13) La cena

Lo sé, lo sé. Para estar editada la historia, no actualizo muy seguido.

Pido perdón por eso, estuve un poco ocupada terminando otro proyecto, pero ya estoy aquí y creo que vamos con el viento a nuestro favor.

Si vieron que tardé mucho fue porque este capítulo necesitaba bastante edición. Cuando lo volví a leer para publicarlo no me gustó cómo sucedían las cosas, así que lo reescribí, cosa que se tomó su tiempo como pueden ver. Lo primordial no cambió, solo cambiaron algunos detalles.

Espero que les guste el capítulo, y también esperemos que a partir de ahora vayamos con buen pie y las actualizaciones sean seguidas (algo que sucederá cada vez más).

Sin más que decir, aquí se despide su escritora, editora, y publicadora 😉


Estaba muy nerviosa. Mientras miraba el vestido dorado que decoraba todo mi cuerpo hasta los pies, me retorcí un poco las manos.

Era hoy, hoy por fin papá me entregaría la empresa, en la cena de noche buena, y de solo pensarlo se me retorcían las entrañas.

Sí, he querido esto desde hace mucho tiempo, he trabajo para conseguirlo, e incluso esta semana se me hizo muy lenta. Conté los días, casi las horas que faltaban para llegar. Busqué distraerme yendo a cenar con Jayden al departamento. Mis mejores amigos tenían una relación muy ácida, se quieren, pero tienen una personalidad muy fuerte y eso los lleva a discutir muy seguido. Yo siempre fui la mediadora, y la idea nunca me desagradó. En esta ocasión no fue la excepción, incluso con Ben presente Jayden y Génesis se trataron como si fuesen enemigos y rieron juntos. No lo voy a negar, extrañé mucho ver a mis mejores amigos, y aunque suene mal, este matrimonio ya no me parecía tan mal. Tenía a mi mejor amigo conmigo y era lo que contaba. O al menos en esos momentos lo hacía.

Y hoy, después de una semana no tan interesante debido al frío y lo que provocaba en mí, tomaría el control de los hoteles Brightness.

Me miré una vez más en el espejo. El resultado de una tarde con Génesis estaba puesto ahí. Mis ojos se veían llamativos, resaltaban como pocas veces hacían, así como mis labios y nariz. A veces me asustaba lo que hacía el maquillaje. No voy a decir que me considero fea, pero esto es un nivel completamente diferente.

De ver mi rostro y mi cabello sujeto en un moño muy elaborado, pasé a ver mi vestido dorado. Tenía un escote de corazón, los brillos lo hacían resaltar, y este se ajustaba lo justo. Bajo ellos llevaba unos lindos tacones negros también de brillos.

Me sonreí.

Me veía muy bien.

Después de un último vistazo, tomé mi bolso a juego, y salí de la habitación. Al pie de la escalera me esperaba Jayden, y cuando sus ojos se abrieron, sin poder prevenirlo una sonrisa se formó en mis labios. No había visto mi vestido, y tampoco hablé de ello, así que comprendía su impresión.

Y hablando de impresión, él también se veía impresionante. Los trajes negros le quedaban muy bien, en especial los de tres piezas. Traía al cabello despeinado, como si se hubiese peinado y después se hubiese pasado las manos por este.

Bajé las escaleras, viendo como una sonrisa se abría paso entre sus labios. Al llegar al final de la escalera sus ojos brillaban ligeramente.

Jayden: Te ves bellísima —halagó.

Como pocas veces me pasaba, me sonrojé. No era buena recibiendo halagos, y la forma en la que Jayden lo dijo me dejó claro que sí, para él me veía bellísima.

Mi corazón se emocionó por ello.

Vane: Gracias. Tú también te ves muy bien. —Tomé la mano que me tendía.

Sin preverlo, lo tuve dándome una vuelta en medio del recibidor. Me reí cuando silbó.

Jayden: Dios, sí que eres hermosa. Hoy seré la envidia de todo el mundo.

Vane: Ya basta —lo regañé, sintiendo mis mejillas arder.

Jayden: Hablo en serio. Todos nos estarán viendo, y con toda razón. —Me guiñó un ojo con coquetería, haciéndome reír.

