10. Olivia - Algo que me guste
Os dejo en el encabezado la canción para este capítulo.
Gravity - John Mayer (Te aconsejo que la pongas cuando esté sonando para los protagonistas) ♥️
Estoy tumbada en el suelo, con los brazos y las piernas relajadas y estiradas. Mi espalda reposa sobre el pavimento duro y trato de acomodar mi cabeza para no hacerme daño. Tengo los ojos cerrados y busco concentrarme al máximo en la canción que suena y cuyo autor desconozco, pero es una canción de ritmo latino, de esas pegadizas y sensuales que ahora baila todo el mundo. Sí, me gusta esta canción.
«¡Tengo que lograrlo!», me animo.
Cameron me ha dicho que, si consigo hacer algo que le guste, algo que realmente consiga llamar su atención o le atrape lo más mínimo, firmará de una vez el maldito contrato con nosotros y podremos empezar con la campaña de relojes Möss. Esto podría considerarse chantaje o más bien, querer someterme a una presión innecesaria porque si no sé bailar bien, pues tampoco creo que sea algo reprochable, ¿no?
En fin, aquí estoy yo. Esta vez voy a intentar ir a por todas, tomarme mi tiempo en sentir la canción fluyendo a través de mi cuerpo, penetrando por todos mis sentidos hasta que la pueda notar recorriendo por mis venas como si fuésemos los dos la misma cosa.
Sí, oh sí... ya lo voy sintiendo...
Muevo un poco la cabeza. Me preparo, espero unos segundos a que la canción alcance el punto álgido, y entonces simplemente lo suelto; duro y enérgico. Muevo todo mi cuerpo en una sacudida potente de brazos y piernas cuando la canción alcanza el final explosivo del estribillo que resuena a todo volumen por la sala.
¡Esta vez estoy orgullosa de mí misma!
Respiro lentamente, abro los ojos y aparece Cameron en mi campo visual, mirándome de pie, muy próximo a mí y con la cara congelada. Niega con la cabeza, con una expresión de horror profundo cubriendo todo su rostro mientras mantiene los brazos cruzados sobre su pecho.
—¿Llamo a emergencias o ya se te pasó el ataque epiléptico? —pregunta con seriedad.
Rápidamente oigo la risita estúpida de su amigo desde la otra punta de la sala. Ese tal Cody ya me está hinchando las narices.
Lo primero que me viene a la mente es la opción de levantar un pie y darle a Cameron donde más le duele a los hombres, pero luego pienso en el contrato y me controlo. No me conviene hacer ningún movimiento en falso. NECESITO que el atractivo cabrón firme ese contrato hoy mismo porque mañana mi padre me va a llamar para preguntarme, y el tiempo se me agota. La semana que viene vuelve de Italia y como no esté todo firmado, me van a faltar pies para salir corriendo del país y pedir asilo político.
—¡No lo he hecho tan mal! —protesto, incorporándome para quedarme sentada en el suelo con las piernas cruzadas.
Cameron frunce el ceño con sorpresa y retuerce la boca hasta convertirla en una mueca de disgusto.
—Te equivocas —interviene Cody desde el otro lado de la sala, mientras permanece recostado sobre una colchoneta y hojea una revista con muy poco interés. Se lleva el dedo a la boca, lo humedece con la punta de la lengua y después pasa otra hoja con desgana—. Lo has hecho mucho peor que mal. He estado a punto de creer que lo que necesitabas era un exorcismo. Ríete tú de la interpretación de Linda Blair en El Exorcista. En un casting entre ella y tú, te habría elegido a ti sin dudarlo. Cameron, acércale un crucifijo a ver.
—¡Cállate la maldita boca, Cody! —grito con firmeza.
El amigo de Cameron ni se molesta en despegar sus ojos de la revista y simplemente me ignora mientras pasa un par de páginas con desidia. No acabo de entender por qué este tipo tiene que estar justamente aquí cuando estoy aprendiendo a bailar con Cameron. ¿Es que no tiene nada mejor que hacer con su vida? ¿No tiene padres, amigos, novia o un perro al que pasear?
—Olivia, ¿por qué te empeñas en hacerlo tan difícil? —La voz de Cameron a mi lado me hace girar bruscamente la cabeza en su dirección.
—¿Que yo me empeño en hacerlo difícil? —Lo miro boquiabierta.
