4. La promesa

Quedaba poco para terminar la semana y sería el fin. El día anterior, Yami decidió sacarle aunque fuera una mínima información que pudiera contentar a Troy y así le dejara más tiempo. Esa tarde le había recordado su amenaza.

- Estoy impaciente por ver cómo sale el experimento... mañana o pasado serás mi conejillo de indias- le susurró al oído desde atrás, mientras la acariciaba, deslizando su mano por su piel sin permiso.

Yami no se movió. Trató de aguantar el acoso, pensando que pronto encontraría la forma de escapar de ahí. Y si no, aquellos gestos serían solo el principio.

- Ha hablado.

Troy retiró sus manos y la hizo darse la vuelta para mirarla. Le cogió la barbilla y fijó sus ojos en ella.

- Dime todo lo que sabes.

Ella le contó las cortas respuestas que él le ofrecía, sobre su nombre, su estado, sus preferencias por la comida... pero una respuesta en concreto interesó a Troy.

- Así que solo la comida de su planeta le da poder... Debemos averiguar más sobre eso. Si me averiguas de dónde viene o qué componentes químicos se encuentra en esa comida, te liberaré del experimento.

- ¿Entonces nos dejaréis en paz?

- Yo no dije eso, seguirás siendo mía, pero no haré contigo "ese" experimento.

- ¿Cómo que tuya?

- No me digas que no quieres... Sé que lo deseas...

La acercó a él y la besó mientras volvía a mover la mano por su cuerpo descendiendo hasta que le dio a entender exactamente a qué se refería. Yami se apartó de él enseguida. Se había quedado algo confundida por el beso y no sabía cómo reaccionar, pero cuando sintió sus dedos, reaccionó enseguida. Estaba roja y alterada. Troy claramente no la dejaría en paz hiciera lo que hiciera. ¿Debía asimilarlo o defenderse?

- Te recuerdo que siempre puedo recurrir a otros métodos si no lo haces por propia voluntad- le dijo.

- Dijiste que tenía una semana y aún no se ha cumplido. No me toques hasta entonces.

- Muy bien, puedo esperar dos días más. Tampoco hay mucha diferencia. Y no creas que dejar de buscar información no cambiará nada, si no lo haces te haré dar a luz "un monstruo" como tú dices. Mañana espero noticias. Si no, en dos días ya sabes...- le dijo introduciéndole el dedo en el ombligo, haciendo que Yami sintiera un escalofrío.

Una vez se fue, ella corrió a la sala y se tumbó en el sofá, llorando hasta la noche. Entonces se dio cuenta de que tenía que ir a llevarle comida a Slay y se dio prisa en bajar. Le trajo fruta, bocadillo, chocolate y algunos frutos secos. Él se dio cuenta de que tenía los ojos hinchados, rojos y húmedos. Y no sonreía. Ni siquiera había saludado. Solo le dio la comida y se sentó en el suelo, con la mirada perdida. Slay dejó la comida a un lado y se acercó a ella. Le alzó la barbilla y la observó.

- ¿Por qué lloras?

Yami se dio prisa en secarse los ojos, aunque solo le entraban más ganas de llorar.

- ¿Qué te hacen a ti?- volvió a preguntar mientras los ojos comenzaban a tornarse un tono anaranjado.

- Yo soy prisionera como tú, ¿sabes? Desde que descubrí que te tenían encerrado... Me han dejado traerte comida a cambio de un alto precio... Yo... no sé cuánto tiempo más podré aguantar...

- No tienes heridas- observó Slay, confuso.

- Hay heridas que no se ven... hay muchas formas de hacer sufrir a alguien, Slay. Lo que Troy me quiere hacer... no puedo ni decirlo. Los hombres humanos... no respetan tanto como deberían a las mujeres...

- En mi planeta tenemos otra educación, nadie te haría daño por ser mujer. Los débiles son los que no saben controlarse, no los que no tienen fuerza física- se indignó Slay.

- Sería increíble vivir en un lugar así...- respondió Yami-. A saber dónde esté- dijo sin pensar.

En ese momento, Slay le contestó antes de que pudiera taparle la boca y ambos se dieron cuenta de que acababa de soltar una información que no debería. Yami aún tenía la mano sobre la boca de Slay cuando Troy se asomó y aplaudió a Yami por su buen trabajo.

- Gracias, Yami, ya puedes irte. Has hecho bien tu trabajo.

Slay se dio cuenta de lo que estaba pasando y en un arrebato de ira, reunió todas sus fuerzas y creó de nuevo una explosión de energía como esa vez en el laboratorio, lanzando a Yami y Troy por los aires hasta golpearse contra la pared del pasillo.

- Empezaba a creer que podía confiar en ti. Me has traicionado- le reprochó Slay a Yami.

Ella trató de incorporarse.

- No, no lo entiendes, déjame que te explique...

La explosión había destrozado las cadenas, por lo que Slay se levantó y comenzó a caminar hacia la salida de la celda. Por una parte, quería tomar venganza en ese momento de Troy y Yami, pero por otra parte, no podía ignorar todo lo que Yami había hecho por él. ¿Fue todo para sacarle información?

- ¿Crees que te hubiera intentado tapar la boca para que no confesaras esa información si quería traicionarte?- trató Yami de razonar con él.

