26. Cameron - Soy tuyo

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

Can be him - James Arthur
(Puedo ser él) Está canción es perfecta para este capítulo. Espero que os guste mucho.
La tenéis también en la cabecera.

Me quedo mirando a Olivia, que permanece sentada en el suelo con las piernas replegadas hasta tocar su pecho y la espalda descansando contra la pared. Tiene el cabello algo revuelto, los ojos tristes y la expresión cansada, pero aun así me sigue pareciendo la chica más bonita que he visto en mi vida. Es absolutamente preciosa y podría quedarme aquí de pie, observándola por horas sin cansarme de admirarla. Lástima que éste no sea el mejor momento para eso.

El agua de mar me chorrea por toda la ropa hasta los pies descalzos y empieza empapar parte de la moqueta que piso, pero no me importa. Cuando hace un rato hemos terminado de grabar las escenas en la playa, he venido corriendo a buscarla sin cambiarme antes de ropa o por lo menos secarme un poco con una toalla.

Necesitaba urgentemente verla. Ella me importa más que cualquier otra cosa en este momento. Desde que la he visto soltarle el bofetón a mi hermano ahí fuera y salir corriendo hasta esta casa, ya no he podido pensar en otra cosa que no fuese ella. He querido golpear a Neal inmediatamente después de que Olivia hubiese abandonado la grabación, pero los fotógrafos y el personal de grabación me lo han impedido. Me han pedido un poco de calma y que me centrase en terminar las grabaciones, aunque eso era lo que menos me apetecía hacer en ese momento.

Neal es un imbécil. Apuesto a que le ha dicho alguna barbaridad a Olivia para hacerla sentir así de mal, porque ella no reacciona de esta forma por nada.

¡Joder! Sólo de pensarlo me entran unas ganas horribles de volver a salir ahí fuera y partirle la puta cara a ese payaso de feria que tengo por hermano.
Sé exactamente lo que le molesta de todo esto. A él le jode pensar que entre Olivia y yo hay algo más que una simple amistad o relación profesional, y más cuando él no logró gran cosa en su momento, cuando tuvo su oportunidad años atrás. Eso lo tiene que estar torturando y seguramente no duerme por las noches pensando que su hermano pequeño le tomó por primera vez la delantera en algo, porque Neal siempre fue el hermano perfecto de cara a los demás, el que todo lo hace bien, el que siempre gana, el que lo tiene todo, pero esta vez no es así. Esta vez él pierde, porque la rubia lo aborrece.

Olivia parpadea observando mi camisa y mis pantalones completamente empapados y pegados a mi cuerpo, pero yo sólo puedo quedarme ahí de pie... observándola con auténtica fascinación, tal y como ella me observa a mí.

Es increíble como una persona, en tan poco tiempo, te puede llegar a calar de esta forma tan profunda; hasta convertirse en tu prioridad número uno para todo. Sentir como si cada día que pasa, lograra penetrar más en tu ser hasta instalarse sigilosamente en tu corazón. Es increíble, porque ni siquiera nos hemos acostado y ya siento una conexión mucho más fuerte con ella, que con cualquier otra chica con la que haya podido estar más físicamente. Ella es mucho más que todo eso. Es como si mi alma pidiese a gritos pasar más tiempo junto a la suya. Simplemente brindándome su compañía. Olivia se ha convertido en lo primero y lo último en lo que pienso cada día antes de acostarme y levantarme. Claro que todo esto no se lo voy a decir, porque sé que no está preparada para escucharlo todavía. Si lo hiciese ahora mismo, saldría corriendo de esta habitación como un cohete.

Un pequeño gusanillo se me remueve en el estómago cuando Olivia esboza en mi dirección esa tímida sonrisa suya que tanto me gusta y nos sonreímos durante un breve instante. Definitivamente se le da fatal eso de fingir o aparentar que se encuentra bien cuando evidentemente no es así.

—Olivia —susurro su nombre.

Tiene las manos sobre las rodillas, los hombros encogidos y expulsa un sonoro suspiro por esos labios sonrosados y levemente entreabiertos, que me muero de ganas por besar cada vez que la tengo delante.
Si ella supiese todo lo que despierta en mí. Si ella me permitiese ir poco más allá, si dejase de estar constantemente en guardia conmigo... yo... yo...no. No soy tan idiota. Ella necesita sentirse segura, ir lento, paso a paso, palabra por palabra y descubrir el camino hacia mí por si sola. No puedo permitirme el lujo de fallar por mi impaciencia o anhelo de conseguir algo más de ella. Eso sería una tremenda cagada por mi parte y no, no soy tan estúpido como para cagarla de forma tan épica.

