13. Olivia - Noche de locuras II

Me quedo esperando en la habitación de Cameron a que él termine de ducharse y vestirse para salir juntos esta noche.

Sí, es raro esto de salir con él, pero necesito urgentemente distraerme y olvidarme un poco de todo lo que ha ocurrido. Todo este asunto de mi padre y de que no sea mi padre biológico, así como también el tema de Tyler y que no sea mi hermano, me tiene con una profunda jaqueca. He llorado más en una noche que en los últimos cuatro años y ya no soy capaz de pensar por un segundo más en esas cosas. Preciso distraerme un poco o de lo contrario me estallará la cabeza.

Observo detenidamente la amplia estancia que conforman el dormitorio de Cameron. Es bastante grande. Hay una cama matrimonial con sábanas blancas y lisas, un armario viejo a un lado, algunas máquinas y aparatos extraños que supongo que son para hacer ejercicios físico, un cesto lleno de ropa sucia, una guitarra eléctrica con su amplificador y algunos espejos colgados en las paredes.
Aunque los muebles son bastante viejos, todo parece muy limpio y ordenado para ser el dormitorio de un chico de dieciocho años.
Me quedo observando una fotografía enmarcada que tiene sobre la mesilla de noche. Es la instantánea de una mujer mayor, que rondará los setenta y pico años. Lleva un vestido de flores y un sombrero de paja enorme. Sonríe alegre para la instantánea, mientras permanece sentada en una silla de mimbre, en un entorno precioso que parece ser un jardín muy bien cuidado.

La puerta del cuarto de baño se abre en ese momento, haciendo que gire sobre mis pies para verle a él. Cameron sale del aseo, con el pelo húmedo y rápidamente me llega hasta la nariz su agradable olor a jabón de sandía. Lleva puesta una camisa blanca remangada hasta los codos, unos pantalones ajustados y rotos por las rodillas, y también va descalzo, lo cual no le hace perder ni un ápice de su particular encanto.

Me quedo de pie junto a la ventana y la mesilla de noche, acomodando algunos mechones de pelo que se han ido descolgando de mi coleta mal hecha y no digo nada. Veo como Cam se acerca hasta la cama para sentarse y ponerse unos calcetines que sostiene en las manos. Entonces, aprovecho el momento para escrutarle con calma, mientras que él se concentra en colocarse uno de los calcetines blancos y flexiona una de las rodillas hacia arriba, apoyando el talón en el borde del colchón.

Miro con atención sus ojos oscuros porque son lo más destacable de su rostro. Los tiene preciosos, aunque sólo sean un par de ojos marrones, porque lo realmente bello y agraciado en ellos no son su forma, su grandeza o su color; lo realmente hermoso en ese par de ojos marrones es la increíble mirada que proyecta a través de ellos. Me detengo a contemplar también su pelo dorado, desordenado y chorreante; más oscuro ahora por la humedad tras la ducha. Analizo las pequeñas arrugas que se le forman en la frente al fruncir el ceño, su nariz recta y cómo se muerde el labio inferior mientras se agacha para atarse los cordones de las zapatillas que se está calzando en este momento.

Sí, Cameron es esa clase de chico que según lo vas contemplando y observando más de cerca, pues más te vas dando cuenta de su graciosidad en todos esos pequeños detalles que lo convierten en un perfecto e indiscutiblemente atractivo cabrón.

—¿Lista para bailar de forma lujuriosa y pasional? —pregunta mostrándome sus dientes blancos y perfectos, mientras que de un salto se pone en pie.

Miro fugazmente su ropa limpia y recién planchada y después miro la mía.

—No pretenderás que vaya con estas pintas, ¿no? —pregunto tirando un poco del borde de mi camiseta.

Sus ojos se dirigen a mi atuendo que básicamente consiste en unos vaqueros azules y sencillos, y una camiseta blanca de Gucci, eso sin contar los pelos de loca que llevo y la ausencia de maquillaje tras tanta lágrima y mocos.

