28. Olivia - Desconocidos y conociéndonos
https://youtu.be/xC5N1c6I98k
¡Hola personitas!
Yo no soy una gran fan de la música urbana y mucho menos soy fan de Anuel, aunque hay algunas canciones de Karol G que sí me gustan. Quería compartir con vosotros esta canción porque es tan, pero que tan Camlivia. Me encantó y además le va muy bien al capítulo y en general a la relación de Cameron y Olivia.
Ella con todos sus miedos a sentir y él intentando ganarse un hueco en su corazón.
Que disfrutéis del capítulo, porque es largo ♥️
Son las 3 am y no me puedo dormir. Igual es porque extraño la cama o porque este colchón es excesivamente rígido y nuevo. También puede ser que simplemente he pasado una noche demasiado emocionante en la playa y ahora no puedo conciliar el sueño.
Me levanto de la cama y abro las ventanas, pensando que igual la brisa marina logrará apaciguar un poco el calor que hace en esta habitación. Después vuelvo a la cama y me tumbo boca arriba, mirando un punto fijo en el techo. Dicen que pensar en blanco funciona para conciliar el sueño, pero yo sólo puedo concentrarme en los latidos pausados de mi corazón y en mi respiración tranquila y rítmica, mezclándose con el tic tac del reloj que hay encima de la mesilla de noche. Empiezo a sentir como mi calor corporal se concentra en la parte de mi cuerpo que está en contacto directo con el colchón y de pronto, no puedo quedarme quieta sobre la cama. Cada diez segundos me muevo, rodando de un lado a otro y maltratando la almohada que se niega a darme una postura cómoda para descansar.
—¡Maldita sea! —murmuro mientras empiezo a sudar.
Pues no... no parece que mi cuerpo quiera colaborar para que me quede dormida, aunque me siento bastante agotada. Es como si estuviese inquieta y no sé por qué.
Cuando me canso de dar más vueltas que un pollo asado, alargo mi mano hasta la mesilla de noche y reviso mi teléfono móvil. Evidentemente no tengo mensajes ni notificaciones a estas horas de la madrugada, pero igualmente entro en facebook y me pongo a cotillear el perfil de Cameron, especialmente sus amistades. Tiene muchísimos amigos, y sobre todo tiene muchas amigas chicas, jóvenes y guapas, y hasta algunas han dejado mensajes públicos en su muro.
Cómo no me puedo dormir y soy una cotilla de marca mayor, pues decido ponerme a leerlos.
Emily Sanders
Hola guapo. ¿Por qué no contestas a mis llamadas? Por fi, ponte en contacto conmigo que ya tengo ganas de verte.
Emily 😘
Vaya, una admiradora. Pobre Emily. ¿La habrá devuelto la llamada? Hummm... algo me dice que Cameron ni siquiera recuerda quién es esta chica. Desde luego no hay una respuesta pública al mensaje que le dejó en facebook.
Xiomara Valt
Oye Cam, no puedo olvidarme de lo que pasó entre nosotros en nochevieja. Ocurrió todo tan de prisa que todavía estoy como en una nube o en shock. En serio, jamás me había sentido así por alguien. Sé que éste no es el mejor medio para hablar las cosas, pero no sé dónde vives y te he mandado muchos mensajes. ¿Has cambiado de número? No has contestado a ninguno. Ya me dices algo.
Xiomi 💔
Pues parece que aquí va otro corazón roto. A esta tampoco parece que le haya devuelto las llamadas o los mensajes.
Para ti parece que la nochevieja fue inolvidable, pero para Cameron...
Sílvia La Brujita
Cuando quieras repetir, ya sabes...
Abro los ojos con sorpresas mientras miro la pantalla iluminada de mi teléfono en medio de la habitación completamente a oscuras.
¡Wow! Esta va directa al grano.
Sí, señor. ¿Para qué rogarle? Ya si quiere él, que mueva ficha.
Christine Becker
¡Eres un maldito cabrón! ¡Pedazo de mierda! Ojalá se te caiga la polla a cachos y no la puedas volver a utilizarla nunca más en tu vida. ¡Hijo de puta!
Sí antes había abierto los ojos con asombro, ahora también se le suma la boca. Tengo la mandíbula completamente desencajada. De hecho, me llevo una mano al pecho por la impresión.
Qué raro que Cameron no haya borrado este mensaje tan incendiario.
Desde luego, Christine no parece haber quedado muy contenta con Cameron y como tengo ese pequeño punto de maldad que toda mujer tiene en su interior, pues pienso que la pobre Christine no debió llegar al orgasmo.
Cora Corazón de León.
Cameron, ¿me estás evitando?
Automáticamente pongo los ojos en blanco. Dudo si contestarle directamente yo y ponerle un escueto "Sí", para que no se quede con la duda la pobre Cora.
¿Es que acaso todas estas muchachas no leen los mensajes de las demás chicas antes de escribir el suyo propio?
¿Por qué Cam ignoraba todos estos mensajes? ¿Por qué los deja ahí? Tan visibles...
Maya Larrson
Hola Cameron ♥️ ¿Vendrás este verano? Espero que nos veamos, porque tengo muchas ganas de volver a verte y te mentiría si te dijese que no te echo de menos. Adiós picaflor 🌸🐝
Una cosa capta de inmediato mi atención en este mensaje.
Sí, Cameron ha contestado. De hecho, es el único que tiene una respuesta, lo cual quiere decir que sí lee su muro de facebook y sí es consciente de todo lo que estas mujeres le dicen por aquí.
Cameron Franklin
Hola May 😉
Sabes que todos los veranos nos vemos. Hasta pronto picaflor 😘♥️
¿Un beso y un corazón? ¿Hasta pronto?
No sé por qué, pero eso me sorprende.
¿Se echan de menos? ¿Podría ser que son amigos? ¿Sólo amigos? Una parte de mí desea intensamente que sólo se trate de una bonita e inocente amistad.