—Estoy bien —asegura, y desvía la mirada hacia la ventana que hay al fondo de la habitación.

A continuación, cierra los ojos por un momento, como si estuviese intentando ocultarme su malestar o sus ganas de llorar, pero se le da como el culo y hasta me resulta gracioso ver como retiene el tembleque de su labio inferior, atrapándolo entre sus dientes.

Un escalofrío repentino recorre mi cuerpo y entonces, pienso que primero he de hacer algo. Me llevo las manos al cuello de mi camisa y empiezo a desabrochar la prenda mojada y fría. Ella velozmente gira la cabeza hacia mí, abriendo los ojos de par en par.

—¿Qué haces?

Tengo que contenerme para no soltar una enorme carcajada cuando percibo el terror que destila su voz.

—¿Tú qué crees que hago?

Mira cómo me desabrocho el resto de los botones antes de hablar:

—¿Desnudarte?

Sus ojos recorren mis pectorales y descienden hasta mi abdomen con asombro, lo que me hace sonreír sutilmente. Sé que le gusta lo que ve. Lo veo en sus ojos. Su mirada no me miente; nunca lo ha hecho.

—En realidad, solo me voy a quitar la camisa para no acabar esta noche en urgencias por una neumonía —digo tirando la prenda húmeda a un lado—, pero si quieres puedo desnudarme de cuerpo entero. —Me encojo de hombros con diversión.

Olivia niega con la cabeza y un rubor ascendente aparece en sus mejillas. Sé que mi presencia la altera siempre, que cuando me aproximo mucho a ella, empieza a hiperventilar y eso es buena señal. Muy buena señal, de hecho. Significa que logro despertar en ella algo nuevo o diferente al resto de hombres. Seguramente solo sea una mera atracción física, pero con ella quiero conseguir mucho más que eso y no voy a descansar hasta conseguirlo. Si tengo que aprovechar la atracción física como gancho para lograrlo, pues que así sea. Dicen que en el amor y en la guerra, todo vale, ¿no?

Madre mía, yo pensando en el amor...
¡Es una locura!
Es de locos... lo sé, pero así es la vida.

Ella me gusta para llevarla a cenar, al cine por las tardes, para quedarnos acurrucados uno al lado del otro en un sofá mientras vemos películas que seguramente yo jamás habría elegido ver, y todas esas mariconadas que siempre critiqué tanto en las relaciones de los demás. Incluso tengo que reconocer que disfruto dando un paseo en bicicleta con ella. Me pregunto si querrá volver a subirse a una conmigo. No sé por qué, pero lo dudo.

Me aproximo a ella, flexiono las rodillas antes de apoyarlas en el suelo y Olivia se retira rápidamente hacia atrás, apretando al máximo su espalda contra la pared e inspirando hondo con brusquedad. Su reacción me parece divertida. Parece un ratoncillo asustado y acorralado. Como si yo me la fuese a comer.

«Todavía no, cariño», pienso.

—¿Qué te dijo el capullo de mi hermano? —Cambio de tema intentando tranquilizarla.

Parece funcionar, porque inmediatamente hace una mueca de disgusto.

—Cosas de capullo —dice en un enérgico bufido—. En serio, a veces me sorprende que ese ser pueda ser tu hermano y que haya salido de la misma mujer que tú. ¿De verdad compartís genes?

Me siento en el suelo, cruzando las piernas para estar más cómodo, justo antes de estallar en carcajadas.

—Créeme, yo también me lo pregunto constantemente. A veces pienso que es adoptado y otras veces, afirmo que se le debió caer a alguna enfermera cuando nació. No puede tener otra explicación —explico entre risas.

Me mira poco convencida, hasta que finalmente relaja los músculos de la cara y se contagia de mi risa.

—Sí, Dios... es tan idiota —afirma entre risas y sus ojos ruedan hasta el techo.

—Le diste un buen tortazo —aseguro.

Se mira la palma de la mano derecha.

—¡Ay! ¡Sí! Pero no veas cómo me escocía la mano. —Me la enseña con entusiasmo—. Todavía siento un leve picor en ella justo aquí y mira que ya ha pasado rato.

Alargo mi mano para sujetar la suya. Se estremece y palidece un poco cuando mis dedos acarician su piel en un gesto íntimo. Tal y como yo esperaba, su cuerpo reacciona cuando entro en contacto con ella. Una intensa corriente eléctrica fluye entre nuestras manos unidas y centellea en todo mi torrente sanguíneo. Sin dejar de tener mis ojos clavados en los suyos, entrelazo mis dedos con los de su mano y disfruto del suave tacto de su piel.