—Yo creo que así vas muy bien —comenta mientras se gira hacia uno de los espejos colgados en la pared para adecentarse un poco el pelo con los dedos.

—¿Perdona? —pregunto con las cejas alzadas—. Tú sí vas bien; yo estoy hecha un asco.

—¿Pero vamos a un desfile de moda o a bailar? —inquiere mirándome a través del espejo.

Espiro un poco más alto de lo normal y me acerco hasta el espejo donde él sigue arreglándose el pelo, para sacar de mi bolso mi pequeño estuche de maquillaje y retocarme un poco.

Menos es nada... ¿no?

Quince minutos después, ambos salimos a la calle para subirnos a su moto aparcada junto a la puerta del edificio. Aunque insisto varias veces en que vayamos en mi coche, Cameron se niega porque dice que con la moto llegaremos antes a cuenta del tráfico. Me pasa un casco y se coloca el suyo propio, justo antes de subirse. Levanto una pierna y me siento detrás de él, rodeando con mis brazos su cintura.

Cruzamos una fugaz mirada a través de uno de los espejos retrovisores e inmediatamente aflojo mi agarre a su cuerpo. Casi puedo oír su sonrisa amortiguada por el casco, al notar que me sonrojo.

Arranca el motor y conduce a una velocidad prudencial por las calles de Nueva York, hasta que llegamos a un local muy iluminado con mucha gente en la puerta haciendo cola.

Levantó la vista y ya sólo con leer el letrero que anuncia el nombre del lugar, hace que por poco me caiga de culo de la motocicleta.

Ritmos de Berga

—¿Ritmos de Berga? ¿Dónde demonios me has traído, Cam? —pregunto algo tensa mientras me bajo del vehículo de dos ruedas y releo el gran letrero con luces por si mi imaginación me estuviese traicionando, pero no. Ahí pone claramente "Ritmos de Berga".

Ahora ya no sé si me parece tan buena idea esto de bailar lujurioso y pasional. ¿Qué se puede esperar de un club con ese nombre? Supongo que nada bueno.

Un segundo después, Cameron se baja de la moto, se deshace del casco y sonríe con una sonrisa lenta y carnal que todavía dispara más todas mis dudas.

¿Qué significa esa sonrisa? No, no me gusta un pelo, cuando en lugar de contestar simplemente se limita a sonreír, porque eso significa que la respuesta no me va a gustar nada, nadita.

Nos acercamos a la puerta de local, donde hay varios porteros con pocas pintas de tener carreras de ingeniería o medicina.

¡Por Dios! ¡Vaya aspecto de matones que tienen!

Cameron me toma de la mano y se salta la inmensa cola de personas que están esperando a entrar, sorteando a la multitud y dirigiéndose directamente hasta los porteros frente a la puerta principal, que en cuanto lo ven aparecer lo saludan como si lo conociesen de toda la vida.

—¡Hey, pollito! —Lo saluda uno de los armarios roperos que custodia la puerta, haciendo chocar su hombro contra el de Cam. Es un tiarrón tan alto y cachas que me recuerda a Whesley Snipes en la película de "Blade". De hecho, se parece bastante a un croissant, con esos brazos y hombros tan musculados. Apuesto todo mi dinero a que este tío no alcanza a limpiarse el culo cuando caga—. Cuanto tiempo sin verte por aquí—añade.

—¡Hola, tío! Lo sé. He estado ocupado últimamente —le explica Cameron.

El portero me mira entrecerrando los ojos, después mira nuestras manos aún unidas y por último asiente son una sonrisa pícara, malinterpretando por completo eso de "ocupado últimamente". Automáticamente me suelto de la mano de Cam.

Cameron parece una maldita celebridad en el lugar. Todos los porteros lo saludan y un montón de chicas se acercan a darle dos besos mientras me fulminan con la mirada. Deben creer que soy su nueva conquista, pero no pueden estar más confudidas.

