Dama

Un nuevo día comenzaba luego del entrenamiento de ayer, quien se despertaba no era esta vez Magnamalo. Gardevoir abrió los ojos lentamente, sus sentidos captando la suave luz del amanecer filtrándose a través de la entrada de la cueva. Parpadeó, tomando conciencia de la cálida protección que los envolvía a ella y a Ralts; el enorme cuerpo de Magnamalo estaba posicionado alrededor de ellos, sus extremidades formando un escudo natural, como si inconscientemente mantuviera una guardia protectora mientras dormía.

Se quedó observando por un momento, notando la expresión serena de Magnamalo, quien parecía en paz en su descanso, y el pequeño Ralts, plácidamente acurrucado a su lado. Era curioso pensar cómo aquella bestia poderosa y destructiva, capaz de enfrentar a los más temibles oponentes, podía mostrarse tan protector y cuidadoso con ellos. Gardevoir sintió una extraña sensación al ver nuevamente a Magnamalo por un momento.

—Gardevoir...— murmuró en voz baja, sin intenciones de despertar a sus compañeros, pero dejando que su propio asombro flotara en el ambiente. Era un respiro de tranquilidad, una tregua antes de que el sol iluminara por completo y comenzara un nuevo día lleno de desafíos.

En ese momento, se permitió tener un momento de paz y disfrute. Ella misma quería estar un momento mas así con sus ahora dos seres mas queridos. 

Aunque cuando decidió descansar con ellos dos, noto algo de inmediato, un extraño sonido a lo lejos que decidió investigar. Gardevoir entrecerró los ojos, enfocando su vista en el grupo distante de 8 en total. Su instinto protector se encendió de inmediato, evaluando cada movimiento de aquellos extraños visitantes. Los 7 niños parecían emocionados, señalando cosas y comentando entre sí, mientras el adulto que era el octavo los guiaba. Su curiosidad natural y experiencia como protectora la llevaron a una especie de trance analítico, midiendo en su mente cada distancia, cada posible amenaza y cada ruta de escape en caso de que fuera necesario, como si ella misma fuera una cazadora.

No quería perturbar a Magnamalo ni a Ralts de su sueño tan reparador, especialmente sabiendo el esfuerzo que ambos ponían en cada cosa de su pequeña guarida. "Quizá solo sea un grupo de exploradores...pero también podría ser una amenaza", pensó mientras evaluaba sus próximos pasos. Si se acercaban demasiado, tendría que intervenir de alguna manera, pero prefería no hacer nada precipitado sin antes analizar todas las posibilidades.

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Puede que Gardevoir no escuche esa conversación, pero nosotros sí, así que observemos:

Mientras el grupo avanzaba por el bosque, la voz del Profesor Kukui resonaba con entusiasmo, captando la atención de sus estudiantes.

—Entonces, chicos, aquí en Melemele podemos observar uno de los ecosistemas más complejos de Alola! —comentó el Profesor Kukui mientras se detenía frente a un claro del bosque—. Cada tipo de pokemon se adapta a su entorno, desde los que se ocultan en las ramas hasta los que habitan las cavernas más profundas. Es importante entender que cada uno tiene su propio rol en la naturaleza.

Mallow, siempre entusiasta, dio un paso adelante y observó los árboles, emocionada— es como un gran restaurante al aire libre para todos! Cada uno tiene su propio lugar para encontrar su comida favorita, verdad?

—Exactamente, Mallow! —asintió Kukui—. Algunos pokemon prefieren las bayas que crecen aquí entre los arboles mas altos, mientras que otros buscan lugares más remotos, y algunos hasta necesitan alimentarse de minerales en las zonas volcánicas para fortalecerse.

Ash escuchaba atento, aunque sus ojos se desviaban de vez en cuando, buscando rastros de pokemon salvajes—. Profesor, hay algún pokemon fuerte por aquí? He oído que algunos de los pokemon de aquí son tan fuertes como los legendarios! O eso creo que escuche, no lo recuerdo muy biene jeje.

Kiawe, cruzando los brazos y observando con un aire de seguridad, comentó—. Bueno, Ash, no sé si aquí en el bosque encontraremos a alguno, pero los pokemon en estas zonas son algo distintos...los he visto, y son impresionantes.

Lana sonrió, divertida—. Entonces, Ash, quieres enfrentarte a todos los pokemon de Alola ahora?

