20. Cameron - Mambo vengativo
Recorro el pasillo desde mi habitación hasta salón, donde me encuentro a Alan y a Cody sentados en el sofá, viendo un partido de fútbol en directo.
Entre los dos hay un bol de patatas fritas y van picoteando mientras protestan y maldicen a la pantalla haciendo movimientos exagerados de brazos y manos. Me quedo mirándolos durante unos segundos antes de avanzar hasta ellos y me parece ver a dos neandertales gritando frente al televisor.
—¡Falta joder! —grita Cody mientras come patatas fritas con ansiedad y las empuja dentro de su boca.
—¡Puta mierda! —se queja Alan llevándose las manos a la cabeza—. Ese árbitro está comprado, no me fastidies.
Sonrío al verlos tan alterados por un simple partido. A mí el fútbol me gusta, pero no tanto como a ellos. Nunca se me han dado bien los deportes en equipo. Yo soy más de practicar deportes en solitario y por tanto, prefiero ver el tenis antes que el fútbol.
Hace bastante calor esta noche, así que me dirijo a la cocina para sacar algunas cervezas bien fresquitas de la nevera y volver al salón con mis compañeros de piso.
Conforme me acerco al sofá con los botellines en la mano, se apartan para dejarme sitio entre los dos y tomas las cervezas de mis manos, asintiendo en un gesto de agradecimiento.
—¿Cómo van? —pregunto acomodándome entre los cojines.
—Tres a cero —me informa Cody—. Nos están masacrando, pollito. Nos están literalmente masacrando.
—¡Necesito beber! —comenta Alan mientras empina la botella de cerveza y le da un trago tan largo que por poco se la acaba—. O follar.
Automáticamente Cody y yo nos apartamos de su lado y Alan se nos queda mirando, mientras se golpea el pecho con el puño y suelta un pequeño eructo.
—Follar con una tía, imbéciles. Los culos peludos no me van —aclara mirándonos con cara de repulsión.
—Perdona, pero mi culo no tiene ni un solo pelo —protesta Cody, mientras que lleva sus manos al nudo que ata sus pantalones deportivos.
—¡Oh, Dios! —Pongo inmediatamente los ojos en blanco. Este show no es la primera vez que se produce entre ellos dos—. Ya vais a empezar otra vez —me quejo chasqueando la lengua.
—¡Es maricón! —exclama Alan—. Míralo, siempre está enseñándonos el culo. Eso tiene que significar algo. —Alan señala a Cody, que rápidamente se ha bajado los pantalones por los muslos—. Empiezo a pensar muy seriamente que eres gay, tío. Que sepas que contigo cerca ya no me ducho ni en el Night Affair.
—¡Cállate, Alan! —chillo pidiendo su silencio y a continuación me giro hacia Cody que ya se ha dado la vuelta para que veamos su lindo y reluciente trasero blanco—. ¡Por el amor de Dios, Cody, súbete el puto pantalón!
—¡Mira! ¡Mira! —dice ignorando mi comentario mientras palmea su culo en repetidas ocasiones—. Ni un maldito pelo y para tu información, Alan, no soy gay, simplemente me gusta cuidarme; no como tú que cuando te tiras un pedo, corres el riesgo de morir a latigazos.
—¿Qué has dicho? ¿A latigazos? —No puedo evitar reírme por ese comentario porque sí es cierto que Alan tiene algo de vello en esa zona, aunque claramente Cody está exagerando—. ¿Me estás llamando culo peludo? ¡Me cago en mi vida! —exclama finalmente Alan, echándose mano al pantalón y luchando por desabrochar su vaquero con rapidez.
—¡Joder! ¿Tú también? —digo con un gruñido hosco.
—¡Mira mi culo, imbécil! —salta Alan bajándose el pantalón vaquero y girando su trasero para orientarlo hacia nosotros—. Esto es un culo como Dios manda y no esa mariconada depilada que llevas por trasero, amigo.
Miro a la derecha, luego miro a la izquierda y me pregunto por qué demonios están mis compañeros de piso con los pantalones por las rodillas y mostrándome sus nalgas como si esto fuese lo más normal del mundo. De verdad, a veces entiendo el por qué ninguno de ellos tiene novia pese a ser más mayores que yo.
