12. RÓNAL Y YO
"mantener una amistad con tu ex es complicado"
La aseguradora del auto de Rónal registró el accidente y enviaron una ambulancia. Paramédicos nos revisaron y se percataron si teníamos algún golpe o herida, pero ambos estábamos bien; teníamos leves cortes por los vidrios del parabrisas que se trizó.
Nos curaron y después de unos minutos llegó una grúa a llevarse el auto.
Recogimos nuestras pertenencias y luego de que Rónal hiciera un par de llamadas tomamos un taxi.
-- Perdóname Cárol, todo esto ha sucedido por mi culpa, lo menos que puedo hacer es llevarte a comer antes de dejarte en tu departamento.
Lo único que necesitaba era darme una ducha y relajarme así que quería retirarme de ese lugar lo más rápido posible, pero no fue así, porque sabía que Rónal nunca acepta una negativa, traté de calmarme y lo tomé de la mano para no perder la poca paciencia que tenía.
-- Tranquilo Rónal, ha sido demasiado por hoy, sólo necesito llegar a mí departamento, cambiarme y dormir un poco.
Mis argumentos no funcionaron y me guio hasta un pequeño banco que se encontraba en un parque con bancas para dos personas, árboles de tallo grueso y unas flores en jardineras;
Mientras caminábamos despacio para tomar asiento me permitió sujetar su brazo, era la primera vez que caminábamos de esa manera; siempre me tomaba de la mano para caminar, pero esta vez me adelanté y lo sujeté, así evité una situación incómoda para ambos.
-- Insisto, por favor Cárol déjame llevarte a comer primero y luego te llevo a tu departamento.
Rónal era insistente, así que no discutí más y acepté su invitación.
Caminamos por un pequeño parque con bancas de madera para dos personas, nos sentamos y decidimos conversar un poco.
-- Te voy a describir lo que está a nuestro alrededor; a tú izquierda están algunos árboles grandes con hojas gruesas y muy verdes, detrás de las bancas están colocadas unas pequeñas jardineras de roca con unas flores coloridas y frente a nosotros está un cuadrado cercado con pequeñas enredaderas y debajo de las bancas tenemos mucha hierba que está un poco crecida.
Después de su descripción nos levantamos y caminamos un poco para que yo pueda tocar las flores y los árboles.
-- Ya es hora que comamos algo, debes estar agotada y por tu carita asumo que ya tienes hambre.
Rónal detuvo un taxi y me ayudó a entrar; el taxi nos condujo a un restaurant; al bajarme me tomó la mano como siempre lo hacía. Yo solté su mano y le sujeté su brazo.
-- Recuerda Rónal, ahora somos amigos no es necesario que tomes mi mano.
Puso mala cara, caminó en silencio y me dirigió hasta la entrada del restaurantes de ingresar me hizo girar para colocarme frente a él.
-- Eres cruel Cárol, por qué tienes que arruinar el momento ¿Es necesario ser indiferente conmigo?
Lo miraba un poco confusa y solté su brazo, me adelanté unos pasos.
-- No soy indiferente soy realista, los amigos no tienen cariñitos y no se toman de la mano. ¿podemos entrar ya?
Él puso cara de pocos amigos y entró de mala gana. Podría afirmar que prácticamente me llevó como si fuese su mascota.
Decidí olvidar el mal momento que me hizo pasar, pues por culpa de un conductor inconsciente casi tenemos un grave accidente; mí corazón aún latía muy rápido a causa del susto.
-- ¿Qué deseas comer?
Preguntaba Rónal mientras ojeaba el menú.
Pensé un momento y mi estómago rugió, escuché el menú y respondí.
-- Para mí una pizza de jamón, aceitunas y extra queso por favor.
Le pedía mientras ocultaba mi incomodidad.
-- Está bien Cárol, yo pediré una pizza vegetariana.
Me encogí de hombros pues me daba igual lo que Rónal pidiera para comer.
Luego de diez minutos trajeron nuestras órdenes. Yo me dispuse a cortar la pizza, pero Rónal me detuvo.
Puse cara de interrogación cuando me retiró los cubiertos.
-- Deja eso Cárol yo me encargo, no ha sido una molestia durante dos años cuidarte y ayudarte cuando salimos y tampoco será una molestia ahora.
Le entregué mis cubiertos y entrecerré los ojos, me retiré un poco hacia atrás para apoyarme en el respaldo de la silla y en tono burlón le dije:
-- Claro ¡tan caballero!supongo que salimos muchisimas veces a comer o a pasear ¿Verdad ?
Mi gesto no le hizo gracia a Rónal y me dijo un poco enojado:
-- No entiendo cómo puedes ser una chica tan fría e indiferente incluso cuando se trata de ayudarte.