Sé que quiere hablar, pero también sé que le falta el aliento o el valor para hacerlo, así que decido ser el primero en dar el paso. Los dos tenemos una conversación pendiente y ha llegado el momento de afrontar la verdad y hablar de nosotros.

—No tengas miedo, Olivia —digo en voz baja, mientras froto mi pulgar contra su suave piel lisa.

Mira nuestras manos unidas, mientras yo acaricio la suya. Su perfecta, pequeña y cálida mano cubierta por la mía, por supuesto, mucho más grande que la suya.

—¿Es que tú no tienes miedo? —me pregunta sin levantar la vista.

Aprieta los labios a la espera de mi respuesta. Sé que todo esto le produce un vértigo espantoso, pero necesito que supere ese miedo ya.

—Seguramente más que tú —le aseguro.

Levanta la vista de golpe para encontrarse con mi mirada. Sus ojos son cautelosos, como si temiese el significado que entrañan esas palabras.

—¿Por qué? —pregunta con la expresión dudosa.

Me remuevo un poco, pero no suelto su mano en ningún momento. Me encanta que hablemos cogidos de la mano.

—Porque sé que aún no has olvidado a Tyler y aun así, me voy a lanzar a la piscina por ti. A riesgo de saber que podrías hacerme daño.

Sus pupilas se dilatan ligeramente, mientras escudriña mi cara con atención. Tras una breve pausa, dice:

—No deberías hacerlo. —Veo como a duras penas logra tragar saliva.

—Yo puedo hacerte igual o más feliz que él.

—En realidad, mi felicidad con Tyler duró menos que dos cubitos de hielo en un té caliente, pero ese no es el tema, Cameron. Deberías alejarte de mí, buscar a una chica de tu edad, que se enamore de ti como mereces, con la que todo resulte mucho más fácil y...

—¿No lo entiendes? —pregunto apretando su mano contra la mía para detener sus palabras que salen torpes y atropelladas de su boca—. Ya te lo dije. Yo no quiero a otra chica, porque yo ya elegí a la mía. Hablaba en serio cuando te lo dije.

Olivia se pasa la melena rubia a un lado del hombro, como si hubiese empezado a sentir demasiado calor con esta conversación.

—Yo... yo no quiero hacerte daño, Cameron.

—Y no lo harás —insisto.

—Eso no lo sabes.

—No, no lo sé, pero tú tampoco lo sabes.

Se aclara la garganta y me mira ya sin disimular el pánico que se asoma tras sus enormes ojos verdes cubiertos por largas pestañas rubias. Sé que su cabeza ahora mismo está trabajando como una locomotora a toda máquina, tratando de pensar en los pros y contras de esta relación. Sé que le aterra la idea, pero tiene que vencer ese miedo. En eso nadie puede ayudarla. Su mirada se apaga y pierde intensidad. Finalmente niega con la cabeza.

—No puedo —susurra vencida y sus hombros se hunden todavía más, mientras emite un sonido de angustia.

¿Por qué se empeña en hacer que todo parezca siempre tan difícil? ¿Por qué se rinde sin al menos haberlo intentado antes?

Suelto su mano y parece que eso la desestabiliza un poco.

—¿No vas ni siquiera a intentarlo? —inquieto algo molesto.

No quiero enfadarme, pero me molesta que actúe así, joder.

—¿Para qué intentarlo cuando el resultado puede ser más que catastrófico? —Se pasa los dedos por la frente con cierta congoja—. Eres demasiado joven para mí, Cameron, y somos muy diferentes. Por no decir que nuestras profesiones son absolutamente incompatibles, que nos movemos en dos mundos totalmente antagónicos y que no he superado todavía a mi primer amor. Es de suicidas intentarlo en esta situación. Yo no creo estar preparada para entregarme a nadie en estos momentos, Cameron. No sería justo para ti.

Me quedo pasmado.
¿Y ya está? ¿Eso es todo?
Vaya excusas de mierda.

—¿Y dónde queda lo que sucede cada vez que nos besamos? Y no me digas que no lo sientes tú también, porque sé que lo sientes exactamente igual que yo, Olivia. ¿Dónde queda todo lo que hemos vivido? Cuando te robé mi primer beso con trece años, la primera vez que bailamos en The Club, los nervios, la atracción, el deseo, la necesidad que tenemos el uno por el otro constantemente, lo alterada que te pones cuando te miro fijamente y lo mucho que me encanta cuando me sonríes arrugando tu nariz. ¿Dónde mierda queda todo eso? ¿Lo lanzamos por el caño?