—¿Queréis subiros los malditos pantalones y quitarme vuestros culos de la cara? —exijo con una molestia acerada en mi voz que no me molesto en disimular.
—Mariconada... —gruñe Cody por lo bajo—. A las mujeres les gustan los hombres depilados. Aprende del rey del show, Alan —añade mientras se sube los pantalones y se vuelve a atar el cordón de la cintura.
Agradezco que Alan también se los suba. Se acabó el momento "culo" de la noche.
Bebo un trago de mi cerveza y pongo toda mi atención en el partido que están televisando.
—Te aseguro que a las mujeres les da exactamente igual como esté el agujero negro porque ellas no se asoman por allí —le oigo decir a Alan a mi derecha mientras se vuelve a sentar a mi lado.
—Las mujeres no se asomarán al agujero negro, pero tienen ojos en la cara y créeme que tus pelos en el culo se ven desde el patio de butacas del Night Affair, aunque estés en la última fila y con las luces apagadas —lo provoca Cody sentándose a mi izquierda.
En ese preciso momento, el locutor que retransmite el partido en directo se calla y:
¡Gooooooooooooooooooooool!
—¡Gol! —gritamos los tres al unísono y nos levantamos del sofá para saltar en un abrazo lleno de euforia, olvidándonos de la discusión.
—¡Sí! —grita Cody y por poco me deja sordo.
—¡Vamos! —responde Alan levantando un puño por encima de nuestras cabezas.
De pronto, caemos en la cuenta de lo próximos que estamos los tres tras haber protagonizado una escena de culos masculinos un tanto extraña y nos separamos en un silencio incómodo, hasta que suena el timbre.
Alan mira extrañado el reloj de su muñeca y después nos mira frunciendo el ceño. Sólo él podría esperar visitas a estas horas, aunque a juzgar por su cara, no lo parece.
—¿Esperas a alguien? —le pregunto sin moverme del sofá.
—No —responde acercándose hasta la puerta para abrirla, pero en el momento en el que corre el pestillo que la mantiene cerrada, alguien la empuja con fuerza bruta del otro lado, golpeándole la cara con el canto.
—¡Joder! —exclama llevándose las manos a la nariz en un gesto de dolor—. ¡Mi nariz!
Me quedo parado en el sitio, como en estado de shock. No puedo creer que sea ella, pero es. La rubia está junto a la puerta y su cabello alborotado es un fiel reflejo de su estado de ánimo en este instante. Contengo una sonrisa porque claramente la he subestimado y no ha dudado en venir a buscarme. Creí que no lo haría, pero está aquí y eso me hace feliz. Feliz porque ya no está con el don perfecto ese con el que estaba cenando en el restaurante.
—¡Tú! ¡Maldito infeliz! —me grita señalándome con el dedo índice y Cody, que está sentado a mi lado en el sofá, se aleja un poco de mi lado, mirándome en un gesto tipo: "¿Qué coño has hecho, amigo?"
La rubia se inclina hacia adelante y tardo unos segundos en comprender que se está quitando una de las sandalias, mientras que Alan sigue maldiciendo con las manos en la cara, pero nadie le presta la más mínima atención porque tiene al lado a la furia del diablo.
—Rubia, ni se te ocurra lanzar... —Y no me permite terminar la frase porque antes de eso, arroja la sandalia de tacón con todas sus fuerzas hacia aquí y, como tiene tan mala puntería, golpea de lleno la frente de Cody que de inmediato suelta un quejido agudo.
—¡Joder! —grita.
Miro a mi amigo que se llevan una mano a la frente y comprueba que tiene un pequeño rasguño superficial.
—¿Por qué me la ha lanza a mí? —pregunta Cody con la cara deformada por el dolor.
Lo observo con cierta lástima y cuando veo que la rubia se inclina hacia adelante y que se quita la otra sandalia, los dos nos levantamos del sofá como un cohete para escondernos detrás del mismo.
—¡No te atrevas a esconderte! ¡Sal de ahí, sabandija! —grita Olivia lanzando la sandalia que impacta contra la pared, justo detrás de nosotros.
Cody y yo seguimos agazapados detrás del sofá.
