21. Olivia - La mala hierba nunca muere

Estas dos semanas han sido una auténtica locura en el trabajo. Sebastiao Pereira ya está aquí con todo el séquito de personas que le siguen a cualquier parte donde vaya, y de la compañía Möss también ha venido muchísima gente. La agencia de publicidad es ahora mismo un vaivén de personas, caos, nervios y prisas, porque hoy empieza la sesión de fotografías de interior.

Estoy con Grace en mi despacho, ultimando todos los permisos y documentos para la grabación de exteriores de las dos campañas, y mientras yo reviso las firmas, ella grapa las copias. Parece mentira que se pueda generar tanto papeleo para una simple campaña publicitaria.

Mientras reviso más y más papeles, siento como me voy perdiendo drásticamente la poca energía que me queda, porque tengo un sueño horroroso y me encuentro fatal. Estos días no he dormido casi nada a cuenta del trabajo y los nervios para que todo saliese bien.

Las clases de baile con Cameron van muy mal porque estamos peleando todo el rato, aunque debo reconocer que hemos avanzado un poco con el tema de la coreografía. Tampoco hemos tenido mucho tiempo de ensayar porque ahora lo primordial es la campaña Möss y mi mundo gira entorno a eso.

—Oye, ¿se puede saber qué ocurrió en la cita con mi hermano? —me pregunta Grace, arrancándome del trance. Me quedo observando como sigue concentrada grapando papeles sin mirarme—. Cada vez que le pregunto a él por el tema me da largas, y tú tampoco pareces dispuesta a contarme nada.

Inmediatamente me pongo rígida. Grace me ha estado avasallando a preguntas desde que tuve la cita con su hermano, pero parece que todas las excusas que le he dado no la han convencido, porque siempre vuelve al asunto.

—¿Otra vez con eso, Grace? —empiezo a decir muy nerviosa mientras comienzo a pasar hojas a la velocidad del rayo—. Ya te he dicho mil veces que no hubo feeling, punto —trato de zanjar el tema.

Grace se detiene de golpe y deja la grapadora sobre la mesa para girarse hacia mí, apoyando una de sus manos sobre su cadera.

—Ya, pero quiero saber por qué no lo hubo. —Hace una pausa—. Quiero decir, si fue por algo que dijo o hizo mi hermano y no te agradó.

Automáticamente dejo caer todos los papeles sobre la mesa, inclino la cabeza hacia adelante y lanzo un suspiro de resignación.

¿Por qué me han tocado las amigas más pesadas del mundo? ¿Por qué, señor? ¿Por qué?

—¡Oh, por Dios, Grace! —digo cerrando los ojos y masajeando el puente de mi nariz—. Ya te expliqué que no tiene nada que ver con eso. Sencillamente no hubo chispa entre él y yo —comento volviendo a mirar a mi amiga—. No quieras buscarle tres pies al gato, ¿vale? Hay personas con las que tienes esa química y personas con las que no, no hay más.

Ella recibe mi respuesta torciendo la boca como si no le convenciese en absoluto lo que le acabo de decir.

Pues no lo entiendo, la verdad. Con una única cita no se pude ya determinar que no hubo química. Además, mi hermano es un tipo atractivo, que triunfa mucho con las mujeres... me cuesta creer que no te sintieses un poco atraída por él. ¿No te pareció guapo? ¿No fue amable? ¿Acaso no se ofreció a pagar la cuenta?

—¡Grace! —digo precipitadamente antes de que siga por ese camino, pero ella no se detiene.

—¡Oh, no! ¡Está bien, está bien! —exclama levantado las manos—. Lo respeto. No te gustó mi hermano. Ok... ok. —Hace un amago de ir a retomar su trabajo, pero entonces vuelve a girarse hacia mí frunciendo el ceño—. ¿Es seguro que no eres lesbiana? Porque si lo eres no pasa nada, Olivia. Hoy en día la comunidad LGBT...

