Capítulo XXVIII

Si el exterior de aquella vivienda era hermoso; no era nada comparado con el interior. Todo en aquella casa era grande, las paredes de color blanco, adornadas por objetos dorados y hermosos cuadros. Extrañamente aquellos hermosos retratos no conmemoraban las infancias, ya que las edades de Caleb en ellas variaban solamente entre los dieciséis o diecisiete años, y eran en familia.

Una verdadera pena, a Evonne le hubiera encantado verlo de pequeño.

Ambos caminaban lento por aquellos pasillos, todavía tomados de la mano, y mientras ella observaba con admiración el lugar, Caleb permanecía serio y tenso.

—Evonne —giró su rostro hacia ella, lucía nervioso. —. Y-Yo fui a tu casa esta mañana porque quería decirte algo muy importante sobre...

—¡Caleb! —Nickolle apareció frente a ellos, utilizando un hermoso vestido blanco ceñido al cuerpo. —. ¡Por Dios, todos te esperan!

—¡Tío Caleb!

Un par de niños, de entre cinco o seis, aparecieron tras la mujer. Ambos pequeños estaban usando trajes blancos, y se veían realmente apuestos.

—Hola, ¡Dios!, ¿ustedes no dejan de crecer? —por primera vez, desde que había llegado a la casa de sus padres, él sonrió. —. Están enormes, la última vez que los vi ni siquiera hablaban bien.

—Técnicamente es imposible que dejemos de crecer por voluntad propia, tío Caleb. —dijo uno de los niños.

—Cállate, Cerebrito. —ordenó el otro niño, dándole un golpe con el codo.

—Daniel, D'Angelo, será mejor que se comporten. —advirtió Nickolle, con mucha seriedad.

—Evonne, este par, son los gemelos Daniel y D'Angelo Bonnet, hijos de Nickolle. Y chicos, ella es Evonne Simmons.

—¿Es tu novia? —preguntó directamente uno de los niños.

—Ese no es tu problema, D'Angelo... hay que ir adentro. —ordenó, Nickolle.

—Pero, mamá, hace años que no vemos al tío Caleb. —reprochó el pequeño Daniel.

—Tienen todo el día para eso, además —fijó su mirada en Evonne. —. No creo que vuelva a desaparecer de nuestras vidas.

Caleb suspiró profundo, mientras se inclinaba para estar a la altura de sus sobrinos. Esbozó una pequeña sonrisa y acarició sus mejillas con ternura. Habían crecido mucho, ya tenían seis, y la última vez que los vio de frente, tenían días de nacido, luego de eso, de vez en cuando les llamaba por video y así podía verlos mientras crecían; tenía suerte de que no lo hubieran olvidaron.

—Los estaré viendo, cosa uno y dos.

Ambos niños rieron ante sus apodos, asintieron con la cabeza, y luego de despedirse de Evonne con un gesto de mano, siguieron a su madre.

—Son hermosos. —comentó Evonne, una vez que se habían alejado.

—No me conocían en persona —le contó. —. Solo por video llamadas.

Evonne alzó ambas cejas y formó una "O" con sus labios. No podía creer lo que escuchaba; ¿cuánto tiempo llevaba este hombre sin ver a su familia? Con esa duda dándole vueltas en la cabeza, continuó caminando junto a él, hasta llegar al patio trasero del lugar, el cual era grande, muy grande, y todo estaba tan bellamente arreglado.

Pero, una vez terminó de admirar el lugar, se encontró de frente con la mirada de cientos de personas, invitadas a la fiesta. Su cuerpo entero se tensó, y presionó con fuerza la mano de Caleb; se sentía realmente nerviosa, nunca pensó que vería a tantos burgueses juntos, y ella ahí, con su vestido de ochenta dólares que parecía reciclado al lado del de aquellas personas.

—No te preocupes, esas son miradas de sorpresa por mi presencia; aunque tú también las ganas por hermosa. —le susurró Caleb, mientras avanzan hacia el gentío.

Guio la mano de Evonne hacia sus labios, y besó sus nudillos con ternura.

