Día 29 ⚔ Juego
Ya habían sido muchas las jugarretas de Melkor en contra de Mairon. Todas y cada una eran ya sea crueles, amargas o simplemente estúpidas. Si Mairon decidió actuar de tal modo no fue por decisión propia: Melkor lo había obligado.
Sucedió pues que un día, uno entre varios en que los dos se jactaban de su poder mucho antes de que los Noldor llegaran a Beleriand, Mairon decidió cobrarle a Melkor todas sus payasadas. Casi nadie podía tocar esa corona con las tres joyas pero de cuando en cuando Mairon podía al menos limpiarla. Con normalidad Melkor dejó la corona en su salón y Mairon se puso en obra.
Esta vez le había tomado demasiado tiempo limpiarla y le pareció a Melkor que ya era hora de volvérsela a colocar. Llamó a las puertas de su salón y Mairon le abrió con una sonrisa llena de cinismo y burla. El Maiar levantó un poco la mirada en esos ojos rasgados.
—¿Ya está lista? —le preguntó Melkor indiferente a su inusual comportamiento.
Sauron asintió. Caso extraño, cerró un poco más la puerta.
—Está más que lista, pero para entrar debes cerrar los ojos —explicó—. Si te parece que tardé fue porque estaba preparando una sorpresa en agradecimiento a tanta jodida atención tuya.
Melkor hizo una mueca. Bien, ya le comenzaba a parecer extraña toda esta situación pero en última instancia decidió apostar todo a Mairon: confió en él y entregándole la espalda a su lugarteniente, entró a la estancia. Escuchó los pasos de Mairon ir a cerrar las puertas y después sus manos por sobre sus hombros para conducirlo frente a la sorpresa.
—¡Abre los ojos! —gritó Mairon posándose al lado de su obra maestra.
La boca de Melkor cayó hasta los suelos. Su expresión era indescifrable porque frente a sus oscuros ojos se encontró al karma pintado de rosa en lo que antes fue su oscura corona. ¡Todo era de rosa! Desde los picos hasta el aro. Observó a Mairon como pidiendo una explicación.
—Ya era hora de devolverte una de muchas que has hecho —le dijo con simpleza. Estaba orgulloso de su obra—. Hice lo mismo que tú, le pedí a Gothmog que me ayudara con esto ¿y qué crees? ¡Parecía un juego para él! Estaba muy divertido pintando de un lado a otro tu coronita.
Melkor enmudeció. Sintió que tal vez lo merecía más le pareció que fue un costo bastante elevado. Después de aquella broma, un buen tiempo tuvo que mostrarse así frente a sus otros capitanes, quienes contenían la risa al verlo.
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