Olivia me mira con la disculpa brotando de sus ojos como una flor en primavera.
Nos quedamos sentados uno frente al otro, en silencio unos segundos, hasta que finalmente inspiro hondo para hablar.

—Está bien —digo al tiempo que me pongo en pie y peino mi pelo húmedo hacia atrás—. Es tu decisión. —Me es difícil disimular la tensión en mi voz.

Me siento como si me hubiesen dado una patada en el estómago, pero ya no voy a insistir más. Si esto es lo que quiere, pues que así sea. Yo tengo mi orgullo y no voy a andar suplicando por una oportunidad. Si no quiere, pues ella se lo pierde.

Me dirijo hasta la puerta arrastrando los pies y cuando coloco la mano en el pomo, me giro para mirarla una última vez antes de salir de ahí y, por supuesto, salir también de su vida.

—No entiendo tu postura tan cobarde —digo con la voz titubeante por la derrota—. Eres una miedica, Olivia y te creía algo más fuerte. Prefieres rendirte y perderlo todo, antes que haberlo intentado al menos. Prefieres quedarte con la duda toda tu vida.

—Por favor, Cameron —me suplica con los ojos brillantes y a punto de volver a derramar nuevas lágrimas.

Sé que mis palabras la hieren, pero necesita un baño de realidad. Necesita escuchar la puta verdad. No se puede vivir pensando en el fracaso, ni esconderse del mundo eternamente. En la vida hay que avanzar, tomar decisiones, elegir caminos y si te equivocas, pues vuelves al punto de partida o retomas otro camino, pero siempre hay que estar en movimiento. Quedarse quieto y no hacer nada, no es una opción.

—Sabes, estamos en la edad perfecta para quedarnos con la culpa y no con las ganas, Olivia. Lástima que tú no lo hayas entendido y prefieras morirte de ganas; te aseguro que es un sentimiento mucho peor que la culpa y tarde o temprano lo lamentarás. Te arrepentirás de no haber sido lo suficientemente valiente como para salir de tu escondite, en el que te aseguro que te estás perdiendo cosas maravillosas. Adiós.

Abro la puerta y oigo como un sollozo agudo e incontrolable escapa de su garganta justo antes de salir y cerrar la puerta.

Aquí termina todo. A la mierda el baile, a la mierda la grabación y a la mierda los sentimientos por ella.

Me duele el pecho, tanto que la cara se me contrae por el dolor, pero no hay nada más que hacer aquí. Ella se ha cerrado en banda y no va a cambiar de parecer por mucho que yo haga o insista. Me arde la piel y respiro hondo, intentando llenar los pulmones con oxígeno renovado en cada bocanada de aire que tomo.

Cuando voy a avanzar por el pasillo para bajar las escaleras que conducen a la entrada principal de la casa, oigo el crujir de una puerta a mis espaldas, escucho unos pasos torpes y apresurados corriendo hacia mí y siento un cuerpo chocar contra el mío. Los brazos de Olivia me rodean con fuerza por los hombros y sus lágrimas empapan mi espalda desnuda mientras solloza como una niña pequeña. Puedo sentir su pequeño cuerpo vibrar contra el mío con cada lágrima que derrama y también puedo percibir la desesperación en su forma de rodearme con sus brazos.

—¡No te vayas! —llora en una súplica—. ¡Por favor, no te vayas! —grita esta vez con la voz quebrada por el llanto.

Mi corazón se desploma y golpea con fuerza el suelo que piso. ¿Irme yo? ¿A dónde?

—Shhht, tranquila —susurro colocando mis manos sobre las suyas—. Sigo aquí, rubia. Tranquilízate, no me voy a ir a ningún sitio si no quieres que lo haga.

—Perdóname. De verdad, perdóname. Soy una idiota. Soy... soy una... —Le cuesta hablar y traga saliva con dificultad, aplastando aún más su mejilla contra mí hombro—. No quiero sacarte así de mi vida. Me aterra pensar en las consecuencias de embarcarme en una relación contigo, por mil razones distintas y porque pienso que es una pésima idea, pero me aterra muchísimo más pensar que algún día te veré siendo feliz en otra parte, con otra vida y con otra persona que no sea yo, y que me toque vivir con la carga de la culpabilidad por no haber tenido el valor suficiente en este preciso momento pasa saltar a la dichosa piscina sin saber si hay agua o no en ella. Te... te... tengo mucho miedo, Cameron. Tengo muchísimo miedo. E... estoy pro... profundamente asustada con todo y por todo —confiesa entre balbuceos—. Pero no quiero verte con Dina, con Yanira o con cualquier otra chica que no sea yo. Sé que suena muy egoísta por mi parte, pero no quiero que eso pase. No podría soportarlo. No podría... —Se seca las lágrimas velozmente—. Tú nunca me has fallado y siempre me has demostrado que estás dispuesto a estar ahí por mí, así que sería una absoluta idiota si te dejo escapar.

