3) Creciendo con ellos (parte 2)
Pasamos toda la primaria juntos; hablando, jugando, estudiando, divirtiéndonos mucho, y haciéndonos bromas. Aún recordaba cuando Jayden me arrojó a la fuente de la escuela, y la forma en la que me vengué.
Estaba en la fuente de la entrada hablando con Génesis sobre lo que íbamos a ser cuando fuésemos grandes, y de repente sentí a alguien empujándome. Cuando me di cuenta, estaba dentro de la fuente, empapada, viendo al idiota de Jayden riendo a carcajadas, y supe exactamente lo que pasó, y eso me enojó, y mucho.
Génesis me ayudó a salir de la fuente. En ese momento me juré a mí misma que me vengaría, a pesar de que una maestra al ver lo pasó castigó a Jayden y mandaron a llamar a sus padres. No me iba a quedar así, ese fue un gran error que él cometió y pagaría.
Dos semanas después entré al salón de clases y tomé la mochila su mochila. Salí del salón y le pedí a Génesis que le dijera a Jayden que me viera en la fuente. Cuando este llegó me vio arrojando todos sus cuadernos y su mochila a ésta.
Desde ese día dejó de hacerme bromas de ese tipo, además de que tuvo que repetir todos sus cuadernos, ya que todos se mojaron.
Terminamos la primaria siendo los mejores estudiantes nuestro salón. Sí, incluso Jayden.
Génesis y yo decidimos pedirles a nuestros padres que nos inscribieran en la misma secundaria, y ellos. después de muchas súplicas aceptaron. Lo que me sorprendió fue que a Jayden también lo inscribieron en la misma secundaria que a nosotras. No fue tan malo, de hecho, Jayden se convirtió en mi mejor amigo y también el de Génesis.
Un día simplemente nos cansamos de pelear, o bueno, la verdad era que Jayden había tomado mi bolígrafo favorito, había salido corriendo con él y lo perseguí hasta que al final terminamos sentándonos bajo un árbol muy cansados por todo lo que corrimos por su culpa.
—Jayden: ¿Por qué me odias tanto? —preguntó con la voz agitada, mientras yo terminaba de sentarme junto a él.
Al analizar su pregunta me giré a verlo con el ceño fruncido. No podía creer que estuviera preguntándome eso tendiendo en cuentas dos cosas.
—Vane: Porque tú me odiaste primero, y desde pequeños me haces la vida imposible —le respondo. buscando aire para llenar mis pulmones. Él me miró con el ceño fruncido.
—Jayden: Eso no es cierto. La verdad te molestaba porque no te caía bien, y me molesté porque nunca te hice nada para que me odiaras —dijo, y supe que ya se había recuperado del ajetreo que nos tomó desde el salón hasta aquí.
—Vane: Claro que es cierto. Recuerdo que cuando nos conocimos me halaste el cabello y me pateaste, y yo no te hice nada —miré a esos ojos castaños que había heredado de su padre, como casi todo su físico.
—Jayden: Recuerdo ese día. Y no te molesté porque me cayeras mal, sino porque cuando llegamos me miraste mal, como si no te agradara.
Recordé el motivo al instante.
—Vane: Ese día estaba molesta porque nadie me había regalado nada. Cuando llegaron ustedes me extrañé al verlos, porque siempre cenábamos solos —le expliqué, pensando en lo extraño que era no estar discutiendo con él en este momento, y estar sentados bajo un árbol, sintiendo la brisa de la mañana, con tranquilidad, algo que nunca ha habido entre nosotros—, no pensé que te molestara que te mirara mal.
—Jayden: Supongo que estaba acostumbrado a que todos me miraran de un forma tierna, y que me dijeran que era muy adorable, y todas esas cosas.
—Vane: ¿En serio?, ¿Entonces te creías una súper estrella miniatura o algo así? —mi comentario hace que una sonrisa se forme rostro, relajándolo. No me había dado cuenta, pero cuando no estábamos discutiendo él no era tan tonto, ni idiota.
