序文
— Excelente trabajo, chicos — nos felicitó Kakashi, sonriendo detrás de la máscara que ocultaba la mitad de su rostro, dejando ver unos profundos ojos azabaches.
— Vete a la mierda, Kakashi — escupí mis palabras con molestia e irritación.
Se preguntarán el porqué, bueno yo los ilumino.
Han pasado ya dos años desde la Cuarta Guerra Mundial Shinobi y de la batalla de mi tierno hermanito con el emo vengador de Sasuke, el mundo vive en completa paz o eso pensábamos, ya que la luna se veía cada vez más cerca de lo normal, lo que generó miedo de que algo malo sucediera, y adivinen que, pues sucedió.
Aparte de que un jodido meteorito iba a caer a la tierra, un extraño alienigena (que por cierto, era muy atractivo) secuestro a Hanabi, la hermana menor de Hinata, a la cual también intentaron secuestrar pero gracias a Naruto, no lo lograron.
Luego de que avisaran al Hokage, que por cierto es Kakashi ya que mi madre se retiro para poder pasar más tiempo con papá, decidió formar un equipo con Naruto, Sakura, Sai, Shikamaru, Hinata y yo para rescatar a Hanabi, obviamente éste iba liderado por el flojo de Shikamaru.
La cosa es que fue horrible, terrible... quedamos atrapados en un jodido Genjutsu, donde vi todos mis recuerdos más preciados, o sea, no me molesta ese hecho, sino que no me gusta quedar atrapado en Genjutsu's. Los únicos que logramos liberarnos de él, fuimos Sakura y yo que tuvimos que despertar a los demás.
Luego de un rato, apareció el lindo alienígena e intentó nuevamente llevarse a Hinata, con la excusa de que tenían que casarse según un Decreto Celestial dejado por Hamura Ōtsutsuki.
Yo estaba que gritaba: Me ofresco como tributo, pero no, él quería a Hinata.
La vida es tan cruel y triste.
Luego de que nos enfrentaramos contra él unas cuantas veces más y que mi hermanito se confesara a Hinata, Toneri, (así se llama el lindo alienígena) logró convencer a la Hyūga de que se fuera con él.
Hinata se marcha y fuimos corriendo al castillo de Toneri. Llegamos justo a tiempo para detener la boda pero las marionetas de Toneri nos impidieron el paso. Shikamaru se encargó de ellas mientras Naruto y yo ibamos al Cuarto de Renacimiento.
Al llegar, vimos como Toneri abrió una compuerta y le daba el paso a Hinata para que entrara, pero Naruto lo interrumpió y molesto le exigió que le devolviera a Hinata. Lo siguiente que paso está medio borroso ya que me entretuve mirando el Tenseigan.
Al apartar mi vista, observé como Naruto atravesó a Hinata con su mano.
Así es como se llega al corazón de una chica, Osi. Aplicó la de Sasuke.
Luego, Hinata explicó que para destruirlo solo alguien con la sangre de Hamura puede hacerlo. Y obvio, ahí es donde entra mi hermanito, así que mientras Naruto y Hinata lo destruían, yo entretuve a Toneri.
Ya destruido el Tenseigan, llegan los demás y Shikamaru ve como la Luna se ha detenido y bla bla bla. Otra lucha más contra Toneri que me voy a saltar ya que viene la mejor parte. Y es...
El beso de mi hermoso y poderosísimo NaruHina.
AAAAh, es tan hermoso.
O sea, se profesaron su amor y se dieron tremendo beso, que hasta yo sentí envidia. Así que voltee y le dije a Shikamaru que si nos besabamos para romper la tensión, claro que se sonrojo y me dijo que era fastidioso pero ya que.
Le tiene miedo al éxito.
Cuando estabamos listos para marcharnos de la Luna, le preguntamos a Toneri si quería ir a Konoha con nosotros, pero él dijo que se iba a quedar a expirar sus pecados.
¿Qué onda todos con expirar sus pecados?
