ternura infinita. Se inclina un poco y besa mi hombro desnudo, mientras que yo apoyo mi barbilla en su cabeza.
—Funcionará, Olivia —asegura en un tono que deja claro que piensa tomarse esto muy en serio—. Lo nuestro funcionará.
—¿Desde Londres? ¿En serio?
—Sólo serán cuatro años, que es lo que dura el curso de danza allí. Te juro que vendré a verte tantas veces, que ni notarás que me he ido a vivir a otro continente. Pasaré las vacaciones de verano aquí, contigo. —Levanta la cabeza para mirarme—. Podríamos hacer algún viaje juntos, irnos al sur y alquilar una caravana. Además, vendré en navidades, en pascua y todos los puentes o festivos. —Se incorpora hasta sentarse sobre el colchón y flexiona las rodillas por debajo de las sábanas, apoyando los codos sobre estas—. Claro que, sí tú quieres, también podrías venirte conmigo.
Levanto las cejas a modo de sorpresa y me siento yo también sobre el colchón, tirando de la sábana hacia arriba para seguir cubriéndome con ella.
—¿Irme yo a Londres? —pregunto con asombro—. Yo tengo mi trabajo y mi vida aquí, Cameron.
Frunce el ceño.
—También hay agencias de publicidad allí y sólo sería por cuatro años.
Me froto el puente de la nariz y cierro los ojos un instante. Esta conversación está yendo demasiado lejos y no deberíamos de hablar de un futuro que todavía pinta muy incierto para los dos. Acabamos de empezar a tener algo más serio desde ayer por la noche y hablar de relaciones a distancia me da migraña. No quiero preocuparme por eso ahora mismo. No en este momento.
—¿Sabes qué? Creo que nos estamos adelantando demasiado a los acontecimientos. Primero tienes que conseguir esa plaza y después ya hablaremos.
—Tienes razón. —Asiente con la cabeza—. Aun así, no quiero que pienses que eso supondrá un obstáculo para nosotros. Si no puedo tenerte a ti, si tú no vas a estar conmigo, los demás sueños dejan automáticamente de ser sueños, ¿entiendes?
¡Oh, Dios! ¡No! ¡NOOO! ¿Por qué tiene que decir esas cosas? ¿Por qué?
Tenso todos los músculos de mi cuerpo y me aparto el pelo de la cara con un fuerte suspiro.
—No digas eso, por favor. No me hace sentir bien. Quiero que consigas esa plaza y luches con todas tus fuerzas por brillar. Lo... lo vas a conseguir, Cam y vas a ser un fabuloso bailarín. Vas a ser de los mejores, ¿de acuerdo?
—¿Lo crees de verdad?
—No lo creo. Lo sé —respondo con total franqueza—. Eres un Franklin.
—Sí, lo soy —afirma asintiendo.
—Te acompañaré a esa audición y les demostrarás a todos que tú naciste para bailar —le digo mientras que apoyo mi cabeza en su hombro.
Cameron besa mi cabeza con cariño, hasta que mi teléfono móvil empieza a sonar por alguna parte de la habitación.
De un salto, me levanto de la cama y me pongo las bragas. No me apetece buscar el teléfono móvil completamente desnuda, mientras que Cameron sigue en la cama observándome con esta claridad que se cuela por las ventanas. Cubriéndome el pecho con un brazo, levanto las sábanas en busca del maldito teléfono que sigue sonando en alguna parte.
—¿Dónde estás? —pregunto mientras revuelvo toda la cama y Cameron se ríe—. ¡No te rías y ayúdame a encontrarlo!
—No sé, rubia —contesta estirándose y desperezándose—. Suena como si estuviese debajo de la cama.
Cojonudo.
Me agacho para mirar por debajo del somier y efectivamente, mi bolso esta debajo de la cama, junto a mi sujetador, y mi celular debe estar todavía dentro, porque no lo he sacado desde que llegué aquí anoche.
Estiro todo lo que puedo el brazo y tiro del asa hacia mí. Me apresuro a sacar el teléfono corriendo del bolso, pero la cremallera se atasca, provocando que una maldición salga disparada de mis labios.
—¡Mierda!
Cameron se parte de la risa, literalmente. Debe parecerle muy gracioso verme forcejear con la cremallera del bolso, a la que le doy un fuerte tirón y consigo abrirla al fin. Saco el móvil con torpeza y lo sostengo entre mis dedos.
