Capítulo 59: De regreso a la escuela.
Capítulo 59: De regreso a la escuela.
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En el espacio repleto de oscuridad, un hombre de vestimentas asombrosas como ancestrales, pendientes de oro que lo adornan y tatuajes que cubren parte de su piel, bebía de un cuenco hecho de barro.
Ese hombre veía al mexicano en estado de sueño, roncando levemente y babeando un poco la almohada. Ese hombre sonrió para sí mismo cuando vació ese cuento. Lo arrojó hacia un lado y se levantó del suelo, caminando hacia el mexicano.
Tlacayanelli: Tlachia moconeuh... xocoyotzin...
El hombre acarició al mexicano, causándole escalofríos acompañado de espasmos.
Tlacayanelli: Chicahuac... colotic... aquentenchihuani...
De pronto, el hombre movió al mexicano para tenerlo boca arriba y presionó su pecho, justo donde tiene el corazón.
Tlacayanelli: Huelitini...
El hombre aplicó más fuerza mientras que, con la otra mano, sostenía un cuchillo de obsidiana.
Tlacayanelli: Huelitini... ¡Ihuelitiyotl noaxca!
Y, de pronto, la bajó para clavarla en el pecho del mexicano, justo en el corazón...
≈
Hace unos minutos...
Un nuevo día llegó en la academia de brujería Luna Nova. Como de costumbre, las alumnas se despertaron más o menos a las seis o seis y media de la mañana donde aprovechan el tiempo para ducharse, cambiarse y, si les sobra el tiempo, a investigar un poco.
La más puntual de todas es Diana quien, muy temprano, ya se había aseado, cambiado y alistado para salir de su habitación.
¿Adónde podría ir la estudiante estrella tan temprano? Bueno, ella solía ir a la biblioteca a leer un poco, pero hoy tenía pensado ir a la enfermería para ver a su compañero de equipo.
¿Para qué? Bueno, pues para disculparse por comportarse un tantita grosera y metiche el día de ayer.
O eso pensó ella al meditarlo anoche. No podía estar tranquila. ¿Interrogar de esa manera a su compañero después de que dio casi la vida por ella? No podía concentrarse en su lectura por tener eso en mente.
Y ahora, aprovechó la mañana para verlo, pensando que él estaba despierto.
TOC TOC TOC
Tocó Diana la puerta de la enfermería y esperó a que abran la puerta... pero no se abrió después de un tiempo corto.
TOC TOC TOC
Volvió Diana a tocar la puerta, y una voz apresurada se oyó desde adentro anunciando que ya iba a abrir la puerta.
Al momento siguiente, la puerta se abrió, dejando ver a la enfermera que apenas se estaba alistando.
La enfermera se extrañó al ver a la alumna estrella de la academia en ese lugar.
Enfermera: ¿Señorita Cavendish? ¿Tan temprano? ¿Ocurre algo?
Diana también se sorprendió al ver a la enfermera así, sintiéndose un poco apenada.
Diana: Uh... Discúlpeme por molestar, vine demasiado temprano, a decir verdad. Quería ver a México, si es que se puede.
Enfermera: Entiendo... Él aún sigue dormido: estuvo casi toda la noche leyendo las cartas que le dejaron... o al menos tratando de leerlas.
La enfermera se hizo hacia atrás para dejar ver el montón de papeles abiertos en el suelo. Ella se hizo hacia un lado.
Enfermera: Pase usted por mientras, señorita Cavendish. Yo terminaré de alistarme. El chico se encuentra allá si deseas despertarlo para que no te quite más tiempo.
La enfermera señaló hacia una puerta cerrada cuando habló. Después, se fue hacia otra habitación donde quedaba el baño.
Diana entró después, sintiéndose un poco extrañada al estar en ese lugar silencioso donde el clic clac del reloj sonaba más fuerte.
Sin perder más tiempo, Diana fue hacia el cuarto que le dijo la enfermera.
TOC TOC
Tocó Diana la puerta para asegurarse si el mexicano estaba despierto o no.
Diana: ¿México? ¿Puedo pasar?
Hubo un silencio como respuesta. Diana, entonces, giró el picaporte y empujó la puerta. Ella asomó la cabeza para comprobar que todo estuviera en orden. Lo único que vio fue unas estanterías con pociones, baúles, un escritorio, unas dos sillas, una gran mancha de color rojo oscuro en la pared que ya no se pudo quitar y una camilla en donde había un bulto: era el mexicano dormido.
Diana entró y dejó la puerta medio abierta. Caminó para estar frente el mexicano. Ella lo miró por unos segundos para contemplarlo.