—¿Qué coño le has hecho a la rubia? —inquiere mi amigo en un susurro y entornando los ojos, mientras sigue sobándose el chichón que le acaba de salir en la frente.
Niego con la cabeza, me encojo de hombros, pero mi sonrisa me delata.
—No sé. Está loca —le digo trazando círculos con mi dejo junto a mi sien.
—¿Loca? A mí me parece enfadada. Muy enfadada.
En ese momento empiezan a caer sobre nosotros libros, cojines y otros objetos que intuyo que están al alcance de Olivia al otro lado del salón.
—¡Sal, cabrón! —la oigo gritar y arroja varios objetos más, hasta una pequeña vasija de cristal que se rompe en mil pedazos al estrellarse contra la esquina del sofá.
—¿Ya no soy atractivo? —la pincho desde mi posición. Sé que no es el mejor momento para provocarla, pero no puedo evitarlo. Adoro verla así.
—¡He dicho que salgas de ahí! —exige furiosa y lanza una plantita de plástico.
Cody sacude su mano indicándome que obedezca, pero yo me niego.
—Pollito, sal ahí afuera o nos va a terminar destrozando la casa. —Hace un exagerado gesto de indignación.
Suelto todo el aire por la nariz y me inflo de valor para encararla.
En cuanto asomo mi cabeza por el borde del sofá, una revista impacta en mi cabeza y me vuelvo a refugiar tras el sofá.
—¡Mierda, rubia! ¿Te quieres estar quieta? —replico lanzando la revista a un lado.
—¡No! ¡Te voy a matar! —anuncia gritando como una loca—. ¡Vamos! ¡Sal de una jodida vez! ¿O es que tienes miedo de una mujer?
Olivia se abalanza sobre el sofá gruñendo como un animal rabioso, pero Alan reacciona rápido, la toma en volandas por la cintura y la inmoviliza, rodeándola con sus brazos.
Al fin, Cody y yo salimos de detrás del sofá, mientras que la rubia lanza patadas al aire como si pudiesen alcanzarme desde el otro lado del salón.
—¡Eh! ¡Quieta fiera! —masculla Alan que sigue sujetando a la Olivia mientras que esta se revuelve entre sus brazos como si estuviese poseída por el demonio.
—¡Suéltame, Alan! —exclama ella altamente nerviosa y me asesina con la mirada—. ¡Te voy a retorcer el cuello, niñato! ¡Te voy a dar una tunda que se te van a quitar todas las tonterías de cuajo! —En sus ojos verdosos brilla la furia con una intensidad sobrecogedora.
Ladeo la cabeza con lentitud, sin quitarle la mirada de encima y le dedico una sonrisa burlona que la hace exaltarse todavía más.
Lo sé, lo sé... provocative man me llaman.
—¡No te atrevas a sonreír! ¡Ni se te ocurra sonreír! ¡Cucaracha asquerosa! ¡Mierda de pájaro! ¡Vomito de rata! —escupe Olivia entre forcejeos y patadas voladoras.
—¡Menudo carácter! —comenta Cody sin rodeos que la observa asombrado—. ¿Estás seguro de que esta es la mujer que quieres para algo serio? —pregunta girándose hacia mí.
—Te va a costar dominarla, pollito —comenta Alan que sigue tratando de retener a una Olivia fuera de si—. Esta es mucha mujer para ti.
—¡Callaros! —exige Olivia en un grito agudo—. De él no quiero ni los buenos días. ¡Me das asco! —Sus ojos me examinan con repugnancia.
Resoplo y me aproximo a ella, pero guardando una distancia prudencial porque sigue muy alterada. Solo hay que verla.
—Yo no lo llamaría asco, preciosa.
—¡Que te den, Cameron! —ruge.
Reprimo una sonrisa y ella me apuñala con su mirada cargada de desprecio.
—No sé por qué estás tan molesta, rubia. Yo soy el que debería estar enfadado aquí.
—¡Suéltame ya, Alan! —solicita ella forcejeando frenéticamente con sus brazos para librarse de mi amigo.
Él me mira esperando una orden por mi parte y acto seguido asiento con la cabeza.