—Jayden: Supongo que sí. Me gustaba la atención.
Su encogimiento de hombros y sus palabras me hacen reír por un momento.
—Vane: Y aún lo hace. No creas que no me he dado cuenta de como entras a la cafetería, como si estuvieras en una película.
-Jayden: ¿Qué puedo decir? Aún me gusta mucho la atención —sonreí. Ahora que lo pensaba, esta versión de Jayden no era tan desagradable—. ¿Sabes?, siempre quise agradarte, pero cuando estaba frente a ti y no me prestabas atención me enojaba y te molestaba.
—Vane: Supongo que soy culpable de eso. Es que cuando alguien no me cae bien no le presto atención, nunca lo he hecho —me encojo de hombros con una sonrisa antes de verlo levantarse.
Pensé que había dicho algo malo y él ya no quería hablar conmigo. Por alguna razón eso me afligió, porque había sido agradable esta pequeña charla.
—Jayden: ¿Qué tal si comenzamos de nuevo? Creo que ambos cometimos un error, y bueno, no creo que seas tan despreciable, sobre todo por lo que le hiciste a Kimberly hace una semana – comentó con diversión, mientras me extendía sus manos para ayudarme a levantarme.
En mi interior sentí alivio por alguna razón.
—Vane: Fue épico. Le dije que no debía llamarme tonta ni una vez más, y lo hizo...
Me puse de pie con su ayuda.
—Jayden: Y por eso pusiste una rata en su mochila.
Mientras él reía recordé lo difícil que fue encontrar aquella rata.
—Vane: creo que la rata sufrió más con los gritos de Kimberly, que ella viendo a ese animalito en su mochila —comenté y reí, acompañando al castaño junto a mí. Sólo hasta que nuestras risas se detuvieron, y él me vio con una sonrisa de lado.
—Jayden: ¿Entonces que dices, Vanessa?, ¿Quieres comenzar de nuevo?
Me extendió su mano y yo con una sonrisa la tomé. No creía que fuese mala idea, después de todo Jayden era conocido en este lugar por sus increíbles bromas y sería un placer ayudarlo a organizar algunas de ellas.
—Vane: ¿Por qué no?, creo que será divertido —me encogí de hombros antes de soltar su mano y sonreírle.
—Jayden: Bien. Después de todo no fue tan difícil convencerte.
Mi ceño se frunció ante su mirada sonriente. Podía ver como le brillaban los ojos, cosas de la que antes no me había dado cuenta.
—Vane: ¿Planeaste todo ésto? —pregunté, mientras comenzábamos a caminar hacia el salón. La clase había comenzado hace algunos minutos y teníamos suerte que tocaba la maestra más amable que podía existir.
—Jayden: digamos que estaba un poco cansado del odio sin justificación, y cuando vi la oportunidad, la aproveché.
Me abrió la puerta principal, algo que nunca en su vida había hecho.
—Vane: creo que tienes suerte —comenté mientras nos acercábamos al salón. Antes de llegar recordé por qué habíamos salido de éste en un principio—. Y ahora que recuerdo, ¿podrías devolverme mi bolígrafo por favor?
Me paré a poco metros de la puerta, frente a él, quien alzó las cejas con diversión.
—Jayden: Vaya, hasta te has vuelto amable. ¿Por qué no hice ésto antes? —reflexionó para sí mismo y luego me miró con una sonrisa— Y respondiendo tu pregunta... No te lo devolveré.
—Vane: ¿Qué?
—Jayden: Que me quedaré con él —dijo como si nada, sin darse cuenta de cómo era el bolígrafo en verdad.
—Vane: ¿Si te das cuenta de que es rosa y tiene unicornios, cierto? —cuestioné mirando el bolígrafo en su mano izquierda, que me había dado cuenta, era su mano dominante. Él hizo lo mismo por unos segundos, pero luego sonrió y me miró.