—¡No soy lesbiana! —exclamo muy sorprendida.

Grace me mira y cierra la boca de golpe. Después se rasca la cabeza y arruga la frente como si estuviese pensando en algo.

—Ya, pues en ese caso puedo buscarte otra cita si quieres, Oli. Tengo dos amigos solteros en Long Beach que estarían encantados...

—No más citas, Grace —concluyo de forma tajante—. De verdad, te agradezco el interés, pero ahora mismo no me apetece tener más citas con nadie. ¿Podemos centrarnos en el trabajo? Aquí hay mucho que hacer —comento señalando el despliegue de papeles que hay sobre mi mesa.

Se hace un momento de silencio, antes de que Grace retome la grapadora que había dejado sobre la mesa. No entiendo ese afán de Grace por emparejarme.

—Está bien —dice resignada y grapa otro montón de papeles—. Tenemos que elegir dos modelos femeninas para la campaña de relojes urban, porque para la campaña de Sebastiao Pereira ya tenemos una modelo.

—¿Ah sí? ¿Quién? —pregunto sorprendida porque yo pensaba que todo estaba por elegir todavía.

Mi amiga abre una carpeta roja y saca una fotografía enganchada con un clip junto a un contrato firmado.

—Esta —responde, entregándome la fotografía.

Hago un recorrido visual sobre la imagen y de ahí hasta la cara que pertenece inconfundiblemente a ella.

April.

Doy un respingo y la miro con horror. Por un segundo trato de convencerme mentalmente de que no es ella, pero sí que es. No hay duda.

¡No me lo puedo creer!

De repente siento que toda la sangre abandona mi venas provocándome un profundo malestar.

—¿De dónde has sacado esta fotografía, Grace? —le pregunto a mi amiga sin poder salir de mi asombro.

—¡Oh! Tú padre me la ha dado —comenta encogiéndose de hombros—. El catálogo de modelos femeninas viene dado por de la agencia de modelos de los Franklin, con los que tenemos un acuerdo de colaboración, por sí no te acuerdas. Parece ser que han puesto la condición de que ella sea la chica Möss. A mí me parece guapa, ¿no crees?

Puedo escuchar su pregunta, pero no puedo dejar de mirar la fotografía de esta bruja que destrozó parte de mi vida con Tyler. Ella tuvo mucha culpa de muchas cosas que pasaron entre nosotros y no puedo dejar de sentir un profundo vértigo, al pensar que voy a tener que volver a reencontrarme con ella e incluso vamos a tener que trabajar juntas.

¿Oli? —pregunta Grace, abriendo los ojos y mirándome con cierta preocupación—. ¿Te encuentras bien? Estás muy pálida.

Intento contener el sentimiento horrible de ahogo que se instala en mi garganta, pero me resulta prácticamente imposible.

—¿Qué? —pregunto y aprieto de forma inconsciente los labios con disgusto.

—Nada, te decía que la chica es guapa.

Alzo la vista y miro a mi compañera de trabajo con extrañeza.

¿Guapa esta bruja?

¿Guapa esta víbora?

¿Guapa esta loca, mierda seca?

No, no puede ser guapa una persona así, aunque tenga una indudable belleza física, que la tiene. Ella es lo más feo que he visto en mi vida. Está podrida por dentro y su alma es negra como el carbón. No entiendo qué demonios hacía un chico como Tyler con ella.

—No lo creo —aseguro, sacudiendo la cabeza.

—¿No te parece guapa? —Grace me quita la fotografía de las manos y la analiza deternidamente, como si estuviese buscando algo que antes se le pasó por alto, pero a los pocos segundos hunde las cejas y me vuelve a mirar a mí—. Yo creo que es preciosa, Oli.

No puedo casi articular palabra. Es como si mi lengua se hubiese desintegrado dentro de mi boca.

De pronto, quiero sentarme..., necesito sentarme. Separo la silla de piel de mi mesa y lo hago dejándome prácticamente caer sobre ella, cerrando los párpados unos segundos y echando la cabeza hacia atrás sobre el respaldo de la silla.