Él estaba de lado, teniendo su almohada entre su cabeza y su brazo, abrazándola; su cachete aplastado mientras un caminito de baba salía de su boca, empapando la almohada; su respiración era leve, a veces oyendo un ronquido que le causaba ternura a Diana, provocando también que sonriera un poco.
Diana: México...
Diana susurró, agachándose un poco hacia el dormido mexicano, pero este no reaccionó. Fue entonces que la atención de Diana se fue para su brazo, viendo las cicatrices que este tenía. Diana sintió lástima al verlas. Ella acarició el brazo del mexicano, acariciando cada cicatriz con su pulgar.
Entonces, la piel del mexicano se enchinó, y tuvo una contracción muscular. Diana se asustó un poco.
Diana: México, despierta...
Diana volvió a susurrar, esta vez poniendo su mano sobre su hombro para sacudirlo de manera leve. El mexicano, como respuesta, comenzó a acelerar su respiración. El rostro del mexicano se frunció un poco y un gruñido soltó, como si tuviera desagrado.
Diana: México.
Habló Diana, un poco más fuerte. Ella lo movió para que estuviera boca arriba, dejando ver un poco el pecho del mexicano. Diana alcanzó ver una cicatriz sobresalir de su camisa. Verla le provocó más tristeza.
Mente de Diana: (¿Por qué tienes todo esto?...)
Se preguntaba ella, deseosa de saber la verdad.
Ese pensamiento le hizo recordar por qué estaba aquí.
Diana intentó sacudir un poco más al mexicano, poniendo su mano sobre su pecho.
Diana: México, despierta ya. Es hora de levantarse.
Ordenó Diana, alzando un poco más la voz, pero el mexicano cada vez se veía que sufría por razones desconocidas para Diana. El mexicano comenzó a jadear de manera leve, aterrorizado. Diana se preocupó cada vez más por él.
Diana: ¿México?
Diana sacudió más al mexicano, asustada por no saber qué le sucedía. Queriendo saber qué le sucedía, pensó en poner su cabeza en su pecho para sentir los latidos de su corazón en caso de que se trate de otro ataque.
Diana se acercó y, cuando puso su cabeza en el lugar del corazón, ella cerró los ojos, poniendo toda su atención en sus latidos...
T/N: ¡Gah!
Diana: ¡Ah-! ¡Auch!
De repente, el mexicano se despertó de golpe, golpeando sin querer a Diana con su pecho al sentarse en la camilla. Diana, ante el susto, se alejó un poco, sobándose la cabeza.
El mexicano miró de manera frenética la habitación, aterrado, con la mano en el pecho y jadeando de manera drástica. Fue cuando vio a Diana, asustándose un poco, pero sintiendo alivio después de unos segundos.
T/N: ... ¿Diana?
Preguntó el mexicano, como que pensando que aún no estaba en la realidad, y entre jadeos. Diana parpadeó dos veces antes de responder, con una gota de sudor en la frente.
Diana: A-así es... ¿Qué te pasó?
El mexicano dejó escapar un suspiro al mismo tiempo que agachaba la cabeza, se cubría la cara con sus manos y ponía sus piernas en posición de loto. Después de unos segundos, se descubrió la cara, mirando después a Diana, más tranquilo.
T/N: ¿Fue un sueño?
Diana: Uhm... Sí, eso parece.
Contestó Diana, a modo de tranquilizar más a su amigo. Este último suspiró, aliviado.
T/N: Menos mal... Soñé algo bien feo...
Diana fue con él para sentarse a su lado. Acariciándole la espalda, preguntó:
Diana: ¿Sobre qué era tu sueño?
El mexicano, sintiéndose más tranquilo, pero nervioso, habló.
T/N: Había un señor raro, y me decía cosas como: «Chachalaca churrumais», otras cosas y no se qué más. Después me iba a apuñalar el corazón y... nada, desperté en ese momento y me asusté y tú estabas aquí y me asusté más.
La chica se encorvó un poco.
Diana: ¿Yo te asusté?
Preguntó Diana, un poco fastidiada. El mexicano le respondió, entrecerrando los ojos.
T/N: ¿Cómo reaccionarías al ver a una persona a tu lado que no pensabas ver después de despertar de una pesadilla? Uno pensaría que seguiría en el sueño.
Diana lo pensó y asintió, dándole la razón. Un segundo de silencio después, el mexicano por fin cayó en cuenta de algo.
T/N: A todo esto... ¿qué haces aquí? Creí que estabas medio molesta conmigo por lo de ayer.
Diana miró hacia otro lado.
Diana: Por esa razón vine a verte. Quería disculparme contigo por interrogarte de esa manera. Las palabras de esos sujetos me hicieron dudar tanto de ti que... que olvidé lo que hiciste en primer lugar por nosotras. Fue mi culpa por dejarme llevar por el miedo.
