17) Inesperado
Terminé de entrar a la oficina impresionada y cerré la puerta detrás de mí.
Me acerqué al sofá que estaba del lado izquierdo. Era lo único que podía hacer. Mi escritorio estaba ocupado y yo no tenía la capacidad de pedirle que se levantara de ahí.
Sin más me senté, o más bien me desplomé.
—Vane: ¿Pero qué haces aquí, Génesis? —Mi tono expresó a la perfección la impresión de que mi mejor amiga, que hasta el momento no tenía nada que hacer con su vida más que planear su boda, se encontrara sentada en mi escritorio como si la vida se le fuera en ello.
—Génesis: ¿Por qué te sorprende tanto? Tampoco soy una aparición.
Decidió dejar mi silla en paz y se acercó a mí. Un segundo después se sentó con delicadeza a mi lado. Por la mirada en sus ojos supe que le divertía todo esto. Primero que nada, no era lo que esperaba encontrar en mi primer día de trabajo, y segundo, tampoco me pareció insignificante ver a mi mejor amiga sentada en mi escritorio nada más abrir la puerta.
—Vane: Bueno, que yo sepa jamás tuviste intenciones de entrar a este lugar, creo que me lo dijiste una vez, que no tenías intenciones de pisar esta empresa porque para entrar aquí hay que tener mucha responsabilidad, incluso para pasar por la puerta como un visitante.
Ella sonrió con diversión, seguro recordando la vez que lo dijo... Ebria.
—Génesis: Ya sabes que a veces una dice cosas que no va a cumplir. Además, que yo más o menos recuerde, no era el momento más oportuno para considerar mis palabras ciertas —Se echó a reír, mientras yo sonreía por lo que esta chica hacía conmigo—. Pero bien, ¿Sí te gustó la sorpresa?
—Vane: Si te soy sincera fue inesperado, pero sí, siempre es bueno verte. A pesar de que solo vengas a importunar —me burlé y ella frunció el ceño.
Se cruzó de brazos como si estuviese enojada, cosa que no creía.
—Génesis: Yo no vengo a importunar.
—Vane: Entonces dime, ¿Qué haces aquí?
Ahora fue ella quien sonrió como si tuviese un secreto, lo que me desconcertó. Bueno, creo que estoy desconcertada desde que llegué, pero esa sonrisa aparece pocas veces en su cara y hay que tener miedo con ella. En más de una ocasión me sorprendió con algo verdaderamente retorcido.
—Génesis: No es por nada, pero en este momento estás hablando con la nueva vicepresidente ejecutiva de esta empresa —Mis ojos se abrieron como dos esferas—, y con tu consejera personal.
Me quedé en blanco. ¿Qué?
—Vane: ¿Tú... Tú cómo conseguiste que mi papá te contratara?
Vicepresidenta ejecutiva, ¿Cómo era que no sabía de eso?, ¿O por qué papá no lo mencionó?
La miré fijamente, intentando que mi boca no llegara al piso al saber que la mujer con la que viví cuatro años, mi mejor amiga de casi toda la vida, ahora también es la vicepresidenta de la empresa y la vería todos los días a partir de ahora.
Solo Dios sabe las cosas que puede hacer esa mujer, me lamenté.
—Génesis: En realidad fue él quien me llamó —Mis ojos se abrieron mucho más. ¿Y encima él fue quien la llamó?—. Me dijo que estuvo investigando un poco en mi currículo y que era perfecta para el puesto. Aunque la razón real por la que me llamó fue porque según él, necesitas a alguien que sea buena con las personas, y en este caso, soy yo. Dijo que si estoy aquí cualquier negocio puede cerrarse en un dos por tres y que tú y yo somos indetenible cuando estamos juntas.
—Vane: ¿Todo eso te dijo?
—Génesis: Eso y más, pero el resto era sobre mi carrera en administración de empresas, sobre las prácticas que hice, mi nivel académico. Ese tipo de cosas que tu papá no puede dejar pasar por nada del mundo. Y bueno, gracias a que sí pasé su prueba ahora estoy aquí como la segunda dueña y señora de todo ésto.
Sonrió, esperando a que le dijera algo. Yo estaba perdida en la parte en la que papá la llamó.
