14) Regalos de navidad

Holaaaa!!

Tal vez no me esperaban hoy (yo tampoco), pero bueno, quise compensarles por tardar tanto en actualizar. Me puse a editar y por fin acabé el capítulo.

Así que, personas del mundo, disfrútenlo, y gracias por cada voto y cada lectura 😉


Navidad. 

Apenas pasó una noche desde que papá me entregó el mando de la empresa, y no puedo estar más feliz. Aún faltan algunos días para volver a trabajar, pero me emociona saber que la próxima vez que entre a la empresa no será como una aprendiz, sino como la presidenta. Tengo una sensación tan increíble que no puedo explicarlo. Saber que por fin conseguiste por lo que has trabajado tanto (a pesar de la circunstancia en que lo conseguiste), es algo que no tiene precio.

Desperté temprano, e hice lo habitual con una sonrisa. Al terminar bajé a la cocina a preparar el desayuno. Preparé hotcakes, que con la emoción, me permití agregarle algunas decoraciones navideñas como muñecos de nieves, esferas de colores, y una con un Santa que me tomó algunos minutos, pero que el resultado me dejó satisfecha. Para acompañar jugo de frambuesa y un poco de café.

Cuando terminé de servir todo, lo dejé en la barra y me senté a desayunar. Poco después sentí los pasos de Jayden, antes de su voz.

Jayden: Buenos días —saludó, entrando a la cocina con unos jeans azules y una camiseta negra.

Vane: Buenos días, y feliz navidad —lo saludé de vuelta. 

Tomó asiento junto a mí, antes de darme un beso en la mejilla, como se le estaba haciendo costumbre.

Jayden: Feliz navidad para ti también —Miró todo lo que preparé—. Esto se ve delicioso. Se ve que te emocionaste. —Sonrió con algo de diversión, aunque sabía que sus palabras eran sinceras. 

Vane: Es navidad, nada mejor que comenzar el día con espíritu navideño —comenté, mientras me encogía de hombros.

Me gustaba cuando me decía que mi comida es deliciosa, antes no lo aceptaba, pero estoy segura de que le gustaba.

Jayden: Tienes razón. Y hablando de espíritu navideño, ¿Qué se te ocurre para hoy? —Tomó la taza de café—. ¿Quieres ir a patinar?

En cuanto lo pensé un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Ni muerta salía allá afuera hoy, miré hacia afuera hace un rato y se notaba que el frío congelaba todos los dedos de las manos, y menos a patinar sobre hielo, a sentir más frío todavía.

Vane: No, la verdad no quiero salir. Está haciendo un frío infernal, y con mi entusiasmo por él, no creo que sea una buena combinación.

Él lo pensó un minuto. Al final me miró con una sonrisa que respondí por inercia.

Jayden: Entonces tendremos que quedarnos aquí. —Lo miré, confundida.

Vane: ¿Y qué pasa con Verónica? —pregunté, sintiendo un extraño malestar en el estómago, uno que reconocí como los celos de mejores amigos que siempre sentía cuando él salía con alguien y me dejaba de lado.

Cuando pregunté levantó la vista de su desayuno, para verme, y después de unos segundos en silencio, decidió responder.

Jayden: Está con sus padres en Reino Unido. Todavía no se adaptan a estar aquí en fechas tan especiales —Su tono tenía algo extraño, como si él también hubiese dejado algo en Europa, o le gustase estar con ellos allí—. Y además —Cambió de actitud con una sonrisa—, ésta es nuestra primera navidad juntos como esposos, no te desharás de mí en todo el día.

Vane: Está bien, tampoco es como si no me gustara la idea de estar contigo. Es nuestra primera navidad juntos otra vez.

Jayden: Y espero que sea la primera de muchas. —Tomó la parte del hotcake en la que se encontraba la cara del muñeco de nieve, y se la llevó a la boca sin reparos.

Vane: también yo. Y por cierto, acabas de decapitar a mi muñeco —acusé, él miró su plato y después a mí, con una sonrisa divertida.

