15. Cameron - Harina de otro costal
La veo recular sobre la cama y desvía instintivamente su mirada de la mía, lo cual me indica que algo no va bien.
De inmediato se me baja toda la excitación para dejar paso a la preocupación, porque mis peores sospechas empiezan a cobrar vida ante mí.
—Olivia —susurro su nombre, intentando encontrarme otra vez con sus ojos verdes, pero ella se gira y se sienta sobre la cama, dándome la espalda.
La miro en silencio. Quiero decirle algo y quiero tocarla, pero caigo en la cuenta de que estoy sucio, así que me levanto de la cama como puedo, trasteo en uno de los cajones de mi mesita de noche y saco un pañuelo para limpiar los restos de líquido que llevo pegado en el vientre, pero aún así, me sigo sintiendo sucio y pegajoso. Necesito un lavado de agua.
—Oye, dame un minuto. Voy un momento al baño a limpiarme y...
—Me tengo que ir —anuncia ella cortándome la palabra, mientras que se pone de pie y busca su ropa al otro lado de la cama a la velocidad del rayo.
Automáticamente suelto el aire por la nariz y aprieto los dientes, porque me veo venir la tragedia a kilómetros de distancia. Esto es precisamente lo que más temía que sucediese; que ella se pusiese en plan raro y cortante. Puede que hayamos estado muchos años sin vernos, pero lo cierto es que ya la voy conociendo bastante bien y sé que todos los sucesos de su vida los vive con excesiva intensidad. Seguramente ahora se estará sintiendo profundamente mal por haberse dejado llevar, y por haber disfrutado un poco de la vida en compañía de otro tío que no es el idiota ese que se largó y la dejó con el corazón roto.
—Escucha, podemos hablarlo si es lo que necesitas —digo con una calma que en realidad no siento, porque por dentro estoy bastante inquieto.
—No, tranquilo. No necesito hablarlo —responde colocándose las bragas y el sujetador, pero lo hace dándome la espalda, como si ahora tuviese pudor a que la vea como Dios la trajo al mundo, cuando hace unos segundos le estaba escaneando hasta el útero—. Estoy bien, es sólo que se me ha hecho un poco tarde y debo irme ya.
Me tenso cuando me responde así. Ahora me siento mal yo, me siento como una mierda y hasta me siento como si tuviese la culpa de "algo". ¡Joder! Esto ha sido por petición suya y menos mal que no he accedido a lo que realmente quería que hiciésemos.
—No me lo puedo creer... —Me llevo una mano a la cadera y apoyo todo el peso de mi cuerpo sobre una pierna, omitiendo el hecho de que estoy completamente en bolas frente a ella, pero no me importa. Yo, a diferencia de ella, no me avergüenzo de mi desnudez—. Me estás odiando por esto, ¿verdad?
—¿Qué? —Se vuelve hacia mí y se coloca la camiseta—. ¡Pues claro que no! No seas paranoico, Cameron. Los dos sabíamos que esto iba a ser así.
Niego con la cabeza en repetidas ocasiones, porque esa respuesta sí que no me la esperaba.
—¿Paranoico yo? Pues entonces háblalo conmigo, Olivia. —Rodeo la cama y me acerco un poco más a ella—. Si no tienes ningún problema con lo que acaba de pasar, hablemos sobre ello con naturalidad, joder. —Ya me estoy poniendo algo más nervioso.
—¿Y de qué quieres hablar? El tema no da para mucho más —suspira, dejando caer sus hombros hacia adelante—. Ha estado bien y punto, ahora me tengo que marchar. Creo que el sexo esporádico funciona así. Eso lo sé hasta yo, que soy una inexperta en mantener encuentros de sexo esporádico.
Sí tiene razón, el sexo esporádico y con desconocidos funciona así, pero no nos podemos aplicar ninguno de los dos casos. No somos desconocidos y técnicamente no hemos tenido sexo.
—¡Oh, vamos! Ni siquiera se puede decir que hayamos tenido sexo, Olivia —replico molesto, mientras levanto una mano por los aires.
Ella me mira mal y entorna los ojos antes de abrir la boca.
—Bueno, pues lo que sea que hayamos tenido. El tema es que no me voy a quedar a dormir abrazada a ti; si es que es eso lo que creías que iba a suceder. —No me pasa por alto el veneno en sus palabras, porque sí..., me calan hondo y eso me jode.
