Cazador
En el gran espiral...una figura volaba a lo alto, pero de inmediato un portal la absorbió. El laboratorio de Lusamine, usualmente impecable y lleno de tecnología avanzada, se llenó de un aura diferente cuando un portal apareció. Los empleados de Æther retrocedieron instintivamente, mientras Lusamine se mantenía firme, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de fascinación y cautela.
Cuando una figura emergió del portal, el sonido metálico de su armadura resonó en el espacio cerrado. Su imponente altura y la majestuosa presencia de su armadura de Rathalos plateado que vestía lo hacían parecer una figura sacada de una leyenda más que un intruso inesperado. Su casco ocultaba su rostro por completo, pero el destello de sus ojos detrás de la visera dejaba en claro que estaba evaluando su entorno.
La enorme espada a su espalda, el Megrez's Asterism, emitía un brillo tenue, casi como si estuviera reaccionando al entorno extraño. La confusión era evidente en su lenguaje corporal mientras miraba a los lados, intentando descifrar dónde se encontraba.
Lusamine, siempre orgullosa y segura de sí misma, dio un paso adelante.
—Quién eres? —preguntó, su voz firme, pero no hostil— acaso eso es un ultra umbral?
El hombre no respondió de inmediato. En su lugar, alzó una mano cubierta por un guantelete ornamentado y tocó ligeramente el portal que se disipaba tras él. Cuando el rastro final del umbral desapareció, volvió su atención a Lusamine y al resto del laboratorio.
—No sé dónde estoy... —dijo con una voz profunda, resonante, que parecía amplificada por el casco— el portal...me trajo aquí.
Lusamine arqueó una ceja, manteniendo su compostura mientras sus empleados intercambiaban miradas nerviosas.
—Esto es el Paraíso Æther, un lugar dedicado a la protección y estudio de los pokemon —hizo una pausa, evaluando su reacción— pero tú no pareces un pokemon ni un ser común de este mundo.
El hombre inclinó levemente la cabeza, su postura relajándose ligeramente.
—Un mundo...diferente —su tono era más reflexivo que sorprendido. Entonces, levantó su mirada hacia Lusamine, quien lo observaba con un interés que iba más allá de la simple curiosidad— este lugar...tiene conexión con el espiral?
—Espiral? —repitió Lusamine, frunciendo el ceño. No estaba segura de qué hablaba, pero algo en su intuición le decía que esto no era una coincidencia.
Antes de que pudiera formular otra pregunta, la espada del hombre emitió un leve destello, como si detectara algo. Él giró la cabeza hacia ella, su voz volviéndose más seria.
—Este mundo...tiene algo inusual.
Lusamine, intrigada pero también alerta, dio un paso más cerca.
—Qué es lo que buscas?
El hombre la miró fijamente, su armadura brillando bajo la luz del laboratorio.
—Respuestas. Pero antes...debo entender todo esto.
Lusamine, acostumbrada a lidiar con lo desconocido, sonrió ligeramente.
—Entonces, tal vez podamos ayudarnos mutuamente.
Aunque la confusión aún era palpable, el hombre asintió lentamente, aceptando la aparente tregua. Lusamine sabía que había más en él de lo que mostraba, y estaba decidida a descubrir qué papel jugaría este misterioso visitante en su mundo.
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El hombre estaba sentado en un elegante sillón dentro de la espaciosa habitación de Lusamine, aunque parecía más un salón de realeza que una simple estancia. Su armadura metálica brillaba bajo la suave luz de los candelabros modernos, y el peso de la espada en su espalda le recordaba la batalla constante que era su vida. Sin embargo, lo que lo desconcertaba ahora no eran las constantes batallas, sino el entorno completamente ajeno a todo lo que conocía.
"Pokemon", así los había llamado Lusamine. Criaturas fascinantes, diversas y llenas de energía. El Paraíso Æther no era solo una instalación avanzada, sino una isla entera, un bastión tecnológico y natural que desafiaba toda lógica de su mundo. Por un momento, dejó que su mirada vagara por la decoración, reflexionando en silencio sobre lo que había visto.