Caleb también estaba nervioso, ella podía verlo en su rostro, en su sonrisa titubeante y en el temblor de sus manos. Él caminaba sin siquiera voltear a ver a la mayoría de aquellas personas, tratando de mantener una expresión nula y desinteresada frente a ellos, hasta que ambos llegaron a la mesa que les correspondía, donde Noah y Loamy los esperaban.

—Caleb, tienen dulces de algodón y muchos chocolates. —dijo Loamy, emocionada.

—Te aseguro que, para ti, tendrán todo lo que desees. —respondió, viendo de reojo hacia la mesa de al lado.

Evonne frunció el ceño en confusión, era la segunda vez que él hacía insinuaciones un tanto extraña respecto a sus padres, y su pequeña hermana.

—Evonne...

—¿Sí? —respondió rápidamente.

—¿Me acompañas a un lugar? quiero mostrarte algo.

—¡Sí, ¿cómo no?! —exclamó Noah, con una sonrisa llena de burla en sus labios. —. Solo dile que...

—¿Señor Simmons? —el padre de Caleb se acercó. —. Quisiera ofrecerle algo de beber.

—Evonne, acompáñame. —pidió, queriendo evitar a su progenitor.

—Sí, pero... ¿papá?

—Tranquila, solo será una copa, no más. —respondió Noah, aceptando la invitación del señor.

—Caleb, hijo|...

—Ahora no, papá. —lo evadió, antes de tomar la mano de Evonne.

Ambos se dirigieron por un camino rodeado de arbustos, hacia un lugar cada vez más alejado de la fiesta.

—Caleb... ¿estás bien? —cuestionó, luego de minutos caminando en silencio.

—Sí, el que tú estés aquí ayuda mucho —sonrió, en su dirección. —. Ya casi llegamos.

Luego de aproximadamente diez minutos, ya no se podía escuchar el ruido de la fiesta. Estaban solos, y lo supo en el momento en que solo conseguía escuchar los ruidos del bosque. Cuando llegaron a un acantilado, ella lo observó con evidente angustia. Sí, por su cabeza se cruzó la idea de que posiblemente el joven quisiera saltar y suicidarse, pero, esa idea se esfumó cuando él señaló hacia abajo y se dio cuenta de que, frente a ella, se extendía la hermosa ciudad del Barrio Francés, desde una vista fenomenal.

—Esto es hermoso. —exclamó, girando su rostro hacia él.

—Sí, lo es —respondió, volteando hacia ella. —. Al igual que tú.

—Caleb —suspiró profundo. —. Deja de decir eso, sé que solo intentas ser amable.

—¿Ah, sí? —cuestionó, riendo, mientras acortaba el espacio entre ambos. —. Evonne, tú no ves lo que yo veo. Desde que te conocí me sentí sumamente atraído por ti, eres una de las personas más lindas y bondadosas que he conocido, amas a tu familia y a tus amigos, te preocupas por ellos. Eres una mujer maravillosa, es una lástima que no lo veas.

Ella lo observó fijamente, sin saber que decir. Sus palabras eran hermosas, y la conmovían, pero no eran suficientes para cambiar de pensamiento respecto a lo que ella era. Y, el recordar lo que había hecho apenas unos días atrás solo la hacían sentir el doble de mal.

—No lo crees, ¿cierto? —sonrió con tristeza, mientras la sujetaba del mentón al notar en ella la intención de desviar su rostro y evitar su mirada. —. Yo sí lo creo, creo que eres la mujer más perfecta que he conocido.

—No —niega con la cabeza, obligándose a verlo a los ojos. —. Caleb, no soy una mujer perfecta y mucho menos...

—Se mi novia. —pidió de golpe.

—E-Espera... ¿qué?

—Se mi novia, Evonne Simmons, y hazme el hombre más feliz de este planeta.

—Y-Yo... —fijó los ojos en él, mientras éste la observaba con una mirada profunda, cargada de ternura.

Sintió como sus piernas temblaban. Tenía miedo de que flaquearan en cualquier momento y terminara de rodillas en el suelo. No podía creerlo, ¿realmente ese apuesto chico le estaba pidiendo que fuera su novia? Al parecer sí, se lo proponía junto a un barranco, frente al más hermoso panorama que jamás hubiera imaginado...pero, no podía aceptarlo.