No debería afectarme lo que acaba de decir y sin embargo me afecta. Siempre he sido yo el que sale huyendo tras una noche de sexo con una chica y por primera vez en mi vida, me encuentro al otro lado de la ecuación, pero es que ella no es cualquier chica para mí. Olivia no es una chica a la que acabo de conocer en algún club de baile o en el Night Affair. Ella es harina de otro costal.
—¿Y quién te está pidiendo eso? Sólo digo que parece que estás tratando de huir de la situación o de mí.
—Pues te equivocas. No estoy huyendo—se limita a decir, cuando toma el bolso junto a la cama, y se dirige hacia la puerta con la clara intención de largarse sin añadir ni una sola palabra más a la conversación.
Ahora lo veo todo rojo y cómo en llamas. ¿Me está jodiendo? Sí, me tiene que estar jodiendo... ¿No pretenderá largarse así, como si nada? No hemos terminado de hablar y no voy a permitir que se marche de este modo, dándome la callada por respuesta.
Me pongo unos calzoncillos de un salto, mientras maldigo por lo bajo y salgo corriendo por la puerta de la habitación para alcanzarla. Ella llega a abrir la puerta principal del apartamento, pero en ese momento, la tomo por una de sus muñecas, la hago girar bruscamente y pego su espalda contra la puerta, haciendo que esta se cierre de golpe con el peso de su cuerpo. Rápidamente, coloco cada una de mis manos a un lado de su cabeza para que no pueda volver a salir corriendo y se quede a enfrentar la situación. Sus increíbles y preciosos ojos esmeralda me miran, y de pronto, toda su chulería y autosuficiencia se esfuman. La chica que lanzaba dardos envenenados en la habitación y que no era capaz de mirarme a los ojos se ha transformado en un corderito.
El silencio se extiende entre los dos antes de que pueda ordenar un poco mis ideas y mis palabras en mi cabeza. De hecho, me relamo los labios unas cuantas veces antes de abrir la boca para hablar, porque esto no va a ser fácil de expresar. No me va a resulta sencillo sincerarme con ella, ya que jamás me he visto en la necesidad de hacerlo.
—Dime, ¿piensas que lo que acaba de ocurrir ha sido un error? Porque yo creo que ha sido algo increíble, Olivia. Te diré que generalmente nunca quedo impresionado cuando estoy con una chica y contigo... —Se me corta la voz y trago saliva porque joder, se me seca la boca y estoy nervioso. Estoy muy nervioso. No entiendo qué hago aquí diciéndole a una mujer que lo que acaba de ocurrir entre nosotros ha sido increíble. Yo, Cameron Franklin... el que deja sin palabras y con ganas de más a todas las chicas que pasan por su cama—. Olivia, escúchame, ¿vale? Yo... —Qué difícil es esto. Cierro los ojos y vuelvo a meditar las palabras un segundo más y finalmente decido que voy a volver a empezar por el principio—. Joder, ni siquiera nos hemos acostado y ya me ha gustado más de lo que me ha gustado estar con cualquier otra chica de forma más carnal, ¿entiendes? Me ha gustado mucho y... —dudo si decirlo o no, porque en este momento sí creo que tengo toda su atención puesta en mí—. Me gustas mucho. Tú me gustas mucho. No sé por qué, no entiendo el motivo, y sí joder, te mentí con descaro cuando te dije que las chicas mayores como tú no me gustaban, porque evidentemente tú sí me gustas y no te pido que te quedes a dormir abrazada a mí, pero tampoco me agrada la idea de que te largues como si esto que acabáramos de hacer hubiese sido una cagada. Así que, por favor, dime si crees que esto ha sido un error porque para mí no lo ha sido. —Creo que estoy sonando como un tipo bastante desesperado.
Olivia se me queda mirando con una expresión indescifrable, como si todas las cosas que le acabo de decir fuesen demasiada información de golpe para ella.
—Cameron... yo no... no... —balbucea nerviosa.
Y aquí es donde siento que acaba de meter el "me gustas mucho" que le he dicho en una cajita de madera endeble, para saltar sobre ella con los dos pies juntos hasta hacerla añicos.
—¡Contesta, joder! —Me inquieto y ella abre mucho los ojos cuando le grito.
—¡No lo sé! ¡No sé qué pensar! —asegura.
Inmediatamente aprieto mis labios hasta sentir un fuerte dolor en ellos y percibo sus palabras como un zumbido molesto en mis oídos.
¿No sabe qué pensar? ¿NO SABE QUÉ PENSAR?
Y entonces estallo, porque uno trata de estar calmado y mostrarse sereno, incluso trata de ser comprensivo y amable, hasta que le agotan la paciencia o le tocan la fibra sensible.