Ash se rascó la cabeza y sonrió—. Bueno, nunca se sabe. Quizá tengamos suerte y encontremos uno.

Kukui rio suavemente—. Con suerte verán algunos pokemon interesantes hoy, pero recuerden: observar y respetar siempre es lo primero. Algunos pokemon de este lado de la isla han sido reportados como territoriales, y prefieren estar lejos de los humanos.

Lillie, mirando a su alrededor con curiosidad pero algo de temor, murmuró—. Espero que no nos encontremos con ninguno que sea demasiado agresivo...he leído que los pokemon más fuertes suelen evitar los lugares donde hay muchas personas, pero...nunca se sabe, v-verdad?

Sophocles, algo nervioso, agregó—. Sí, y considerando lo que pasó la última vez que salimos de excursión...

Gardevoir observaba desde la distancia, sin entender el significado de sus palabras, pero percibiendo la energía amigable y curiosa de los niños y del adulto. Sabía que su presencia no parecía peligrosa...pero aún así, decidió mantener su guardia alta.

Gardevoir, decidida, se movió con gracia entre los árboles, posicionándose en una rama alta y observando la escena con atención. La curiosidad la impulsaba, y aunque no entendía del todo el lenguaje humano, estaba empezando a captar algo de su comunicación por el tono de sus voces. Al observar, se dio cuenta de la particular conexión entre el chico llamado Ash y el pequeño pokemon amarillo, Pikachu.

—Pikachu, crees que encontremos algún pokemon nuevo hoy? —preguntó Ash, inclinándose para quedar a su altura.

—Pika! Pikachu! —respondió el pokemon eléctrico, su cola con forma de rayo agitándose con emoción.

Ash sonrió, dándole una palmada suave en la cabeza—. Sabía que tú también tenías ganas de explorar.

Kiawe, observando a Ash y Pikachu, añadió—. Seguro Pikachu tiene un buen presentimiento. En Melemele hay bastantes pokemon interesantes, y a veces hasta los guardianes aparecen...aunque claro, hay que tener suerte para ver a Tapu Koko otra vez.

—Tapu Koko... —murmuró Mallow, fascinada— imagínense que pudiéramos verlo de nuevo! Pero sería raro, no? Él normalmente evita aparecer cerca de la gente.

El profesor Kukui, escuchando, asintió—. Tienen razón, chicos. Tapu Koko y los otros guardianes tienden a mantener sus distancias, aunque...hay rumores de que algunos guardianes han sido vistos cerca de pokemon de otras regiones. Quizá Tapu Koko esté evaluando a los pokemon que pasan por aquí, como siempre hace con aquellos que entran a su territorio.

Lana se volvió hacia Lillie, notando que parecía algo pensativa— estás bien, Lillie? No te ves muy tranquila.

Lillie le devolvió una sonrisa tímida— e-es que pensar en Tapu Koko me pone un poco nerviosa...p-pero también siento curiosidad. N-no todos los días uno tiene la oportunidad de ver a un pokemon legendario!

Gardevoir escuchaba con atención, aún sin comprender del todo el significado, pero percibía en el grupo una mezcla de admiración, curiosidad y respeto por Tapu Koko. Recordó que Magnamalo había mencionado a un oponente poderoso en el bosque, y su intuición le decía que tal vez había sido él. Asimilando esta idea, Gardevoir continuó observando en silencio, acercándose un poco más, mientras escuchaba cómo los chicos seguían hablando de sus recientes aventuras en esta región.

Todo parecía ir bien, y parecía que los chicos y el hombre iban a retirarse pero...la conversación y risas del grupo se detuvieron en seco cuando Gardevoir cayó del árbol y aterrizó con gracia frente a ellos, aunque la sorpresa en sus ojos mostraba que no había planeado revelar su presencia. Al instante, Gardevoir se puso en guardia, sus ojos destellando mientras analizaba cada uno de los movimientos del grupo, lista para actuar al primer indicio de amenaza.

Ash, con la expresión emocionada de alguien que encuentra algo inesperado, dio un paso adelante— wow, chicos! Es una Gardevoir! Y parece fuerte!

Kiawe, aunque también estaba impresionado, levantó una mano hacia Ash—. Oye, Ash, espera. Gardevoir se ve en guardia...no hagamos movimientos bruscos.

Lillie dio un paso atrás, sintiéndose bastante intimidada pero fascinada al mismo tiempo— nunca había visto una Gardevoir tan de cerca...es tan imponente, no creen?