El mexicano sonrió de manera gentil, y ahora él acarició un poco la espalda a Diana.
T/N: ... Pos, sí, un poco, sí.
Respondió el mexicano, ganándose la mirada indiferente de Diana. El mexicano dejó de acariciar la espalda de la chica.
T/N: ... ¿Qué? Pos, tú dijiste, ¿no?
Dijo el mexicano, encogiéndose de hombros. Diana cerró los ojos y suspiró. Ella esperaba otras palabras, un poco más hermosas para no hacerla ver culpable.
Diana: Sí, eso dije.
Dejando ya el tema de lado, Diana continuó.
Diana: ¿Te sientes listo?
El mexicano sonrió, tomando aire y dejándolo salir.
T/N: Un poco nervioso... Sepa la bola qué temas han visto durante estos años.
Diana: Solo ha pasado un día de clases.
T/N: Pero para mí habrá sido años.
El mexicano se levantó de su camilla para estirar su cuerpo.
T/N: Bueno, lo que hayan visto, estoy seguro que lo aprenderé en fa.
El mexicano cuando terminó, se giró hacia Diana.
T/N: Sobre todo porque te tengo a ti.
Diana no pudo evitar sonreír de manera dulce.
T/N: ¿Vamos a comer? Tengo hambre.
~
En un rato, el mexicano estaba en la cocina donde sus amigos, las criaturas mágicas, le daban de comer. El plan era él y Diana, pero Hannah y Barbara se les unieron después.
Barbara: ¿Cómo dormiste, México? ¿Te sientes mejor?
El mexicano se tragó su comida antes de responder como es debido... y porque Diana se lo reprochó cuando habló con la boca llena de comida.
T/N: Bien, bien, dormí bien. Y también me siento bien.
El mexicano se tocó en la parte que le dolía de la cara.
T/N: Me sigue sorprendiendo lo rápido que afecta la magia en la curación. Antes, nel, me tenía que esperar a los meses...
El mexicano se descubrió un brazo.
T/N:... y por eso tengo tantas cicatrices; si no, no.
Diana asintió con la cabeza en comprendimiento, pues al menos supo por qué tiene tantas, mas no el por qué o con qué las obtuvo.
Hannah: ¿Y ya nos contarás sobre lo que hiciste en la noche del rapto?
T/N: Te digo que es diferente ver que explicar, pero haré mi mejor esfuerzo... con una condición.
Hannah bajó el tenedor y gruñó.
Hannah: ¿Cuál?
T/N: ¿Ya ven que quiero sorprender a todas con mi regreso? Bueno, mi idea eran dos: entrar en medio de la clase o antes de la clase, pero estando escondido para dar una sorpresa cuando comiencen a pasar lista. Como la primera clase es con la profesora Finnelan, no creo que llegar después sería mejor opción, así que quiero que me oculten hasta que empiece a pasar lista la profesora.
Las tres chicas guardaron silencio por unos segundos cuando el mexicano terminó.
Hannah: ... ¿Y ya?
El mexicano miró hacia un lado y después hacia Hannah, confundido.
T/N: ... ¿Pos, sí? ¿Qué más querías? ¿Que te pida un beso?
Hannah hizo un puchero y frunció el ceño, con un ligerito rubor.
Hannah: ¡Esperándolo de un torpe como tú, la respuesta es sí!
T/N: Na'mbre, ya quisieras que mis hermosos labios de modelo toquen tu mugroso cachete de limosnera.
Hannah: ¡Eres un...!
Hannah se levantó un poco para agarrar el cabello del mexicano y jalarlo.
Hannah: ¡Dilo una vez más! ¡Atrévete!
T/N: Q_Q ¡Limosnera y con garrote! ¡Diablos!
Hannah jaloteó más el cabello del mexicano hasta que Diana la detuvo.
Diana: Hannah, ya es suficiente. Déjalo.
T/N: Q_Q ¡Sí, hazle caso, Hannah!
Hannah, a regañadientes, soltó al mexicano, sentándose en su silla. Ella se cruzó de brazos.
Hannah: Te mereces eso y más.
T/N: Q_Q Sí, lástima para ti que tú no entras dentro de la lista de lo que merezco.
Hannah: ¡Grosero!...
Una vez tranquilos, aunque con Hannah viendo al mexicano con una mirada fulminante, el mexicano bebió un poco de agua.
T/N: Total, ni fue tan interesante lo que pasó.
Barbara: ¡¿Bromeas?! ¡Estuviste increíble! ¡Me emociona el sólo imaginar lo que hiciste allá! ¡Lleno de rasguños, bañado en sangre, con una mirada fúrica y sin compasión ni piedad hacia los monstruos y atacando como un fiera!