De inmediato entró en el perfil de la chica para ver sus fotografías. A stalkear.
«¿Celosa?», se burla mi conciencia.
«¡Cállate!», le respondo.
Es una chica muy bonita, de piel blanca y pelo negro. Su cabello es largo y liso como una tabla. Sus ojos son marrones, pero grandes y muy expresivos. No sé por qué, pero sus ojos me resultan familiares.
Lo que más llama mi atención al entrar en su perfil, es que tiene un álbum de fotos enterito con fotografías de Cameron con ella. Algunas son de hace muchos años, porque Cameron aparece en ellas siendo un niño y la tal Maya sonríe a la cámara sin tener todos los dientes en la boca. Reviso todas las fotografías y veo que han pasado muchos momentos juntos. Tienen fotos en la playa, fotos dando un paseo con las bicicletas, fotos en algo parecido a una barbacoa familiar y de pronto veo una fotografía que llama especialmente mi atención. Es una imagen reciente de ellos dos. Lo sé porque Cameron luce muy parecido a su aspecto actual. Parecen estar en algún local o bar, sentados en una mesa con jarras de cerveza sobre ésta. El fondo es oscuro, con algunas luces de colores en el techo y los dos posan muy felices, uniendo sus bocas en un... beso.
Adiós a la hipótesis de la bonita e inocente amistad...
Está claro que han tenido algo más. De pronto me siento algo extraña, como una intrusa metiendo las narices donde no le llaman. No me agrada ver la fotografía del beso y me molesta ver la felicidad que irradian en esta instantánea. Tampoco me gusta ser celosa y en verdad, creo que no tengo motivos para estarlo, porque él tiene el mismo derecho que tengo yo a tener una vida anterior a nosotros. Cameron no ha hecho otra cosa en todo este tiempo que demostrarme que únicamente está interesado en mí. Al menos eso me ha quedado bastante claro esta noche.
Me quedo embobada viendo la fotografía de Maya y Cameron, cuando justo en ese instante se enciende un aviso en las notificaciones de facebook. Pulso el botón y veo que se trata de una solicitud de amistad de un tal Gary Gaynols, pero no sé quién es.
La acepto y veo que es uno de esos perfiles que no tienen autorretratos o fotografía grupales; nada de personas. Su foto de perfil parece una postal de esas que venden en los destinos vacacionales. Es la imagen de una costa con edificios altos, un paseo marítimo lleno de palmeras y un espléndido sol brillando sobre un cielo azul y despejado. En cambio, la foto de portada es la entrada a un local un tanto siniestro. Las paredes están sucias y con graffitis feos, la doble puerta metálica permanece cerrada por un enorme candado y el letrero con luces de neón indica que el sitio se llama "Spectrum". Es bastante tétrico.
Doy un pequeño respingo sobre la cama cuando recibo un mensaje instantáneo del tal Gary.
Gary: ¡Hola!
Olivia: ¿Te conozco?
Gary: Sí.
Mis músculos se tensan de forma inconsciente. Intento hacer memoria por si en algún momento de mi infancia o etapa escolar, había un Gary en clase y se me olvidó, pero sinceramente, no recuerdo a ninguno.
Olivia: ¿De qué? —Tecleo rápido.
Tarda unos minutos en contestar.
Gary: Igual no te acuerdas, pero yo sí te recuerdo.
Se me frunce el entrecejo, porque no ha contestado a mi pregunta y eso me inquieta bastante.
Olivia: Ya, ¿pues qué tal si me lo recuerdas a mí también?
Gary: A su debido tiempo.
¿Pero qué demonios...? ¿Es una broma?
Por un instante pienso que debe ser algún tipo de perturbado de la red, en busca de entretenimiento absurdo, pero me quedo helada cuando me manda una fotografía. Pincho sobre la imagen para abrirla y verla con mayor nitidez y, al hacerlo, casi se me cae el móvil de las manos por la impresión.
—¡Oh, Dios mío! —exclamo al tiempo que me incorporo de un salto sobre la cama.
Estoy en shock y con un nudo horrible en el estómago. Acercó un poco más el móvil a mis ojos, porque no puedo creer lo que estoy viendo. Es una fotografía mía; una de cuando era pequeña. Incluso reconozco el vestido blanco y rosa con estampado floreado que llevo puesto, lo he visto en casa guardado en un cajón y hasta tengo alguna foto más donde lo llevo puesto. Soy yo, no hay duda.
Estoy junto a una niña y un niño más mayores que yo, pero no sé quiénes son. Yo debo tener un añito de edad o así, y estoy sentada en el suelo, mientras que la otra niña esta justo a mi lado, sacándose un moco con aire distraído. A mi otro lado está el niño, que permanece con cara seria y los brazos cruzados sobre su pecho, como si no quisiese posar para la instantánea.
Escribo, frunciendo el ceño con más fuerza.
Olivia: ¿Quién eres y por qué tienes una fotografía mía?
Gary: Tengo más fotografías. ¿No quieres saber quiénes son los otros dos niños?
Me da un leve estremecimiento al comprobar que está eludiendo mis preguntas y que las suyas, sólo aportan más confusión de la que ya tengo.
Olivia: ¿Por qué no contestas a mis preguntas?
Silencio. Pasan unos minutos y finalmente se desconecta.
¡Mierda!
Levanto las manos con frustración y después sigo mirando la pantalla del teléfono, a la espera, por si decidiese volver a conectarse, pero por desgracia eso no sucede.
Finalmente tomo una profunda respiración, dejo el móvil nuevamente sobre la mesita de noche y me tumbo sobre la cama con la cabeza con mil pensamientos cruzándose entre sí como una noche de lluvia de estrellas.
¡Genial! Si antes no podía dormirme, ahora menos.
Entonces vuelvo a pensar en Cameron y siento que tengo ganas de estar con él. Sí, Cameron me da la paz que yo necesito. Él siempre me hace sentir bien.