El profesor Kukui, siempre calmado, intentó tranquilizar a Gardevoir—. Tranquila, Gardevoir. No venimos a hacerte daño, solo estamos explorando. —Hizo un pequeño gesto de paz, manteniendo las manos a la vista y hablando con voz suave— estamos aquí para aprender sobre los pokemon de la isla y respetar su territorio.

Gardevoir observaba sin bajar la guardia, midiendo las intenciones del profesor y los niños. Su cuerpo brillaba ligeramente con energía psíquica, y aunque no atacaba, su tensión era palpable.

Mallow, tratando de aliviar la atmósfera, sonrió con suavidad y habló en tono amistoso— hey, Gardevoir! Prometemos que no te haremos nada. Solo estamos explorando, y...bueno, ver a un pokemon tan hermoso es una suerte para nosotros.

Ash, visiblemente encantado con la situación, dio un paso adelante y le habló a Pikachu— qué opinas, Pikachu? Le decimos a Gardevoir que solo queremos ser amigos?

Pikachu asintió, levantando una pata para saludar amigablemente— pika-pika! —exclamó con una sonrisa, intentando mostrarle a Gardevoir que no había nada que temer.

Gardevoir parpadeó, algo sorprendida por la buena disposición del grupo. La energía alrededor de sus manos disminuyó ligeramente, aunque permaneció alerta. Kukui aprovechó el momento y se dirigió a ella una vez más— si prefieres que nos vayamos, lo haremos. Pero si nos permites quedarnos un poco, estamos seguros de que podemos aprender mucho de ti.

Gardevoir los observó por un instante más, finalmente relajándose un poco. Al ver que estos humanos no eran una amenaza, comenzó a bajar la guardia lentamente, aunque su mirada seguía fija en cada uno de ellos, lista para cualquier eventualidad.

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Gardevoir se mantuvo firme, aún desconfiada, pero comenzó a caminar lentamente hacia el interior del bosque, girando de vez en cuando para asegurarse de que el grupo la seguía a una distancia segura, como si ella les estuviera dando un tour. Aunque no estaba dispuesta a bajar la guardia, se daba cuenta de que estos chicos y su profesor parecían fascinados, no peligrosos...al menos, por ahora.

—Creo que quiere mostrarnos el bosque! —dijo Mallow emocionada, dando unos pequeños saltos antes de seguir a Gardevoir junto al grupo— qué suerte tenemos de encontrarnos con ella!

Lana miró alrededor con una mezcla de admiración, curiosidad pero un cierto miedo hacía Gardevoir— e-es increíble que nos esté guiando así...pero creo que no le caemos del todo bien. Verdad, profesor?

El profesor Kukui asintió, con una expresión comprensiva—. Es natural que esté a la defensiva. Los pokemon como Gardevoir suelen proteger su territorio y a sus seres queridos. Pero parece que ha decidido mostrarnos algo, así que tratemos de respetarla y no acerquémonos demasiado.

Ash, que estaba tratando de seguir el ritmo sin perder ningún detalle del bosque, miró a Pikachu— tú qué piensas, Pikachu? Parece que es muy fuerte y cautelosa...tal vez ha tenido experiencias difíciles con otros entrenadores.

—Pika! —Pikachu asintió, como si comprendiera la delicada situación, y trató de caminar de manera tranquila para no asustarla.

Con pasos elegantes, Gardevoir los condujo entre altos árboles y plantas espesas, mostrando algunas zonas del bosque que parecían menos accesibles. En uno de los claros, pausó un momento y miró hacia un grupo de Bounsweet que danzaban felices bajo los rayos de luz. Gardevoir los observó con calma, como si esperara que los niños apreciaran la escena.

—Wow...miren eso! —dijo Lillie, observando a los Bounsweet con algo de admiración en sus ojos— es raro verlos tan relajados. Es como si estuvieran acostumbrados a la presencia de Gardevoir.

—Seguramente ella es una especie de guardiana en esta zona del bosque —añadió Kiawe, observando a Gardevoir con respeto— parece que cuida de los pokemon más pequeños.

Gardevoir los escuchaba en silencio, permitiéndoles seguir con sus observaciones, pero en el fondo, continuaba alerta. Sus pensamientos volvían a Magnamalo y Ralts; ellos eran la única compañía con la que realmente quería compartir este bosque. Sin embargo, entendía que guiar a este grupo le permitiría mantenerlos bajo control...y asegurarse de que no causaran problemas en su hogar.

