A escondidas

Los indicios eran claros o eso creí. En aquel momento, la luna estaba tan inmensa en el firmamento que su destello pudo haber sido testigo clave en la investigación. Sin embargo, esta vez tocaba esconder todo vestigio de mi presencia...

—¿Comisario Medina?

—¿Qué?  —respondí aturdido. En realidad mi atención estaba puesta en la mesita de noche. Podía ver con angustia, el humo de dos cigarrillos a medio consumir en la sombría habitación.

—Le decía que... —tartamudeó Fonseca, mi asistente—, que no debería verla en ese estado. Sé lo cercano que era de la... occisa.

—Dejate de tonterías —Rezongué tratando de no levantar sospechas. Él era único que podría conectarme sino lo desviaba a tiempo—, será mejor que te enfoques en la investigación. Encuentra algo que me diga qué ocurrió aquí.

«Estoy seguro que no he dejado nada»

****

No deberíamos seguir asísusurró en su oído la voluptuosa jovencita mientras trataba de amoldarse al cuerpo del cincuentón hombre que la sujetaba con desesperación. Viéndonos a escondidas... tío.

Escuchar aquel apelativo de familiaridad rompió el hechizo que lo retornó a la realidad. Por un instante cayó en cuenta que aquello no estaba bien. Así que abruptamente interrumpió el coito que ya estaba a punto de llevarlo al cielo.

—Esto... —se apartó agitado y tembloroso —, debe terminar aquí y ahora. Ya no más, Melina. Eres... un veneno que acabará con la poca cordura que me queda. Será mejor que me vaya.

****

No podía dejar de pensar que horas antes había estado en aquella habitación de motel en las afueras de la capital. Con ella, la dulce y seductora sobrina de mí esposa. El forense me abordó. Estaba revisando el cuerpo desnudo de Melina.

—Pese a que no hay rigor morti, aún  —Refirió el forense de cadavéricas facciones—, la lividez de la piel me hace presumir que tendrá de muerta, aproximadamente, unas tres o cinco horas. También he notado hematomas alrededor del cuello. Lo que me hace presumir que pudiera ser estrangulamiento, la causa probable del deceso. Además, su rostro presenta un moretón consistente con una bofetada, propinada con mucha fuerza. Pero solo es la primera revisión. Te diré más cuando haya hecho la autopsia. ¡Ah! Lo olvidaba. Al levantar la sabana encontré esta rosa colocada en su vagina —Por último agregó—. Siento mucho su pérdida.

††††

Sabía que regresarías... —dijo en espera del amante fugitivo. Sin embargo quien abría la puerta sería su verdugo.

Tú... Pero ¿cómo? ¿acaso me seguiste? —dijo—. No es a ti a quién espero. Largate. Vas a echarlo todo a perder... ¿ y esa rosa? ¿Por qué me miras así? ¿Que vas hacer? ¡No, no, noooo! ¡Alejate de...!

††††

Nunca creí que al dejarla sola, no volvería a verla nunca más. Ahora debo poner todo mi empeño en descubrir al criminal. Solo sé que estaba enceguecido de sus caricias. El solo hecho de pensar en ella me llevaba explorar cada recuerdo de aquellas noche de placer en aquella mugrienta habitación. Melina ¿Qué sucedió? ¿Quién aparte de mi estuvo bajo tu seducción? Sabía que no era el único ¿De quién será el segundo cigarrillo? De momento pediré el ADN como un favor personal, eso sí, de manera extraoficial.


Palabras: 500

Relato creado para el reto de MisterioES.

Disparador "Dos cigarrillos, una flor"
Espero lo disfruten. Gracias de antemano por leer.

Atte.

Cristy Love.

Diseño: Dream_is_to_live

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top