Él responde a todos los saludos con mucha alegría y efusividad. Realmente parece que aquí es un chico muy querido.

Coloca su mano en la parte baja de mi espalda y me guía hasta la entrada del local, mientras sigue saludando con la barbilla a todo ser viviente que nos cruzamos por el camino. No debería permitir que deje su mano ahí colocada, justo donde la estoy sintiendo ahora mismo, porque a cada paso que damos, siento como la desliza un poquito más hacia abajo. El calor que desprende la palma de su mano me traspasa a través de la ropa y me altera por completo, y todo se debe a que esa mano está casi en contacto con otra parte de mi cuerpo que bien podría dejar de considerarse como la espalda.

Cameron no parece darse cuenta y saluda con la otra mano a dos chicos que pasan a unos cuantos metros de distancia por nuestro lado. Mientras tanto, mi cuerpo se convierte en una masa de carne temblorosa, pero trato de disimularlo contoneando mi cuerpo en cada paso que damos.

A mi imaginación pervertida, se le suman rápidamente otros pensamientos como, por ejemplo, cómo sería sentir su tacto o esa mano en otras partes de mí anatomía mucho menos decorosas.

«¡Cochina!», me grita el subconsciente.

Sorry, but not sorry.

Lo sé, estos pensamientos no son propios de una chica buena y decente como yo, pero llevo demasiado tiempo sin sentir este "no sé qué" y mi cuerpo reacciona solito cada vez que él se aproxima, me roza o directamente entra en contacto conmigo. Es incontrolable y odio que así sea, pero se escapa a mi poder.

Cuando llegamos a la pista de baile, me sobrecoge el panorama que se despliega antes mis ojos. Nunca en la vida había visto algo igual, bueno miento, en las películas puede que sí lo haya visto.

Si los porteros de este local me recordaban al actor principal de "Blade", esto me recuerda a la escena de baile donde los vampiros se mueven de forma desenfrenada en el club privado, sólo que aquí las luces azules han sido sustituidas por otras rojas y anaranjadas, los vampiros se han convertido en reyes del twerking y la canción que suena a todo volumen no es música techno, sino algo parecido a una bachata.

Que inculta musical eres, Oli.

Todos, y digo absolutamente todos, bailan con todos, moviendo caderas, traseros, pechos y hasta partes del cuerpo que creo que jamás tuvieron como finalidad dotar de movilidad al cuerpo humano. Es increíble e hipnótico verlos a ellos moverse por la pista de baile, colocando sus manos en las caderas de ellas, y a ellas deslizándose con una gracia tan natural que parece que las parieron con el único fin y propósito en la vida para destacar en esto.

¡Dios mío! Es fantástico y sorprendente. ¿Cómo es posible que exista gente que baila así de bien? Yo no... yo no... no podría bailar así jamás.

Mi corazón comienza a palpitar con fuerza frente al espectáculo que tengo ante mis ojos. Ya sólo con la canción hace que quieras unirte a ellos, aunque no tengas ni puta idea de mover el booty, como es mi caso, claro.

—Madre mía, ¿qué sitio es este? —pregunto asombrada, mirando a toda esa gente bailando de forma evocativa, sensual y fogosa.

De forma inesperada, Cameron me rodea los hombros con uno de sus brazos y me atraerme hacia él, provocando que sus labios rocen no mucho más de un segundo mi oreja y toda mi piel se erice.

—Uno donde la gente baila lujurioso y pasional, hasta que se olvidan de sus nombres —murmura con calidez. Su aliento me cosquillea en el cuello y mis labios se curvan para formar una sonrisa tonta, ridícula y nerviosa—. Pero antes de unirnos a todos ellos —comenta señalando la pista de baile, —vamos a ir a la barra de la verdad.

Me separo un poco de su lado y veo que Cam me está mirando con esa sonrisa que lo hace parecer asquerosamente perfecto.

—¿La barra de la verdad? —pregunto llena de curiosidad.

