Capítulo 58: Últimas preparaciones antes del regreso.
Capítulo 58: Últimas preparaciones antes del regreso.
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En otra parte...
En ese mismo día...
Hannah/Barbara: ¡Diana, explícanos, por favor!
Diana, después de que la enfermera le dijo que el mexicano no ha vuelto después de ir con su primo, ella fue corriendo hacia la casa de las criaturas mágicas donde usualmente descansan; ahí se alojaba el primo del mexicano junto a los demás.
Detrás de la temerosa Diana, Hannah y Barbara la venían siguiendo, queriendo saber sobre lo que estaba pasando. La información sobre que el mexicano despertó del coma las sorprendió tanto y las alegró demasiado, pero Diana no compartía las mismas emociones que ellas sentían, cosa que les pareció confusa.
Diana llegó a aquel lugar y abrió la puerta de golpe, alterada.
Diana: ¡¿Dónde está...?!
Al primer vistazo, no vio por ninguna parte al primo ni a nadie a excepción de una que otra criatura mágica que descansaba. Ellos vieron a Diana y se extrañaron de verla ahí, en ese sitio de la academia.
Ella seguía buscando con la mirada, pero no vio ni una sola cosa de su primo ni de los demás.
Diana: ¿D-dónde está él?...
Duende: ¿Quién? ¿México?
Diana asintió, tragando saliva y con una gota de sudor en la frente.
Duende: Ah, hace rato que se marchó. La directora y la profesora Finnelan lo acompañaron junto a los demás. Ellas los iban a ayudar a cruzar el portal Ley Line.
Diana sintió un escalofrío recorrer su espalda junto con un vacío en su interior.
Duende: Es una lástima; ellos eran buenos trabajando y-
Diana no escuchó más y rápidamente se fue de ahí, extrañando al duende. Hannah y Barbara habían llegado hacia la entrada de ese edificio, cansadas. Su respiración estaba muy agitada.
Hannah: ¡Diana!...
Barbara: ¡No corras mucho... por favor!...
Exclamaron ellas, con el aliento entrecortado. Después, ellas corrieron detrás de Diana... otra vez.
Duende: Guau, qué irrespetuosa.
La visión de Diana comenzaba a ser borrosa y sus piernas empezaban a tambalear un poco, haciendo que casi se cayera varias veces. Corriendo, ella comenzó a sollozar de manera leve, sintiendo un dolor en su corazón.
Mente de Diana: (Por favor... no te vayas... no te vayas... Yo... no quiero... Yo...).
Diana llegó a la parte de la entrada de la academia donde estaba el portal Ley Line en la parte de afuera. Ella se apoyó en la estructura de la academia, respirando y mirando hacia el suelo. Cuando ella levantó la mirada, vio ahí a la directora, a la profesora Finnelan y a otra persona más con maletas a sus pies: el mexicano.
Diana dio una sonrisa mezclada con tristeza y corrió hacia él, con los ojos llenos de lágrimas, justo cuando Hannah y Barbara la iban a alcanzar.
Hannah: ¡Diana!...
Las dos se recargaron en la estructura de la academia, descansando un poco. Cuando las dos vieron hacia donde Diana iba, vieron a la directora y a la profesora Finnelan. Ellas jadearon, no del cansancio, sino de sorpresa al ver al mexicano, su amigo que no hace mucho estaba en coma, junto a ellas. Ellas se alegraron y corrieron para ir con Diana y él, sacando un poco más de energía.
~
Holbrooke: Bienvenido de vuelta a Luna Nova, joven Tenochtitlan.
T/N: Gracias, directora... Q_Q Ahora vámonos hacia la enfermería que me duele la cara.
Finnelan: Iremos de inmediato.
T/N: Q_Q Yei.
Cuando el mexicano se volteó hacia la entrada, vio a su amiga Diana correr hacia él. El mexicano sonrió y volteó hacia las señoras, señalando a Diana con el pulgar.
T/N: ¡Oh!, miren, es Diana.
El mexicano saludó a Diana con su mano, sonriendo, pero forzó la vista para ver mejor a Diana. No sabías qué le sucedía a ella, pero tampoco sabías si era bueno o malo; sobre todo, viendo que iba hacia ti, corriendo desesperadamente.
T/N: ¡Oh, rayos, es Diana!
El mexicano cerró los ojos y se preparó para lo peor cuando la chica ya estaba a unos pocos metros de distancia.
Holbrooke: ¿Señorita Cavendish?
Las dos mujeres se extrañaron por ver a Diana así. Cuando Diana estuvo bastante cerca...
T/N: o_o ...
El mexicano abrió los ojos, sorprendido.
Finnelan: 0_0 ...
La profesora Finnelan abrió los ojos, estando más sorprendida que el mexicano.
Holbrooke: ...
La directora Holbrooke se sorprendió al inicio, pero después sonrió de manera cálida.
Diana se lanzó hacia el mexicano y lo abrazó con fuerza, dejando sin palabras a todos. El mexicano se iba a caer de espaldas por el empuje, pero la profesora Finnelan lo atrapó con magia, usando su varita.