¡Esto es el colmo! Estoy segura de que no lo he hecho tan mal como me quieren hacer creer.
—A veces tengo la impresión de que me tomas el pelo y que lo haces así de mal a propósito —añade.
Me pongo en pie a la velocidad de la luz. Tanto que hasta me duelen las piernas al hacerlo, pero ignoro el calambrazo que acabo de sentir en uno de mis gemelos.
—¿Crees que me gusta convertirme en vuestro maldito bufón? —suelto molesta e indignada con los comentarios que estoy recibiendo.
Cameron me mira con severidad durante unos segundos antes de hablar.
—Esto no va a funcionar —dice al fin—. No hay manera de que hagas nada interesante, destacable o qué sirva para un comienzo de aprendizaje al baile. No te lo tomes a mal, pero es que te falta base.
Esa opinión escuece. Me hace sentir como si me hubiesen arrancado el orgullo del cuerpo, lo hubiesen pisoteado unas cuantas veces y me lo hubiesen vuelto a colocar como si nada.
—¿Qué quieres decir? —Es imposible controlar el pánico en mi voz. De aquí me tengo que ir con el contrato firmado como sea, así que espero que no esté tirando la toalla.
—No te puedo enseñar nada, Olivia. No confías en mí. No he podido ni siquiera bailar contigo cuerpo a cuerpo. Cada vez que me acerco a ti para tomarte por la cintura me gruñes como si fueses un perro rabioso o te pones súper tensa.
—Lo estoy intentando —suelto de inmediato.
Y joder, vaya si lo estoy intentando. Ni recuerdo la última vez que me esforcé tanto en conseguir algo.
—Pues no es suficiente —insiste—. Te dije que firmaría ese contrato si veía algo que me gustase, pero no. No hay forma. Ni siquiera veo un cambio positivo en tu actitud.
Lo miro desconcertada.
—¿Qué? ¿Un cambio positivo dices? ¿No te parece que sea positivo todo el esfuerzo que estoy haciendo? Además, no puedes esperar a que confíe en ti de la noche a la mañana. La confianza se trabaja y se gana poco a poco, Cameron.
Pasan unos cuantos segundos de silencio mientras se frota la nuca con disgusto y parece pensar en algo.
—No tenemos tiempo, ¿vale? —concluye al fin, alzando sus manos al aire. —Parece desesperado.
Me muerdo el labio inferior con pesar. No puedo dejar que se rinda, no puedo permitirlo.
—Voy a volver a intentarlo —digo con decisión.
Niega con la cabeza y posa su mirada en el techo con derrota.
—¿No lo entiendes? Es inútil... no hay confianza, no hay nada.
—¡Oíd, chicos! —nos interrumpe Cody que sigue con la nariz metida en la revista—. Estoy leyendo un artículo que habla justamente sobre la confianza. No sé, igual os puede servir.
Cameron y yo cruzamos una mirada en silencio. Su rostro impasible estudia el mío y yo hago lo propio con el suyo. Esto no marcha bien y los dos lo sabemos, así que cualquier información nos puede venir bien.
Suspira.
—¿Qué dice el artículo? —pregunta al fin apoyando sus manos en su cintura y colocando todo el peso de su cuerpo sobre una única pierna.
Cody se incorpora sobre la colchoneta, se acomoda sobre ella y se aclara la garganta antes de comenzar a leer en voz alta.
—Para la psicología y la sociología, la confianza es una hipótesis que se realiza sobre la conducta futura del prójimo. Se trata de una creencia que estima que uno será capaz de actuar de una cierta manera frente a una determina situación. En este sentido, la confianza puede reforzarse o debilitarse de acuerdo con las acciones de la otra persona. Una de las maneras de reforzar esa confianza en la pareja, es a través de los besos. Aunque un beso en sí mismo produce numerosos beneficios por los cambios químicos que suceden en el cuerpo, besar a tu pareja genera ciertas ventajas para tu relación. Según los expertos, estos son algunos beneficios. Aumenta la autoestima, te ayuda a comprobar la compatibilidad con la otra persona, aumenta la empatía y por supuesto fortalece la confianza, base para cualquier progreso en las relaciones personales. —Cierra la revista, alza las cejas repetidas veces y nos mira con una sonrisa maliciosa—. Ya sabéis, chicos. Ahí tenéis vuestra base.
