4) Reencuentro
Hoy era la supuesta cena con los Hernández, mi hermano venía a cenar con nosotros, quien por cierto, se casó con una mujer increíble y tenía un hijo de cuatro años, uno a quién adoraba con toda mi alma porque era la cosa más tierna y activa que había en mi vida. Su nombre era Jace. Estaba segura de que nadie era tan tierno como esa pequeña criatura de ojos verdes y cabellos rizados.
Seguía soltera, como para no variar mucho en mi situación.
Tuve algunas aventuras, no de aquellas en la que encontrabas a alguien en un bar, te lo llevabas a tu departamento y al día siguiente hacían como si no se conocieran y cada quien a su casa. No, mi aventuras, si podía llamarlas así, consistían en conocer a alguien agradable, salir con él algún tiempo, ir a pasear, a hacer cualquier cosas sin llegar a nada más que a un beso de vez en cuando. No era de las que buscaba una relación, y agradecía infinitamente que mis padres no me insistieran en el tema como lo hacían con Jeyson antes de conocer a su esposa.
Y si era sincera conmigo misma, desde la partida de Erick ningún chico me entusiasmaba.
( * )
Me pasé todo día en el celular; enviando mensajes, viendo algunas películas, publicaciones, escuchando música, y haciendo cualquier cosa que me distrajera para no pensar en la idea de que mi mejor amigo iba a venir después de tanto tiempo y que posiblemente ni siquiera pudiésemos estar en el mismo espacio sin sentirnos incómodos.
Traté de distraerme todo el día hasta que por fin quise ver la hora, y me fijé que eran las seis y tres de la tarde. Así que dejando los nervios que comenzaban a crecer en mi estómago con el avance del tiempo, decidí ir a arreglarme.
Tomé un baño y luego me puse un vestido blanco ajustado al cuerpo, con unas zapatillas de tacón de color beige. Me maquillé un poco, sólo con labial rojo, delineador, y rímel negro para resaltar mis ojos. Me perfumé un poco después de ponerme mis accesorios para resaltar más. Al terminar me quedé unos minutos arreglando mi cabello, decidiendo un peinado para el vestido y para la ocasión, pero al final, después de muchos intentos, decidí dejarlo suelto. Inevitablemente pensé que era muy complicada a veces.
Mi celular vibró encima del tocador, cuando vi la hora se me disparó el corazón. Suponía lo que estaba en ese mensaje de mamá y cuando lo abrí casi se me cae el teléfono de las manos.
Estaban aquí... Y Jayden estaba preguntando por mí.
Eso me puso nerviosa.
Era ese típico momento del reencuentro en el que después de mucho tiempo sin hablar volvías a ver a aquella persona. O aquel momento en el que conoces a alguien por internet o tenías un novio que no podías ver todo el tiempo y cuando se encontraban o reencontraban se te llenaba el estómago de nervios, se te subía la capacidad de pensar en cada detalle, y te daban ganas de salir corriendo para no enfrentar el momento. Ese era mi momento.
Mi mejor amigo, o mejor dicho, mi ex mejor amigo me estaba esperando en la sala, después de siete años. Y vaya, era impresionante, casi increíble de creer que en serio estaba ahí.
Mi mente comenzó a pensar a su máxima capacidad. No sabía cómo se veía después de siete años sin comunicación, no sabía si las cosas fluirán, no sabía si le iba a agradar después mi nueva yo, y existía la posibilidad de que ni me recordara. Me calmé, porque eso último que pensé fue bastante estúpido. Claro que me recordaba, sino no hubiese preguntado por mí, y tampoco tenía alguna enfermedad mental como para olvidarse de alguien que compartió su niñez, infancia y adolescencia con él.
Con eso en mente salí de mi habitación y me encaminé hacia las escaleras. Con cada paso que daba me ponía más nerviosa y más ideas rondaban mi cabeza.
Por fin llegué a las escaleras. Comencé a bajarlas con lentitud, mis piernas estaban empezando a fallarme y no quería causar una mala impresión con una caída. A medida que iba bajando veía mejor a los invitados, pero mi vista se fue directamente hacia el chico castaño que estaba junto a mis padres. Llevaba un traje negro que parecía hecho a la medida porque le quedaba increíble. Él también me estaba observando con fijeza, con esos ojos color avellana que siempre me llamaron la atención.
Se me retorcieron las entrañas
Era él, más maduro, con un nuevo aire, pero él era él. Era Jayden y estaba frente a mí.
Ahí fue cuando me hice la pregunta: ¿Cómo debía saludarlo?
En el momento se ocurrieron tres ideas.
1) Lanzarme a sus brazos y abrazarlo, como cuando él se iba de vacaciones y no nos veíamos en todo el verano.
2) Ignorarlo y saludar a todos a la vez, como cuando me enojaba con él y teníamos que ir a cenar a su casa.
3) Saludarlo con un apretón de manos, como si estuviéramos haciendo negocios.
