24) Una cita sorpresiva

Solo diré que ustedes quisieron que usemos a Erick para dar celos, y usaremos a Erick para dar celos, ¿De acuerdo? De acuerdo.

(Fue una broma, desde siempre la historia estaba planeada así... Casi. Pero bueno, lo aprovecharemos 😈)

Mientras entraba en la bañera se me revoloteó el estomago por los nervios. Hoy tendría una cita con Erick y estaba muy emocionada con ello. Antes, hace una semana cuando volvió, no pensé bien porque estaba sorprendida, pero me dije que esta podría ser una señal. ¿Y si debía luchar por él? ¿Y si era lo que necesitaba ahora que mi vida empezaba a ponerse de cabeza?

Erick siempre revolucionó mi mundo y yo quería revolucionar el suyo por más que supiera su opinión sobre mí... Como una hermana menor.

En tanto me restregaba mi mente se iba de un lugar a otro, también tarareé un poco. Tenía motivos para sentirme feliz... A medias.

¿Saben esos momentos en los que las cosas se ponen sumamente difíciles y crees que todo terminará mal, pero al final la solución es simple? Como cuando estás en la escuela y te ponen un trabajo o práctica. Hay cosas ahí que no te explicaron como tal, y te turbas, y te enredas, e incluso sientes que lo que aprendiste lo olvidaste. Y llega la maestra a explicarte y notas cuán fácil era la solución.

Algo parecido pasó con Jayden.

Estábamos en un punto tan critico que por mi cabeza pasó la idea de que nuestra amistad no sería lo mismo. No desde aquel beso en el que pensaba de vez en cuando sin poderlo evitar.

Nos ignoramos mutuamente cuatro días seguidos, cosa que no era difícil considerando nuestro trabajo. Lo difícil era que llegara tarde y ni siquiera me mirara. La idea de que estuviese con Verónica antes de llegar a casa llegaba a mi mente y me gustaba menos esa chica.

Pero un día pasó.

Eran alrededor de las seis y media de la tarde, salí temprano de la empresa pero aun así me instalé en mi cama a adelantar un poco de trabajo para mañana. Ya estaba instalada, con la laptop sobre mis piernas, mi cabello en un moño desarreglado y mi cama sirviéndome como escritorio. Vestía ropa de casa por lo que me sentía cómoda.

Y como no pasaba desde hace cuatro días, Jayden entró en la habitación temprano, enfundado en un traje azul marino y con el cabello ligeramente revuelto, como si se hubiese pasado la mano por él muy seguido. Su corbata estaba un poco floja, pero no lo suficiente como para que alguien más que él la haya tocado sino sí mismo. Al parecer estaba nervioso.

Suspiró cuando sus ojos se encontraron con los míos desde la puerta y agradecí estar sentada, de lo contrario mis piernas temblando me dejarían en el piso.

En sus ojos había algo de cansancio, como si estuviese cansado de algo. Y después de mirarme un rato, buscando algo en mí además de la confusión y el miedo de que esto solo fuese un juego y al final pasara de mí otra vez, lo soltó:

Jayden: Lo siento —dijo, sintiéndolo de verdad. La fuerza y cansancio de su voz fue extraño, pero me confirmaba que estaba arrepentido—, lamento lo que pasó, ignorarte, lo que está pasando ahora. Esto no está bien. Siento que algo no está bien y no puedo seguir así, ¿Comprendes? Es como si te alejaras y no quiero eso. —Sus ojos, antes cabizbajos volvieron a los míos—. Lamento todo lo que pasó y lo que hice desde hace días. Sé que no estuvo bien.

Suspiré. Esta, esta era la respuesta sencilla que me costaba tanto buscar. Pero bien, era su turno de dar el paso, demostrar su arrepentimiento. Él fue quien me ignoró, quien casi me discutió en el gimnasio, y quien volvió a besarme como nunca lo hicieron, o no que yo recordara.

Vane: Y yo también lamento lo que pasó —Sus cejas se alzaron con duda. No quería admitir esto pero era el momento. La respuesta fácil. Con las mejillas sonrojadas lo dije—: Lamento haberme... ¿dejarme llevar? —pregunté abochornada. No quería pensar qué significaba eso.

Jayden se puso tan incómodo como yo. No solo me dejé llevar...

Jayden: Por la situación —concordó con las manos en los bolsillos, queriendo quitarle importancia a cómo nos dejamos llevar... Eso no fue de amigos—. También lamento eso.