Pero ese momento de introspección fue interrumpido abruptamente. El sonido de una puerta abriéndose y el cese de las gotas de agua lo hicieron voltear instintivamente hacia la fuente del ruido.
Lusamine emergió de su baño privado, envuelta solo en una toalla blanca que caía perfectamente alrededor de su figura. Sus cabellos, aún húmedos, caían en suaves mechones sobre sus hombros. Caminaba con la misma elegancia que había mostrado desde que lo conoció, como si nada fuera capaz de alterarla, y ciertamente, sin ninguna señal de vergüenza por la situación.
El hombre, que hasta ahora había mantenido una expresión neutral, no pudo evitar tensarse ligeramente ante la escena. Por un instante, su instinto de guerrero quiso apartar la mirada, pero su respeto por el entorno y su anfitriona lo detuvo.
—Espero no haber tardado mucho —comentó Lusamine con un tono despreocupado, caminando hasta un tocador cercano. Tomó un cepillo y comenzó a arreglar su cabello con una calma absoluta, como si él no estuviera ahí.
El hombre tardó un momento en responder, su voz resonando con gravedad bajo el casco.
—No esperaba que te presentaras de esta manera.
Lusamine esbozó una ligera sonrisa reflejada en el espejo.
—Y cómo esperabas que lo hiciera? Este es mi hogar. Tú eres mi invitado —dejó el cepillo y giró ligeramente hacia él, aún tranquila, aunque con un brillo de curiosidad en sus ojos— acaso te incomodo?
Él negó con la cabeza, aunque sus palabras fueron cuidadosas.
—No...solo, creo que no deberías hacer esto simplemente.
Ella soltó una ligera risa, volviendo a mirarse al espejo mientras ajustaba su cabello.
—Quizá quizá. Pero no te preocupes, no soy tan descuidada como podrías pensar —se giró completamente hacia él, cruzando los brazos, aún cubierta solo por la toalla— ahora, dime...después de ver todo lo que viste en Æther, qué opinas?
El hombre mantuvo su mirada firme, aunque detrás del casco sus pensamientos eran un torbellino.
—Tu mundo...y este lugar...desafían todo lo que creía posible. Nunca imaginé algo como esto.
Lusamine lo observó en silencio por un momento antes de asentir, complacida con su respuesta.
—Me alegra que lo reconozcas. Este mundo está lleno de maravillas, pero también de amenazas. Y si estás aquí, creo que hay algo más grande en juego.
El hombre no respondió de inmediato, pero sus palabras salieron con un tono más bajo, casi como una reflexión.
—Maravillas...y enigmas. Pero por ahora, solo observo.
Lusamine dejó escapar una pequeña sonrisa, tomando un vestido del perchero cercano.
—Bien. Entonces, observa, pero prepárate. Porque aquí nunca sabes cuándo la maravilla se convierte en peligro.
Con esas palabras, desapareció tras una puerta, dejándolo solo nuevamente en la habitación, aunque con más preguntas que respuestas sobre su anfitriona y este extraño mundo.
Lusamine reapareció al poco tiempo, ahora completamente vestida con un elegante vestido blanco que acentuaba su porte imponente y refinado. Cada paso suyo parecía cuidadosamente calculado, denotando la confianza de alguien acostumbrado a tener el control. El hombre la observó en silencio mientras ella tomaba asiento frente a él, manteniendo siempre una postura tranquila, aunque sus ojos reflejaban la curiosidad que sentía hacia su extraño invitado.
—Bien...ahora que estamos ambos en condiciones apropiadas para una conversación —comenzó Lusamine con un tono ligeramente juguetón, entrelazando los dedos sobre su regazo— dime más sobre ti y tu mundo. Quiero entender mejor de dónde vienes...y qué clase de guerrero tengo aquí ante mí.