El mexicano giró un poco su cabeza para ver a la profesora y asintió con la cabeza, agradeciéndole con ese gesto. La profesora Finnelan asintió de igual manera, como diciéndole: «No hay de qué», con ese gesto.
Después, el mexicano miró hacia Diana, viendo sólo la parte de arriba de su cabello.
T/N: H-hola, Diana. ¿Cómo est-?
Diana: Por favor...
El mexicano escuchó la voz de Diana, musitando al borde del llanto.
Diana:... no te vayas...
Diana hundió su cara en el pecho del mexicano, ocultando las lágrimas y secándolas ahí. El mexicano sintió mariposas en el estómago por el afecto de Diana. Un pequeño sonrojo apareció en él y cerró los ojos al recordar lo que le dijo su primo. El mexicano sonrió entre dientes, riendo levemente.
Acariciando el cabello de Diana, el cual era muy suave y agradable para el tacto, el mexicano habló, con una voz profunda y reconfortante.
T/N: No me iré ni a mentadas de madre. Te lo juro...
Ante la palabra dicha, Diana levantó el brazo y golpeó débilmente el hombro del mexicano.
Diana: Sin groserías...
El chico rio.
Después, su atención se vio atraída hacia las dos jóvenes brujas que llegaron después: sus dos compañeras de equipo restante: Hannah y Barbara.
T/N: O-oh, h-hola...
Hannah se acercó un poco hacia ti, incrédula. Ella no estaba segura sobre tu despertar, pero ahora confirmó que sí era cierto lo que dijo la enfermera.
Hannah: ¿En serio eres tú, México?...
El mexicano se mordió los labios para evitar sonreír antes de responder.
T/N: No, soy otro payaso igualito a él.
Hannah hizo un puchero y le dio golpes leves en la cabeza. Ella sonrió.
Hannah: Bobo, no has cambiado en nada.
Barbara también se acercó, con curiosidad.
Barbara: ¿Qué te pasó en la cara?
Diana levantó la cabeza para ver al mexicano, dándose cuenta de que venía 'medio' golpeado.
Diana: ¡Oh, por Dios!
Diana se asustó al verlo así.
Diana: ¡¿Qué te pasó?!
El mexicano constantemente miraba por encima de Diana para asegurarse de que no hubiera más estudiantes.
T/N: Así como me diste la bienvenida, me dieron la despedida. ¡Pero luego les cuento! Justo ahora íbamos para la enfermería porque, en serio, me duele un montón.
Holbrooke: Así es. El joven Tenochtitlan debe prepararse para las clases, también.
El mexicano sonrió al imaginarse las clases nuevamente. Diana se contentó. Los dos se pusieron de pie, firmes, y se separaron del abrazo... para el malestar de los dos.
T/N: ¿No tendrán algo con qué cubrirme la cara o al menos para pasar desapercibido?
Barbara: ¿Para qué?
T/N: Es que yo quería que mi recuperación fuese una sorpresa, pero más sorpresa daré con esta cara. Ahora sí, como quien dice en mi país: «me dejaron como camote».
La directora pensó en algo.
Holbrooke: Conozco una manera de hacerlo de manera rápida y efectiva.
T/N: ¿Ah, sí? A ver.
≈
T/N: ... Ah, orales. Sí funcionó.
Todos llegaron a la enfermería, y la enfermera no podía estar más 'feliz' de ver al mexicano.
Enfermera: ¡¿Otra vez?! ¡Niño, no llevas ni un día y ya te pasaron muchas desgracias!
El mexicano se sentó en una camilla, esperando a que la enfermera llegara con una poción que le ayude. Mientras tanto, la directora y la profesora Finnelan lo acompañaban junto a su equipo, el Equipo Azul.
Diana, Hannah y Barbara se fijaron en los regalos que estaban acomodados en una parte de la enfermería. Barbara se acercó y miró la cantidad de dulces y cartas que había.
Barbara: ¿Compraste todo esto, México?
T/N: ¿Qué cosa?
El mexicano miró que Barbara veía sus regalos.
T/N: Ah, no. Esos son los regalos que me dejaron todas las mujeres que rescaté en el castillo. Agarra uno, si quieres; sin pena ni miedo.
Barbara aceptó y miró la cantidad de dulces para escoger uno entre todos. Hannah se acercó, contemplando el traje que estaba en un maniquí.
Hannah: ¿También te regalaron este traje?
T/N: Sí, también eso... Es más, voy a leer lo que me dejaron.
El mexicano se levantó de la camilla y fue hacia el maniquí, tomando de sus manos la carta que tenía entre unos guantes de color negro y blindados, aparentemente.
Desdoblando la hoja, intentó leerla, pero tuvo que abstenerse de hacerlo, pues estaba en un idioma raro.
T/N: Hijoles, está en francés.
Hannah: ¿Eh?
Hannah se asomó para ver la carta.
Hannah: Eso es inglés.
T/N: ¡O-oh!...
