Capítulo 38: Oculto

Sasuke Uchiha

¿Naruto era el culpable de todo? Yo me negaba a creer eso. Había convivido estos meses con Naruto y no le veía capaz de algo así, además... yo no le conocía cuando él llegó ¿Cómo iba a ser él quien me atacó? Maldije que en aquel tiempo en que todo ocurrió, yo acabase de quedarme ciego porque mis instintos, estos que tenía ahora para saber quién era la gente que se acercaba a mí no los tenía, no pude identificar al agresor y eso me hacía dudar un poco. No podía ser Naruto, yo no podía creerlo.

Quería hacer una prueba de ADN para descartarle. Él pensaba que me lo tomaría a mal y sí, claro que me lo tomaría a mal, si él fuera el culpable pero yo seguía confiando en él, había venido aquí diciendo que "Creía" que era él, eso a mí no me bastaba, quería pruebas porque mi orgullo me había llevado a cometer grandes errores en el pasado, no quería arriesgarme a enfadarme o discutir con él y que luego se demostrase su inocencia. Si era culpable, yo sería el primero en decirle de todo, en enfadarme y acusarle, estaría dolido, frustrado y decepcionado, me rompería el corazón porque me había enamorado de él, pero hasta que no se demostrase, para mí seguía siendo inocente, veía al Naruto que había tenido estos meses a mi lado.

Él era un chico dulce, atento, protector, seductor, no era un violador y quería demostrarlo a como diera lugar. Estaba convencido de que no podía ser Naruto. ¿Lo habían drogado para que hiciera eso? A mí me daba igual, tan responsable era el que lo drogaba como el que hacía la acción pero si alguien intentaba inculparle de un crimen que no cometía, iba a vérselas conmigo, porque no dejaría que nadie volviera a meterse con mi familia, ni con mi hija, ni dejaría que jugasen conmigo o mis sentimientos. Todo esto había llegado ya muy lejos y estaba dispuesto a aclarar todo este mal entendido a como diera lugar.

Bajé enfadado en cuanto Naruto se marchó y me fui directamente al cuarto de Yuuki. Estaba dormida pero yo la desperté con suavidad intentando aguantarme el mal humor que llevaba ahora mismo, estaba muy enfadado, enfadado con el mundo y con el maldito destino que siempre me jugaba malas pasadas a mí.

- Despierta Yuuki, tenemos que salir.

- ¿A dónde papá? – me preguntó y me la imaginé restregando sus manitas por sus ojos.

- Al médico.

- ¿Estás enfermo? – me preguntó preocupada.

- No, vamos a ir por ti.

- ¿Por mí? Pero yo estoy bien, no me encuentro mal – me dijo con dulzura y yo sonreí.

- Vamos a ir a hacer una prueba de ADN

- ¿Qué es eso? – me preguntó.

- Es una cosa muy importante.

- ¿Para qué es?

Yo no quería decirle exactamente para qué era, no quería que descubriera a su padre en estas condiciones, no sabiendo que Naruto al que ella tanto amaba podría ser el despreciable que me atacó cuando tan solo tenía trece años, que atacó a un ciego abusando de él porque quiso o porque lo drogasen, me daba igual el motivo, me destrozó la vida. No quería tener que decirle a Yuuki que ese hombre al que admiraba era un cabrón sin escrúpulos, no era cierto, Naruto era un buen hombre. Si resultaba ser otra persona... ¿Cómo iba a decírselo a Yuuki? ¿Cómo iba a decirle que su padre era esa clase de desgraciado? Yo... no podía, no quería destrozarla.

- Tienen que hacerte una prueba para saber qué vacunas te pondrán en un futuro – me inventé y ella sonrió.

- Estás mintiendo – me dijo de golpe sonriendo.

- Yo no miento.

- Sí lo haces, se te expanden las fosas nasales cuando mientes – me comentó sonriendo y me sentí pillado.

- Es para... saber si tienes una enfermedad.

- Vuelves a hacerlo, se te siguen dilatando las fosas de la nariz.

- Bueno es algo importante y ya está – le dije frustrado – vamos a hacer la prueba.

- ¿Me va a doler? – me preguntó.

- No cielo, no duele, ya lo verás.

Llamé a mi hermano, pero no me cogió el teléfono, estaba apagado y no sé por qué... creo que tenía algún problema, seguramente con Deidara porque desde que habían vuelto, o yo creo que estaban juntos... había visto esa mirada de preocupación, esa que me anticipaba que Deidara había estado en problemas y él trataba de ayudarle. No me contaron qué ocurría, pero yo me imaginaba algo. Al final fue mi madre quien me acercó al hospital y se quedó con nosotros toda la mañana mientras esperábamos y le hacían las pruebas a Yuuki. Naruto seguro que también habría venido a hacerse las pruebas pero cuando me devolvieron a mi hija, me comentaron que mínimo debía esperar unos días por los resultados mientras analizaban las pruebas.

La espera iba a matarme, era horrible. Yo quería saber de una vez por todas qué estaba ocurriendo aquí. Si era Naruto el responsable... no sé que iba a hacer, ahora mismo sólo pensaba y rezaba para que él no fuera. Me daba igual haber tenido a Yuuki con un desgraciado, pero no soportaría la idea de haberme enamorado del hombre que destruyó mi vida, eso jamás lo podría soportar, sería nuestra ruptura para siempre. Jamás perdonaría algo así de ruin, algo que cambió mi vida para siempre, que me recluyó en esas cuatro paredes con un miedo atroz a todo lo que me rodeaba, de ese miedo que tanto me había costado superar.