Vane: Ah. —Fue lo único que salió de mi boca, cosa que lo desesperó un poco. ¿Pero qué quería que dijera?

Jayden: Me estoy esforzando, ¿bien? —dijo frustrado—. No es fácil pararme aquí y disculparme, no me gusta y lo sabes. Lo siento, en serio lamento complicar las cosas. No estuvo bien.

Vane: De acuerdo —contesté con una sonrisita. Se veía adorable así—, pero solo si prometes no volver a ser un idiota conmigo.

Se rascó la nuca, sin sorprenderse de que sucumbiera tan rápido.

Jayden: Puedo prometer intentarlo —Mi boca se abrió con indignación. ¿Tan poco le importaba? Yo trataba de decirle mi corazón que no se entusiasmara tanto por tenerlo en frente y disculpándose, y él solo dice que lo intentara—. Me conoces, sabes que soy bueno en ser medio imbécil a veces.

Vane: ¿A veces? —Alcé las cejas y él rió.

Jayden: Sí, a veces. Suelo tomar buenas decisiones... De vez en cuando.

Vane: ¿Ah sí? ¿Cómo cuáles? —Me crucé de brazos, a la espera que me dijera aquellas ocasiones en las que no se dejaba llevar y pensaba con suficiente mente fría.

No me esperé la respuesta que me dio.

Jayden: Como venir a pedirte disculpas.

Vane: Ah —volví a decir al no encontrar qué más contestar.

¿Por qué lo decía así y en ese momento? Y ese fue otro momento de mejores amigos que malinterpreté, que mi estúpido corazón sintió de otra forma.

Él sonrió con algo de burla.

Jayden: ¿Alguna filosofía contiene ese ah que no entiendo? —se burló, pero algo me dijo que en serio quería saber la respuesta.

Vane: No, solo es un ah —bromeé.

Él se removió un poco en la puerta, parecía un niño pequeño al que habían regañado y me dio tanta terminara que sonreí.

Jayden: ¿Entonces? ¿Me perdonas? —y me dio más ternura.

Vane: No me has hecho la promesa.

Jayden: Lo intentaré, en serio —y claro que lo haría, parecía seguro, así que asentí.

Vane: De acuerdo. —Después de eso volví mi vista a mi computadora, pero él no se movió y sabía por qué.

Jayden: ¿Y no hay ni un abrazo ni nada? ¿Así de seco?

Vane: No te lo mereces, me hiciste enojar mucho —contesté mientras levantaba la vista con una sonrisa divertida. Claro que no dejaría unas disculpas así como así, sino no eran disculpas.

Jayden: ¿Uno por el esfuerzo? —Negué con diversión—. ¿Uno pequeño? —volví a negar—, ¿Enano? Bueno, enano no, es como decir que me darías un abrazo entero —se burló de mi estatura y mi boca se abrió con indignación. Pero el señor no hizo más que reír—. Vamos, no te cuesta nada.

Vane: Me tendré que levantar de la cama.

Jayden: Será solo un segundo.

Reí mientras me ponía de pie y me acercaba a él.

Vane: Pero solo esta vez. —Lo señalé con el dedo.

Él negó, extendió su brazo hasta que tomó el mío y sin perder el tiempo me haló hacia su cuerpo y me arropó con sus brazos. Mis latidos de por sí alterados se alteraron un poco más por su calidez y ese olor tan agradable que emanaba.

Jayden: Ahora sí —Me separó para que lo viera—. ¿Amigos?

Y sentí como me bañaran con agua de congelador para despertar.

Me obligué a sonreír.

Vane: Amigos.



Es lo mejor, pensé mientras alzaba mi pie y me llenaba de espuma. Me estaba tomando muy bien este baño y todo porque saldría con aquel que siempre me alteró. Tal vez las cosas no eran como antes, antes era una adolescentes y mis hormonas estaban todavía más alteradas. Antes Erick me miraba y a mí me temblaban las piernas. Ahora también pero puedo controlarlo.

Aunque él tampoco era que se esforzara mucho en alimentar mis sentimientos. "Como en los viejos tiempos" dijo cuando llamó a mi oficina el jueves para invitarme a salir.




Achiqué los ojos leyendo la diminuta letra en los documentos que tenía en frente, ¡¿Acaso les costaba tanto agrandar un poco?! Solo se gastaría un poco más de papel y tinta, nada que no podamos costear.