El mexicano volvió a ver la carta, en silencio. Hannah lo miró a los ojos, parpadeando dos veces.
Hannah: ... ¿Quieres... que la lea por ti?
T/N: S-sí, por favor.
Apenado, el mexicano le entregó la carta.
Hannah: Muy bien, presta atención...
T/N: Que venga de ahí, Hannah.
Hannah se aclaró la garganta.
Hannah: «Joven héroe...
El mexicano sonrió, un poco avergonzado y jugando con su cabeza mientras hacía sonidos de felicidad. Todas sonrieron al verlo y al oír cómo se referían a él en la carta.
Hannah:... no puedo escribir ni mostrar en una carta lo tan agradecida que estoy con usted, pero sí puedo darte algo que es un gran tesoro invaluable: un traje de un material resistente: hilos metálicos que una araña produjo antes de morir; y unos guantes del mismo material, único y no replicable...
El mexicano se mostró boquiabierto y fue por los guantes. Cuando los cargó, se dio cuenta de algo.
T/N: A-ah, caray... P-pesan...
El mexicano se puso un guante y cerró su puño, admirándolo y viendo que le quedaba como anillo al dedo. Se puso el otro y golpeó los puños, provocando un ruido fuerte por el choque.
Hannah:... Con ellos, no podrás maltratar tus manos otra vez a la hora de luchar con oponentes fuertes. Espero que le sirvan en todo combate; descubrirá lo impresionantes que son en cuanto regrese a la acción. Con nuestra sincera gratitud: Freyre y compañía».
Hannah dejó de leer la carta. Los demás se sorprendieron por el regalo descrito.
T/N: Orales... ¡Qué genial!
Hannah le dio vuelta a la hoja, viendo algo más escrito.
Hannah: ¡Espera, aquí hay algo más! «Posdata: supimos que su ropa se malgasta cuando usa su poder especial, 'el fuego azul'. Pues ahora no tiene de qué preocuparse, pues este traje y los guantes podrán resistir tal poder y más».
T/N: ... ¡¡Qué geniaaaal!!
El mexicano seguía golpeando al aire, maravillado por sus guantes nuevos.
Barbara: ¿México, puedes volver a usar ese poder? Quisiera verlo cómo lo usas.
La sonrisa auténtica del mexicano se convirtió en una forzada.
T/N: Seh... No, ya no puedo.
Respondió, dejando un poco triste a Barbara y dejando ansiosas a Hannah y a Diana.
Barbara: O-oh, entiendo...
T/N: No es eso, Barbara. Es que ya no puedo, en serio.
El mexicano intentó hacer que el fuego azul apareciera, pero no pudo. Se esforzó más, gritando cosas dramáticas y haciendo cosas con las manos o realizando poses, pero no pudo de igual manera sacar ese poder.
T/N: Ya no lo tengo. Lo usé todo.
Barbara: Ay, no, eso es terrible.
Hannah: Aww, qué lástima. Quería ver cómo le hiciste para derrotar a esos monstruos tú solo.
El mexicano sonrió.
T/N: No te me pongas triste. No te lo puedo mostrar, pero sí contar.
El mexicano se preparó para narrar su historia. Hannah y Barbara se sentaron en una camilla para prestar atención. De igual manera Diana se sentó, pues quería oír de principio a fin, a pesar de haber oído algunas partes antes.
T/N: Todo comienza cuando no hay nada qué hacer-
Enfermera: Aquí está la poción.
Justo en ese momento, la enfermera llegó para darle la poción de curación al mexicano.
T/N: Oh, bueno, será para otro día.
Hannah: ¡No te tomará mucho tiempo tomar esa poción!
T/N: Otro día, dije.
Hannah: ¡Ay, eres un bobo!
El mexicano fue hacia la enfermera y agarró la poción, bebiéndola después. El mexicano arrugó la cara después de beberla.
T/N: ¡Puaj! ¡Esta sabe horrible!
Enfermera: Eso es porque es más fuerte el efecto. Tu cráneo está fracturado y tus costillas rotas... otra vez. ¡¿Qué hiciste ahora?! ¡¿Tienes idea de lo que batallé para que te mejoraras?!
Aguantando el mal sabor de la poción, el mexicano respondió, haciendo muecas de asco.
T/N: Perdóneme, es que las despedidas duelen mucho.
La enfermera agarró la oreja del mexicano y la jaló, haciéndole gruñir.
T/N: ¡Ay, auch! ¡Perate!
Enfermera: ¡Aprende a cuidarte mejor! ¡A partir de hoy, sólo te dejaré entrar una vez a la enfermería por día! ¡¿Entendido?!
T/N: Q_Q ¡Sí!
Satisfecha, la enfermera lo soltó. El mexicano se sobó la oreja una vez liberado.
T/N: Q_Q Tenías que ser... mujer.
El mexicano se quitó los guantes y los volvió a dejar en donde estaban. Diana aprovechó para hacer una pregunta que aún tenía.
Diana: Quisiera hacer una pregunta, si no te molesta.
T/N: ¿A quién? ¿A mí?
