31) La molesta insistencia

Como si sintiese mis ojos encima, taladrándolo, se giró a verme, y poco a poco se llevó las manos a sus lentes de sol para retirarlos. Sus ojos se abrieron de forma tan contundente que por un momento olvidé mi molestia y me fijé en su reacción.

Sin vergüenza o pudor alguno empezó a recorrer la extensión de mi cuerpo, su mirada se sentía tan caliente aun a la distancia que quise llevarme las manos al cuerpo y cubrirme. Pero no lo hice. Si él podía andar por ahí en shorts, los cuales les regalé yo sin ser consciente de que le quedaría tan bien, y sin camiseta, yo podía andar como se me diera la gana.

Así que me envaré y meneando las caderas me acerqué a él viendo cómo apretaba la mandíbula. De repente mi molestia se fue por un tubo. Con una sonrisita me senté a su lado.

Vane: ¿Todo bien? —me tomé el atrevimiento de preguntar.

Él se puso los lentes otra vez y miró al frente sin soltar la mandíbula.

Jayden: Perfectamente.

Vane: Qué bien, porque yo también estoy perfectamente —y para demostrarlo me llevé las manos detrás de la cabeza, haciendo que mis pechos se azaran y que la mirada de Jayden volviera a mí. Su mandíbula se apretó más.

Era cuestión de tiempo para que lo dijera, él no se guardaba las cosas. Y no me equivoqué.

Jayden: ¿En serio tuviste que ponerte eso?

Me miré de arriba abajo con algo de indiferencia.

Vane: ¿Tiene algo de malo?

Jayden: Mucho, en realidad —Mis cejas se alzaron, y con mucha fuerza de voluntad evité reírme. Me estaba gustando esto, no quise reconocer por qué, ni tampoco pensar en la exagerada reacción de Jayden cuando él andaba así, pero me gustaba y lo disfrutaba—. Para empezar, le falta mucha tela a esos retazos.

Ahora sí me reí.

Vane: ¿Retazos?

Jayden: ¿Consideras eso una prenda de vestir?

Vane: La ropa interior es parecida.

Jayden: La ropa interior te cubre más que eso.

Sorprendida de ello me incorporé y lo miré. Él se quitó los lentes y los dejó sobre la mesa de centro, colocada un poco atrás. Sus ojos expresaban su molestia, y me divertía más.

Vane: ¿Y tú cómo sabes eso?

Él se encogió de hombros con indiferencia.

Jayden: Es de suponerse.

Vane: Ah.

Me volví a recostar, sabiendo que lo sacaría de quicio. Y no me equivoqué.

Jayden: ¿Por qué la desmedida muestra de tu cuerpo?

Vane: No es desmedida, no se ve lo estrictamente necesario.

Jayden: Exactamente, lo estrictamente necesario. No llevas ni seis minutos aquí y te han visto ocho imbéciles, tres de ellos pensaron en acercarse. —Mis ojos se abrieron grandemente. ¡¿Cómo sabía eso si estaba hablando conmigo?!— Nueve, y creo que a este lo mataré.

Intentó ponerse de pie, pero lo impedí poniendo una mano en su brazo y devolviéndolo a su lugar.

Vane: Primero que nada, ¿Cómo te diste cuenta de eso? Segundo, no vas a matar a nadie. Y tercero, ¿Por qué te comportas así? No soy la única aquí que lleva retazos, y no veo a ninguno de sus esposos reclamándoles nada, y por tu bien espero que no sigas por ahí.

Esperé muchas cosas, pero no que sonriera con diversión y se girara por completo a mí, inclinándose un poco, como si estuviese retándome.

Jayden: ¿Por qué? ¿Qué me harás, hermosa?

Mi estómago se apretó.

Vane: Nada —contesté con simpleza—, al menos no por ahora, pero debes tener presente que vivimos bajo el mismo techo y dormimos en la misma cama. Yo que tú me andaría con cuidado. Por ahí se dice que las mujeres son muy peligrosas.

