20) Un San Valentín interesante
Holaaaaaaaaaaaa!!
Lo sé, es tardísimo, pero no quería irme a dormir (en realidad no lo haré, tengo muchas cosas que hacer esta semana), sin publicarles este capítulo tan especial. Espero que les guste tanto como a mí, y que voten y comenten si es el caso.
Me gustaría aclarar que digamos que a cierta escritora se le fue un poco la mano con este capítulo y tiene más palabras de las que pretendía. Pero tranquilos, que creo que no lo hice tan mal y la lectura se hace amena.
Pero bueno, ya vayan a leer y al final me dicen que les parece 😉
Al día siguiente pude convencer a Jayden de que me dejara volver al trabajo, ya me sentía mucho mejor y estaba dispuesta para integrarme en la vida laboral otra vez. No me puso muchas objeciones, él también sabía que me encontraba bien. Lo que no me esperé fue encontrar todo el trabajo que estaba sobre mi escritorio. Dos días y parecieron dos años.
Eva y Génesis me ayudaron lo más que pudieron, pero no pudieron hacer mucho, y ese dolor de cabeza que pensé, había dejado detrás, volvió y me punzó la cabeza durante un rato. Pero así era esto, un dolor de cabeza no impediría que cumpliera con mi deber, tenía obligaciones y debía cumplir con ellas.
Los dos días siguientes estuvieron entre resolver problemas y adelantarme con el trabajo.
Al despertar sentí frío junto a mí y gruñí... Jayden no estaba en la cama. Ahora tenía la costumbre de dejarme dormir demás y eso me enojaba. No podía dejarme dormir, debía decirme que me levantara a trabajar.
Con un resoplido me levanté, pero mi comienzo de mal humor quedó en el olvido cuando recordé qué día era hoy... San Valentín.
Nunca fui muy entusiasta del San Valentín, pero Jayden dijo que me daría un regalo grandioso y eso me mantiene en vilo. Hoy por fin sabré qué es. Así como él sabrá cuál es el mío.
Con mejor humor me preparé para un nuevo día de trabajo. Al terminar me miré en el espejo y me sonreí. A veces no podía creer que en serio estaba en ese lugar. Era agotador, sí, pero era lo que siempre quise y al fin tengo. Se me llenó el pecho de orgullo.
Bajé a la cocina con una sonrisa en la cara, ahí ya estaba Jayden desayunando en la mesa. Al verme entrar sonrió ampliamente y mi estómago se retorció un poco. Se levantó sin decir una palabra y se acercó a mí. Cuando lo tuve en frente su deliciosa fragancia llegó a mis fosas nasales y levanté la vista para centrarme en sus ojos brillantes.
—Jayden: Buenos días —dijo, y no bien lo hizo tomó una de mis mejillas y me besó... ¡Me besó! Sentí cómo me derretía en mi lugar. Mi mente, la cual debía estar en alarma, no reaccionaba como debería, estaba tan mareada como yo, como me ponían los labios de Jayden cuando se movían sobre los míos y me producían esas cosas raras en el estómago. Era como si jugara con mi boca y me debilitaba las piernas que lo hiciera. Unos segundos después se alejó de mí, y por más incorrecto que fuera, quise inclinarme hacia adelante y besarlo otra vez. Era uno de los pocos con los que sí me gustaba besarme, y no quería admitir que era el mejor— Feliz San Valentín —dijo sin soltarme.
Abrí los ojos y lo miré, no se alejó mucho y por eso me di perfecta cuenta de sus ojos brillantes, felices, de sus labios húmedos por los míos, y en mi creció la necesidad de besarlo otra vez. Me asustó esa necesidad. Es por eso que con delicadeza y sin dejar de ser cautiva de sus ojos me alejé de él. Eso no estaba bien, esto debía ser costumbre, nada más, no podían gustarme sus besos, solo debían ser besos y nada más.