Terminamos de desayunar, conversando sobre el asesinato del muñeco y posteriormente del Santa. No teníamos ni la menor idea de lo que haríamos, así que, como hace tiempo no hacíamos, propusimos una lluvia de ideas.

Primero hicimos una videollamada con nuestros padres, para desearles una feliz navidad, después a Génesis y Ben, una al mejor amigo de Jayden; Juan Carlos, y luego cada uno se alejó a hacer dos llamadas personales, yo una a Jeyson, y él una a Verónica y su familia. Cuando nos reunimos otras vez nos sentamos en el sofá a seguir planeando qué haríamos, entre charlas que surgían de la nada, y entre ellas recuerdos de cosas que hicimos antes de que él se tuviera que ir.

Escuchamos música y al increíble de Jayden «nótese el sarcasmo», se le ocurrió comenzar a bailar. Hizo esa cara de bebé a la que no podía negarme, y después de unas cuantas suplicas, subimos el volumen y comenzamos a bailar como solo dos personas con completa confianza lo harían.

Jayden: Creo que esta no fue una buena idea —comentó, moviéndose al ritmo de Pharrell Williams en Happy.

Vane: ¿Por qué? 

Hizo una mueca, incómodo.

Jayden: Digamos que bailar no es lo tuyo —comentó, como si mencionarlo le fuese difícil.

Me detuve, con los brazos a cada lado de mis caderas. 

Vane: Mira quién lo dice. Gracias a Dios que en nuestra boda no tuvimos que bailar una canción movida, porque sino...— dejé la frase en el aire.

Se detuvo detuvo abruptamente, como si estuviese ofendido. Sin poderlo evitar golpeé mis caderas con las suyas y le sonreí con diversión. Él sin embargo se quedó viéndome, dolido.

Jayden: Eso dolió. Nunca, y lo digo en serio, nunca pensé que mi propia esposa me diría algo así. Si te soy sincero, empiezo a arrepentirme de haberme casado contigo. —Ahora fui yo la que fingió estar ofendida.

Vane: Pues te digo, amor mío, que es mejor que te lo diga yo, a que te lo diga un juez en buscando talento. Ya sé que pensaste en inscribirte —Me miró, "descubierto y abochornado"—. Además, tú nunca podrías arrepentirte de haberte casado conmigo, yo sé que me amas.

Jayden: En eso tienes razón, eres y siempre serás el amor de mi vida. Pero debes reconocer que también me amas, ¿O por qué te casaste conmigo sino?

Segundos después ambos nos largamos a reír.

Me gustaba la forma tan relajada en la que llevamos este matrimonio, era una de las cosas que traía el hecho de haberme casado con Jayden. Admitía que en un principio pensé que nada podría salir bien, y que posiblemente terminaríamos por destruir lo que quedaba de nuestra amistad, pero ahora me doy cuenta de que si no hubiese sido con Jayden, este matrimonio hubiese sido un verdadero desastre.

Después hicimos (más bien yo le enseñé a hacer) cupcakes en la cocina. Los primeros quedaron bien, y agradecí el curso de repostería que hicimos con Génesis. Pero después, con el intranquilo de Jayden, comenzó una guerra que no se pudo parar hasta que no nos quedamos sin ingredientes, sucios, pegajosos, y con apenas seis cupcakes bien hechos. Y eso que pensábamos hacer por lo menos quince.

Luego de bañarnos, para quitarnos todos esos olores y mezclas extrañas, nos pasamos el resto del día en nuestra habitación viendo películas en el suelo, junto a la cama, con la plasma frente a nosotros, y comiendo los pocos cupcakes que sí estaban bien y que para nuestra suerte, quedaron deliciosos.

Vimos algunas películas de romance, de las cuales él no se quejó, más bien parecieron gustarle, no como antes. Otras de acción, y algunas de comedia. 

En la noche volvimos a bañarnos porque también hicimos un desastre con los cupcakes y los aperitivos, nos pusimos nuestras pijamas, yo con mis pantalones y camisetas holgadas, y él con sus pantalones de dormir, sin camiseta.