Me vuelvo a levantar de la cama y aliso mi camisón blanco de seda. No es nada del otro mundo, pero es muy cómodo y amplio. Me acerco al espejo que hay junto a la puerta y me arreglo un poco el cabello que ahora mismo parece un nido de pájaros. También me pellizco levemente los pómulos, intentando dale algo de rubor a mi rostro pálido.
¡Que ojeras más horribles!
Finalmente salgo de la habitación y me planto frente a la puerta de la habitación de Cameron. Una puerta blanca y lisa.
En este momento es cuando me doy cuenta de que mi pulso ha empezado a acelerarse. Mi cuerpo empieza a suplicar desesperadamente que vuelva sobre mis pasos, pero estoy decidida a entrar. Solo tengo que respirar y armarme del valor suficiente para hacerlo.
«Va a pensar que soy una ofrecida o que estoy desesperada», pienso.
Estúpida cabeza.
El pánico revolotea en mi estómago y por un segundo realmente sopeso la opción de regresar al cuarto de invitados.
Sí, voy a volver.
Retrocedo unos pasos, escuchando el ruido que hacen mis pies al hundirse en la suave moqueta color crema que piso, pero entonces recuerdo las ganas que tengo de estar con él, lo mucho que me apetece escuchar de nuevo su voz o ver su sonrisa y me detengo. Niego con la cabeza, me trago la cobardía, vuelvo a avanzar hasta la puerta y llamo.
¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!
Apenas puedo evitar que me dé un vuelco el corazón con cada latido frenético que se produce en mi pecho.
Oigo unos pasos al otro lado y de pronto, la puerta se abre de golpe, provocando que de un pequeño brinco. Cameron me mira sorprendido y yo abro la boca para hablar, pero las palabras se atascan en mi garganta cuando deslizo la mirada por todo su cuerpo y caigo en la cuenta de que únicamente lleva puesto uno bóxer negro de Calvin Klein.
—¿Rubia? ¿Qué sucede?
Joder, es tan guapo que verlo con el pelo despeinado, el pecho desnudo y esos ojos marrones tan penetrantes hacen que se me haga la boca agua.
—N...no —digo sin aliento—, no sucede nada, yo...
Cameron ladea la cabeza como un cachorro y me observa con curiosidad.
—¿Quieres pasar? —pregunta echándose un poco a un lado.
¡Dios! Debería negarme. ¡Ahora mismo! Debería inventarme alguna excusa estúpida del por qué estoy aquí y de por qué he llamado a su puerta a estas horas de la madrugada, pero mi cerebro no funciona correctamente cuando lo tengo delante con tan poca ropa.
Hace una mueca al ver que no respondo y que sigo ahí plantada como un pasmarote. Los espantapájaros tienen más flow que yo.
—Creo que no... yo... yo voy a regresar a mi... —Doy un paso atrás mientras balbuceo. La lengua me pesa horrores.
Sus labios se curvan provocativamente y a continuación se apoya en el quicio de la puerta, cruzando los brazos sobre su pecho y haciendo resaltar aún más esos músculos perfectamente esculpidos por algún Dios del deseo. Mis ojos se clavan con admiración en sus brazos.
¡Por Dios, qué brazos!
Tengo que obligarme a cerrar la boca antes de que se me caiga la baba al suelo.
—Sabes, deberías ir acostumbrándote a verme así o incluso sin nada de ropa —dice con una sonrisa torcida.
Salgo de golpe de mi ensimismamiento y lo miro sin poder ocultar mi aturdimiento. Su sonrisa se torna mucho más pícara mientras que yo siento como la sangre me sube de golpe a la cara.
Mi mente me traiciona por un segundo en el cual me lo imagino como Dios lo trajo al mundo frente a mí.
Oh sí, yo ya lo he visto desnudo antes y tengo que reconocer que me podría acostumbrar a verlo así, siempre y cuando se dé en un ambiente privado y no en el Night Affair con cientos de mujeres más salidas que el pico de una boina.
¡Santa, Virgen! ¡Qué cosas pienso! Salgo de inmediato de esos pensamientos tan indecorosos y sacudo la cabeza.
No sé qué contestar, no sé qué decir y ni siquiera me acuerdo de cómo se utilizaban las cuerdas vocales, porque abro la boca y la modulo como pez boqueando, intentando formar una frase coherente que no quiere hacer acto de presencia bajo ningún concepto.
Cameron me lanza una mirada de extrañeza y finalmente extiende su mano hasta mi muñeca, la rodea con sus cinco dedos y tira de ella haciéndome entrar en su habitación.
Apenas me da tiempo a parpadear cuando ya estoy dentro de su cuarto y la puerta se ha cerrado detrás de mí. Me quedo observando su gigantesca estancia. Su habitación es como cuatro veces la mía. La cama tienes las sábanas algo arrugadas, su maleta está abierta sobre el suelo en una esquina, con la ropa arremolinada dentro, a la derecha hay un escritorio completamente vacío y a la izquierda hay una pared llena de posters de grupos que ni conozco.
—¿No podías dormir? —pregunta.
Niego con la cabeza. Confirmado... todavía sigo muda. Mis ojos caen hasta esa bonita prenda de marca que realza sus enormes y masculinos encantos.
¿Por qué tiene que llevar un bóxer de Calvin Klein? Esa prenda interior debería estar literalmente prohibida, porque por su maldita culpa mis ojos descienden esporádicamente a ese punto donde el elástico negro del bóxer con las enormes letras blancas se ciñe a su cintura, dejando a la vista una pequeña línea de vello que se pierde por debajo de la tela.
Acabo de llegar a la conclusión de que los bóxers de Calvin Klein se inventaron para torturar a las mujeres. No tengo dudas.
Cameron rodea su enorme cama cubierta por sábanas grises y acomoda algunas almohadas antes de sentarse sobre el colchón y apoyar su espalda sobre el cabezal de madera blanca. Es una cama realmente gigantesca. Creo que todo un equipo de fútbol podría dormir en ella, con sus suplentes, entrenadores y todo.