—Vane: Feliz San Valentín —le deseé mientras me acercaba a la mesa. Esmeralda no estaba por ningún lado, y ella era la que más se hacía notar del personal—. Veo que amaneciste de buen humor.
—Jayden: Tengo motivos para hacerlo.
Sin importarle haberme besado en medio de la cocina se acercó y se sentó junto a mí, para seguir con su desayuno. Lo analicé con el ceño fruncido. ¿Por qué me besó de aquella forma?
—Vane: Así que motivos.
—Jayden: Hoy por fin se revela eso que tan bien has guardado. —Mis ojos se abrieron un poco, pero cuando me di cuenta de que hablaba de su regalo me relajé.
—Vane: Tú también revelarás tu secreto, y me muero por verlo.
—Jayden: Eso tendrá que esperar a que vuelvas en la tarde. Hoy sales temprano, ¿no?
Asentí. Por San Valentín salíamos a las cuatro, y por alguna razón él se sentía bien con ello.
—Vane: Ya dime qué es —le pedí.
Él sonrió con diversión.
—Jayden: Has estado bien estos dos días, no capitules cuando falta tan poco.
—Vane: Por lo menos una pista —insistí. Qué capitular ni capitular, yo lo que quería era saber. Me mantuve callada estos días pero la curiosidad me carcome por dentro y ya no lo resisto.
—Jayden: Se tomará su tiempo.
Mi boca se abrió con indignación.
—Vane: ¿Es en serio?
Se encogió de hombros con indiferencia.
—Jayden: No puedo decir mucho, después lo recuerdas y todo se arruina.
—Vane: ¿Lo recordaré? —pregunté con el ceño fruncido, y como si recién se diese cuenta de que dijo más de lo que debía, sus ojos se abrieron.
—Jayden: Maldición.
—Vane: ¿Qué debo recordar? —pregunté con el ceño fruncido.
¿Acaso me lo dijo y no presté atención?
—Jayden: No lo pienses, ¿bien? Al final te darás cuenta y la sorpresa se irá por un tubo.
—Vane: Pero eso es lo que quiero por si no te has dado cuenta. Quiero saber qué es.
Él miró su reloj.
—Jayden: Solo faltan nueve horas, puedes con nueve horas.
Resoplé mientras masticaba. Cuando tragué lo miré media intrigada, media enojada y media confundida.
—Vane: Eso no se hace.
Su boca se abrió con indignación, pero en sus ojos vi la diversión que le producía todo esto.
—Jayden: ¿Qué no se hace? —preguntó divertido— Yo no he preguntado nada al respecto de mi regalo.
—Vane: de seguro porque ya lo viste —Fue un comentario desinteresado, pero de repente caí en la cuenta de que podía ser verdad. Con los ojos como platos me giré a verlo—. ¿Lo viste?
Él rió.
—Jayden: Claro que no, pero disfruto esto, no lo voy a negar.
—Vane: Yo no —y sin más terminé de desayunar.
Subí por mi bolso, y cuando bajé en la puerta ya estaba Jayden esperándome con un cárdigan negro para mí. Le sonreí agradecida y me lo puse, hoy era uno de esos días fríos. Nos despedimos en la puerta con un beso en la mejilla y cada quien se fue a su trabajo.
Cuando llegué a la empresa Lana ya estaba ahí. Ella sí era entusiasta al San Valentín, por lo que no me sorprendió encontrarla en el mostrador repartiendo chocolates y regalando sonrisas amigables. Cuando me vio me sonrió.
—Lana: Buenos días, señora —saludó con emoción.
—Vane: Buenos días, Lana.
—Lana: Tenga, le guardé uno especial —Me extendió uno de los chocolates y yo lo tomé con una sonrisa. A estas cosas me refería cuando decía que compartíamos cosas de vez en cuando. Yo saqué de mi bolso un chocolate que compré de camino aquí para ella y se lo entregué con una sonrisa. Sus ojos brillaron.
—Vane: Yo también te guardé uno especial —y con un guiño subí al ascensor.