Después de un rato, Tapu Koko apareció brevemente sobrevolando el área, lo cual asombró aún más a los niños.

—Miren! Es Tapu Koko! —exclamó Ash, señalando hacia el guardián de Melemele que surcaba el cielo con un relámpago.

Kukui notó el cambio en la expresión de Gardevoir, quien observaba atentamente a Tapu Koko hasta que este se alejó nuevamente en el horizonte. Kukui habló en voz baja— parece que hasta Tapu Koko respeta a esta Gardevoir...este bosque es verdaderamente especial.

Gardevoir, después de un instante de contemplación, les indicó con una ligera inclinación de cabeza que continuaran caminando. Mientras Ash y sus amigos se adentraban más en el bosque, Gardevoir los guiaba hasta el límite de su territorio, asegurándose de que tuvieran una experiencia inolvidable, pero también dejando claro que este era su hogar y no un lugar de captura.

Finalmente, al acercarse al final de la ruta, hizo un gesto para indicar que el recorrido terminaba. Ella se mantuvo en su posición, observando al grupo con firmeza, dejando en claro que era momento de despedirse. Ash, comprendiendo la señal, sonrió y se despidió.

—Gracias por el recorrido, Gardevoir. ¡Prometemos no molestarte más!

Los demás se unieron en una despedida agradecida, y Gardevoir asintió con un leve brillo en sus ojos, observando cómo se alejaban lentamente. Una vez que se asegurara de que el grupo estuviera lejos, regresaría junto a Magnamalo y Ralts, satisfecha de haber controlado la situación sin incidentes.

Todo lucía demasiado bien...demasiado bien. Hasta que un rugido que estremeció todo el bosque resonó cerca de ellos; en ese mismo instante, una figura carmesí se lanzaba hacía la indefensa Lillie para devorarla de un bocado, pero...una barrera de inmediato se manifestó, deteniendo el avance.

La tensión en el aire se sentía pesada, casi tangible. Gardevoir, con sus ojos brillando con una furia casi palpable, mantuvo la barrera psíquica alrededor del grupo, protegiéndolos de cualquier posible daño. Su expresión era de absoluta determinación mientras observaba a la bestia carmesí que se encontraba frente a ellos.

El Odogaron, una criatura de pesadilla, con sus escamas oscuras y rojas, su mandíbula goteando con saliva, rugió nuevamente, mostrando sus enormes colmillos. El poder y la maldad que emanaba de él eran inconfundibles. Parecía que había encontrado su presa, y no tenía intenciones de retroceder.

—Q-q-q-qué es eso...? —Lillie murmuró, paralizada por el miedo, sus ojos fijos en la monstruosa criatura. Pikachu, en sus brazos, temblaba visiblemente a pesar de que también buscaba calmarla, pero no se movió.

Ash, con su usual valentía, dio un paso adelante a pesar del temor que sentía—Gardevoir! Estás bien?! —gritó, intentando entender lo que estaba ocurriendo.

Gardevoir no respondió verbalmente, pero sus ojos se suavizaron por un segundo al notar el apoyo del grupo. Sin embargo, no iba a dejar que esa criatura amenazara a esos chicos ni a este lugar que consideraba su hogar. La barrera se amplió un poco más, pero no bajó la guardia. Gardevoir levantó una mano hacia el Odogaron, concentrando su poder psíquico en el aire, lo que hacía que el ambiente a su alrededor temblara ligeramente.

—Esto...no es bueno. —El profesor Kukui estaba en alerta, y parecía haber entendido que Gardevoir no se enfrentaba a cualquier pokemon común—ese pokemon...no es como los demás. No tenemos idea de qué tan peligroso puede llegar a ser.

Lana, mirando fijamente al Odogaron, frunció el ceño, reconociendo que el peligro era real— debe ser un pokemon salvaje de otro lugar...qué hace aquí? Y por qué Gardevoir luce tan irritada por el?

El Odogaron, al notar la barrera psíquica que lo contenía, gruñó y lanzó un potente zarpazo contra el aire, tratando de atravesar la barrera con su fuerza bruta. La criatura estaba claramente desesperada, ya que la barrera psíquica le impedía avanzar.

Gardevoir, ahora visiblemente más concentrada, respondió con una frialdad mortal en su mente. "Te atreves a enfrentarte a mi...?" Dijo en silencio, sus palabras solo resonando en la mente de Magnamalo, quien había despertado al sentir la tensión de la situación.