Antes de que me pueda contestar, una chica familiar llega hasta nosotros y nos interrumpe de forma brusca.

—¡Pero bueno! ¿A quién tenemos aquí? —Giro la cabeza y compruebo que se trata de Yanira, junto con un grupo de chicas todas ellas vestidas con ropa minúscula y kilos de maquillaje en la cara—. Sí es el sexy pollito con la vieja estirada.

¿Vieja estirada?

Parpadeo unas cuantas veces y abro la boca para protestar a ese comentario, pero Cameron se me adelanta.

—No seas infantil, Yani. —Su tono es de reproche, pero a ella no parece afectarle lo más mínimo.

—¿Infantil yo? —se queja en un gesto dramático llevándose la mano al pecho—. El único inmaduro aquí eres tú. No me puedo creer que te vayas a presentar con ella al Dual —casi escupe a la vez que me repasa de pies a cabeza con asco.

El séquito de chicas que la acompañan, también me miran con desaire.

—Ya me disculpé por eso —suspira él —. Te dije que no me quedó más opción.

"No le quedó más opción".

No sé por qué, pero esas palabras de Cameron pican y escuecen, aunque supongo que tengo que aceptar que está diciendo la pura verdad. Él nunca quiso bailar conmigo, simplemente lo hace porque tenemos un trato y porque no le queda más opción que hacerlo así. Nos inscribieron juntos en la competición de baile y ahora yo soy lo único oportunidad que tiene para ganar el Dual.

—No vas a ganar con esta —masculla Yanira con todo el desprecio del mundo.

Siento como el malestar en mi estómago crece y amenaza von ascender por mi garganta. Yo no he venido hasta aquí para soportar a esta estúpida diciendo idioteces, porque por esta noche ya he tenido que soportar bastante drama.

—¿Y tú qué sabes? —intervengo, incómoda ante su mirada felina.

Ella frunce el ceño con sorpresa. Imagino que no esperaba que le fuese a contestar.

—No pensarás que tienes alguna posibilidad de ganar, ¿no? No tienes gracia, ni movilidad, ni porte, ni elegancia, ni...

—Tengo algo que tú no tienes —replico cortándola en seco.

Caigo en la cuenta que estoy conteniendo todo el aire que puedo en los pulmones y ni siquiera parpadeo, en cambio ella, cierra la boca y me mira con los ojos entornados.

—¿Ah sí? —Se cruza de brazos y todas sus amigas sueltan risitas burlonas—. Siento mucha curiosidad por saber qué es lo que tú tienes que yo no, la verdad.

La Diosa de ébano me está retando. Nuestras miradas se mantienen fijas unos instantes, hasta que abro la boca para contestar.

—Tengo al chico con el que te habría gustado participar como pareja en el concurso de baile.

¡Toma esto bitch!

Cameron se muerde el labio intentando retener una carcajada y las amigas de Yanira abren todas los ojos como platos. Parece que la morena se ha quedado sin palabras y la rabia emerge en sus pupilas oscuras con la intensidad del fuego.

¡Ahí sí que te jodi! ¿Ah?

—Ya no me interesa el concurso de baile —dice con toda la frialdad del mundo y tratando de contrarrestar el corte de mangas simbólico que le acabo de pegar—. ¿Os apetece una ronda en la barra de la verdad? —dice cambiando de tema.

—Mejor en otro momento —repone Cameron rápidamente, tirando un poco de mi brazo.

—¿Pero no íbamos a ir a la barra esa? —pregunto un tanto confundida.

Sí, a veces puedo ser una auténtica bocazas. De hecho, caigo en la cuenta al segundo que hubiese sido más inteligente haberme callado la boquita porque de inmediato, una amplia sonrisa se extiende en la cara de la mulata.

—Entonces, ¿a qué esperamos? —Los ojos rasgados de Yanira vuelan desde los míos hasta los de Cameron.

Él me mira y después mira a Yanira.

—Está bien —dice, volviendo a colocar su mano en mi espalda para guiarme.