—¡Olivia! ¿Qué te pasa? —Muy preocupada y asustada, Grace corre a por un poco de agua y vuelve corriendo hasta mí para entregarme el vaso.

—Es solo un pequeño mareo —la tranquilizo antes de beber un pequeño sorbo del vaso, pero lo cierto es que mi malestar se multiplica dentro de mi cuerpo.

—¿Un mareo? ¿No estarás embarazada? —pregunta, llevándose una mano a la boca con dramatismo.

Abro los ojos de golpe y le lanzo una mirada a Grace de absoluta sorpresa.

¿Hace un momento pensaba que era lesbiana y ahora cree que estoy embarazaba? ¿Cómo se come eso? ¿Qué tiene en esa cabeza? ¿Serrín?

De pronto, un recuerdo asalta mis pensamientos. Recuerdo mi cuerpo moviéndose sobre el regazo de Cameron y enrojezco de pura vergüenza. Desde que eso ocurrió, he luchado con todas mis fuerzas para apartarlo de mi memoria y ocultarlo bajo llave en mi disco duro. Se me fue la mano y eso no va a volver a suceder. No sé cómo me deje llevar de esa manera por mis impulsos, porque en ese momento quería castigarlo por lo que me había hecho, pero también había una pequeña parte de mí que quería terminar lo que él había comenzado en el cuarto de baño de Big Blue.

—¡Ay, Dios mío! ¡Qué estás embarazada! —jadea mi amiga llevándose la otra mano también a la boca.

—No estoy embarazada, Grace y deja de gritar. Me duele la cabeza —digo frotándo con mis dedos a mi frente.

Cuando se me pasa un poco el mareo, continuamos con la labor de revisar, firmar y grapar documentos hasta dejarlo todo listo. Después de eso, Grace se marcha porque tiene una reunión con otro cliente y yo me quedo mirando la fotografía de April sobre mi mesa.

Es horrible todo lo que me provoca ver su imagen en esa fotografía, donde posa sonriente en ropa interior. Un asco profundo me invade cuando pienso que Tyler se ha acostado con ella, que la ha tocado, la ha besado y toda esa piel expuesta en esa imágen ha sido suya.

Creo que voy a vomitar.

—Joder... —murmuro tomando la fotografía y saliendo como alma que lleva el diablo de mi despacho, cubriendo mi boca con una mano.

Llego corriendo hasta los baños que hay al fondo y me precipito dentro de unos de los habitáculos, provocando que la puerta impacte contra la pared de baldosas por mi urgencia. Arrodillada frente al wáter, expulso entre arcadas el café y la tostada que he desayunado esta mañana.

Gimo con repelús tratando e respirar y empiezo a escupir dentro del inodoro para terminar tosiendo con fuerza. Asqueada, tomo un trozo de papel higiénico y me limpio la boca antes de tirar de la cadena.

Vomitar es horrible. Necesito lavarme la cara.

Salgo de allí y me dirijo al lavabo. Me miro en el espejo y me espanta el aspecto que tengo. Estoy pálida, con ojeras y tengo los ojos como hundidos. Tras asearme un poco y refrescarme la cara con agua bien fría para despejare, me dirijo al despacho de mi padre con la fotografía de April en las manos.

Ni siquiera llamo a su puerta y entro de golpe.

—¿Qué significa esto? —interrumpo mostrándole la fotografía de la bruja.

Mi padre está sentado frente a su mesa de madera maciza, con el portátil abierto mientras teclea algo en él. Al verme se detiene y observa brevemente la fotografía que le muestro, agachando un poco el mentón y mirándola por encima de sus gafas.

—Es la modelo para la campaña de Möss —comenta como si nada.