Con un gruñido bajo, Gardevoir deshizo la barrera psíquica, no para relajarse, sino para crear una oportunidad para atacar. Con un rápido movimiento de su brazo, liberó una serie de esferas psíquicas que volaron rápidamente hacia el Odogaron, que intentó esquivarlas, pero no logró evitar el impacto de varias. La criatura retrocedió brevemente, pero su furia solo creció. Sus ojos brillaron con una ira cegadora, y su postura se tensó como si se preparara para lanzar un ataque aún más devastador.

El Odogaron rugió, lanzándose nuevamente hacia Gardevoir con la velocidad de un rayo. En ese momento, la psíquica se preparó para un enfrentamiento directo, sus ojos reflejando una concentración fría mientras su energía psíquica se incrementaba aún más. Con un movimiento rápido, conjuró una barrera nueva, esta vez más poderosa, y al mismo tiempo envió una ola de energía que golpeó directamente al Odogaron, alejándolo un poco.

—Gardevoir, ten cuidado! —gritó Ash, pero estaba claro que su ayuda no era suficiente en ese momento.

Los chicos se agrupaban, sin saber exactamente cómo podían ayudar, pero sabían que el momento de actuar estaba cerca. Gardevoir no quería poner en riesgo a ninguno de ellos, pero su deseo de protegerlos la hacía ir más allá de lo que cualquiera podría imaginar. 

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El ambiente cambió de inmediato. La furia contenida en Gardevoir se desbordó, transformándose en una presencia oscura y aterradora que no podía compararse con nada que los chicos, ni siquiera el Odogaron, pudieran haber imaginado. Gardevoir, que hasta ese momento había mostrado un control impecable sobre sus emociones, ahora parecía una fuerza desatada. Su mirada, malvada y desquiciada, era la de una criatura completamente diferente, como si la verdadera naturaleza de su poder estuviera por fin liberada.

Con un gruñido bajo, el Odogaron, que había sido empujado por la barrera psíquica, intentó recuperarse, pero antes de que pudiera siquiera dar un paso, una presión psíquica abrumadora se desató sobre él. La atmósfera misma pareció crujir bajo el peso de la energía que Gardevoir estaba manipulando, y en un instante, el Odogaron quedó completamente inmovilizado, atrapado bajo un yugo invisible que lo aplastaba contra el suelo.

El dolor era inmediato, como si toda su existencia fuera comprimida por una fuerza insondable. El monstruo intentó resistirse, moviendo sus patas con desesperación, pero no podía escapar. Cada intento de lucha era inútil ante la fuerza imparable que Gardevoir había desatado.

Sin embargo, lo que sucedió después fue aún más desconcertante. En un movimiento tan rápido que solo los más observadores pudieron captar, Gardevoir apareció junto al Odogaron, su rostro ahora transformado en una expresión que solo podría describirse como la de un ser completamente desquiciado, como si su ira y locura fueran ilimitadas. Su lengua salió ligeramente de su boca, y su mirada brilló con una intensidad que causó escalofríos incluso en los que la veían desde lejos.

Sin mediar palabra, Gardevoir lanzó un mensaje psíquico al Odogaron, transmitiéndole con crueldad pura:

"ERES UN INUTIL."

El odio y la burla contenida en esas palabras fueron suficiente para hacer que el Odogaron se sintiera aún más humillado, como si su propio ser fuera despreciado en lo más profundo. 

Antes de que la criatura pudiera reaccionar, Gardevoir, con un simple gesto de su mano, la levantó en el aire. La presión psíquica que la sostenía era tan fuerte que el Odogaron no pudo hacer nada más que flotar impotente, su cuerpo suspendido por completo. En un parpadeo, Gardevoir giró su muñeca levemente, y con esa acción, el Odogaron fue lanzado a través del aire con una velocidad tan desmesurada que nadie pudo seguirlo con la vista. El monstruo desapareció en la distancia, siendo lanzado a una velocidad casi imperceptible.

Todo fue tan rápido, tan brutal, que el grupo de chicos y el profesor Kukui apenas tuvo tiempo de procesar lo que había sucedido. El aire estaba pesado, y la presencia de Gardevoir era ahora abrumadora, como si toda la naturaleza hubiera reaccionado ante su furia. Nadie se atrevió a decir una palabra. Ni Ash, ni Lillie, ni el profesor, todos observaban en completo silencio. Gardevoir, respirando pesadamente pero con una expresión que comenzaba a calmarse, finalmente apartó la mirada del lugar donde el Odogaron había sido lanzado.