Gimotea y sorbe los mocos. Sujeto sus muñecas, me giro entre sus brazos para poder mirarla a los ojos y, al hacerlo, despego mi cuerpo del suyo. Veo a una Olivia destrozada, seguramente agotada por la lucha interna en la que se debate entre el miedo a intentarlo conmigo y el miedo a fracasar.

—Soy tuyo —le confieso y sus ojos brillan de nuevo. Trago duro antes de continuar—. Ni de Dina, ni de Yanira ni de cualquier otra chica, soy completamente tuyo. Lo soy ahora mismo, lo era hace cinco minutos en esa maldita habitación, cuando me has dicho que no querías ni siquiera intentarlo conmigo y también lo era cuando nos besamos por primera vez en la sala de baile de mi apartamento hace unos meses, cuando intentábamos convencernos mutuamente de que lo que necesitábamos era ganar algo de confianza para el baile. Yo... yo me moría por besarte, Olivia —Hago una pausa y me froto el pelo todavía mojado—. Me atrevería a decir que incluso soy tuyo desde que te abrí la maldita puerta de mi casa con tan solo doce años y te dije una burrada para impresionarte. —Se me escapa el aire por la nariz al esbozar una sonrisa apagada—. Solo era un puto crío malhablado que quería dejar sin palabras a una chica preciosa, pero ya en ese momento yo era tuyo, porque ninguna otra mujer en mis dieciocho años de vida me ha provocado algo tan indescriptible a lo que me provocas tú y no, no hablo de que me pareces tremendamente atractiva, que también. Hablo de la emoción que me provoca simplemente verte, de las putas mariposas que revolotean en mi estómago cada vez que tú estás cerca de mí y de lo feliz que soy cuando paso tiempo a tu lado. Sí, joder... es asquerosamente cursi y empalagoso, me dan ganas de vomitar con tan solo escucharme, pero todo eso es lo que siento si tú estás en mi vida.

Me examina durante unos instantes, como si estuviese procesando toda la información que le acabo de arrojar y a continuación da un tímido paso hacia mí. ¿O me he confundido y ha sido hacia atrás? No, no... ha dado otro paso más al frente. Me sorprendo cuando rodea son sus brazos mi cuello y contengo la respiración mientras acerca sus labios a los míos. Un escalofrío de anticipación me baja por la columna vertebral.

¡Hostia, puta! ¡Va a besarme! ¡VA A BESARME! ¡Va a ser ella quien dé el paso!

Inclina su cabeza rubia, cierra los ojos y yo la imito. Primero roza sus labios suavemente contra los míos y me siento morir de ganas, pero espero paciente. Su magnífico aroma me envuelve en una espiral de deseo extremo. La deseo y mi amiguito de allá abajo también, porque se acaba de despertar con el primer roce de su boca.

Una vez más, sus labios se posan sobre los míos, tan calientes, suaves y húmedos como siempre. Mis brazos se extienden, la sujeto por la cintura y la atraigo hacia mí. Tiene que ser mía, joder. ¡Mía! Y no me refiero a mía como a la posesión de un objeto inanimado. Me refiero a que la quiero para mí, suspirando por mí, deseándome sólo a mí.

Me besa y no es un besito inocente. Es un beso con sabor a lágrimas saladas. Un beso tremendamente sexy, con su lengua enredándose en la mía de una forma indescriptible. Me sabe a lujuria. Cuando nos separamos para tomar aire, veo que en sus ojos hay fuego. Uno bien intenso y ávido.

—Dímelo —le ordeno con dulzura, mientras paso un mechón de su pelo detrás de su oreja.

—¿Que te diga el qué? —Me observa confundida.

—Dime que tú también eres mía. Necesito escucharlo.

Olivia se me queda mirando durante unos instantes con la expresión neutra y, mientras observo sus ojos profundos y brillantes, percibo el momento exacto en el que decide darme la respuesta. Su respiración se acelera.