El hombre, con su expresión oculta tras el casco, asintió ligeramente. Lusamine comenzó con preguntas sencillas, aparentemente casuales, pero lo suficientemente específicas para intentar descifrar los misterios de su origen.
—Qué tipo de costumbres tienen en tu mundo? —preguntó ella, inclinándose un poco hacia adelante.
Él respondió con una voz medida, sin revelar demasiado:
—Nuestras costumbres giran en torno a la supervivencia. Todo se basa en la lucha contra criaturas gigantes y peligrosas. La comunidad es clave, pero la fuerza individual lo es aún más.
Lusamine alzó una ceja, interesada.
—Y qué hacen exactamente en tu mundo? Hay algo similar a lo que hacemos aquí? Investigaciones, construcciones?
El hombre reflexionó un instante antes de responder.
—Construimos lo que necesitamos para resistir. Nuestras herramientas y armas están diseñadas para soportar las peores amenazas. La tecnología está enfocada en el combate contra los monstruos, no en avances como los tuyos.
Lusamine lo observó detenidamente, notando la vaga naturaleza de sus respuestas. Decidió no presionar más y lanzó la pregunta que realmente le interesaba.
—Y sobre el portal? Qué puedes contarme?
El hombre se inclinó levemente hacia adelante, con un aire más serio.
—Eso es algo que tampoco entiendo del todo. Estaba en una misión...uno de los encargos habituales. Todo iba según lo planeado, hasta que de repente, mi entorno cambió. Era como si el mundo a mi alrededor se hubiera desmoronado.
Hizo una pausa, como si tratara de encontrar las palabras adecuadas para describirlo.
—Me encontré en un espiral inmenso, infinito. No había arriba ni abajo, solo un torbellino de energía que parecía extenderse eternamente. Allí vi cosas...cosas que desafiaban la razón.
Lusamine escuchaba con atención, sus ojos brillando con interés.
—Cosas como qué?
—No lo sé...o tal vez no quiero saberlo. Pero entre todas esas imágenes y formas, hubo un momento en que fui absorbido por ese portal. No elegí venir aquí. Simplemente...aparecí en tu laboratorio.
Lusamine cruzó los brazos, pensativa, antes de mirarlo fijamente.
—Eso es fascinante...pero también preocupante. Los portales que conocemos suelen estar vinculados a los ultraentes, pero esto suena a algo completamente diferente.
El hombre no dijo nada, simplemente observó a Lusamine mientras ella procesaba la información. Después de un momento, ella volvió a hablar con un tono más suave.
—Bueno, sea cual sea la razón, ahora estás aquí. Y estoy segura de que hay mucho más que podemos descubrir sobre ti...y quizás, sobre ese espiral del que hablas.
Él asintió ligeramente, aceptando sus palabras, aunque en su mente las dudas seguían acumulándose. Lusamine, por su parte, parecía más intrigada que nunca, viendo en este extraño hombre una posible clave para entender algo más grande de lo que jamás había imaginado.
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Luego de una conversación sin sentido, Lusamine decidió darle un tour al hombre. Mientras paseaban por las instalaciones del paraíso Æther, Lusamine parecía disfrutar compartiendo detalles sobre el mundo pokemon. Explicaba con entusiasmo cómo cada criatura tenía su propia naturaleza y habilidades únicas, y cómo la fundación se dedicaba a protegerlos y estudiar su comportamiento. Por su parte, el hombre seguía a su guía en silencio, procesando todo con una mezcla de asombro y desconcierto.
El recorrido lo llevó a ver a diversos pokemon en sus hábitats, pero lo que más llamó su atención fueron los pokemon acuáticos. Desde el balcón que daba vista al océano, podía observar a un grupo de Luvdisc nadando junto a Mantine y algunos Lapras que surcaban las aguas cristalinas. Su mirada, oculta tras el casco, se detuvo en ellos por más tiempo del que Lusamine esperaba, lo que le provocó una ligera sonrisa.