—Vane: Así que se llamaron. ¿Te das cuenta de lo retorcido que se ve esto? Mi papá y mejor amiga llamándose. —Me estremecí ante el pensamiento, aunque solo estuvieses jugando... esperaba.
—Génesis: ¿Me crees tan baja? —acusó y yo alcé las cejas con incredulidad.
Esto no me lo callaría.
—Vane: Te has inventado como cien embarazos, uno de ellos para justificar no hacer un proyecto.
Su boca se abrió con indignación. Prometimos guardar en un cajón aquel momento de locura que tuvo, de hecho estaba menstruando y era un drama andante, pero no la podía callar. Estuvo hablando con mi papá y ni siquiera tuvo la decencia de decírmelo. Ahora tengo pensamientos de ellos dos juntos y estoy traumada.
—Génesis: ¡Era por el veinte porciento de la nota, y solo fue una vez! Yo era muy responsable pero ese proyecto se me salió de las manos.
—Vane: Claro, claro.
Ella resopló con hastío.
—Génesis: El punto es que con tu padre, el señor Méndez, hombre casado y que nunca estuvo en mis pensamientos de forma perversa hasta que lo mencionaste hace un momento, queríamos darte una sorpresa. Ya sabes, una compañera, una ayuda extra, esa que sí habla con la gente y no siente que vomitará en cada reunión...
—Vane: Ya lo entendí.
Ella rió con diversión, estaba loca.
—Génesis: Me necesitas, y yo necesito un empleo porque pagar una boda no es tan lindo como se ven en las películas. Ahora entiendo por qué a la gente no le gusta casarse hoy en día.
—Vane: Eres incorregible —la amonesté con una sonrisa divertida. Pero mucha razón tenía, las cosas no eran tan baratas hoy en día.
—Génesis: Por supuesto que no. Pero ya de eso hablaremos después, a fin de cuentas me verás aquí todos los días —puntualizó y se levantó—. Te dejo para que te instales. Tengo que ir a ver mi oficina en la cima del mundo. —Sonrió como si fuera, como ella misma dijo, la dueña y señora de todo.
Y con eso se fue a su nueva oficina, dejándome sola para ver mi nuevo lugar de trabajo con más detalle y para que pudiera asimilar más rápido el hecho de que la vería todos los días haciendo uso de un poder que no tenía.
Miré a mi alrededor. Todo lo que cambió en esta oficina.
Cuando papá trabajaba aquí no era muy distinta, a él le encantaba ir innovando, adelantarse a las épocas, y por eso es que su oficina siempre estaba lo más actualizada posible, aunque también tenía un toque retro, lo que confirmé con ese ventanal al fondo que dejaba ver la ciudad. También al ver el escritorio de cristal con una hermosa base de madera, tal vez de roble.
Me fijé un poco en los detalles, en la computadora que estaba sobre el escritorio, los papeles, ficheros, portalápices, y el espacio para poner alguna que otra cosa que adorne el escritorio. Tal vez luego pondré una foto sobre él, es lo más común.
La oficina tenía un librero al fondo del lado izquierdo. El resto del lugar era convencional, había lo necesario, y todo estaba en un entorno crema que me había sentir bastante cómoda.
Después de una repasada a la oficina me senté en la silla detrás del escritorio y llamé a Mildred para saber qué tenía para esta semana, y si papá dejó alguna reunión que yo debía atender, lo cual dudaba. Y así fue como comencé mi primer día de trabajo, con la maravillosa ayuda de esa mujer que sin ningún problema me ayudaba a comprender y adaptarme un poco más a todo.
( * )
El mes estuvo bastante ajetreado, tuvimos mucho trabajo. Las reservas en navidad este año fueron más que impresionantes y eso deja con mucho que hacer, en especial con mucho que renovar y mucho que inventar y abastecer, lo cual nos llevaba a las constantes compras y reuniones con los distintos proveedores.
Las cosas en la casa no cambiaron mucho, a pesar del hecho de que Jayden y yo casi no podíamos estar juntos debido al trabajo, a que llegábamos bastante agotados mentalmente y lo único que queríamos era un baño y una película, en lo que casi siempre estábamos de acuerdo. Jayden, al igual que yo, está muy comprometido con ésto y por eso de vez en cuando, los fines de semana, intercambiábamos ideas y nos poníamos de acuerdo en algunas cosas.