En mi piso se encontraba Eva, la dulce Eva a quien también le di un chocolate. Era buena en su trabajo, llegaba a tiempo, te escuchaba y aconsejaba cuando lo necesitabas. No era que me la pasara hablando con ella, pero ella desprendía esa sensación de paz que te gustaba tener de alguien con quien quieres hablar. No como la persona que entró a mi oficina minutos después. Génesis era todo lo contrario a Eva.
—Génesis: Buenos días, chica —saludó mientras se acercaba y se sentaba frente a mí.
Su cara de aburrida no se la quitaba nadie. A Génesis nunca le gustó el San Valentín.
—Vane: Buenos días —la saludé.
—Génesis: ¿Viste la ciudad hoy? Todo es un desastre monumental. Es como si el mundo se hubiese puesto de acuerdo para llenarse de paz y amor. —Rodó los ojos.
—Vane: Pensé que te gustaba la paz y el amor.
—Génesis: ¡Pero todo el año! ¿Por qué debemos esperar un día para amarnos, querernos y darnos cosas? Mira que mientras salía del departamento escuché al insoportable de Mason llamar a su madre y decirle que la quería. ¿Desde cuándo ese ser le dice a su madre que la ama? Me parece ridículo y lo sabes. Amor un día, odio y desprecio el resto del año.
—Vane: Tanto que te opones a esto pero no te quejas cuando Ben te da cosas.
—Génesis: ¿Quién se queja cuando le dan cosas? —ironizó con incredulidad. Me reí— Escucha, hoy no quiero que me llames ¿de acuerdo? Sé que nos queremos y todo eso, pero el año pasado me interrumpiste en un momento crucial y no quiero que pase este año. No soportaría algo así.
Mis mejillas se pusieron rojas al recordar cómo el año pasado, pensando molestar un poco a Génesis porque creí que estaba viendo una película con Ben, la llamé y ella contestó... Furiosa. No esperó a que dijera nada, me gritó: ¡¿Quién demonios me interrumpe cuando estoy a punto de tener un maldito orgasmo?!
Después de eso duré siete meses sin llamarla. Si quería algo le mandaba un mensaje. Nada de llamadas.
Ella rió.
—Génesis: Tranquila, chica, no me molesta. Pero no lo hagas otra vez, ¿de acuerdo? Cuando sepas qué es tener un orgasmo sabrás lo molesto que es cuando te interrumpen a un paso...
—Vane: Ya deja de hablar —le espeté mientras me removía por un escalofrío—, deberías lavarte la boca con jabón.
Ella volvió a reír.
—Génesis: Tú deberías conseguirte un noviecito y ya sabes. —Alzó las cejas varias veces, insinuante. Yo le abrí los ojos y rió otra vez—. Yo también te quiero, chica, y feliz San Valentín.
Sin decir una palabra se levantó, y tomó mi chocolate. Le grité que me lo devolviera, pero la muy hija de su hermosa madre me hizo perseguirla. La final solo conseguí la mitad del chocolate y una sonrisa nada culpable de su parte. Según ella porque en San Valentín hay que compartir y todo eso, sus palabras.
( * )
Salí de la empresa a las cuatro en punto, con una sonrisa y los nervios a flor de piel. Al fin estaría ahí, eso que me ha mantenido en vilo me esperaba en casa junto con Jayden. Y aunque me rehusé a reconocerlo, también me entusiasmaba ver a Jayden.
Como dijo Génesis, las calles eran un auténtico desastre a esta hora, las personas con ropa roja, con globos en forma de corazón. Habían muchos corazones donde sea que viese, y muchas sonrisas y parejas. Caminaban tomadas de las manos, o abrazados. Incluso llegué a ver una pedida en medio de un parque. Y lo admití, me conmovió lo poco que vi. Cómo ella se llevaba las manos a la boca, su emoción, cómo se arrojó sobre él después. Mi corazón se apretó dentro de mi pecho. Yo quería algo así, tal vez no pensaba casarme, pero quería que fuese algo especial, que la persona con la que compartiría mi vida y mi hogar sintiera más que cariño por mí, y que al momento de hacerlo fuese especial.