Slay se acercó y Yami se cubrió con las manos y cerró los ojos, tratando de protegerse. Él la agarró de la mano, apartándosela y le cogió la cara, para que le mirara a los ojos. En el pasillo había más luz y podían verse las caras. Durante unos segundos el tiempo pareció detenerse. Estaban hechos un desastre, pero aun así no podían apartar la mirada el uno del otro. Era la primera vez que se veían con claridad. Yami pensó que si moría, al menos era con esa imagen tan bella en su mente. Slay por otro lado, vio en su mirada una sinceridad que hacía mucho que no veía. Estaba genuinamente atraída por él y se reflejaba en su mirada, pero Slay no sabía interpretar las miradas humanas, ya que los ojos no cambiaban de color con las emociones como ellos. Pero sí percibía algo que le intrigaba. Algo que le hizo aclarar por un momento su duda sobre si vengarse de ella. Primero, debía recobrar las fuerzas. Observó que la comida estaba reducida a cenizas.

- Dime dónde está la fruta. Luego me encargaré de ti.

Ella le dio indicaciones como pudo, aún aturdida, no sabiendo muy bien cómo reaccionar. Slay debió de llegar a la sala y comer, pues para cuando Yami oyó la siguiente explosión, le habría dado tiempo de recuperar energías y no hubiera podido desencadenar su poder sin haberse alimentado. Troy comenzó a incorporarse y miró a Yami, que estaba sentada sin poder moverse, con la espalda apoyada en la pared. Se levantó y se quedó de pie delante de ella. Decidió cogerla en brazos y llevarla a la sala. La dejó en el sofá y antes de marcharse, dijo:

- Gracias a ti, ya tenemos una información valiosa, ahora voy a encargarme de él. Descansa, que mañana vas a necesitar las energías...

A Yami se le pusieron los pelos de punta al escuchar eso. No quería ni imaginar lo que podrían hacerle a Slay. Y tampoco quería pensar en lo que Troy le haría a ella. Escuchó gritos y explosiones y golpes y cristales rompiéndose. Se llevó las manos a la cabeza y se cubrió los oídos. ¿Cuándo terminaría todo eso? Tenía que ayudarle a escapar como fuera. A pesar de que eso podía significar que a ella le esperaría un futuro muy negro. Pero le dolía más saber lo que le estaban haciendo a Slay. Quizá podría encontrar alguna forma de escapar ella también o de acabar con su vida y no pasarla torturada como conejillo de indias.

Acabó durmiéndose y cuando despertó ya era de noche y no se oía nada. Preparó comida y agua, agarró otro botiquín y fue tan rápido como le permitía su cuerpo a la celda. La abrió y le vio tumbado en el suelo. Cogió las llaves y le liberó de las cadenas. Estaba bastante malherido. Le ayudó a sentarse y le dio unos golpecitos en la espalda. Él tosió y vomitó en un desagüe. A Yami le pareció ver sangre, pero con la poca luz y entre que no era agradable de ver no le prestó tanta atención y se centró en darle agua para que bebiera y se recuperara. Él tosió un poco más, pero siguió bebiendo. Luego le curó las heridas y le vendó mientras él comía. Le dejó que terminara de comer y ella comió un poco también de lo que sobró. Llevaba todo el día sin comer.

- ¿Qué te han hecho?- le preguntó ella.

- Como saben que puedo hablar... me han torturado para sacarme información...- respondió con voz débil y los ojos grises, apagados.

- Lo siento mucho, es todo por mi culpa- se lamentó Yami, se le rompía el corazón verle así. Puso la mano en su mejilla, compandeciéndose de él y sintiéndose responsable-. Haré lo que pueda por ayudarte a escapar.

- Dijiste que me explicarías tu traición- exigió Slay, cogiéndole la mano.

- Si no conseguía ninguna clase de información antes de mañana... iban a hacerme objeto de un experimento...

No quiso seguir, pero Slay insistió. Al final Yami acabó confesándole la amenaza de Troy.

- Sin importar lo que haga no me dejará en paz- estalló en llantos, desconsolada.

Slay no podía creer lo que oía. ¿Era posible que la crueldad humana llegara a tal punto? Sintió un impulso extraño a rodearla con los brazos, pero le dio vergüenza y se contuvo. En vez de eso, le acarició la cabeza y le secó las lágrimas mientras le sostenía la cara entre sus manos. Sus ojos rojos empezaron a volverse de un tono más pálido.

- ¿Dices que me ayudarás a escapar?

- Sí. ¿Pero cómo te irás a tu planeta?

- Solo necesito estar bajo las estrellas, y en cuanto localice mi planeta, crearé un portal. El universo reconoce que ese es mi hogar y me ayudará a regresar.

Yami estaba fascinada con ello. Quería presenciarlo. Por la puerta sería imposible escapar, pero quizá alguna ventana... como la de la sala. Era un poco alta, pero quizá no le haría falta saltar. Le cogió de la mano y le guió hasta la sala, donde le mostró la ventana. Slay la abrió y divisó la constelación. Antes de irse, hizo una promesa.

- Volveré y haré justicia- le besó la mano, sellando el pacto.

Se creó un portal y entró. Al instante, todo había desaparecido y había vuelto a la normalidad. Parecía como si todo hubiera sido un sueño. Yami no sabía qué hacer en ese momento. Él dijo que volvería, pero ¿cuándo? ¿Realmente se acordaría de ella? Una vez en su maravilloso planeta, ¿para qué querría regresar a la Tierra, donde solo tuvo sufrimiento? En el fondo, deseaba creer en su promesa. Pero hasta entonces, ¿qué sería de ella?

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