—¿Y tú querías que nos acostáramos? —me quejo claramente molesto con ella—. Ni siquiera puedes afrontar como una persona adulta que nos hayamos masturbado uno frente al otro.
—¡Por Dios, Cameron! ¡No hables así! —Escandalizada, Olivia se lleva una mano a la frente—. No..., no me siento cómoda cuando hablas de esa forma tan directa y en esos términos —me reprende.
Pongo los ojos en blanco.
—¡Ah, pues perdona por llamar a las cosas por su nombre! Porque sabes, eso es exactamente lo que hemos hecho, Olivia. Masturbarnos. MAS-TUR-BAR-NOS. Y no yo a ti y tú a mí, ni siquiera eso. Nos hemos masturbado cada uno a sí mismo con sus propios deditos —le digo zarandeando los dedos de una de mis manos frente a su cara—. Además, te recuerdo que me has dicho que te parecía sexy y hasta querías sentirme dentro de ti. —Automáticamente me arrepiento de estas últimas palabras. No debería haberlas dicho, pero estoy tan enfadado y dolido, que no puedo pensar con claridad y la rabia habla por mí.
Olivia se queda paralizada al oírme hablar y yo me quedo esperando a que responda o diga algo, pero en su lugar, lo único que contesta es:
—¿Puedo irme ya?
Su respuesta me pilla por sorpresa y hasta me genera un puto conflicto interno, porque no quiero que se marche así. Quiero que se quede a hablar las cosas conmigo, que me diga cómo se siente y si es posible, quiero ayudarla a sentirse mejor. ¡Maldita sea! Quiero que entienda que no hemos hecho nada malo, nada de lo que deba sentir remordimiento alguno y por lo tanto, no tiene que irse así, porque también me hace sentir mal a mí.
Su silencio hace que el sentimiento de culpa que corre por mis venas sea cada vez más profundo y pesado.
—Oye, siento haberte hablado de esa forma y haberte echado en cara las cosas que me has dicho cuando estábamos, ya sabes, pero yo...
—He dicho que quiero irme ya —me interrumpe con determinación y desvía sus ojos a un lado.
¡Genial! ¡Ahora está enfadada! Enfadada de verdad... Estupendo, Cameron. Eres un genio. Eres un puto genio reconduciendo las situaciones conflictivas hacia la paz y la reconciliación.
Me quedo callado unos segundos, perdiéndome en sus facciones tensas y que expresan una clara mueca de incomodidad. No quiere estar aquí, lo percibo en su cara, en su gesto e incluso en su lenguaje corporal.
—Haz lo que te dé la gana —gruño y me aparto bruscamente a un lado.
Maldita sea, ahora tengo ganas de lanzar un puñetazo a la pared. ¿Por qué es tan terca? ¡Ella me estaba pidiendo ayuda! Ha sido ella la que quería hacer mucho más de lo que hemos hecho. ¿Por qué ahora actúa así? ¿Por qué me hace sentir como si fuese un miserable?
—Adiós —se despide dándose la vuelta hacia la puerta.
—Espera, deja que por lo menos te acompañe al coche —le digo, porque no quiero que vaya por la calle sola a estas horas de la madrugada.
—No es necesario. Sinceramente, prefiero ir sola —escupe sin mirarme.
Por mucho que me moleste, si se quiere largar, pues que se largue. Jamás en mi vida he retenido a una chica, y por mucho que ella me guste, eso no va a ser distinto ahora. Yo también tengo mi orgullo.
En el momento en que Olivia abre la puerta, aparece Alan al otro lado de la puerta, con las llaves en la mano.
—¡Hey! ¡Hola, chicos! —Nos saluda, pero de pronto sus ojos recaen sobre mí y enseguida se da cuenta de que sólo llevo puesto unos calzoncillos—. ¡Oh! Yo me he olvidado algo en... —comenta, pensando que ha interrumpido algo y retrocede un paso atrás.
—Tranquilo, Alan. Yo ya me iba —dice Olivia, pasando por su lado y marchándose definitivamente del apartamento.
Alan entra en silencio y cierra la puerta. Sin decirle nada, me dirijo a la cocina y abro el grifo para asearme un poco. Alan me sigue.
—¿Todo bien, pollito? —pregunta con cautela.
—Sí, todo de puta madre. —Evidentemente nada está de puta madre, pero espero que haya captado la advertencia de "ni me hables ahora", oculta en mis palabras.