—Anda, ven aquí —me ordena extendiendo una mano en mi dirección. Me sonrojo de golpe y se da cuenta de ello—. Vamos, no vamos a hacer nada —asegura.
Al decir eso, una extraña oleada de calor me recorre por dentro mientras mi subconsciente grita a todo pulmón: «¡¿Neta me lo juras?!».
Obedezco y me aproximo a él. Cuando me siento sobre el colchón de su cama, puedo confirmar que es mucho más cómodo que el colchón de la habitación de invitados. Me recuesto a su lado manteniendo cierta distancia entre nuestros cuerpos, me acomodo el pelo a un lado y lo miro.
—¿Tú tampoco podías dormir? —Consigo preguntar al fin.
Cameron me mira y sonríe con dulzura.
—No.
—¿Por qué? —quiero saber.
—Porque no podía dejar de pensar en ti —asegura sin un atisbo de duda en su voz.
Me estremezco ante sus palabras, sonrío y me relajo un poco. Siento como un millar de mariposas emprenden el vuelo en mi estómago con esa pequeña declaración, haciéndome sentir como si hubiese regresado a la adolescencia.
¿Cómo lo hace? ¿Cómo logra hacerme sentir todas estas emociones tan increíbles y en tan poco tiempo?
¿Debería ser sincera yo también? ¿Debería confesarle que es el culpable más directo por mi falta de sueño esta noche? Sí, definitivamente debería hacerlo. A fin de cuentas, en eso consisten las relaciones, ¿no? En ser sinceros.
—Yo tampoco podía dejar de pensar en ti —declaro.
Una sonrisa de satisfacción ilumina todo su rostro de una forma extraordinaria y, a continuación, se tumba de espaldas apoyando su cabeza sobre la almohada, tirando de mí para que apoye mi cara sobre su pecho desnudo. Con cuidado, me acurruco junto a su cuerpo que desprende un agradable calor que me reconforta y me hace sentir muy bien. Huele de maravilla, a ese ya familiar olor a jabón de sandía y creo que a aftershave, pero no estoy muy segura de lo segundo. ¿Estaría mal si cuelo mi cara en el hueco de su cuello e inhalo profundamente? Creo que mejor dejaré eso para cuando tengamos más confianza.
Siento su barbilla descansando sobre mi cabeza y sus dedos enredados en mi pelo mientras me acaricia con suavidad. Su respiración es tranquila y me encanta como mi cabeza se mueve arriba y abajo con cada una de sus inspiraciones y expiraciones.
—Creo que... —Intento entablar conversación, pero estoy demasiado nerviosa y mi voz tiembla levemente por su proximidad—. Creo que deberíamos conocernos un poco más. Quiero decir, nos conocemos de hace años y eso, pero en realidad no sabemos mucho el uno del otro.
Cameron se mueve un poco hacia mí y cuando levanto la vista, compruebo que me está mirando con el ceño ligeramente fruncido.
—¿Qué quieres saber?
—No sé —Suspiro—. Quiero saber cómo te gusta el café, cuál es tu color favorito o cuál es el plato que más detestas en el mundo.
Cameron arruga la frente en una expresión pensativa y después dispara:
—Con leche, azul y todo lo que lleve guisantes, creo.
Me incorporo un poco y apoyo un codo sobre el colchón para poder mirarlo directamente a los ojos.
—¿No te gustan los guisantes?
Acerca su rostro un poco más al mío como si me fuese a contar un pequeño secreto.
—No. En realidad, los odio —confiesa con un rápido y sexy movimiento de cejas.
¿Los odia? Pero si están deliciosos.
—A mí me encantan los guisantes y creo podría comerlos todos los días de mi vida. —Cameron arruga la nariz con disgusto—. Una vez, cuando era pequeña, recuerdo que mi padre me llevó a comer a un restaurante en Michigan y me pedí un plato de guisantes. El camarero me los quería ofrecer con algún tipo de acompañamiento más sustancioso tipo carne, jamón o tortilla francesa, pero yo sólo quería guisantes. Un buen plato de guisantes fritos. Me trajo un plato enorme y me lo comí entero. No dejé ni un solo guisante y como era una niña y no tenía mucho sentido del decoro, creo recordar que hasta finalmente relamí el plato hasta que mi padre me regañó por eso.
Una sonrisa aparece en sus labios y niega con la cabeza.
—¡Joder, Olivia! Eso es asqueroso. Si vas a relamer un plato en un restaurante, que sea porque en él había algún alimento más jugoso como algún tipo de salsa o así, no unos tristes e insípidos guisantes.
—¿Qué dices? ¡Los guisantes están buenísimos! —exclamo dándole una fuerte palmada en el hombro en señal de protesta.
—Vale, vale —comenta levantando las manos en son de paz mientras su risa lo inunda todo—. Ya sé lo que debo prepararte para cenar cuando te enfades conmigo y me quieras mandar a dormir al sofá.
Su comentario me hace reír, pero especialmente porque me hace sentir como si su verdadero propósito fuese tener una relación seria o estable conmigo y eso me gusta. Me gusta que piense más allá de este momento en el que estamos ahora mismo y que visualice esas escenas cotidianas de pareja, aunque nosotros no estemos todavía en ese punto, claro.
—¿Eso quiere decir que me vas a hacer enfadar? —pregunto levantando una ceja con una suspicacia fingida.
—Sabes, casi todos mis amigos o conocidos que tienen novia me lo han dicho. Las novias se enfadan mucho y por todo. De hecho, mi amigo Lex dice que el chico siempre tiene la última palabra en una relación: "Sí, cariño".
Parpadeo unas cuantas veces seguidas cuando termina de decir todo eso, porque sólo hay una palabra en todo lo que me acaba de decir, que se ha quedado obturada en mis pensamientos.