T/N: Sólo espero que los monstruos no busquen tener derechos porque me considerarán el Hitler de los monstruos. Hmf, si de por sí...
Hannah: ¿«Si de por sí», qué?
T/N: Recuerdo que una vez acompañé a un tío lejano a combatir contra un vampiro judío...
≈
Hace años...
Tío: Ten, chamaco, esta esvástica me salvó la vida una vez cuando aún era joven. Úsala cuando te enfrentes a un vampiro de descendencia judía y aplica todo lo que te he enseñado.
Pequeño T/N: Q_Q Pero, tío Chinto, yo...
Tío: No hay tiempo, ahora entra a esa mansión y libérala de esos espíritus malignos.
Pequeño T/N: Q_Q No debí venir a saludarte...
≈
T/N: Aunque el muy condenado me dejó solito porque, según él, ya era viejo para esos trabajos. Lo bueno es que lo que me dio me sirvió mucho en esa casa. Estaba repleta de vampiros judíos... y uno que otro mormón. Fue raro ese día, pero me hice amigo de un espíritu raro y loco que parecía vivir del espectáculo.
El mexicano terminó de contar su historia y picó de su comida. Cuando iba a llevársela a la boca, miró a sus compañeras verlo de manera cuestionable.
T/N: ... ¿Qué?
Hannah: ¿Mataste a un judío vampiro?
T/N: ... ¿Sí? Y fueron varios. Además, eran vampiros, así que, matar, matar, no fue tan así... Aunque había un fantasma Nazi, también. ¡Te digo que ese lugar era raro! ¡Estamos hablando de mi país!
Barbara: ¿Tu tío era un cazavampiros?
T/N: Sí, de joven.
Diana: ¿Así es cómo te ganabas esas cicatrices?
El mexicano meneó la cabeza de un lado al otro.
T/N: La mayoría de las veces, sí. Mi vida antes de aquí es toda una pequeña historia llena de locuras surrealistas.
El mexicano se llevó el bocado a la boca y masticó.
Barbara: Creí que no conocías de eso antes de venir aquí, a la academia.
El mexicano asintió y se esperó para tragar su comida.
T/N: Sí, así era. Fue cuando ocurrió lo de Drácula que hizo que me acordara de todas mis aventuras pasadas.
Diana: ¿Cómo es eso?
T/N: Hice un trato con un ente maligno y poderoso. Le pedí olvidar todo lo que hice. Él me lo concedió, pero con una condición: cuando recuerde todo, él vendrá a cobrar el precio del acuerdo.
Hannah: ¿Cuál era el precio?
T/N: ... Mi alma y cuerpo.
Las brujas se quedaron heladas y ojipláticas cuando oyeron el precio. El mexicano picó el último bocado y, antes de llevarlo a la boca, habló.
T/N: Lo iba a lograr, pero logré zafarme. Si lo hubiera cumplido, Drácula ya habría ganado desde antes de llegar con él.
Las brujas se vieron entre sí, conmocionadas. Después, vieron al mexicano masticar su comida, de una manera espeluznantemente tranquila. Ellas se preguntaron cómo le hacía él para seguir tranquilo después de eso... y de todo lo demás que no contó... aún.
~
El mexicano regresó a la enfermería mientras sus amigas iban por sus libros para la clase. La razón por la que regresó era que aún seguía sin uniforme. Eso lo tenía preocupado.
Entonces, miró el traje que las mujeres le regalaron. El mexicano pensó por unos segundos y llegó a la conclusión de que, si lo usa, no sería regañado, pues, en sí, es un traje formal, no uno que podía usar como pijama.
El mexicano sonrió y fue hacia el traje y lo descolgó.
T/N: ¡Eh?
Pero se dio cuenta que, como los guantes, el traje y pantalón pesaban un montón. El mexicano hizo un sonido con la boca por la extrañeza de eso.
Dejó el traje en una camilla y comenzó a desvestirse, quitándose camisa y pantalón.
Enfermera: ¿En serio? ¿Aquí?
Y ni siquiera se dio cuenta que la enfermera estaba ahí, como siempre.
T/N: ¡Ah! ¡¿Qué haces aquí?!
El mexicano se subió otra vez el pantalón para taparse.
Enfermera: -_- Aquí trabajo. Nunca salgo de aquí.
Hubo un silencio incómodo entre los dos.
T/N: ... ¿Puedes taparte los ojos? Me da vergüenza si me ves cambiarme.
La enfermera puso los ojos en blanco y se dio la vuelta para darle privacidad.
T/N: Gracias.
La enfermera escuchó al mexicano cambiarse de manera apresurada, a veces quejándose por lo pesado del traje. La enfermera suspiró.
