Capitulo 034;
Las palabras salieron de su boca de una manera sensual, suave y ronca. Madison se estremeció y le fue casi imposible contenerse, lentamente llevo sus manos a uno de los tirantes rojos del vestido y lo bajo con lentitud.
Repitió lo mismo con el otro en el mismo movimiento, Jos gruño y comenzó a quitarle el vestido, con rapidez, primero con sus manos y luego el resto con sus dientes. Cuando Madison quedó solamente con sus tacones y bragas sintió su cuerpo dominado por una nueva ola de calor que luego se acumulo en sus mejillas enrojeciendolas.
--Asi está mejor.
La recostó en la cama y la volvió a besar de aquella manera dulce que tan solo el podía hacer y acarició su cuerpo como si fuera de porcelana. Cuando ella soltó un gemido el sonrió y bajo su mano hasta el centro de su placer. Ella lo detuvo y lo empujó a él en la cama, quedando ella encima de su duro abdomen.
--¿Qué estás.....?--ella puso un fino dedo en sus labios.
--Es mi turno de tomar las riendas.--dijo Madison robándole una carcajada.
Beso y mordisqueo su cuerpo completo deleitándose cada vez más de el. Bajo dejándole besos en su abdomen hasta su vientre, sacó con rapidez su cinturón y pantalones para luego liberarlo. Se mordió el labio al observar su erección.
--¿Te gusta lo que ves?
Se inclinó hasta el oido de Jos y susurró, mandando olas de placer a su miembro.
--No tienes ni idea, cariño.
Cuando lo tomo entre sus manos Jos sintió que todo el aire de sus pulmones lo abandonaban dejándolo solamente con la excitación y sangre corriendo rápida y furiosamente por su cuerpo. Las manos de ella lo acariciaban de un modo que hacían su cuerpo arder en llamas dejándolo hecho cenizas.
La pelinegra lo beso otra vez fogosamente sin dejar de acariciar su pene aún más. Abandono sus labios y dejó de acariciarlo para luego volver a posaf su cabeza entre sus muslos. Jos suspiro y sonrió al sentir su respiración sobre su longitud ya dura. Ya sabía lo que venía y estaba más que deseoso.
En ese momento cuando espero que Madison lo tomara entre sus carnosos labios, ella río y se alejó de un salto. El la miró perplejo cuando ella comenzó a coger su vestido y acercarse a la puerta.
--¿A dónde vas?--pregunto el.
--A mi habitación, esta es mi venganza por lo del restaurante.--le guiño el ojo.
--Que tengas dulces sueños.
Le lanzó un beso y abandonó la habitación.
Se encontró a si mismo sonriendo como estúpido al conocer su lado juguetón y vengativo. En verdad lo había dejado duro y excitado. Maldita fuera esa mujer ¡lo estaba volviendo loco! Y no de una mala manera. Todo lo contrario y eso era lo que más temia. Si, cuanto antes el logrará sacar a Madison Beer de su vida las cosas no llegarían a complicarse.
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