4-La academia en peligro
Punto de vista de Tn.
Me desperté con algo de cansancio, la mañana era algo fría y me cubrí con gusto recordando que hoy no tenía clase. Durante un buen rato estuve tumbado, tapado y haciendo el vago cuando escuché unos golpes en la puerta.
—Adelante—al abrirse, pude ver a Enid quien estaba ya en pie.
—Hola—dio unos pequeños saltos y se acercó a mí—¿qué haces aún tumbado?.
—Ven—dije haciendo hueco.
Ella se metió y me abrazó. Al verla sonreír le dije buenos días y un pequeño beso en los labios.
—Venía para que los dos bajásemos a desayunar—comentó alegre.
—¿Y si te como primero a ti?—pregunté con una sonrisa pícara antes de ponerla encima de mí y besarla.
—Anda...no...ahora no...—al morderle muy suavemente el cuello mientras la rodeaba con los brazos soltó un pequeño gemido que me encantó—bueno...si solo es un poco...
La puerta del dormitorio se abrió de nuevo de un fuerte golpe. Era Miércoles. Al vernos nos dijo que dejara de darle mimos a la loba chismosa y que fuera con ella a desayunar.
—¿Ahora?, espera unos diez minutos—besé a Enid.
—¡Ya!—yo suspiré y le dije a Enid que tendría que esperar.
—Le quitas lo divertido a la vida—comenté mientras nos destapaba.
Me acerque a ella y le di un pequeño beso.
—Buenos días mi tormenta de veneno—dije—¿algo que te preocupe para estar de ese humor?.
—He tenido unas visiones horribles. La academia era atacada—contestó.
—¿Qué tal si vamos a desayunar y nos cuentas?—la joven asintió.
Ya en la mesa y con el desayuno encima de los platos, Miércoles relató poco a poco todo lo que había visto. Una sombra, o mejor dicho, la sombra de una persona que daba caza a los excluidos. Lo peor es que escuchó unas voces, un grito de alguien, pero no pudo ver de quien se trataba y eso era lo que la tenía preocupada.
—Hablaremos con la directora—dije mientras le daba un bocado a mi tostada.
—Si, buena idea idiota—ante ese insulto me hice el ofendido.
—Soy tu novio, deberías hablarme de forma cariñosa—replique—menos mal que tengo a mi chica alegre y sonriente—acaricie la espalda de Enid de la cual pude ver un pequeño sonrojo.
—Sabes perfectamente como soy en el tema del amor—pareció mostrar un poco de celos por mis caricias a la joven.
—Lo sé, y aún así te quiero—ella volteó la cara.
Alertamos a la directora que enseguida se puso manos a la obra para defender la academia. Agradeció a Miércoles que en está ocasión avisase y no decidiera por ella misma hacer su investigación.
Eran días de tormenta y yo pasaba las tardes en la habitación de ambas ya que afuera llovía y no se podía estar. Miércoles decía que le encantaba escribir con la tormenta afuera. Enid decía tener frío y se abrazaba a mí mientras veíamos una película con los cascos puestos. De vez en cuando dejaba escapar un ruidito tierno mientras restregaba su cara con la mía.
—¿Te gusta la película?—pregunté mientras le daba un mordisco en la mejilla.
—Si, es muy divertida—contestó mientras se apegaba más a mí.
—Por dios...dejen de estar tan juntos—se quejó la joven gótica.
Yo me eché a reír y dejamos de estar así para no molestarla.
Escuchamos la sirena que sonaba, era de alarma, señal de peligro. Miércoles agarró una de las espadas que tenía guardadas y salió corriendo.
—¡Miércoles!—grité sin que funcionase.
—¡Tenemos que ir a ayudarla!—salimos del dormitorio y bajamos las escaleras.
—Tú ve por ahí, yo por aquí—dije señalando los pasillos—ten cuidado Enid.
Camine por los iluminados pasillos de la academia, podía escuchar los pasos desde algún lugar, podían ser de Miércoles o Enid, o tal vez el enemigo...mi corazón estaba en un puño. Fue entonces cuando vi una ventana abierta de par en par, el agua salpicaba y cerré está. Al fijarme en el suelo vi unas huellas que se perdían al fondo.
—¡Socorro!—gritó una voz conocida.
—¡Enid!—eché a correr en dirección a la voz.
Al llegar a una de las salas, vi a muchos estudiantes tirados en el suelo incluida a Bianca y Yoko. Un hombre con gabardina agarrando del cuello a Enid.
—¡Eh!—hice que se voltease—suelta a mi novia escoria inmunda.
Armándome de valor, comencé a caminar hacía él. Sentía las ganas de golpearlo, era de la misma estatura que yo así que no le tenía miedo. De pronto algo voló y se clavó en su brazo haciendo que la soltase. Miércoles le había arrojado un cuchillo.