—¿Soy tu novia? —murmuro algo inquieta mientras enrollo mi dedo índice en un hilo suelto de la sábana.
Sus ojos me analizan con cautela y tras varios segundos sosteniéndonos la mirada mutuamente y con una expresión más bien neutra, se incorpora él también sobre el colchón, sosteniendo el peso de su cuerpo sobre un codo.
—¿Quieres serlo? —Él me mira fijamente. Tanto que ya puedo sentir la inestabilidad emocional haciéndome puré.
¿Es una pregunta trampa? ¡Mierda!
Tenso los labios con fuerza para que no me empiecen a temblar.
¿Quiero? Supongo que sí, pero la pregunta es... ¿lo quiero ya mismo?
Piensa, piensa, piensa, piensa algo Olivia, pero piensa.
—Quiero ir despacio —declaro al fin.
Me observan durante varios segundos más antes de asentir.
—Bien, ya estamos yendo despacio. —Me guiña un ojo para quitarle hierro al asunto, porque estoy segura de que ha podido leer el miedo en mis ojos—. Fíjate que estamos los dos solos sobre una cama en mitad de la noche y yo sigo con el bóxer puesto y tú con ese horrible camisón de abuela de los años cuarenta.
—¿Qué? ¡No es de abuela! Lo compré en una tienda exclusiva —protesto sentándome sobre el colchón y cubriéndome las rodillas con la suave seda del camisón.
—¿Hace cuánto? ¿Treinta años? —Se burla—. Pues mi abuela Suzanne tiene uno muy parecido. No, espera... el de mi abuela no cubre tanto el cuerpo. Definitivamente el de ella es mucho más atrevido que este —afirma, pero sonríe mientras habla.
—Espera —le digo—. ¿Me estás llamando vieja recatada?
Cameron ríe todavía más y se sienta él también, acercándose un poco más a mí. Sus piernas tocan las mías; las mías heladas y las suyas ardiendo.
—Me siento ofendida. Creo que me voy a ir de nuevo a mi habitación —expreso fingiendo un puchero infantil.
—¿Ves? Este es el momento indicado para invitarte a cenar unos suculentos y sabrosos guisantes. Encima me vas a salir baratísima.
—Ni por esas te perdonaría que hayas insinuado que mi camisón es de abuela —contesto de inmediato haciéndome la digna y alzando mi barbilla.
Me giro a un lado para levantarme de la cama, pero entonces Cameron salta inesperadamente sobre mí y me da la vuelta hasta que su cuerpo queda sobre el mío. Su nariz se hunde directamente en mi cuello y por un momento creo que va a besarme ahí; nada más lejos de la realidad. El muy sinvergüenza me hace una gigantesca pedorreta, que hace que me vibre todo el pecho mientras chillo por la sorpresa.
—¡Dios mío! ¡Para! ¡Me haces cosquillas! —Pero no obedece. Toma más aire y me hace otra pedorreta bien sonora—. ¡Cameron! —Casi me atraganto entre carcajadas—. ¡Eres un idiota! —exclamo sintiendo que se me va a desencajar la mandíbula de la risa mientras forcejeo con él para quitármelo de encima, pero es inútil. Es como cien veces más fuerte que yo.
Cameron levanta la cabeza y me mira con autosuficiencia. Sus codos siguen clavados a cada lado de mi cabeza y su cuerpo continúa presionando el mío contra el colchón, pero con cuidado de no aplastarme.
—Lo sé, pero aun así te gusta mucho este idiota —asegura.
Los dos nos reímos y finalmente se aparta a un lado, con lo que volvemos a estar tumbados uno frente al otro. Estoy tan cómoda con su compañía ahora mismo que de verdad quiero conocer más cosas sobre él.
—Tengo una idea —digo con una sonrisa todavía tatuada en mis labios.
Cameron entrecierra los ojos.
—Estoy empezando a temerle a tus ideas, rubia.
—Será divertido —le garantizo—. ¿Qué te parece si jugamos a un juego?
—Vale, ahora estoy realmente acojonado. ¿Qué clase de juego? —Se interesa.
—Vamos a jugar a hacernos preguntas de índole más íntimas —propongo.
Suelta una risita baja y profunda.
—¿Íntimas como qué?
—No sé... —digo pensando un poco—. Por ejemplo, ¿cómo fue tu primer beso?
Se queda en silencio y me barre la cara con la mirada con una expresión que mezcla la sorpresa y el asombro.
—¿Es que ya lo has olvidado o qué?
Frunzo el ceño sin entender.
—¿Olvidarlo? —Trato de hacer memoria y repasar nuestras últimas conversaciones por sí ya me lo había contado y a mí se me ha olvidado, pero nada—. Perdóname, pero no recuerdo que me lo hayas contado antes.
Se me disparan los nervios cuando alarga una mano y desliza su pulgar lentamente por mi labio inferior. Su tacto siempre es bien recibido por mi cuerpo.
—Mi primer beso te lo di a ti —susurra.
¡OH!
Neuronas rubias chocando bruscamente.
¡Oh, ya!
Aquel beso, sí.
Claro...
Ese no lo he olvidado. Menudo muchachito más descarado.
Una sonrisa aflora en mis labios al recordarlo.
—Sí —continuo—, lo que pasa es que me refería a un beso de verdad, ya sabes. Uno más de adultos —le explico sin saber muy bien si está entendiendo lo que quiero decir.
—¿Uno con lengua? —pregunta confuso.
Lo miro con vacilación, pero supongo que a eso me refiero exactamente con "un beso más de adultos".
—Sí, eso. ¿Cómo fue?
Parece estar reflexionando sobre mi pregunta, cuando se lleva una mano hasta la barbilla y se rasca la incipiente barba que le crece en esa zona. Me gusta cuando lleva un par de días sin afeitarse, porque le hace parecer más adulto y no tan jovencito.
—Pues... fue con una amiga —explica—. En realidad, no fue muy especial, porque no surgió de forma espontánea ni como consecuencia de algún tipo de sentimiento romántico entre los dos.