Gardevoir no pensó en ninguna palabra. Solo cerró los ojos por un momento, recuperando su compostura. La barrera psíquica que había formado alrededor de todos se deshizo lentamente, y la atmósfera comenzó a relajarse, aunque la energía residual de su ataque aún flotaba en el aire.

—Qué... qué fue eso...? —Ash murmuró, su voz temblorosa al ver lo que había ocurrido.

Gardevoir no respondió de inmediato, su mirada aún fija en el punto donde el Odogaron había desaparecido. Un breve suspiro escapó de sus labios, y luego, con un leve movimiento, se giró hacia el grupo.

—Garde...—su voz, aunque tranquila, llevaba consigo el peso de la experiencia, la lección, y la advertencia.

Lillie, temblando, abrazó a Pikachu más cerca de su pecho— y-yo no puedo entenderlo...q-que era eso?

—Gardevoir... —respondió Gardevoir, sin mencionar que había sentido la amenaza directa hacia los niños. Los chicos no comprendían la magnitud de lo que acababa de suceder, pero todos sabían que algo más grande estaba en juego.

Gardevoir cerró los ojos por un momento, una calma profunda envolvía su ser mientras su poder psíquico aún vibraba en el aire. Con un simple movimiento de su mano, los chicos fueron instantáneamente teletransportados a sus hogares, sin que tuvieran siquiera la oportunidad de reaccionar. Fue un gesto tan natural para ella, tan parte de su ser, que ni ella misma dudó en utilizarlo para proteger lo que consideraba suyo. En un parpadeo, el grupo desapareció, dejando atrás solo la quietud del bosque y el eco de su presencia.

Un pesado suspiro salió de sus labios, una mezcla de alivio y agotamiento. No quería ser cruel, pero había tomado lo que consideraba una decisión necesaria. Nadie, ni siquiera los más bien intencionados, debía meterse en su territorio, especialmente cuando se trataba de su familia. Magnamalo y Ralts, a pesar de no ser humanos, eran más que compañeros para ella; eran su familia, los que compartían su vida, y su vida era la suya, sin importar los lazos que los unieran.

Gardevoir miró una última vez al lugar donde el grupo había estado. En su rostro, se reflejaba una mezcla de determinación y una pizca de cansancio. No tenía que justificar su acción. No estaba obligada a ser comprensiva con extraños que vinieran a invadir su mundo, su refugio. Con un leve movimiento de su mano, y como si se deshiciera de las tensiones de los últimos momentos, dio la vuelta. El suelo bajo sus pies se sintió firme, pero sus pasos fueron suaves y tranquilos, como si su corazón y mente hubieran encontrado finalmente la paz.

Se dirigió hacia la cueva, su cueva, donde Magnamalo y Ralts aún dormían plácidamente, sin saber lo que había ocurrido fuera. El sol se alzaba lentamente en el horizonte, su cálida luz entrando por las rendijas de la entrada, iluminando la escena tranquila que Gardevoir había decidido preservar. En su mente, la idea de ser la "Reina" de este bosque no era un título vacío; era una verdad que había forjado con sus propias manos, con su poder y su voluntad. Nadie debía desafiarla.

A medida que se acercaba a la cueva, sus pasos eran más lentos, más meditativos. Al llegar, vio a Magnamalo y Ralts descansando, ambos tan confiados y tranquilos. El suave resplandor del amanecer bañaba sus cuerpos, reflejando la paz que, por el momento, reinaba en su pequeño mundo.

Con una leve sonrisa, Gardevoir se agachó junto a ellos, dejando que la paz que había recuperado se asentara completamente en su ser. No necesitaba más explicación, no necesitaba justificar sus acciones. Ella había hecho lo que tenía que hacer, y eso era suficiente.

Un suspiro más escapó de sus labios, esta vez uno de satisfacción. "Nada ni nadie tocará lo que es mío." Pensó para sí misma mientras acariciaba suavemente a Ralts, su mirada suavizándose por completo. Todo estaba en orden, y por hoy, nada más importaba.





FIN.


Gardevoir cuando le dio una tremenda papeada a Odogaron:

"ERES INCOMPETENTE!"


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