Llegamos a una barra que hay al fondo del local, en una zona un poco más apartada, mientras que Yanira se despide de sus amigas y nos siguen. El camarero se queda mirando a Cameron e intercambian una serie de gestos extraños que se parece a algo así como un código secreto. El barman saca unos diez pequeños vasos de chupito, los coloca sobre la barra y los rellena de un líquido marrón que inconfundiblemente huele a alcohol apestoso.

Yanira es la primera de tomar uno de los vasos e inmediatamente se gira hacia mí, alzando una de sus cejas depiladas de forma exagerada.

—Atiende porque el juego es el siguiente, pero como eres rubia igual te cuesta un poco entenderlo —me ataca burlándose de mí—. Yo hago una afirmación que te afecte a ti o a Cam, si esa afirmación es cierta, la persona afectada y yo beberemos y el otro no podrá beber. En caso de que la afirmación sea mentira, esa persona y yo no beberemos y beberás tú. ¿Entendido?

No he entendido una mierda. ¿Qué clase de juego es este? ¿Será verdad que las rubias son tontas?

Hago un gesto de asentimiento, pero en realidad estoy llena de dudas. No sé si quiero jugar a esto. Los juegos de beber no se me dan demasiado bien y la última vez que participé en uno, no salí nada bien parada.

—¡Bien! —exclama ella levantando su vaso en el aire—. Yo empezaré. A ver, yo bailo mucho mejor que Olivia... ¿Cameron? —pregunta esperando a que él afirme o desmienta la afirmación.

Bueno, es evidente que yo no soy muy buena en el tema del baile, vaya. Cameron me mira como disculpándose y se lleva el vaso a los labios para beberse el líquido marrón. Inmediatamente un destello de triunfo reluce en los ojos de la morena, que también bebe de su vaso.

¡Menuda gilipollez! Pues claro que ella baila mejor que yo; se dedica profesionalmente a ello. Pongo los ojos en blanco y tomo uno de los vasos para tomar mi turno y no dudo en contraatacar.

—Yo fui el primer beso de Cameron —digo, provocado a Yanira con toda la mala intención del mundo.

¡Eso por llamarme vieja! ¡Perra!

Su cara se convierte en todo un poema. Cameron bebe, y yo también lo hago, y al hacerlo, la garganta literalmente me abrasa como si me hubiese tragado algo ardiendo en llamas.

¡Joder! ¿Qué mierda es esta? Me quedo mirando el vaso y contraigo la cara en una mueca de profundo asco. Está tan fuerte que todo mi cuerpo se sacude en un potente estremecimiento y Yanira se ríe burlándose de mí. Su risita se corta cuando le lanzo una mirada furibunda.

—¡Es mi turno! —exclama Cameron a mi lado—. Tú—dice señalándome con el vaso de chupito en la mano—, no sentiste nada cuanto practicamos lo de la confianza. —Sus cejas se elevan y alza su vaso a modo de brindis.

¿QUÉ? ¿A qué ha venido eso?

En ese momento, la cabeza me vuela del sitio con esa afirmación. Yanira parpadea confusa sin entender de qué va la cosa, y yo tardo unos segundos en reaccionar.

Maldita sea, está jugando fuerte el niñato.

Bebo, porque jamás pienso reconocer que sí sentí cosas en aquel momento. ¡JAMÁS! Antes me corto un brazo.

Cameron también bebe y me mira mal.

Ignoro que es el turno de la mulata, y sujeto rápidamente otro vasito con el líquido asqueroso y abrasador, porque estoy rabiosa con Cam y quiero mi revancha.

¡Oh, yeah!

—Y a ti —comento, inclinando la cabeza a un lado para pensar bien en mi próxima afirmación—, no te gustan las chicas tan mayores como yo.

Cameron entrecierra los ojos y se bebe el chupito de un trago, sin titubear, ni dudar, mientras hace una mueca en plan: "Pues no, no me gustan".