—Soy tuya —dice al tiempo que pone sus manos con vacilación en mis mejillas—. Lo soy ahora mismo, lo era hace cinco minutos en esa habitación, cuando te he dicho que no tenía el valor suficiente para intentarlo contigo y también lo era cuando nos besamos por primera vez, cuando tu maravilloso amigo Cody nos dijo que los besos aportaban confianza a cualquier relación, y aunque en ese momento me lo negué a mí misma una y mil veces, yo también me moría de ganas por besarte, Cameron y ahora, cada vez que lo haces, literalmente pierdo el sentido.

Me quedo en shock con su declaración. Se me corta la jodida respiración cuando oigo su confesión utilizando mis propias palabras de hace uno momento. Por fin siento que, tras tantas dudas e inseguridades, de tantos "sí, pero no" y de tantos otros "quiero, pero no puedo", avanzamos al fin. Definitivamente estamos remando en la misma dirección... juntos. Esto ya es otra cosa.

Oímos una puerta que se cierra en el piso de abajo y unos cuantos pasos y voces adentrándose al interior de la casa. El equipo de grabación ha regresado.

Olivia me toma de la mano y me conduce en la corta distancia que hay hasta la puerta de su habitación. Una vez en el interior, cierra la puerta detrás de mí, se da la vuelta y me mira inquieta, recorriéndome con los ojos de arriba a abajo. Observo como sus mejillas se tiñen de un color rosáceo y opaco.

—¿Qué sucede? —pregunto.

—Vas medio desnudo —señala lo evidente, porque mi camisa mojada, sigue arrugada en una esquina de la habitación.

Su mirada extasiada recorre mi torso desnudo y bien definido. No es por alardear ni nada parecido, pero lo cierto es que hago muchas horas de entrenamiento en el gimnasio para lucir así de bien. Mi trabajo lo requiere y mis sacrificios y esfuerzos bien merecen la pena.

—¿Te incomoda? —pregunto.

Le lleva unos segundos responder y cuando lo hace, su voz suena ligeramente ronca.

—Me distrae —murmura desviando la mirada vergonzosa hacia un lado.

Meneo la cabeza al tiempo que una sonrisa perversa brota de mis labios. Me encanta provocar esto en ella. En realidad, me encanta provocar cualquier reacción en ella.

—No sé, rubia. Ahora que soy oficialmente tuyo, puedes hacer uso libre de todo lo que ves —comento alzando mis manos y dando una vuelta sobre mi propio eje como si fuese un pavo real exhibiéndose—. Tienes aquí ochenta y tres kilos de hombre sólo para ti.

Suelta una risita nerviosa y sacude la cabeza con diversión.

—No sé si podré con tanto hombre.

Da un paso en mi dirección.

—Empieza a ver. —Intento sonar casual.

Se encoge de hombros y me dedica una sonrisa suave. Tan suave que me derrite.

—No sé por dónde empezar, la verdad —asegura.

Olivia da una vuelta a mi alrededor, observándome detenidamente y yo sonrío como un imbécil feliz, mientras sigo su mirada que se pasea por mi trasero, por mi cintura, mi abdomen, mi pecho y finalmente acaba en mi cara.

—¿Impresionada? —pregunto, tensando algunos músculos a propósito.

El asombro parpadea en sus ojos verdosos.

—Nah, en absoluto — responde por fin con una mueca divertida y tambaleándose desde la punta de los pies hasta los talones—. ¿Debería estarlo?

Me encanta la Olivia que me coquetea.
Asiento con la cabeza, ofreciéndole una sonrisa burlona y guiñándole un ojo. Ella echa su cabeza hacia adelante y se ríe a abiertamente. Inevitable acabar riéndome yo también.

¡Qué bonita es su risa!

Tengo la sensación de que durante varios minutos permanecemos uno frente al otro, ella con una ligera curva en sus labios mientras que yo sonrío por completo.

¿En serio quería perderse todo esto? ¿Esta química que hay entre los dos? Joder, esta conexión es totalmente adictiva para mí y no sé si podría renunciar a ella algún día.

—Eres demasiado guapo, mocoso. No vale seducir a muchachas más mayores que tú con tus encantos juveniles —bromea.

—¿Mocoso? —me río débilmente ante su ocurrencia.

—Hemos quedado en que eras mío, ¿no? Así que puedo llamarte como me dé la gana. —Su sonrisa ahora es resplandeciente.

—Cierto. Usted perdone. —Hago una sutil reverencia con la cabeza.

Se me queda mirando por un rato indeterminado, mientras los músculos de su cara se relajan poco a poco.

—Creo que ya sé por dónde empezaré —expresa alzando las cejas.