Yo no quería cocinar y Jayden aún seguía sin saber hacerlo, así ordenamos pizza mientras buscábamos otra película para ver. Nuestra cena llegó cuando la película estaba comenzando, y después de bajar a pagar, porque Jayden estaba impresentable, subí a nuestra habitación. Nos sentamos en el mismo lugar de antes y cenamos mientras terminamos de ver Son como niños.


( * )

Jayden se levantó mientras los créditos pasaban, cruzó frente a mí y se adentró en el armario por unos segundos. Al salir trajo consigo una caja rectangular, mediana, color celeste, sin más decoraciones que un moño rojo encima.

Jayden: tengo un regalo para ti —habló. Pasó otra vez frente a mí y se sentó a mi lado. Unos segundos después me lo entregó—. Y antes de que digas cualquier cosa, revísalo.

Vane: ¿De acuerdo? —dudé. Le quité la envoltura con cuidado, abrí la caja, quité el papel que estaba sobre el regalo, y me encontré con una tela azul oscuro, sedosa. Lo miré con el ceño fruncido— ¿Qué es? 

Él sonrió, como si tuviese un secreto.

Jayden: Un traje.

Por un momento me quedé en blanco.

Vane: Oh, gracias, parece muy lindo.

Miré otra vez la suave tela del traje, antes de escucharlo reír.

Jayden: Lo importante es lo que significa —Volví a verlo—. Quise ser el primero en darte algo que puedas usar en la empresa. Es un presente por nuestro logro, y me gustaría que lo usaras en tu primer día, como un símbolo.

Vane: Eso es muy lindo. Gracias —Hice un puchero, obteniendo unos ojos al cielo de su parte—. ¿Cuándo lo compraste?

Jayden: Hace algunos días. Me gustó para ti, no sé, me llamaba.

Vane: Un traje te llamaba —me burlé.

Jayden: Trato de ser considerado y tú lo arruinas, muchas gracias —se hace el ofendido.

Vane: Vamos, no te enojes. Agradezco el detalle, de verdad, incluso el hecho de que hayas pensado en mí cuando lo viste.

Él alzó varias cejas, sin creerme. Suspiré.

Vane: También tengo un regalo para ti —comenté mientras me levantaba.

Fui a la mesita de noche que estaba junto a la cama, abrí el primer cajón, y tomé una pequeña cajita de regalo que había guardado ahí. Cuando la tuve en mis manos volví con él y mientras me sentaba le tendí la pequeña caja envuelta en papel rojo también sin detalles, salvo el lazo negro que tenía la tapa.

Dejó de verme con las cejas alzadas y sonrió, mientras la tomaba.

Jayden: gracias —Su ceño se frunció cuando lo abrió—. ¿Un reloj? ¿Ésto es una indirecta por aquella vez que llegué tarde al ensayo de la boda? —Negué sin poder contener la risa. 

Ese día Jayden llegó a la Iglesia una hora tarde, diciendo que se le arruinó el reloj y que no sabía qué hora era.

Vane: No, bueno tal vez un poco, pero al igual que el tuyo, lo importante es lo que significa. Mira la inscripción que tiene —Él bajó la vista y le dio la vuelta al reloj. Quedaron expuestas las iniciales MAQMCST.

Jayden: ¿Qué significa?

Sonreí.

Vane: Me alegra que mi compañero seas tú —Leí—. No hay una mejor persona para esta locura que tú, Jayden Hernández —Me miró, con cariño—. Eres mi mejor amigo.

Él me abrazó, dejando los regalos de lado, y yo también lo hice. Quería mucho a Jayden, y ahora me doy cuenta de que aún lo sigo queriendo de igual forma aunque hayan pasado años. Él siempre fue importante para de mí, y eso no va a cambiar con el paso del tiempo ni la distancia, nosotros estamos hechos para ser mejores amigos, para querernos siempre, y nada logrará cambiarlo.

Jayden: Tú también eres mi mejor amiga —dijo sin soltarme, mientras yo me escondía en su pecho y sentía su calidez inundarme más que cuando éramos unos adolescentes—. Y gracias. Me lo pondré todos los días y así ya no voy a llegar tarde. —Reí sobre su pecho.