—Caleb...

—Me gustas, y no me importa cualquier opinión negativa que tengas sobre ti misma, o tu estilo de vida... Me gustas —avanzó unos pasos hacia el barranco. —. ¡Ella me gusta! —exclamó. —. ¡Me siento atraído por Evonne Simmons!

—¡Caleb, vuelve aquí! —dijo entre risas, mientras tomaba su mano y lo alejaba del borde. —. Ni siquiera me conoces. —rio.

—Por eso te propongo noviazgo, y no matrimonio.

Ella comenzó a reír, era una risa sumamente nerviosa. Y no podía parar, sintió como sus ojos se nublaban por las lágrimas, y mientras reía, de pronto, comenzó a llorar. Lloraba con mucha intensidad, y aunque quería detenerse no podía, a pesar de saber que Caleb la observaba con mucha angustia.

—E-Estoy bien... lo estoy —sollozó. —. Es solo que y-yo...

No pudo terminar de hablar al encontrarse rodeada por sus brazos. Decidió corresponderle, hundiendo el rostro en su pecho, mientras respiraba hondo, tratando de calmarse. La última persona a quien le entregó el corazón lo había quebrado en mil pedazos, sentía algo de miedo. Aparte, ella había estado actuando de manera moralmente incorrecta los últimos meses, sería muy egoísta y descarado de su parte aceptarlo sin antes sentarse y hablar con él respecto a todo lo que ha ocurrido.

Tenía miedo, ¿era acaso lo mejor? Si decía que sí, estará dándole paso a una nueva página en el libro de su vida, una página en blanco, y temía causar algunos borrones en ella.

—Sí —respondió firme. —. Sí deseo ser tu novia.

Caleb la observó directo a los ojos, para luego de esbozar una bella sonrisa cargada de emoción. Posó una mano en su mejilla y la acarició con ternura, antes de inclinarse y acercar el rostro al suyo, hasta el punto en sus labios rozaban.

—Te quiero, Evonne Simmons —murmuró contra sus labios, para luego juntarlos en un profundo y apasionado beso que le robó por completo el aliento.

***

Ambos se encontraban entablando una animada conversión. Habían regresado a la fiesta luego de un par de besos más, y se lo habían contado todo a Noah, quien respondió con un grito de "¡¿Y es que aún no lo eran?!" que llamó la atención de algunos presentes y causó la risa estruendosa de su hija menor.

Hasta ese momento, todo en la fiesta avanzaba con normalidad. De vez en cuando, Evonne observaba disimuladamente hacia la mesa principal, en donde se suponía que debería estar Caleb, junto a su familia, pero él se negaba. Todos estaba serios, ninguno parecía divertirse. Nickolle se encontraba discutiendo con el hombre que estaba sentado a su lado, reprendiéndolo por haber llegado tarde; era su esposo, y Evonne lo supo cuando éste, muy feliz, fue a saludar a Caleb, quien le correspondió con la misma alegría, al parecer se llevaban bien antes de que él decidiera alejarse de todos ellos.

Nickolle se puso de pie, gruñendo furiosa, tomó su copa de vino y se dirigió hacia el interior de la casa. Evonne no podía dejar de observarla, sintiendo mucha curiosidad sobre qué sería lo que tendría a la mujer tan furiosa, hasta que se encontró con la mirada de Megan sobre ella, entonces desvió su rostro, viendo hacia la mesa, fingiendo no haber visto nada, y luego cerró los ojos sintiéndose una verdadera tonta por haber apartado la mirada de la madre de su novio de una forma tan descortés.

La música tranquila fue interrumpida cuando un grupo de Jazz se preparó para comenzar a tocar. Loamy chilló de emoción mientras saltaba en el asiento, ansiosa por escuchar. Caleb dirigió la mirada hacia Evonne, y con solo verlo, ella ya sabía lo que él estaba pensando.

—No. —negó frenéticamente viendo a las personas a su alrededor.

—Vamos, es una fiesta después de todo. —dijo, poniéndose de pie y extendiendo su mano hacia ella.

Él parecía estar más cómodo con su entorno y eso le alegraba. Pero de eso, a bailar como una loca frente a aquellos burgueses, era una línea que no quería cruzar, ella bailaba muy mal.