Trago saliva por encima del nudo que tengo en la garganta. Me encanta este juego, pero lo que más me gusta de todo esto, es que ella esté participando.

—Vale. ¿Por dónde? —Me hago crujir los nudillos con impaciencia, a la espera de su respuesta.

—Por la boca.

Me hago el sorprendido.

—Excelente elección. —Mis labios se curvan en una pequeña sonrisa mientras acorto la distancia que nos separa.

Ella asiente con la cabeza sin decir nada más, sujeta mi cara entre sus manos y me planta un beso tan intenso e increíble, que juro que voy a levitar con ella entre mis brazos. Cuando un diminuto, pero perceptible gemido se escapa de su boca, siento como si se hubiese accionado un botón en mi interior que desata el delirio.

La deseo, la deseo, la deseo, la deseo... ¡DIOS, LA DESEO TANTO!

¿Qué me has hecho? ¿Cómo has logrado que me ablande de esta forma por ti? Me tienes completamente a tus pies, rubia.

De pronto nuestro beso que sigue su curso, se convierte en un beso urgente, lascivo y hambriento, hasta el punto en que la oigo jadear en mi boca y apretar más su cuerpo contra el mío. No puedo permitir que me afecte de esta manera o lo siguiente que haré será lanzarla sobre la cama y quitarme los pantalones.

Despego mi boca de la suya, casi sin aliento.

—¡Por Dios, Olivia! No hagas eso o no podré dejar de pensar en las mil maneras en las que quiero verte ahora mismo sobre esa cama —susurro contra sus labios, apoyando mi frente en la suya. Sus pequeñas manos están entrelazadas en mi nuca y sus ojos se desvían hasta la enorme cama King Size de sábanas blancas, repleta de cojines en tonos gris y a juego con el papel decorativo de las paredes.

¡Wow! ¡Un segundo! ¿No estará pensando en...?

Mi columna vertebral se tensa.

—No sé si es buena idea eso, rubia —digo en voz baja y al instante me siento como si fuese un capullo que acaba de rechazar a un piboon, aunque ella todavía no ha abierto la boca—. Quiero decir, me encantaría. ¡Coño! ¡Claro que me encantaría! —Me separo un poco de ella y gesticulo con las manos. Empiezo a sentirme realmente inquieto. Un sudor frío hace su aparición estelar por todo mi cuerpo—. No me malinterpretes, pero no creo que debamos hacerlo ahora... tú y yo... no sé si... aunque si quieres, si tú de verdad lo quieres, podemos... podemos... pero yo no... no lo veo... no deberíamos... —Me ahogo en mis propias palabras, porque apenas he tomado aire para respirar.

¿Qué coño estoy diciendo? No lo sé...
¿Por qué no me callo de una puta vez? Tampoco lo sé...

—Cam. —Me llama ella, elevando la comisura de sus labios en un gesto burlón.

—¿Sí? —Suspiro aliviado de no tener que seguir con este discurso que no sé ni a dónde se suponía que tenía que llevarnos—. Dime.

—Iremos despacio —afirma.

—¡Joder, sí! ¡Uf! —suspiro desahogado y llevándome una mano al pecho.

Siento que me quita un tremendo peso de encima. No porque no quiera acostarme con ella. Eso claro que quiero hacerlo. Lo que no quiero es que nos precipitemos y ella acabe saliendo por patas de aquí, odiándose por lo que ha hecho. Quiero que suceda cuando ella esté segura y que de verdad sea algo que desee compartir conmigo.

—¿Estas nervioso? —pregunta pasando sus dedos por mi frente húmeda, mientras me lanza una mirada de extrañeza.

—¿Qué? Pfff... ¡Pues claro que no! ¡Qué tontería! —resoplo haciendo un gesto de evidencia.

Hay una pausa.

—Creo que deberías ir a cambiarte y ponerte algo de ropa seca. Está empezando a refrescar.

—Sí —digo, dirigiéndome hacia la puerta, pero antes de alcanzarla, me doy la vuelta y miro a Olivia un momento.

—¿Sucede algo?

—No... —Niego con la cabeza—, buen sí, pero no es que suceda algo. —Agacho la mirada hasta mis pies descalzos para tomar una buena bocanada de aire, antes de volver a alzar la vista en su dirección—. Oye, sé que vamos a ir despacio y todo eso, pero.... yo... yo me preguntaba si... te gustaría quedarte estos cuatro días en mi casa.

—La grabación termina mañana —responde rápidamente.