Yo me quedo en shock y no soy capaz ni de parpadear. ¿Está insinuado que nos besemos? ¿Es eso? Debo tener cera en los oídos y no he debido escuchar bien lo que acaba de decir, porque no puede estar sugiriendo tal cosa en serio
En ese momento el teléfono móvil de Cody comienza a sonar. Lo saca de su bolsillo y se pone en pie de un brinco ágil.
—¡Oh, mi madre! Me temo que esto irá para largo. Si me disculpáis voy a atender la llamada, que seguro que la pobre mujer quiere saber si me quedan calzoncillos limpios en el armario —comenta dirigiéndose hacia la puerta y saliendo de la sala.
Nos quedamos los dos solos. Miro a Cameron por el rabillo del ojo y veo que tiene la frente fruncida. Parece tan sorprendido como yo por lo que nos acaba de leer su amigo y definitivamente esto se pasa de incómodo. La cabeza me martillea tan rápido que temo que me vaya a explotar en cualquier momento de lo rápido que se ha puesto a pensar.
Joder, voy a morir de la vergüenza. El calor se propaga por todo mi cuerpo y el hecho de que los dos estemos tan callados no ayuda en absoluto pero, ¿qué se dice en estas situaciones? ¿Que se hace en estos contextos?
—¿Y bien? ¿Qué te parece si probamos eso? —me lanza la pregunta como quien pregunta por la hora. Así, súper casual.
¿QUÉ?
Por poco me atraganto. Me quedo perpleja al oír su voz. ¡No puede estar hablando en serio! Es un estúpido artículo inventado con el único propósito de entretener y divertir a jóvenes adolescentes con las hormonas revolucionadas. Es más, me apuesto un brazo a qué lo escribió un becario virgen que ni siquiera dio su primer beso todavía. No tiene ninguna base científica ni aplica a nuestro caso porque nosotros no somos pareja. Repito, no somos pareja. Fin de la historia.
—¡Olvídalo! No voy a besarte para afianzar nuestra confianza —le informo—. No creo que eso sea necesario para el baile.
—¿Qué pasa, rubia? ¿Tan mal besas?
Cameron me mira con los ojos brillantes, provocadores. Sí, parece que azuzarme se ha convertido en uno de sus deportes favoritos.
—¡Pues no, idiota! Para tu información, resulta que beso maravillosamente bien.
—Ya... pues como beses igual que bailas —suelta poniendo los ojos en blanco y luego suspira como si no creyese ni una sola palabra de lo que digo. Se aleja arrastrando los pies y se sienta en uno de los bancos que hay junto a la pared como si estuviese cansado o agotado.
—Te he dicho que beso maravillosamente bien. Por desgracia tú nunca lo descubrirás.
Una sonrisa pícara cruza su cara antes de hablar.
—Ya lo entiendo. Tienes miedo a besarme y enamorarte perdidamente de mí. Tranquila, es algo totalmente normal. Me pasa continuamente —comenta, recostándose hacia atrás hasta apoyar la espalda contra la pared y guiñándome un ojo con todo el descaro del mundo.
Cierro los ojos con fuerza con el objetivo de no perder la paciencia porque después de ese comentario, sólo tengo ganas de golpearle la cara hasta que borre esa estúpida sonrisa de autosuficiencia. Odio cuando se pone en plan arrogante y provocador. ¡Maldito crío!
¿En qué momento me he envuelto yo de esta manera en esta extraña situación? Quiero decir, yo tenía una vida tranquila, con mi trabajo, mis compras compulsivas, mis fines de semana de sushi y Netflix, y ahora, estoy aquí, intentando aprender a bailar con un chico cinco años menor que yo y que me está hablando de besarnos como quien habla del tiempo. ¡Esto es surrealista!
No, Diosito. Yo no sé qué hice mal en otra vida, pero desde luego debí ser muy perra porque en esta no han parado de sucederme cosas bastante inquietantes.
—No tengo ningún miedo a besarte —le informo—. Sé perfectamente que jamás me enamoraría de ti, así que no vayas tan seguro por la vida, niñito.
Cameron estalla en carcajadas y parece estar pasándoselo pipa con esta conversación. Todo lo contrario a mí, que ahora mismo temo entrar en combustión instantánea de la rabia que estoy sintiendo por su escandalosa risa.
¡Será idiota! ¿Por qué le gusta tanto provocarme?