—Lia —murmuro, mirando la pantalla iluminada con su llamada entrante.
Recuerdo que anoche también me llamó.
Levanto la vista un segundo hacia Cameron y lo miro un instante.
—Si no te importa, voy a atender la llamada —digo, haciendo el amago de dirigirme hacia la puerta para salir al pasillo y tener algo de privacidad, pero lo veo palidecer como si le hubiese dicho que se tiene que rapar la cabeza al cero. La alarma revolotea en su rostro de una forma extraña, como si hubiese algo a lo que le teme de forma repentina. Lo miro extrañada.
Justo en ese momento, mi teléfono se apaga por falta de batería y la pantalla se ilumina con la manzanita de Apple iluminando el fondo oscuro.
—¡Ay, no! —grito golpeando el teléfono contra la palma de mi mano, en un estúpido e inútil intento por reanimarlo.
Cameron se levanta de la cama, se viste de cintura para abajo en una fracción de segundo y se acerca hasta mí.
—¿Qué sucede? —Se muerde el labio inferior un segundo, antes de mirarme con seriedad.
—Me quedé sin batería.
Arruga la frente con preocupación. Se mete las manos en los bolsillos de su pantalón y después se encoje de hombros.
—Oye, Oli... hay una cosa que te tengo que contar.
Me resulta del todo imposible descifrar su tono de voz, porque no es casual y eso me pone en alerta.
¿Contarme algo?
—¿Qué cosa? —pregunto al instante. Cameron se aclara la garganta y clava los ojos en el suelo. Parece... parece intranquilo por algo... —¿Qué sucede, Cameron? Me estoy empezando a preocupar.
Se queda callado un instante y a continuación me mira pensativo. Veo como su Nuez de Adán sube y baja con dificultad al tragar saliva.
—Yo quiero que seamos siempre honestos el uno con el otro y... verás, es que... cuando estuvimos en Central Park...
—¡Chicos! —La voz de Cody suena al otro lado de la puerta, interrumpiendo nuestra conversación. Como únicamente llevo puestas las bragas, corro rápidamente hacia la cama para rescatar mi sujetador—. ¿No creéis que ya habéis follado suficiente por hoy? Es casi la una del mediodía. Deberíamos ir pensando en lo que vamos a comer.
—Tranquila, cerré la puerta anoche —me tranquiliza Cameron en un susurro para que sólo lo oiga yo—. ¡Ya vamos, pesado! —le responde a su amigo en voz alta, mientras que hace un corte de mangas en dirección a la puerta cerrada.
Me coloco el sostén lo más rápido que puedo y me pongo a buscar el vestido negro por toda la habitación con carácter urgente.
—Oye, Cameron, ¿qué te parece si te duchas primero y dejamos nuestra conversación para más tarde? Cody tiene razón, deberíamos pensar en salir a comer algo.
Yo también necesito ducharme y ponerme ropa limpia. Además, ya me está costando disimular los rugidos de mi estómago.
Lo oigo soltar un suspiro y sin decir nada, entra en el cuarto de baño, cerrando la puerta tras de sí. A los pocos segundos se escucha como abre el grifo de la ducha.
Me coloco el vestido negro sobre el hombro y recojo mi bolso, guardando dentro otra vez el teléfono móvil apagado. Cuando me dirijo hacia la puerta, quito el seguro y al abrirla, me encuentro unos ojos negros a la altura de los míos. Doy un pequeño respingo y me llevo una mano al pecho para calmar el triple salto mortal que acaba de dar mi corazón.
Sé quién es... es ella... no podría olvidarla, aunque quisiera. Parece una muñeca de porcelana con su piel blanca, su pelo negro, muy largo y ligeramente ondulado... Maya Larrson.
La chica abre sus ojos marrones de par en par y me escruta con insistencia, analizando con sorpresa mi atuendo; la ropa interior de encaje negro que me compre en Victoria's Secret. Un denso silencio se instala entre nosotras y ahora mismo mataría por llevar puesto el vestido negro que todavía cuelga de uno de mis hombros.
Joder, lo último que esperaba que pudiese ocurrirme hoy, es que la folla-amiga de Cameron me encontrase saliendo en ropa interior de su cuarto.