—¡Ya sé que es la modelo para la campaña principal de Möss! —grito cerrando la puerta detrás de mí porque ahora mismo estoy que echo humo y no quiero armar un escándalo en la oficina—. Grace me lo acaba de decir, pero no entiendo por qué no me has comentado nada antes de decidirlo por tu propia cuenta. Este cliente es mío y se supone que yo soy la que debe tomar este tipo de decisiones —escupo indignada.

Mi padre me mira como si le acabase de decir que tiene dos cabezas. Con lentitud, se quita las gafas y las deja con cuidado sobre la mesa.

—He intentado decírtelo, pero llevas semanas evitándome e ignorando mis llamadas. Cada vez que entro en tu despacho, tienes algo que hacer. Cada vez que te llamo, me cuelgas y ni te dignas a contestar mis mensajes o correos.

—¿Y por eso tomas decisiones por tu cuenta? —Ahora me siento todavía más furiosa.

—Te recuerdo que sigo siendo el dueño de la agencia de publicidad y que no le debo explicaciones a absolutamente nadie sobre las decisiones que tomo, Olivia.

Niego con la cabeza y me acerco hasta el borde de la mesa.

—Depende de las decisiones que tomes —le espeto y dejo la fotografía de April sobre la mesa para señalársela—. Si ella va a ser la modelo de la campaña, entonces no cuentes conmigo para este proyecto. ¡Renuncio!

—No puedes abandonar el proyecto.

—Sí puedo —le aseguro—. Con ella no trabajo, así que tú decides.— Aprieto los dientes mientras tenso la mandíbula y automáticamente le sigue el resto del cuerpo.

—¿Con quién demonios te crees que estás hablando? —pregunta mi padre despacio, mientras se levanta de su silla en una actitud autoritaria—. Deja de comportarte como si fueses una maldita niña consentida y sé profesional por una vez en tu vida. Aquí no estamos en casa, Olivia —protesta señalando nuestro entorno con las manos—. Esto es trabajo y no voy a tolerar aquí tus pataletas estúpidas de niña pequeña. No sé qué problema tienes con ella, pero esta chica va a ser la modelo de Möss te guste a ti o no.

En ese momento estalla toda mi rabia contenida.

—¡Pues entonces no cuentes conmigo! —respondo altiva.

Mi padre me lanza una mirada de desaprobación.

—¿Y cómo piensas pagarte todos los caprichos, Olivia? Te recuerdo que el carísimo y lujoso ático en el que vives sale de mi bolsillo, que todas tus ropas, tus zapatos, tu coche y tus tonterías, antojos y extravagancias caras salen de este trabajo. Si no piensas continuar con el proyecto, tendrás que buscarte otro trabajo, pero eso sí, búscate uno que pueda mantener tu nivel de vida de niña rica.

Mis dos cejas se levanta.

Golpe bajo. Muy bajo... y doloroso. Duele que tu padre, o mejor dicho tu "no padre", piense esas cosas de ti.

—Sólo estoy pidiendo que ella no sea la modelo. Es la única condición que te pongo —digo con algo más de calma o a este paso saldremos mañana en los titulares de la prensa.

Mi padre suspira y se cruza de brazos antes de hablar.

—Y yo te digo que no hay condición que valga. Tenemos un contrato con la agencia de modelo de los Franklin y ellos han puesto la condición de que ella sea la modelo para la campaña. No podemos negarnos.

Mi boca de abre de par en par. ¿Así que todo es por negocios? ¿Todo es por acuerdos y por devolver favores? ¿Es eso?

—Pues entonces deberíamos rescindir ese contrato con ellos y trabajar con otra agencia de modelos. Creo que en la ciudad hay muchos que estarían dispuestos a brindarnos un buen servicio con eso.

Mi padre chasquea la lengua y pone los ojos en blanco, como si ya estuviese harto de mis réplicas.

—¿Y perder una fortuna? —masculla—. Existen cláusulas y penalizaciones para rescindir un contrato, bonita. Igual si alguna vez te dedicases a leer los documentos, así como la letra pequeña que figura en ellos, en lugar de pintarte las uñas, lo sabrías.