—Jayden: No importa, será como un regalo por una nueva amistad —comentó sin borrar su sonrisa—. Ah —se quitó una pulsera algo masculina para mi gusto, y sin mi permiso me la puso—, éste es mi regalo para ti —sin poder evitarlo sonreí. Este chico era todo un caso.
—Vane: En serio que eres único.
—Jayden: Lo sé, pero será mejor que entremos. Puede que Mary sea una buena persona, pero tampoco hay que abusar —me sugirió mientras me empujaba al salón.
Cuando entramos, luego de unas disculpas, Génesis me vio el brazo en la que tenía la pulsera de Jayden, que ahora era mía, y luego vio mi bolígrafo en la mano de él, quien lo usó en toda la clase sin importarle que alguien haya reconocido que era de niña y era mío. Pero lo que más me importó fue la mirada de Génesis diciéndome: "Hablaremos luego".
Y así fue como comenzó nuestra amistad.
Pasamos muchas cosas en la secundaria y en la preparatoria. Jayden y Génesis tuvieron sus primeros novios, yo comencé a desarrollar más mis sentimientos por Erick, el mejor amigo de mi hermano. Antes me había gustado, tenía unos ojos muy lindos. Pero con el tiempo comencé a ver más que eso y debía reconocer que cada vez que lo tenía cerca se me aceleraba el corazón y me ponía muy nerviosa. A mis mejores amigos les rompieron el corazón por primera vez, y a pesar de jurar jamás volver a enamorarse, sucedió unas cuentas veces más.
Nos divertimos mucho haciéndole bromas a esas personas que se creían mucho, como a Amanda, cuando "sin querer" le depilamos las cejas y faltó dos semanas a la escuela. O a Marco, cuando "por accidente" le pegamos 12 chicles en el cabello. Tuvo que rasurar su cabeza. O cuando "por casualidad" alguien comenzó una guerra de comida en la cafetería, la cual terminó casi toda en la mesa de los populares. O cuando el último día de clases colocaron (ya saben quiénes) pintura negra en los casilleros de los populares.
Fue increíble estar con mis mejores amigos.
Al final terminamos la preparatoria con honores, éramos bueno en ocultar las cosas, y cuando se tenía dinero se podía controlar todo. El director jamás pensó en nosotros y por muy mal que sonara, me gustaba aprovecharme de la situación financiera de mi familia, con anterioridad también me había hecho pasar cosas malas, así que era momento de hacerme pasar cosas buenas.
Realizaron un gran baile para nuestra graduación, los tres fuimos juntos ya que no teníamos con quién ir, la pasamos maravilloso, nos divertimos mucho, aunque ninguno ganó como rey o reina del baile, simple y llanamente porque nunca nos postulamos, y digamos que no éramos los favoritos para cerrar el año. Esos ya estaban preseleccionados desde que comenzó la secundaria. Tampoco le tomé mucho importancia, estaba más concentrada en el discurso de mi mejor amiga, y en la mala noticia después de ella.
Jayden se iba a Reino Unido dentro de una semana, y no nos había dicho porque no quería que nuestros últimos días juntos fuesen tristes.
La semana pasó muy rápido, tanto, que cuando nos dimos cuenta estábamos acompañando a nuestro mejor amigo al aeropuerto, donde nos despedimos de él en un momento muy triste para todos, pero sobre todo para mí. Nosotros éramos más unidos que él y Génesis, ellos tenían más en común sobre su forma de ser, pero había algo entre Jayden y yo, ese algo que solo se consigue en una persona con la que creas una conexión amistosa, eso fue lo que nos pasó.
