8) Por qué sigo aquí
«Narra Jayden»
La miré con el ceño fruncido, todavía sin creer que estuviese parada frente a mí y con una sonrisa en la cara. Me llamó y por fin reaccioné. Después de saludarla la invité a pasar, mis padres seguían en el sofá de la sala, por lo que la notaron cuando nos paramos en el umbral de la puerta.
Se mostraron tan sorprendidos como yo, pero eso fue tan solo por unos segundos. Rápidamente la mirada de papá pasó a mí y entendí lo que quiso decir. Creía que esto era cosa mía, que tenía un especie de plan y en él estaba involucrada Verónica. Pero no podía estar más equivocado y se lo hice saber de la misma forma. Nos retamos por algunos segundos. Ahora mismo lo odiaba y tenerlo en frente no era mi cosa favorita, es por eso que después de recibir una mirada de advertencia de su parte, y ver cómo mi novia se despedía de mamá con la mano, subí con ella a mi habitación.
Me trajo mucha añoranza cuando llegué aquí. Pasaron tantas cosas en ese habitación que me sacó una sonrisa. Ahora era un refugio para no ir y decirle sus buenas cosas a Robert. Nunca fui de paciencia, era muy volátil y cuando algo me molestaba lo hacía saber, por eso quedarme callado me estaba carcomiendo los nervios.
Dejando eso de lado me acerqué a mi novia, quien miraba la habitación con curiosidad y la abracé por la espalda, dejando mi mentón sobre su cabello.
—Jayden: Me alegra que estés aquí, pero necesito saber cómo sucedió —dije de forma graciosa, haciéndola reír.
—Vero: ¿Me estás diciendo que no me quieres aquí?
—Jayden: Bueno, dije que me alegraba, tú entendiste lo que quisiste – se giró sobre mi cuerpo y me miró a los ojos con ese océano del que siempre hacía alarde. Esos ojos eran preciosos y los quería tanto como a esta preciosa chica—. Te extrañé —susurré antes de besar esos suaves labios que siempre estaban dispuestos a recibirme.
—Vero: Yo también —susurró sobre mi boca—. Y ya que quieres saber, aunque me ofende mucho que no me quieras aquí, hay varias razones por las que vinimos. Papá quiere expandirse. Bueno, la verdad es que ya tiene algunos restaurantes aquí y pensó que era buena idea cambiar de aires para todos. Aquí comenzaremos una nueva vida, y lo mejor es que voy a estar a tu lado.
El que lo dijera me sentó como una patada al estómago. Me había olvidado de los problemas por un momento, pero seguían ahí, y eso me hizo enfurecer. Mis padres conocían a Verónica, se llevaban bien con sus padres y siempre han estado ahí para ellos, así como yo para ella. Nosotros tenemos historia y me molesta mucho que la traten así ahora. Que nos traten a todos así.
—Vero: ¿Qué sucede? —me levantó el rostro, el cual no sabía que había bajado. Mi mandíbula estaba tensa y lo notó— Te molesta algo.
—Jayden: Necesito hablar contigo.
No le iba a dar vueltas al asunto, mientras más lo alargara más se complicarían las cosas y no podía permitir más conflictos de los que ya habían.
Su cuerpo se tensó bajo el mío, sus ojos buscaron los míos y por un momento quise tomarla de la mano y llevármela lejos. Irnos adonde nadie pusiese encontrarnos y hacerla tan feliz como se merecía.
—Vero: ¿Qué?
Suspiré. No había forma de decir aquello, pero no quise ser brusco con ella y decirle las cosas de frente.
—Jayden: Es complicado —asintió—. Recuerdas a Vanessa, ¿cierto? —volvió a asentir, frunciendo el ceño— Yo... Yo...
—Vero: ¿Tú qué?
Maldita sea.
—Jayden: Debo casarme con ella —solté en contra de lo que había pensado.
Su rostro se quedó estático, no entendía lo que pasaba, y cuando comenzó a hacerlo su ceño se fue frunciendo en consternación.
—Vero: ¿Qué?
Resoplé, no queriendo soltarla por si se caía o decidía huir.
—Jayden: Debo casarme con ella. No te lo había dicho porque no sabía cómo hacerlo. Apenas me enteré ayer y Vanessa hoy.
—Vero: ¿Pero cómo...?
—Jayden: Son cosas del pasado, problemas —asintió, procesando mis palabras.
Se quedó callada un momento, y cuando sus ojos volvieron a los míos supe lo que tenía que hacer. La apreté justo a tiempo cuando intentó salir de mis brazos y muy dentro de mí sentí alivio de conocerla tanto.
—Jayden: Podemos resolverlo —intenté convencerla.
—Vane: Sabes que no es así.