Las manos se me quedan heladas y siento como si los pies ya no tocasen el suelo que piso. De un momento a otro voy a levitar de la rabia, si es que eso es posible.

Se pasa tres pueblos con los malditos comentarios. Se debe de creer que soy una inútil, y puede que aún esté en pañales en algunos temas laborales, pero me estoy esforzando muchísimo por aprender.

—Deja de tratarme como si no supiese hacer nada en la vida —replico disgustada—. Creo que te estoy demostrando que sí puedo trabajar duro y conseguir cosas importantes para la empresa.

—No lo demuestras cuando vienes a lloriquearme porque resulta que no te gusta la modelo para la campaña. Es infantil, Olivia —dice, sacudiendo una mano en el aire.

En ese momento, sus ojos se clavan en la puerta del despacho justo en el momento en que se abre. Doy un bote cuando escucho una voz muy familiar penetrando en mis oídos.

El estómago me da un vuelco y agradezco no tener ya nada más que vomitar.

April...

¡No puede ser!

—¡Buenos días! —saluda en un tono alegre mientras entra acompañada del señor Franklin, de Neal y una chica más joven que no sé quién es.

Quiero morir en el acto. Quiero una muerte rápida e indolora aquí mismo, de esas fulminantes. Respiro con tanta intensidad que temo desmayarme en cualquier momento y ojalá eso suceda. De manera instintiva, mi mano de apoya en el borde de la mesa para no caerme de la impresión.

Todos pasan por mi lado y me quedo pasmada cuando veo que ella y Neal van cogidos de la mano.

Espera... ¿WHAT?
¿Son pareja? ¡Wow!

Si es que Dios los cría y ellos se junta. No sé quién de los dos me produce mayor asco.

April me mira por encima del hombro y con un destello de desprecio profundo en su mirada cuando pasa junto a mí, tal y como siempre hacía cuando era una adolescente, y Neal, me mira de arriba a abajo con una sonrisa que no me gusta un pelo. Hace que me sienta desnuda. Es asqueroso.

—Buenos días —responde mi padre con un tono de voz animado.

—Thomas —lo saluda el señor Franklin estrechándole la mano—. Os traigo a la modelo para las fotografías de interior. Tengo entendido que las sesiones empezaban hoy. También quiero presentarte a Dina, la hermana pequeña de April. Hemos pensado que ella podría ser una de las dos modelos para la campaña de Möss urban.

Me quedo helada con esa información.

¿LA HERMANA DE QUIÉN?

La chica es una pequeña copia de April. Tiene el pelo más largo y lacio, el cuerpo un poquito más delgado y también es algo más bajita que su hermana, pero por lo demás parecen dos gotas de agua.

—Me encantaría posar para esa campaña, señor Dallas. Sería una gran oportunidad para mí —dice con una sonrisa dulce en sus labios.

Siento un ramalazo de rabia creciendo dentro de mí y ahora mismo juro que me encantaría tomar el abrecartas que tiene mi padre sobre la mesa y hacerme el harakiri.

—Eso dalo por hecho —anuncia mi padre dejándome a cuadros.

¿Cómo que lo dé por hecho?

Por el rabillo del ojo observo como April suelta una risita cuando detecta mi desconcierto.

—¿Así? ¿Sin más? —pregunto atónita—. ¿No vamos a mirar otras opciones ni a hacer ninguna selección de candidatas?

De pronto los cinco pares de ojos recaen sobre mí, aunque mí importa tres cojones.

—¡Olivia! —me advierte mi padre boquiabierto, pero me resisto a ceder.

—¿Qué? —respondo encogiéndome de hombros—. Somos una agencia de publicidad con cierto prestigio y seriedad, no podemos saltarnos los procedimientos como si nada y asignar las modelos a dedo.

Dejo que mis palabras floten durante un instante por el aire, pues el despacho se ha quedado en absoluto silencio. Mi padre me mira con una asombrosa cara de póquer.