En cuanto Alan la suelta, Olivia avanza hasta mí y me propina una sonora bofetada con la mano abierta. El sonido de su mano golpeando mi mejilla es rápido e intenso. Cody y Alan se quedan petrificados en el sitio y nos miran con los ojos bien abiertos, dudosos de qué hacer. El partido de fútbol en la televisión es lo único que se escucha de fondo, por encima del silencio que cae sobre nosotros.
Con el ceño aún fruncido por el golpe, vuelvo a girar mi cara hacia Olivia e intensifico mi sonrisa, lanzándole una mirada de advertencia. Quiero que le quede claro que no voy a permitir que me vuelva a golpear.
Olivia automáticamente retrocede un paso atrás cuando le clavo mi ojos de forma directa.
—Yo que tú no habría hecho eso, rubia —murmuro.
Despacio, paso mi mano por mi cara, tocando con las yemas de los dedos la zona de mi mejilla que escuece y pica como un demonio y, después, todo ocurre demasiado rápido. De un movimiento rápido hacia adelante, salto sobre ella y a Olivia se le escapa un grito agudo y nervioso, casi histérico y de súplica. Con mis brazos levanto el peso de su cuerpo y la cargo sobre mi hombro como si fuese ligera como una pluma. Ella tarda un momento en entender lo que está pasando.
—¡Cam, suéltame! —chilla golpeando mi espalda son las manos y moviendo los pies con torpeza.
—¡No! —mascullo entre dientes—. Tú y yo vamos a solucionar nuestras diferencias ahora mismo —anuncio dirigiéndome hacia la sala de baile con ella a cuestas sobre mi hombro y dejando a mis amigos plantados en el salón.
Hago caso omiso a sus amenazas y gritos que empieza a vomitar sin descanso por esa preciosa boca que Dios le ha dado, mientras cargo con ella sobre mi hombro. Entramos en la sala de baile, cierro la puerta con la ayuda de un pie y cuando estoy junto al equipo de música, la tomo de las caderas y la hago descender poco a poco, deslizándola sobre mi pecho, mientras que ella se revuelve como una cucaracha rociada con insecticida.
—¡Bájame! —jadea, probablemente un poco agotada por el forcejeo, pero rápidamente coloca sus manos sobre mis pectorales para alejarme de ella, haciendo uso de toda la fuerza que le es posible.
Lo normal que me suelen decir en momentos así es «¡Fóllame!», o «¡Hazme tuya, Cameron!». Pero tengo claro que ella no es como las demás chicas con las que he estado. Igual se debe a las secuelas que le dejó el idiota de Tyler, pero ya he aprendido que Olivia siempre reacciona luchando contra lo que siente, porque sé que siente algo por mí, de eso no tengo duda. Me lo dice todo su cuerpo, aunque no me lo digan sus labios.
—Estate quietecita —protesto tomando sus muñecas y llevándolas a la fuerza a su espalda, inmovilizándola contra mi cuerpo.
Ella levanta la cabeza con brusquedad, me mira furiosa y yo me echo a reír abiertamente. Me encanta verla así; de verdad que me encanta ver a la Olivia en estado salvaje e iracundo, gobernada por ese genio y mal carácter que la domina por completo. Es adorable.
—Bésame —le ordeno con todo el atrevimiento del mundo—. Descarga tu ira en mi boca. Desahógate conmigo.
—¿Qué? —Parece sorprendida por mis palabras y deja de moverse clavándome sus ojos verdosos sin pestañear—. No pienso besar una mierda.
—Qué malhablada eres —musito—. Venga, sé que te mueres por hacerlo.
Me mira de una forma que me desconcierta un poco, pues no sé si realmente desea hacerlo o, si por el contrario, lo que quiere es arrancarme los huevos de cuajo para dárselos de comer a los caimanes. Creo que ahora mismo se debate entre las dos opciones, porque su expresión es una mezcla de deseo e irritación. Puedo ver la duda brillar en sus ojos y cuando agacha su mirada hasta mis labios, intensifico mi sonrisa vencedora.
Ya eres mía, rubia.
Olivia contiene la respiración, acerca su boca a la mía sin dejar de mirar el punto exacto al que se aproxima y cuando está a escasos centímetros de mis labios, intenta morderme con brusquedad, pero yo retiro mi cabeza a tiempo y la dejo con las ganas. No sé por qué, pero me esperaba algo así.