La niña no esperó invitación y antes de que Evonne pudiera detenerla, ya se encontraba corriendo en dirección al grupo musical. Ellos sonrieron al verla, normalmente nadie en ese tipo de fiestas les prestaba atención, pero la niña estaba ahí, emocionada de escucharlos, y eso los hizo tocar sus instrumentos con mucha más emoción.

Cuando la menor comenzó a bailar, todos los presentes fijaron sus ojos en ella, Evonne se sentía nerviosa, y solo se contenía para no ir en ese momento y sacarla de ahí. Pero, su acelerado corazón se calmó cuando notó a un par de niños correr en su dirección para comenzar a bailar ellos también.

Caleb sonrió emocionado al ver a sus sobrinos disfrutando, se sentía orgulloso de que esos pequeños no se parecieran a su madre. Volteó hacia Evonne y le extendió la mano nuevamente cuando Loamy corrió hacia Noah para sacarlo a bailar y éste aceptó.

—Tu familia baila, hazlo tú también. —sonrió.

Evonne observó a su alrededor, antes de pensar: "¡Al carajo!", tomó la mano de Caleb, y luego corrió junto a él hacia la improvisada pista de baile. Todos tenían sus ojos puestos en ellos, pero ya no importaba, se estaban divirtiendo mucho. El par de niños corrió hacia la mesa en donde se encontraban su padre y abuelos, y sin darles oportunidad de oponerse, tiraron de ellos insistentemente guiándolos hacia la improvisada pista. Todos creían que se negarían rotundamente, pero cuando el padre de Caleb tomó la mano de su esposa y la hizo girar para luego comenzó a bailar, lo supieron, la fiesta había comenzado oficialmente.

Muchos más se animaron a bailar, los músicos estaban sorprendidos, y eufóricos, tocaban sin parar y el que se cansaba tenía un sustituto que continuara por él. Entre bailes, giros y cambios de parejas, Caleb terminó tomado de la mano con su madre, ambos se observaron sorprendidos. La mujer esbozó una sonrisa nerviosa, parecía más bien de disculpa; tenía la intención de soltar su mano, pero cuando Caleb se aferró a ella y la atrajo hacia él para comenzar a bailar, la mujer no puedo evitar que sus ojos se inundaran de lágrimas.

Evonne sonrió satisfecha, se encontraba de pie frente al cuñado de Caleb, quien también observaba la escena. Éste le regaló una sonrisa amable y ella le devolvió el gesto mientras se acercaban para comenzar a bailar junto al resto, pero justo en ese momento, la música se detuvo.

—Hola, sean bienvenidos —se escuchó la voz de Nickolle en los altavoces, y todos los presentes guardaron silencio para prestarle atención, mientras los que se habían animado a bailar volvían a sus asientos. — Solo quería agradecerles que aceptaran la invitación. Hoy es un día muy especial, mi amada madre está de cumpleaños, y, ¡adivinen quién decidió volver! Mi hermanito menor, Caleb Jerome Dumont. —exclamó soltando una media risa.

Por el tono en su voz, parecía haberse pasado de copas. Evonne dirigió la mirada hacia el susodicho, esperando a ver su reacción. En su expresión se notaba que no estaba nada feliz por aquel comentario, su rostro mostraba mucha seriedad y presionaba su mandíbula con fuerza mientras se apartaba de su madre y caminaba hacia Evonne para regresar a su respectiva mesa.

—No fue fácil convencerlo de venir a ver a su propia madre el día de su cumpleaños, después de casi cinco años desaparecido, pero soy una persona muy persuasiva, y logré convencerlo.

—Nickolle, hija —su padre intervino, acercándose a ella. —. Lo bueno es que vino, y que nuestra familia está completa nuevamente.

Caleb resopló, muy pesado, y su ceño se frunció ligeramente. Parecía estar luchando contra sí mismo, conteniéndose, mientras ella solo podía observarlo, desconcertada.

—Mi amada esposa, no sabes lo mucho que significa para mí el que Dios te regale un año más de vida. —comenzó aquel hombre.