—¿Pero qué dices, Olivia? —Le cuesta ocultar el cabreo monumental que tiene.

La hermana de April me mira y levanta las cejas somo si me preguntase: «¿Y? ¿Quién te ha pedido tu opinión, perra?».

—Solo digo que no deberíamos tomar una decisión precipitada comento.

—Sal ahora mismo de mi despacho —me ordena mi padre de manera tajante y señalándome la puerta.

Me quedo mirándole de forma inexpresiva. ¿Me acaba de echar de su despacho?

Miro a mi padre, luego al señor Franklin, luego a April de nuevo y por último termino de nuevo cruzando mirada con mi padre.

Pues sí, parece que va en serio.

Me tenso de pies a cabeza cuando de repente, siento una mano sujetándome por la cintura y tardo medio segundo en darme cuenta que se trata de Neal.

—Vamos, te acompañaré afuera —comenta guiándome hasta la salida y yo no puedo ni parpadear.

—Quitame tus putas manos de encima o te las arrancaré a mordiscos —suelto entre dientes para que nadie nos oiga y Neal obedece de inmediato.

Una vez estamos fuera del despacho, Neal cierra la puerta y yo me pongo a caminar por el pasillo, poniendo fin a este encuentro desagradable, pero como no podía ser de otra manera, él me sigue.

—¡Ey, Olivia! ¿Es que no te alegras de volverme a ver? —pregunta mientras siento sus pasos corriendo hacia mí para alcanzarme.

—La verdad es que no —digo con frialdad.

—¡Oh, vamos! No me puedo creer que no te alegres ni un poquito. Yo sí me alegro.

Me detengo a medio camino de mi despacho y Neal frena el paso también, mirando alrededor un tanto confundido.

—¿Qué coño quieres, Neal? —Mi voz sale brusca.

—Solo quiero hablar un poco contigo.

—Pues no es tu día de suerte, porque yo no tengo nada que hablar contigo —gruño.

—Parece que no te alegras mucho de verme.

Me río, pero es una risa llena de sarcasmo.

—¿En serio crees que echaría de menos a alguien como tú? —pregunto señalándole con la barbilla.

Veo que esboza una sonrisa extraña en sus labios y luego me repasa de arriba a abajo con descaro, mientras desliza su lengua por su labio inferior.no me puede causar mayor repugnancia.

—¿Y por qué no? —Avanza hacia mí y aunque yo retrocedo, me arrincona contra la pared—. La última vez que nos vimos lo pasamos muy bien. ¿No te acuerdas? —susurra acercando su cara a la mía.

—No pasó nada entre nosotros —siseo conteniendo mis ganas de abofetearlo.

Neal apoya una de sus manos en la pared, justo a la altura de mi cabeza y yo trato de alejarme deslizándome al otro lado, pero de inmediato levanta la otra mano también, dejándome sin escapatoria.

—Pues qué lástima que no lo recuerdes porque estuvo muy bien —dice con los ojos clavados en mí.

—¡Mientes!

Una sonrisa cruza lentamente por su cara antes de hablar.

—Ni miento, muñeca. Me encantó escuchar cómo gemías mi nombre cuando...

—¡Cállate! —lo interrumpo tratando de apartarlo de un empujón, pero ni se inmuta.

—¡Oh, venga! No seas arisca —dice atrapando un mechon de pelo de mi cara y acaricia mi mejilla con el dorso de su mano en el mismo gesto.

El roce de sus dedos en mi cara me producen un asco abismal. Ladeo mi cara con muy poca delicadeza, tratando de liberar mi pelo de sus manos y entonces veo una silueta al fondo del pasillo que se acerca hacia nosotros.

Mi garganta se contrae cuando reconozco su cara.

Es Cameron.