El teléfono a mi lado sonó, sacándome de mi pelea con la letra chica. Lo tomé algo distraída, esperando escuchar la linda y pacifica voz de mi amiga Eva. Ella era increíble en su trabajo como secretaria, era dedicada, y también sabía aconsejar, tenía el pack completo. Además, era discreta y eso me hacía sentir en más confianza.

Vane: Eva —saludé—. ¿Qué pasa?

Eva: Alguien está en la línea, quiere hablar contigo.

Mi ceño se frunció. No se suponía que tuviera reuniones hoy después de las dos.

Vane: ¿Y dijo quién era?

Eva: Erick Donnovan —Mi corazón se detuvo— me dijo que era su nombre. ¿Lo conoces?

Ensimismada asentí, pero cuando me di cuenta de mi tontería me aclaré la garganta y respondí rápido y un tanto nerviosa... ¡Erick me estaba llamando, a mí! No pudimos hablar seguido después de vernos, estaba algo ocupada y tenía la situación Jayden encima, así que se me dificultó un poco verlo.

Vane: Yo, claro, pásamelo —Traté de sonar casual... Traté.

Eva: En seguida.

Mientras ella pasaba la línea me di unas rápidas palabras de aliento. Puedes hacer esto, Vanessa, puedes hacer eso.

Cuando estuvo del otro lado me llevé el teléfono al oído, antes de escucharlo.

Erick: Hola —Mi cordura se fue por el drenaje. Su voz se escuchaba profunda del otro lado... Sexy.

Vane: Erick —Casi, casi grité emocionada. Era como cuando era adolescente, solo que ahí fui más exagerada y cada vez que me llamaba terminaba saltando sobre mi cama y gritando de emoción. Una vez incluso me caí y me llevé un buen golpe en la cabeza... Pero valió la pena.

Erick: ¿Cómo estás? —preguntó, ignorando mi tono hormonal.

Vane: Bien. Algo ajetreada con el trabajo pero lo normal, ¿Y tú?

Erick: Casi igual. No sabía que Jeyson se hizo más controlador, ¿Tiene algún problema?

Su indignación me hizo reír.

Vane: ¿Qué te hizo?

Erick: Qué no ha hecho. Es un milagro que no esté aquí ahora —Volví a reír—. Pero bien, no te llamaba para eso.

Mi estómago se apretó.

Vane: ¿Ah no?

Erick: No. Yo, bueno... quería saber si querías salir el domingo en la tarde.

Vane: ¿En serio? —Casi grité. Le estaba dando un espectáculo.

Erick: Claro, para recordar viejos tiempos.

Y ahí se fue el encanto. Viejos tiempos. Viejos tiempos donde tuve que confesarle mis sentimientos y no tuve de su parte nada más que no podía verme así, que era como una hermanita menor para él. Quise matarlo en ese momento, pero me resigné a dejar que llevara a casa y después de ahí lo vi lo estrictamente necesario hasta que surgió su viaje y se fue a Houston.

Pero él no se refería a esos tiempos, se refería a esos días en los que me recogía de la universidad o del trabajo cuando empecé las prácticas en la empresa, y me llevaba por ahí para animarme por la partida de Jayden. Me hacía sonreír mucho.

Erick: ¿Vanessa?

Preguntó al ver que no decía nada y salí de mi ensoñación.

Vane: Claro, claro, me encantaría salir contigo el domingo.

Erick: Genial. ¿Te parece a las tres?

Vane: Por mí más que perfecto —y casi suspiro.

Escuché su sonrisa y después su risa del otro lado. Esto fue emocionante por más que no tardó mucho, no como nuestras típicas llamadas.

Erick: De acuerdo. Tengo que colgar, tu hermano viene hacia acá y no parece muy feliz que digamos. —Después de escuchar mi risa y mi despedida, colgó justo cuando Jeyson le preguntó con quién estaba hablando.

Jayden no se lo tomó muy bien cuando se lo dije ayer en la mañana. No sé por qué, pero quería que supiera que saldría con Erick, él me restregaba prácticamente en la cara que salía con Verónica (aunque no de manera intencional), y yo quería hacer lo mismo. No estaba bien, con ello confirmaba que Jayden no me era del todo indiferente, pero tampoco quise pensar en ello. Estaba muy concentrada en su rostro rojo hasta el cansancio.

Estaba entrando en la habitación y lo vi en la cama dándole zapping al control remoto. Así que decidí decirlo lo más casual posible.

Vane: Saldré con Erick mañana.

El control en su mano se detuvo, y su cuerpo se volvió de piedra. Ni quiera se giró a verme, y si no fuera por el rojo que empezaba a adueñarse de su rostro, creería que se quedó petrificado.