Mis cejas se juntas antes de hablar:
—¿A qué te refieres?
—Pues que los dos decidimos que antes de besar a otras personas, mejor nos besábamos entre nosotros dos para ver qué tal era esa experiencia. Fue bastante raro la verdad, porque ella era mi mejor amiga. Después de eso estuvimos un tiempo sin hablarnos. Las cosas estaban muy raras entre nosotros dos. Yo quería seguir siendo sólo su amigo, pero creo que ella quería más besos o al menos eso me pareció en aquel momento.
—¡Oh! ¿Cuántos años tenías? —pregunto con prudencia.
—Yo catorce y ella trece.
¡Joder, qué jóvenes! Yo no di mi primer beso hasta los dieciséis años bien cumplidos. Claro que jamás contaré como beso aquel que me dio Justin Crow cuando tan sólo tenía diez años y le pedí prestado un sacapuntas en clase de dibujo. El muy imbécil me lo dejó y también me robó un beso fugaz porque, según él, debía cobrarse el préstamo del sacapuntas. Me dio tanto asco que estuve una semana entera lavándome la boca con jabón y abundante agua.
—¿Y volvisteis a besaros después de eso? —pregunto con absoluta curiosidad.
Un fuerte suspiro se escapa de sus labios.
—¿No puedo pasar de esa pregunta?
Vale, tiene razón. Realmente ya le toca preguntar, pero para su desgracia yo no he terminado todavía con mi interrogatorio. ¡Ja!
—¡Oh, no! —exclamo—. Son las reglas. ¿Volviste a besarla?
—Sí —afirma con fastidio y mirando al techo.
—¿Cuándo? —disparo de forma inmediata.
—¿Cuándo qué?
—¿Cuándo volviste a besarla? —Hago un gesto de "obvio".
—Pfff... no me acuerdo, Oli —asegura pasando su mano por el pelo.
Parece algo incómodo, pero yo quiero las respuestas y no me voy a detener hasta que me conteste a todo.
—¿No lo recuerdas?
—No —asegura.
—¿Fue mejor que la primera vez?
—Imagino.
—¿Imaginas?
Cameron resopla. Fuerte. La incomodidad en su mirada se vuelve más latente. Si, creo que está perdiendo la paciencia.
—Sí. Oye, ¿cuándo me toca preguntar a mí? —inquiere con frustración.
De repente, los pulmones me pesan como dos rocas gigantes, pero trato de sonar decidida cuando digo:
—Ay sí, perdona. Pregunta lo que quieras.
—Bien. ¿Tu primera vez fue con Tyler? Y no me refiero a los besos.
¡Wow!
¡Dios! Qué pregunta más directa.
Un nudo enorme obstruye mi garganta mientras que mis cejas se disparan hacia arriba.
—Ehmmmm... no. —Trago saliva rápidamente, intentando con ello tragarme también la vergüenza—. En realidad, hubo un chico antes de él.
Cameron parece sorprendido y acomoda su cabeza sobre la almohada.
—¿Ah sí? ¿Y cómo se llamaba?
Siento tanta vergüenza que hasta estoy un poco mareada, pero en este juego todas las preguntas valen, o al menos eso es lo que dice mi amiga Jess, así que me toca darle una respuesta.
—Se llamaba Ben y bueno, estudiaba conmigo en el instituto —empiezo a contarle—. Era muy guapo y popular, pero la verdad es que me trajo muchos problemas después, porque había una chica en concreto que iba como loca detrás de él. —Caigo en la cuenta de que Sam fue novia de Neal—. Bueno, a la chica la conoces. Era Sam, la ex novia de tu hermano.
Cameron contrae la cara en un gesto de asco.
—Entonces ese Ben debía ser un gilipollas porque Sam solo salía con idiotas. —Sus labios se curvan—. ¿Y qué pasó con él?
—Oh, se mudó a otra ciudad. —De algún modo, siento que necesito darle una explicación más ampliada o profunda a Cameron—. No fue nada del otro mundo. De hecho, me arrepiento un poco de haberle entregado algo tan valioso a alguien que no fue en absoluto especial. Debería haberme esperado a dar ese paso con el indicado.
—¿Con Tyler?
¡Pum, pum! El corazón me da dos sacudidas potentes cuando Cameron lo nombra. ¿O han sido dos disparos?
Tyler...
De pronto, recuerdo nuestra primera vez en la noche de mi dieciocho cumpleaños. Lo nerviosa que estaba yo y lo cuidadoso y atento que fue él. Pensarlo me entristece y tengo que reconocer que me pareció algo precioso.
Puede que las cosas entre nosotros dos se torciesen más que la torre de Pisa, pero desde luego, él habría sido el indicado sin lugar a dudas. No me arrepiento de nada de lo que vivimos juntos, pese al sabor tan amargo que me dejó al final.
Me trago el nudo de sentimientos descontrolados antes de volver a hablar.
—Sí, Tyler. ¡Vale! Ahora me toca preguntar —digo antes de que pueda ver el dolor reflejado en mi cara—. Tu primera vez.
Yo también siento curiosidad y ya que él preguntó primero...
—¿Qué quieres saber? —pregunta animado.
—¿Con quién fue?
La tensión incómoda vuelve a emerger en la expresión de Cameron.
—Pues... bueno —duda—. Con la misma chica con la que me di el primer beso "de verdad" —comenta esto último haciendo el gesto de las comillas.
¡Vaya! La amiga para todo.
—¡Oh! ¿Tu amiga otra vez? Parece que se ha llevado todas tus primeras veces. ¿Cómo se llamaba?
Se queda un momento en silencio y yo espero con paciencia a que responda mientras que él espira profundamente.
—Maya.
¿Maya? ¿MAYA? ¿Maya la del facebook? ¿La chica de los besos, corazones y los "te echo de menos"? ¿La única a la que Cameron responde a los mensajes? ¡Ay no!