Debido a una necesidad tuve que contratar una nueva secretaría ya que Mildred se jubilaría.
Ella se encargó darle las prácticas a la nueva secretaria que se contrató antes de irse. Yo no tenía mucho tiempo para ello. Apenas me adaptaba a todo esto y le agradecería por siempre.
Hoy no tuve muchas ganas de despertar. Ayer trabajé hasta tarde y llegué casi a las once de la noche. Estaba tan cansada que fue acostarme en la cama y me quedé dormida.
Me levanté con pereza, y cuando estuve lista bajé a desayunar. Para mi sorpresa Jayden no estaba. Desconcertada miré la hora en mi reloj y me atraganté los huevos... ¡Era tardísimo!
Dejando el desayuno a la mitad y lamentándome por ello salí corriendo de casa.
Agradecí que el trafico no estuviese tan descontrolado todavía, y estacioné como una gánster en mi plaza cuando llegué.
Ni en Rápidos y Furiosos hacen lo que yo hice ahí, fue una lástima que no lo hayan grabado.
Mientras caminaba aprisa por los pasillos recordé que no le puse seguro al auto y con otro suspiro me devolví a ponérselo. Una vez hecho esto volví mis pasos y como si este no fuese mi día, me pasó otra desgracia.
Los papeles comenzaron a volar por todas partes, mi brazo me dolió y la chica con la que choqué soltó un suspiro tan alarmante que me dio pena. Más pena me dio ver su carita afligida cuando se dio cuenta que todos sus papeles se le cayeron por mi culpa.
Sin decir una palabra la pobre chica se agachó a recoger los papeles para que estos no se estropearan más, y yo la ayudé. Los levantamos todos y con un poco de coordinación los acomodamos en una pila, menos organizadas que antes porque por el choque se estropearon un poco, pero sí pulcra.
—Lo siento mucho, es que llevo prisa – se disculpó ella, maniobrando para que se quedaran en su lugar. No sé por qué, pero su voz me dio ganas de apretarle las mejillas y decirle que era la chica más adorable que conocí en mi vida —. Mucho gusto, mi nombre es Eva, Eva Morrison.
—Vane: Mucho gusto, Eva —Le hice una ceña para que nos apuráramos, y con apuro lo hicimos—. ¿Eres nueva? Nunca te había visto por aquí.
—Eva: Sí, hoy es mi primer día y ya voy tarde como puedes ver – Resopló el botón del ascensor. No pude evitar fijarme que yo iba a ese mismo piso—. ¿Tú tienes mucho trabajando aquí? ¿Qué tal son todos?
—Vane: se podría decir que sí tengo mucho aquí. Y no te encontrarás en problemas con nadie. No todos son muy sociables, pero jamás serán descorteces o tratarán de pisotearte para llegar a algún puesto. Son bastante responsables, no como yo que voy tarde también —Me reí y ella sonrió, un tanto cohibida. El ascensor llegó al último piso y con un pitido las puertas se abren—. Lamento lo de tus documentos, ojalá no se hayan arruinado mucho.
—Eva: yo igual. Oye, ¿puedo hacerte una última pregunta?
—Vane: Claro.
—Eva: ¿Cómo son los jefes aquí?
Me contuve para no reír. Si le decía que jefa de aquí la tenía en frente, la golpeó hace unos momentos, le arruinó los papeles y parecía una colegiala muy seguido, se volvería loca. Es por ello que sonreí como lo haría Génesis y le guiñé un ojo.
—Vane: No hay nada de que preocuparse.
Con elle me dirigí a la oficina de mi mejor amiga. Le deseé los buenos días a mi mejor amiga. Mi idea era pasar, desearle los buenos días y volver a mi oficina porque tenía muchas cosas que hacer, pero olvidé un detalle... Estábamos hablando de Génesis. No bien cerré la puerta comenzó a hablar del próximo San Valentín y no me dejó salir de ahí en un buen rato.
A ella no le gustaba mucho, y seré sincera, yo tampoco le procesaba el más grande los amores, pero no tenía problema con él.
Dejando a mi mejor amiga refunfuñando volví a mi oficina, y solo para llevarme una gran sorpresa.
Eva estaba ahí... en el escritorio de secretaria.
Una sonrisa macabra se formó en mis labios, y diciéndome que mis tiempos de hacer bromas acabaron, me acerqué a ella, llamando su atención.