—Malditos excluidos...—al desvelar su cara pude ver una persona mayor, con el pelo y barba blanca.
Ambos empezamos a golpearnos el uno al otro mientras Enid tosía pudiendo respirar con normalidad otra vez. Esquive su gancho y lo tiré al suelo. Luego me puse encima suyo, comenzando una lluvia de puñetazos en su cara. Sentía que mis manos se bañaban en sangre, una furia incontrolable se apoderaba de mí. Una y otra dejaba caer mi puño hasta que unas manos rodearon mi pecho.
—Ya está...déjalo estar—susurró Enid.
El hombre estaba vivo y mi ira descendió lentamente al ritmo de mi pulso. Me pude levantar con cuidado cuando llegó la directora y junto al resto de profesores lo encerró en un calabozo viejo del cual disponía la academia para esos casos.
Las enfermeras y médicos se llevaron a los heridos incluyendo a Enid. Yo me fui a mi cuarto sin dejar que me atendiesen, ya lo haría yo.
El silencio de mi habitación me sentó bien durante los primeros minutos. Tenía las manos rojas por la sangre y las secuelas de usar los nudillos. Me temblaban mucho y lo primero que hice fue lavarlas bien con agua. Luego las metí en hielo sintiendo el frío bajaba el hinchazón.
La puerta de mi cuarto se abrió y entró Miércoles con un botiquín. Sin decir nada, se sentó a mi lado y empezó a curarme antes de vendarme por completo las manos.
—Gracias—susurré. Ahora podía notar todo el cansancio de ese rato.
—Soy tu novia—dijo haciendo que esbozase una sonrisa—deja de hacer eso.
Le di un pequeño beso de agradecimiento.
—Listo, ahora no hagas ninguna idiotez—guardó todo en el botiquín.
—Si, buenas noches Miércoles...
—Buenas noches Tn.
A la mañana siguiente, lo primero que hice fue ir a ver a Enid quien estaba en la cama. Estaba tomando un zumo y al verme abrió los brazos.
—¿Te encuentras mejor?—pregunté mientras la abrazaba—¿te duele el cuerpo?.
—Las lobas somos duras de pelar—contestó guiñando un ojo—pero me pilló desprevenida.
—Entiendo...lo importante es que estés bien.
Estuve un rato hasta que me fui a desayunar ya que la hora de visita estaba muy limitada. Cuando llegue a la mesa, la directora estaba junto a Miércoles. Me contó que ese hombre tan sólo era el primer aviso ya que muchos otros vendrían después de él, que habían puesto recompensas por nuestras cabezas siendo Miércoles y la de la directora más altas.
—Ya hemos alertado a las autoridades, lo primordial ahora es proteger la academia—dijo la directora antes de irse a hacer papeleo.
Durante el desayuno, Miércoles me preguntó por Enid. Me pareció que suspiraba de alivio cuando le dije que estaba bien. Ese día no hubo clases ya que muchos alumnos estaban más heridos. Xavier nos comentaba como iba Bianca y Eugene hablaba sobre Yoko.
Esa misma tarde aprovechando que no había lluvia, instalamos entre todos los alumnos las defensas como vallas más altas y gruesas. Pero lo principal fue colocar barrotes sobre los ventanales y un mecanismo de defensa en la puerta principal. Todo ello bajo supervisión de los profesores quienes iban armados. Eugene con sus abejas vigilaba los alrededores.
—Bien, es todo por hoy, ya está anocheciendo—anunció la directora.
Enseguida nos metimos en el edificio y cerramos todo a cal y canto. Me di una ducha y cene antes de irme a mi cuarto. Enid había regresado al suyo e hicimos una videollamada porque no teníamos permiso para ir por los pasillos salvo los profesores, y lo hacian de dos en dos.
—Te echo de menos—dijo inflando las mejillas.
—Mañana podemos vernos—dije sonriente a Enid.
—Yo quería un abrazo de buenas noches, y un beso también.
Miércoles se unió a la conversación.
—Espero que el beso de Tn sea el de la muerte.
Estuvimos hablando hasta altas horas de la madrugada.
Durante los siguientes días nos mandaban faena de lectura sin ejercicios ya que bastante teníamos con terminar las defensas de la academia. Mi padre me llamaba para ver que tal iba todo y en Jerichó estaban también alerta aunque la cosa era con los excluidos.
Enid sobre lo alto de una escalera se cayó y la agarré en brazos.
—Cuidado princesa—dije sonriente antes de sentir sus labios.
—Dejen eso para después—Miércoles junto a Cosa terminaba de clavar unas maderas en una zona para tapar agujeros.
Después de cenar aún tenía un rato para estar con ellas y la vigilancia era tan grande que era imposible que entrasen, al menos por el momento.