—Shhhhht, así no fierecilla —digo sujetando con más fuerza sus muñecas para que no se suelte—. Venga, otra vez. Sé que puedes hacerlo mejor, rubia. —Sonrío de oreja a oreja porque está entrando en mi juego y eso me encanta.
Olivia vuelve a intentar darme un buen mordisco impulsada por su enojo y entonces entro en acción. La empujo hasta la pared que hay detrás de ella, tiro de sus muñecas hacia arriba y las inmovilizo a cada lado de su cabeza. La oigo jadear cuando aprieto su espalda contra la pared y la bloqueo con el peso de mi cuerpo sobre el suyo.
Se acabaron las tonterías aquí.
Una voz completamente ronca se escapa de mi garganta:
—Bésame —repito—. ¿Por qué reprimes algo que los dos sabemos perfectamente que deseas hacer? ¿Por qué te resistes a algo que de verdad te apetece hacer conmigo? Venga, bésame.
La veo tragar con mucha dificultad mientras que su respiracion alcanza velocidades peligrosas y en ese momento, tengo que confesar que pierdo un poco el control de mi cuerpo. Algo en mi interior se me revuelve al sentirla tan pegada a mí y me envía descargas eléctricas que estallan hacia abajo, hacia mi polla, accionando un deseo incontrolable. Un montón de imágenes totalmente espontáneas y ficticias vienen a mi mente, de nuestras extremidades entrelazadas y cubiertas por las sábanas de mi cama, mientras nos besamos, nos exploramos y nos sentimos.
Como me gustaría hacerlas realidad...
¡Mierda! Me está provocando una maldita erección tenerla así y mis pensamientos no ayudan en absoluto. Despego un poco mi cuerpo del suyo con el fin de seguir dominando la situación.
Sus ojos verdes me penetran hasta el alma y muy lentamente acerca sus labios a los míos, acariciándome con su aliento hipnótico. No es la primera vez que nos besamos esta noche, pero en esta ocasión, ella necesita descargar su frustración conmigo. Necesita saldar nuestra pequeña deuda y yo estoy encantado de ofrecerle lo que ella necesita.
Olivia trata de nuevo capturar mis labios con un movimiento violento, pero siento como la tensión abandona poco a poco su cuerpo, que se va relajando a cada segundo que pasamos así, mientras una ola de calor nos va consumiendo a los dos.
Con suavidad, mueve sus brazos intentando soltarse de mi agarre y en ningún momento rompemos el contacto visual. Todo arde entre ella y yo. Es increíble como Olivia logra atraparme como ninguna otra chica lo ha logrado antes. No sé qué es lo que tiene, pero ella despierta un interés genuino en mí. Ya me llamó la atención aquella mañana que llamó a la puerta de mi casa hace cinco años atrás.
Joder, es preciosa. Es increíblemente preciosa. Tiene esa clase de belleza que no te cansas de admirar.
Su maravilloso olor como a cerezas o frutos rojos...
Su proximidad, sintiendo su cuerpo cálido próximo al mío...
Su mirada... ¡tan espectacular y brillante!
Finalmente libero una de sus muñecas y ella no duda ni un momento en rodear mi nuca con su mano libre para atraerme hacia su boca, salvando la distancia que nos separaba. El calor de su respiración rápida y fuerte empieza a quemarme por el deseo.
Sí, Olivia es esquiva, muy esquiva, pero si sabes tocar las teclas adecuadas, se entrega con pasión y eso es una de las cosas que más me sorprende de ella.
Nos quedamos quietos. Sus labios sobre los míos, su mano aún detrás de mi nuca, sujetándome con firmeza, y la mía descendiendo hasta su cadera.
—Bésame —susurro esta vez, haciendo que las letras vibren una a una contra su boca—, hazlo.
Ella saca su lengua y la posa sobre mi labio inferior, como pidiendo permiso. Sin dudarlo, separo mis labios para facilitarle el acceso y no duda en introducir su lengua húmeda en mi interior buscando la mía.
Es ella besándome. Olivia necesitándome. Y yo... yo necesitándola a ella también.