Detrás de él, en la imagen de un proyector sobre un telón, se reproducían fotografías de la festejada; quien con el pasar de los años parecía volverse más joven y delgada. Evonne las observaba fijamente, manteniendo su mano entrelazada a la de su novio, sintiendo leves apretones por su parte cada vez que la imagen cambiaba.

—Tú me has obsequiado los mejores años de mi vida, mi enorme felicidad; mis hijos. Y has estado ahí siempre, ayudándome en cada paso, hasta que ambos, juntos, logramos nuestro cometido, y nos convertimos en la familia que tanto deseábamos ser.

—¿La familia que deseaban ser? —cuestionó Caleb, de pronto. Soltó la mano de Evonne y se puso de pie, viendo, un tanto perturbado, la imagen que se reproducía en la pantalla.

Nickolle frunció el ceño ligeramente mientras volteaba su rostro hacia lo que él observaba fijamente, amplió los ojos con horror y rápidamente le ordenó al encargado del equipo que cambiara la imagen. Megan se puso de pie, y camino hacia su esposo, la expresión en su rostro era de angustia, y tristeza.

—Caleb —Evonne buscó su rostro, el cual reflejaba nostalgia y tristeza.

—T-Tengo que irme. —expresó, algo histérico.

—Caleb, hijo. Por favor, es el cumpleaños de tu madre.

—No puedo quedarme aquí y pretender que todo está bien. —su respiración era agitada, y todo el autocontrol que presumía hacía unas horas se estaba desvaneciendo.

Evonne mordió su labio inferior, estaba sumamente nerviosa, no sabía qué hacer para intentar calmarlo. Noah se puso de pie, y con la tranquilidad que lo caracterizaba, rodeo la mesa para acercarse a él, y sin decir más, lo abrazó con fuerza.

—Tranquilo, hijo —dijo con voz suave, para luego inclinarse y hablarle al oído. —. No sé qué está pasando, ni qué ha pasado. Pero, si ves el rostro de tu madre, notarás el dolor que le estás causando en estos momentos, el día de su cumpleaños; y eso, no se lo merece nadie.

Caleb cerró los ojos con fuerza, intentando controlarse y le correspondió, aceptando aquel gesto paternal. Sin permiso alguno, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, mientras negaba con la cabeza. Su padre, quien hasta ese momento había permanecido junto a su esposa, reunió el valor suficiente para intentar acercarse, a pasos lentos, camino hacia donde ellos se encontraban, hasta posarse frente al par.

—Caleb, de verdad lamento todo...

—No te acerques —retrocedió un paso. Separándose de Noah. —. No quiero que me toquen.

—No entiendo porque te comportas de esa manera, nos castigas por alguna razón que nosotros no comprendemos, ¡mira a tu madre!

—Caleb, por favor... no queremos perderte de nuevo. —dijo la mujer, con voz quebrada.

El chico cubrió su rostro con ambas manos y rompió en llanto; presionaba sus dientes con mucha fuerza, intentando acallar sus sollozos. Loamy se conmovió en gran manera, y sin pensarlo saltó de su silla para correr hacia él; Evonne intentó detenerla, pero la niña fue muy rápida y solo segundos después, se encontraba abrazando sus piernas.

—No llores, Caleb. —pidió, mientras ella misma sollozaba y lo abrazaba con más fuerza.

Caleb apartó las manos de su rostro, y se inclinó para tomarla en brazos; ella, muy tiernamente, guio las manos hacia su rostro para limpiarle las lágrimas. Él la miro a la cara fijamente, e intentó torcer una pequeña sonrisa por cuestión de segundos, pero no lo resistió. Bajo la mirada sorprendida de Evonne y Noah, Caleb abrazó a la niña con fuerza, aferrándose a ella mientras rompía en llanto de manera desconsolada. Evonne se puso de pie con mucha prisa, y miró rápidamente a su alrededor, intentando comprender qué ocurría. Creyó que encontraría miradas confundidas como las de ella, pero al contrario se encontró con el rostro conmovido de todos los presentes; y a los padres de Caleb igual de destrozado que él; Nickolle por su lado, intentaba disimuladamente limpiar las lágrimas que se escapaban de sus ojos, y todo eso la hizo preguntarse qué estaba pasando en ese lugar.