Jayden: Tú no eres peligrosa. —Se inclinó un poco más.

Vane: Eso ya lo veremos. —Aceptando el reto me envaré y lo enfrenté, también inclinándome hacia adelante y haciendo que nuestras respiraciones se mezclaran. De repente dejaron de estar tan tranquilas. Miré sus ojos más oscuros de lo normal, y sonreí—. Ten cuidado con las chicas buenas, esas son las peores —y sin esperar lo besé cortamente y me puse de pie.

Después caminé a paso apresurado para alejarme de él.

Jayden: ¿A dónde crees que vas? —Vi cómo se puso de pie y apuré el paso. Pero fue en vano. Con varios pasos de sus largas piernas ya estaba frente a mí. Maldije ser tan bajita. Sin embargo, me envaré y lo miré hacia arriba, cubriéndome del sol.

Vane: ¿Qué? —pregunté de mala gana.

Él miró hacia otro lado mordiéndose el labio. Parecía divertido y dispuesto a todo, como si esto fuese un juego en el que tenía el control. Y eso mismo vi en sus ojos cuando volvió a verme.

Por dentro me dije que no me lanzara a sus brazos o mirara con descaro.

Jayden: Creo que es hora de darnos un chapuzón —y sin esperar reacción de mi parte se agachó, me tomó de las rodillas, y cuando me quise dar cuenta ya estaba en su hombro boca abajo.

La sangre me subió a las mejillas.

Vane: ¡Jayden! —grité abochornada, pero él se hizo el sordo y conmigo a cuestas comenzó a caminar. Desde mi posición vi a algunas personas mirarnos, entre ellas una señora mayor, rubia, sentada en una tumbona que sacaba su celular para... ¡Tomarnos una foto!—. ¡Jayden bájame! —le pedí.

Él no me escuchó. Después de unos segundos la señora guardó su celular y me sonrió. Mi esposo no sentía la vergüenza porque no la estaba mirando, pero yo sí. ¡Yo sí!

Y poco después vi sus pies hundirse en el agua. Mi corazón se detuvo.

Vane: ¿Qué-qué estás haciendo?

Jayden: Averiguar qué tan resistentes son esos retazos —y siguió caminando, sin saber que mi corazón se estaba acelerando y que la sangre me estaba bajando a la cabeza.

Solo había una cosa más importante que esa... Sus rodillas se perdieron en líquido transparente.

¡Esa no era forma de entrar en el agua! ¡No era forma por Dios! Cuando la mitad de su torso desapareció casi se me cae el corazón.

Vane: Jayden —rogué aferrándome a sus caderas. Al poco tiempo estas se mojaron porque él seguía caminando y casi lloriqueé ahí mismo.

Jayden: Después te cobrarás. Tengo ansías por ver qué harás —y como el ser más horrible que haya pisado este planeta, me tomó de las caderas y mis manos no pudieron hacer nada para sujetarse.

Cuando me quise dar cuenta mi cuerpo caía hacia abajó, después el impacto, mi cuerpo hundiéndose, el agua filtrándose en mi nariz, y ese estremecimiento extraño. Salí del agua de inmediato, corriendo, y el muy hijo de Lucía estaba riendo a carcajadas.

Con el cólera circulando por mi ser le arrojé agua a la cara, el único lugar que tenía seco.

Vane: Te odio.

Jayden: Lo dudo mucho. —Siguió riéndose y le arrojé más agua.

Vane: Te odio —y le arrojé más.

Jayden: Vanessa —advirtió.

Pero no le hice caso y lo que parecía una molestia repentina se convirtió en una guerra de agua en la cual perdí porque mis manitas apenas lo mojaban. Aunque eso no me detuvo, y cuando me quise dar cuenta lo tenía encima de mí, arropando mis caderas con sus manos que me habían desecho el moño y mirándome con una sonrisa cálida, de esas que te hacen sentir como si hiciste algo bien por una persona.

Mi molestia se esfumó, dándole paso a una sensación cálida que me hizo sonreír igual que él.