Cuando nos íbamos alejando, Toneri se aparece frente mío y me dice:
— Realmente espero poder verte nuevamente, lindo tiburoncín.
Juro que casi, casi dejo todo atrás y me quedaba en la Luna con él, pero tengo ganado que cuidar en la tierra, así que no puedo.
Pude notar las miradas de celos de Shikamaru y Sai dirigidas al alienígena mientras se iba, pero las ignore.
Y aquí es donde volvemos.
En la oficina de Kakashi, donde estoy todo cansado, sucio, con hambre y de mal humor.
— ¿Podrías apresurarte, vago de mierda? Quiero llegar a casa para poder ducharme, comer y dormir por lo que me resta de vida, gracias.
— ¿De mal humor, Rin-kun? — el muy desgraciado se burla de mí.
— Jodete — me crucé de brazos molesto.
Volteo mi vista hacía la izquierda y noto a ciertas personas, que por mi pésimo humor, no ví ni sentí su presencia.
— Oh, hola chicos.
— Hola, Rin-senpai — me saludo Obito/Tobi con su voz añiñada y un sonrojo en sus mejillas.
A pesar de que ya no ocupa su máscara aún hay veces en las que habla así.
La costumbre, dijo un día.
— Hola, Rin — me saludaron Pain, Konan, Kakuzu, Madara, Tobirama, Kisame, Deidara, Sasori, Itachi y Neji.
— Hola, hmp — fue lo único que dijo Sasuke.
— Bueno, Rin-kun — volví mi vista hacía el peliplata — Ya puedes retirart-
No lo dejé terminar, cuando desaparecí entre llamas y aparecí en la sala de mi casa en el complejo Senju.
— Maldito, sabe que odio que me den órdenes.
A paso lento, me dirigí al baño que había en mi habitación.
Me quite toda la ropa y entré a la bañera.
Sentí como el agua fría erizaba los bellos corporales de mi cuerpo y se deslizaban por los músculos.
Me quede un rato bajo la regadera con los ojos cerrados.
En un agradable silencio.
Al terminar, envolví una toalla blanca alrededor de mi cadera.
Salí del cuarto de baño y caminé al armario donde saqué lo que siempre ocupaba en mis tiempos libres. Un pantalón negro y camisa del mismo color.
Luego de estar completamente vestido, fui rumbo a la cocina, donde encontre un bento con una nota adherida a él.
Supongo que debes estar cansado y con hambre luego de tu misión, así que te cocine algo para que comas y puedas descansar tranquilo.
Lo hiciste bien, hijo. Con tu padre estamos muy orgullosos de ti.
Con cariño, tu madre.
Tsunade Senju.
Con una pequeña sonrisa en mi rostro, me senté en una de las sillas que había allí y me dispuse a comer.
— Gracias por la comida.
...
Me deje caer de espaldas sobre la cama, cansado. Mire el techo y me puse a pensar en todo lo que ha pasado en mi vida.
Recorde la primera vez que vi a mi hermanito.
Se encontraba corriendo con tan solo tres años de edad. Ese día era uno tranquilo hasta que se produjo el ataque del Kyubi.
A pesar de su corta edad era inteligente y sabía que sus hermanos, Kushina y Minato, y su hijo, Naruto, estaban en problemas.
Cuando llego a donde se encontraban sus hermanos ya era muy tarde, el Kyubi ya los había atravesado y Minato se preparaba para realizar el sello en su hermanito, Naruto.
— Kushi-nee, Mina-nii — gritó con angustia acercándose a ellos.
— Rin-kun — Kushina habló como pudo — Escóndete, es peligroso.
Sin importarle el hecho de que fuera peligroso, siguió avanzando.
— Quiero que selles la mitad en mi hijo y la otra en mí — le dijo Minato al Shinigami.
— ¡No! — lo detuvo llamando la atención de los tres — Selle la otra mitad en mí — habló con determinación.
— Pero Rin — intento hacerlo cambiar de parecer el rubio.