—Jayden: Podemos —volví a insistir—. Solo necesito tiempo para pensar las cosas y planear algo.
—Vero: Pero mientras piensas eso tendrás que casarte con ella ¿y yo qué?
—Jayden: No te quiero dejar.
—Vero: Y yo tampoco quiero que lo hagas. Nosotros no podemos estar separados. Pero es lo correcto, por más que duela no podemos estar juntos si tú te vas a casar con ella —sus ojos se llenaron de lágrimas, y dentro de mí mi estómago se apretó con fuerza.
—Jayden: Pero a quien quiero es a ti.
Eso pareció dolerle más, por lo tanto a mí también.
—Vero: ¿Entonces por qué no haces algo? ¿Por qué no rechazas todo esto?
—Jayden: Porque no puedo. Si lo hago papá me dejará sin herencia, me pondrá en la calle, y aunque lo intente no tendré con qué vivir.
—Vero: Podrías vivir conmigo —Negué de inmediato. No le iba a decir que papá me había amenazado, pero tampoco podría ponerla en riesgo de esa forma—. Sabes que no me importa tu dinero. Yo te amo a ti, no a lo que tienes, y si debes vivir conmigo a partir de ahora lo haremos. Podremos con esto.
—Jayden: No es tan sencillo —susurré mientras me acercaba a ella y dejaba mi frente sobre la suya. Me dolía estar haciéndole esto, sabía que lo correcto sería terminar, pero no quería dejarla, sería peor para los dos terminar y creía que si así pasaba, lo que me mantenía callado se iba a romper.
—Vero: Pero tampoco será sencillo vivir así —susurró.
—Jayden: Buscaré la forma.
—Vero: Siempre buscas la forma. No puedes hacerlo todo Jayden —su comentario me hizo sonreír con tristeza.
—Jayden: Pero puedo intentarlo.
Se rió con nostalgia. Cuando abrí los ojos vi las lágrimas bajar por sus mejillas. Se me contrajo el corazón.
—Jayden: No llores —las sequé—, sabes que no me gusta verte llorar.
—Vero: Es lo único que puedo hacer ahora.
La besé, deseando borrar toda tristeza de su rostro. Quería hacerla feliz, no hacerla sufrir. Y aunque en ese momento estaba enojado con Vanessa, tampoco la quería hacer sufrir a ella, y era algo que no podía evitar.
—Jayden: Lo resolveré —le dije y volví a besarla una y otra vez hasta que terminó sonriendo—. Así está mejor.
( * )
Me acomodé como por tercera vez en la silla, incómodo. Estaba reconsiderando la idea de haber llegado tan temprano. En el momento no me pareció mala idea, pero ahora no creí que fue lo correcto.
Recordé el tono de su voz cuando me citó aquí, por lo que gruñí. Estuve a punto de decirle lo de Verónica para que no se llevara una sorpresa o pensara más barbaridades de mí, pero me colgó. No debería estar aquí, esa era la verdad. Encima de que me hacía ver cómo cómplice de nuestros padres, me trataba como si fuese un desconocido. Y en algún momento me pregunté que si había olvidado cosas de mí, pero preferí no pensar en ello.
El sonido de un mensaje me distrajo. Saqué mi celular del bolsillo y lo leí creyendo que era Robert porque hace unos minutos estábamos trabajando en la empresa, pero no pude estar más equivocado.
Mi cielo
¿Dónde estás?
Sonreí cuando me llegó el mensaje de Verónica, y me apresuré a responderle un tanto confundido.
Yo
En el centro, ¿por? Y a propósito, se saluda antes. Se le llama educación.
Sonreí abiertamente cuando comenzó a escribir.
Mi cielo
Gracias por la información, la tendré en cuenta cuando vaya a hablar con las personas decentes.
Y sé que estás en el centro, ¿en qué parte?
Yo
¿Así que no soy decente? Me ofendes.
En el restaurante Ozumo. Y repito, ¿por? ¿me estás acosando?
Mi cielo
Ofenderse es de personas decentes, y de decente tú no tienes nada.
Siempre te acoso, pero como también estoy en centro decidí que te vigilaría de cerca, por si se te ocurre hacer alguna barbaridad.
Me reí.
Yo
Eres una acosadora ¿lo sabías?
Mi cielo
Sí.
Volví a reírme, y otro mensaje me llegó en ese momento de ella.
Mi cielo
Te veo en unos minutos. No me hagas sacar las garras.
Iba a responderle, pero la voz del mesero me desconectó de la conversación y cuando levanté la vista Vanessa ya estaba ahí, también con ropa formal. No me entraba todavía en la cabeza que la tuviera en frente. Sí, me enojaba, pero había cambiado tanto desde que me fui, se vía tan madura que me costaba procesarlo.