«No la cagues. ¡No entre es su estúpido juego!», me repito mentalmente.
—La rotundidad con la que defiendes esa postura me hace creer que en realidad sientes miedo, rubia —dice sin reservas—. Sientes miedo a hacerlo y darte cuenta que en realidad estabas equivocada. La duda te impide hacerlo.
Ay parfavar.
—¿Miedo yo? —le suelto como un disparo acompañado de una risita—. No te haces una idea de lo equivocado que estás. Ya te dije que los tipos como tú no me gustan. Nunca serás mi tipo y no, no tengo ningún miedo a besarte.
Otra carcajada se escapa de su boca y coloca un taburete justo delante de él. Me mira unos segundos y después dice:
—Pues entonces ven aquí y hagamos algo por esa confianza. —Estira el brazo y da unas palmaditas sobre el taburete invitándome a sentarme en él.
¿Cómo? ¿Me lo está diciendo en serio?
Me quedo ahí de pie unos cuantos segundos, mirando el taburete como si fuese la puta silla eléctrica. Joder, no quiero, no quiero, no quiero... Respiro fuerte por la nariz, al tiempo que un sudor frío recorre todo mi cuerpo y me hace sentir un escalofrío espantoso. No quiero acercarme tanto a él, no quiero tocarlo, no quiero besarlo ni quiero pasarlo mal. NO QUIERO.
—Bien, no pasa nada —dice al ver que no hay reacción o decisión por mi parte—. Sabía que no te atreverías, que te acobardarías y que finalmente me darías la razón porque sé que en el fondo ...
—Está bien —lo interrumpo de golpe—. Hagámoslo.
¡A la mierda todo ya!
Cameron cierra la boca de golpe y sus ojos estallan como fuegos artificiales por la sorpresa. Parece que no contaba con que fuese a aceptar esta estupidez del beso y en realidad mi conciencia tampoco se lo esperaba porque la oigo gritarme como una loca en alguna parte de mi cerebro, pero accionó el mute mental para silenciarla.
¡Chúpate esa Camy!
Olivia 1 - Cameron 0
En ese momento se termina la canción que se estaba se estaba escuchando de fondo y empieza a soñar Gravity de John Mayer, muy oportuna la canción. Inflo los carrillos y nos quedamos mirándonos durante mucho, mucho tiempo. Supongo que está esperando a que me retracte de mi decisión, me excuse por lo que he dicho o me rinda, pero no, no lo haré. Total, sólo es un estúpido beso, ¿no? Un beso sin ningún tipo de sentimiento ni atracción física entre los dos. Tampoco es un drama. Millones de personas se dan besos sin sentimiento alguno a diario y nadie se muere por eso. Es raro, sí, pero no va a trascender a nada y si así consigo que firme el contrato, ya habré salido ganando con todo esto.
Avanzo un paso al frente y me vuelvo a detener justo cuando veo la mirada oscurecida de Cameron posada sobre mis ojos. No parpadea. Saca la punta de su lengua en un movimiento lento para humedecerse los labios y yo no puedo dejar de admirar ese gesto completamente embelesada. Con mucho esfuerzo, logro tragar saliva y vuelvo a posar mis ojos en los suyos que ahora brillan llenos de expectación. Tiene la mirada más potente y cautivadora que haya visto jamas.
¡Joder! Ahora mismo me tiembla todo, se me acaba de secar la boca y un cosquilleo recorre mi cuerpito entero de forma constante, como cuando se te duerme una extremidad por estar en una mala postura por un tiempo prolongado. Vamos, la sensación es más que rara. Casi parece que esté flotando en el aire.
Avanzo hasta llegar a él y le miro desde mi altura. Aguardo unos segundos más y contengo la respiración al pensar en lo que estamos a punto de hacer.
¡Qué tontería! ¿Por qué me pongo tan nerviosa? Supongo que se debe a que, aunque vaya a ser un beso de mentira, hace cinco años que no he besado a alguien y estoy un tanto inquieta por eso. Doy por hecho que es algo totalmente normal.
Mis ojos vuelven a descender hasta su boca y pienso en el contacto de mis labios contra los suyos. Parecen muy suaves. Por lo menos espero que no sea muy desagradable o me clave la lengua hasta la campanilla. Con esta juventud nunca se sabe...
Vale, tener estos pensamientos no me están ayudado a tranquilizarme.