—Eva: Oh, hola —Sonrió con amabilidad —. ¿Qué haces aquí? Si soy sincera me alegra que hayas venido. Primero porque tengo miedo a entrar a ver si la jefa está ahí o a reportarme y me gustaría la opinión de alguien más. ¿Crees que me despida si entro? No quiero esto. Y también quería saber si almuerzas conmigo hoy. No tengo muchos amigos y si no me despiden hoy me serviría a alguien que me ayudara a sentirme cómoda, ¿Qué te parece?
Que eres muy adorable, evité decir. La pobre tenía las mejilla un poco rojizas y se notaba nerviosa, cosa que entendía porque en mi primer día casi me hice pipi. El problema era que yo no tenía una jefa que hacía broma de vez en cuando.
—Vane: Primero, sí, me parece una gran idea. Segundo, claro que debes entrar ahí. Ella es muy enojona a veces —Hice una mueca de desagrado—, y le molesta mucho la impuntualidad, así que dile que llegaste hace un rato, lo que no es del todo mentira. Y tercero, tengo una junta con ella ahora.
Asintió, y cuando respondió que nunca le dije mi nombre, sus mejillas de por sí rojas se colorearon más. Así me dio más ternura.
—Eva: Disculpa que no sepa tu nombre, pero nunca me lo dijiste.
Sonreí con inocencia.
—Vane: No te preocupes por eso, yo nunca te lo dije. Solo dile que la está busca la señora Vanessa Hernández, ella sabe quién es.
El rostro de Eva se puso pálido. Primero me miró sin entender, pero cuando vio mi sonrisa maliciosa y comprendió que me refería a mí en tercera persona, su rostro se puso blanco y estoy segura de que las manos le temblaron. Las respiración no le llegó bien porque abrió la boca ligeramente.
Le di el susto de su vida. Me divirtió y me dio pena en partes iguales.
—Eva: Lo... Lo siento mucho, señora Hernández, si hubiese sabido que era usted no... no... Lo siento mucho, en serio.
Me reí.
—Vane: Calma, Eva, no te despediré —y no sirvió de nada, pues ella seguía transpirando. Suspiré y me pasé las manos por la cara. Por eso debía dejar de hacer bromas, y más en momentos como esos—. En serio.
—Eva: No volveré a llegar tarde, se lo prometo... —siguió.
—Vane: Bueno, bueno, bueno. Vamos a calmarnos, ¿de acuerdo? Me estás haciendo sentir mal y no me quiero sentir mal - Ella me miró, apenada y yo sonreí con burla. La pobre o no entendía las bromas o estaba muy nerviosa - Solo jugaba, y en todo caso la que debe pedir disculpas soy yo, no fue un comportamiento adecuado. Pero bueno, no te preocupes por llegar tarde, a todos les puede pasar un día, a mí me pasó también - puntualicé -. Dejémoslo en que no pasará otra vez, ¿de cuerdo? - Asintió - Y esos papeles que tiré, ¿De qué son?
—Eva: Debo llevarlos a recursos humanos —murmuró con la cabeza baja.
—Vane: Eva —llamé. Alzó los ojos, su cabeza seguía con dirección al piso—. Solo jugaba, ¿De acuerdo? No soy tan gruñona. Es más, para demostrarlo iré por unos café para las dos mientras tú llevas esos papeles a Recursos Humanos, y no acepto quejas —la interrumpí cuando vi que refutaría—. Ahora ve a hacer lo que te dije si no quieres que me enoje —Solo Dios sabía lo mucho que me costaba ser la jefa de alguien de mi edad. Era imposible no querer bromear—. Es mentira, relájate. ¿Te gusta el late? —Asintió en silencio—. De acuerdo.
Sin decir una palabra volví al ascensor y bajé a la recepción. Después de saludar a Lana, la recepcionista, fui a la cafetería de la otra calle por los cafés. Un late para Eva, y un Americano para mí. Todavía no despertaba del todo y necesitaba mucha energía para el día de hoy.
Al salir de la cafetería noté de que estaba nublado, toda la mañana ha estado así. Lo que no me esperé fue que comenzara a llover en ese preciso momento. No era como una llovizna y después lluvia, no, solo porque yo estaba en la calle tuvo que empezar a llover como si el cielo se estuviese cayendo, por lo que tuve que salir corriendo como todos ahí para no terminar empapada.