Preguntó el mexicano, no volteando puesto que estaba acomodando los guantes.
Diana: Sí, a ti, precisamente.
T/N: Dime, con toda confianza.
Diana: ¿Cuál es tu nombre real?
T/N: ¡Ngh!
El mexicano se quedó congelado al oír la pregunta que Diana realizó sin vacilar. Los ojos del mexicano temblaban al igual que sus manos.
Tragando saliva, pero sin voltear hacia ella, hizo una pregunta.
T/N: ¿De...De dónde viene esa pregunta, Diana?
Hannah y Barbara tampoco entendían a lo que se refería Diana con eso. Los ojos del mexicano, ante la tensión, comenzaron a contraerse al igual que sus pupilas.
«Ella lo sabe...»
«Ella lo sabe...»
«Sabe tu secreto...»
«Lo sabe todo...»
«Deberíamos desaparecerla...»
«Es peligrosa...»
«Ella nos va a delatar...»
«Es nuestra enemiga...»
«Vamos a matarla...»
Un pensamiento turbio comenzó a susurrarle cosas de mal gusto al mexicano. Su mano comenzó a hacer un tic un tanto aterrador, que poco a poco se iba cerrando, haciendo un puño.
Diana: En el castillo, unos monstruos nombraron el nombre de 'Y/N'. Drácula también lo dijo, y creía firmemente que tú eras esa persona.
La mente del mexicano se despejó, quitando esos malos pensamientos intrusivos. El mexicano dejó de estar tenso, sonriendo con alivio. La voz comenzó a apagarse y su mente se aclaró. Él suspiró en silencio.
Mente de T/N: (Uff... No era algo sobre mi pasado...)
El mexicano, relajado, volteó hacia Diana.
T/N: Ah, de eso se trata. Sí, yo también me confundí cuando me llamaban 'Y/N'. Ellos creían que yo era ese tipo, pero, al verme, me dijeron que no era quien ellos pensaron.
El mexicano guardó silencio por unos segundos.
T/N: Me lo dijeron de manera un poco grosera, a decir verdad...
El mexicano suspiró, negando con la cabeza.
T/N: Pero no les creas. Mi nombre es 'México Tenochtitlán'.
Diana: ¿Tampoco te suena el nombre 'T/N T/A'?
El mexicano tragó saliva mientras que su ojo tuvo una pequeña contracción.
T/N:... Seh, conozco algunas personas con ese nombre. Hay muchos así en México. Dudo que ese nombre sea exclusivo de una persona, sobre todo el apellido 'T/A' que hay muchos, también.
Diana asintió. Suspiró aliviada, pero con unas dudas más.
Diana: Drácula dijo una cosa.
T/N: ¿Qué cosa dijo Drácula?
Diana: Que él y tú tenían algo en común: que ambos dejaron su lado humano y adoptaron otro nombre.
El mexicano se sentía acorralado. Claro que algún monstruo iba a sacar información de él.
T/N: A lo mejor se refería a otra persona.
Diana: Dijo también un sujeto de ahí... algo sobre ti.
El mexicano se puso serio, esperando lo que Diana iba a comentar.
Diana: Dijo... que la senda del héroe está pintada de rojo, por la sangre de inocentes.
El mexicano infló el pecho y dejó escapar el aire, un poco molesto.
Suspirando una vez más, el mexicano dijo, con una voz profunda y rascándose las cejas:
T/N: Mira, Diana, hay cosas que ellos dijeron y son falsas, pero te recomiendo no indagar. Entre menos sepas, en menos problemas te metes.
Las chicas se impresionaron por esa respuesta un poco fría y tétrica de parte del mexicano. La más afectada fue Diana quien se sintió ofendida de que el mexicano no pudiera confiar en ella.
Poniéndose más seria y autoritaria, Diana se acercó al mexicano y le habló, alzando la voz a modo de superioridad.
Diana: ¿A qué te refieres con-?
Holbrooke: ¡Suficiente, señorita Cavendish!
Pero la joven estudiante se detuvo por la directora quien le alzó la voz.
Holbrooke: Entienda que el joven Tenochtitlan no puede contarnos todo. Cada quien tiene sus secretos, y no es bueno sacarlos a la luz sin pensar en el otro.
Diana y el mexicano se vieron a los ojos: Diana tenía un '¿Por qué?' en su mirada mientras que el mexicano tenía un 'Perdón' en la suya.
Resignada, Diana desvió la mirada hacia un lado, gruñendo en voz baja. La directora suspiró. Mirando hacia el reloj de la enfermería, habló.
Holbrooke: Ya es hora de que vayan a cenar. Dejen al joven Tenochtitlan aquí por hoy. Mañana lo volverán a ver.
Diana guardó silencio, cerrando las manos, molesta.
Diana:... Sí, directora.
Diana se dio la vuelta y caminó hacia la entrada, siendo seguida por Hannah y Barbara quienes estaban un poco incómodas por la escena.
T/N: Diana...
Antes de que ella se fuera de ahí, el mexicano le habló, haciéndola detenerse, mas no girarse para verlo.