—Estoy agotada—comentó Enid bostezando y apoyando su cabeza en mi pecho mientras yo miraba el teléfono.
—Y yo—dije suspirando.
Miércoles por su parte investigaba en vano, sin saber quienes podían estar detrás de todo esto. Se negaba a aceptar que fueran simples cazadores.
—Ven anda—llamé para que se tumbase a mi lado.
Increíblemente, ella aceptó y se colocó. Ahora los tres estábamos sin decir nada, estando en silencio con una pequeña luz de fondo, disfrutando de la noche.
—¿Preocupada?—pregunté a mi tormenta de veneno.
—Si uno ha ocasionado un peligro así...derrotando a Yoko y Bianca junto a otros más...¿cómo pararemos a los demás?—yo le acaricie el pelo.
—Tenemos una buena defensa, nos armaremos hasta los dientes y atacaremos con todo—contesté agotado.
Tuve que irme a mi cuarto a la hora marcada. Enid estaba frita y se había quedado dormida en algún momento.
El silencio de mi habitación hizo que me quedase dormido enseguida. Esa noche se vio que llovió todavía más, arrancando algunos árboles y provocando desastres cerca de la academia pero nada que hiciera peligrar al edificio.
Con las defensas listas, los heridos curados y ya más tranquilos, las clases fueron retomadas aunque fueron bastante ligeras. Enid y yo haciamos los deberes junto a Miércoles quien demostraba una vez más lo inteligente que era.
Narrador.
Lejos de la academia, un grupo armado de cazadores se habían juntado en una cabaña abandonada la cual ahora era su refugio y cuartel general. Las fotos de los excluidos adornaba las paredes del lugar con una suma de dinero debajo.
—El primer intento no ha sido un fracaso, ha servido para darles un toque, pero sobretodo para saber que nivel de fuerza tienen—dijo el jefe, un tipo alto, rudo y con mucha fuerza.
—¿Cuál es el plan?—preguntó un subordinado.
—Atrapar a Tn—dijo señalando una foto—si lo hacemos...Miércoles caerá en la trampa.
—¿Y el resto?—preguntó otro.
—Podemos capturarlos para venderlos como esclavos—unos dientes afilados y blancos se mostraron en su boca.
Las ganas de cazar excluidos era mucho mayor que antes, los desafíos le gustaban mucho y le producía un placer inimaginable el poder darles caza.
Punto de Vista de Tn.
Por fin tenía tiempo para estar con ellas y con energías así que Enid me rodeó con los brazos y me dio una cantidad enorme de besos.
—Ya...jeje...estás muy cariñosa hoy—dije recuperando el aliento.
—Perdón—dijo avergonzada.
—No te preocupes—a la que la fui a besar Miércoles se puso en medio.
—Es mi turno Enid, recuerda el trato—ella asintió y se fue a leer los rumores que circulaban sobre los famosos.
La joven me dio unos pocos besos y tuve que separarme.
—Espera...un segundo...uff...—dije—debo recobrar el aliento—jadeaba casi agotado.
Ella me miró friamente.
—Sabías a que te exponías, ahora cállate y deja que te bese—me tiró sobre la cama y me besó con pasión.
Mientras tanto, entre beso y beso me preguntaba si sería capaz de aguantar el ritmo pues no era solamente a nivel físico, sino que tener que lidiar con los problemas de ambas y sus besos iba a resultar muy complicado.
—Miércoles, tu bola de cristal está sonando—avisó Enid.
Por suerte sus padres llamaron y pude tener un rato para recobrar el aliento. Miércoles decidió que todavía no era hora de decir nada sobre su relación ya que los conocía demasiado bien.
—¿Qué le pasa a Tn?—preguntó su madre.
—Enid lo está dejando seco—contestó ella.
—Ya veo...—no parecía muy convencida. Yo salude con la mano desde la distancia.
Mientras recuperaba el aliento y ella hablaba con sus padres, vi la sombra de Enid y al mirarla a la cara pude contemplar una gran sonrisa.
—¿Enid?—pregunté asustado, conocía esa mirada.
—Bueno, aprovecharé el momento para ser yo quien te llene de besos—yo abrí los ojos.
Juro por mi familia que intenté resistirme, pero no pude y fui cubierto por una lluvia de besos por parte de ambas durante toda la tarde noche hasta que me pude ir a mi habitación.
Al salir pude andar lentamente cuando la directora se cruzó conmigo.
—Ya se lo advertí, son peligrosas...en muchos aspectos—comentó con una sonrisa.
—Sí...—dije antes de irme a mi cuarto.
Y así un día más en Nevermore...terminó.
Continuará...
Espero que les haya gustado. Estoy haciendo capítulos más cortos para alargar más la historia y no saturar de texto. Además así puedo hacer más capítulos sin quedarme atascado.
Un saludo.
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