Mente de la enfermera: (Niño, ni tienes idea... Yo ya conozco tu cuerpo...)
Después de unos segundos, el mexicano dijo:
T/N: Listo.
La enfermera se giró para ver al mexicano con su traje completo. El mexicano sonrió y movió las cejas.
T/N: ¿Eh? ¿Eh? Tan chido me veo que hasta te sangra la nariz.
Enfermera: -_- ...
La enfermera se limpió el hilo de sangre que tenía.
Enfermera: A decir verdad, te ves bien.
T/N: ¿En serio? ¡Gracias!... Ahora me da pena salir así...
Enfermera: Tranquilo, no pasará nada. Ahora dime, ¿cómo sientes el traje? ¿Ajustado, desajustado...?
T/N: Pues...
El mexicano movió los brazos y piernas.
T/N: Está pesado, pero me queda fenomenal. Me sorprende que le hayan atinado mi talla.
Enfermera: Bueno, tal vez te la tomaron mientras estabas en coma...
El mexicano se volvió hacia ella, de manera brusca.
T/N: ¡¿Qué?! ¡¿Me vieron desnudo?!
Enfermera: Probablemente... sí, una persona sí.
El mexicano sintió más vergüenza.
T/N: Q_Q Me lleva el chanfle...
El mexicano se sentó en una camilla, pero se paró rápido cuando sintió que se venía hacia abajo por el peso, soltando un chillido.
La enfermera suspiró y miró el reloj. La hora de la clase casi se acercaba.
Enfermera: Mejor prepárate. Ya casi comienza la primera clase.
El mexicano sintió nervios.
T/N: ¡S-sí! Tenía que reunirme con Diana. Ella tiene mis libros.
El mexicano fue por sus cosas, que era la maleta y la guitarra.
El mexicano iba a caminar, pero los nervios lo detenían. Ese sentimiento del primer día de clases era horrible, pero hermoso. Quería ir, pero, a la vez, no.
La enfermera caminó hacia él y le ajustó el traje, pero no pudo cuando se dio cuenta de lo pesado que era. Ella lo dejó y preguntó:
Enfermera: ¿Te sientes listo, chico?
El mexicano asintió.
T/N: ¡S'obvio! ¿Acaso crees que me siento tonto? No'mbre, eso es falta de confianza.
La enfermera entrecerró los ojos y, para darle su merecido, golpeó el estómago del mexicano.
T/N: Q_Q ¡Ah! ¡Perdón, sé más específica! ¡Yo...! ._. ¿Oh?
Pero el mexicano no sintió dolor y la enfermera sí debido al material del traje. Ella se agarró la mano, con dolor, mientras que el mexicano estaba boquiabierto.
T/N: ¡Oooh, este es el mejor traje de todos! ¡A ver, hazlo otra vez! ¡Golpéame con todo lo que tienes!
La enfermera lo miró, enojada.
Enfermera: ¿Seguro?
T/N: ¡Simón!
La enfermera se encogió de hombros y llevó su otra mano hacia atrás, lista.
T/N: ¡Dale!
PAZ
La sonrisa del mexicano se murió cuando la enfermera le dio una fuerte bofetada en la mejilla.
T/N: Q_Q ¡Mames, qué pedo! ¡¿Qué fue eso?!
Enfermera: Hice lo que pediste: te golpeé.
T/N: Q_Q ¡Pero en el cuerpo, no en la cara, caray!
El mexicano se sobó el cachete, pues le ardía.
Enfermera: Ups, perdón, sé más específico.
El mexicano miró a la enfermera, con los ojos lagrimeados y con la marca de la mano en la mejilla.
El mexicano se dirigió a la puerta, con los pasos pesados. Veía sus piés levantarse con dificultad y bajar con fuerza.
Mente de T/N: (Tardaré en adaptarme a este traje...)
El mexicano se paró frente a la puerta. Se volteó hacia la enfermera.
T/N: Por cierto, gracias por estarme cuidando durante estos días. Se agradece mucho su tiempo.
La enferma abrió levemente los ojos y después sonrió.
Enfermera: De nada, chico. Sólo no te lastimes tanto, ¿puedes?
El mexicano asintió. Él tomó aire y lo dejó ir, saliendo de ahí.
Mente de T/N: (... Sea lo que sea, siempre me adapto a todo lo nuevo y desconocido...)
~
Diana: Bienvenido de regreso.
El mexicano fue hacia su habitación para dejar sus cosas y reunirse con sus compañeras.
T/N: Ay, ay, ay, qué agradable ambiente...
El mexicano dejó su maleta, su guitarra y acomodó el maniquí del traje. Hannah y Barbara llegaron con las canastas con dulces y las cartas.