Volvimos a casa y comí con Yuuki, mi madre tenía que irse a una comida de negocios con una de sus clientas para vender un nuevo diseño. Ella no quería dejarme solo con todo este problema, lo sabía, pero le insistí en que no podía desatender sus negocios, tampoco había nada que pudiera hacer por mí en estos momentos, ya me había llevado al hospital, las pruebas estaban hechas, sólo era cuestión de esperar noticias y resultados, eso lo podía hacer en su negocio como en casa, así que le insistí en que se marchase.

Me quedé en casa a solas con Yuuki y decidí al final salir un rato al jardín por una mera cuestión, Naruto siempre insistió en que debía salir y que me diera el aire, quise hacerlo por mi cuenta, sé que no había nadie, no iban a verme y me daba igual, quería demostrar que yo no era un cobarde, podía valerme por mi mismo, salir y despejarme. Cogí un libro de la estantería y salí al jardín sentándome en una de las sillas bajo un árbol y empecé a leer, a pasar mis dedos por las páginas metiéndome en la lectura. Era una novela, tampoco es que fueran de mis libros favoritos, yo siempre leía cosas técnicas y trataba de aprender siempre algo nuevo, casi estudiaba más que leía pero hoy... no sé por qué estaba ese libro allí. No me apetecía levantarme a devolverlo y seguí leyéndolo.

Yuuki se había quedado en el salón viendo los dibujos y es que tampoco había mucho que hacer un día como hoy. El sol radiaba aunque creo que llovería, sentía la humedad en el ambiente y además... lo habían dicho en las noticias. Seguro que no tardaría mucho y tendría que meterme en casa. Para un día que decidía salir al jardín me iba a llover, yo no tenía suerte nunca.

Estuve quince minutos hasta que cayó la primera gota sobre mi mejilla y la segunda sobre el dorso de mi mano que estaba en el libro facilitándome la lectura. Supe que iba a empezar a llover y me levanté para irme dentro cuando sentí una presencia cerca de mí, alguien me cogió de la muñeca y me empotró contra una de las paredes pero yo ya no era aquel chiquillo ciego que no sabía identificar a la gente, había mejorado, mis sentidos se habían agudizado y conocía las fragancias, el ruido de los pasos de la gente... lo conocía absolutamente todo.

- Lárgate de aquí, Kabuto – le dije.

- Vaya, has mejorado, no creí que supieras que era yo.

- Te conozco demasiado.

- No te creas tanto chiquillo.

- Lárgate, no sé a qué has venido ni cómo has entrado en mi casa pero quiero que te marches, no me interesa nada tus motivos para venir aquí.

- Por tu culpa perdí el trabajo.

- De eso nada, tratabas de propasarte conmigo.

- No encanto, ese fue Naruto.

- No es cierto – le dije sonriendo – he hecho una prueba de ADN, él no fue – le mentí marcándome un farol.

Kabuto se quedó tenso unos segundos, se paralizó por completo sin entender nada. Al momento sentí como cogía de nuevo mi hombro con más fuerza y trataba de besarme mientras yo forcejeaba contra él tratando de esquivarle, no quería besarle, no estaba dispuesto a dejarme manipular nunca más.

- No te hagas el difícil Sasuke, ya sabes para qué he venido, para acabar la faena que empezamos.

- Déjame en paz, eres un desgraciado que le echáis vuestras culpas a gente inocente.

- Él se lo buscó – escuché de golpe y aquello me sorprendió – no debiste haber hecho esa prueba, Naruto ni siquiera tendría que haberte conocido, no tendría que estar contigo, ni tendría que haber dado su ADN.

- Ya sabemos que él no fue – le dije sonriendo – gracias por el dato.

- ¿Me has mentido?

- No del todo, hice la prueba pero no tenía los resultados. Si no fue él ¿Quién es? – le pregunté - ¿Quién es el padre de Yuuki?

- Mi hermano Sakon – me dijo sonriendo – Ukon grabó todo mientras disfrutaban de ti. Intentaron utilizar a Naruto, por eso le drogaron, pero su hermana lo vio en un pasillo y se lo llevó a casa, así que al final decidieron hacerlo ellos mismos. Naruto ni se enteró de lo que ocurrió, de hecho ni siquiera estuvo allí, no te conocía de nada. Fue una pena que yo no estuviera por allí, esa niña podría haber sido nuestra Sasuke.

- No seas tan idiota, yo no tendría nada contigo y tu hermano irá a la cárcel por lo que hizo.

- No hay pruebas.

- El video que Naruto tenía. Lo manipulasteis. Pusisteis a Naruto pero no es cierto, no era él, era tu hermano.

- Nadie lo sabrá y ahora mismo, estás muy solito Sasuke, vamos a pasárnoslo muy bien.

- Suéltame de una vez – le grité empujándole pero no podía hasta que sentí su grito de dolor.

- Deja a mi padre, imbécil – escuché a Yuuki y yo la cogí del brazo arrastrándola conmigo hasta el interior de la casa y cerrando la puerta antes de que Kabuto se recompusiera.

- ¿Se puede saber qué hacías? – le pregunté.

- Estaba lloviendo y no sabía por qué no entrabas, vine a buscarte y vi a ese idiota tratando de besarte, así que le pegué en la espinilla – me dijo sonriendo – le dolerá un tiempo.

- Te quiero Yuuki – le dije dándole un beso en la frente – ahora llamemos a la policía y a Naruto, hay que avisarle.

- ¿Avisarle de qué? – me preguntó.

- Avisarle de que él es un gran hombre – le dije sonriendo – le quiero.

- Yo también – me dijo.

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