¡Hijo de Satanás! Pues para no gustarte, hay que ver cómo te lo disfrutabas el otro día con tanta "confianza".

¿Pero qué coño estás pensando Oli?, me reprende el subconsciente.

Yo también bebo y lo hago tan lanzada que me atraganto un poco con el alcohol y unas gotas de líquido se escurren por mi barbilla.

Rápidamente, Cameron sostiene otro vaso frente a sus labios y yo abro los ojos como platos, tosiendo todavía por el trago anterior.

¡Esta bebida sabe a rayos!

—Y a ti no te gustan los tipos como yo, ni aunque tengan tu misma edad —suelta con hosquedad.

¡Oh! Así que te gusta jugar duro, ¿eh?

De pronto me siento furiosa por dentro y no acabo de comprender el por qué, pero me siento como una máquina a vapor trabajando a todo trapo. Todo esto se ha convertido en algo personal entre Cameron y yo, mientras que Yanira sigue en pie a nuestro lado como un pasmarote, intercalando miradas entre Cam y yo como si estuviese en un partido de tenis.

Bebo mi chupito, él vuelve a beber del otro y yo vuelvo a beber otra vez... así hasta que nos acabamos todos los chupitos entre él y yo, y la mulata nos mira sin entender un carajo. En cuestión de un minuto, Yanira se ha bebido un chupito y Cameron y yo los otros nueve.

Con el último trago, siento que el cerebro no me funciona del todo bien, porque lanzo el vaso sobre la barra y lo oigo caer al otro lado, rompiéndose en mil pedazos.
Me doy la vuelta y me largo de allí completamente mareada, sin importarme una mierda lo que dejó atrás. La música rezumba en mis oídos, la gente bebe a mi alrededor y justo cuando voy a cruzar la pista de baile, siento como una mano tira de mi brazo. Es él, lo sé, lo reconozco de inmediato. Automáticamente mi piel se tensa ante su contacto, lo cual me cabrea aún más, porque no quiero sentir estas cosas por él. NO QUIERO Y MALDITA SEA...¡LAS SIENTO!

Me giro y veo a Cameron mirándome de forma directa. Está un poco borracho y lo sé por el rojo en sus mejillas coloradas y su mirada un tanto borrosa, claro que yo no debo estarlo mucho menos que él, porque lo veo todo nublado a nuestro alrededor.

—¿A dónde crees que vas? —Parece molesto por mi repentina huida.

—A casa —le suelto—. Me largo de aquí.

Hay una larga pausa, muy larga, demasiado para dos personas sobrias y después, Cameron me sorprende tirando de mí para rodearme con sus brazos por la cintura.

¡Ay, Dios mío! Me estrecha contra él y su olor se impregna en mis fosas nasales. Su mirada contiene tanto fuego y de una forma tan latente, que se me escapa un jadeo involuntario cuando me pierdo en la marea oscura de sus ojos negros.

¿Por qué eres tan tonta, Oli? ¿Por qué? Es sólo un adolescente guapo.

Lo siguiente que siento es como la boca de Cameron se estrella sobre la mía y joder, joder, joder... eso no me lo esperaba.

Dudo a la hora de corresponderle el beso, pero cuando su lengua fría y húmeda se encuentra con la mía y su sabor comienza a expandirse en mi interior con la fuerza de una conquista territorial aniquilante, me revuelvo.

—No —susurro contra sus labios—. A ti no te gustan las chicas mayores como yo. —Mi tono es de puro reproche y me maldigo mentalmente por ello porque quedo en evidencia.

Se queda muy quieto y con los labios aún pegados sobre los míos, se ríe entre dientes.

¿Y ahora qué le resulta tan gracioso?

—Te mentí —asegura amplificando aún más su sonrisa sobre mis labios.

¡Oh, Dios! Esa confesión me pone a temblar de forma brutal ¿Qué es este cosquilleo que siento por todo el cuerpo?