T/N:... de verdad lo siento. Es un poco complicado para mí hablar de mi pasado, pero, si estoy listo, te lo contaré... Solo necesito tiempo, ¿sí?
El mexicano pudo oír un suspiro leve de parte de Diana. Ella abrió la puerta.
Diana: Como gustes... México.
Y sin decir más, salió de la enfermería, acompañada de sus dos compañeras de equipo.
Con la habitación más vacía, el mexicano agachó la cabeza, haciendo una muecan y sintiendo molestia de su asunto.
Él ya no quería seguir ocultándose bajo el nombre de su patria.
Holbrooke: No se sienta mal, joven Tenochtitlan.
Comenzó la directora, intentando hacerlo sentir mejor.
Holbrooke: Hablar de un pasado cruel puede costar demasiado, pero le aseguro que puede confiar en la señorita Cavendish. Hallarás amor y consuelo en ella.
El mexicano no dijo nada. Estaba pensando en ello. Él realmente quería contarle, pero aún tenía miedo de lo que sucedería después.
El mexicano guardó un poco de silencio antes de hacer una pregunta.
T/N: Directora, maestra... ¿ustedes creen que... una persona que fue mala en el pasado... puede cambiar en el futuro?
La directora levantó las cejas, triste. La profesora Finnelan hizo una mueca.
Finnelan: ¿Ha hecho algo malo en el pasado, joven Tenochtitlán?
El mexicano se agarró los brazos, acariciándolos después de sentir un escalofrío ahí.
T/N: Sólo... tomé decisiones equivocadas... malas decisiones.
Las dos profesoras se miraron entre sí. Ellas suspiraron en silencio. Puede que, la directora se haya equivocado antes. Puede que el pasado del 'héroe' no siempre fue bañada en gloria.
Holbrooke: Uno puede cometer errores en el pasado, pero puede corregirlos en el futuro para así salvarse, mi niño. No dejes que el pasado te afecte mucho y destruya tu futuro.
La profesora Finnelan asintió.
Finnelan: Me has demostrado lo valioso que eres, así que, lo que hayas hecho, ya lo habrás rectificado con tus valerosas acciones.
Mente de T/N: (Aún falta...)
El mexicano asintió un poco, agradeciendo en voz baja.
La enfermera, quien estaba presente, pero no decía nada, habló cuando nadie más lo hizo.
Enfermera: Mañana tienes clases. ¿Quieres estar arreglado para eso?
Levantando la mirada, el mexicano miró a la enfermera con una máquina para cortar cabello. El mexicano sonrió levemente. Esa era una buena técnica para que al menos los policías no lo reconozcan por las calles.
T/N: Sí... Sí, por favor.
~
Después de unos momentos, el mexicano estaba sentado mientras que la enfermera le cortaba el cabello. Él tenía los ojos cerrados.
Mientras tanto, la directora y la profesora ya se habían ido.
Enfermera: No quiero presumir, pero quedarás muy guapo gracias a mí.
T/N: No sabía que también sabías cortar el cabello.
Enfermera: No sabes nada de mí.
Esas palabras hicieron pensar al mexicano, pues es cierto.
El mexicano aprovechó para entablar una conversación con ella.
T/N: ¿Y cómo te ha ido?
Enfermera: ¿Contigo? Mal.
El mexicano gruñó.
T/N: -_- ... Luego por qué no tienes pareja.
La enfermera se molestó por el comentario del chico.
Enfermera: Sigue y te dejaré pelón.
T/N: Q_Q Bueno, pues, ya.
Un rato después, la enfermera acabó de cortarle el cabello.
Enfermera: Listo, ya acabé. Mírate.
Ante la orden, el mexicano bajó la cabeza para verse las manos.
Enfermera: -_- Al espejo.
T/N: Ah.
El mexicano se fue al baño de la enfermería para poder ver el trabajo de la enfermera. El mexicano movió la cabeza para verse desde otros angulos, a veces poniendo caras para verse más 'atractivo'.
T/N: Uy, si ser guapo sería un delito, yo debería estar sentenciado a pena de muerte.
Enfermera: -_- ¿Por qué? ¿Por guapo?
T/N: No, por genocidio.
Enfermera: 0_o ¿Qué?
El mexicano se giró hacia la enfermera.
T/N: ¿Tienes toallas? Me gustaría bañarme. Digo, ya lo hice esta mañana, pero ahora por los pelos me gustaría bañarme.
La enfermera asintió y de pronto le pasó una y dejó al mexicano solo en el baño para que procediera con su baño.
≈
Mientras tanto...
En la cafetería, la mayoría de las alumnas se reunieron específicamente para cenar.
Akko: ¡¿No es emocionante?! ¡Mañana nos tocará la nueva clase!
En una de las tantas mesas, estaba el Equipo Rojo, con Akko hablando alto como de costumbre.
Lotte: A mí me da un poco de miedo. ¿Y a ti, Sucy?
La chica de cabello largo se encogió de hombros.
Sucy: Probablemente no sea la gran cosa. Sólo nos harán entrenar hasta que nuestro cuerpo llore de dolor y grite de agonía.