Caleb se aferraba a la niña, y ella a él, mientras ambos lloraban, él por alguna razón que desconocía y ella porque él lloraba. Noah decidió intervenir, y con suma precaución, tomó a su hija, para luego extenderla en dirección a Evonne, quien no dudó en recibirla.

—Ven conmigo, hijo. —dijo con voz suave, mientras rodeaba su hombro con el brazo y lo guiaba hacia la entrada de la casa.

—E-Evonne —la chica se giró con mucha rapidez, al escuchar la voz de Megan a su espalda. —. ¿Podrías acompañarlo?, por favor.

—Y-Yo —tartamudeó, nerviosa mientras retrocedía un paso, sosteniendo con fuerza a su hermana.

Estaba en shock.

—¿Puedo cuidarla por ti? —preguntó, extendiendo sus manos hacia ella.

Evonne frunció el ceño en confusión, pero sin pensarlo dos veces, dejó a su hermana en los brazos de aquella mujer. Al ver que la niña no mostraba ninguna resistencia; comenzó a caminar con mucha prisa para ir en busca de su padre y... Cielos, su padre y ese joven tan extraño que le había robado el corazón, su novio.

¿Qué clase de novia estaba siendo en ese momento?

—¡Papá! —exclamó, al encontrar a su padre bajando las gradas. —. ¿Cómo está Caleb?

—Está arriba, tercera habitación a la derecha. —respondió, por alguna razón, tenía una expresión aturdida.

—¿Está todo bien? —cuestionó, con angustia.

—Ve con él, cielo. Necesita compañía... iré a ver a Loamy. —dijo, para finalmente seguir su camino.

Evonne lo observó por cuestión de segundos, hasta que desapareció de su campo de visión. Luego de eso, subió con mucha prisa los escalones, a pesar de sus zapatos altos, y una vez arriba, buscó la habitación que su padre le había indicado.

—Caleb... —lo llamó, mientras abría la puerta.

El corazón se le estrujó en su pecho al encontrarlo tirado en el suelo, acostado en posición fetal sobre una alfombra, mientras abrazaba algo a su pecho con mucha fuerza. Rápidamente se introdujo en la habitación, mientras sus ojos viajaban por los alrededores en busca de algo que pudiera responder sus inquietudes.

—L-Lo siento, no quería que me vieras así. —dijo entre llanto.

—No te disculpes —habló con voz suave, mientras se arrodillaba tras él para inclinarse y abrazarlo por la espalda. —. Me has visto en peores situaciones; Caleb, por eso estaré contigo en las risas y también en el llanto. Es lo que hacen los novios, ¿no?

—Todo esto es mi culpa, Evonne —sollozó. —. Es mi culpa.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Ella murió por mi culpa, fui un maldito egoísta, un imbécil.

Las palabras que salieron de sus labios la dejaron helada, mientras se apartaba de él, con una expresión estupefacta plasmada en su rostro. ¿De qué rayos hablaba? ¿Quién había muerto? No lograba entenderlo.

Caleb sintió la ausencia de sus brazos, por lo que giro su rostro hacia ella y al ver la expresión en su rostro, supo que había hecho que se angustiara. El dolor en su pecho era fuerte, pero no quería contagiarla de ello, no se lo merecía. Suspiró profundo e intentó calmarse, le tomó varios minutos hasta que por fin podía decir una oración sin romper en llanto.

—La niña en la foto —comenzó. —. Era mi hermana, Laura Dumont, le decía Lau —sorbió su nariz, mientras se sentaba frente a ella, viéndola a la cara. —. Era pequeña, tenía cinco años... en ese momento yo tenía quince. Nickolle tenía veintitrés y ya estaba en la universidad. En ese entonces no teníamos nada de esto —observó a su alrededor. —. Éramos pobres, pero éramos felices.

Evonne lo observaba fijamente, sintiendo retorcijones en su estómago. En ese momento deseaba decirle que no siguiera, solo quería abrazarlo y decirle que no le importaba lo que había pasado que... que lo amaba y lo seguiría amando. Pero eso era engañarse a sí misma, ya que realmente deseaba saber qué había pasado con aquella niña de tierna mirada que había visto en la fotografía.