¿Me mintió? ¿Y por qué me mintió? Igual me está mintiendo ahora mismo.

—No... no te... te creo —tartamudeo.

Cameron suelta una risita y vuelve a rozar con sus labios los míos, y esa fricción, se me hace como la peor de las torturas.

—Eso digo yo. No te creo —me susurra atrapando suavemente mi labio inferior entre los suyos.

En ese momento caigo en la cuenta de que nos balanceamos al ritmo de la música, a la par que nuestras bocas se rozan suavemente.

—¿A qué te refieres?

—No me creo que no te gusten los tipos como yo ni aunque tengan tu misma edad —dice con seguridad.

—¿Y qué te hace pensar eso? —pregunto con la voz temblorosa.

—Porque cada vez que te meto la lengua en la boca, jadeas como una loca.

¿Cómo?

Voy a protestar a eso, pero no alcanzo a hacerlo. Cameron baja sus manos hasta mis caderas y me aprieta contra su cuerpo mientras se mueve al ritmo de la canción y yo con él.

Mi corazón salta en mi pecho haciendo un triple salto mortal hacia atrás. Lo puedo sentir palpitando en mi garganta y mi estómago me pide urgentemente que le encuentre una vía de escape a este chorro de emociones extrañas que nacen en mí.

Giramos, nos separamos y volvemos a juntar nuestros cuerpos.

¡Oh Dios mío! ¡Estamos bailando!

Cameron coloca una de sus piernas entre las mías para marcar el ritmo de mis movimientos y yo rodeo su cuello con uno de mis brazos para no caerme. Al sentir su muslo entre los míos un palpitante y sucio deseo crece en mi entrepierna y hace que todo mi cuerpo arda de forma instantánea.

¡Virgen santísima!
¡Controla tus malditos deseos, Oli!
¡CONTRÓLALOS!

De forma muy poco decente, su otra mano recorre mi costado hasta volver a detenerse en mis caderas y sus ojos magnéticos siguen conectados con los míos, proyectando un deseo más que palpable.

Me preocupa el hecho de no poder ocultar lo nerviosa que estoy; lo nerviosa que me pone tenerlo tan cerca... tocándome de esta manera tan directa y sin reparos. Sus manos recorren todo mi cuerpo y sí, ya sé que sólo es un maldito baile, pero no deja de ser un maldito baile muy poco decoroso y con mucho contacto físico.

Levanta su mano hasta mi cuello y se separa para darme una voltereta violenta que juro que ya no sé ni dónde está el norte o el sur. Cierro los ojos de golpe y siento mi cuerpo caer, pero lo cierto es que también siento como sus brazos me rodean e impiden la caída. Al abrir los ojos lentamente, compruebo que estoy inclinada hacia un lado, con el cuerpo de Cameron sobre el mío y sus ojos observándome como si me estuviese viendo por primera vez. Poco a poco me incorpora y en ese momento la canción llega a su fin. Los focos nos iluminan tenuemente en colores rojos y vibrantes, y ya no sé si seguimos en la pista de baile o estamos en el mismísimo infierno, quemándonos en la tentación de no caer en nuestro propio pecado.

El aire de mis pulmones desaparece cuando siento un deseo profundo e irrefrenable por besarle y mis ojos se posan sobre sus preciosos labios ligeramente sonrosados. Son tan apetecibles, tan suaves, tan... Intento tragar saliva, pero el alcohol me nubla la mente y mi boca se abre para hablar de forma incontrolada.

—Tienes razón, Cameron —le digo con la lengua torpe y lenta a cuenta del alcohol—. Te mentí.