Poco a poco mueve su lengua, la enreda con la mía y mezcla nuestros sabores es un beso urgente y feroz, tanto que nuestros dientes llegan a chocar, pero eso no nos detiene. Instintivamente suelto su otra muñeca y ella me rodea con sus brazos apretándose más contra mi pecho. Poco a poco va tomando confianza y en el momento que libera un minúsculo gemido, me pierdo.
Toda ella me enloquece. Me vuelve completamente loco.
Bajo mi otra mano hasta su cadera y la impulso con las dos manos sobre mi cintura, a lo que ella no duda en rodearme con sus largas piernas.
Las chispas saltan entre los dos. Camino sujetándola por los muslos hasta una silla que hay a un lado y me siento con ella a horcajadas sobre mí.
Sus besos siguen siendo violentos, pero siento que su enfado ha remitido un poco. La siento excitada, pero al mismo tiempo la siento todavía algo cabreada conmigo, aunque no como cuando llegó aquí hace unos minutos atrás.
Sus dedos se hunden en mi pelo y tira de él con fuerza, obligándome a separar mi boca de la suya. El gesto me sorprende y especialmente cuando veo como sus ojos recorren toda mi cara, como si estuviese analizando o buscando algo. En cambio, yo sólo puedo mirarle los labios sonrosados e hinchados por nuestros besos.
Entonces hace algo que me deja en shock.
Traza un pequeño y descarado circulo con sus caderas sobre mi cintura, frotando su intimidad contra mi inevitable erección. Mi polla forma una tienda de campaña en mis pantalones, pero ella no se sorprende al comprobar lo duro que estoy.
Con deleite, observo como deja escapar un pequeño suspiro llevada por la calentura del momento. Soy incapaz de articular palabra, aunque me gustaría poder decirle algo, pero las palabras no me salen. No me esperaba que hiciese eso, pero para mayor sorpresa, vuelve a repetir la acción sin cortarse un pelo.
¡DIOS!
Siento como separa un poco más las piernas para que el roce sea más directo y por tercera vez se roza contra mi miembro. A partir de ese momento, no detiene el movimiento y lo repite lentamente una y otra vez. Se mueve en circulos pausados, acompañados de un pequeño empujón de cadera al fianl de cada giro.
¡JO-DER!
Sus ojos sigue clavados en mí mientras se contonea de una forma inaudita y jodidamente sexy. Jamás una chica ha intentado follarme con la ropa puesta, así que esto es algo completamente nuevo para mí. Por lo normal, las tías con las que he estado me desvisten a la más mínima ocasión o contacto físico, pero ella siempre me sorprende con algo.
A partir de ese momento, el instinto sexual se apodera de los dos de una forma salvaje y brutal. Ella se mueve aumentado cada vez más el ritmo y yo la ayudo apretando sus caderas con fuerza y acompañando o reconduciendo cada movimiento que hace sobre mis piernas.
¡Dios..., me encanta! Me encanta verla frotándose así contra... ¡Joder!
Entre besos, dejo que me quite la camiseta por la cabeza y ella la lanza a un lado con ímpetu. Automáticamente me escanea el torso, así como el tatuaje de la cruz que llevo sobre uno de los pectorales. Sé que le gusta lo que ve porque entonces, sus manos descienden desde mi cabeza hasta mis hombros y se detienen sobre mis pectorales, donde finalmente me clava las uñas sin piedad. Aprieto un poco los dientes en un gesto de dolor cuando siento sus dedos hundiéndose en mi piel y mientras tanto, sigue aumentado el movimiento de sus caderas, pero esta vez de atrás hacia adelante.
Esto es lujuria en estado puro. Siento un deseo doloroso y un anhelo casi lacerante por sacarme la maldita erección de los pantalones y hacerlo con ella aquí mismo y de mil formas distintas, pero no hago nada de todo eso y la dejo hacer. Quiero ver hasta donde es capaz de llegar por si sola. Quiero conocer más de esta Olivia.
Ella sube sus manos hasta mis bíceps y se sujeta allí con fuerza para afianzar los movimientos, mientras que hunde su cabeza en mi cuello y ambos jadeamos como locos. Ahora mismo soy rehén de sus deseos.
¡Es increíble! ¡Dios..., como me está poniendo!
Cada giro de cadera nos va encendiendo más y más.