—Veo que te gustan los pokemon acuáticos... —comentó con tono suave, casi como una observación casual.
Él asintió, aunque no dijo nada. Solo después de unos minutos de silencio decidió romperlo, mientras continuaban caminando por uno de los pasillos iluminados del lugar.
—Un lugar como este...y una mujer como tú —Hizo una pausa, pensando en cómo formular su pregunta— no tienes algo más allá de tu trabajo? Una vida personal?
Lusamine se detuvo un momento, sorprendida por la pregunta directa. Luego, con una sonrisa que parecía serena pero que ocultaba algo de tristeza, respondió:
—Sí, lo tenía. Tengo dos hijos maravillosos, Lillie y Gladion. Ellos son mi familia...mi todo.
Hizo una pausa, su mirada perdiéndose por un momento mientras seguían caminando.
—Y también tenía un esposo. Pero... —Su tono se volvió más distante, su paso un poco más lento—...ya no está en este mundo.
El hombre notó la ligera inflexión en su voz. Aunque sus emociones estaban perfectamente contenidas, era evidente que el tema no era fácil para ella.
—Lamento escuchar eso —dijo con una voz neutral, pero con un leve toque de respeto.
Lusamine volvió a sonreír, esta vez con una mezcla de orgullo y melancolía.
—Gracias...pero la vida sigue, no? Lo que hago aquí, este paraíso, es una forma de seguir con mi vida. Y una forma de asegurarme de que mis hijos tengan un futuro mejor.
Él asintió, respetando su fortaleza. Aunque había mucho que aún no entendía sobre ella, empezaba a ver que detrás de la fachada de una líder firme y brillante había una persona que había enfrentado sus propias luchas y que seguía adelante con determinación.
El recorrido continuó, pero el aire entre ellos se había vuelto un poco más introspectivo, con ambos reflexionando en silencio sobre las vidas que habían dejado atrás.
Mientras seguían caminando por el corredor iluminado, Lusamine desvió su atención hacia él con una mirada curiosa, su tono más suave de lo habitual.
—Y tú? —preguntó con interés genuino— antes de aparecer aquí...tenías familia? O alguien especial que te esperara en tu mundo?
El hombre se detuvo de golpe. Su cuerpo, envuelto en la imponente armadura de Rathalos plateado, pareció quedarse completamente inmóvil, como si sus palabras hubieran despertado algo enterrado. Pasaron unos segundos antes de que finalmente hablara, su tono seco pero cargado de un peso evidente.
—No tengo nada. Ni a nadie.
Lusamine sintió una tensión sutil en el ambiente, pero permaneció en silencio, esperando a que él continuara.
—En mi aldea...todo fue devastado. Arrasado por una fuerza que no se puede detener —hizo una pausa, apretando los puños con fuerza— perdí a mi familia, a mis amigos...a mi hogar.
No dio detalles sobre quién o qué fue el responsable, pero Lusamine percibió la magnitud de lo que había vivido. Sin embargo, el hombre no mostró ni rastro de ira o tristeza, solo una resignación fría y calculada.
—Y buscaste venganza? —se atrevió a preguntar Lusamine, su voz tenue.
Él negó con la cabeza.
—No. No serviría de nada. Lo que pasó, pasó. En lugar de perderme en el odio, decidí unirme al gremio de cazadores. Mi propósito cambió: evitar que algo así volviera a suceder.
Sus palabras fueron dichas con una calma que desconcertó a Lusamine. Lo miró con una mezcla de admiración y lástima, notando que había enterrado sus emociones tan profundamente que era difícil discernir si seguían allí.
—Eres alguien que ha cargado con mucho... —dijo Lusamine en un tono casi maternal— pero esa fuerza también te define, no es así?
El hombre no respondió. En su lugar, volvió a caminar, sus pasos resonando por el pasillo. Aunque no lo dijo, su mente regresó brevemente a los recuerdos de su aldea, al caos y al rugido ensordecedor que cambió su vida para siempre.