A diferencia de la última vez que la vi, su rostro no expresaba nerviosismo o cualquier cosa, estaba serio y así se mantuvo en los minutos que nos llevó llegar a una especie de acuerdo. Quería darle una explicación y agradecía que a pesar de su cambio me haya escuchado, así como yo escuché su acuerdo, el cual, debía decir, era bastante bueno. Me estaba dando una buena opción con él y no iba a desaprovecharlo por muy mal que se viera.
Y otra vez éramos nosotros.
No pude evitar sonreír por ello. Podían pasar muchas cosas, miles de años y nuestra amistad siempre resistiera, eso era algo que me aliviaba de sobremanera.
Verónica llegó antes de poder si quiera mencionarla, y pude ver la cara de Vanessa al conocerla, y si no me equivocaba, también al escuchar que hablo de ella.
—Vane: Ah —exhaló antes de sonreír con diversión—. ¿Así que hablas de mí?
Me encogí de hombros, no debía sorprenderle tanto.
—Vero: Claro que sí. Siempre me habla de sus mejores amigas, tanto de Génesis como de ti. Es un gusto conocerte por fin.
—Vane: diría lo mismo, pero apenas he escuchado tu nombre. Aunque claro, si estás con él debe ser porque eres una buena persona... Y porque tienes resistencia para soportar muchas tonterías.
—Jayden: sigo aquí —di un paso al frente—. Y estar conmigo no es tener que soportarme, es pasar un gran tiempo juntos.
—Vane: tiempo de caridad querrás decir, porque tú, amigo mío, eres un caso benéfico —tanto ella como Verónica rieron, y muy a mi pesar lo hice también. Vanessa miró su celular con el ceño fruncido y después volvió a vernos, más seria. Mi ceño se frunció—. Bueno, fue un placer conocerte, Verónica, pero debo irme. Mamá me está esperando y no quiero llegar tarde.
Se acercó a ella y le estrelló las manos otra vez, después se acercó a mí, y tomándome desprevenido me dio un abrazo, el cual respondí cuando reaccioné. Olía muy bien, como siempre.
—Vane: Te extrañé mucho.
Posterior a eso salió del restaurante, dejándonos solos y con lo que suponía, sería una larga conversación de por medio.
«Narra Vanessa»
Mientras iba de camino a casa de mis padres no pude evitar pensar en lo que había pasado en ese restaurante. Por fin había conocido a Verónica, no tuvimos mucho tiempo para hablar, pero aparte de su ligero acento británico, no había nada en ella que desentonara con una persona normal. Entonces, ¿por qué comencé a sentirme incómoda de repente?
Preferí no pensar en ello. Con el tiempo las cosas tendrían que resolverse y toda esta situación llegaría a su fin, porque si era sincera, me incomodaba casarme con Jayden y tener que verla a ella, sabiendo de sus sentimientos y las cómo estaban las cosas.
Otra de las consecuencias en las que no pensaron nuestros padres.
Y hablando de ellos, mamá me escribió anoche mientras preparaba la cena con Génesis. Por un momento pensé en no leerlo, pero al final terminé sucumbiendo... como siempre.
Me decía lo mucho que me quería y lamentaba esta situación. Recalcó que si pudiese arreglaría toda esta situación, y me citó hoy para darme una explicación al respecto. Es por eso que ahora estaba de camino a su casa.
Al llegar estacioné el auto y entré directamente al jardín trasero, donde ella me esperaba sentada en el comedor, con el almuerzo servido. Mi estómago rugió. No había comido nada por los nervios.
Me senté junto a ella, quien se reservó el abrazarme y besarme la mejilla. Me dije que era una masoquista, pero era débil y enojarme con mamá me era imposible por mucho tiempo, por lo que me puse de pie y fui yo quien la abrazó y besó su mejilla.
—Vane: Hola.
—Vale: Hola, tesoro.
Volví a sentarme y mientras comía contestaba sus preguntas sobre si he estado bien, sobre si he comido como debo, si me cuido, y todo lo referente a mi salud. No me importaba contestar sus preguntas, pero quería respuestas a otras cosas y lo notó. Es por ello que suspiró antes de dejar su plato de lado y centrarse por completo en mí.
—Vale: se qué esto es difícil para ti, desde un principio supe que las cosas se saldrían de control. Pero sabes cómo es tu padre, por más que le insistí no quiso cambiar de parecer. Incluso discutimos varias veces por ello, pero sin resultado.
—Vane: ¿por qué tenía que ser esa la solución al problema? —pregunté directamente.
Ella volvió a suspirar. Le incomodaba hablar de esto, pero era lo menos que me debía, a fin de cuentas casi me vendieron como mercancía.