Lotte: ¿E-eh?
Akko: ¡Les demostraré que yo soy la mejor bruja y la más fuerte de la historia!
¿?: ¿«La mejor bruja»?
¿? 2: ¿Y «la más fuerte de la historia»?
Detrás de Akko llegó Hannah y Barbara a molestar como de costumbre ahora que no tenían, por ahora, la supervisión y culpa del mexicano.
Akko: Ay, no... ¿Otra vez ustedes?
Hannah: ¿Cuándo dejarás de ser tan infantil y soñadora?
Barbara: ¿En serio crees que llegarás a ser una bruja?
Akko gruñó, molesta por las palabras de sus abusadoras.
Akko: Ya habían dejado de molestarme... ¿En serio no tienen nada más qué hacer?
Hannah: ¡Por supuesto! ¡Molestarte es una de esas cosas!
Barbara: ¡Y ver tu cara es gracioso!
Las dos chicas se rieron de Akko quien hacía lo posible para no saltar al combate.
Akko: ¿No les había dicho México que dejaran de molestarme?
Hannah: Sí, lo hizo.
Barbara: Pero él no está aquí~.
Hannah: Él está ocupado haciendo otras cosas.
~
Mientras tanto, en la ducha...
T/N: ¡¡Ya no me solté el cabello!!~♪
¡¡Porque me lo cortaron!!~♪
¡¡Ni me puse tacones!!~♪
¡¡Porque me salió un juanete!!~♪
~
Regresando...
Akko: ¡¿Cómo pueden decir eso de él?! ¡¿No recuerdan el estado en el que se encuentra?!
Las dos chicas se rieron otra vez de Akko.
Hannah: Aww, pobre perdedora~.
Barbara: Lástima que no seas una amiga cercana de él para saber cómo está.
Hannah: Espera... ¡De seguro ni eres su amiga de verdad!
Las dos chicas, satisfechas de la reacción de Akko, se largaron para ir por su comida. Lotte intentó calmar a su amiga mientras que Sucy no hacía nada.
Cuando las dos chicas llegaron a la mesa en donde estaba Diana, Diana negó con la cabeza.
Diana: Sólo porque ahora saben que él se encuentra bien, no significa que puedan hacer lo que quieran.
Hannah: Sólo lo hacíamos porque estábamos aburridas, Diana.
Barbara: Además, no es como si esa chica nos pudiera hacer algo.
Y cuando Barbara dejó de hablar, una masa le cayó sobre la cabeza, salpicando y manchando a Hannah y a Diana.
La cafetería quedó completamente en silencio ante la acción, quedando todas anonadadas.
Barbara: ¡Agh, qué asco!
Hannah: ¡¿Quién fue la que lanzó esto?!
Exclamó Hannah, poniéndose de pie. Las brujas, al mismo tiempo, giraron su cabeza hacia la otra bruja de pie: Akko. Ella estaba en una posición después de hacer un lanzamiento.
Akko: ._. ... Upsi...
Hannah, como respuesta un tanto inmadura, tomó un poco de la comida de su bandeja y la arrojó hacia Akko, pero la castaña lo esquivó, haciendo que la comida fuera hacia una estudiante más.
Maria: ¡Ah!
Carmen: ¡¡Guerra de comida, causas!!
Y de un momento para otro, la cafetería se convirtió en una guerra campal de equipos donde el equipo menos sucio gana.
Rita: Coma batatas quentes!!
Akko, Lotte y Sucy se ocultaron bajo la mesa de inmediato en cuanto estalló la primera guerra mundial de comida.
Sucy: Ji, ji, ji, bien hecho, Akko~.
Akko: ¡O-oye, no fue mi culpa! ¡No era mi intención que esto sucediera!
Sucy: Pero terminó sucediendo, ji, ji, ji.
Lotte: Chicas, debemos hallar una manera de irnos de aquí.
Akko: Tranquilas, nos iremos de aquí sin que nos noten.
De repente, Amanda llegó junto a ellas, completamente manchada de comida.
Amanda: ¡Akko, estuviste genial! ¡Mira lo que causaste!
Akko: ¡No yo quería...! Espera, ¿me vi genial?
Amanda: ¡Sí, viejo! ¡Esas garrapatas te molestaron y tú respondiste de una manera tan magistral! Hombre, ni siquiera a mí se me habría ocurrido hacer eso.
Akko, de alguna manera, sonrió con orgullo.
Akko: Oh, ya sabes. Así soy yo.
Amanda: Seh... Por cierto, ¿quieres un tortazo?
Preguntó Amanda, sacando una tarta hermosa, cremosa y deliciosa. Akko se lamió los labios con gran apetito al verlo y olerlo.
Akko: ¡Ya lo creo!
Amanda: ¡Pues toma tortazo!
Amanda, sin piedad ni remordimiento, arrojó la tarta a la cara de Akko.
Lotte: ¡Akko!
