Parte única.

- Senku – llamó Kohaku, quien tenía las manos detrás de su espalda, en lo que ambos admiraban en silencio el alba. Él pronunció monosílabo, haciéndola sonreír levemente, sin apartar la mirada del cielo –, ¿Qué piensas sobre que yo me enamore de ti?

Parpadeó, alzando ligeramente las cejas, curioso. Vaya, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que ella pronunció esas palabras? Y es que, han pasado ya 5 años desde que se conocieron por primera vez y, desde su travesía por el mundo para revivir a las 7 miles de millones de personas y de paso, reestablecer el mundo a como era antes.

Sin contar además, su reacción por las palabras: Creo que me enamoré de ti. Que dijo ella cuando la rescató del tronco que la apresaba y si hubiera pasado más tiempo, la hubiese matado. Recuerda también que él y ella, nunca se hubieron muy interesados en esos temas del amor, porque él amaba y sigue amando la ciencia, y ella, en ese entonces sólo quería salvar a su hermana; pero como era bien sabido, la única constante que no cambia, es el cambio mismo.

Y pese a que ninguno seguía actualmente, interesado en eso del amor, entre ellos... Era algo distinto.

- Quién sabe – contestó minutos después, calmado. Aunque Kohaku sabía que había detrás de esa aparentemente, vaga respuesta así como de esa calmada expresión en él. Y eso sólo hacía que el corazón se le acelerase y, una pequeña esperanza se instara en ella, por más que se dijese que no debía de tenerla.

- N-No lo digo porque quiera tener algo contigo ahora... Me gusta la relación que tenemos hasta ahora y, no me gustaría perderla – pasó saliva, queriendo tragarse los nervios que comenzaban a surgir. Pateó suavemente en la tierra, mirando ahora hacia abajo –. Es decir... Me... Me gustas mucho Senku, pero... No es necesario el tener una relación como todos los demás creen o piensan. Con que me permitas estar a tu lado, tener tu amistad y tu confianza, estoy más que bien.

Si él era honesto, nunca se esperó una confesión de su parte y mucho menos, que ella misma se negara a ser algo más que su amiga y camarada; que no le presionase o estuviera de encimosa, como cualquier otra chica de su generación – Yuzuriha no cuenta, porque ella tampoco es así –, lo hubiera hecho.

Eso no hizo más que sonreír, divertido. Pero incluso así, no apartó la mirada del horizonte –. ¿Y quién te hizo creer que yo te iba a rechazar, Leona?

Ella frunció el ceño, mirándolo molesta –. ¡Yo no soy una...! Espera, ¿Qué? – su expresión ahora mostraba lo sorprendida que estaba por sus palabras, mejor dicho, su pregunta. Y el rubor se instó en sus mejillas, al mismo tiempo que lo señalaba, incrédula –. ¿Qué fue exactamente lo que dijiste! ¿Q-Quién eres y qué le hiciste a Senku!

Senku la miró, con expresión escéptica, casi ofendido –. ¿Acaso te sorprende la posibilidad de que también me gustes? Yo también tengo sentimientos y necesidades.

- Es que... Es que no lo entiendo...

- Yo tampoco – respondió, desinteresado. Porque una cosa era ciencia y otra la psicología –. Pero pasó y, no me molesta. ¿Y a ti?

Ella parpadeó, bajando la mano y tranquilizándose. Aunque el rubor seguía ahí –. No... No me molesta, sólo – miró al suelo, sintiendo la brisa mover levemente sus cabellos –, estoy un poco sorprendida. Ya sabes...

- Sí, lo sé – suspiró, pasándose una mano por el cabello –. A mí también me sorprendió.

Kohaku sonrió, y soltó una pequeña risa, enderezándose –. Bueno, eso es porque no soy una chica femenina como Ruri-nee o como cualquier otra.

- Hasta tú lo has dicho, por ello eres una Leona.

Se cruzó de brazos, reteniendo sus ganas de rebatirlo, y en cambio, preguntó –: ¿Por qué siempre me dices Leona? Sé que es mucho mejor que Gorila, pero...

- Bueno, en primera, porque te pareces a una en actitud y fuerza – se rascó la oreja, desinteresado –. Claramente, es en burla. Luego simplemente se me hizo costumbre y ahora... Es algo diferente.

Kohaku no debía ser un genio para saber a qué se refería, y eso la hizo sonreír. Senku nunca fue una persona muy emocional o afectiva, pero, eso no le quitaba el hecho de que era honesto con sus pensamientos y acciones, y sobre todo, palabras.

Como ahora.

- Entonces, ¿Lo intentamos...?

Él sonrió, sólo como él podía hacerlo.

Y ese, fue el principio de un ellos.

-Traumada Taisho

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top