T/N: Gracias por ayudarme con eso, chicas.
Barbara: No hay problema, México.
Hannah: Ojalá así seas tú cumpliendo tus promesas.
Se quejó Hannah. El mexicano se apenó.
T/N: ¡Ey, sí las cumplo!... Un poquito tarde, pero las hago.
El mexicano tomó sus libros que Diana le dio.
Diana: Vamos al salón. Tenemos que ser los primeros si tanto quieres impresionar.
T/N: ¡Ya rugiste!
~
Finnelan: Buenos días, señoritas, ¿cómo amanecieron? ¿Durmieron bien?
La primera clase llegó, y todas ya estaban en el salón, listas para oír lo que la profesora tenía por enseñar.
Finnelan: Bien, antes de iniciar, tomaré lista, así que presten atención.
Normalmente, la profesora no hacía esa práctica ya que se da cuenta muy rápido al ver quién falta. Las alumnas se extrañaron, pero no protestaron.
Finnelan: Diana Cavendish.
Diana: Presente, profesora.
La lista comenzó, nombrando alumna por alumna. La lista se iba acabando, pero la profesora había recibido un favor antes de que la clase inicie.
Ella levantó un poco la vista de la lista, viendo a alguien cubierto al lado de Diana. La profesora no pudo evitar sonreír.
Tomando aire, ella habló.
Finnelan: México Tenochtitlán.
Cuando la profesora nombró al único varón de la academia, todas se miraron entre sí, extrañadas.
T/N: Aquí, profesora.
Pero la cabeza de todas salieron disparadas hacia el Equipo Azul, viendo al mexicano alzar la mano.
Todas, en serio, todas abrieron la boca que casi parecía que se les iba a caer la mandíbula. Se escucharon unos fuertes jadeos, provocando que el mexicano sonriera.
Amanda: ¡¿Pero qué?!
Sarah: ¡¿Cuándo?!
Mary: ¡¿Es realmente él?!
Lotte: ¡N-No puede ser!
Akko: Mé... ¡¿México?!
El mexicano sonrió más y se puso de pie para ir al frente de la clase, a un lado de la profesora.
La profesora lo recibió con un estrechamiento de manos y un abrazo. Las alumnas estaban como locas, intentando comprender qué estaba pasando. No podían creer que ese mexicano estaba despierto.
Finnelan: Bienvenido a mi clase, joven Tenochtitlán.
T/N: Es un honor para mí, maestra, estar aquí presente.
El mexicano se giró hacia sus compañeras que seguían incrédulas.
Finnelan: Señoritas, reciban de manera cálida a su compañero que se encuentra recuperado y listo para reintegrarse con ustedes en este semestre. Sé que ustedes tienen mucho qué preguntarle, pero tendrán que esperar hasta después de la clase.
La profesora se volvió hacia el alumno.
Finnelan: ¿Unas palabras, joven Tenochtitlán?
El mexicano asintió.
Todas guardaron silencio. Para creer que no era un sueño, tenían que oírlo para verificar que realmente era él.
El mexicano miró al suelo, inhaló y exhaló y miró hacia el frente para ver a sus compañeras. Alzando una mano, él dijo, con una sonrisa amable:
T/N: ... ¿Qué hay, compañeras? ¿Cómo están?
Todas: 0_0 ... ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
≈
Wangari: ¡¡Ha vuelto!!
El almuerzo llegó, dando descanso a las clases. La noticia se repartió de manera rápida en la segunda clase cuando las demás alumnas vieron al chico caminar por los pasillos.
Las que pusieron manos a la obra de manera rápida fueron el club de periodismo, sacando la nota en tiempo récord y agotándose como pan caliente.
Muchas hacían sus preguntas al finalizar de la clase y este les respondía de manera rápida o les decía que las respondería más tarde a las que llevaba más tiempo responder.
Akko, Lotte y Sucy fueron a recibirlo con un abrazo, para sorpresa del mexicano. Por más tiempo que hayan pasado sin verlo, para el mexicano no fue mucho.
Ellas, de emoción y felicidad, lloraron... a excepción de Sucy. Ella simplemente sonrió de manera sincera.
El mexicano correspondió al abrazo, sintiendo una bella calidez en ellas.
Amanda, Jasminka y Constanze también lo recibieron de manera alegre, con Amanda chocando su puño en su hombro y un abrazo, Jasminka dándole un abrazo fuerte y un dulce, y Constanze dándole un abrazo, mas no una palabra.
Las demás brujas le agradecían por lo que hizo. El mexicano parecía una estrella de Rock por la fama y afectación que recibía.
Él no sabía realmente si lo merecía, pero le gustaba ser amado después de mucho. Poco a poco creyó que realmente hizo algo bien después de años.