—Tienes una forma interesante de desahogarte cuando te enfadas —susurro en su oído mientras deslizo mis manos hacia su trasero redondo y perfecto.
Inmediatamente se separa un poco para mirarme y posa sus dedos sobre mis labios entreabiertos y húmedos.
—Shhht, cállate —murmura desinhibida—. Todavía te falta conocer la mejor parte de mí cuando me enfado.
¡No puedo más! Su palabras me catapultan al mismismo cielo.
Me inclino hacia adelante y la incito a que siga moviéndose más rápido, cosa que hace sin dudar, rodeando con sus brazos mi cuello. Los dos nos balanceamos sobre la silla que sostiene el peso de nuestros cuerpos en este baile sensual y pasional.
—Así, preciosa. Muévete. —Mi voz es apenas un susurro inaudible que se escapa en forma de aire de mis labios.
Contenemos nuestras respiraciones y reprimimos los jadeos que luchan por escapar de nuestras bocas, porque no estamos solos en casa y tampoco queremos levantar sospechas sobre lo que está sucediendo en la sala de baile en estos momento. Trato de enfocarme en su cara, en la preciosa expresión de Olivia y en sus mejillas encendidas en llamas por el placer del momento y por el esfuerzo al mantener el ritmo.
¡Joder, el placer es extremo! No sé cuánto tiempo más voy a aguantar así.
Se aferra a mis hombros mientras que nuestros cuerpos chocan una y otra vez de cintura para abajo. Un minúsculo gemido se escapa de su boca y percibo cómo se estremece entre mis brazos. Sé que está cerca. Muy cerca.
—Eso es, rubia... —le digo—, córrete, vamos.
La veo cerrar los ojos y lo hace. Increíble, pero cierto... lo hace. Una bocanada de aire se escapa de entre sus labios. Toda ella se convulsiona de una forma deliciosa sobre mi regazo, empujando con suavidad su pelvis contra mi cintura, experimentando el éxtasis más absoluto de su climax.
Con la frente sudorosa y toda ella aún temblorosa, se deja caer sobre mí, besa mi hombro y acaricia mis brazos hacia abajo, hasta llegar a mis manos. Se queda unos segundos así, hasta que los estragos de su orgamso se desvanecen por completo. Después, entrelaza sus dedos con los míos y lleva mis manos hacia atrás. Me quedo un momento pensando en qué demonios está haciendo y entonces sucede.
¡Clic!
Tiro de mis manos y compruebo que están sujetas a algo con fuerza, algo metálico. Me lleva un instante comprender que la muy bruja me ha esposado a la silla.
¡Increible!
Acto seguido, únicamente me da tiempo a balbucear su nombre, cuando se levanta y de un tirón, me baja los pantalones, dejando expuesta mi descomunal e insatisfecha erección frente a ella.
—Es una broma, ¿verdad? —protesto mirándola con desconfianza.
—No, no lo es. —Se inclina un poco hacia adelante para que nuestras caras queden a la misma altura—. Escúchame bien, pequeño cabronazo. Puede que en algunas cosas me saques cierta ventaja pese a ser cinco años más joven que yo, pero grábate esto en la memoria, maldito capullo. Jamás enojes a una mujer como tú me has enojado esta noche. ¿Te ha quedado claro? —pregunta volviendose a erguir y lanzándome una mirada de clara superioridad—. Tendrás que nacer diez veces para entender eso, Cameron Franklin.
La veo arquear las cejas cuando observa mi sonrisa maliciosa y arrogante formándose en mi labios. Al instante se pone en alerta.
—¿Por qué coño te estás riendo?
Echo la cabeza atrás y suelto una carcajada que retumba en la sala.
—Me hace gracia que me hayas utilizado sexualmente. Jamás pensé que lo harías, pero joder... me has sorprendido, rubia.
Sus labios forman una perfecta O y me mira un tanto avergonzada.
—¡Yo no te he...!
—Oh, sí —la interrumpo aún riéndome—. Sí que lo has hecho y te ha encantado —le digo inclinando mi cuerpo hacia adelante todo lo que las esposas me permiten hacerlo—. Anda... mírame a la cara y niégamelo.
Olivia abre los ojos y luego lo entorna.