Mi amigo ladea ligeramente la cabeza a un lado como si le sorprendiese la respuesta. Después, abre la nevera, toma una lata de cerveza, la abre y se apoya en la encimera mientras le pega un largo trago a la lata y observa cómo me limpio con el agua y un poco de jabón.
—¿Oye, colega? ¿Por qué te estás limpiando ahí? —señala mi abdomen—. No me digas que apuntaste con el cañón en el punto equivocado —se burla a mi lado con una sonrisa estúpida tatuada en sus labios—. ¿Te calentaste antes de tiempo y saltó el detector de humos? —Odio su comentario, porque lo acompaña de una imitación estúpida al sonido que hace un aspersor al regar el césped.
—No seas idiota, Alan —replico, y tomo un poco de papel de cocina para secarme las manos.
Él sonríe con presunción.
—Uhhhh..., venga amigo, que no pasa nada —me da un par de palmadas en el hombro—. Sé perfectamente el origen de eso que te estás limpiando. ¿Qué pasó? ¿Un precoz? A todos nos ha ocurrido alguna vez eso de que se nos dispara la metralleta antes de tiempo, seguro que le viste a la rubia las tetas y el culo que oculta bajo la ropa y...
No dejo que termine la frase, porque una sensación de rabia me desciende veloz por todo el cuerpo y descargo toda mi frustración agarrando a Alan por las solapas de su chaqueta vaquera y, molesto, le grito:
—¡Cállate! ¡Cállate, maldita sea! ¡No hables así de ella!
Mi amigo se queda de piedra por mi reacción un tanto desmedida y abre los ojos de forma desmesurada.
Entre Cody, Alan y yo siempre ha habido buen rollo y hemos hablado abiertamente de todo, incluso de chicas, pero no me gusta que hable así de ella.
—Estoy de broma, Cam. Tranquilízate —me pide llevando sus manos hasta las mías para quitárselas de encima.
—Pues deja tus putas bromas a un lado, ¿ok? No quiero que hables así de ella ni de ninguna parte de su cuerpo, ¿entendido? A ver si aprendes a ser algo más respetuoso —escupo cabreado.
Me aparto hacia atrás y Alan se estabiliza. Se recoloca la ropa sobre los hombros, mientras me mira con el ceño fruncido.
—¿Qué coño te pasa, tío? —inquiere todavía sorprendido por mi arrebato.
—No me pasa nada. —Sin ganas de seguir con esta conversación, me dirijo a mi habitación, cierro la puerta de un portazo y pego mi espalda contra la madera, intentando llenar mis pulmones de aire.
Estoy bloqueado. No sé qué me ocurre ni por qué reacciono de esta manera con uno de mis mejores amigos. Yo nunca he sido un tipo violento, nunca reacciono así, y menos por una chica, pero me siento frustrado y superado con todo lo que ha ocurrido. Ha sido una noche larga y extraña, y todo lo que me apetece ahora mismo es darme una ducha rápida, meterme en la cama y dormir. Necesito descansar y ya mañana será otro día.
Me despierta una luz repentina y cegadora. Tardo uno cuantos segundos en darme cuenta de que alguien ha corrido de repente las cortinas de mi habitación.
—¿Qué demonios? —murmuro levantando mi cabeza de la almohada, con los ojos todavía pegados por el sueño.
El peso de un cuerpo se hunde en el colchón, justo a mi lado.
—¡Pollito! Hora de levantarse. —La inconfundible voz de Cody me chirría en los oídos. No es que mi amigo tenga una voz desagradable, pero ahora mismo estoy tan cansado y tengo tanto sueño, que me parece estar escuchando el eructo de un horco.
Abro un ojo y miro fugazmente el despertador sobre mi mesilla de noche e inmediatamente suspiro.
—Son las ocho y media de la mañana y me acosté hace tan sólo tres horas. Si no te importa... ¡LARGATE DE MI CUARTO! —exclamo eso último, lanzándole un cojín a Cody y tapándome con las sábanas hasta cubrir mi cabeza. De forma abrupta, él me las vuelve a quitar.
—¿Qué demonios te pasa? —bramo un tanto furioso—. ¡Déjame dormir!
—Hermano, primero vamos a tener una pequeña conversación tú y yo.
¡Joder! ¡Puta mierda! Esto me pasa por no buscarme un apartamento para mí solo. Ahora mismo tengo más sueño que una cesta de gatitos y el idiota de Cody no va a parar de tocarme las pelotas hasta que lo atienda.