—Lo sé, lo sé, pero mis amigos y yo nos quedaremos hasta el fin de semana y me encantaría que te quedases conmigo. Tenemos habitaciones de sobra en mi casa y justo hay una libre junto a la mía, así que podrías quedarte ahí. Además, tiene una cama grande, con vistas al mar y...

—Sí —responde interrumpiéndome.

Mi boca se queda abierta con la última palabra colgando de la punta de mi lengua. Me cosquillea el cuerpo entero y la cabeza me da vueltas.

¿Así de fácil?

—¿En serio? —pregunto achinando los ojos con incredulidad.

—Sí, en serio. Me quedaré contigo, aunque tenga que aguantar a Yanira asesinándome con la mirada a cada dos por tres.

—¡Genial! —exclamo con más entusiasmo del deseable—. O sea, me refiero que es genial que quieras quedarte conmigo, no que Yani te asesine con la mirada.

Ella sonríe.

—¡Oh, Dios mío! ¡Cam! ¡Lárgate!

—Vale, ya me voy.

Camino de nuevo hacia la puerta en silencio, la abro, pero entonces, nuevamente me giro para lanzarle a Olivia una sonrisa maliciosa.

—¿Sabes qué? Te vas a venir conmigo ahora mismo —aseguro.

—¡¿Qué?!

Apenas le doy tiempo a parpadear o decir algo más, cuando cruzo la habitación a la velocidad del rayo y tiro de ella para cargarla sobre mi hombro. La oigo chillar y maldecir. Creo que incluso ruega porque la baje inmediatamente, pero estoy demasiado eufórico como para obedecer.

Bajo con ella las escaleras y cruzo el gran salón de la casa ante la atenta mirada del imbécil de mi hermano, April, Dina, Grace y una decena de personas más que nos miran como si acabase de pasar un fantasma por aquí. Olivia sigue gritando y emitiendo soniditos a cada paso que doy.

Mi hermano observa la escena completamente alucinado.

¿Te has quedado sin palabras, hermanito? ¡Serás pringao!

—¡Hola! —los saludo con una mano hasta alcanzar la puerta principal y después, con la ayuda de un pie, la cierro de golpe.

¡Joder! ¡Este está siendo sin lugar a dudas uno de los mejores días de mi vida!

¡Hola personitas!
😂🍓🍓🍰🍰🍓🍓♥️
Aquí estoy yo con mi tarta de fresa 😋

¿Me creéis cuando os digo que los diálogos románticos no son lo mío? Pues que sepáis que siempre tengo que esforzarme bastante con ellos para que fluyan y cuando los escribo, pienso "Por Dios qué azucarado todo".

Jajajajajaja jajajajajaja el Atractivo Cabrón amenaza con enamoraos a TODAS 😅

No os quejaréis, porque actualicé bien rápido esta vez ☺️☺️☺️☺️

Bueno, sé qué las TeamTyler ahora mismo están que se comen las uñas, trepan por las paredes y se cuelgan de las lámparas como los monillos, pero... paciencia amigos, paciencia. Vais a saber de vuestro amado, mucho antes de lo que pensáis.

La historia debe seguir su curso y deben pasar cosas primero, para todo lo que va a venir después, porque sí señores y señoras... seguimos subiendo la maldita rampa de esta atracción del demonio. ¡Qué alto está !

⭐️Recuerda votar, comentar y seguirme para enterarte de las actualizaciones.

DEDICATORIA:
Pues la dedicatoria de hoy, quiero hacérsela a una lectora que se incorporó hace poco a la trama, pero que ha participado en todo desde que se enganchó a la historia 😌☺️
Mi Preciosa:
@JuneisiCastillo-Ok

Gracias por leer, comentar, seguirme en todas las redes sociales y por promocionar mi historia en tu cuenta de Wattpad en Instagram. También gracias por los memes 🤣🤣🤣
De verdad que como escritora agradezco mucho tu apoyo. 💗

💕🧐LECTOR DE LA SEMANA🧐💕

Como siempre, quiero darle mi agradecimiento a ese lector que comenta mucho.
@PaulaMicaela2

¡Gracias preciosa por comentar siempre tantísimo! Sabes que te tengo un aprecio especial, presidenta del TeamCameron
Todo mi Love para ti 💛💛💛💛💛💛

Pd: Las pijas también son felices y, pueden serlo muchísimo más si se brindan una oportunidad en el amor.

Recuerda unirte al grupo de facebook para enterarte de todo.
🌻🌷🌻🌷🌻🌷🌻

¡Besitos de tarta de fresa!
¡MUACK!
Sarhanda

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top