Llegué a casa con el corazón ligeramente pesado, pero al recordar quién me esperaba y por qué, me animé un poco más. Estacioné donde siempre y entré en la casa.
No tuve que dar ni dos pasos porque Jayden ya estaba ahí, en medio de las escaleras y mirando su reloj con él ceño fruncido. Cuando levantó la vista las piernas me fallaron. Ahí estaba él, recién afeitado, con los ojos brillantes de algo misterioso, una camisa blanca arremangada hasta los codos y los dos primeros botones sueltos, sus pantalones de vestir y su cabello revuelto. Desde aquí me llegaba ese olor tan exquisito que emanaba.
Sin decir una palabra ni dejarme procesar lo que su vista le causaba a mi corazón, se acercó y lo único que dijo antes de posicionarse detrás de mí fue:
—Jayden: Confía en mí.
Quise gritarle que confiaba en él, y que me asustaba mucho la forma en la que empezaba a hacerlo, pero me rehusé a soltarlo.
Mientras mi corazón comenzaba a latir frenéticamente por su cercanía y la anticipación, él colocó una venda sobre mis ojos, tapándome así la vista. Estaba a oscuras y se me crisparon los nervios.
¿Qué significa todo esto?
Mis pensamientos se volvieron inconexos cuando sus manos tomaron mi cintura. Mi corazón saltó con mucha fuerza sobre mi pecho, y mi respiración se agitó un poco.
¿Qué rayos me estaba pasando?
Jayden no prestó atención a mi estado, afianzó un poco más su agarre en mi cintura y comenzó a guiarme de esa forma, con él detrás de mí. Quise decirle algo, quise preguntar por qué de aquella forma, pero estaba muda. Lo único que escuchaba eran los latidos de mi corazón en mis oídos, sentía su calidez en mi vestido, y de vez en cuando imaginé que me acariciaba levemente, como si no quisiera que lo notara pero no se resistiera a hacerlo. Pero todo eso se detuvo cuando precisamente nuestros pasos lo hicieron.
Un agradable olor llegó a mi percepción, y con el ceño fruncido traté de recordar cuál era.
Las manos de Jayden abandonaron mi cintura y subieron a la venda. Él tampoco dijo nada y eso me parecía extraño. Retiró la venda de mis ojos y en un principio no vi bien por la luz que entraba desde todas las ventanas. Poco a poco fui enfocando, y mientras más veía, más se emocionaba mi corazón. Esto era... lo más cliché que vi en mi vida.
Mi sala de estar era digna de una película. Habían rosas, rosas blancas por todas partes, y de ellas venía ese exquisito olor. Eran mis flores favoritas y que lo recordara me conmovió casi tanto como todo lo que hizo por mí.
Además de las rosas blancas los globos con forma de corazón predominaban en mi estancia. Algunos eran rojos y otros dorados. Sobre la mesa de centro, habían pétalos de rosas rojas sobre este, y un enorme oso de peluche, casi del tamaño del hombre detrás de mí, descansaba muy cómodo sobre la mesa, teniendo en frente una caja de mis chocolates favoritos.
Esto no podía ser más lindo, o al menos eso pensé hasta que me fijé que los pétalos no caían sobre el suelo porque no cabían, sino porque me guiaban a algún lado. Mi vista siguió la línea de pétalos rojos hasta que una de las esquinas de la sala, ahí habían un gran corazón con pétalos de rosas, un "feliz San Valentín" dorado se presumía sobre este, y una pequeña cajita negra, aterciopelada, también estaba ahí. Era como si quiera llamar toda la atención.
Esto era impresionante, simplemente impresionante. Jamás, en todos mis años de vida creería que Jayden era capaz de comprar tantas flores y globos, y colocarlas de esa forma en toda mi sala, ni siquiera que haría algo tan lindo.