La academia se vio más alegre ese día, y la hora del almuerzo lo era más. Como lo prometió, el mexicano respondería toda pregunta que le hagan. Y como de costumbre, se esperó a que todas recibieran su comida, así que respondía en la fila la pregunta de cada una.
Abigail: ¡¿Cuántos tipos de monstruos te enfrentaste?!
T/N: Chicos, medianos y grandes. Y otros tantos inimaginables.
Rita: ¡¿Qué tipo de magia fue la que utilizaste?!
T/N: La magia del guión.
Elfriede: ¡¿Eres un héroe anónimo o algo?!
T/N: ¿Anónimo? Sí ¿Héroe? No creo.
Sarah: ¡¿Qué tan fuerte eres?!
T/N: Lo suficiente como para cargar un garrafón de agua.
Wangari: ¡Voltea!
T/N: ¿Dónde?
CLIC
De repente, una luz segó al mexicano al ver a su lado.
Él no veía nada, pero era Wangari y su equipo de periodismo: Joanna y Kimberly.
Wangari miró a las demás alumnas y exclamó:
Wangari: ¡Lo siento, pero la de las preguntas soy yo, así que sabrán todo en la siguiente edición del periódico!
Daisy: ¡No es justo! ¡Me tocaba hacerle una pregunta!
Wangari: ¡Qué lástima, chica!
Wangari jaló al mexicano para sacarlo de la fila, ganándose el abucheo de todas.
Estando más apartados, Wangari comenzó a bombardearlo con una de las miles de preguntas que tiene, no sin antes la presentación.
Wangari: ¡Buenas tardes, Luna Nova! ¡Aquí, su reportera favorita, en una entrevista exclusiva con una figura importante, pues se trata de nada más y nada menos que el joven apuesto que salvó a toda una academia y a cientos de mujeres de las garras de un rey demonio! ¡Con nosotras, México Tenochtitlán: el primer mago de Luna Nova!
El mexicano se había tallado los ojos y recuperó la vista justo cuando Wangari terminó de hablar, pero Joanna tomó varias fotos consecutivas, segando otra vez al mexicano que ya empezaba a ver pelotas negras por los destellos de la cámara.
Wangari: ¡¿Algunas palabras antes de comenzar?!
CLIC CLIC CLIC CLIC CLIC CLIC CLIC CLIC CLIC CLIC
T/N: @_@ ¡Bájale el brillo a esa madre!
Wangari: ¡Interesantes palabras! ¡Dignas de un héroe ante un villano resplandeciente de maldad! ¡Díganos, ¿cómo y cuándo te enteraste que toda la academia había sido raptada?!
T/N: @_@ Esa es una larga historia, y no quiero sacrificar nuestro tiempo del almuerzo. ¿Qué te parece si lo dejamos para más tarde?
Wangari se volteó hacia las demás que veían la entrevista.
Wangari: ¡¿Oyeron?! ¡Está apartado, así que aparten sus preguntas de él!
Las quejas de las chicas no se hicieron esperar, pero poco le importó a la reportera.
El mexicano volvió a recuperar la vista, parpadeando un par de veces para confirmarlo.
T/N: Uf, por fin.
Wangari y Kimberly ya se estaban marchando. De pronto, el mexicano sintió que le tocaron el hombro. Él volteó y vio a Joanna, viéndolo con indiferencia.
T/N: ... Hola.
CLIC
Joanna tomó una última foto antes de irse, dejando ciego al mexicano... de nuevo.
T/N: @_@ Adiós.
El mexicano no se movió para no caerse o no chocar con nada, pero su salvación llegó cuando alguien le agarró del brazo.
T/N: A-ah, caray. ¿Quién es?
Elfriede: ¡Somos nosotras!
T/N: ... Oh, simón...
El mexicano guardó silencio.
T/N:... No es que las haya olvidado, pero ¿quiénes son? No puedo ver nada...
Elfriede: ¡Sarah!
Sarah: Y Elfriede.
Todavía ciego, el mexicano sonrió.
T/N: ¡Ah, ya sé quiénes son! ¿Cómo están, chicas?
Elfriede: ¡Bien, gracias! ¿Quieres comer con nosotras?
T/N: Bueno, pero guíanme porque, en serio, no veo nada por tantas fotos...
Elfriede y Sarah aceptaron y llevaron al mexicano, con cuidado, hacia la mesa en donde se sentaron. El mexicano se sentó en la silla desocupada y, poco a poco, fue recuperando la visión.
T/N: Ay, qué molestia, de veras...
El mexicano se rascó los ojos. Cuando los abrió, un cíclope llegó a su mesa para entregar, personalmente, una bandeja con comida. El mexicano sonrió y agarró la mano del cíclope.