Lusamine decidió no presionar más. Aunque había un aura de misterio y tragedia alrededor de él, respetaba su fortaleza. Y quizás, por primera vez, entendió que ambos compartían una conexión: habían perdido mucho, pero seguían adelante, cada uno con un propósito que les daba sentido.
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El silencio reinaba entre el hombre y Lusamine mientras recorrían el pasillo que los conducía hacia uno de los laboratorios principales del paraíso Æther. A pesar de la incomodidad inicial que había quedado tras su charla, Lusamine no pudo evitar robarle miradas rápidas, intentando descifrar más sobre aquel hombre que parecía llevar su tragedia como un escudo.
Al entrar al laboratorio, la tensión era evidente. Fabio y Zyra, los directores de la fundación, estaban enfrascados en una acalorada discusión.
—Te lo dije, Zyra! Ese pico energético fue el claro indicador de un ultra umbral. Y ahora en Melemele! Cómo puedes ser tan ciega? —exclamaba Fabio, alzando un informe en sus manos.
Zyra, con su típica postura relajada, cruzó los brazos y bufó.
—Y qué propones? Que abandonemos todo aquí para perseguir un fenómeno que puede o no ser lo que piensas?
La entrada de Lusamine interrumpió el debate, sus tacones resonaron mientras avanzaba con el hombre detrás de ella.
—Qué está pasando aquí? —preguntó, su tono firme pero sereno.
Ambos directores giraron hacia ella, pero fue Fabio quien habló primero.
—Presidenta Lusamine, detectamos un posible ultra umbral cerca de la isla Melemele. Zyra insiste en que no es prioritario, pero...
—Eso podemos discutirlo después —lo cortó Lusamine con una sonrisa apaciguadora, levantando una mano— primero, quiero presentarles a nuestro invitado.
Ella giró hacia el hombre, quien se encontraba unos pasos detrás, su imponente armadura captando toda la atención de los presentes. Lusamine extendió una mano hacia él, pero se detuvo.
—Ejem... —balbuceó, su rostro mostrando una leve incomodidad mientras intentaba recordar un detalle clave. Por primera vez, su compostura parecía tambalearse— bueno, este es...
Antes de que pudiera quedar en evidencia su olvido, el hombre avanzó un paso.
—Kian —dijo con firmeza, inclinando ligeramente la cabeza hacia los presentes.
La reacción de Lusamine fue inmediata. Su rostro se iluminó, y una sonrisa de alivio cruzó sus labios.
—Kian, por supuesto! —exclamó, dejando escapar una leve risa nerviosa— gracias por presentarte...
Fabio y Zyra intercambiaron miradas, evaluando al recién llegado con curiosidad. Zyra fue la primera en hablar, rompiendo el silencio con una ceja levantada.
—Y qué hace alguien como tú aquí, Kian? No pareces...bueno, alguien que viniera a visitar una fundación de conservación.
Kian no respondió de inmediato, su mirada analítica evaluando a los dos científicos frente a él. Finalmente, habló con su tono neutral habitual.
—Digamos que...las circunstancias me trajeron aquí.
Fabio, aunque intrigado, volvió rápidamente al tema.
—Sea como sea, Lusamine, necesitamos tomar decisiones sobre lo que está ocurriendo en Melemele. Si es un ultra umbral, no podemos ignorarlo.
Lusamine asintió, mirando brevemente a Kian antes de dirigir su atención a los directores.
—Lo discutiremos más tarde, en privado. Por ahora, quiero que le muestren a Kian todo lo necesario para que se familiarice con nuestra labor aquí.
Mientras los dos directores intercambiaban comentarios entre dientes, Lusamine se volvió hacia Kian con una mirada que mezclaba agradecimiento y curiosidad.
—Gracias por salvarme de un momento incómodo...Kian. —dijo en voz baja, lo suficiente para que solo él pudiera oírla.
Kian no respondió, pero la leve inclinación de su cabeza fue respuesta suficiente para Lusamine.
FIN.
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