Mi vista siguió puesta en ese último punto, mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho, y desde hace un rato sentía la piel de gallina. Esto era mucho.
—Vane: ¿Qué hay en la caja? —pregunté con la voz chiquita.
—Jayden: ¿Por qué no lo descubres? —Su voz tenía un tono extraño, pero no me volteé a verlo, sentía que si lo hacía lloraría y yo no quería llorar.
Con las piernas temblorosas me acerqué hacia ese corazón tan lindo, conmoviéndome más de todo ello. ¿Todo esto era para mí? ¿En serio hizo esto para mí? Me agaché frente al corazón con la garganta picando, y tomé la cajita. Mis manos temblaban...
Un collar, dentro de la caja había una pequeña gargantilla de oro fino, con un pequeño corazón hueco en el centro, debajo, incrustado a este había un V, y cuando lo levanté noté que había una pequeña inscripción en uno de los laterales de la V... Valiosa, decía en cursiva.
Mi corazón se apretó tanto que apreté los labios.
—Jayden: ¿Te gustó? —preguntó un conmocionado Jayden. Podía notar la expectación su tono, como si de alguna forma esto podría llegar a no gustarme.
Y me dije que no pensara lo que iba a hacer, me dije que lo dejara pasar. Y es así como me levanté después de dejar todo en el pecho, y escuchando mis latidos como rugidos, me acerqué a él, envolví mis manos en su cuello y lo besé.
En medio de mi sala, en San Valentín, con el detalle más cursi que me dieron en mi vida, y creyendo que esto era mucho más de lo que reconocía, besé a Jayden Hernández. Y él, después de unos segundos, tomó mi cintura y me devolvió el beso.
Mi cuerpo sintió como si me estuviesen atravesaron con un rayo. Fue feroz, fue voraz... Fue increíble.
Él rodeó con una de sus manos mi cintura y se lo agradecí, pues no sentía mis piernas. Ni siquiera pensaba. Solo sabía que mi mundo se estaba moviendo al compas de sus labios y que no quería soltarlo. Eran cálidos, suaves, y de alguna forma me hacían sentir especial. La mano que no tomaba mi cintura se dirigió a mi mejilla y me perdí. Me perdí en las sensaciones. Mi peil cosquilleó y quise sentirlo más cerca de lo que ya lo hacía. Sobre todo, quería sentir mucho más de eso.
Unos segundos después, cuando mis pulmones necesitaron oxígeno, me alejé de él.
—Vane: Me encantó —le respondí—. Fue el mejor regalo que me han hecho en la vida —Y lo abracé, en parte por la culpa que me recorría todo el cuerpo.
—Jayden: Solo hice lo que querías que hicieran —habló sobre mí, en un susurro—. Recuerdo que una vez dijiste que esto sería lo más cursi que alguien haría por ti, y yo lo hice.
—Vane: Tenía diecisiete —recordé. Fue nuestro último año juntos, la conversación era entre Génesis y yo, pues se acercaba San Valentín y yo no tenía novio, por eso prefería criticar los regalos y los cursis que eran. Jayden solo estaba ahí. Recuerdo que estábamos en mi habitación los tres, después de la escuela. Le dije a Génesis que el regalo más cursi que podían darme era una habitación llena de mis flores favoritas, con globos y un oso del tamaño de un gigante, con chocolates y un collar con mi nombre—. No puedo creer que lo recuerdes.
Susurré. Me sentía tan pequeña en ese momento, me quería perder en su cuerpo y despertar de aquel sueño. Porque esto que estaba sintiendo no estaba bien, era un regalo, nada más. Pero yo sentía que era más que eso.
—Jayden: Hay muchas cosas que recuerdo —susurró.
—Vane: Y tampoco puedo creer que hayas hecho todo esto por mí.
Sus manos me alejaron de él para que lo mirara a los ojos. En ese momento noté lo hermosos que eran. Antes me llamaban la atención, pero ahora me parecían hermosos, más por la mirada en ellos.