Nuestro mejor amigo se fue lejos. Podría verse dramático, pero estuvimos en depresión durante algunas semanas. No nos alejábamos, nos sentábamos a ver películas sin verlas en realidad, nos quedábamos en la noche suspirando y esperando a que milagrosamente nuestro amigo volviese a entrar por la puerta. Era miserable nuestra situación, pero la ausencia de Jayden se sentía en cada momento. Nadie nos fastidiaba, nadie hablaba de tonterías o curioseaba de todo, nadie estaba por ahí haciendo lo que Jayden hacía. Y dolía, dolía perder a alguien como él, porque para ser sincera, jamás dijo cuándo volvería, y si no lo había dicho, entonces era porque podría no hacerlo nunca.
Por esa razón decidimos no separarnos. Decidimos estudiar en la misma universidad, la misma carrera porque a ambas nos gustaba, y nos mudamos en un mismo departamento a los veinte.
Mientras iba a la universidad papá comenzó a enseñarme cómo dirigir la empresa. Algunos días después de las tandas iba a la empresa y comenzaba a practicar con él. De hecho hice mis prácticas allí, agradeciendo que a mi hermano no le gustó la idea de heredar la compañía de papá y allá decidido abrirse paso por sí mismo. Me hacía feliz poder llevar el control, era mi sueño llegar al lugar donde estaba mi papá, y me esforcé durante mucho tiempo para conseguirlo.
Al día de hoy, a mis veinticuatro años, todavía sigo escalando paso a paso. A veces me desesperaba por no llegar, pero me calmaba y disfrutaba de cada oportunidad allí, así como de cada oportunidad con mi familia y mis mejor amiga, a quien por cierto, ya habían fechado y estaba presa en las garras del amor.
Todavía extrañábamos a nuestro mejor amigo, no lo iba a negar. A veces me quedaba ratos pensando en él y en lo que pudo ser nuestro periodo universitario a su lado. De seguro las cosas hubiesen sido más divertidas de lo que por sí fueron. Y después venía el pensamiento de Erick, quien un dos años después de que Jayden se fuera, también se fue a Houston a trabajar. Su partida dolió mucho más de lo que quise aparentar.
Pero había una alegría, una que me hizo despertar con buen humor al leer un mensaje de mamá, la repetición de papá unos minutos después. Un mensaje que llenó de color mi vida.
"Los Hernández volvieron"
Eso que quería decir que... Jayden volvió... ¡Volvió!
¡Siete años y estaba aquí otra vez!
Se lo conté emocionada a Génesis, quien se puso tan feliz como yo. Durante toda la mañana planeamos lo que nos pondríamos y lo que diríamos cuando lo viéramos, porque habría una cena mañana en la casa de mis padres. Pero hubo un problema, un solo problema.
La cena era íntima. Eso quería decir: Génesis no podía ir.
Trató de darme ánimos diciendo que se quedaría con su novio, y después de unas cuentas insistencias lo acepté. Sabía que la idea de quedarse con su novio no le parecía mala, tenía una especie de obsesión nada sana con la cercanía de su novio y cada vez que lo tenía cerca necesitaba tocarlo, acariciarlo, decirle cosas bonitas y besarlo. Era Génesis siendo Génesis.
Después de despedirme de la pareja ya entrada la noche, conduje a casa de mis padres para no tener que hacer un largo viaje mañana, además de eso aprovecharía el tiempo para ver a mis padres y pasar un poco de tiempo con ellos antes de volver a mi mejor amigos, de quien ya no sabía nada.
¡Hello, everybody!
Espero que les hayan gustado los tres capítulos introductorios de la historia. Tal vez no eran los más interesantes, pero eran necesarios, así la historia podrá avanzar sin confusiones y además, se habrán reído aunque sea un poco ¿no?
Sino es así entonces mi humor está muy oxidado y debería ir a revirarlo.
Les agradezco por seguir aquí, por haber votado si lo han hecho, por haber comentado también si lo han hecho, y por leer, principalmente por leer.
Ahora sí, comienza la verdadera historia.
¡Disfruten y besos!
😉
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