En eso se me acabaron los escalones, y cuando me di cuenta, todos me estaban mirando con atención, lo que me comenzó a incomodar y a poner más nerviosa.
Pero gracias al cielo mi hermano salió de la cocina y decidió hablar. Aunque lo que dijo no me ayudó mucho precisamente.
—Jeyson: ¡Vaya, Vane! Por fin pareces una chica —se burló mientras se acercaba.
—Vane: ¡Vaya, Jeyson! Por fin te ves decente —contraataqué con una sonrisa.
Adoraba este juego que tenemos siempre que nos arreglamos.
—Jeyson: lo sé ¿no es genial? – cuestionó con sarcasmo.
—Vane: sí, sé que te esforzaste mucho por verte bien hoy.
Iba a contestarme cuando mi mamá nos interrumpió, sabiendo que si nos dejaba seguir no pararíamos en toda la noche.
—Vale: chicos —nos detuvo con una gran sonrisa— ¿Por qué mejor no saludan a los Hernández?... Sean educados.
Otra vez fui consciente de la mirada de los invitados sobre nosotros... La mirada de él sobre nosotros.
Por los nervios decidí recurrir a la idea más segura... La segunda.
—Buenas noches —decimos mi hermano y yo al unísono.
—Buenas noches —nos responden los Hernández con una sonrisa que parecía ensayada por lo coordinada que quedó.
Por un momento me sentí desahogada, y suspiré con alivio. Por lo menos ya pasé la primera fase, creía que era la más importante también. El saludo salió bien, lo siguiente era comenzar a hablar con él lentamente. Suponía que eso se conseguirá a medida que fuese avanzando la noche y las conversaciones.
Estaba tan concentrada en eso que cuando fui consciente, cierto castaño de mirada avellana estaba muy cerca de mí, justo detrás, haciendo que pudiese oler esa colonia que se había puesto, y haciéndome sentir más tensa que en algún momento de mi vida.
—Jayden: te ves muy hermosa —me susurró al oído, después de alejó y lo agradecí con creces.
Antes de preguntarme por qué él había hecho eso, recordé que estaba hablando de Jayden, y que cualquier comportamiento en él era normal, o al menos lo era antes de irse.
—Vane: gracias, tú también te ves muy bien —le dediqué una sonrisa. Quería hablar con él, así pensé en una forma para comenzar una conversación. La la idea perfecta vino a mi cabeza. No sólo comenzaría la conversación, sino que sabría algo que tenía mucho tiempo queriendo saber—. Por cierto, gracias por venir a visitarnos – dije con sarcasmo.
—Jayden: gracias. La verdad es que desde que me fui tuve mucho trabajo en la empresa de papá, además de la universidad, y prácticamente no tenía tiempo para nada, ni siquiera para tomar un vuelo y volver. Incluso a veces amanecía despierto haciendo algún proyecto o trabajando en algo de la empresa —sonrió con malicia—. Y a ver, ¿Cuál es tu excusa? – sigue al ver que no entiendo – para no ir a visitarme.
Me quedé sin palabras.
¡Era cierto! Nunca fui a visitarlo, o llamarlo, y jamás tuve una justificación para ello, bueno, que siempre estaba en la universidad o aprendiendo a dirigir la empresas de papá, o simplemente después un tiempo sin hablar con él, sin llamarlo, y sin enviarle algún mensaje, me dio vergüenza llamarlo. Cuando vi que tenía seis meses sin dirigirle la palabra me dio vergüenza hacerlo. Yo no era de esas que te escribían hoy cuando recordaba te contestaba, siempre me preocupaba por contestar los mensajes y estar pendiente de las personas queridas. Por esa razón nunca tuve el valor de volver a hablarle.
Me golpeé mentalmente. En serio me pasaba a veces.
—Jayden: ¿lo ves? Eres aún más mala que yo —se burla el muy hijo de Lucía.
—Vane: eso no es cierto.
Me reí sin poderlo evitar.
—Jayden: ¿Y en serio? ¿buena noches? Pensé que te lanzarías a mis brazos como antes —reí aún más fuerte al recordar que esa era una de mis ideas, lo que lo desconcertó— ¿Qué pasa?
—Vane: nada —cuando me detuve lo miré con las cejas alzadas, curiosa— ¿En serio quieres que haga eso?
—Jayden: claro, eso me gustaría.
Antes de que pueda decir algo más me lancé a abrazarlo. Lo extrañé mucho todo este tiempo, y aunque por un momento pensé que abrazarlo después de tanto tiempo no sería correcto, estando entre sus brazos nada de eso importó. Tenía a mi mejor amigo de vuelta y eso era lo que importaba.
—Vane: me alegra que estés aquí.
—Jayden: y a mí me alegra estar aquí —me susurró al oído, provocando que lo abrazara más fuerte.
Nos separamos luego de algunos segundos, y al hacerlo fuimos conscientes de la mirada de todos sobre nosotros, como si fuésemos algún experimento que había que observar con detalle. Quise no darle importancia a eso, nuestros padres a veces eran extraños.