Nos estábamos mirando cuando lo dije:

Vane: Bésame... bajo el agua.

Y lo hizo. Sin dejar de verme tomó mis rostro entre sus manos y me besó, un segundo después sentí cómo nos hundíamos hasta que mis ojos se cerraron y la sal se coló entre nuestros labios. Pero no importó, en ese momento no me importaba nada. Pasé mis manos por su cuello y los atraje hacia mí, saboreando el nuevo sabor de sus labios, y él saboreó los míos. Cuando su lengua pasó sobre mis labios mi corazón golpeó con tanta fuerza mi pecho que me quedé sin aire, lo solté y salí.

Mi cuerpo cosquilleaba tanto que me asusté.

( * )

Salí del agua tiritando, eso era lo malo de salir. Jayden me dijo que se quedaría un rato más así que me apresuré a llegar a la tumbona, sentarme y secarme. Después tomé el libro que había entrado en el bolso, cuando estuve seca, y me puse los lentes de sol que Jayden dejó en la mesilla. 

No era daba de leer, no era como otros a los que les apasionaba leer todos los días y todo el tiempo. Pero bueno, me recomendaron ese libro y hasta el momento estaba interesante. En especial que el protagonista era un farsante y buscaba destruir a la familia de su enemigo metiéndose en su casa con la fachada de ser el chofer de la señora, pero al final las cosas comenzaron a complicarse y terminó enredándose con la sirvienta y las dos hijas del hombre al que odiaba. Ahora debía ocultar la verdad y tratar que ninguna de las tres se diera cuenta de lo que pasaba. Aunque claro, la sirvienta lo sospechaba por la forma de actuar del protagonista, quien si se me permite decir, no era muy discreto al momento de tratar al hombre (el dueño de la casa) que odia. Siempre lo miraba mal y le hablaba algo cortante, eso levantó sospechas en Laura (la sirvienta) y ahora está en la busca de la verdad, porque muy en el fondo Laura guardaba un secreto, como dijo la autora.

Maldije internamente cuando una sombra se paró delante de mí y me distrajo de Laura siendo descubierta por Kennedy (el farsante) mientras buscaba pruebas en la habitación de él. Abrumada por cómo se estaban dando las cosas levanté la vista y lo que me encontré mi molestó más.

Dejé de leer por este... Niño. Si tenía veinte años era mucho. Llevaba el cabello castaño mojado, por lo que se veía casi negro, sus ojos marrones me miraban con socarronería, y la sonrisa en sus labios decía lo mismo.

Algo me decía que ese chico aun no superaba la adolescencia.

—Hola —saludó, terminando de acercarse.

Vane: Hola —contesté tosca.

—Te vi hace un rato y no he podido quitarte la mirada de encima.

Mira qué bien, pensé.

Vane: ¿En serio? Pues gracias. —Abrí nuevamente el libro, dejando claro que no tenía intenciones de coquetear o si quiera mantener una conversación.

El capítulo tenía un nombre prometedor: "Cuando ocultas las mentiras bajo la pasión"

El sujeto al parecer no entendió el mensaje.

—Chica difícil, me gusta. —Volví a mirarlo, esta vez de verdad.

Además de su rostro de niño rico, su cuerpo era ligeramente atlético, por lo que debía hacer ejercicio de vez en cuanto, venía con una camiseta sin mangas sueltes, para dejar a la vista un poco del tatuaje que tenía en el costado izquierdo, y usaba shorts. Su piel desde lejos se notaba que estaba bronceada por tanto sol, y el aire que emanaba era de quien quiere una cosa y su padre debe dársela.

No era de las que juzgaba, pero por alguna razón ese chico me fastidió.

Vane: Oye, no quiero ser grosera, pero ahora estoy en algo importante y lo último que quiero es ser interrumpida, ¿podrías hacerme el favor de dejarme sola? —Su sonrisa se hizo más grande.

—Lo haré si me das tu número.

La paciencia de la que no presumía se agotó.