Pensé que me reclamaría, pero después de unos segundos con la mandíbula apretada y a un paso de romper el control, simplemente siguió dándole zapping a la televisión e ignoró lo que dije.

No quise discutirlo más, sabía que él me escuchó y era más que suficiente. Era libre dentro de mi prisión y él no podía decir nada porque hacía lo mismo.

Después de eso no me habló más que lo estrictamente necesario. No era ni de cerca a lo que pasó antes, pero se notaba enojado por alguna razón así que lo dejé, y esta mañana cuando salió como algunas veces, tampoco dije nada. Supuse que iría con ella. Además del tiempo en el que nos interrumpía, Jayden no tenía mucho tiempo libre, y los domingos en las mañanas supuse que se los dedicaba a ella.

Como si una fuese de día y otra de noche, pensé con malestar.

Malestar que desapareció casi completo las dos de la tarde cuando salí del baño como nueva. Me veía y me sentía estupenda. Olía delicioso y mi piel se sentía más suave, más hermosa. Salí del baño y después de secarme me cambié por algo sencillo considerando el clima fresco casi todo el año de San Francisco. Me puse unos jeans azules claros, un suéter roja pálido, y mis vans blancas. Amo los colores pastel, son mi adicción.

Escuchando el timbre sonar terminé de pintarme los labios de rosa pálido. Me corazón se detuvo abruptamente, y después comenzó a latir super rápido.

Ahí estaba él... Me estaba esperando.

Me di una última mirada y a mi cola alta, y salí de la habitación con las manos sudando de los nervios, él siempre me ponía así aunque sabía que jamás me llevaría a lugares peligrosos. Siempre me haría feliz, y como sabía que odiaba esos lugares, nunca cruzaba por ellos.

Al bajar las escaleras casi me sujeté del barandal cuando lo vi. ¡Pero wau! No llevaba nada más que lo normal, jeans, camiseta y vans, pero ver cómo los pantalones se amoldaban a sus piernas, cómo su camiseta se ajustaba lo necesario a su brazos y hacía ver su pecho más grande, casi me caigo. Y más lo hice cuando sus preciosos y exóticos ojos grises se fijaron en los míos.

Siempre me encantaron.

Él, dándome un repaso sin mucho detalle, como sino quisiese que pensara en él como un pervertido, me sonrió apenado.

Erick: Lo siento, pero ya me voy. —Sin dejarme decir una palabra se dio la puerta.

Vane: ¿Qué?

Casi extendí mi mano para detenerlo. ¿Por qué se iba?

Él se giró con pose apenada, como si estar aquí fuese un error, o mejor dicho, estar frente a mí.

Erick: Me confundí de casa. Iba por una amiga, pero terminé aquí, delante de la mujer más bella que he visto en mi vida, y no sé cómo.

Apreté los labios para no soltar un chillido. ¡Vaya! Olvidaba lo original que llevaba a ser Erick con sus halagos. Era normal que se los hiciera a todas, no con malas intenciones, pero le hacía feliz ver cómo nos brillaban las miradas o nos sonrojábamos. Le gustaba hacernos sentir especiales.

Sintiendo mis piernas más débiles terminé de bajar la escalera.

Vane: Pero no tienes por qué irte. Esa amiga tuya no está aquí, yo podría hacerte compañía —le seguí el juego.

Pero el suspiró desganado.

Erick: Íbamos a salir.

Vane: ¿En serio? —Me hice la melancólica—. Bueno, pero yo puedo salir contigo. Digo, si no te molesta.

Erick: No tengo problema con que me acompañes, pero no me gustaría dejarla colgada, es una gran chica.

Se me llenó el pecho por dentro.

Vane: Supongo. Y también supongo que si esa chica es tan grande como dices, comprenderá que no pudiste quedarte a esperarla, ¿no? Debe ser comprensiva.

Erick: Lo es, pero también tiene un pequeño diablillo dentro que la convence de hacer maldades muy seguido. —No pude evitar reír cuando mencionó lo de diablillo. Fue un invento suyo porque según él, alguien como yo no podía ser tan vengativa y maliciosa. Pero bueno, así soy, una rara mezcla entre la ¿bondad?, y la maldad.

Vane: Entonces deberías alejarte de ella, no es seguro para ti estar cerca de alguien así.

Negó con convicción.