—Jayden: Por ti sería capaz de cualquier cosa —Sonrió y mi cuerpo cosquilleó—, no lo olvides.
—Vane: No lo olvidaré —le dije tratando de sonreír también.
Él negó con diversión y se inclinó hacia adelante, hacia mí. Cuando lo tuve cerca mi respiración se atoró en mi garganta. Sus ojos buscaron los míos, había algo divertido ahí.
—Jayden: Este es el momento donde yo recibo mi regalo.
Mis ojos se abrieron un poco. ¡Lo olvidé! Sintiéndome como una tonta por pensar en lo lindo que eran sus ojos salí de mi ensoñación.
—Vane: Sí, sí, claro. Ya voy por él —y salí corriendo de la sala.
De camino a la habitación controlé mis latidos y la sensación extraña que circulaba por mi piel. Eso no estaba bien, debía dejar de sucumbir ante estos gestos. Jayden es y siempre será mi mejor amigo.
Con la caja en manos volví a la sala de estar, él inspeccionaba todo con una sonrisa ligera en sus labios.
Me obligué a no sentir nada ante ese gesto tan grande que tuvo.
Cuando me sintió llegar se dio la vuelta y me sonrió, antes de bajar sus ojos a mi regalo y hacer una mueca de inconformidad.
—Jayden: Siento que me esforcé más —se quejó, divertido.
Yo rodé los ojos y me acerqué a él.
—Vane: Eso es porque no lo has visto —Se lo extendí—. Si no te sorprende te haré un depósito de diez mil dólares —le reté.
Sus ojos volvieron a los míos rápidamente.
—Jayden: Eso no me desagrada. —Me reí mientras lo vi tomar el regalo.
Si no le sorprendía me cortaría el cabello, y vaya que me gustaba mi cabello largo. Pero sabía que eso no pasaría jamás. Lo confirmé cuando Jayden con el ceño fruncido, abrió la caja y le quitó el plástico a su regalo. Dejó las cosas sobre una silla al lado suyo y sacó la camiseta. Y no, no era cualquier camisa, era la camiseta de su equipo de baloncesto favorito, era el número veintisiete, su fecha de cumpleaños y número de jugador favorito. Lo que la hacía más especial eran las firmes de TODOS los jugadores del equipo estaban puestas en ella.
Fue difícil conseguirla, tuve que pedir muchos favores y hacer muchas llamadas, pero ver cómo Jayden se quedaba estático valió la pena.
—Vane: ¿Y? – incursioné, un tanto nerviosa por saber si le había gustado tanto como quería.
—Jayden: Se nota que no te gusta perder tu dinero —susurró sin quitarle la vista a su regalo.
Yo lo miré con el ceño fruncido, pero de un momento a otro levantó la vista, y lo que me tomó un parpadeo ya lo tenía sobre mí, abrazándome y levantándome en el aire como si para él no pesara más que una pocas libras.
Sin importarle que era una locura comenzó a darme vueltas en la sala.
—Jayden: ¡Por esto me casé contigo! —Me reí sin poderlo evitar. Mi estómago se apretó por la emoción y volví abrazarlo sin que este dejara de marearme. Escondí mi rostro en su cuello, y sin que se diera cuenta, olí esa deliciosa colonia que me tanto me gustaba—. Es el mejor regalo que pudieron darme.
—Vane: Por eso te casaste conmigo —susurró y lo abracé más. Él se detuvo pero no me soltó, sabía que algo me pasaba.
Y me pasaba... me pasaba mucho, y no quería que me pasara, no a mí.
—Jayden: Gracias —susurró, apretando su agarre en mi cintura.
—Vane: Gracias a ti por todo esto.
—Jayden: Al final sí fue especial, ¿no?
Sonreí.
—Vane: Mucho. —Nos quedamos en silencio un rato más.
Esto no era algo de mejores amigos, no era un simple regalo. Sentía que aquí surgía algo y de solo pensarlo apreté a Jayden con más fuerza. Yo quería ser su mejor amiga, quería apoyarlo, estar feliz cuando conociera a alguien, verlo feliz con su familia y ser esa amiga con la que siempre puede contar. No quería que las cosas se arruinaran... no quería.