¿Incomodo? No, incomodo es quedarse corto. Muy corto. Esto es incómodo de la HOSTIA.
—¿Qué haces aquí? —Es lo único que soy capaz de pronunciar sin que me falle la voz.
La chica se me queda mirando sin decir absolutamente nada. Parece entre dolida y molesta, y eso me hace sentir culpable, porque sólo es una joven adolescente, seguramente enamorada hasta las trancas de Cameron Franklin, que acaba de llevarse un despiadado baño de realidad. Una niña que seguramente creció pensando que su mejor amigo, algún día, se enamoraría perdidamente de ella. Me siento como si fuese Cruella de Vil, como la bruja del cuento de Cenicienta, como esa escritora de Wattpad que le gusta torturar a sus lectores con un trío romántico sin final feliz. ¿Cómo se llamaba? ¿Maléfica?
Juro que me parece ver como su alma se resquebraja frente a mí, aún manteniéndose erguida. Maya cierra los ojos un momento y toma aire antes de decir:
—Tengo que hablar contigo, por favor. Vístete y cuando estés lista baja al jardín trasero de la casa, allí te esperaré. Date prisa.
Se da la vuelta y desaparece de mi vista.
¡Oh, joder! ¿Por qué todo me pasa a mí?
¿Por qué, Señor? ¿Por qué?
¡Hola personitas!
😊✌🏻😊✌🏻😊✌🏻
Ay, ay, ay...
Dos cosas:
1. Soy yo, ¿o Cameron ha estado a punto de contarle lo de la llamada de Tyler a Olivia?
2. ¿Qué querrá decirle Maya a Olivia?
Hoy no me extenderé en la nota, porque no tengo mucho tiempo.
Tengo que deciros que queda muy poco para que acabe el segundo libro. Calculo que unos dos o tres capítulos +Epílogo 😱😱😱
También planeo que no sean capítulos tan largos. (Serán como éste)
♥️Recuerda votarme
♥️Comentar mucho, mucho, mucho 🥰
♥️Seguirme
En la cuenta de Instagram voy contando muchas cositas, así que, si quieres, sígueme allí: Sarhanda_Wattpad.
PREPÁRATE PARA EL FINAL DEL SEGUNDO LIBROOOOOOO 😱
DEDICATORIA:
El capítulo de hoy se lo voy a dedicar a una lectora muy TeamCameron jejejejeje La verdad es que ya hacía tiempo que quería dedicarle capítulo, pero como son tantos los lectores y cada vez más (alucino pepinillos), tengo que ir poco a poco.
@Roseb25
¡Muchísimas gracias por tus votos, comentarios y por estar ahí detrás de cada actualización!
✨♥️✨♥️✨♥️
Me gustas mucho como lectora, porque siempre das tu opinión más sincera sin ofender a nadie. Eso es digno de admirar. También argumentas tus opiniones y no simplemente lanzas una opinión al aire como quien lanza un dado. Por eso, me gusta leer siempre lo que tienes que aportar.
Llegaste hace un tiempo atrás y decidiste quedarte en esta historia y acompañarme en el camino, por eso, quiero darte las gracias. Además, hemos tenido ocasión de conocernos un poco más en el grupo de WhatsApp
Gracias, gracias y mil veces más, gracias por el apoyo 🥰
💛💖 LECTOR DE LA SEMANA 💖💛
Y como siempre, vamos con el lector de la semana. Acordaros que este es un premio que soy a los lectores que comentan mucho, MUCHO (o bueno, relativamente mucho).
Esta semana se lo voy a dar a....
@Estrellitagallega81
Igual no eres la que más comenta, pero cuando lo haces, te explayas y eso vale como muchos comentarios jajajajaja Me reí mucho con uno de esos comentarios en el último capítulo y pensé que ya merecías recibir el pequeño reconocimiento lector. Muchas gracias guapa por leer la historia, seguir y vivirla con intensidad. Es bonito como escritora sentirse tan querida y arropada. Gracias 😊
Pd: Las pijas también son felices, menos Olivia porque todo le pasa a ella.
Recuerda unirte al grupo de facebook para enterarte de todo.
🌹🌷🌹🌷🌹🌷🌹
¡Besotes de la autora más mala del mundo mundial!
Sarhanda
😍🥰✌🏻
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top