Capitulo 08;
Imbécil, era una imbécil Madison. Se dijo a sí misma y miró por un momento la hora de su móvil, seis y diez.
Suspiró y guardo su pequeño aparato. No podía creer que en verdad hiciera esto, pasar un mes en la cama de.... ¿un extraño? No, extraño no. De un conocido - y también un viejo amor -
que no ve en diez años.
Bufo por lo bajo y rodo los ojos de tan solo pensarlo. No podía tener una simple razón por la cual hiciera esto. Oh, claro por supuesto. Aquella mirada triste y desesperada de su padre le había roto el corazón.
No podía dejar que un hombre le arruinara su vida o la suya.
Durante toda su adolescencia había querido obtener la más mínima atención de Jos Canela. Y luego de diez años el se ofrecía acostarse con él por un mes entero. Su adolescente interior debía de estar feliz por el simple hecho que al fin la encontrará deseable. En cambio, ella estaba chispeante de rabia. Se rió en sus adentros recordando todo lo que había intentado en aquellos años.
Había probado de todo para llamar su atención, desde insinuarsele con la ropa de su madre hasta andar por su casa en un pequeño bikini.
Sacudió su cabeza y se burló de si misma; era la típica adolescente enamorada.
Dejo su mirada fija en la ventana y observo como avanzaba por el camino. Nueva Orleans era pintoresco y alegre. Madison la había visitado en varias oportunidades y se conocía gran parte de aquel lugar. Pero mientras avanzaba cada vez más y más en aquella carretera vieja. Dudaba de conocerla por completo.
--¿Usted será la nueva asistente del señor Canela?
--aquella voz serena la saco de sus pensamientos.
Levantó la mirada y observo al hombre canoso conduciendo ¿Asistente? Pero por supuesto, el no podía estar diciendole a sus empleados que pasaría un mes acostándose con una mujer en fin que no chantajeara a su padre
Se aclaró la garganta y lo miro por el retrovisor.
--Si, pero sólo estaré por un tiempo.
--contesto suavemente. El hombre asintió y siguió conduciendo con su mirada fija en el camino. La miró por el retrovisor y achico sus ojos.
--Me parece conocida. ¿La he visto en alguna parte?
Lo que me faltaba, que terminará reconociendola y llamará algunos medios de comunicación para decirles que ella se encontraba en Nueva Orleans. Como si no fuera poco aguantarse todos aquellos flashes en sus conciertos.
--No creo.--sonrio y volvió a clavar su mirada en el camino.
Los minutos siguieron transcurriendo y ella observaba como pasaban los árboles y letreros a medida que avanzaban. Agrando sus ojos para poder ver una inmensa casa blanca que se veía al final del camino.
Aquella casa era dos veces más grande que la suya y era absolutamente hermosa. Tenía el diseño de una mansión francesa y estaba extrañamente alejada de todo.
De lejos se podía observar cómo le rodeaban muchos árboles como una especie de cerca.
Su corazón se aceleró al ver como el hombre canoso cruzaba hacia la izquierda y se acercaba a aquella casa.
Cuando el coche se detuvo al frente de la casa, Madison casi creyó morir, era enorme. Casi se sentía intimidada por su tamaño. Vio como el hombre rodeaba el coche y abrió su puerta para que saliera. Le ofreció su mano y con una cálida sonrisa la acepto.
--Señorita Beer, ¿no?.--la miró esperando que la corrigiera. Ella asintió.--Bienvenida a la mansión Canela.--le sonrió.
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