Vane: De hecho sí —Acepté jugar su juego—. Muchas principalmente, tendrán sus ojos en nosotros.

Tomamos nuestros abrigos del colgador, antes de salir y cerrar la puerta. De inmediato me dio frío, por lo que procedí a ponerme el abrigo, bajo la atenta mirada de Jayden, quien se estaba tomando su tiempo.

Era injusto que yo pasara tanto frío y él no.

Jayden: No creo que muchas tengas sus ojos sobre nosotros. Más bien serán muchos, y si ponemos las cosas sobre la mesa, los ojos estarán sobre ti, no sobre nosotros.

Vane: ¿Celoso, esposo mío? —bromeé, haciéndolo reír con burla.

Jayden: ¿Celoso yo? Por favor. Estás casada conmigo, por algo debe ser, y si no es por amor no entiendo por qué otra razón sería.

Esta vez fue mi turno de reír, mientras nos encaminábamos hacia el auto y entrábamos. Una vez ahí el comenzó el camino hacia el evento de noche buena que realizaban mis padres cada año.

Vane: No hay otra razón. Siempre estuve enamorada de ti, aunque nunca te lo dije. Pero ahora que lo pienso, ¿Quién le pidió matrimonio a quién?

Sus cejas se alzaron.

Jayden: ¿Qué tal los dos? Nadie se espera eso.

Volví a reír. Me encantaba cuando teníamos estos juegos, aligeraba la situación.

Vane: ¿Y cómo sería en ese caso?

Se encogió de hombros.

Jayden: Uno se lo pidió al otro. Digamos que yo a ti, para no perder el detalle, y cuando te lo propuse, tú también te arrodillaste y me lo pediste a mí —Suspiró largo—.  Dios, ese fue el mejor día de mi vida, ¿sabes? Estaba tan nervioso porque me dijeras que no, y cuando vi que también te arrodillabas casi se me sale el corazón por la boca.

Me sostuve el estómago de reír.

Vane: ¿No crees qué es mucho? —Negó con diversión, antes de tomar mi mano y besar el dorso.

Jayden: Claro que no. Te amo, mi vida, todo lo que digo es verdad, ¿O por qué crees que nos casamos apenas un mes después de que volví? La pasión, el amor, y lo que sea que sienten las personas cuando se aman con locura, apareció en nosotros y decidimos no darnos tiempo. ¿Para qué? Tenemos toda una vida para arrepentirnos.

Vane: Eres sensacional —halagué—. Aunque si ese es el caso, debo decir que yo también estaba muy nerviosa ese día. ¿No fue un picnic en un prado, bajo la luna, las estrellas y las velas, sintiendo el amor flotar a nuestro alrededor? Sí, sí, lo recuerdo muy bien. Nos mirábamos como si fuésemos lo más importante para el otro, nos decíamos lo mucho que nos amábamos, y de un momento a otro te levantaste con una rosa blanca en mano. Yo hice lo mismo. Me dijiste que querías preguntarme algo, y te arrodillaste —suspiré soñadora—. Después yo también me arrodillé, y una vez los anillos puestos en nuestros dedos, nos besamos con todo el amor que sentíamos el uno por el otro.

Esta vez fue su turno de suspirar, con la vista puesta al frente.

Jayden: Lo repito, fue el mejor día de mi vida —Se giró a verme—. Gracias por llegar a mi vida.

Le guiñé un ojo con diversión.

Vane: De nada. —Rió, por supuesto que no le diría lo mismo, no fuese yo y si yo lo hiciera. Nos quedamos en silencio algún tiempo. Esto era algo que me gustaba, que con Jayden no me sentía incómoda de no decir nada, teníamos confianza y el ambiente era agradable aunque no estuviésemos en silencio—. ¿Estás nervioso? —pregunté después de un rato.

Jayden: Bastante, ¿y tú?

Vane: También. Creo y no creo que esto esté pasando. Es como eso por lo que has estado luchando tanto, y que cuando se hace realidad no te lo puedes creer.

Jayden: Lo entiendo bien. Aunque si te soy sincero creo que voy a vomitar en cualquier momento. —Lo miré con el ceño fruncido.

Vane: ¿Tú, Jayden Hernández, dices que en cualquier momento vas a vomitar?