Vane: No pienso darte mi número, largo.

—Vamos, muñeca, no te hagas de rogar.

Apreté un poco los puños, pues tenía el libro entre las manos, y si no fuese porque respetaba esas páginas hace rato le hubiese arrojado el libro en la cara.

Mas no tuve tiempo de mandarlo al lugar al que debía irse.

—No se hace de rogar, pero tú sí pareces buscar la paliza de tu vida. —Mis ojos se fueron hacia la persona que venía caminando hacia nosotros con cara de pocos amigos. Jayden—. Ya te dijo, largo.

La sonrisa en el rostro del chico se hizo más grande y me preocupó lo que hiciera Jayden. Era obvio que era mayor, se metería en muchos problemas.

—¿Escuchaste, muñeca? Este tipo dice que me dará la paliza de mi vida.

Respiré profundamente y me quité los lentes con calma. Los dejé en la mesa antes de mirar al chico otra vez.

Vane: Ese tipo es mi esposo. —Le mostré la mano en la que estaba el anillo—. Y si dice algo es porque lo hará, así que yo que tú, me iría.

—Así que estás casada —dijo en su lugar.

Vane: Felizmente casada.

Su insistencia me molestó a tal punto que quise decir más, aunque fuese mentira, pero me retuve y en su lugar le sonreí amena. 

Él le dio una mirada despectiva a mi esposo.

—¿Segura que feliz, muñeca?

Y ahí quedó la paciencia de Jayden.

Jayden: Le dices muñeca una vez más y la cara no será lo único que te voy a partir. —Avanzó hasta pararse muy cerca suyo. Le sacaba varios centímetros y se veía dispuesto a todo—. No soy de los que trata con niños, me desespera cambiar pañales, pero hoy estoy bien, eso hasta hace un momento cuando vi a alguien fastidiando la paciencia de mi esposa. Así que te lo diré una última vez... Largo.

El sujeto alzó la cara, asustándome.

—¿O si no... qué?

Vane: Jayden —llamé cuando estuvo a punto de tomar del cuello al sujeto. Sus ojos furiosos viajaron hacia los míos y se lo dije—: No vale la pena.

Él trató de refutar, pero traté de convencerlo. No nos meteríamos en un problema por alguien que no tenía importancia y así traté de hacérselo ver. Cuando mi paciencia se agotó, rápidamente, me levanté, lo tomé del brazo y lo senté en la silla. Se dejó hacer sin quitarle la vista al chico. Después me giré hacia este y se lo dejé claro. Si seguía insistiendo quien lo golpearía sería yo y vaya ganas que tenía de hacerlo.

De mal humor se fue.

Con un resoplido me senté y lo dije de nuevo.

Vane: No valía la pena.

Jayden: La valía.

Vane: No, no lo hacía. Y gracias por venir, pero como podrás darte cuenta, puedo manejar una situación así.

Jayden: Nunca lo dudé. —Con el ceño fruncido lo miré, sin embargo él no dijo nada y recostó la cabeza de la tumbona y se dedicó a calmarse.

Un poco menos emocionada comencé a leer el otro capítulo. A medida que avanzaba me llenaba de emoción otra vez.

Así que era por eso el título.

Laura le mintió a Kennedy, según ella fue a darle una sorpresa. Kennedy no era tonto, lo dudó, y por eso ella se acercó a él, lo besó provocativamente, mientras sus manos incursionaban en su cuerpo, y desde entonces comenzó una escena bastante explícita, no apropiada para leer en la playa. Las descripciones de sus manos sobre su cuerpo, las caricias, la forma salvaje de unirse. Vaya.

Sentí calor en mi cuerpo. Uno que aumentó al leer:

—Puedes entrar a mi habitación cuando quieras, solo me si me dejas entrar a mí después.

Y no se refería entrar a la habitación de ella, no señor, le demostró con una arremetida adónde era quería entrar después, y mis mejillas se sonrojaron ante su susurro ronco en el oído de Laura. Había mucha intensidad en ese capítulo.

