26 DOLOR


"Una palabra hiere y no se olvida" 

-- Ahora sí, te aclaro algo Cárol...

-- No me agrada Gabriel, ni las miraditas que te da. Siempre que tienes un problema al primero que recurres es a él. Me imagino que incluso ya está enterado del conflicto que tienes con tu mamá María Fernanda y Rosmery.

-- Como tú lo dijiste Papá es mi mejor amigo, entre él y yo no hay secretos, desde el momento  que lo conocí hace tres años ha sido la única persona que me ha apoyado en el colegio. Tú no sabes las cosas que yo he soportado mientras estoy en clases porque estás en el trabajo. No puedes evitar que me lastimen.


Me levanté del living  y me dirigí a mi habitación; en ella tenía un sofá muy cómodo donde me gustaba estar cuando tenía una plática larga con papá.
Siempre le contaba cómo me sentía si algo me incomodaba.

-- Lo se hija, sé que en el colegio él te cuida y te protege, sé que evita que tus compañeros se burlen de ti y hagan cosas malas para ofenderte. Tengo conocimiento de cuantas veces te ha defendido de las malas intenciones de los muchachos majaderos de tu colegio al querer que te tropieces o que te lastimes. Pero simplemente no quiero que se aproveche  nadie de ti y Gabriel te mira  de una forma muy especial,  no quiero que vuelvas a sentirte herida en tu corazón.


Me acomodé y recosté mi cabeza sobre una almohada que coloqué detrás de mi para evitar que me duela la espalda.

-- Muchas gracias Papá por preocuparte por mí, pero separarme de Gabriel no es la solución.


Mi papá pasó una mano por mi cabello revolviéndolo.


-- Eres mi hija y se lo que es mejor para ti. Así que por el momento mantente un poco distanciada de Gabriel. No quiero volver a verlo todos los días en este departamento cuando yo llegue.


Me cubrí las piernas con una frazada color rosa, hacía frío y empezaba a lloviznar. El olor a lluvia me encantaba porque era un pretexto para abrigarme entre los brazos de mi papá. Solté un largo suspiro de resignación.


-- Insisto papá eres muy injusto él es mi mejor amigo y no me voy a alejar de Gabriel porque yo también lo quiero mucho.


Cubrí a mi papá con la frazada mientras él acariciaba con ternura mi mejilla.

-- Hace pocos días te vi llorar por Rónal, ¿y ahora quieres volver a lastimar tu corazón?


Coloqué mi mano sobre la suya.

-- Entiende Papá para mí Gabriel es una persona muy especial y te recuerdo que simplemente nos quedan meses para acabar la secundaria. No deberías pedirme que me aparte de mi mejor amigo. Gabriel y yo hemos compartido momentos muy especiales durante estos tres años. Me defendió de Tamara el primer día de clases cuando ella me gritó hace tres años, fue él quien se quedaba en el recreo para ayudarme a igualarme los cuadernos con la materia que habían dictado durante la mañana, evitó que rompieran mis lentes cuando me lanzaron un balonazo en la hora de educación física hace dos años, él le dio un puñetazo a un muchacho del colegio cuando me lanzó jugo de limón en el uniforme y todos se burlaron de mi. Al inicio del año nos anunciaron quién sería abanderada y todos protestaron cuando dieron mi nombre y cuando la directora dijo que yo no podía llevar la bandera el día del juramento porque no podía ver y era pequeña ¿Quién me defendió?


Recordar esas situaciones aún me dolía; quería que mi papá entendiese ese dolor que me había guardado por tres años y empecé a relatarle todo el maltrato que soporté, pero lo resistí gracias a Gabriel porque siempre me recordaba que yo era valiente.

Tomé las manos de mi papá con suavidad y continué.
-- Mi bastón se enredó al bajar las gradas y caí de cara, Gabriel me levantó. En los exámenes parciales de física escondieron mi calculadora, pero Gabriel buscó la calculadora hasta que la encontró en el basurero.

Una lágrima rodó por mi mejilla.

-- En la exposición de Sociología Sara pegó el cartel en el pizarrón con cinta adhesiva para que yo no pudiera sacarlo, nadie se levantó para ayudarme sólo Gabriel.

Otra lágrima rodó, pero dejé que mi corazón se libere de tanta decepción y amargura.

-- Habían robado mi celular y tomaron el dinero de mi mochila, dime Papá ¿Quien estuvo ahí para defenderme?
-- Siempre se reían de mí y me decían ahí va la niña tonta ciega y sorda, Gabriel me abrazaba para que no me sintiera mal por sus comentarios.

Me temblaba la voz relatando las malas experiencias que por tres años aguanté.

-- Me duele papá recordar lo mal que se comportaban conmigo; a veces borraban del pizarrón a propósito para que yo no pudiese copiar lo poco que avanzaba a mirar.