Vane: Eso espero, me costó mucho encontrar las palabras correctas.

A pesar de lo cómoda que me encontraba, me separé de él.

Jayden: Cierto; estas cosas tienes que mandarlas a hacer —recordó—. ¿Cuándo lo hiciste?

Vane: Mientras preparábamos todo para la boda. Me divertí mucho. Y bueno, cuando llegaste tarde al ensayo se me ocurrió regalarte otro reloj con algo especial inscrito, el problema era buscar las palabras correctas —comenté.

Jayden: Para mí eso no importa, pudiste haber puesto cualquier cosa y de igual forma sería especial —dijo con ternura, en tanto me rodeaba con uno de sus brazos.

Vane: ¿Cualquier cosa?

Se rió.

Jayden: No, cualquier cosa no. Hay cosas que no deben salir a la luz jamás.

Le guiñé un ojo. En eso tenía razón, habían cosas que no deberían salir a la luz jamás, así sea con iniciales en un reloj.

Vane: Está bien, dejémoslo en que así está perfecto entonces.

Jayden: Gracias —susurró en mi oído cuando volvió a abrazarme. Me dediqué a abrazarlo, porque le verdad me gustaba sentirlo cerca. Cosa que no duró mucho porque poco después se alejó un poco—. A propósito, tengo otro regalo para ti.

Me miró con un ligera sonrisa, antes se acercarse a mí. Sentí cómo nuestras respiración se fundían, y de inmediato mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, en especial al ver cómo en vez de alejarse, se acercaba más a mi boca. Me quedé estática. Él no iba a besarme, él no tendría que besarme, y sin embargo lo hizo, así sin más.

Era nuestro primer beso de verdad, no un roce, no un ligero toque, nuestros labios se entrelazaron por completo, y Jayden, después de unos segundos sin verme reaccionar, hizo un poco de presión sobre los míos, provocando que mi estómago se retorciera.

Era un error, y sin embargo, luego algunos segundos sin hacer nada más sentir sus labios moverse sobre los míos, mis ojos se cerraron solos, y terminé por dejarme llevar. Eran caricias superficiales, pero a la vez tiernas. Se sentía extraño pero bien a la vez. Una de sus manos tomó mi mejilla y su rostro se giró un poco, provocando que nuestras bocas conectaran más.

Mi corazón se sobresaltó por lo que estaba sintiendo, y me asustó.

Y me asustó recordar que Jayden tenía una novia, que ésto no era un matrimonio por amor, y que él era mi mejor amigo. Todo eso me hizo reaccionar. Así que sin más, me separé de él, con la respiración ligeramente acelerada y los labios cosquilleándome.

Vane: ¿Por qué me besaste? —reproché. No estuvo bien que me besara, tampoco que yo me dejara llevar, pero no estuvo nada bien que me besara de esa o de ninguna forma.

No era correcto.

Me alejé un poco de él, ya que su presencia me abrumaba en ese momento.

Jayden: ¿Recuerdas de aquella idea que tuve?

Mis cejas se alzaron al cielo cuando lo comprendí, y cuando recordé que comentó, era una idea descabellada.

Vane: ¿Esta era tu idea? ¿besarlos? —Es que no lo podía creer, mucho menos que se le ocurriera a él.

Jayden: Piénsalo bien. Sí, puede que sea una locura, pero es la única solución razonable. La única forma de hacer que deje de ser extraño es que nos acostumbremos a hacerlo.

Se levantó, sin notar la locura que estaba saliendo de su boca.

Vane: Y por esa razón en vez de siquiera comentármelo simplemente vienes y me besas.

Me levanté también.

Jayden: No estuvo tan mal ¿no?

Vane: Ese no es el punto. —Me crucé de brazos, para que viera mi desacuerdo.