Erick: No la creo capaz de lastimarme. —Dejando la broma de lado se acercó a mí y besó mi mejilla, provocando que me sonrojara y mi estómago hormigueara por lo cerca que estaba y lo bien que se sentía—. Te ves hermosa —soltó cuando se separó.

Vane: ¿Vamos? —respondí en su lugar. Ya me sentía como una niña otra vez y él rio mientras me abría la puerta para que saliera, mencionando otra vez sobre la confusión.

Iba riendo cuando una puerta se azotó a unos metros. Allí parado junto a su auto estaba Jayden, acababa de llegar y ver a Erick aquí no le produjo felicidad, de hecho a pesar de la distancia vi cómo apretaba la mandíbula y lo aniquilaba con los ojos.

Me pareció extraño. Antes lo odiaba, eso lo sabía, pero ahora había algo más ahí. Algo que no dejó salir cuando abrió la puerta que azotó y se introdujo en su auto una vez más. Sin dejarnos procesar lo que vimos arrancó y desapareció.

¿Qué demonios le pasa?

Erick, quien no quitaba la mirada en la dirección por la que se fue Jayden como si analizase algo, las probabilidades de que algo ocurriese pronto, relajó los hombros, los cuales no sabía que tenía tensos, y después se giró a verme con una sonrisa un tanto tensa.

Volvió a guiarme a su BMW. Yo no sabía de marcas, apenas sabía de esta porque Erick me decía lo mucho que quería uno de estos auto, pero soy pésima para cosas como recordar marcas y series de autos.

Él me abrió la puerta, y partir de ahí fue como si nos transportásemos a aquella época agradable donde él me recorría, me abría la puerta y mientras conducía a nuestro restaurante a almorzar me preguntaba sobre mi día, mis actividades, y todo tipo de cosas. Me sentí tan bien que me explayé y le hablé incluso de las conversaciones que dejamos pendientes en nuestra última reunión.

Al llegar al restaurante estábamos tan cómodos y relajados que me sentía incluso acalorada. Me encantaba hablar con Erick. Siempre se interesaba por mis cosas, me hacía preguntas, me daba ejemplos con sus experiencias y me hacía reír mucho, cosas que hice muy seguido mientras comíamos. Podíamos hablar de temas importantes como tonterías, todo dependía del último tema del que hablásemos.

Mientras estuvimos ahí hablamos de los cambios en el menú, de mi hermano y lo loco que está, y de todo en general. Me la estaba pasando tan bien que no noté el momento en el que su mirada se perdió un poco hasta que fue muy evidente.

Mi ceño se frunció.

Vane: ¿Todo en orden?

Él sacudió la cabeza, negando algo o saliendo de alguna ensoñación.

Erick: Sí, no es nada.

Mi ceño se frunció un poco más.

Vane: ¿Seguro?

Erick: Sí.

Vane: ¿Entonces por qué una de tus cejas está ligeramente más alzada que la otra como cuando mientes?

Lo descubrí y no le gustó, no que conociera casi todos sus gestos.

Erick: No es nada, en serio.

Vane: ¿No confías en mí? —Me fui por la manipulación y posteriormente la presión. Erick era muy extrovertido, pero tenía un detalle muy importante... No hablaba de cosas personales con nadie, creo que ni con mi hermano y eso que ellos son muy unidos. Solía sacarle cosas cuando lo presionaba, pero sabía que no era ni una cuarta parte de lo que pasaba por su cabeza.

Me entristecía que fuese tan cerrado.

Erick: Claro que confío en ti. —Trató de sonreír y por el gesto supe que de algo realmente importante se trataba. Además, cuando estábamos aquí jamás, repito, jamás se distraía. Era como este restaurante clásico lleno de madera nos transportara a un lugar más agradable donde podríamos hablar durante horas y comer la deliciosa comida que se sirve aquí. Erick jamás se perdería eso, ni siquiera de venir con alguien más.

Vane: Entonces puedes decirme. No te juzgaré, te lo prometo. Sé que apenas estamos iniciando otra vez, pero sabes que cuentas conmigo siempre, pase lo que pase. ¿Qué sucede?

Él soltó un largo, largo suspiro.

Erick: Es complicado, más de lo que me gustaría.

Vane: ¿Tiene que ver con la chica que te gusta? —Caí en la cuenta de por qué se vería tan sensible en la medida de lo posible delante de mí. No había cosa que afectara tanto a un hombre como una mujer.

Y la idea dolió casi tanto como ver su cabizbajo asentimiento.

Vane: ¿Qué pasa con ella? ¿No siente lo mismo que tú?