Él estaba agotando mi paciencia, primero egoísta y ahora fría e indiferente, trataba de no explotar.
-- Yo no te pedí ayuda tú insististe. No me pidas que actúe como si no sucediera nada, incluso el comer contigo me resulta un poco incómodo.
Se extrañó un poco por mi confesión.
-- ¿Por qué ahora te incomoda mi presencia?
No me molesté en dar una respuesta firme y breve.
-- Porque tú no eres mi amigo, eres mi ex. No intentes ser galante porque no es necesario. Sólo comamos en silencio, no tengo nada que hablar contigo.
Rónal se pasó una mano por el cabello y exclamó:
-- ¡Ay mujeres! Son tan complicadas. No finjo contigo Cárol tú sabes que siempre he sido atento.
Luego de ello comimos en silencio. Cuando terminé dejé los cubiertos sobre el plato para que lo retiraran; bebí mi refresco y esperé a que Rónal dijese algo.
-- Lo siento mucho Cárol, siento que este día terminó con un desastre, prometo compensártelo.
No quería que él busque una excusa para salir conmigo nuevamente, así que negué y respondí un poco alterada:
-- Ya te lo mencioné, no es necesario, afortunadamente no fue grave y tampoco fue tu culpa; no te sientas comprometido conmigo, ahora eres mí ex enamorado y no necesitas salir conmigo ni a comer ni a ningún lado.
Respiró profundo, tomó mi mano con un poco de duda y la apretó ligeramente.
-- Lo sé Cárol, no tienes que recordarme cada cinco minutos que ahora sólo soy tu ex, pero quería que cambiaras esa carita de tristeza.
Agradecí su preocupación y le di un apretón con suavidad.
-- Gracias Rónal, pero ahora sólo tengo que pensar en que decirles a mis padres, falté a clases y seguramente ya estarán notificados, lo extraño es que no tengo ninguna llamada de ellos.
Rónal sabía lo importante que era para mí los estudios, soltó mi mano y apartó un mechón de cabello y lo colocó detrás de mí oreja. Ese gesto era recurrente cuando se preocupaba por mí.
-- Sí Cárol, entiendo que tus calificaciones sean importantes; por ahora no te estreses.
Le sonreí y asentí.
-- Está bien Rónal. ¿Puedo preguntarte algo?
-- Sí Cárol pregúntame lo que desees.
-- ¿Por qué siempre que entro a algún lugar me siento observada?
-- Es porque tú eres muy bonita y no es común ver a una persona ciega tan arregladita y eso les llama la atención.
Nuevamente sujetó mi mano y la apretó con delicadeza.
-- Mira Cárol a veces las cosas no son como uno quiere, pero siempre hay una explicación.
Le conté brevemente sin tanto detalle que había discutido con mi mamá y en esa confusión estaba involucrada una prima mía; no quería contarle algo tan delicado porque no era motivo de orgullo reconocer que me habían regalado.
Luego de escucharme con atención Rónal dijo:
-- Permite que tu mamá y tu prima te aclaren lo sucedido, a lo mejor no es tan malo como tú piensa.
-- Yo no tengo ningún problema con mi mami Marifer, porque es una mujer que me ha dado su amor incondicional, mí problema es con la mentira porque yo soy honesta y no es justo que me engañen.
Rónal bajó la mirada porque el decir que no es justo que me engañen se sintió incómodo.
-- Lo sé Cárol, pero, todos cometemos errores. Por ejemplo: yo la mayor parte del tiempo soy malo para exteriorizar lo que pienso y siento. Imagino que tu mamá solo ha querido protegerte.
Analizaba su comentario y sabía que tenía razón, pero me sentía defraudada.
-- Cuando esté lista la escucharé, por ahora no quiero saber nada más de conflictos familiares.
Rónal pidió la cuenta y esperé unos minutos que regrese,.
-- Acompáñame a una tienda que está cerca y te compro un helado, prefiero verte sonreír -.
Salimos y compramos los helados; Rónal de mora y yo de chicle. Caminamos un rato y
regresamos al restaurant; esperé un minuto mientras averiguaba si su auto ya estaba reparado; se había roto el parabrisas, pero nada más.
Le confirmaron que ya estaba listo y él envió la dirección para que dejaran su auto en el restaurant que nos encontrábamos.
Transcurrieron veinte minutos, llegó la grúa y Rónal me tomó del brazo para salir, le entregaron la llave de su auto y me ayudó a subirme.
Entré al auto y cerré mis ojos un momento; ya eran casi las tres de la tarde, pero, el sol todavía brillaba con intensidad y eso para mí era demasiado molestoso.