El resopló con fastidio. Pero no podía pensar en esa posibilidad. Bien, el beso sí estuvo bien, no lo voy a negar, pero es una locura. Primero porque somos amigos, segundo porque él tiene novia, y tercero porque pasaría exactamente lo que no queremos que pase... Que las cosas se pongan incómodas.

Aunque hace un momento no estaban incómodas, tuve que reprocharme.

Jayden: Vanessa —Me tomó de los hombros, como si así me hiciera entenderlo todo—. Tú no tienes ideas, por más que trato de pensar en otra cosa no se me ocurre nada. Aquí solo pueden pasar dos cosas: o que nos acostumbremos, o que no funcione. Si estamos de acuerdo en que es necesario no creo que las cosas se pongan incómodas.

Vane: Sería como otra obligación —señalé, ya que en este matrimonio parecían haber muchas.

Él rodó los ojos.

Jayden: ¿Qué es lo que te molesta?

Lo miré, con toda la obviedad que fui capaz de mostrarle.

Vane: Primero que nada, es una idea terrible. No puedes decir que nos vamos a besar como si nada, así no funciona y lo sé de sobra. Segundo, sí será bastante incómodo, porque cuando no te gusta una persona se siente increíblemente extraño, y eso también lo sé de sobra. Tercero, ¿crees que es correcto que nos anduviéramos besando por ahí tú teniendo novia? No es por nada, pero eso no está bien. Y cuarto, simplemente no me hago la idea, pensar en besarte se me hace muy, muy extraño.

Escuchó cada palabra, sin despegar sus ojos de mí, y un segundo la resolución cayó sobre sus hombros.

Jayden: ¿Lo que te molesta es que no te guste besarme?

Sentí una pequeña piedra en el estómago cuando lo dijo. No hice una mueca de desagrado porque sería muy exagerado.

Vane: Y que tienes novia.

No le confesaba el más puro aprecio a su novia, todavía seguía esa incomodidad entre nosotras por alguna razón, pero aun así, me ponía en su lugar. De seguro le molestaría que su novio se estuviese besando con otra, a mí me molestaría.

Jayden: Verónica no tendrá mucho problema con ello —resopló—. Sabe que si lo hago es porque debo hacerlo.

Vane: Aun así le incomodará.

Rodó los ojos.

Jayden: Tal vez, pero eso no cambiará las cosas. Yo tengo claro que ella es mi novia, y que tú eres mi mejor amiga, y tú también tienes claro que soy tu mejor amigo. Hace un momento te demostré que no sería tan incómodo de intentarlo, y solo serían en ciertas ocasiones.

Lo miré con duda. Sí, ya me había ablandado. No me agradaba mucho la idea, pero debía reconocer que lo que pasó hace un momento no fue tan incómodo como pensé, y que de hecho, me agradó hasta cierto punto, algo incorrecto. Y también debía reconocer que tenía razón, de seguir como estamos las personas se darían cuenta bastante rápido sobre nuestro matrimonio, y viendo como las noticias vuelan ahora mismo, seríamos el chisme del mes y eso además influiría en la compañía, cosa que no podíamos permitir si apenas comenzábamos a dirigirla.

Con un suspiro resignado, sabiendo dentro de mí que estaba cometiendo un error, lo miré a los ojos, los cuales esperaban una respuesta.

Vane: Está bien —Sonrió con alivio—. Pero será en contadas ocasiones y nada de caricias indecentes ni mimos tontos. Y los besos no durarán más de diez segundos en todo caso, ¿Queda claro?

Jayden: No tengo problema con ello —Sonrió con diversión—. Y ya resuelto eso, ¿Qué te parece una última película?

Vane: Yo elijo. Me debes el mal momento. —Levantó las manos, en forma de rendición.

Jayden: Por mí no hay problema, eh. —Se rió, y muy a pesar de que todavía consideraba esto una mala idea, sonreí.

Vane: No te acostumbres a que siempre será así. No siempre te vas a salir con la tuya.

Me guiñó un ojo, mientras se sentaba en el fondo de la cama.

Jayden: Eso lo tengo muy claro.

Resignada a lo inminente hice lo mismo, pensando a dónde nos llevaría todo esto.



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