Su sonrisa no tarda en aparecer. Justo cuando va a responder, me pongo de puntillas y lo beso, llevada por un impulso descomedido de mi más profundo deseo. Ya no puedo contenerme más y creo que tampoco quiero seguir haciéndolo. Su lengua penetra en mi interior, poseyendo cada centímetro de mi boca y devorándome con ansias. Cameron baja una mano hasta mi trasero y me da un fuerte apretón allí, que lejos de indignarme, me enciedne todavía más. Está tratando mi cuerpo como si ya le perteneciese y su atrevimiento me excita de una forma escandalosa, tanto que comienzo a jadear contra su boca. Me aferro al cuello de su camisa, pegándome más a el; necesito sentirle cerca, fundirme con él, quemarme junto a él. De pronto, siento su dureza contra mi cadera y un deseo explosivo se concentra en mi vientre, haciéndome sentir tan mal como bien. Mal porque sé que esto no es correcto en ninguno de los sentidos, y bien porque lo deseo tanto que me duele físicamente el cuerpo por el anhelo. Jamás en mi vida he experimentado una pasión como esta, tan instantánea y salvaje. Jamás en mi vida he deseado tener sexo con alguien con tanto abandono como ahora mismo.

A los pocos segundos, Cameron se echa hacia atrás y con las manos aún rodeando mi cintura me dice con la voz entrecortada:

—Rubia, si seguimos así, acabaré follándote aquí mismo y nos arrestarán por desorden público. ¿Que te parece si nos largamos a casa? —Es una pregunta que va mucho más allá de las palabras.

Me quedo callada, pero no rompo el contacto visual con él. También Cam se ha quedado quieto y en silencio, esperando a que conteste a esa propuesta que bien sabemos los dos lo que implica y significa, porque no, no ha querido decir que nos vayamos juntos para irnos a dormir o a jugar al monopoli, sino todo lo contrario.

Le lanzo una leve sonrisa.

—Está bien —cedo finalmente.

Cameron me devuelve la sonrisa y con ella, provoca un nudo de emociones nuevas en mi corazón. Seguramente mañana me arrepienta de esto, porque los dos estamos bastante borrachos, pero esta noche es nuestra noche de locuras y las locuras no sé miden ni se planifican; simplemente se llevan a cabo.

¡Hola personitas!
🔥🙄🔥🙄🔥🙄

¿Qué os ha parecido la noche de locura II? Y lo mejor de todo, ¿cómo creéis que acabará?
🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥

Tranquilos que aún falta la tercera parte de noche de locuras 👀👀👀🙈 Aunque no os hagáis ilusiones... o bueno, sí.

Vamos a hacer votaciones divertidas:
Escena +18 de...

👉🏻Alan y Belinda

👉🏻Tyler y Rebecca

👉🏻Cody con una chica misteriosa.

👉🏻Cameron y Olivia

👉🏻Thomas y Lia 😜 (para gustos, los colores)

Y tú, Cameron. ¿Quieres una escena +18 con Olivia?

Acordaros de seguirme en mi grupo de facebook para enteraros de las próximas publicaciones. Allí siempre aviso y comparto algunos adelantos.

GRACIAS POR VUESTRA PACIENCIA Y ESPERAR CADA CAPÍTULO CON TANTA PACIENCIA

❤️🖤❤️🖤❤️🖤

DEDICATORIA:

El capítulo de esta semana se lo voy a dedicar a una lectora #Team... no sé. No sé de qué team es, porque creo que es de los dos

@Belkis2509

No importa que comentes poco, sé que lo haces porque te metes de lleno en la trama. Aún así participas mucho en el grupo de facebook, siempre me dejas algún comentario y te agradezco mucho todo el apoyo que me estás dando.
De verdad, gracias de corazón por leerme y esperar mis actualizaciones con tanta ansia

Mi millones de besos para ti 😘😘😘😘

Si os ha gustado el capitulito, podéis:

❤️VOTAR (Eso me animará a escribir la tercera parte de este capítulo).
🖤COMENTAR (Eso me animará a actualizar antes).

Pd: Las pijas también son felices... y especialmente cuando sienten que regresan a su adolescencia 🤣

Hasta la próxima actualización 🤷🏼‍♀️

¡Besitos bien grandes! 💖💋💖💋
Corto y cambio.
Sarhanda

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top