—Jayden: ¿Qué sucede? —preguntó, dejándome en el piso y alejándome de mi escondite. Lo miré a los ojos y se me revolvió el estómago.
—Vane: Estoy muy emocionada, eso es todo —le respondí en un susurró.
Él sonrió, feliz, pero también con cariño.
—Jayden: Esto fue emocionante, ¿no?
Asentí.
—Vane: Mucho.
—Jayden: Y un tanto divertido —Tomó mis mejillas con ambas manos, y se acercó. Mi corazón volvió a rugir dentro de mí—, pero valió la pena —Se acercó un poco más.
Debía alejarlo. Pero no encontré la fuerza. Si debía pasar pasaría...
Y no debía pasar. Su celular comenzó a sonar cuando estuvo a un paso de besarme, y sin quitarme el ojo encima tomó la llamada.
—Jayden: ¿Hola? —contestó. Y ahí se fue el momento. Como si recordara algo sus ojos antes felices cambiaron y me soltó— No, no lo he olvidado, voy en seguida, deja que termine algo así... Sí, lo siento... Yo también te amo.
Mi estómago se contrajo, y con mucha fuerza de voluntad evité hacer una mueca. Era ella... Su novia.
Jayden cortó y se quedó mirando su teléfono un rato. Después levantó la vista y el arrepentimiento estaba puesto en ellos. Me sentí mucho peor.
—Vane: Debes irte —me animé a decir.
Él asintió.
—Jayden: Es Verónica, quedé con ella —Que lo dijera me hizo apretar los puños—. Lo siento, creí que tendría más tiempo para... esto.
—Vane: Está bien —Me forcé a sonreír—. Ella... bueno, te necesita. Yo... gracias por esto, fue un lindo regalo, en serio.
Él volvió a asentir sin dejar de mirarme como si quisiera decirme algo.
—Jayden: Te compensaré después, lo prometo.
—Vane: No te preocupes.
Él se acercó y besó mi frente con cariño... Con fraternidad.
—Jayden: Espero haberte hecho feliz. Es lo único que puedo hacer en esta situación. Sé que no es convencional, pero no quiero que se sienta peor de lo que ya lo hace.
No se sentía tan mal, pensé.
Él sonrió una última vez y salió, dejándome sola en la casa con el detalle más lindo que me hicieron en mi vida, con el corazón en un puño y una lucha mental que no quería tener.
Dije que este matrimonio no sería complicado, pero no estaba resultando así. ¿Y por qué no lo hacía? Me pregunté. Este matrimonio debía ser fácil. Estaba casada con mi mejor amigo, y estar con mi mejor amigo fue lo mejor que pudo pasarme. Pero era eso, mi mejor amigo, y así debía tratarlo a partir de ahora.
¿Yyyyyy.... Opiniones?
Sé que les gusta leer sin comentar, creo que a todos se nos hace fácil, jejeje. Pero si dejaran un comentario me gustaría mucho, y me animaría también. Tardo un poco en responder pero tengan por seguro que lo hago. Es lindo ver que alguien dice algo sobre la historia, aunque sea para decir cosas o para reírse de ciertas aptitudes.
Así qué...
¿Les gustó el capítulo?
¿Qué tal el final? Todo estaba tan lindo entre ellos, se sentía como un momento especial y de repente... Recordamos que Jayden tiene novia.
Esto podría ponerse feo. Vanessa reconoce que no está bien lo que está sintiendo. ¿Ustedes que creen?
Bueno, ya los dejo ir a dormir tranquilos. Nos vemos en cuanto pueda editar el próximo capítulo para que lo lean y disfruten.
Ah, y gracias por todo el apoyo que me están dando. Es lindo ver que votan en todos los capítulos y que me siguen el paso. Así que gracias a todos. Un beso 😘
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