Creo que necesitaría más tiempo para pensar en todo esto, pero justamente lo que me falta es tiempo. La decisión ya está tomada y voy a hacerlo. Después del beso, simplemente borrare este recuerdo de mi disco duro para siempre y listo.
Cameron inclina su cuerpo haca adelante como acomodándose o preparándose para el momento "beso".
Me siento en el taburete y nuestras caras quedan una frente a la otra, justo a la misma altura porque él sigue ligeramente inclinado hacia adelante. Observo su rostro extasiada y se me acelera la respiración al hacerlo. Es guapo, joder... así que será mejor que no me detenga a analizar sus atractivos rasgos o me pondré más nerviosa de lo que ya estoy.
De repente, un silencio abrumador se instala en la sala, ahogando cualquier sonido excepto mi pulso errático que rezumba en mis oídos.
Esto no puedes estar pasando. No puede ser real. No puede ser que mi vida se esté descarrilando de esta manera. Yo besando al mocoso chupa canapés. El mismo que un día me animaba a recuperar lo mío o me daba helado para superar mis problemas de adolescente... ¿Cómo hemos llegado a esto?
Entonces, Cameron esboza una sonrisa depredadora en sus labios y a mí se me forma un increíble nudo en la garganta, porque por primera vez en todo este tiempo tomo realmente conciencia de que ya no es un mocoso... no, no lo es en absoluto. Es un chico, un chico con un cuerpo de escándalo, un chico con unas facciones masculinas y muy bien definidas, un chico con un atractivo potente y sensual, un chico con una vida sexual seguramente bastante activa e intuyo que este beso no tendrá nada que ver con aquel primer beso que me robó cuando tan sólo tenía trece años.
¡Ay Dios! ¡No te desmayes ahora, Olivia!
Un picor recorre todo mi cuerpo, pero me resisto a rascarme porque no quiero darle a entender que estoy histérica, aunque por dentro estoy como si me hubiese rociado de polvos pica pica. Cameron separa sus rodillas y captura mis muslos entre los suyos. De inmediato me llega el familiar olor a champú de sandía que utiliza habitualmente y que, por cierto, me encanta.
¡Dios! ¿Por qué tiene que oler así de bien?
Esboza una sonrisa traviesa y coloca una de sus manos sobre mi pierna, haciendo que un calor espantoso estalle en mi interior tan sólo con ese simple contacto.
—Venga, rubia —se burla—. Me van a salir canas de tanto esperar.
¿Qué? ¡Será idiota! Encima me presiona. Seguramente él se haya besado con chicas distintas cada día de la semana, pero yo llevo cinco malditos años sin besar a un chico y estoy descubriendo que no es tan fácil ni sencillo volver a hacerlo. No es como montar en bici, que una vez se aprende ya no se olvida, no. Yo ahora mismo no me acuerdo de nada de todo esto. ¿Y si nuestras narices chocan? ¿O nuestros dientes? ¿O me caigo del taburete? ¿O me entran ganas de estornudar? ¡Horror!
«¡No pienses en eso ahora!», me grito.
Extiendo mis brazos con temor, muchísimo temor. Tanto que me tiembla el pulso a simple vista, pero ya es inútil disimularlo porque él también se ha dado cuenta. Cameron se queda inmóvil, esperando a mis movimientos y me deja hacer a mi antojo. Rozo con mis manos su nuca, dejo los pulgares sobre sus mejillas frías y suaves, y le inclino la boca en el ángulo perfecto para facilitarme el trabajo. Me acerco lentamente a él, a sus labios entreabiertos, hasta quedarme a un centímetro de él. La idea del inminente contacto es suficiente para acelerarme el corazón al punto de sentirlo golpeando con fuerza mis costillas. Veo que cierra los ojos, yo también lo hago y sigo sujetando su cara entre mis manos hasta que siento el calor de su aliento contra mi boca haciéndome cosquillas.
Se me escapa un pequeño, pequeñísimo suspiro antes de mandarlo todo a la porra y hacerlo.
En ese instante en el que nuestros labios entran en contacto, sufro prácticamente un coma cerebral y ya no puedo pensar en nada. Es como si todo se hubiese fundido a negro en mi cabeza. Percibo el calor de su mano en mi pierna y noto también como ese calor penetra través de mi ropa hasta calentarme el corazón y otras partes más sensibles que no voy a nombrar ahora. Un cosquilleo se arremolina en mi estómago enviándome una sacudida extraña y potente al centro de mi pecho y por un segundo creo que me va a dar un infarto. ¡Pero un infarto de verdad! Su maravillosa boca encaja perfectamente en la mía y su sabor dulce me impregna por completo.