— Es lo mejor, así puedo ayudar a Naruto — dijo observando al pequeño bebé dormir tranquilo.
Minato voltea a ver con angustia a su esposa, la cual lo miraba de igual manera.
— Rin-kun... — la pelirroja lo observo con cariño — Hazlo Minato-kun — le dijo con determinación.
— Bien.
Y así fue como terminó con la mitad de Kurama en él.
Jaja, que loco.
Oh, o cuando conoció al idiota y pervertido de Kakashi.
Ya era un chico de 10 años que se encontraba caminando hacia la torre Hokage para una nueva misión, cuando de pronto chocó contra algo duro, provocando que casi cayera, de no ser por el contrario, que lo sostuvo de su cintura antes de que tocara el suelo.
— ¿Eh?
Alzó la vista encontrandose con un tipo peliplata de unos 20 años aproximadamente y con un solo ojo visible.
— Yo... lo siento... Iba distraido.
Se disculpo rápidamente el peliplata, sin poder apartar la mirada del niño de lindos ojos rojos frente a él.
— Oh, no se preocupe. Los accidentes pasan — le sonrió provocando que el contrario se sonrojara.
Tch, pervertido. Sólo era un niño y ya había caído bajo mis encantos.
O cuando me entere de la muerte de Shisui.
Me encontraba en mi casa, ya era de noche cuando de pronto, sentí la presencia de Itachi en mi habitación.
Rápidamente me dirigí a esta. Era raro que Itachi me visitara tan tarde en la noche.
Al entrar, vi a Itachi de espaldas.
— ¿Itachi? — me acerqué lentamente a él — ¿Sucedió algo? Es raro que me visites tan tarde.
En ese momento, Itachi se dio media vuelta y noto como está llorando en silencio.
— Itachi — con preocupación me acerqué y lo revise por si tenía alguna herida en su cuerpo. Suspiré de alivio al no encontrar ninguna — ¿Por qué lloras, Ita-kun?
— Shisui — susurró con dolor.
Al nombrarlo, me preocupe aún más.
— ¿Shisui? ¿Qué sucede con Shisui, Ita?
— Murió.
— ¿Eh? — lo mire consternado. Creí que era una broma, pero pronto recorde que Itachi no hacía bromas, mucho menos de esa clase.
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras abrazaba a Itachi para que se desahogara en silencio.
Recordaría la masacre del clan Uchiha, pero me traía sin cuidado, lo único que me importaba de esa noche, era que Itachi fue el causante.
Al Uchiha mayor lo odiaron todos en la aldea por lo que hizo, todos menos yo. Sabía que Itachi era incapaz de hacer semejante cosa por una razon tan estúpida como probar su fuerza. Había algo más oscuro en todo ese tema.
Yo lo conozco mejor que nadie.
Suspiré mientras cerraba mis ojos. Al instante sonreí al recordar el día que conocí a los miembros de Akatsuki.
— Queremos que te unas a nuestra organización.
Hablo el lindo pelinaranja frente a mí.
Me habían secuestrado y atado a una silla con una exagerada cantidad de cuerdas, a mi parecer. Apenás y podía respirar.
— Es broma, ¿No? — reí nervioso.
Mis ojos miel recorrieron la habitación notando a otras 9 personas presentes, entre ellos una linda chica.
— No tengo ningún interés en formar parte de su organización — rechacé con una mueca — Ni siquiera comparto sus ideales. No entiendo para que les serviría.
— Tienes algo que nos interesa, Rin-senpai — habló el tipo de la mascara naranja.
— Lo siento, no soy gay — mentí al instante.
— No eso, tonto — lo regaño Deidara con un sonrojo en sus mejillas.
Konan que se encontraba algo alejada de allí, rió en silencio. Ese chico era divertido.
— Tienes el elemento madera ¿No? — le preguntó Pain.
— No — respondio serio.
— No mientas — le gritó Hidan ya molesto por la poca cooperación del rubio.
— ¿Realmente creen que, alguien a quién secuestraron, contestaría sus preguntas con la verdad?