Después, Amanda sacó una bebida en lata, la sacudió, la aventó en medio de las tres brujas del Equipo Rojo, le lanzó un hechizo y se echó a correr.
Amanda: ¡Adiós, zopencas!
Akko se limpió la tarta de la cara para poder ver. Se lamió el labio y escupió.
Akko: ¡De este sabor no me gusta!
Akko salió de la mesa tras Amanda, enfurecida.
Akko: ¡Te voy a matar, Amanda!
Mientras tanto, la lata comenzó a sacudirse en el suelo de manera salvaje.
Lotte: Q_Q Oh, no...
~
El mexicano ya se había bañado, secado y ya tenía puesta otra ropa.
T/N: Ah, qué agusticidad, me cae...
El hambre le llegó y, según el horario, la cafetería ya debería estar vacía, o al menos lo suficiente para ir a la cocina sin ser detectado.
Después de muchas vueltas y caminos repetidos, el mexicano encontró las puertas de la cafetería.
T/N: A ver qué hicieron de comer...
Pero cuando se acercó, escuchó gritos y ruidos fuertes. El mexicano se detuvo por un segundo, analizando eso.
T/N: Ah, chihuahuas... A lo mejor comieron pozole y estaba fuerte el caldo.
Sospechando, el mexicano abrió un poco la puerta para ver qué sucedía adentro.
T/N: Hola, buenas tarde-
BUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM
T/N: ¡Gah!
Una explosión arrojó al mexicano hacia la pared y lo embarró de muchas cosas, tapizando la pared de lo mismo.
Adentro de la cafetería, una nube de hongo insalubre apareció, aventando mesas, sillas y alumnas, además de romper los vidrios.
Un caos total.
El sonido de la detonación se escuchó por todos lados, alertando a las profesoras y a todo el personal que acudió de inmediato.
Finnelan: ¡¿Qué pasó?!
Ursula: ¡¿Qué ocurre?!
Lukić: ¡¿Qué fue ese sonido?!
Badcock: ¡¿Qué Pitágoras es eso?!
Al llegar afuera de la cafetería, vieron la pared tapizada de cosas raras. La profesora Lukić le pasó el dedo y se lo lamió; después, escupió.
Lukić: ¡Puaj, insalubridad atómica!
Entrando todas juntas a la cafetería, vieron lo que antes era un campo de batalla donde algo explosivo arrasó con todo.
Las mesas: destruidas y desacomodadas; las sillas: de igual manera; las ventanas: completamente rotas; el suelo, paredes y techo: completamente sucios; las alumnas: esparcidas por doquier, llenas de comida; en medio: una nube de hongo sólido por estar hecho de azucar extra azucarada de la marca 'Insalubritos'.
Las profesoras estaban confundidas. Hace poco, la cafetería estaba en orden. ¿Y ahora? Hecha un desastre.
Finnelan: ¡Muy bien, señoritas, ¿qué pasó aquí?!
Exclamó la profesora, pero nadie respondió ya que, aunque suene sorprendente, todas terminaron inconscientes por la fuerza de la detonación.
Ursula: Creo que no lo sabremos por ahora...
Detrás de ellas, como pegatina, el mexicano se despegó de la pared, dejando su silueta limpia en la pared llena de porquería.
T/N: @_@ Liberen a Rufus...
Lukić:... ¿De dónde salió este chango?
≈
Finnelan: ¡Bien, quiero que me digan qué ocurrió aquí!
Las alumnas, después de un rato, se despertaron una por una, confundidas. Todas notaron que estaban sucias y pegajosas por el azucar. Se escucharon muchos «¡Iugh!» de parte de la mayoría.
Cuando todas ya estaban despiertas, las profesoras las interrogaron para saber que sucedió. Todas estaban asustadas ya que, aunque Akko lo comenzó, fueron todas las que siguieron eso.
La profesora Finnelan, con sus manos en sus caderas como jarrón, se desesperó de que nadie haya contestado.
Finnelan: ¡Señorita Kagari, contesta!
Las alumnas se abrieron para revelar a una Akko aterrada, detrás de todas. Las alumnas la empujaron para estar al frente, cara a cara con la profesora.
Akko: E-Este...
Akko jugaba con sus dedos, pensando qué decir. Ella pensó profundamente. Miró el suelo, las paredes y se le ocurrió una idea.
Akko: ¡Monstruo de comida!
Exclamó Akko, extrañando a la profesora y haciendo que las estudiantes se vean entre sí, sorprendidas.
Finnelan:... ¿Qué?
Akko: ¡Un monstruo de comida apareció! ¿Dije uno? ¡Dos! ¡Dos monstruos aparecieron!...
Akko se giró hacia las chicas, narrando los hechos y caminando de un lado hacia otro mientras manoteaba.
Akko: ¡Fueron dos monstruos horribles! ¡Salieron de la comida y comenzaron a alterar la paz!...
Akko miró a Hannah y a Barbara. Akko se fue acercando poco a poco a ellas mientras seguía hablando.
Akko: Que por cierto, no quiero describir ese monstruo, pero eran dos cosas horribles, que sólo saben matar la alegría; parásitos chupasangre que se asemejan a las garrapatas. Y no quiero decir nombres, pero me recuerdan a dos personas...