Siento literalmente una explosión en mi pecho. Un estallido de chispas y no sé, ¿mariposas? No, esto no son delicadas mariposas. Esto se parece más bien a una estampida de dinosaurios salvajes huyendo de un depredador.
Me sorprendo al sentir su mano libre en mi cara y poco a poco desliza la yema de sus dedos en una delicada caricia hasta mi barbilla. Su mano es grande y suave.
Mueve su boca con auténtica destreza y me roza el labio inferior con la lengua, en busca de una entrada que no le niego. Sí, acepto su lengua deslizándose lentamente en mi interior y cuando se encuentra con la mía, deja escapar un leve gruñido gutural que vibra desde sus cuerdas vocales hasta mi boca. Es tan erótico que de forma inconsciente libero un pequeño gemido ahogado que también termina vibrando en nuestras bocas.
¡Por Dios bendito! ¡Acabamos de gemir los dos!
Nuestras lenguas se enredan y el corazón se me desboca cuando eso sucede. Todo ocurre demasiado rápido y no me da tiempo a analizar las cosas que están sucediendo o que estoy sintiendo en este momento y eso me asusta. Me asusta sentir que mi cuerpo reacciona de forma autómata sin que yo pueda tomar el control del asunto, sin que pueda dominarlo de alguna forma. Todo mi ser parece estar de acuerdo con esto. ¿Qué digo de acuerdo? ¡Le parece fenomenal, genial y fantástico! Es como si a mi cerebro y a mi cuerpo se les hubiese desconectado el cablecito invisible que los unía.
De repente, identifico un sentimiento claro y contundente por encima de todo este hervidero de emociones que se cuecen en mi interior, el pánico.
Rompo el beso de manera drástica, separándome de su boca en un movimiento exagerado hacia atrás; tanto que nuestras bocas se quedan entreabiertas, nuestros alientos todavía suspendidos en el aire y nuestros ojos conectados, abiertos de golpe. Cameron me mira hechizado. Parece que a él también le ha sorprendido todo esto tanto como a mí. Esta química extraña que se acaba de desatar entre los dos.
—¿Ya? —preguntó con la voz temblorosa.
En realidad, no sé ni lo que estoy preguntando. ¿A qué me refiero con "ya"?
¿Ya... se terminó?
¿Ya... necesito respirar?
¿Ya... es la hora de cenar?
—No lo sé —responde en un susurro casi imperceptible y con la voz rasgada. Sus ojos vuelven a posarse en mis labios como el que observa el lugar exacto donde desea volver a estar—. Igual necesitamos algo más de confianza —murmura.
Y dicho esto, no pasa ni una fracción de segundo, cuando nos lanzamos como locos en busca de nuestras bocas, tal como si fuésemos dos amantes que llevan mucho, muchísimo tiempo sin verse. De un tirón brusco me coloca sobre su regazo, provocando que el taburete donde estaba sentada hace unos segundos caiga al suelo y forme un pequeño estruendo en la sala al tropezar contra unos discos de música apilados, y que se desparraman por el pavimento. Se me escapa un pequeño gritito por su rudeza, pero se pierde en el fondo de su garganta porque sus labios no se separan de los míos en ningún momento.
Cameron es alto y hace que, aunque esté sentada encima de sus piernas, me sienta pequeña, y eso, que no soy una chica precisamente bajita.
Su lengua aterriza sobre la mía, y juntas, se envuelven en una lucha frenética e impaciente. Se rozan, se toca, se saborean y se restriegan una contra la otra con auténtico desespero.
Sus manos rodean mi cintura y me atrae hacia su cuerpo con fuerza y urgencia, provocando una explosión de deseo en mí.
Joder, hace mucho tiempo que no tenía este tipo de sensaciones. Hace muchísimo tiempo que un chico no me tocaba así, con ganas, con hambre, con ansiedad, con verdadero deseo y, aunque todo esto me asusta horrores, me encanta volver a revivir estas emociones que jamás creí que volvería a experimentar en la vida.