— Touche — se rió Konan a carcajadas quitando toda seriedad en el ambiente.
Si, es un lindo recuerdo.
Oh, uno triste es cuando me entere que papá murió.
Había llegado a la aldea luego de pasar dos años recorriendo el mundo, y me dirigía a la torre del Hokage para informar de mi llegada a mi hermosa madre.
Noté algo rara la aldea. Como si alguien hubiera venido, hubiera hecho el Shinra Tensei y hubiera destruido todo a su paso.
Simplemente me encogí de hombros restándole importancia y toque la puerta de la oficina de mamá.
— Adelante.
Al entrar, visualicé a madre sentada en su puesto.
Corrí emocionado hacía ella y la envolví en un gran abrazo.
— Mami... te extrañe — le dije con una sonrisa.
— Yo también — me dedicó una pequeña sonrisa y en sus ojos pude percibir que algo le inquietaba.
— ¿Sucede algo? — le pregunté separándome y caminé hasta quedar frente a su escritorio.
— No sé por donde empezar — admitió suspirando.
— ¿Por el principio no crees? — sonreí intentando que se calmara un poco.
— Tu padre...
Le hice un gesto indicándole que siguiera.
— Tu padre murió — me soltó la bomba. De una. Sin dilatación ni nada.
Me quede unos segundos procesando la nueva información, mientras parpadeaba con rapidez.
— ¿Eh? Creo que escuche mal, ¿Podrías repetirlo?
— Tu padre murió en una misión.
Sí, mamá no sirve para dar noticias.
Lo comprobó ese día y lo volvió a comprobar hace un mes, cuando le dijo de la nada, que estaba nuevamente embarazada. Fue un día de locos.
Luego de que mamá me dijera lo de papá, recuerdo que me retire en silencio y al llegar a casa comencé a llorar como un bebé.
Después de eso, me volví cruel y despiadado. No me importaba sacrificar a quien fuera para lograr mis objetivos. Me volví un manipulador de primera.
Fueron tiempos difíciles.
Al igual que la guerra.
Me encontraba junto a Sakura curando heridos.
Llegaban uno tras otro.
Algunos no lograban sobrevivir por más que intentará dar todo de mí.
Odiaba no poder hacer más.
Me sentía tan inútil.
— Tranquilo, Rin-kun — lo intentó tranquilizar Sakura.
Ella estaba realmente preocupada por el estado de su amigo. Sabía que si bien, desde la muerte de su padre, a pesar de que por fuera él mostrará ser una persona fría y calculadora, por dentro era muy sentimental. Sabía lo difícil que era para él toda esta situación.
— Odio esto, Sakura - confesó en un suspiro.
— Lo sé — lo vio con lágrimas en sus ojos. Lo abrazo, intentando transmitirle un poco de su fuerza — Vamos a salir de esto, Rin-kun.
O cuando, sin autorización, reviví a algunos en secreto.
Estaba en una cueva algo alejada de Konoha. Yo solo con unos cuantos cadáveres. Iba a pobar un nuevo jutsu que había creado con la esperanza de traer de vuelta a papá. Esperaba que saliera todo bien.
Los cadaveres que había escogido eran los de: Itachi, Madara, Tobirama, Obito, Deidara, Hidan, Kakuzu, Kisame, Pain, Konan, Sasori y por supuesto a papá.
Inhale hondo y comencé a realizar los sellos correspondientes con la esperanza de tener éxito.
Los cuerpos comenzaron a iluminarse, a obtener color y vida.
Al terminar quede agotado por todo el chakra que utilice pero valió la pena al ver como cada uno de ellos abría sus ojos.
— ¿Dónde estamos? — preguntó Madara confundido.
— Hola — les dedique una sonrisa y antes de caer desmayado pude ver como papá, Kakuzu, Kisame y Konan me sonreían con cariño y como los demás me miraban con un sonrojo en sus mejillas.
Se enamoraron de mí a primera vista, ah.
Soy irresistible, lo sé.
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