Me incorporo en la cama con los ojos todavía cerrados, porque la luz que entra por mi maldita ventana es cegadora. Me froto un poco la cara para despejarme y después miro a mi amigo con los ojos entrecerrados.
—¿Contento?
Cody ladea la cabeza y después habla:
—¿Qué pasó anoche? —Quiere saber.
—¿Qué pasó de qué? —pregunto, intentando arrastrarme hasta el borde de la cama para poner los pies en el suelo.
Mi amigo menea la cabeza y se echa a reír antes de volver a hablar:
—Pollito, conmigo no te hagas el despistado. Alan me ha contado que anoche te alteraste bastante por una broma estúpida.
Inevitablemente suelto un suspiro como diciendo «ya sabía yo que era por eso», y luego me revuelvo un poco el pelo con los dedos antes de volver a mirar a Cody a los ojos.
—El muy idiota se pasó de listo —replico sin un ápice de diversión en mi rostro.
Mi colega me mira sorprendido.
—¿Y cuándo no se pasa de listo? Ya sabes cómo es, deberías estar acostumbrado a sus ....
—Oye, ¿qué quieres? —Lo interrumpo, encogiéndome de hombros—. ¿Quieres que vaya y me disculpe con él? ¿Eso quieres? Pues lo haré, tranquilo, pero ahora me gustaría seguir durmiendo, la verdad. No he dormido una mierda y me duele la cabeza.
Estoy que muerdo, pero es que esto es lo que pasa cuando duermo pocas horas y encima me despiertan de malas formas. Mi tolerancia a la falta de sueño es nula.
Cody empieza a jugar con el reloj de pulsera que lleva puesto y me mira como si me estuviese analizando, hasta que finalmente interrumpe el silencio.
—Tiene que ver con ella, ¿verdad?
Que la nombre a ella, sólo hace que me sienta más incómodo de lo que ya estoy, porque directamente me traslada a lo mal que acabamos anoche y siento como nuevamente se me vuelve a formar esa especie de nudo en el estómago.
—Olvídalo —le digo levantándome y colocándome una camiseta negra de tirantes que hay sobre una silla.
Me miro en el espejo y veo que mi aspecto es verdaderamente horrible. Tengo los ojos hundidos y con ojeras, la cara pálida, tan blanca como el culo de una monja y del pelo ya mejor ni hablemos.
—Escucha Cam, sé lo que te está pasando con Olivia. Conozco esos sentimientos porque por eso yo ya he...
¡Hay que joderse!
—¿Qué sentimientos? —le corto de inmediato y me giro hacia él, con los ojos muy abiertos.
Espero que no me venga a dar un discursito sobre el amor y los sentimientos, porque juro que vomitaré, y eso, que tengo el estómago completamente vacío.
—A mi no me engañas, colega —dice, y niega con la cabeza—. Soy casi seis años mayor que tú, sé reconocer lo que te pasa.
Suelto una pequeña risa en forma de aire que expulsó por la nariz ante sus palabras.
—Pues te equivocas conmigo —le aseguro.
Cody frunce el ceño hasta convertir el gesto en duda y entrelaza sus manos sobre su regazo.
—Ojalá así sea, pero como no creo que me esté equivocando, por lo menos deja que te diga que tengas cuidado, ¿vale?
—¿Cuidado? —le pregunto un tanto desconcertado.
No sabía yo que ahora la rubia podía ser peligrosa... (nótese él sarcasmo).
—Sí, tío. Las chicas de la edad de Olivia, generalmente ya se han llevado alguna desilusión con los hombres y tú estás bien virgen en el asunto.
—¿Qué coño estás hablando, Cody? He estado con muchísimas chicas. ¡No me jodas! —le espeto con desagrado.
¿Virgen yo? ¡JA! A ver si este se cree que nací ayer...
—Sí, pero ninguna te sacaba cinco años de ventaja y de ninguna de todas ellas te enamoraste. Además, yo no te jodo. La que te va a joder va a ser ella como no te andes con un poco de cuidado —recalca como si fuese lo más obvio del mundo.
Las pocas neuronas que tengo despiertas en este momento, estallan en mi cabeza.
—¡Tú alucinas! Yo no estoy enamorado. No te negaré que la chica me gusta, pero vaya..., de ahí a llamarlo "amor" , creo que va un abismo —le aclaro con un gesto del tipo: "no te flipes amiguito".
Cody toma aire por la boca y lo retiene como si tratase de contener algo de paciencia.