Subo mis manos por sus hombros, le agarro del pelo con un gemido inquietante y me sorprendo al sentir sus mechones finos y suaves deslizándose entre mis dedos. Su tacto es mucho mejor de lo que imaginé. Su pelo tiene la longitud perfecta para juguetear con sus mechones rebeldes entre mis dedos.
Ya no hay vuelta atrás. El botón de emergencia que pudiese parar esta locura ha desaparecido por arte de magia, y si todo esto se trataba de obtener algo de confianza, digamos que lo que no tenemos ahora mismo es vergüenza.
Cameron me muerde el labio inferior, lo chupa con ansia hasta soltarlo de golpe y hunde su nariz en mi cuello. Automáticamente arqueo mi espalda sobre su regazo y echo la cabeza hacia atrás para facilitarle el acceso mientras acaricio su cabeza.
¿Qué coño estamos haciendo?
Un gemido ronco se escapa de mi boca cuando noto sus labios trepando por la piel sensible de mi cuello. Quiero que regrese a mi boca, necesito que vuelva a mi boca, así que estiro con suavidad de su pelo para obligarle a tomar el recorrido de regreso al punto que quiero. Cameron capta enseguida lo que le estoy pidiendo y se le escapa una pequeña risita en forma de aire que rebota contra mi barbilla.
—¿Me estás pidiendo más de esto, rubia? —Me baja el mentón para que mi cara quede frente a la suya y me besa en los labios otra vez, pero lo hace de forma lenta y sensual, como recreándose en cada roce entre su piel y la mía.
Un gruñido se escapa de sus labios cuando nuestras lenguas vuelven a entra en contacto, pero justo en ese momento la puerta de la sala se abre de golpe.
—Oye, pollito, mi madre te manda salu...
Cody se queda de piedra junto a la puerta y nos mira como si hubiese visto a un fantasma. Parpadea mientras sostiene el teléfono móvil en una mano y su boca se queda formando una perfecta o.
Horrorizada con la situación, me separo corriendo de Cameron, me pongo en pie de un salto y clavo mi mirada al suelo con la vergüenza azotándome las mejillas. Mi corazón todavía late a un ritmo frenético y mi respiración sigue irregular.
Nos quedamos los tres en silencio durante unos segundos que se me antojan largos minutos. Esto es horrible. Horriblemente bochornoso.
—Veo que el tema de la confianza por aquí marcha de puta madre, ¿no? —La sonrisa de Cody le llega de oreja a oreja, y si no estuviese tan cortada como lo estoy ahora mismo, hasta le diría cuatro cosas por hacer ese tipo de comentarios tan desafortunados.
Miro de reojo a Cameron que sigue sentado en el banco y se frota la cara con las manos como si estuviese molesto por algo. Está sorprendentemente guapo con el pelo tan desordenado por mis caricias y los labios hinchados y sonrosados por los besos que nos acabamos de dar.
Me froto la frente y me aclaro la garganta antes de hablar.
—Sólo estábamos practicando lo que dice el artículo —suelto sin pensar.
En seguida me doy cuenta de lo ridículo que ha sonado eso. Cody asiente como si todo esto le resultase increíblemente entretenido. Supongo que yo en su situación también me lo estaría pasando pipa.
—Sí, claro. Lo que dice el artículo... —comenta con burla mientras alterna miradas entre los dos—. Bueno, me iré a llamar otra vez a mi madre, que creo que por aquí tenéis que hablar de la confianza y sus consecuencias.
No me pasa desapercibido el doble sentido de su comentario. Cody sale de la sala y nos quedamos nuevamente solos, Cameron y yo.
Trago saliva y juego con el dobladillo de mi camiseta como si fuese una niña pequeña intimidada que evita los ojos de Cameron a toda costa. No sé qué decir ni qué hacer. No sé cómo manejar esta situación y si fuese posible, ahora mismo desearía desaparecer como un conejo en una chistera.
Cameron se pone en pie y sin decir una sola palabra se dirige a mi bolso, saca los papeles del contrato, vuelve al banco, se apoya en la pared y firma las hojas una a una.
¡Está firmando el contrato!
¡Woh, woh, woh!
Cuando termina, se gira hacia mí y me los tiende mirándome directamente a los ojos de una forma indescifrable. No puedo evitar sentirme profundamente apurada. Recojo los papeles de su mano y desvío mi mirada nuevamente al suelo; el único sitio al que ahora mismo me resulta medianamente cómodo mirar.