—Un día viajamos a California, era un viaje importante para mis padres ya que harían el negocio de sus vidas, un negocio que los haría ganar millones. Ellos se fueron y nos dejaron en el hotel, yo solo tenía una misión, solo una —inclinó la cabeza, al sentir que voz comenzaba a temblar. —. Solo tenía que cuidarla mientras ellos volvían. Pero yo estaba emocionado de haber salido del barrio, quería ir de paseo y lucirme con las chicas de por allí, así que la llevé a la playa... y-yo, solo la descuidé un minuto, solo uno. —no pudo contenerse y rompió en llanto.

Ella no esperó ni un segundo más y se inclinó hacia él para abrazarlo con fuerza. No quería ni imaginar lo que sentía en ese momento.

—Debí haberla cuidado más... se ahogó, murió sola, asustada, estoy seguro que estaba llamándome, pidiéndome auxilio y yo no la escuché... la buscaba por todos lados, mientras se ahogaba frente a mis narices.

—Caleb, no pienses en eso, no la hagas. Por favor —pidió mientras ahuecaba su rostro con las manos y lo obligaba a verla a los ojos. —. No te atormentes de esa forma.

—Debí cuidarla...

—Son cosas que pasan, Caleb. Si tú no hubieras estado ahí ese día, también hubiera perdido a mi hermana. Es algo que le podría pasar a cualquiera —lo sostuvo, firme, obligándolo a verla. —. No es justo que te atormentes así, ni tampoco a tus padres.

La sola mención de sus padres, hizo que la expresión en el rostro de Caleb cambiara por completo. Se tornó sombría, reflejando el enojo que sentía hacia ellos.

—No les importó —dijo de pronto. —. ¡No les importó, ni una mierda, la muerte de Laura! —grito histérico, mientras apartaba las manos de Evonne de su rostro. —. ¿Sabes qué hicieron? Llegaron a la morgue a reconocer el cadáver, firmaron papeles y la llevaron a una funeraria para que la preparan; mientras llegaba el momento, se fueron nuevamente a terminar de cerrar su negocio, eso es enfermo. Evonne han pasado nueve años y nunca los oí llorar o lamentarse por la muerte de su hija... ¡era su hija menor, maldita sea! Solo les importaba el dinero para tener todo esto —observó a su alrededor. —. Toda esta basura que no sirve para nada.

Él tomó la lámpara que descansaba sobre el buró, y la estrelló con violencia contra el suelo. Pero, eso no fue suficiente para aliviarlo, por lo que comenzó a tomar todo lo que encontraba al frente y lo quebraba al lanzarlo contra el suelo, gritando con histeria. Evonne estaba aterrada, solo una vez había tenido que calmar a alguien en ese estado, y ese era su padre el día del entierro de su madre. Decidida a evitar que se lastimara, avanzó hacia él y lo abrazó de frente, con mucha fuerza, aferrándose a él como un coala a un árbol. Eso logró que se detuviera, y roto en llanto comenzara a pedirle perdón mientras le correspondía el abrazo.

—Perdóname, Evonne, lo siento.

—No te disculpes... solo respira hondo.

—Tengo que salir de aquí... hay que irnos, solo tú y yo, hay que irnos a otro lugar.

—No podemos... no sé conducir y tú estás muy afectado. —explicó tranquila, tratado de no alterarlo más.

—No me dejes solo, por favor. Quédate conmigo.

Ella se apartó lentamente y nuevamente lo tomó del rostro para verlo directamente a los ojos, lamentándose el hecho de que en ese momento no se notara mucho su peculiar color. Entonces, esbozó una pequeña sonrisa, un tanto triste.

—Estaré contigo, en la risa y en el llanto. —concluyó, volviendo a abrazarlo con fuerza mientras escuchaba los latidos acelerados de su corazón.

Comprendía parcialmente su situación, el odio irracional hacia sus padres y todo. Pero, igual le angustiaba la idea de lo inestable que era; temía que algún momento aquello lo llevara a cometer alguna locura.

Él era su caballero de brillante armadura; pero incluso ellos necesitan ayuda de vez en cuando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top