La idea de que posiblemente tenga una folla-amiga no me complace en absoluto, sin embargo, no quiero precipitarme sacando conclusiones erróneas.
—¿La sigues viendo? —La pregunta sale casi disparada de mi boca.
Cameron me observa con atención unos segundos.
—Sí. La veo todos los años. Es mi vecina aquí en Los Hamptons. De hecho, mañana tenemos una fiesta de verano en su casa e iremos todos. Tú irás conmigo.
¿Qué? ¿Encima la voy a conocer? No, no, no... Esa es una pésima idea. En serio, en la escala del 1 al 10, siendo el 1 lo más pésimo, conocer a esa chica ahora mismo está en el -5.
De algún modo consigo exhibir una sonrisa, aunque sea más artificial que la entrepierna de un Ken.
Me muerdo el labio inferior y algo abatida, dejo escapar el aire contenido por la nariz.
—Oye, Cameron, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Creí que estábamos jugando a eso —responde con tranquilidad.
Aguanto su penetrante y directa mirada, mientras intento dotar de valor suficiente a las palabras que me queman y que tengo hormigueando en la punta de la lengua.
—Sí, claro —logro decir antes de soltar la pregunta bomba—. ¿Te has acostado con ella más veces?
Cameron alarga su mano y roza con sus dedos mi mejilla, apartándome un mechón de pelo de la cara. El gesto es de lo más tierno.
Tras unos instantes de silencio, pregunta:
—¿Realmente quieres saber la respuesta?
Asiento con la cabeza, aunque no sé por qué, presiento que su respuesta no me va a gustar un pelo.
—Sí —afirma.
¡Ouch! Siento un pequeño pellizco en el pecho. Cierro los ojos un momento y respiro, intentando convencerme a mi misma de que lo importante no es que tuviese una folla-amiga en un pasado no muy lejano. Lo importante es que ya no sea una folla-amiga y se haya quedado solo en lo de amiga.
—Nuestra primera vez fue algo recíproco —empieza a hablar y yo abro los ojos—. Para ella también fui su primera vez y en ese momento tenía a una chica llamada Sandra Collins como loca detrás de mí, intentando que eso sucediese entre nosotros a toda costa. Maya se puso bastante celosa por eso. —Sonríe al recordarlo—. Un día, me encontré a Maya llorando en las escaleras de mi casa y no quería decirme lo que le pasaba, pero al final acabó confesándome que ella quería que nuestra primera vez fuese juntos y no con otras personas.
—Y accediste.
—Sí.
La simple idea me molesta.
—Espero que sí te pide que te tires por un puente, no hagas lo mismo.
Suelta una carcajada ante mi comentario.
—¿Eso son celos?
Inspiro y niego con la cabeza.
—Para nada. Es sólo que me parece un poco de extorsión por su parte.
—No, no fue eso. No me arrepiento de haberlo hecho con ella aquella vez. Los dos éramos unos novatos en el tema del sexo y aunque fue un puñetero desastre, creo que eso nos unió un poco más al final.
¿Cómo que los unió? ¿En qué sentido?
¡Dios, Oli! ¿Desde cuándo te has convertido en una celosa empedernida?
—¿Quieres decir que empezasteis a salir?
—No, que va —niega de forma categórica—. Yo nunca he salido con nadie, rubia. Nunca he tenido ese interés y ella no fue la excepción, cosa que no le sentó demasiado bien al principio. Después simplemente lo aceptó y se resignó.
—Pero seguisteis manteniendo relaciones sexuales. —Mi tono de voz suena casi como una acusación más que una afirmación.
—Sí, porque las cosas han sido algo complicadas entre nosotros dos. Ella es la única chica en mi vida con la que me he acostado más de una vez. Generalmente lo hago así, porque no quiero atarme emocionalmente a nadie. Algunas lo entienden y otras simplemente están de acuerdo porque tampoco quieren nada serio, pero otras muchas sí buscan algo más. Por eso yo nunca repito, excepto con Maya. Nos conocemos demasiado bien, nos tenemos mucho cariño y ella ya no espera nada de mí.
¿Una privilegiada? Por el amor de Dios, ¿pero con cuántas mujeres se ha acostado este chico? ¡Si sólo tiene dieciocho años! Joder con el Atractivo Cabrón, la prisa que se ha dado...
—Entiendo —digo con sequedad y me recuesto hacia arriba con la mirada clavada en el techo.
Sí, estoy de morros... Lo de la folla-amiga me ha sentado como una patada en el culo.
—¿Me toca preguntar?
—Creo que ya me cansé del juego, Cameron. —Mi voz revela un enfado que no me molesto ya ni en ocultar.
¿Enfadada por qué? Pues no lo sé, pero lo estoy y mucho. Supongo que no me hace ni puñetera gracia que haya sido tan "happy flower" con las chicas y el sexo y, para colmo, tiene una amiga privilegiada. Una amiga que seguramente mañana, en esa fiesta, quiera llevárselo a la cama como toda una privilegiada que es.
—Pero eso es injusto —protesta—. Yo te he contado muchas más cosas que tú a mí.
—Estoy cansada, Cam —le espeto—. Creo que me volveré a mi habitación.
Me deslizo a un lado antes de que pueda detenerme y me pongo en pie.
Sus ojos parecen tristes, pero me importa un comino. Si está triste, que llame a su amiguita.
—No te vayas —me pide mientras se incorpora él también—. Quédate a dormir aquí conmigo. Prometo no hacer nada.
Doy media vuelta y me alejo hasta la puerta.
—Sí, no vaya a ser que luego me des la patada, porque no quieres nada serio. Mis palabras van llenas de veneno.
—¡¿Qué?! —exclama y me paro en seco frente a la puerta—. Olivia, eso no va a suceder.
¿Por qué me gusta tanto cuando me llama por mi nombre? ¿Por qué?
Giro sobre mis talones y le lanzo una mirada recelosa.