Con el ceño ligeramente fruncido, analizo detenidamente su rostro, así como todos los pequeños detalles de su lenguaje corporal. Sus ojos marrones están en llamas y sus cinceladas facciones muestran tensión y furia contenida. No sé por qué, pero no me gusta lo que veo y tengo la horrible sensación de que está muy, pero que muy molesto con lo que acaba de ver.

—¿Qué crees que estás haciendo? —le pregunta a Neal, apretando la mandibula con tanta fuerza que hasta se le marcan los huesos por debajo de sus pómulos como nunca antes le había visto y sus fosas nasales le aletean de forma exagerada mientras respira de forma pesada.

Mi corazón se desploma cuando escucho el desprecio que destilan sus palabras. Este Cameron me asusta y no me gusta nadita.

—Hermanito —lo saluda Neal en un tono de burla, mientras retrocede un paso atrás devolviéndome mi espacio personal y guardándose las manos en los bolsillos de su pantalón.

—¡Respóndeme! —le exige Cameron en un bufido salvaje y hosco—. ¿Qué hacías reteniéndola contra la pared? —pregunta, dándole un fuerte empujón en el hombro para alejarlo un poco más de mí y siento como le arden en la boca las palabras que literalmente escupe con rabia.

Neal retrocede sacando las manos de los bolsillos para equilibrarse y no caer por el envite. Después se queda mirando confuso la expresión iracunda de su hermano pequeño durante unos segundos y por último me mira a mí, que observo la situación con auténtico pánico. Juro que puedo atisbar como en su cabeza encaja las piezas de lo que creo que parece ser una sospecha de que entre Cameron y yo hay algo más allá de una simple amistad.

Lo que me faltaba...
¡Ay, Señor! Llévame pronto, pero llévame.

¡Hola personitas!

😱💥💣¿QUÉ FUE ESO?💣💥😱

Tengo que decir que me encanta cuando desvío la atención sobre un personaje en concreto, para que nadie vea el peligro que entrañan otros Jajajajajaja. (Lo sé, soy mala) 😎

Apareció D

Vale lectores, si esto fuese una montaña rusa, hasta ahora digamos que hemos estado en la salida de la atracción, esperando a que se pusiese en marcha el sistema.

Ahora vamos a comenzar el ascenso de esa rampa empinada, donde te maldices mil veces por no haberte dado la vuelta cuando estabas a tiempo. Ese ascenso donde todo el mundo se queda en silencio escuchando el traqueteo de las cadenas que impulsan los vagones hacia la cima. ¿Preparados para ese ascenso y la posterior caída al vacío?

Comprobad que vuestro sistema de seguridad está bien sujeto, queridos.

¿Qué es aquello del fondo? ¿Qué es? 🧐
Ah... ya veo... Es Troya ardiendo 🔥🎢

⭐️¿Me regalas una estrellita? ⭐️

⭐️Muchas gracias por comentar 😘

⭐️No olvides seguirme y unirte al grupo de facebook.

Os adoro de aquí a la luna y volver.
Equipo piraña ♥️ y comando alienígena 🖤

DEDICATORIA:
La dedicatoria de hoy es para🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁🥁

oli2516

Te mereces esta dedicatoria, amiga. Me has dejado unos comentarios preciosos tanto en Wattpad como en facebook y de verdad quería agradecerte de todo corazón tu apoyo incondicional que me brindas.
Gracias por vivir la historia con tanta intensidad, al punto de gritar y que todos te miren raro Jajajajajaja

No hay dinero que pague el tener lectoras como tú. 🖤🖤🖤🖤🖤🖤🖤🖤🖤
Gracias, gracias y un millón de veces más, gracias.

Sé que muchos esperan la dedicatoria, pero os pido paciencia que queda mucha historia por delante. Acordaros de comentar mucho, porque de los comentarios del capítulo anterior, selecciono uno para la siguiente dedicatoria.

Pd: Las pijas también son felices, pero ninguna se libra del pasado.

¡Besos, besos, besos! 💋
Sarhanda ✌🏻😎

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