Suspiró.

Jayden: Tengo como tres semanas que no le dirijo la palabra a Robert —Llamaba así a su papá cuando estaba enojado con él—, no sé qué pueda hacer o decir esta noche. Encima de que no es buen padre, quiere imponerme cosas como si fuese su muñeco práctico. Es un dolor de cabeza.

Vane: Robert no es tan mal padre. —Me miró, como si hubiese dicho la cosas más atroz que se podría decir.

Jayden: ¿Qué clase de padre amenaza a su hijo?

Vane: Bueno... —No sabía qué decirle porque sí, eso fue extremo, incluso para Robert— ¿Por qué no le preguntas por qué lo hizo? Quizás tenga una buena excusa.

Jayden: No quiero hablar con él ahora —Resopló—. Además, si quiera redimirse tendría que venir él a hablar conmigo, no al revés.

Vane: En eso tienes razón. Pero sabes cómo es, es muy duro.

Jayden: Yo también soy duro —Giró hacia la izquierda sin dejar la convicción de lado—, y si quiere aclarar la cosas, que venga él. Te lo dije, no soy su muñeco.

Dejé la conversación ahí porque en parte lo entendía. Perdoné a mis padres, ellos me habían enseñado que vivir con odio solo me perjudicaba a mí, sin embargo, comprendía que Jayden no quisiera hablar con su padre. Robert era duro, no decía muy seguido lo que sentía, podía hacer bromas de vez en cuanto, y reír, pero en la crianza de Jayden fue estricto.

Dejé de pensar cuando comenzó a sonar Wrecking Ball, de Miley Cyrus. En ese momento el ambiente cambió por completo. Como fan obsesionada con esa canción comencé a cantarla a todo pulmón, como si en serio la viviera. Jayden se rió, pero terminé por convencerlo para que cantara conmigo el estribillo.

Al llegar al hotel donde se llevaría a cabo el evento, con Jayden bajamos del auto. Él, como era de esperarse en una pareja, puso su mano en mi espalda y así entramos al lobby del hotel. No diré que me sentí incomoda, era consciente de que era Jayden, mi amigo, alguien que no tenía segundas intenciones, y por ello me relajé.

Una vez en el salón todo dio inicio.


( * )


Era el momento. Cuando papá se levantó de la mesa, posterior a la cena navideña que compartíamos con amigos y familiares, supe que había llegado el momento tan aclamado.

Mi estómago se retorció, y por fin comprendí las ganas de Jayden de vomitar.

Papá, después de darme una mirada cálida, se alejó hacia el escenario que estaba instalado en el fondo de salón, aquel que tenía una pantalla en el centro y les deseaba una feliz nochebuena a todo el que entrara al salón. Subió a este, cuando los músicos le cedieron el espacio, y cuando vi que tomaba el micrófono, se me aceleró el corazón a más no poder.

Tomé la mano de Jayden y la apreté con fuerza, sin dejar de ver a papá.

Fer: Buenas noches a todos —saludó luego de unos segundos. Con ello consiguió la atención de los invitados—. Esta noche tengo algo que decir. Y de paso quiero agradecerles a todos ustedes por estar aquí como cada año —Se tomó un segundo—. Como todos sabrán, desde hace algunos años vengo considerando la idea de retirarme del mercado, Vanessa, quien tomará la presidencia en mi lugar, ha estado trabajando para ello, y en esta noche me enorgullece decir que mi hija, a partir de este momento se volverá la presidenta de nuestra cadena —Los aplausos no se hicieron esperar, así como ciertas miradas sobre mí. No le tomaba mucha importancia a ello, estaba muy concentrada en tranquilizar mis nervios, los latidos fieros de mi corazón, y las ganas de salir corriendo, pero a la vez de quedarme ahí y sonreír ampliamente—. Me ha demostrado con creces que merece estar en ese lugar, y no sabe lo orgulloso que me hace —Sonrió, sin apartar sus ojos de mí— Y no entiendo cómo llegamos a este punto, si hace poco la estaba buscando como loco en la tienda porque siempre se me perdía —Lo siguiente que se escucharon fueron las risas de los invitados, la de mamá y la mía incluidas—. Pero bueno, eso es todo. Estoy muy orgulloso de la mujer que mi hija es hoy, afirmo con convicción que es la mujer más buena y hermosa que verán además de su madre, y quien no esté de acuerdo que me haga el favor de salir de la sala —Otra vez reímos. Aunque papá parecía hablar en serio, incluso señaló la puerta con el brazo, antes de posar sus ojos en mí con ese amor que sabía, me tenía—. Hija, ¿por qué no vienes aquí y le das un abrazo a tu no tan viejo padre?