Así que con una gran sonrisa por tener a Jayden de nuevo entramos al comedor a cenar.
A medida que la cena avanzaba los temas se vinieron dando. Hablamos sobre la universidad. No me sorprendió saber que Jayden se graduó con honores en una de las mejores universidad de Reino Unido. Pero sí me alegra mucho saber que los Hernández se iban a quedar aquí de manera permanente. Ya no habrían más viajes, más despedidas, a partir de ahora compartiría todas las experiencias con mi mejor amigo, y la noticia me provocó una gran sonrisa.
Entre la cena Jayden, quien está a mi lado izquierdo, y yo comenzamos a hablar en voz baja, prácticamente susurrando. No queríamos interrumpir la conversación que mantenían los demás y aun así teníamos que ponernos al día en muchas cosas.
—Jayden: ¿Y cómo está Génesis?, ¿Aún siguen siendo mejores amigas?
—Vane: sí, aún lo somos, y ella está bien. Además, ahora vivimos juntas —sonreí al recordar las cosas que habíamos hecho en ese departamento.
—Jayden: qué bien —me miró con curiosidad—. Oye, ¿y por fin tienes novio?
No me sorprendió que fuese tan directo. Habían algunas cosas que no cambiaban.
—Vane: no —hice una mueca con la idea de tener un novio—. ¿Por qué?, ¿tú sí?
Levanté las cejas con curiosidad.
—Jayden: en realidad... sí. Aunque, ¿por qué no tienes novio? Eres extraña.
Mis cejas se alzaron un poco más por todo lo que dijo. Primero por lo de la novia, sentía curiosidad por saber quién había robado su corazón en Reino Unido, y también por lo segundo, porque eso me lo decía con frecuencia.
—Vane: Uno, qué bien. Dos, ¿cómo se llama? —enumeré con los dedos—. Y tres, porque aún no encuentro a nadie que valga la pena. Eso no me hace rara.
—Jayden: Uno, gracias. Dos, Verónica —enumeró también con los dedos sin alzar la voz—. Y tres, ¿Pero qué pasó con Erick?
Tampoco cambió ese hábito de siempre querer saber las cosas.
—Vane: se fue a Houston dos años después de que te fuiste. Luego de eso no supe más de él... ¿Por qué te interesa tanto?
Y tampoco me sorprendió tener ese mismo hábito en mí.
—Jayden: es sólo que...-
—Fer: ¿De qué están hablando? – papá lo interrumpió, y una sonrisa se dibujó en su rostro al vernos de esta manera. Parecíamos niños planeando la próxima maldad que harían. Dentro de mí algo se derritió.
Todavía no lo creía en su totalidad, veía a Jayden y era como ver un sueño o algo por el estilo. Si pestañeaba podía no volver a verlo. Pero me sentía feliz, completa de que estuviera aquí. Tendría a mis mejores amigos juntos otra vez, y en esta ocasión él vería mis logros y yo vería los suyos.
—De nada —contestamos al mismo tiempo.
Me pareció extraño ver que Jayden le lanzó una mirada que sólo contenía odio a mi papá, y éste dejó de sonreír, pero no dijo nada, dejándome ver que algo pasaba entre ellos dos, aunque eso era completamente extraño. Mi papá y Jayden siempre se trataron bien, incluso Jayden era como un hijo para él.
Mi ceño se frunció ante la escena que todos notamos.
—Vale: ¿Quieren pasar al living? —trató de aligerar el tenso momento.
Y como si todos estuviesen de acuerdo asintieron y se levantaron. Así que sin más que hacer los seguí a todos hacia la sala de estar. Antes de entrar, Robert, el papá de Jayden se detuvo en la puerta.
—Robert: Jayden —lo llamó y le hizo una seña con la cabeza para que se acercara.
No le tomé importancia y seguí caminando. Me senté en un sofá individual. Todos entraron conmigo a excepción de Jayden y su papá, quienes se quedaron en la puerta teniendo una breve conversación. Parecía el momento en el que Jayden hacía algo malo y su papá lo regañaba, igual a como era antes. Cuando terminaron se acercaron a nosotros y Jayden, menos sonriente de lo normal y animado, se sentó del otro lado de la sala.
Me entristecí, pensé que como habíamos pasado el momento incomodo nos quedaríamos a hablar toda la noche, pero él ni siquiera me miró en esos treinta minutos en los que nuestros padres hablaron cosas intrigantes.
Tuve que apartar la vista de él cuando mis padres a mí. Cuando los enfoqué vi que estaban tensos, serios. Se detuvieron justo en mi frente y por la nueva tensión que había en el ambiente me puse nerviosa. Nervios que crecieron cuando escuché a mamá hablar.
—Vale: Vanessa cariño, debemos decirte algo muy importante.
Ella me dijo Vanessa, eso no era bueno, nunca que me llamaba por mi nombre completo lo era.
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