Notó que estaba algo incómoda, luego de abrocharme el cinturón me preguntó:
-- ¿Cárol, estás bien?
-- Sí, ya sabes que detesto que la luz solar me dé directo en el rostro. Le contesté malhumorada porque él sabía que yo no podía desenvolverme con facilidad cuando había radiación fuerte. Odiaba el sol porque me recordaba mi realidad.
Solté un suspiro, limpié las lágrimas que rodaban por mis mejillas y le pedí a Rónal que me llevara a mi departamento.
-- Está bien Cárol vamos prometo no más accidentes, conduciré con cuidado.
Mientras manejaba despacio preguntó:
Me giró para que lo mirara.
-- ¿Quieres tiempo para darle una oportunidad a Gabriel?
Rónal tenía una forma muy particular de arruinar cualquier momento bonito o de cambiarme el humor en cuestión de segundos; negué molesta.
-- Por favor Rónal, no arruines el poco tiempo que compartes conmigo, no habrá otra salida.
Sonrió bajito.
-- Sólo preguntaba, no te alteres Cárol últimamente Gabriel y tú son más cercanos que de costumbre.
-- Lo sé Rónal, pero recuerda que Gabriel ha sido mi mejor amigo desde hace tres años.
Asintió de mala gana.
-- Sí, Cárol sé que Gabriel tiene más tiempo como tu amigo del que fuimos enamorados tú y yo.
Me dolía la cabeza con tantos asuntos por resolver y en ese momento Rónal insistía, traté de que mi voz no sonara grosera.
-- Rónal por favor no insistas, no tiene caso hablar de nosotros porque tú te vas a Estados Unidos y yo tengo que ingresar a la universidad.
Él se detuvo en un semáforo, regresó a mirarme Y con su mano acercó mi rostro hacia él y me dio un beso.
Por mi mente pasaron todos los recuerdos de cada instante que compartimos, cada risa en el colegio, cada tarea que realizamos juntos, cuando me pidió que fuese su enamorada.
AÑOS ATRÁS
-- ¡Eres muy bonita Cárol! gracias por ser mí amiga.
-- Gracias Rónal, este es un lugar muy agradable, me gusta el aroma de sus flores.
-- Si deseas puedes tocar las ramas de las hojas, son muy delicadas, te traje a este parque porque es lindo, tiene hojas verdes como tus ojitos.
-- Gracias Rónal, siempre con tus detalles especiales.
-- Sí, Cárol, pero estamos aquí porque quiero pedirte algo muy especial.
-- ¿Qué será?
-- ¿Quieres ser mi enamorada?
-- Déjame pensarlo Rónal, no quiero ser lastimada.
-- Prometo nunca lastimarte Cárol, jamás haré que lágrimas broten de esos ojitos verdes.
PRESENTE*
Recordar ese momento cuando Rónal me pidió ser su enamorada me dolió porque había roto su promesa.
Ya habían pasado dos años nueve meses desde el momento en el que decidimos ser enamorados; pero ahora lo nuestro era más una situación de costumbre que sentimientos, la magia se había perdido hace mucho tiempo.
tomé su mano mientras manejaba y mantuve mi mirada fija al frente y le dije con suavidad.
-- Por ahora creo que lo más adecuado es dejar las cosas hasta aquí, no insistas, lo nuestro no tiene futuro y no tiene caso recordar lo nuestro porque jamás estaremos juntos otr ves.
Traté de no ser hiriente pero tenía que ser honesta.
Apretó mi mano y su voz sonó apagada.
-- ¿Me estás diciendo que jamás volveremos ni a dirigirnos la palabra?
Con firmeza le aclaré:
-- No podemos continuar ni como amigos porque solo nos haremos daño, a lo único que puedes aspirar es a ser mi compañero de clase y trabajar conmigo algunas veces.
Tenía lágrimas en mis mejillas, los recuerdos me dolían porque incluso él me engañó.
-- Lo siento Rónal.
Llegamos a mi conjunto, tomé mi mochila, abrí la puerta del auto, extendí mi bastón y me despedí, pero antes que me alejara, Rónal se bajó a toda prisa, me rodeó por los hombros y dijo con voz entrecortada:
-- Cárol, espera déjame ayudarte.
Giré para no darle la espalda.
-- No gracias Rónal tú ya hiciste tu parte
Levanté mi mano, retiré su mano de mis hombros y me despedí.
No vi, porque el sol me molestaba y choqué contra un árbol, me lastimé la nariz, pero no le di importancia y seguí hasta mi departamento.
El tiempo se llevó el brillo de su mirar
El dolor apagó el fuego al lastimar
Un corazón roto, ya no quiere palpitar
Han defraudado a una princesa, y sólo puede llorar...
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