—Vale: según tu padre porque si el contrato era legítimo no podría pasarnos nada —mi ceño se frunció, y ella procedió a explicar mi incertidumbre:— Cuando llegamos aquí no teníamos mucho dinero, lo sabes. Los únicos ahorros que teníamos los invertimos en dos hoteles. Queríamos prosperar, y como ya teníamos a Jeyson, la situación se tornaba más complicada. Pero las cosas no nos estaban saliendo cómo queríamos y nos estaba yendo de mal a peor. Eso hasta que nos encontramos con Robert. Robert ya estaba establecido aquí, no recibía mucho de sus hoteles, pero le iba mejor que a nosotros. No sé si fue la emoción del encuentro o si era el momento perfecto para que sucediera, pero a ambos comenzaron a ocurrírseles muchas ideas que cambiarían las cosas cómo eran aquí. Era un proyecto arriesgo, en el que incluso pedimos varios prestamos en el banco. Pero como te darás cuenta ahora dio sus frutos, y un año después de comenzar con la mejora teníamos cinco hoteles y en todos ellos recibíamos ganancias que jamás pensamos tener a corto plazo.
—Vane: ¿Y cuál es el problema en todo esto?
—Vale: Ese mismo año nació Jayden —continuó contando—. Al otro año ya teníamos nueve hoteles y se nos estaba conociendo mucho en la zona. Pero sabes cómo son las cosas, a nadie le gusta que le quiten lo que tienen, y eso sucedió con otros hoteles. La noticia se corrió tan rápido, que muchos dejaron de hospedarse en otros hoteles para descubrir cuál era la tendencia con los nuestros. Eso nos generó problemas con otras personas. Querían hacernos desaparecer y volver a lo que eran antes porque sabían que si seguíamos, llegaríamos más lejos. La visión de tu padre y la de Robert no era la de establecerse en San Francisco, era llegar más allá, y si eso sucedía mucho iban a quebrar.
«Con el tiempo llegaron la amenazas, comenzaron a decir que nos iban a destruir a todos, y que si no nos íbamos, nos iban a hacer cosas que mejor no te digo. Lo que más nos preocupaba era que en ese momento yo estaba embarazada de ti y Jayden apenas tenía un año. ¿Cómo crees que nos sentiríamos si les quitaban la vida? De cierta forma entiendo la postura de tu padre, estaba preocupado por el futuro de Jeyson, por el mío, el suyo, el de sus amigos y el tuyo. La idea era descabellada, y como le dije, traería muchas consecuencias futuras. Pero no hizo caso, y cuando le planteó la idea a Robert la aceptó de inmediato.
Se hizo publico que nuestras empresas eran legítimas, por si en algún momento nos querían extorsionar de no tener un contrato legal en el que se abalara nuestra unión, como no habían amenazado anteriormente. Y así fue como sucedió todo, cómo con el tiempo dejaron de insistir y se resignaron a que por más que lucharan, acabaran con nuestras vidas, no podrían tomar posesión sobre los hoteles porque estos ya tenían dueño y si no eran ellos quienes tomaban posesión de lo que les correspondía, nadie podría hacerlo.»
Me quedé en silencio un momento, procesando mejor las cosas.
—Vane: Jamás me lo dijeron —expresé, sorprendida de saberme en peligro sin haber nacido.
Mi parte buena se puso de acuerdo con mis padres, nunca me hubiese perdonado haberlos matado. Y sí, esto era una locura que no olvidaba, pero en ese momento comprendí la gravedad del asunto. La vida no se comparaba con un matrimonio temporal, por muy obligatorio que fuese.
—Vale: No era algo que tenías que saber. No me hubiese perdonado que tu infancia y adolescencia la hubieses pasado pensando en ello.
—Vane: ¿Y cuándo llegué a la mayoría de edad?
—Vale: Tuve miedo. ¿Cómo le dirías tú a tu hija que corrió peligro y que dentro de unos años debía casarse con el que consideraba su mejor amigo?
Su comentario me hizo comprender algo más, algo que alteró mis sentidos.
—Vane: ¿En el contrato establecieron la fecha para la boda? —pregunté con el corazón en la boca. No, no. Debían darme tiempo para procesarlo.
Ella bajó la cabeza.
—Vale: Sí.
Se me atoró el latido.
—Vane: ¿Cuándo? —ella levantó la vista otra vez, y por la pena en sus ojos supe que lo que saldría de su boca me afectaría mucho.
—Vale: Un mes.
¡Nuevo capítulo!
¿Qué les están pareciendo las cosas hasta ahora?
¿Algún personaje que comienza a no serle indiferente?
Espero que les esté gustando esta historia que escribí con tanto cariño. No me verán muy seguido escribiendo notas finales o de principio, pero sepan que siempre los leo y me gustaría saber cómo se sienten con la historia y si les gustaría seguir leyendo.
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