—¡Cierra la maldita boca, estúpido! —grita mientras saca una pequeña llave metálica del bolsillo de su vestido y la lanza por la ventana.
Se dirije hacia la puerta para marcharse, pero antes de hacerlo se gira y me mira una última vez.
—Que sepas que esto no va a volver a ocurrir —asegura y vuelve a darme la espalda.
—¡Rubia! —la llamo antes de que abandone la sala de baile—. Siento informarte de que esto sólo acaba de empezar.
Suelta un gruñido frustrado antes de largarse y no puedo evitar carcajearme sin reparos.
Sí, rubia... sabes perfectamente que tengo razón.
Al rato salgo de allí con la silla esposada a mis espaldas y los pantalones por las rodillas. En el salón únicamente está sentado Cody, que me mira abrindo los ojos de par en par como si hubiese visto a un extraterrestre pasando por allí.
—¿Qué... pero qué...? —Me señala de arriba a abajo mientras balbucea.
—Amigo —digo negando con la cabeza—, mejor no preguntes y échame una mano.
—¿La rubia te hizo eso? —inquiere horrorizado.
—Sí —respondo sonriendo tras recordar todo lo que acaba de pasar—. La tengo en el bote.
Hola personitas!
Aquí el mambo vengativo de Oli, pero como es rubia y no tonta, primero se encargó de buscar su propia satisfacción para dormir bien a gusto esta noche Jajajajajaja.
🔥😂🔥😂🔥😂🔥😂🔥😂🔥😂🔥😂
Espero que os haya gustado el capítulo. Entre Cam y Oli está la cosa caliente, caliente... que se funden los plomos, se descongelan los polos y se desintegran las ropas.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
👉🏻¡Terrible! Oremos.
👉🏻Olivia emputada es la pu... ama.
¿Os pareció buena venganza la de la rubia? 👱🏻♀️
Pero Cameron, ¿cómo has permitido que la cosa llegase a este punto?
No os perdáis el próximo capítulo porque empieza la campaña de relojes Möss y vuelven viejas figuras del pasado.
DEDICATORIA:
El capítulo de hoy se lo voy a dedicar al trío de WhatsApp, mis Camlivia que tanto dolor de cabeza me dan ♥️♥️♥️♥️
@Virark porque cumple años el 17 de junio 👏🏻🥳 ¡Vamos a felicitarla todos! Espero que pases un feliz día y me manda decirte Cameron que te dé muchos besos (Le gustan las rubias) 😜
¡Eres una tía genial y entiendes mis chascarrillos!
@PaulaMicaela2 porque la conocí por la cumpleañera de arriba, tras una publicación que hizo de mi historia. ¡Se te quiere! MUCHO, aunque quieras que Tyler regrese para que todos de "pudra", como dices tú 😅 y eso que eres TeamCameron 🤷🏼♀️
MakaAlbrann Porque me promociona y no le doy a "me encanta" a sus publicaciones. Que conste que le daría si me enterase, pero no me entero de nada. Ella es la chica loca de los stickers, que siempre esta buscando una pala para darle a las TeamTyler 😅 pobre Monse... la trae frita.
Ahora fuera bromas, quiero daros las gracias a las tres por el apoyo que me dais, no sólo votando y comentando la historia, sino también por todas las conversaciones que compartimos y lo mucho que me hacéis reír. Sois geniales, estupendas, maravillosas y sin duda, lo mejor de Wattpad, porque nunca creí que conocería gente tan increíble aquí. Me manda deciros Cameron, que está orgulloso de sus chicas 😎
Os quiero con toda la patata, aunque a veces os haga sufrir y me lo devolváis ignorándome 🥰🥰🥰
♥️♥️♥️
Quiero como siempre agradecer a todos los que me leen y están ahí esperando cada actualización. De verdad que no tengo palabras suficientes para agradecéroslo. Darle especialmente las gracias a todos los que están en mi grupo de facebook y a las chicas de WhatsApp, me hacen reír mucho.
No me preguntes por el grupo de facebook porque de verdad no sé cómo aún no te has unido 😱
Pd: Las pijas también son felices, y más cuando la vida les da la oportunidad de pagarle a alguien con la misma moneda 😜
¡Besos a todos!💋❤️
Hasta el próximo capítulo
Sarhanda
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