Erick: No creo que ese sea el problema, tenemos algo especial,  desde hace mucho lo tenemos, y sé que ella todavía la siente. Pero como te dije, es más complicado de lo que me gustaría.

Vane: ¿Cuál es el problema? —pregunté con el ceño por demás fruncido. ¿Había algo tan complicado como para que Erick no lo solucionara?

Debía ser muy grande, y si él seguía detrás de ella era porque valía mucho. Tanto que sentían algo especial juntos. Eso dolió más de lo que quise reconocer.

Erick: Ella está... —Lo dejó al aire porque mi celular comenzó a sonar, y por primera vez en una hora, fui consciente de que el mundo seguía dando vueltas y que esto era el aquí y el ahora, no hace poco más de cuatro años.

Viendo cómo apretaba la mandíbula con resignación saqué el celular de mi bolso y lo revisé. Sabía que él no dejaría que dejara pasar la llamada por esto, aunque yo estuviese muy interesada en saber qué iba a decir.

Mi ceño se frunció y la confusión llegó a mí cuando vi el nombre en el identificador.

¿Lucía? ¿La mamá de Jayden?

¿Por qué me llamaba?

Con duda contesté. Ella no era de las que llamaba así por así.

Vane: Hola, Lucía, ¿Cómo estás? —Traté de sonar animada, viendo cómo Erick buscaba el nombre en su cabeza y cuando lo encontró algo pasó por sus ojos.

Pero el sollozo de esa mujer tan dulce me trajo de vuelta hacia ella.

Lucía: No muy bien, cariño. Nada bien. —Su voz se escuchaba apagada, triste.

Mi pecho se apretó y por alguna razón empecé a sentir pánico subir por mis pies.

Vane: ¿Qué? ¿Qué pasa? —pregunté asustada por lo que saldría de su boca, llamando la atención de Erick.

Ella suspiró del otro lado antes de soltarlo.

Lucía: Jayden... Tuvo un accidente.

Solo diré que AMÉ compartir con ustedes en el capítulo de ayer y por eso me pasé gran parte de mi madrugada reescribiendo y editando este capítulo para ustedes. Sus comentarios y respuestas fueron increíbles, y aunque estoy un poco loca, ustedes me hicieron caso y pasamos un rato agradable en los comentarios. Y algo que quiero dejar claro, es que en los comentarios no soy la escritora en su totalidad, ahí me desahogo un poco con ustedes y me burlo un poco de los personajes, porque ¿por qué no? Siempre hay sus chistecillos que es divertido sacar.

O sea, me encantaría escribir un capítulo entero de cuánto lo amé, pero no puedo, jejeje. Sino se aburren y se van, y no puedo dejar que se vayan todavía.

También quería decirles que si me comentaron algún capítulo y no tiene respuesta es porque se me saltó entre los que contestaba, soy muy despistada, lo siento. Así que si quieren que conteste solo deben decirme qué capítulo es y yo voy a responder corriendo.


Ahora... Ahora vengo a amenazarlos.

¿Quién de aquí es Team amor/odio para Jayden?

Si no hay cinco personas en ese Team lo mato en el siguiente capítulo.

😂😂😂😂 No mentira... Quizás sí lo mate, pero no por ustedes. O tal vez no lo mate, todo depende de cómo me sienta en el transcurso de día.

¿También hay alguien el Team Erick? Miren que se integra cada vez más en la historia y tiene algo que decir... En su momento. 

Solo me resta agradecerles a cada uno de ustedes por sus votos, sus comentarios y lectoras. Por ser lectorxs fieles que siempre están dispuestos a leer cada capítulo que subo y estar ahí, muchas gracias a todos, me hace muy feliz ver que algo tan agradable como escribir se puede compartir con alguien más y es tan bien recibido.

Yyyy bueno, las cosas empiezan a ponerse turbulentas en la historia. Vanessa salió con Erick, algo que estoy segura, todos querían que pasara, Erick trató de decirle algo, y al final... Bueno, al final Jayden pues interrumpió sin si quiera pretenderlo, aunque algo me dice que quería hacerlo por su forma de irse al ver a Vanessa salir de la casa con Erick.

¿Qué tal el capítulo?

¿Tienen hipótesis? Me encantaría leerlas.

Pero en fin, para no aburrirlos más, aquí se despide su escritora, editora y publicadora.

¡Hasta el próximo capítulo! (y este sí no viene tan pronto, pero tampoco tardaré dos semanas).


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