T/N: Padrino...
Le besó la mano.
T/N: Don Corleone...
El cíclope levantó un pulgar y se fue. El mexicano miró su comida, agradeció por el alimento y comenzó a comer.
T/N: ¿Sí se sintió machín mi ausencia aquí?
Preguntó, con comida en la boca, pero tapándose con una mano.
Sarah: ¡Sí! Al principio, se sintió un poco triste. Ver el patio medio caótico, la cafetería hecha un desastre... Dejaba a todas imaginando lo que pasó.
Elfriede: Tu compañera de equipo, Barbara, contó lo que había sucedido, pero dijo que no vio todo. ¿Nos puedes contar un poco lo que pasó aquí? ¿Sí? ¡Por favor!
El mexicano se giró para asegurarse que Wangari no estuviera ahí y, al ver que estaba un poco lejos, ocupada, tragó la comida y asintió.
T/N: Mm. Barbara, Molly y yo nos reunimos aquí ya que no sabíamos qué hacer. Después, un vampiro con un hombre lobo apareció y, ¡mocos!, nos atacaron.
Elfriede: ¡Guau!
T/N: Le pedí a Barbara y a Molly que fueran por una maleta mía, pues ahí tenía con qué defenderme.
Sarah: Y tú te enfrentaste a los dos solo, ¿no?
El mexicano asintió.
T/N: Ansina es. Por poco pierdo, iba a perder, pero, si no fuera por mi amigo el chef...
El mexicano se giró hacia la cocina, señalándola con su palma.
T/N:... habría muerto.
Sarah: ¡¿Qué!?
Elfriede: ¡¿De verdad?!
Las demás alumnas voltearon hacia la mesa del mexicano por el grito de las dos chicas, sintiendo celos de que ellas estaban oyendo la versión de los hechos del mexicano antes que ellas.
Desde lejos, Wangari exclamó:
Wangari: ¡¡Tramposas, él estaba apartado!!
Y un destello se vio desde esa mesa, siendo Joanna la responsable.
Ignorando a su alrededor, el mexicano respondió, asintiendo lentamente.
T/N: Dicen que yo fui el héroe, pero nel, no lo hice todo yo solo.
El mexicano procedió a contar con lo dedos.
T/N: Me ayudó Barbara, Molly, mi amigo chef, uno que otro monstruo que murió en combate, las tres chicas que ustedes estoy seguro que conocieron, un niño, un caballo, una chica demonio y...
El mexicano recordó el fuego azul. Guardó silencio, viendo su mano con el tenedor. Jugó un poco con él, angustiado de no poder manifestarlo otra vez, a pesar de que ya lo intentó varias veces.
T/N:... y de otras cosas más. Si realmente hubiera sido yo solito contra todos ellos... nadie de aquí estaría comiendo hoy.
Al decir eso, toda la cafetería se quedó en completo silencio. Las alumnas veían al mexicano, ojipláticas; las criaturas mágicas detuvieron su labor y un plato de vidrio se rompió de fondo.
El mexicano se dio cuenta de ello y miró a su alrededor.
T/N: 0_0 ... Uy, lo siento... Pero es la verdad.
Sarah: ¿Entonces... no eres fuerte?
T/N: Ehm... ¿Sí? No sé, tal vez.
Sarah: ... ¡Sííí!
Sarah, de repente, se levantó y alzó los puños, feliz.
Sarah: ¡Tengo oportunidad de ser más fuerte que tú!
La tensión se acabó, y las alumnas, con un poco de escalofríos, volvieron a lo suyo.
T/N: ¿Cómo dices?
Elfriede: Ah, es que a ella le gusta ejercitarse, pero se preocupaba un poco de no ser superior a ti. Ahora le diste esperanzas de ser una mujer muy fuerte.
El mexicano se sorprendió y sonrió.
T/N: Guau, qué genial. Pos, a ver si logras eso.
Sarah: ¡Lo haré! ¡En la actividad extracurricular de la profesora Agatha, te enfrentaré en un duelo si me dan la oportunidad!
El mexicano parpadeó dos veces, oyendo lo que dijo su amiga.
T/N: ... ¿Cómo dices?
Fin del capítulo 59.
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Bien, eso sería todo.
Hoy es 11 de enero del año 2025.
No los quiero acostumbrar a capítulos seguidos porque acabo de regresar a la universidad, así que mi tiempo estará más ocupado.
En fin, espero que les haya gustado este capítulo.
Si es así, qué bien.
Y si no, también xd.
Adiós y recuerden que los dioses los están protegiendo a ustedes y sus seres queridos, sean creyentes o no.
¡¡Nos vemos!!
¡¡¡¡TIMOITASE!!!!
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