Tomé aire para proseguir con mi relato, necesitaba explicarle a mi papá el dolor que me envolvía.
-- El día de deportes me encerraron en el Coliseo y me dejaron a oscuras, nadie me escuchaba y al ver que no regresé al salón de clases Gabriel me buscó por todo el colegio hasta que abrieron el coliseo y me encontraron asustada en un rincón. Mis compañeros robaban mis tareas y las presentaban como si fuesen suyas ocasionando que me pongan malas calificaciones, pero Gabriel me defendía y reclamaba a mis compañeros por abusivos.

Mi papá secó mis lágrimas, mi voz era entrecortada y en ese momento me costaba hablar porque mi llanto no cesaba.
-- Ya entendí hija, no tienes que repetírmelo mil veces que Gabriel es la única persona que estuvo apoyándote en el colegio  eso lo sabemos tu madre y yo y le agradecemos. Pero simplemente no quiero que vuelvan a lastimar el corazón de mi hija.


Entendía la preocupación de mi papá, pero en ese momento estaba más sensible.

"La frase que dice ojos que no ven corazón que no siente es mentira"


Mi papá me abrazó con fuerza.

-- Tú eres una mujer hermosa y excepcional y no me gustaría que se aprovechen de ti y vuelvan a romperte el corazón eres mi pequeña mi princesa mi tesoro y le rompo los huesos si algún otro joven viene y te lastima.

Abracé a mi papá y sequé mis lágrimas.

-- Gracias Papá yo también te quiero con todo mi corazón y  entiendo tu preocupación pero por favor no me apartes de Gabriel es mi mejor amigo.


Me sentí mejor de poder desahogarme con mi papá, jamás le había contado todas las cosas que traía guardadas en mi corazón por sufrir el desprecio constante de mis compañeros en las horas de clase

-- Está bien princesa  no insistiré en que te apartes de Gabriel pero no quiero verlo todos los días aquí en el departamento por favor.


Le di un beso en la mejilla.

-- Muchas gracias papá te quiero mucho.

Sonrió y me revolvió el cabello un poco más tranquilo.

-- Perdóname hija por no darme cuenta todo lo que tienes que sufrir todos los días mientras estás en tu salón de clases prometo que todo será mejor ya solo te quedan unos pocos meses en ese colegio ____ ya no tendrás que soportar el desprecio de tus compañeros nunca más.


Mi padre también secó sus lágrimas y volvió a abrazarme
-- Ya no deseo verte triste... ¿deseas que te prepare algo delicioso? Hace mucho tiempo no preparo la cena.
-- Está bien papá, tú preparas la cena y yo termino de acomodar mi habitación, mamá debe estar cerca.



Mi papá se dirigió a la cocina y yo alisté todo para el siguiente día.
-- Buenas noches mis amores...
Decía mi mamá mientras colocaba su abrigo en el sofá.

-- Buenas noches mamá
Grité yo desde mi habitación.
-- Cariño estoy en la cocina preparando la cena.    
-- Está bien amor, sólo voy a saludar a Cárol y te ayudo.


Entró y me dio un beso en la frente
-- Un momento hija ¿Qué sucedió? Tienes los ojos rojos ¿Has llorado?

Mi papá entró a mi habitación y rodeó a mi madre para abrazarla.

-- Tranquila cariño, no te alarmes, Cárol ha llorado, porque hemos conversado un poco y ha dejado que sus pensamientos y sentimientos salgan a flote.

-- Comprendo, pero, ¿todo está bien?


-- Sí mamá tranquila ya me siento mejor


Nos dirigimos al comedor y mi papá nos preparó chuletas de cerdo en salsa agridulce con ensalada de palmito y papas al horno. Mientras comíamos él le informó a mi mamá.
-- Gabriel no vendrá tan seguido a partir de mañana, tiene que ocuparse de sus asuntos ¿verdad Cárol?


Terminé mi bebida y asentí.
-- Sí papá, así es.

Mi mamá sujetó mi mamo con ternura.

-- No estés triste hija, se ven todos los días  

-- Así es mamá...

Cayó una lágrima por mi mejilla la sequé con el dorso de mi mano

Después de cenar vimos un momento la tele y nos retiramos a descansar.


Con algo de cansancio entré en mi habitación, tomé mi pijama y fui a mi tocador para desmaquillarme; coloqué mi celular sobre la cama y éste vibró.

Estiré la mano y lo tomé, era un mensaje de Gabriel.


-- Buenas noches mi princesa
Sólo quería desearte buenas noches, mañana tenemos un día largo, pero, tranquila estaré para apoyarte.

Respondí:

-- Gracias Gabo, tú también descansa.

Dejé mi celular en la mesita de noche, tomé el desmaquillante y un algodón y me retiré todas las impurezas de mi rostro y luego lo enjuagué con un poco de agua de manzanilla.


Hay lágrimas que pueden sanar, un corazón cansado de llorar
Hay sentimientos que pueden aguardar, esperan el tiempo para cautivar
Hay noches que envuelven en su majestad, evocan paz
Hay momentos especiales para recordar, ayudan a sanar... 




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