Y eso hice, presa de un impulso me levanté de la silla y me acerqué al escenario. Una vez encima abracé a papá y me escondí en su pecho, en parte por la vergüenza de ser el punto de mira, en parte por la emoción y el amor que le tenía. En el fondo de mi cabeza seguía sabiendo que hicieron algo mal, pero esa parte en ese momento no era tan importante.

Cuando me separé de él, bajo los aplausos de las buenas personas ahí, besó mi frente y sonrió con cariño.

Fer: Lo que dije iba en serio, cariño, estoy orgulloso de quién eres hoy y de todo lo que has conseguido.

No fui capaz de contestarle, mi garganta estaba renuente abrirse y mi emoción era casi palpable, por lo que no necesitó respuesta.

Mi mandíbula, hasta hace un momento rígida por mi sonrisa, cayó en picado cuando Robert subió también al escenario. El pánico se filtró en mi cuerpo, creo que compartía eso con Jayden, y quizás con su padre, quien a simple vista parecía imperturbable, pero que si estabas cerca (como yo en ese momento) y te fijabas bien, podrías notar la incomodidad en sus facciones.

¿Qué iba a hacer?

Papá se separó de mí, me pasó un brazo por el hombro y miró al hombre que tomó otro, micrófono con una sonrisa ladeada, para un segundo después dedicarle un asentimiento que fácilmente podría interpretarse como un: puedes hacerlo.

Mi desconcierto llegó a niveles inimaginables, Jayden no debía saber si esto era un sueño, o una pesadilla.

Robert: Buenas noches —habló el padre de Jayden—. No suelo hacer estas cosas muy seguido, por lo tanto no me encontrarán hablando con tanta soltura como Fernando. No me tomaré mucho tiempo —Se removió un poco, y sin poder detenerla, una sonrisa cálida se formó en mis labios, así como en los de de papá. Se notaba que esto le costaba mucho, y si era lo que consideraba, sería, entonces Robert no era tan mal padre como Jayden creía. No cualquiera se paraba ahí arriba a hablar, si yo seguía aquí era simplemente porque papá me tenía abrazada a su costado y no me permitía dar unos pasos atrás—. Esta noche no solo Vanessa recibirá la presidencia de nuestra compañía, sino que Jayden, mi hijo —El mencionado ni pestañeaba. Miraba a su papá como si quisiera descubrir la broma en todo esto—, lo hará también. Desde hace algunos años además de ir a la universidad, mi hijo trabajó conmigo, todos los días. Jamás faltó, nunca inventó una excusa y no lo iban a escuchar quejarse de todas las responsabilidades que tenía. Y aun teniendo la responsabilidad de trabajar conmigo, se esforzó en sus estudios y se graduó como uno de los mejores en su promoción. Y, hijo, sé que no te lo digo mucho, pero estoy orgulloso de ti, y de lo que has hecho —Jayden otra vez ni pestañeó. Robert, como si se sintiera incómodo con la falta de reacciones en su hijo, carraspeó—. Es por ello que estoy seguro, dejarles nuestras empresas a estos jóvenes es ir por el futuro. Así como nosotros innovamos en su momento, sé que ellos también lo harán. Son listos y tienen visión.

A su discurso le continuaron aplausos. Si era sincera, me conmovió lo que dijo. Robert no era un hombre dado a hablar, pero esa noche se esforzó y creo que todos nos dimos cuenta, incluso Jayden, quien después de escuchar a su madre decirle algo, se levantó, vino hacia donde estábamos y lo abrazó. A Robert le tomó un segundo reaccionar, pero cuando lo hizo rodeó a su hijo en un fuerte abrazo. Un "aww" colectivo se escuchó en la sala.