Esa escritora sí que tenía inspiración en ese momento.

Vane: Jayden —llamé con la voz algo alterada. Me aclaré la garganta, dejando el libro de lado. El capítulo estuvo... Wau, simplemente wau —, ¿te importaría ponerme protector solar en la espalda?

Él abrió los ojos, ahora más claros. Mi percepción de él cambió por un momento.

Debía dejar de leer escenas de ese tipo si después lo vería a él, podría traer muchas consecuencias.

Jayden: Supongo que no.

Me acomodé sobre la tumbona con el estómago contra la madera, para darle un mejor acceso. Me mordí el labio sin poderlo evitar.

Las cosas que hacía por un capítulo.

Ahora quería sentir lo que sintió Laura cuando Kennedy la tocó. En esos momentos me gustaría estar en una relación, así podría experimentar esas cosas sin vergüenza ni necesidad de utilizar excusas. Pero después recordaba lo que conllevaba tener una relación y la idea se me pasaba.

Jayden se sentó a mi lado, buscó el protección solar dentro del bolso y después se aplicó este en las manos. Mi corazón comenzó a latir más rápido. No sabía lo que sentiría al tener sus manos en mi estado, y muy a pesar de ello, todavía lo quería.

Cuando sus manos frías por el protector hicieron contacto con mi piel, algo parecido a lo que sintió Laura se instaló en mí. Las manos de Kennedy estaban calientes, las de Jayden estaba frías, y aun así me gustó. Sentía la fuerza y seguridad al tocar, como dijo Laura. Comenzó a bajar suavemente mientras aplicaba el protector y evité gemir con mucha fuerza de voluntad.

Se sentía tan bien.

Una sensación electrificante me recorrió por donde sus manos pasaban y masajeaban. Cerré mis ojos para disfrutar de la sensación. Por un momento detallé el lugar exacto de sus manos, la forma en la que las movía, lo caliente que se volvían a medida que el producto era dejado en mi piel, y otra vez casi suspiré. Sus manos se introdujeron en los pliegues del sujetador y mi mente explotó.

¿Y si bajaba lentamente por los lados hasta encontrar mis pechos?

¿Qué me hiciste, Laura? Me convertiste en una pervertida.

Las manos de Jayden siguieron bajando por mi espalda sin ser consciente de lo que pasaba por mi mente. Al llegar a mi espalda baja otro de esos pensamientos surcó mi mente en busca de pervertirme. Incluso pensé en que me daría una nalgada y diría algo como:

—Ya está, hermosa, ¿deseas algo más?

Pero eso no fue lo que sucedió. Alejó sus maravillosas manos de mi cuerpo, me dio un fugaz beso en el hombro y se sentó otra vez en su tumbona como si no acabase de alborotar mi cuerpo con unas caricias.

Jayden: Listo.

Mi cuerpo y mente se sintieron insatisfechos al escuchar su simple y vacío: "listo". Pudo haber dicho algo mejor, pudo ser más como Kennedy e inventar algo ingenioso y provocativo. Ni siquiera me lo dijo al oído.

Resoplé por lo bajo mientras me acomodaba otra vez en la tumbona.

Jayden no era como los protagonistas de los libros, anotado.


Listo... Listo, que acabó el capítulo, jajaja.

¿Vieron? Sí llegué, un poquito tarde pero llegué y espero haberles dado un capítulo digno de leer. A mí me gustó mucho.

¿Qué tal estuvo?

En el capítulo pasado casi no comentaron 😔 ¿Acaso están tan enojadxs conmigo?

Ya no me desapareceré, más porque los capítulos empiezan a ser menos difíciles de editar.

¿Qué tal si probamos a publicar Lunes y Viernes? No digo que será contundente, pero podríamos intentar y así ustedes tienen un margen de días y no andamos todos flotando en el aire, jeje.

Espero que les haya gustado, que dejen algún comentario, y gracias por los votos, son un amor.

Hasta el lunes, personas del mundo, tengan un lindo fin de semana.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top