Akko apuntó a las chicas con su barbilla a modo de burla. Se escuchó a Amanda reír en voz baja junto a otras pocas. Hannah y Barbara miraron de manera molesta a Akko, sobre todo Hannah que apretaba los dientes mientras arrugada la nariz.
Akko se giró hacia las profesoras para finalizar.
Akko: ¡Y después, todas nos unimos para exterminar a esos parásitos chupasangre, explotando y dejando todo este cochinero!... ¿Verdad, chicas?
Akko se giró hacia las chicas. Ellas se vieron entre sí, otra vez y dudando de si responder o no, pero fue gracias a Amanda y sus amigas que, al responder que sí, todas, de manera automática, respondieron que sí, también. De repente, todas estaban de acuerdo con la historia que Akko improvisó.
Abigail: ¡Sí, eso fue lo que pasó!
Rita: Consegui fazer aquelas feras comerem fogo!
Maria: ¡A mí me atacó primero!...
Carmen: ¡Y yo declaré la guerra!
Chloé: Confirmo que eran horribles.
La profesora Finnelan dudaba un poco, pero como todas estaban de acuerdo, no objetó más.
Finnelan: Ya veo... Retírense, vayan a asearse y a cambiarse. Es una pena que la cena haya acabado así.
Las estudiantes, con pasos pegajosos, se marcharon de ahí, en silencio.
Cuando las profesoras estaban solas en la cafetería, vieron todo el desastre en cada rincón. No sabían qué decir al respecto.
Lukić: ¿No sólo debemos preocuparnos de extraños y monstruos, sino también de la comida?
La profesora Finnelan suspiró.
Finnelan: Al menos ya tenemos un apoyo importante...
~
Todas se fueron a asear por lo sucias y pegajosas que quedaron. Estaban asqueadas por cómo terminaron, pero después se rieron entre todas. Esa tarde sí que fue una completa locura.
Akko: Fiu, qué día...
Sucy: Y lo cerraste con broche de oro, ji, ji, ji.
Lotte: Fue emocionante. Aterrador al principio, pero emocionante al final.
El Equipo Rojo estaba en su habitación, todas con sus pijamas. Se rieron un poco ante lo que pasó en la cafetería de igual manera que en todos los equipos, contando cómo se sentían en el momento.
Una cosa rara que se vio fue que incluso Diana participó, aunque sea para defenderse.
Lo único malo... es que todas ahora tienen que reemplazar el material destruido y limpiar todo.
~
El día estaba llegando a su fin, y el mexicano se volvió a bañar.
T/N: Mames, ni que tuviera tanta ropa... ¿Y'hora qué uso mañana?
El mexicano ya quería dormir, así que se puso su última prenda. En la enfermería, estaba él y, por supuesto, la enfermera.
Enfermera: Sospecho que la suerte no está de tu lado.
Dijo la enfermera, anotando cosas en una hoja.
T/N: Sí lo está, sólo que le gusta hacerse del rogar.
El mexicano se acostó en una camilla y quiso dormir de una vez, cerrando los ojos.
Enfermera: Si te duermes aquí, probablemente alguien te vea si entra después.
T/N:... Mmm...
El mexicano se levantó y se fue hacia la otra sala en donde estaba internado antes.
T/N: Buenas noches...
Enfermera: Que descanses, niño.
El mexicano bostezó y cerró la puerta detrás de él.
La enfermera, poco después, dejó de hacer lo suyo para también irse a dormir.
Y el mañana llegó rápido para los que durmieron...
≈
El mexicano, cuando sonó la alarma, se levantó con mucha flojera. Se estiró, bostezó y, después, se fue a la otra sala.
T/N: Ah, qué hueva... Ni uniforme tengo para usar...
El mexicano se talló los ojos y bostezó una última vez. Al dejar de hacerlo, miró el traje que le regalaron. Una pequeña sonrisa apareció en la comisura de su labio.
T/N: Oh, sí, hoy es el día, bebé.
Dentro de unas horas, un joven mexicano caminó por los pasillos, estrenando un traje pesado, pero hermoso y elegante a su manera; unos guantes colgando de su cinturón y unas nuevas botas blindadas pisando el suelo de manera sutil.
Bien peinado, bien arreglado y bien contento iba ese joven mexicano hacia su salón en donde, probablemente, estaban sus compañeras, sin saber que su presencia las impactaría.
T/N: Prepárate para tener otra vez a este alumno...
Academia de pequeñas brujas.
Fin del capítulo 58.
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Bien, eso sería todo.
Hoy estamos a 11 de enero del año 2025. Este capítulo lo escribí hace no sé cuánto, pero hace poco lo terminé.
En fin, espero que les haya gustado.
Si es así, qué bien.
Y si no, también xd.
Adiós y que Dios los bendiga a ustedes y a sus seres queridos, sean creyentes o no.
¡¡Nos vemos!!
¡¡¡¡TIMOITASE!!!!
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