Segundos después se separaron y se sonrieron de la forma más sincera que los he visto.

Los ojos se Jayden se dirigieron hacia los míos. Los suyos brillaban de felicidad, estaba tan entusiasmado por las palabras que siempre quiso escuchar de su padre, que no le importó que papá estuviese abrazándome y se acercó. Yo también me acerqué y lo abracé.

Lo habíamos conseguido, después de tanto estábamos donde queríamos, y sí, teníamos mucho por delante, pero la emoción de que te estuviesen dando lo que siempre quisiste no tenía precio.

Las voces a nuestro alrededor comenzaron a hacerse presentes, y cuando comprendí lo que querían me alarmé.

—¡Beso! —gritaban con emoción, como si aquello no fuese una locura.

En ese momento odié que ahí estuviesen la familia (la más entusiasta que encontrarán), y los amigos, iguales de entusiastas.

Miré a Jayden con los ojos abiertos. ¿Cómo se suponía que nos íbamos a besar? Él me miró de la misma forma, y un momento después la resolución llegó a sus ojos.

Antes de verlo venir tenía sus labios en los míos. Era un ligero roce, casi imperceptible, pero aun así no se sintió bien. Nada de eso no era correcto.

Cuando los aplausos llegaron a mis oídos me alejé, sonreí para disimular un poco, viendo la incomodidad en sus ojos, y casi huyendo de ahí bajé el escenario, seguida de los tres hombres que habían subido. Una vez en la mesa escuchamos la música de fondo otra vez, y mientras me sentaba resoplé.

¿Pero qué era todo eso?

Jayden: Lo siento —dijo Jayden a mi lado, en el lugar que le correspondía. Me giré a verlo—. No debí haberte besado de esa forma.

Vane: Yo no consideraría un beso, más bien fue un roce sutil —Tomé la copa sobre la mesa y me la bebí de un trago—. De igual forma no es correcto todo esto.

Jayden: Lo sé. Pero hubiese sido peor si no lo hacíamos.

Vane: Eso yo lo sé. ¿Pero te das cuenta de lo retorcido que es todo esto? Cada vez que estemos en público tendríamos que portarnos como esposos, eso incluye caricias, besos, mimos, todas esas cosas y no me agrada que sea de esa forma. Se siente... Extraño pensarte a ti besándome, y aun más extraño que lo hagas.

Esta vez fue su turno de resoplar y llevarse la copa a la boca, solo que no se lo bebió todo de un trago.

Jayden: Esto no está siendo tan fácil como esperaba, y algo me dice que se va a poner peor.

Después de eso dejamos de hablar. Fuimos lo suficientemente prudentes como para que los demás no se dieran cuenta de nuestra conversación, sin embargo, nos vimos interrumpidos por una pregunta que se repitió mucho toda la noche: ¿Cómo se siente ser los nuevos presidentes de Brightness?


( * )


Una vez terminada la velada, sin más inconvenientes de ese tipo, nos despedimos de todo el que quedaba ahí y volvimos a la residencia. Una vez ahí tomamos una ducha por separado y nos encontramos en la habitación. Nos acostamos sin decir nada. Por alguna razón ambos nos encontrábamos pensativos, era por lo del beso y lo que representaba en nuestra relación.

Y ese era el problema, que no quería una relación, o que la ya existente con Jayden cambiara. Me gustaba que fuese mi mejor amigo, me sentía cómoda con él, me divertía y sabía que me comprendía. Pero si esto llegaba a extenderse un poco más, si tuviese que besarlo más seguido, y tratarlo como si de verdad lo amara, las cosas comenzarían a ponerse incómodas, y lo que era nuestra amistad se vería afecta hasta puntos que todavía no imaginaba.

En esta ocasión no me abrazó, más bien se acostó un tanto lejos, mirando al techo, pensante.

Jayden: Debemos hacer algo —dijo después de algunos minutos en silencio.

Vane: ¿Tienes alguna idea?

Jayden: Sí. Lo he estado pensando durante la noche, es algo descabellado, pero es probable que funcione —Mi ceño se frunció.

Vane: ¿Y qué es?

Jayden: Ya lo sabrás después —fue lo último que dijo, antes de darme la espalda y cubrirse con la sabana.



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