—Ya. Sabes, me parece muy bien que experimentes lo que es el amor, pero te lo vuelvo a repetir; ándate con cuidado porque en ese aspecto, cuando tú vas, ella está de regreso.
—Sí, seguro que sí —contesto con ironía y pongo los ojos en blanco.
Camino otra vez hasta la cama y me dejo caer sobre el colchón como si fuese un saco de patatas. ¡Dios! Estoy agotado. Automáticamente me pongo a bostezar.
—Bueno, te dejo que sigas descansando —dice mi amigo poniéndose en pie y dirigiéndose hacia la puerta—. Yo me voy al gimnasio. ¿Te veo luego?
—Claro —murmuro ya con los ojos cerrados y dispuesto a volver a los brazos de Morfeo.
—Hasta luego. —Oigo cómo abre la puerta—. Ah, por cierto, pollito, si alguna vez decides reconocer abiertamente que estás profundamente enamorado de esa muchacha y necesitas hablarlo, ya sabes que yo...
Un gruñido frustrado se me escapa desde lo más profundo de mi garganta.
—¡Lárgate, capullo! —exclamo, y le lanzo otro cojín, pero Cody cierra la puerta justo a tiempo.
Sus carcajadas se pierde al otro lado de la puerta.
Cuando se va, me quedo unos minutos tumbado en la cama, pensado en todo lo que me ha sucedido desde que Olivia apareció en el Night Affair aquella noche. Todo se ha ido complicando poco a poco entre nosotros. Primero lo de la competición de baile, luego lo de la campaña de relojes y ahora..., ahora... ¡Bah! No sé ni qué nombre ponerle a lo que ha pasado esta noche.
De pronto, me doy cuenta de que esto no puede seguir así, porque los dos tenemos un trato y debemos seguir adelante. La única opción que me queda es tragarme el orgullo y mandarle un mensaje a Olivia. Busco el móvil sobre mi mesilla de noche y abro el WhatsApp.
Espero que no le dé por no aparecer, porque entonces sí que lo va a lamentar.
Yo soy un Franklin, y los Franklin nunca se rinden.
¡Hola personitas!
¿Cómo ha ido la semana santa? Aquí muy mal porque ha hecho un tiempo horrible y yo me iba a ir de vacaciones, pero lo hemos tenido que posponer. Me iré esta semana yujuuuuuuu ✌🏻✌🏻✌🏻
Bueno, pues parece que Olivia ha entrado en conflicto con lo sucedido y Cameron por su parte no quiere reconocer abiertamente la verdad. Aunque bueno, le ha dicho a Oli que le gusta mucho 👀😍
!Vaya par!
¿Qué creéis que sucederá ahora?
🤷🏼♀️🤷🏼♀️🤷🏼♀️🤷🏼♀️
👉🏻Olivia tratará de distanciarse 🏃🏻♀️
👉🏻Cameron tratará de acercarse 😏
👉🏻La escritora nos va a tomar el pelo y nos va a salir con algo nuevo 😩
👉🏻Tyler, aparece ya o te corto las... ✂️ 🥚🥚
Quería agradecer especialmente a todas las lectoras, que cuando hago alguna promoción de la historia, acuden a recomendarla en los comentarios. De verdad que cada vez que veo una de vuestras recomendaciones, sonrío hasta que me duelen las mejillas. Sois lo mejor del mundo 😍😍😍
DEDICATORIA:
Te lo prometí y por supuesto cumplo con mi palabra. Quería dedicarte un capítulo, porque sé que sufres con cada capítulo desde que Tyler no está. Incluso sé que has estado releyendo el primer libro 💔
@alyssaass
Siento en el alma haceros sufrir a las #TeamTyler como tú y siento mucho que todavía vayáis a sufrir un poco más, pero la historia es larga y como siempre digo, Tyler regresará para ponerlo todo patas arriba. Tiempo al tiempo.
Te agradezco todo el apoyo y gracias por seguir siempre fiel a mis actualizaciones. Mil millones de veces, GRACIAS Preciosa ♥️♥️♥️
AVISO: Como esta semana me voy de vacaciones y no voy a tener casi tiempo de escribir, me dedicaré a terminar el extra de Tyler, narrando la escena de la llamada desde su punto de vista.
Si os ha gustado el capítulo de esta semana, podéis:
❤️VOTAR (Que es gratis)
🖤COMENTAR (Porque es lo que más adoro en el mundo, leerlos).
Pd: Las pijas también son felices... aunque a veces huyen de las situaciones comprometidas.
¡LOVE YOU ! 💖💋💖💋
SARHANDA
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