No sirvió de mucho que digamos. Cuando llegué a la empresa mi ropa estaba pegada a mi cuerpo, que por cierto, estaba congelado por todo el frío que comenzó a hacer de repente. Además de mi cabello que goteaba. Era un autentico desastre y todos lo notaron.
Genial, todos vieron a la jefa mojada hasta la medula, ¿Qué muestra más grande inmadurez que esa? De seguro estaban pensando que no era apta para el puesto y no los culparía de ello.
Lana, quien notó como corría tratando de no caerme, dejar caer los cafés y cubriéndome de la lluvia como podía, me sonrió conciliadora. Me hizo sentir más cálida, relativamente hablando. Digamos que mojar el piso de la recepción y ser el centro de la atención no se sentía muy bien, ni cómodo.
—Lana: ¿La ayudo? —propuso y suspiré con alivio.
—Vane: Por favor.
Al llegar a mi oficina Eva, quien ya había vuelto de Recursos Humanos, se quedó viéndome con los ojos bien abiertos. Antes de que pudiese decir algo me adelanté. No quería más atención de la que ya recibí ahí abajo.
—Vane: Eva por favor búscame unas toallas y avísale a Génesis que venga a mi oficina —dije en tono tranquilo, aunque lo único que quería era quitarme esta ropa. Iba entrar, pero me detuve en la puerta al recodar dos cosas—. Y por favor ve a recoger las bolsas que te entregará la recepcionista en un rato. Por cierto, aquí está tu café —Lo dejé sobre el escritorio, mojándolo un poco—. Puedes hacer lo que te pedí cuando lo termines, yo haré lo mismo –
Claro que lo haría, necesitaba calor. Sentía mi cuerpo entumecido por el frío y tiritaba de vez en cuando.
Después de darle una sonrisa entré a mi oficina a calentarme un poco con el café.
Minutos después Génesis entró por la puerta y se quedó atónita al verme mojada. Como lo imaginé, me hizo muchas preguntas a la vez y luego se enojó porque no le compré un café a ella también. Según sus palabras:
—Génesis: Si pudiste mojarte por dos, pudiste mojarte por tres.
Eva entró a mi oficina con unas toallas y una bolsa un rato más tarde, y agradecí bastante. En cuanto pude me sequé y me vestí con la ropa que mandó a comprar Lana con uno de los mensajeros, uno que sí se tomó la molestia de llevar sombrilla.
Trabajamos hasta la hora del almuerzo, comimos en la oficina ya que el cielo seguía cayéndose afuera, y seguimos trabajando hasta la hora de irnos.
Como tenía un dolor de cabeza terrible, llegué a casa, me di un baño con agua tibia y me acosté, sin darle mucha importancia al hecho de que Jayden todavía no hubiese llegado.
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Me perdí, lo sé. Y si supieran que no pensaba publicar, jejeje. Pero me dije que no podía dejarlos esta semana sin capítulo y es por ello que dejé unas cositas de lado para editar este capítulo que tanto dolor de cabeza me dio. Como les dije, los primeros veinte son capítulos que necesitan bastante edición, ¿Y adivinen qué? Revisé unos cuantos capítulos futuros y me di cuenta que tenía muchas incoherencia, jajaja. Ahora quiero borrar la historia porque estoy muy loca.
Pero tranquilos, no lo haré. Iré cambiando ciertas cosas que no deberían estar a lo largo de las publicaciones, y no se preocupen a los que están releyendo, solo son unas cositas ahí que escribí en medio de mi locura y necesitan de mi atención, no cambiará mucho.
Ahora, sé que no lo merezco porque les miento y les digo que publicaré seguido y no lo hago, ¿Pero qué tal el capítulo?
¿Les gustó algo?
¿Qué tal la historia hasta ahora?
¿Seguirán leyendo?
En un rato iré a responder los comentarios del capítulo anterior y otros que tengo pendientes, y si hay alguno de aquí también (es mi esperanza encontrar uno). Sin más que decir, viendo que últimamente hablo mucho en mis notas, aquí se despide su escritora, editora, y publicadora.
Nos vemos lo antes posibles, personitas del mundo, ¡Hasta pronto!
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