—Dijiste que sólo lo firmarías si veías algo que te gustase —digo todavía con la cabeza agachada.
—Por eso he firmado —comenta con total naturalidad—. He visto algo que me ha encantado.
Se me empieza a cerrar la garganta en una angustia asfixiante, y él se aproxima a mí mientras extiende sus manos. Toca mi mejilla con sus dedos, pero al hacerlo retrocedo drásticamente un paso atrás. Algo en mí me pide a gritos que salga corriendo de aquí y eso hago. Me despido de manera torpe y acelerada, y reculo hasta que piso accidentalmente los discos desparramados que hay por el suelo, con tan mala suerte que pierdo el equilibrio y estoy a punto de caer de culo, pero Cameron desliza rápidamente sus brazos por detrás de mi espalda y me sujeta con fuerza por debajo de los brazos.
¡Mierda!
Mi pecho queda pegado al suyo y puedo sentir sus latidos rítmico a través de su ropa, golpeando mi tórax. Me espanta tanto la situación de volver a estar entre sus brazos, que sin darme cuenta lo empujo con fuerza, cojo rápidamente mi bolso y salgo prácticamente corriendo de allí como si hubiese visto al demonio. Incluso me parece escuchar una risita por su parte cuando tropiezo y casi beso el suelo, pero no me doy la vuelta ni una sola vez. Me precipito al exterior. Necesito poner los pies en la calle y que me dé el aire.
¡Que me dé mucho el aire!
¡Hola personitas!
🙄🙈🙄🙈
¿Qué? ¿Algo que decir? ¿Algo que aportar? 👀👀👀
Sí, Camerón, sí... hace un calor infernal tras leer este capítulo, pero por favor, no te desabroches la camisa que nos revolucionas a todas y solo le echas más leña a este fuego que enciendes con tu presencia 🔥 ¡Gracias! 😂
Pues sí, amigos. Cameron y Oliva se dieron su primer beso de verdad... ¿o era de mentira? ¡Meh! ¿Qué más da?
¿Alguien quiere que se repita esta mentira? 🤷🏼♀️
¡Al fin Cameron firmó el contrato! ✍🏻 Veremos como reacciona su padre a esto.
¿Aprenderá Olivia a bailar? ¿Habrá servido de algo generar esta "confianza"?
ATENCIÓN: Os voy a contar un mini secreto. El supuesto artículo que les leyó Cody sobre la confianza y los besos era ficticio. La revista que estaba leyendo era de motos, pero creyó que ese sería el empujón que necesitaban estos dos para empezar a funcionar jajajajajaja 😈😈😈
¡Mira la que has liado, Cody!
¡Notición! Estoy muy contenta porque "Fuera de mi camino" alcanzó las 200k visitas. Para mi es como un sueño hecho realidad, porque de verdad os juro que jamás creí llegar a ver esa cifra. Teniendo en cuenta que me he tirado un año entero para llegar a los 10k, no está nada mal.
DEDICATORIA:
Voy a cambiar la dinámica de las dedicatorias. Acabo de decidir que entre todos los comentarios recibidos en el capítulo anterior, elegiré a un usuario para dedicarle el siguiente capítulo y así siempre.
¡Así que ya sabéis! A COMENTAR ✍🏻
El capítulo de esta semana se lo dedico a una lectora especial por muchas, muchas razones, pero especialmente por el apoyo que me brinda capítulo a capítulo. ♥️♥️♥️
Me dijo que era #TeamOli y eso me hizo el día, porque realmente ese es el Team verdadero de esta historia. Todos queremos que Oli no sufra más.
@Miavarjim
Gracias linda, por dejarme siempre tus comentario en los capítulos y por seguir fiel a la espera de cada actualización.
Lectoras como tú valen oro ⭐️♥️😘😘😘
Como siempre, quiero concluir dándoos las gracias a todos por vuestro apoyo, vuestros comentarios, votos y bellas palabras. Os adoro de aquí a la luna y volver, pero si sois de mi grupito de facebook, os voy a querer de aquí a urano y volver 🤪
Pd: Las pijas también son felices, y lo son especialmente cuando las vuelven a besar después de tanto, tanto, tanto tiempo.
¡Besos a todos!💋❤️
Nos vemos el próximo miércoles
Sarhanda
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top