—¿Cómo estas tan seguro?
La pregunta lo deja notablemente descolocado y un silencio se apodera de los dos de forma violenta. Cameron agacha la mirada y sus hombros caen con pesadez hacia adelante.
¡Aja!
—¿Ves? Ni siquiera puedes contestarme. —A veces tengo la impresión de que busco cualquier excusa para alejarlo de mí.
Él levanta la vista hacia mí con gesto apurado. Me mira como si estuviese dudando de algo o de decir algo, y cuando ve que me preparo para darme la vuelta de nuevo, suelta un:
—Porque a ti te quiero.
Plufffffffff... eso ha sido mi enfado disipándose.
¡Un momento!
¿QUÉ?
Mi mandíbula se abre de pronto.
¿Cómo que me quiere? ¿Me quiere? ¿Pero en qué sentido?
¡Ay, Dios!
Cuando se me pasa el shock le miro entrecerrando los ojos. En cinco pasos se planta frente a mí y yo le aparto la mirada. No quiero que me ablande con sus ojos oscuros e hipnóticos, pero me agarra del brazo y tira de mí para que le mire.
—Ya... —digo mordaz y le regalo una mirada dura; una que me sirva de escudo—. ¿Y a cuántas más se lo dices?
—A todas —murmura en voz baja y de forma inmediata.
¿A todas?
Mi pecho se tensa y un dolor agudo me aprieta el corazón hasta encogerlo al máximo, casi queriendo hacerlo desaparecer. No puedo evitar que la sorpresa parpadee en mis ojos.
—¿A todas se lo dices?
Sus ojos marrones brillan con fortaleza y para mayor confusión mía, las comisura de sus labios se estiran hacia arriba. Joder, su maldita sonrisa me derrite y no, no, no y sencillamente NO. ¡Ahora no! No es el momento.
Me mira fijamente y sus cejas rubias se arquean un poquito.
La estancia se queda sumida en un repentino silencio y el oxígeno que flota en el ambiente me parece sencillamente insuficiente. Con la mano que sigue sujetando mi brazo, tira un poco más de mí para acercarme a él y la otra, la coloca sobre mi cadera. Veo por el rabillo del ojo cómo mi pecho sube y baja a gran velocidad porque toda yo estoy acelerada ahora mismo, pero soy incapaz de apartar la vista de su preciosa y enigmática cara.
—Sí, a todas les digo que te quiero —susurra acercando su boca a la mía.
Mi corazón se hincha como un globo... se hincha más... un poco más y todavía un poco más... y finalmente explota cuando sus labios entran en contacto con los míos.
Cada vez que siento que desciendo hasta el mismísimo infierno, que me encierro, que me bloqueo o simplemente que huyo asustada como una cobarde por sentir o amar, Cameron encuentra la manera de llegar hasta mí e impulsarme con fuerza hasta el cielo, hasta las nubes, hasta allí donde todo lo vea claro.
¡Hola personitas!
Las TeamCameron en este momento:
Las TeamTyler tras el capítulo :
Sí, queridas y queridos. Ese último trozo de la conversación ya figuraba en la nota de bienvenida de "Fuera de mi camino". Hace como casi dos años o así que la escribí y siempre dije que os iba a sorprender quien iba a pronunciar esas palabras. Claro que allí hay una versión más escueta.
🙈 Ha aparecido un desconocido... ¿quién será? ¿Por qué tiene una fotografía de Oli cuando era casi un bebé?
👩🏻 ¿Y la folla-amiga de Cameron? ¿Esa tal Maya Larrson? ¿Traerá problemas?
👉🏻 Voy a aprovechar para deciros que escribo capítulos bien largos y más que revisados/editados, lo cual me lleva una eternidad para actualizar. Os pido paciencia con eso, porque algunos quieren que lo haga más seguido, pero no le voy a bajar la calidad a lo que escribo por precipitarme y actualizar antes. Además de eso, también os informo que soy madre y trabajo... espero que lo entendáis.
Y seguimos subiendo la rampa empinada.... (madre mía, la bajada va a ser descomunal). 😱😱😱😱
Muchas me piden que Tyler vuelva, que Oli se queden con Ty y demás. Tengo que deciros nuevamente que tengáis paciencia. No puedo escribir más rápido y llegar a las partes que cada uno quiere leer, pero todo a su debido tiempo
⭐️Regálame una estrellita bonita, porfis.
⭐️Recuerda brindarme tus preciosos comentarios, porque de todos los comentarios recibidos por los lectores, elegiré a uno para dedicarle el siguiente capítulo.
⭐️Por último, sígueme en Wattpad y en el grupo de facebook.
🦋💙💙💙🦋
DEDICATORIA:
El capítulo de hoy se lo quiero dedicar a una de esas fieles lectoras (Tengo la suerte de tener muchas 🥰) Gracias por aparecer tras cada capítulo y regalarme tus comentarios y estrellitas. Aunque creáis que no, tengo muy buena memoria y os recuerdo a casi todas.
@MeluRuiz9
Muchas gracias por tu apoyo en esta historia
Sin duda, la mayor recompensa de un escritor en Wattpad es tener lectoras como tú.
💓🤓LECTORA DE LA SEMANA🤓💓
Aquí vamos otra vez con el premio lector. Premio que le concedo a esos que me comentan los capítulos hasta quedarse sin piel en las yemas de los dedos.
Esta semana el premio es para.....
Mi querida y preciosa venezolana que también me tortura con su historia, porque no actualiza y a mí ya no me quedan uñas...
Gracias amiga por comentar siempre y estar aquí conmigo desde casi el comienzo. Eres de las pocas que ha perdurado en el tiempo y de verdad quería agradecértelo.
Pd: Las pijas también son felices, aunque a veces parece que se esfuerzan en buscar cualquier excusa para ser infelices.
¡Besos, besos y más besos! 😘🥰♥️
Nos vemos en el próximo capítulo
Sarhanda
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top